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ALEJANDRA ZIEBRECHT

ALEJANDRA ZIEBRECHT (Talcahuano, Chile)

Escritora, profesora, gestora cultural. En el año 2000 recibe el Premio Municipal de Arte de Talcahuano. Ha obtenido tres veces la Beca de Creación del Fondo del Libro y la Lectura y el Premio de Adquisición de Libros por parte del Fondo del libro. Su obra ha sido estudiada en tres tesis de pre y posgrado, Universidad de Chile y Universidad de la Santísima Concepción. Parte de su obra ha sido traducida al alemán, turco, rumano e italiano. Ha publicado: Dos poetas, Concepción, 1994, Ediciones Letra Nueva, Enrompecaída, Ediciones Letra Nueva, Concepción,1995, A través del Espejo, Editorial Etcétera, Concepción, 1999, Diario de Infancia, Editorial Argos, Argentina, 1999, Nochedumbre, Editorial LOM, Santiago, 2000, El juego del condenado, Editorial LOM, Santiago, 2001, Florilegio, Editorial Poetas de America, 2002, Ottawa, Canadá, El sueño, Editorial Mosquito, Santiago, 2009, La barca de los conjuros, Editorial Contramaestre, Santiago, 2019. En preparación Crímenes de Honor (Proyecto de creación 2020).

UNO

La Tarde era perfecta como en las películas con efectos especiales porque uno llega a pensar que no puede existir una cosa así. Perfecta porque nada cae de golpe, nada estalla a destiempo, nada ocurre para que todo sea. Era así la tarde antes de tu muerte. Afuera había un sol maravilloso que no podías ver y por eso quise contártelo todo para que me escuchases mientras dormitabas con los ojos entornados entre el sueño profundo y el sueño de la agonía, y yo te decía, a propósito de ti y de mí, que en la película de Tom Cruise, el samurai le confidenció que buscaba una flor perfecta y luego, antes de morir, se dio cuenta que todas lo eran, es decir, hay cosas que sólo pueden revelársenos en el The End. Te aseguré en nuestra tarde que el sol, el gato sobre el tejado vecino, cómo te lo explico: hay un orden de maravilla que nosotras completamos porque debía estar tu rostro a medio morir usurpado casi del cuarto tan pobre, dicho sea de paso, porque la pobreza también es perfecta en su desmembramiento de cosas desordenadas, en su transparencia tenebrosa. Y las ropas colgadas en el patio daban una luz multicolor al estrellarse con el vidrio de la ventana, y yo tendida a tus pies, atravesada en la cama, te contaba de los helechos del muro de las monjas que algún día llegarían hasta Dios y le envolverían en su túnica verde, y todas le veríamos materializado en el patio, junto al gato que duerme sin hacer caso del vuelo de gaviotas que chillan, como si reclamaran para sí, con su desventurado vuelo, esta ciudad tan vieja que se nos viene encima derramando casas irregulares y niños tristes como de papel al viento. Había un marco cercando el camino hacia la casa, un límite de luz, de cielo limpio, de perros ahogados por el sol, y el hombre del quiosco, que luego habría de matar a su

amante, nos observaba sin vernos porque él también ya estaba muerto y no lo sabía y quizá por eso te miraba, o era el camino hacia ti el que perseguía con una complicidad que entonces no entendí, pero admiraba su figura de hombre medio hembra. Tu cabello, cómo me gustó su ondulación en tu frente, tenía algo surrealista como la mano que coge el violín en el cuadro de Dalí. Se te asomaba una hebra delgada, desteñida, casi cenicienta, mostrando que bajo el castaño gastado por las jeringas y el dolor había un nido blanco que se exhibía en toda su desvergüenza y, ahora que lo pienso, no debió incomodarte tampoco porque nunca te importó mucho este mundo ni el otro, pero yo insistía como para dejarte de este lado madre, para pedirte perdón por el poema que escribí acribillada por el dolor de no tenerte nunca como esta tarde para mí sola en la desolación del mundo, de tu mundo que no entendí. Tomo tu mano semejante a la mía en la semejanza del goce, el aturdimiento, los adioses. Aprieto tu mano para que no te vayas sola, para que sepas que me voy ahogando con la tarde, apagando en la perfección del inequívoco final, como en la película, abrazándote caída sobre mí, ausente ya de mí como el sol que se va deslizando sobre el mar, allá afuera.

AGRADECIMIENTOS

Agradecer de forma especial a cada poeta que se ha unido a este vuelo, logrando así elevar nuestro primer Encuentro Poético Internacional Pájaros Errantes.

Agradecer a nuestras instituciones colaboradoras: Revista Milígramo, I. Municipalidad de Hualpén, Corporación cultural de la I. Municipalidad de Nacimiento y Biblioteca Municipal de Concepción. Agradecer de igual manera a las instituciones que se adhirieron a esta organización: Taller literario de la I. Municipalidad de Hualpén, Movimiento Artístico La Balandra Poética y al Círculo literario del Biobío.

Chile, región del Biobío, 2020.