Lengua Marlaca Autor Oswaldo Encalada

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©GAD Municipal del cantón Cuenca Primera edición, diciembre 2016 Marcelo Cabrera Palacios Alcalde de Cuenca Ana Paulina Crespo García Directora Municipal de Relaciones Externas Francisco Abril Piedra Director Municipal de Cultura, Educación y Deportes Publicación realizada por el Doctor Oswaldo Encalada Vásquez, como parte de la campaña comunicacional “Cuencanízate” iniciativa de la I. Municipalidad de Cuenca a través de su Dirección de Relaciones Externas, con el apoyo de la Dirección de Cultura, Educación y Deportes. Corrección de textos y cuidado de la edición: Silvia Ortiz Guerra Concepto de campaña “Cuencanízate”: Agencia Trilogía Diseño gráfico: Agencia Trilogía Ilustraciones de portada y páginas interiores: Esteban Vásquez ISBN: 978-9942-22-106-3 Impresión: Editorial Don Bosco - Centro Gráfico Salesiano 3000 ejemplares Cuenca-Ecuador Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso escrito previo del autor.

Índice Prólogo Palabras y frases El cantado cuencano Algunos hipocorísticos Bibliografía Índice de imágenes

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Un componente fundamental de toda cultura es la lengua, la misma que permite configurar uno de los rasgos característicos de la identidad de un pueblo y, con esto, desarrollar y trasmitir los elementos esenciales de esta identidad. En el caso de Cuenca, la forma particular de su lengua, marcada por la simbiosis entre las voces españolas y las voces quichuas, constituye sin duda un elemento característico de su identidad cultural y de su riqueza simbólica como sociedad local. Para el conocimiento de este elemento peculiar de nuestra cultura, el reconocido lingüista cuencano Oswaldo Encalada Vásquez realiza un significativo aporte en este libro titulado, precisamente, La lengua morlaca. A través de un recorrido, en orden alfabético, por las diferentes palabras y frases que se usan comúnmente en nuestra habla cotidiana y, luego, mediante un estudio de nuestro característico cantado, el autor coadyuva a reconocernos desde nuestra diaria comunicación e interacción. Una forma de comunicación e interacción que es parte sustancial de nuestra cultura, de la cuencanidad; cultura que la actual Administración Municipal pretende fortalecer y afianzar, sobre todo ahora que Cuenca es una ciudad cada vez más cosmopolita y que alberga en su seno una gran cantidad de personas provenientes de otras partes de Ecuador y del mundo. Justamente con el fin de afianzar nuestra cultura, y de provocar una mejor convivencia con todas las personas que han hecho de Cuenca su territorio para vivir, desde la Municipalidad estamos impulsando la campaña “Cuencanízate”; una campaña a la que la presente publicación de Oswaldo Encalada, sin duda, enriquecerá enormemente.

Marcelo Cabrera Palacios Alcalde de Cuenca


Prólogo Geógrafos, geólogos y otros científicos, además de viajeros en diferentes épocas, han constatado que la presencia del Nudo del Azuay fue un verdadero y formidable obstáculo para las comunicaciones con el norte del país. Por siglos este hecho provocó el aislamiento de la ciudad de Cuenca y la provincia del Azuay, lo que a su vez llevó a una evolución de su cultura, de sus costumbres e inclusive, naturalmente, de su lengua, a un ritmo endógeno propio. Es lo que dice, por ejemplo, el geógrafo Francisco Terán: Al norte de este nudo –verdadera divisoria de la región serrana– los Andes se presentan más altos; en este sector únicamente se yerguen los volcanes activos y predominan en sus aledaños los terrenos eruptivos modernos, mientras al sur tanto la orografía como la geología cambian fundamentalmente: las cordilleras no llegan al límite de las nieves perpetuas, a la vez que la actividad volcánica desaparece. Y el cambio que imprime el Nudo del Azuay en estas dos zonas sobre la Geografía física repercute hondamente en todos los fenómenos vitales, especialmente en el humano, hasta el extremo de que el viajero que cruza este valladar, que por centurias se ha levantado como un centinela impidiendo la fácil comunicación de los pueblos australes con los norteños o los cercanos al mar, por poco observador que sea, nota marcadas diferencias aun tratándose de leves detalles como la comida, el vestido indígena, el acento idiomático, etc. Y por fin, mientras en la sección norte la vida social y política gira alrededor de la capital del Estado, Quito, en la región austral se desenvuelve en torno a Cuenca, lo que da la medida de la importancia del tercer centro urbano del Ecuador, resultando en consecuencia, que esta ciudad, Quito y Guayaquil sean las mentoras de la opinión nacional. (Terán, 1946: 175-176).


