La castaña de la risa

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era un día bonito, claro, soleado y las tres amigas, la castaña, la brasa y el palo decidieron ir de pasero. ¡Qué bonito estaba el campo!. Verde, frondoso y por el camino, una alfombra de las hojas ya caídas en colores amarillo, marrón… Las tres amigas iban muy alegres jugando, saltando, corriendo, y comentando lo bonito que estaba el campo, cuando de pronto, se encontraron con un gran río. ¡Un río! ¡Oh! ¡Qué pena! ¿Cómo iban a pasar el río?



Yo tampoco, dijo la brasa. Además si me mojo, me apagaré. El palo sí sabía nadar, pero cruzar él solo, sin sus amigas, no le hacía ilusión. ¡Qué pena! ¡Con lo bonito que sería ver el otro lado del campo, la otra orilla del río. De pronto, a la castaña se le ocurrió una idea: “podemos pasar si nos subimos al palo y así él nos llevará.” El palo asustado comentó: pero con tanto peso, nos ahogaremos los tres. No, dijo la brasa. Pasas primero a una y luego a la otra. No lo pensaron más. La caña se dejó caer en la orilla del agua y la castaña



-¡Oh, cuidado! ¡Me caigo!, gritaba la castaña cada vez que el palo se movía por el agua. Y así, de esta forma, llegaron a la otra orilla. De un salto, la castaña se puso en tierra, y por fin, descansó. El palo volvió y de igual forma se subió la brasa, pero…. -¡Ay! ¡Me quemo!, gritaba el palo mientras intentaba huir de la brasa. -¡Socorro! ¡Me ahogo!, gritaba la brasa mientras se agarraba cada vez más al palo.





reía y se reía en la otra orilla. Así, la brasa y la caña llegaron a la orilla, y mientras la brasa suspirando salía del susto y saltaba a tierra, el pobre palo se refrescaba de las quemaduras. Muy enfadadas, la brasa y el palo le decían a la castaña que era muy mala amiga porque no les había ayudado. Y la castaña, no podía parar de reír. Y tanto reía, que empezó a abrírsele la piel por su barriguita. -¡Oh! ¡Se me salen mis tripitas!, gritaba la castaña, que ya se le había pasado la risa.




-¿Ves?, dijeron el palo y la brasa. Eso te pasa por ser una mala amiga. Pero de todos modos, te ayudaremos.. Te llevaremos a un amigo mío que es sastre. Y así, con mucho cuidado, la llevaron al sastre. Este, cuando vio lo que ocurría, cogió un trozo de tela de color marrón y con mucho cuidado, le dio unas puntadas. De esta forma, se saltó la castaña de morir reventada de la risa. Desde ese día, todas las castañas nacen con un parche, y así pueden saltar y reír alegremente. ¡Y COLORÍN COLORADO…….ESTE CUENTO SE HA TERMINADO!











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