Casa Natal "Reconstruyendo el primer escenario de varios argentinos"

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13 de marzo de 2013. El Papa Francisco saluda a peregrinos y admiradores, en el balcón central de la Basílica de San Pedro, después de su elección. Tras la renuncia inesperada del Papa Benedicto XVI, el cardenal Mario Bergoglio fue elegido su sucesor. Francisco es el 266 Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el primer Papa americano y primer jesuita.

¿Celosa yo? No, para nada. Solo miro los hechos con la nostalgia de la historia. La casona de Membrillar fue tu cuna a partir de los cinco años. Antes tuve el privilegio de verte nacer y envolver tu gesto travieso.

Eras un buen estudiante, educado y caballero. Jorgito exhibía sus particulares “tácticas de estudio”. Subía y bajaba mis escalones hacia la terraza cantando para aprender los números. En mi cocina se arremolinaban todos los integrantes del clan Bergoglio. Allí papá y mamá te hacían sentir que podías confiar, que eras querido. Ellos sabían escuchar, darte buenos y oportunos consejos... Te defendían tanto de la rebeldía como de la melancolía, entre vasos de leche y pan con manteca. Historias y recuerdos los cuales hoy añoran mis ladrillos recubiertos con morteros. El historiador Daniel Vargas me descubrió en tu partida de nacimiento. Hasta ese momento, se daba por sentado que tu casa en Flores era la de la calle Membrillar 531, cuya placa en su puerta recuerda: “En esta casa vivió el Papa Francisco, Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, marzo de 2013”.

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Sabía de tus escapadas presurosas con tu primo, después del colegio, a la Plazoleta Herminia Brumana, donde jugabas al fútbol. Eras medio “patadura”, pero arremetedor frente al arco. Algunos vidrios del templo de la Medalla Milagrosa dieron cuenta de un fallido disparo al arco. ¿El equipo de tus amores? San Lorenzo de Almagro, por supuesto. El club creado por Lorenzo Bartolomé Martín Massa, el padre salesiano cuyo objetivo era utilizar el fútbol a fin de no exponer a los chicos ante los peligros de la calle. “Los santos”. Otra pista, otra referencia… La puerta de reja de rectángulos geométricos contemplaba a un niño como cualquier otro. Cariñoso, compañero y fraternal. Una criatura que adoraba a su abuela Doña Rosa Margarita Vasallo de Bergoglio, a quien reconocerías como una amorosa influencia. Un pequeño quien se proyectaría al mundo con sus gustos porteños a cuesta: El mate, el fútbol, el tango, el dulce de leche. Un niño que disfrutaba los domingos, cuando toda la familia concurría a la misa de la parroquia y luego a almorzar.


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