El aislamiento ha provocado que aquí todavía suenen antiguas voces españolas, que ya no están vigentes en otras partes del orbe hispanohablante. A esto hay que agregar, necesariamente, la presencia fuerte y vital de la cultura quichua, que ha aportado y aún aporta con elementos culturales a la formación de la cultura cuencana y azuaya en general. Circulan en nuestra lengua voces quichuas españolizadas y completamente naturalizadas, con lo que se demuestra que la cuestión de la interculturalidad es un hecho real, vivo, y que no se trata de un descubrimiento de estos últimos tiempos, hecho por políticos o sociólogos. La singularidad lingüística de Cuenca ha sido admirada y reconocida por autores nacionales y extranjeros. Hacia el año 1945 el viajero norteamericano Albert Franklin pasó por la ciudad y quedó deslumbrado por sus características, sobre todo en lo referente a su lengua. Estas son sus elogiosas palabras: Cuenca es una gema en un engarce resplandeciente, y, como todas las gemas, es preciosa. El ornamento afiligranado, el ritmo del lenguaje cuencano, el aire con perfume a eucalipto que respira, son solo signos superficiales. Cuenca es barroca, no solamente en la arquitectura, el arte plástico y la literatura, sino en su misma alma. Cuenca es España del siglo XVII bajo cristal (...) La clase dirigente habla el castellano de la España del siglo XVII, con un ritmo que no se encuentra en otra parte del hemisferio occidental. Este ritmo es impartido acentuando levemente la antepenúltima sílaba de cada palabra de tres sílabas o más. Es de una cadencia muy musical y produce el efecto aristocrático deseado. Fuera de este leve rasgo provincial, el español de los ciudadanos de Cuenca es puro y cosmopolita. (Franklin, 1984: 252 y siguientes).

En este breve acercamiento a la lengua morlaca hemos recogido una muestra que no es –en lengua ninguna muestra puede pretender ser– exhaustiva; pero que, esperamos sirva para reflejar el espíritu y la cultura de Cuenca. También incorporamos un breve ensayo sobre la peculiaridad más notoria de su lengua: el cantado. Incluimos un apéndice sobre los hipocorísticos más frecuentes y que son moneda de uso diario en la conversación familiar y popular.

Nota sobre la pronunciación. En el habla cuencana hay sonidos provenientes del ámbito quichua o quizá cañari, como es el caso de la /S/ sonora, que no existe en español; para solucionar esta deficiencia gráfica hemos usado –como ya lo hicieron antes de nosotros, connotados autores como Octavio Cordero Palacios, Alfonso Cordero Palacios y otros más– una doble ss. Así, podemos encontrar palabras como tusso, tarosso, etcétera.


Palabras y frases


A

Astaray Interjecciรณn que se lanza cuando uno se ha quemado. Ilustraciรณn 1


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¿A dónde bueno? Esta pregunta sirve para averiguar el lugar hacia dónde va una persona. -¡Doctor, muy buenas tardes! ¿A dónde bueno?- exclamó el chagra. (Cuesta, 1983: 33). A huevo. Frase que significa que algo es muy barato. Y hasta con suerte de negociante, para comprar a huevo las toquillas. (Astudillo Ortega, 1973: 31). A la criolla. Significa que algo se lo hace de modo poco ortodoxo, descuidadamente, sin la pulcritud necesaria. Con sus hijos hablaba a la criolla no más. A la maldita. Frase que significa que algo se lo hace de muy mala manera, con total negligencia y descuido. Claro, has hecho el deber a la maldita. A la manera de más que nunca. Frase que se usa para designar una forma totalmente negligente y descuidada de actuar. Cfr. A la maldita. Lavas los platos a la manera de más que nunca. A la vejez, viruelas. Con esta frase damos a entender lo totalmente extemporáneo de un asunto. ¡Buena pendejada! A la vejez viruelas. (Cevallos García, 1964: 71). A mear y a echarse. Frase usada por los padres cuando creían que ya era hora de que los niños se acostaran. Ya son las 9. A mear y a echarse. A precio de gallina con mal. Significa que algo se vende –o se quiere que se venda– a muy bajo precio. El gobierno vende sus cosas a precio de gallina con mal. A punte… Frase que significa que algo ha sido ejecutado con la repetición de una misma acción. A otra, le llevó a la costa, y dizque le viene matando a punte puñaladas: le ha dado 100 el bandido. (Astudillo Ortega, 1973: 154). Abombar. Exagerar; hacer demostraciones excesivas de algo. No seas así, no abombes. 16

