lateral del abdomen hacia la línea media, siendo útil buscarlo tanto sobre el ombligo (que corresponde a los dermatomas o raíces D8-D10) como bajo el ombligo (D10-D12). Son reflejos polisinápticos de integración encefálica que depende de la indemnidad de la vía piramidal. Por esto, una lesión piramidal se acompaña de una disminución o pérdida de estos reflejos. No tiene significación si están disminuidos a ambos lados en personas obesas, en pacientes con operaciones abdominales o embarazos previos y en quienes han sobrepasado la edad media de la vida. b) Reflejos cremasterianos. Se obtienen pasando un objeto romo o comprimiendo, entre el pulgar y el índice, la cara interna del muslo, obteniéndose una contracción del cremáster con elevación del testículo. Tiene la misma significación que los reflejos abdominales, pero su arco reflejo transcurre a través de la raíz L. a.5. Reflejos patológicos a) En lesiones de la vía piramidal aparece un reflejo plantar extensor o sino de Babinski. Se obtiene aplicando un objeto romo por el borde externo de la planta del pie, desde el talón hacia el quinto dedo. Mientras normalmente esto produce una flexión plantar de los dedos, cuando hay lesión piramidal se produce una extensión (dorsiflexión) del primer dedo. Puede acompañarse de una apertura en ábanico de los otros dedos, pero basta la extensión del primero para concluir que el signo de Babinski es positivo. Los descritos por Oppenheim, Gordon, Chaddock, y otros, en que la estimulación se aplica en diferentes lugares del pie o pierna, son de menor sensibilidad que el signo de Babinski, observándose cuando la lesión piramidal es tan obvia y completa que el área reflexógena se ha ampliado, siendo por lo tanto de menor importancia diagnóstica. b) Reflejo de prehensión. Al tocar la palma de la mano de un paciente con lesión del lóbulo frontal contralateral, o traccionar, levemente, los dedos, se cierra la mano, apretando la del examinador. Este reflejo puede ser inhibido voluntariamente por el enfermo, pero basta distraerlo haciéndolo respirar profundo o contestar a alguna pregunta para que aparezca nuevamente. Enfrentado a un paciente que consulta por una alteración del movimiento, en primer lugar se tiene que indagar a cuál de las siguientes posibilidades se debe este trastorno: 1. A una pérdida de las fuerzas en uno o varios músculos. Esto se ve en lesiones: a) Del músculo mismo (por ejemplo: distrofia muscular, polimiositis). b ) Motoneuroma periférica, ya sea en nervio, raíz o cuerpo celular del asta anterior de la médula (por ejemplo: polineuropatías, poliomielitis). c) En sistema nervioso central, cuando se compromete la vía piramidal (por ejemplo: hemiplejía, paraplejía). 2. A una incoordinación del movimiento voluntario que puede causar un serio trastorno en la ejecución de éste, aunque las fuerzas estén conservadas (por ejemplo: tumores del cerebelo, enfermedades degenerativas del cerebelo o sus vías). 3. A una alteración fundamental del tonos y de la postura, como se ve en enfermedades extrapiramidales (por ejemplo: atetosis). A una pérdida de la concepción o imagen del acto motor (apraxia), pudiendo hacer cada movimiento por separado, pero no la integración de ellos, como por ejemplo, encender un cigarrillo, hacerse el nudo de la corbata, etc.
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