inseguridad es más latente en el trabajo de las mujeres, pues son ellas las que desempeñan actividades esporádicas e irregulares como el caso de la señora Elba que tiene que competir con otras mujeres para lavar ropa abaratando el costo. A todo esto se adhiere una situación que ha dejado de ser coyuntural en Latinoamérica y que se ha establecido como un fenómeno estructural, provocada por todas las causas ya mencionadas, la pobreza. Hablando sobre la situación de Santa Isabel en comparación con el barrio Mena del Hierro un morador nos contaba: “...claro que los que viven en la Mena del Hierro están mejores que nosotros, no ve que nosotros somos pobres no tenemos esas casotas que ellos tienen ni siquiera tenemos alcantarillado, ni agua potable. Los que viven abajo (refiriéndose a la Mena del Hierro) tienen más plata...” (entrevista 2000). Esta situación estructural ha hecho que, como lo menciona Camarero, la población se convenza que” cada uno está allí donde se merece” (Idem; 1998), a través de la re- organización del empleo y de todas sus vías de acceso. Esto hace suponer como lo afirma Touraine (1992) que nos encontramos en sociedades dualizadas en el in y out. Por lo tanto, en la mayoría de los casos el excluido “...se siente hoy expulsado por unas fuerzas que él no domina y que son las que convierten a la exclusión en un drama personal y social” (Camarero, 1998: 219) De esta manera se van conformando en la subjetividad de las personas estructuras impuestas por las dinámicas externas, alienando de esta modo al sujeto de su sentido de auto-pertenencia e identidad. Así, en tomo al sujeto, se han constituido falsas identidades que obedecen a los requerimientos de un sistema dominante y que se han desencadenado en una serie de patologías sociales. En el caso que nos atañe, consideramos que estas identidades se manifiestan en dos niveles; el primero se refiere a la identidad del grupo doméstico, aquí podemos dar cuenta de la pobreza como una de las condiciones más importantes en la cohesión del grupo. Todas las familias ladrilleras se identifican como pobres; es decir, que todos comparten similares necesidades o carencias y por tanto sus objetivos son los mismos, concretados en sus lógicas de sobrevivencia. La particular dinámica social que se plasma en Santa Isabel, recrea identidades sociales que pueden ser estructurales (de fondo) y/o contingentes (de forma) dependiendo en gran medida de las relaciones sociales que convergen en situaciones mas o menos constantes de la realidad. Las identidades estructurales, en estos casos, tienen relación directa con estados constantes de pobreza y exclusión (son el resultado de carencias materiales y sociales), dichas identidades que se configuran en función a estos parámetros y se vuelven más 103