Abombe. Persona que fastidia. No seas abombe. (Dic. Lengua morlaca). Abran cancha. Petición u orden que se da, con la finalidad de conseguir que se despeje un sitio para en él realizar alguna actividad. Copleros, ábranme cancha. / Traigo ronda guitarrera/ y versos de siete cañas. (Andrade y Cordero, 1993: 92). Abreboca. Pequeña cantidad de licor que se bebe antes de comenzar a comer. Aperitivo. -¡La sopa se enfría! / -Sirvan un abre-boca. (Cevallos García, 1964: 86). Abuela. Este sustantivo suele ser usado para responder a una insolencia. -¿Comienzo por el mío o por el suyo? / -¡Por el de tu abuela, majadero! (Cevallos García, 1964: 62). Acabó billete. Frase que se usa para señalar, en tono más o menos triste y humorístico, que se nos ha terminado el dinero. Esta es la última cervecita, acabó billete. El verbo acabó es utilizado también en otras situaciones en que algo se ha terminado. Accidentarse. Sufrir un desmayo. Mama Dolores –grito– y no me contesta. Creo que se ha dormido, pienso y me acerco y vieran… casi me accidento: muerta. (Cuesta, 1983: 89). Achachay. Interjección que sirve para expresar el frío que se siente. -¡Achachay!- sopla el viento, primero en madrugar, como exclusivo agente sanitario. (Astudillo Ortega, 1973: 4). Achaquiento. El que sufre de muchos achaques. Este señor ya está muy achaquiento. Acho. Interjección que significa aprobación y sorpresa ante algo. Se trata en realidad de una apócope de caracho, que, a su vez proviene de carajo. -Mira, ya puedo montar en la bicicleta. / -Acho. Acholarse. Avergonzarse, correrse (literalmente significa comportarse como cholo). Sin motivo te acholas. 17


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Acolitador. Persona que fácilmente y con gusto acolita a otro. Ese man es súper acolitador. Acolitar. Apoyar, acompañar a otro en la ejecución de alguna cosa. Vamos, te acolito para que hables con el rector. Aculpar. Inculpar, acusar a alguien de la comisión de un delito. Yo no le he hecho nada de eso que me aculpan ahora. (Valdano, 1980: 56).

De esta tienda del barrio de las monjas salió furtiva y contristada, hace años, Dña. Ashuquita, comprándose una botella de Agua de Pítimas para Lucha, cuando sufría las primeras aflicciones de su mal de amor. (Astudillo Ortega, 1973: 194). Agua de viejas. V. Agua de frescos. Esta designación se explica porque son, generalmente, las personas de mayor edad las que las prefieren como bebida.

Adrede. Que algo se hace sin razón ni motivo. -Dije- explicó la chola algo asustada- adrede, para que otra vez no me tire prosa. (Cuesta, 1983: 356).

Aguachento. Que algo contiene más líquido (agua) que lo ordinario. Un zócalo de frutales y de frondas. Capulicedas, de racimos almibarados y aguachentos. (Astudillo Ortega, 1973: 13).

Adredemente. V. Adrede. La pareja modelo. Que adredemente elogiaba su Empero. (Astudillo Ortega, 2002: 41).

Aguadijar. Manar de las heridas una mezcla de sangre y de agua. Ojos que si vierten llanto, / no lloran sino aguadijan. (Andrade Chiriboga, 2006: 327).

Adulete. El adulón, sobre todo tratándose de un niño. Cfr. Cepillo. -¡Pasó un adulete! Va a haber oración general en la capilla. (Cuesta, 1983: 306).

Aguaitar. Mirar, observar, vigilar. Esta señora se pasa aguaitando desde la ventana.

Afarolado-a. Precipitado, irreflexivo, algo alocado. Esta vecina es muy afarolada. Agalla. Vara larga con una especie de gancho en el extremo. Sirve para coger frutas de los árboles altos. Con la agalla se inclina la rama o se provoca la caída del fruto. Es palabra de origen quichua. O, más bien desde el suelo, con la agalla. (Cuesta, 1983: 198). Bajabas de lo alto, con la agalla, la fruta dura. (Mata, 1982: 6).

