Jean Piaget y B. Inhelder Psicología del niño.

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El nivel sensorio-motor

estadios elementales, a partir de la psicopatología adulta. Por el contrario, con René SPITZ, Kurt WOLF y Thérèse GOUIN-DÉCARIE el psicoanálisis del bebé se ha hecho experimental, y con las actuales investigaciones de Sibyle ESCALONA, de inspiración simultáneamente psicoanalítica y lewiniana, se libera del detalle de los cuadros freudianos para alcanzar el nivel del análisis y del control objetivos. l.  El adualismo inicial Los afectos característicos de los dos primeros estadios (I-II del § I) se inscriben en un contexto descrito ya por James Mark BALDWIN [1894] bajo el nombre de “adualismo”, en el cual todavía no existe ninguna conciencia del yo, es decir, ninguna frontera entre el mundo interior o vivido y el conjunto de las realidades exteriores. Después, Sigmund FREUD habló de narcisismo, pero sin darse cuenta suficientemente que se trataba de un narcisismo sin Narciso. Anna FREUD precisó después ese concepto de “narcisismo primario”, en el sentido de una indiferenciación inicial entre el yo y el otro. Henri WALLON describe esa misma indiferenciación en términos de simbiosis. Pero es importante especificar que, en la medida en que el yo permanece inconsciente de sí mismo y por tanto indiferenciado, toda la afectividad permanece centrada sobre el cuerpo y la acción propias, puesto que sólo una disociación del yo y del otro, o del no-yo permite la descentración tanto afectiva como cognitiva. Por eso, la intención contenida en la noción de narcisismo sigue siendo válida, con la condición de precisar que no se trata de una centración consciente sobre un yo, por lo demás idéntico al que llegará a ser una vez elaborado, sino de una centración inconsciente por indiferenciación. Dicho esto, los afectos observables en ese contexto adualístico dependen ante todo de ritmos generales que corresponden a los de las actividades espontáneas y globales del organismo (§ I): alternancias entre los estados de tensión y de reposo, etc. Esos ritmos se diferencian en búsquedas de estímulos agradables y en tendencias a evitar los desagradables. Uno de los síntomas más estudiados de la satisfacción es la sonrisa, que ha dado lugar a múltiples interpretaciones. Ch. BÜHLER y Eino KAILA [1932] ven en ella una reacción específica a la persona humana. Pero, por una parte se observa al principio una especie de sonrisa fisiológica, poco después de mamar, sin ningún estímulo visual. Por otra parte, uno de nosotros ha observado sonrisas muy precoces en presencia de objetos en movimiento. La reacción al rostro humano ha sido estudiada por medio de máscaras más o menos completas (ojos y frente sin la boca, etc.) [FANTZ, 1961] análogas a los “señuelos” de los que se sirven los etólogos de la escuela de Niko TINBERGEN [1951] y Konrad LORENZ para analizar los desencadenantes perceptivos de los mecanismos innatos. Se ha observado, a este respecto, que los ojos y la parte superior del rostro desempeñan un papel preponderante; y algunos autores (John BOWLBY) consideran estos estímulos como análogos a los desencadenantes hereditarios (IRM=innate releasing mechanisms [mecanismos de desencadenamiento innatos]). Pero, de acuerdo ©

Ediciones Morata, S.L.


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