EPIGRAMAS DE MARCO VALERIO MARCIAL.

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merecieron más nuestro reconocimiento los dioses del Palatino?930 ¿Bajo qué jefe fue mayor y más hermosa la Roma de Marte? ¿Bajo qué príncipe se disfrutó de tanta libertad? Tenemos no obstante un vicio y no pequeño, aunque fuera el único: que el pobre cultiva amistades que no son generosas. ¿Quién reparte sus riquezas con un viejo y fiel amigo, o a quién acompaña un caballero no ajeno?931 Enviar una cucharilla saturnalicia de media libra o regalar a las víctimas de un incendio para una toga diez escrúpulos en total932, se tiene por un lujo y los patronos orgullosos llaman a esto regalos: quizás haya alguno aislado que haga sonar unos aúreos933. En la medida en que ellos no lo son, sé tú amigo mío, césar: ninguna virtud del príncipe puede ser más dulce. Hace rato que te estás riendo, Germánico, con gesto burlón934, porque te doy un consejo en mi propio interés.

XX Sabemos vivir, pero lo dejamos para más tarde Si me estuviera permitido, querido Marcial935, pasar contigo unos días sin preocupaciones, disponer de un tiempo desocupado y disfrutar juntos la verdadera vida, no conoceríamos los atrios, ni las casas de los poderosos, ni las tormentas de los pleitos, ni el triste foro, ni las imágenes soberbias de los antepasados; sino los paseos en litera, los cuentos, los libritos, el Campo936, el Pórtico

937,

la sombra, el Agua

Virgen938, las termas: éstos serían nuestros sitios, éstas nuestras ocupaciones. Pero 930 Apolo y Minerva los dioses más venerados por Domiciano. 931 Esto es, que no deba al acompañado la dignidad de caballero, por haberle dado el dinero necesario para que llegar al censo exigido por la ley. 932 El scripulum de oro equivalía a 20 sestercios; en conjunto, pues, doscientos sestercios, por lo que se compraba una toga. 933 El áureo equivalía a 25 denarios o 100 sestercios; esto es, la mitad de lo que costaba una toga. 934 Tacito naso, literalmente, “con la nariz callada”, donde “nariz” es sinónimo de “ironía”; cf. 12, 37, con la nota. 935 Julio Marcial, buen amigo del poeta, cf. 4, 64, 1, con la nota. 936 El Campo de Marte. 937 El pórtico de Europa, cf. 2, 14, 5; 3, 20, 12. 938 Este acueducto, Aqua Virgo, tenía fama de llevar un agua muy fría; cf. 6, 42, 18; 7, 32, 11; 11, 47, 6. En concurrencia con otros acueductos, abastecía las regiones VII, IX y XIV, con un caudal de 101.660 m3 diarios. Cantidad muy respetable, si se tiene en cuenta que es más del doble de lo que consume hoy en día una ciudad de 300.000 habitantes. Y ocupaba sólo el quinto lugar entre los caudales de los nueve acueductos que había en Roma en la época de Marcial. De los otros cuatro, el mayor, el Anio nouus, aportaba 192.363m3 y el cuarto, el Anio uetus, 178.559 m3, según datos muy detallados que nos conserva Frontino, curator aquarum entre 97-104 d. C.

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