Agua de frescos. Cierta preparación elaborada con varias especies vegetales; con hojas y flores. Se la reputa como digestiva y refrescante. A los músicos se los esperaba con la tetera del agua de frescos- el ritual alkaseltzer antiguo. (Astudillo Ortega, 2002: 81). Agua de pítimas. Cierta preparación medicinal elaborada con varias especies de plantas. Se la reputa como refrescante, cordial y confortativa. Es una bebida que la fabrican y la venden las religiosas de algunos conventos de Cuenca. La palabra pítima se deriva del español epítema. 18

Aguantar. Recibir un castigo, un golpe. Y usté no se meta en esto, porque puede salir aguantando. (Mata, 1982: 19). Aguarico. Especie de gallo que tiene el cuello pelado y de color rojizo. Denle agua al gallo aguarico. Agüita caliente. Preparación elaborada con agua caliente, sí; pero que incluye también cierta cantidad de licor. No, hijita: merendemos. Hazme una agüita caliente para el susto. (Astudillo Ortega, 1973: 98). Ahí muere. Frase con que afirmamos que algo ha terminado. Bueno ya no hay más pintura. Ahí muere. Ahogapulgas. Especie de ropa interior masculina que cubría desde la cintura hasta los tobillos. La usaban las personas de mayor edad. Es prenda en desuso. Del abuelo con sus calzoncillos de esos largos que llamaban ahogapulgas. (Dávila, 1979: 92).

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Ahuevarse. Correrse, amilanarse, avergonzarse. Ya sabes, cuidadito con ahuevarte en ese momento.

¡Por qué se alcanzarían tanto, no! Y lo que les malió creo que fue el robo del

Ajá. Fórmula usada como aprobación, y en ese caso, equivale a sí, de acuerdo. -Ajá... ¡No vayan después a irse donde otro! (Cuesta, 1983: 109).

Aldaba. Pieza metálica que puede servir como llamador en una puerta, o también, como elemento de seguridad para cerrarla. Con la gruesa aldaba de bronce (una mano agarrando una bola) otra mano golpeó el bien tallado portón de nogal. (Valdano, 1980: 104).

Ajamishi. Interjección de variada significación. Se la puede usar para expresar sorpresa, como indicación de defraudación. –Me saqué el premio. / –Ajamishi. Ajimanteca. El color anaranjado. Pásame la pintura de color ajimanteca. Ajo. Eufemismo por carajo. Le dijo el Machete, con un ajo: el que monta manda. (Astudillo Ortega, 1973: 31). Al hilo. Significa que algo ocurre o se hace de corrido, sin pausa. Se comió tres empanadas al hilo. Alabado sea Jesucristo. Fórmula piadosa y antigua de salutación. Y los campesinos que no cesaban de saludar: -Alabado sea Jesucristo. (Astudillo Ortega, 2002: 70). Podía también variarse a: Alabado sea el Santísimo. A este saludo se solía responder con: Y la Virgen María, su madre. Alabancioso. El que se alaba y presume excesivamente. -No puedes… ¡Alabancioso! (Cuesta, 1983: 154). Alairito. Frase (se trata de una conglutinación de “al aire”, en diminutivo) que designa a la situación en que algo se encuentra totalmente patente, visible. El hombro está alairito. Albache. El albañil. También se escucha la variante: albacho. En la plaza de San Francisco se reúnen los albaches. Alcanzarse. Verbo que significa que una persona se encuentra en mala situación económica, con estrecheces. También se usa bajo la forma de participio, como estar alcanzado. 20

Quintuña. (Astudillo Ortega, 2002: 53).

