ARU Forestación 01 2018

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Editorial

La Razón del Campo L

os sucesos ocurridos apenas iniciado el año, con productores al costado de las rutas respondiendo a una convocatoria espontánea y de inmediata adhesión, que se fue repicando en pueblos y ciudades de nuestra campaña, fueron la consecuencia directa de un enojo que se ha ido incrementando a partir de las crecientes dificultades para producir y ser viables en nuestro país. Nada de lo que se denuncia y de lo que se reclama al gobierno por los productores auto- convocados es ajeno a los planteos que nuestra institución viene haciendo en todas las oportunidades en que se ha expresado en los últimos años. Los discursos realizados en cada Rural del Prado (invitamos al lector a releerlos), las distintas circunstancias en que los directivos se han reunido con los ministros tanto de Ganadería, Agricultura y Pesca como de Economía, la posición absolutamente escéptica expresada por ARU ante el Parlamento cuando se trató el proyecto de ley “Sistema Nacional de Transformación Productiva y Competitividad” (ley 19.473) pero en particular el documento entregado en mano al Presidente de la República en marzo del año pasado

(ambos textos incluido en esta edición). Más recientemente la situación denunciada en la conferencia de prensa brindada por ARU a fin de año con el exhaustivo análisis presentado por nuestro departamento de economía.

T

odos estos planteos han sido sistemáticamente ignorados o bien menospreciados por el Gobierno. Buen diálogo ha habido siempre, pero sin las necesarias respuestas que las circunstancias adversas imponen.

P

eor aún, con el convencimiento de que lo tiempos estaban agotados las gremiales rurales solicitamos en noviembre audiencia con el Sr. Presidente de la República. La historia es conocida y ya nos hemos referido a ello desde estas mismas páginas. En aquel editorial de diciembre definimos como despecho y frustración el ánimo que la negativa a recibir a las gremiales de forma inmediata generó en nuestros representados, los productores rurales. No está lejos que lo que se entendió como una falta de consideración hacia los productores agropecuarios, menospreciando sus urgencias, haya sido la circunstancia última que incidió en una

ambiente de generalizada animosidad y descontento.

L

a Asamblea del 23 de enero en Durazno es un nuevo hito en la historia de los reclamos del campo uruguayo. Masiva, espontánea, con la adhesión de otros sectores de la economía que padecen las mismas crecientes limitaciones a la hora de intentar ser competitivos con su producción o servicios. Es que el campo no está solo en sus reclamos por recuperar una competitividad que hasta hace unos años se lograba en base a precios, hoy definitivamente perdida en ausencia de aquellas bonanzas.

E

xpresamos desde estas páginas nuestro mayor respeto a quienes supieron conducir con sensatez y serenidad esta magnífica demostración de fuerza del campo uruguayo.

S

eguramente, a partir de ahora quienes hablen por las gremiales rurales ante el Gobierno serán respetados de otra manera, porque a sus espaldas está el campo movilizado reclamando por un modelo de país que privilegie a la producción nacional y por lo tanto a las genuinas fuentes de trabajo que la producción genera.


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