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PRESENTACIÓN

(…) seguro de mi deber para con mis taciturnos compañeros, de pie sobre la borda, uní mi voz al coro de los pájaros errantes. Pedro Prado

La Génesis

Construir un espacio de compartir literario no implica solo reunirse y leer en un determinado sitio, sino también establecer lazos y puentes por medio de la palabra. En este sentido, es nuestro deseo contar un poco sobre la génesis de esta iniciativa, Pájaros Errantes, que tiene lugar entre aves, poesía, conversaciones y amistad.

A partir del primer encuentro Eco-poético en el santuario de la naturaleza de Hualpén, que reunía a distintas voces del Biobío, organizado por la poeta y gestora cultural Miriam Leiva y Andrés Espinoza Zuchel, rondaba la necesidad de un festival que implicara regresar a los lugares perdidos de la ciudad, la naturaleza desplazada, para hacer espacio al mal llamado progreso. En estas primeras versiones, un aura acompañaba en un claro del bosque, entre sillas de heno, libros y manteles. Con el tiempo, no solo aumentó el número de poetas participantes, sino el espíritu y las ganas de compartir el pan y la poesía. Allí se alejaba el cansancio, las cargas se alivianaban en comunidad y los versos de cada poema cobraban un tinte nuevo, lleno de imágenes y sonidos amenizados por el rumor del viento y el canto de los pájaros. [6]

Ante esto, luego del tercer encuentro, se presentó la inesperada pandemia, limitando la posibilidad de realizar una cuarta versión presencial. Sin embargo, no fue una brecha, sino un motor para organizar algo más grande; un encuentro poético internacional que, bajo el nombre Pájaros Errantes, logró reunir a más de sesenta y seis poetas. Para esto, se nos han unido Myriam Tiznado, Alejandro Concha, Margarita Bustos y Leslie Zambrano, quienes han aportado a un hito que recordará esta instancia de encierro y crisis sanitaria como una oportunidad de borrar las fronteras y contar con la presencia de las distintas voces que hoy podremos leer en estas páginas y que atestiguan este acontecimiento.

Un vuelo sin límites

Es preciso mencionar que esta antología es un crisol de imágenes: la poesía, dice Celaya, “es el canto que espacia cuanto dentro llevamos”. No existe lo impasible dentro del verso. Cuando asoma el silencio en la partitura del poema, dentro se agitan los mares de la inconformidad y la denuncia, y hace nido una melodía pegajosa que acompaña al lenguaje. ¿No es el poeta un visionario o un testigo de su tiempo, como dijo Rimbaud? Un encuentro da cuenta de las diversas cuestiones y realidades que atañen a un número, siempre limitado, de voces. Un encuentro poético en medio de agitaciones políticas, pandemia y simulación digital, tiene una implicancia estética y antropológica, por cuanto es una suerte de calco en carboncillo de la textura histórica que vivimos. ¿Habrá un momento más propicio para erigir un encuentro?

El nomadismo en vuelo poético, posibilita una constelación de significados, la riqueza expresiva de las variantes diatópicas hispanohablantes, sumado a las búsquedas de representación, ritmos y puestas en abismo de estas poéticas. Quien lea podrá viajar por sus páginas como lo hacemos con un libro compuesto por voces de diferentes territorios, grupos etarios, identidades sexo-genéricas y referentes literarios: volar e invertir el mapa, porque los puntos cardinales hoy se mueven desde la rivera del Río Biobío.

Se afirma que la literatura forja nuestra identidad, que las diferentes expresiones artísticas y sus lenguajes caminan desafiando discursos y representaciones ideológicas, generan [7]

tensionamientos que, a través de la analogía con los pájaros errantes, anhelamos; esa libertad en un vuelo que busca romper las fronteras territoriales impuestas en un contexto de pandemia por la gentrificación e inequidad social, por las mordazas y discursos de exclusión.

Estamos ante nuevos desafíos que no nos incluyen solo a nosotros como agentes culturales, sino también a quien lee y se sienta del otro lado de la página. Creemos en la necesidad de estrechar la brecha cultural; surgen entonces estas nuevas herramientas que debemos poner a disposición del arte. Es un desafío, pues implica luchar contra la maquinaria de la mercadotecnia más ruin: la explotación del ojo sedentario en servicio del algoritmo. Es una lucha inocente, sí, pero válida por cuanto sale en rescate de la interacción humana y la vida misma, como método de resistencia y/o persistencia ante el experimento de la simulación digital. Alguien nos dirá: la poesía se hace con palabras, y por supuesto que estamos de acuerdo en eso; apuntamos esta cita de Rodolfo Kush: “Los pensamientos no se ven ni se tocan, pero pesan, gravitan en el suelo donde habitan”, o como diría nuestra poeta Elvira Hernández: “No todo lo que vuela/ es pájaro/ A veces lo que piensas/ alcanza una pequeña altura”.

Agradecemos la buena disposición de quienes aceptaron participar de este vuelo con sus videos, textos y propuestas. Hay una convicción en común: no cantamos en vano, sino que propagamos las semillas que germinarán para mañana un bosque. Compartimos con ustedes un cielo lleno de aves, en un sentido que desborda lo retórico. Quien escribe es de alguna manera un pájaro. El ave, que no tiene frontera, atraviesa los límites de la mirada humana. ¡Un abrazo en vuelo!

En Lota, 3 de septiembre de 2020.-