
2 minute read
Gastronomía de Tungurahua
from REVISTA GASTRONÓMICA
by Dxndii CX
Carolina Sánchez
Es el 5 de enero del 2021. Carolina se toma una pausa de todo el ajetreo que la envuelve desde hace dos años, cuando alcanzó una estrella Michelín, el mayor reconocimiento gastronómico a nivel mundial, por la propuesta de Íkaro, el restaurante que fundó con su pareja, Iñaki Murúa, y en el que ofrecen cocina con una fusión de sabores ecuatorianos y españoles. Eso fue un 21 de noviembre del 2018. Se puede decir que Carolina Sánchez estaba destinada a llegar a ese momento. No solo porque la buena cocina está en su ADN, también porque siempre apuntó a ser la mejor.
Advertisement
Seco de chivo/ con corderito lechal riojano estará en el menú degustación “La Vuelta al Mundo”. Melón impregnado con remolacha/ eneldo y amarguiña (licor de almendras), sopa de melón mojito y yogurt Keffir. Maito/ La mezcla de cocina riojana, ecuatoriana y vasca. Bollo de plátano/ Con costillas en BBQ asiático toda una mezcla de culturas en un plato.
Cremoso de chocolate/ crema de azafrán, bizcocho de cerveza negra y helado de lúpulo. Sopa de sandía y albahaca/ Con gelatina de coco y frambuesa en esponja y aire. Cheesecake de queso/ camerano y gelee de piquillos, nuestro guiño a La Rioja. Crême brûlée / de té Earl Grey, ciruelas frescas y en spaghetti y crumble de moscovado.
Por: Daniela Burbano Editor General
Carolina proviene de una familia con un gran legado gastronómico en Cuenca. Su abuela paterna, Fanny, es prima hermana de Eulalia Vintimilla de Crespo, autora de los dos libros más importantes de la gastronomía local, Viejos Secretos de la Cocina Cuenca y El Sabor de los Recuerdos. “La abuelita Fanny es una de las razones por las que yo soy cocinera. Porque ella es una cocinera maravillosa, con un legado gastronómico familiar”, cuenta Carolina con los ojos llenos de amor por una de las mujeres que le enseñó las bases de la cocina. La otra mujer es una tía que le regalaba los juegos de ollas de la plazoleta Rotary y la que, antes de que Carolina cumpliera 10 años, le animó a cocinar su primera receta: un locro de papas en olla de barro. En ese momento ella ya escribía su propio libro de recetas. La afición y los juegos de la infancia se convirtieron en su profesión. Estudió Gastronomía en la Universidad de Cuenca y empezó a soñar con llegar a las grandes cocinas. Y no solo llegó a trabajar en uno, creó el suyo. Luego de estudiar una especialización en Perú -uno de los referentes en cocina latinoamericana- se fue a España. Dos años después, llegó la estrella michelín, ese reconocimiento que se ganan los mejores restaurantes del mundo por su calidad, creatividad y esmero en los platos. Antes de eso, “nadie sabía que yo tenía un restaurante allá”, cuenta Carolina. Pero “este rato es una locura, toda la gente que nos conoce, va a visitarnos, incluso se sale de ir a Madrid o Barcelona para ir a Logroño a visitar íkaro”, dice orgullosa de lo logrado. Íkaro creció. Hoy tiene más personal y una carta mucho más afianzada en las raíces ecuatorianas, vascas y riojanas. La estrella michelín también le cambió la vida a Carolina.