ANTROPOLOGÍA. Cuaderno de investigación Nº. 6

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Laguna, volcán y peces lacustres A propósito de la aseveración de Juan de Velasco sobre el nombre originario de esta región como “Provincia Imbaya”, se debe recordar que, entrada ya la Época Colonial, entre los bienes que el heredero del Cacicazgo recibía como adscritos a la “función cacical” estaban, según el testamento de don Alonso Maldonado, fechado en 1609, las tierras del pueblo viejo de Imbaquí y una fuente de pescado “en San Pablo nombrada Atalmuet”. Casi un siglo después, en 1693, otro cacique gobernador, don Sebastián de Aguilar, legará también un pocyo de preñadillas que tengo en la laguna de San Pablo heredado de mis padres y antepasados (Caivallet; 2000, 464). Aunque a primera vista parece fuera de lugar una reflexión sobre el “totemismo”, es sugerente tener en cuenta, como posible explicación, la hipótesis de que un animal, en este caso la “imba” o preñadilla, asociada con la laguna y el macizo montañoso Imbabura, ha servido en épocas pre-hispánicas para designar e identificar a una comunidad. Con fines comparativos, y dentro de un paradigma andino, es importante mencionar la relación entre laguna, volcán y peces lacustres en el área Circum- Titicaca de la América Andina. Teresa Gisbert (1980, 59-60), reconstruye la teogonía pre-inca y sus modificaciones durante el Incario. En un momento dado aparecen cuatro divinidades principales: Pachamama, diosa de la tierra; Aahuacasa, dios del viento; Tunupa, dios del fuego; y Copacabana, dios o diosa del agua. Entre los cuatro elementos y sus personificaciones divinas parece que hay un antagonismo binario: el aire con la tierra y el fuego con el agua. Los bogas o “peces sirenas” Quesintu y Umantu están relacionados con la divinidad lacustre Copacabana. Según los mitos, a Copacabana se le opone Tunupa, el cual es seducido por Quesintu y Umantu, dos mujeres- peces (sirenas); este suceso determina el contacto de Tunupa, dios del rayo y del fuego, con el elemento líquido. Tunupa muere en la isla Titicaca y su cuerpo flota en el río Desaguadero hasta desaparecer en el lago Poopó, al suroriente del Titicaca. En la isla del lago solo queda un puma ígneo. Tunupa, tanto en vida como después de muerto, deja una estela de fuego señalada por la leyenda y por una secuencia de volcanes desde el Quimsachata hasta el volcán Tunupa, al sur del lago Poopó. Con posterioridad Viracocha ocupa el lugar de Tunupa y éste se transforma, por un lado, en un ser negativo y destructor que, como rayo, hace llover fuego del cielo o que desorganiza el cosmos creado por Viracocha. Ulteriormente este último será transformado, a su vez, en un “deus otiosus”, para ser suplantado por el Sol en la religión incaica. Para el Cristianismo Copacabana será, en primer lugar, identificada con el demonio personificado en la sirena o serpiente escamada, para posteriormente ser transformada en Nuestra Señora de la Candelaria de Copacabana. A Tunupa los primeros cronistas le asociaron a Satán; posteriormente se le identificará con San Bartolomé, emisario de Dios y, por lo mismo, martirizado por su fe, dentro de un espacio semántico que la evangelización católica utilizó en función de sus objetivos pastorales (Urbano, 1988, 201-224). 135


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