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IDENTIDADES NO BINARIXS
El 14 de Julio se celebra el Día Internacional de la Visibilidad No Binaria, que busca reivindicar a las personas que nos percibimos por fuera del binarismo hombre-mujer que impone la sociedad heterocis. Es decir que nos proponemos habitar una construcción identitaria despojada de los roles de género naturalizados en estas únicas dos posibilidades que perpetúan el odio hacia la población LGBTIQ+, al esperar que respondan al imaginario instaurado en lo que respecta al binomio masculino/femenino. Con imaginario me refiero al conjunto de prácticas en la vida cotidiana, formas de pensarnos y por ende pensar a les otres, que se dan por sentado, esperando que respondan a lo que consideramos ‘correcto’ y naturalizado como tal.
La categoría cis implica que las personas asignadas como hombre o mujer a partir de su genitalidad al momento de nacer, se sienten cómodes con ello. Por ende posicionarse desde la perspectiva heterocis, es pretender por ejemplo, que los hombres deben tener apariencia masculina, desempeñarse como jefes y sostén económico del hogar, así como evitar manifestar sus emociones. Y en cuanto a las mujeres se espera que deseen ser madres, realicen el trabajo en el hogar, el cuidado de niñes y adultes, incluyendo cualidades como, por mencionar algunas, delicadeza y sensibilidad. A partir de estos estándares y dando por sentado que las únicas identidades de género posibles según el binarismo son hombre cis y mujer cis, sumado a que la orientación sexoafectiva que debe prevalecer es la heterosexual; es que se reproducen los discursos de odio hacia las identidades de género que no se encasillan en este ‘deber ser’.
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Desde la Dirección de Diversidad
LGBTIQ+ y Nuevas Mayorías, tenemos el objetivo de reivindicar y defender la perspectiva en diversidad, en detrimento de los estereotipos y violencias mencionadas. Invitando a reflexionar acerca de la naturalización en el discurso y las prácticas en la vida cotidiana que colaboran a sostener el odio, no sólo hacia quienes no nos percibimos en el binomio, sino también hacia quienes desean vivir libres de prejuicios. Reforzando la necesidad de difusión e implementación práctica de la Ley Nacional N° 26.743 de Identidad de género, aun habiendo transcurrido más de 10 años desde su sanción, que promulga el derecho a desarrollar una identidad de género libremente, según la vivencia personal de cada une y debiendo ser respetade por otres sin necesidad de realizar el cambio registral, terapia hormonal y/o intervenciones quirúrgicas. Herramienta fundamental para contrarrestar los discursos de odio que niegan y violentan el reconocimiento de una construcción identitaria que se mueva por fuera de las cristalizaciones hombre cis y mujer cis.
A la cual se suma el decreto N° 476/2021 sancionado en el mes de julio de dicho año, que resuelve que las personas pueden elegir que se coloque una “X” en la categoría ‘sexo’ que figura en el Documento Nacional de Identidad. Ambas medidas son de vanguardia teniendo en cuenta el contexto sociopolítico, ya sea de América Latina como también a nivel mundial siendo el primero reglamentado en Latinoamérica que permite realizar dicho trámite de forma gratuita y sin necesidad de un proceso judicial.
También es importante traer a reflexión la importancia y urgencia de poder habitar una percepción libre de prejuicios en cuanto a la expresión de género de las personas, lo cual hace alusión a la forma de vestir, la forma de llevar el cabello, la elección de tener piercings o tatuajes, entre otras. Es decir, la primera presentación que tenemos de un otre a través de la imagen. Ya que si nos dejamos coaccionar por el discurso heterocis, se espera que hombres y mujeres utilicen cierta vestimenta y formas de portar el cabello, pero también que las personas no binarias respondamos a un estilo andrógino, es decir que nuestra imagen reúna características que no parezcan ‘ni masculinas ni femeninas’. Y esto colabora a su vez a utilizar pronombres que creemos son correctos por la lectura de expresión de género realizada, llevando muchas veces a referirse hacia las personas con pronombres que no son adecuados y por ende, ejercer violencia discursiva y simbólica.