Alegón. La persona que alega y argumenta frecuentemente, no siempre con razón. Ya ven UU., lo que son estos roscas cuando se civilizan: para alegones, no hay dos. (Astudillo Ortega, 1973: 89). Alforjas. Forma de desaprobación y rechazo enfáticos. Que me traigan más bien a la María Grande –siguió– ¡Qué doctores ni que alforjas! (Cuesta, 1983: 115). Alhaja. Este sustantivo ha sido convertido en adjetivo para significar que algo es atractivo, o que alguien es de agradable carácter. Pero si es bien alhaja, nada orgulloso. (Astudillo Ortega, 1973: 87). Alhajita. Bajo el aspecto diminutivo este mismo sustantivo –alhaja– se convierte en adjetivo usado para significar que una persona es hermosa. Tu novia es muy alhajita. Alharaquiento. El que hace alharacas (demostraciones excesivas de alegría, miedo, dolor, etcétera). Este niño ha sido un alharaquiento de primera. Allá entre blancos. Con esta frase se quiere indicar que algún asunto no es de nuestra incumbencia y que por lo tanto no nos debe interesar. Cayeron, jadeantes, entre los vidrios rotos. Alguien quiso separarlos y no pudo hacerlo. /-¡Déjalos!/ ¡Déjalos!: ¡Que se maten!/- ¡Allá entre blancos!… /Y los que los rodeaban se alzaron de hombros. (Cuesta, 1983: 340). Almud. Antigua unidad de medida para granos. De esos angurrientos encumbrados por almudes de plata. (Mata, 1982: 6).

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Alpargatas. Especie de calzado tosco y primitivo. Lo usaban generalmente los indígenas. Desde el valle de Yunguilla sus largas piernas los traen gritones y aguardentosos, sobre alpargatas de duro caucho de viejas llantas. (Burbano Cuesta, 1982: 68). Esta palabra aparecía también como alpargates: Alpargates. Pl. Alpargate o alpargata. (A. Cordero Palacios, 1985: 12).

Amo. Designación muy respetuosa de Dios, sobre todo cuando se encuentra expuesto en la hostia.

Altillo. Especie de desván, sobrado –soberado– o buhardilla. En la trastienda encabritábase una escalera, por la que se subía a un altillo o mirador. (Astudillo Ortega, 2002: 10).

Andar de Herodes a Pilatos. Frase que designa la situación en que una persona tiene que ir de un lado para el otro, buscando una solución o una ayuda para cualquier cosa.

Alzado. El que se ha rebelado, el que no se somete a una autoridad, el que no respeta. Cállate, longo alzado.

Andar peloteado. Significa andar de un lado para otro, como si uno fuera una pelota impulsada por diversas fuerzas contradictorias.

Alzar la mano. Frase que significa faltar de obra –no solo levantar la mano, sino golpear– a una persona de mayor respeto o categoría. Y por haberles alzado la mano se les pudrió hasta el hueso. (Astudillo Ortega, 1973: 22). Alzarse del trabajo. Frase que significa terminar de trabajar, dejar la obra. Como ya eran las cuatro los albañiles se alzaron del trabajo. -Van a ser las cinco de la tarde, reparte la última chicha entre esa gente para que se ‘alce’. (Burbano Cuesta, 1982: 105).

Soledad hizo un esfuerzo por convertir su sonrisa en imprecación, contemplando al Amo expuesto. (Astudillo Ortega, 2002: 87). Andar a la pata. Frase que significa que se persigue a una persona. El Pepito andaba a la pata a su novia.

Para sacar la partida he tenido que andar de Herodes a Pilatos.

El profesor siempre ha andado peloteado. Ángel de la estrella. Niño disfrazado de ángel. Lleva en la mano una vara en cuyo extremo superior va una estrella de papel brillante. Representa la estrella que –según la Biblia (Mateo 2,2)– guió a los reyes magos hasta Belén. En el caso del pase del Niño es quien abre la procesión. (Encalada, 2005: 134). Los Tres Reyes y el Ángel de la Estrella también desfilaban a caballo. (Sarmiento Abad, 1990: 136). Angurriento. Adjetivo que designa a la persona delgada y enfermiza.

¡Amano! Interjección que tiene el significado aproximado de ¡Qué me importa! -No te he de traer nada del mercado. / - ¡Amano!

De esos angurrientos encumbrados por almudes de plata. (Mata, 1982: 6).

Amarcar. Levantar en brazos, cargar en los brazos. Nadie se casa por amor –intervino el Machete, amarcado a su noveno crío. (Astudillo Ortega, 1973: 90).

Cerraré el negocio antes de que el agua se ensucie.

Amiguero. El que fácilmente hace amigos y gusta de andar con ellos. Que sea devoto, que no sea amiguero. (Astudillo Ortega, 1973: 49).

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Antes de que el agua se ensucie. Con esta frase tratamos de anticiparnos a alguna acción que podría ser comprometedora.

Antimonio. Supuestas exhalaciones malignas que emanan de los tesoros escondidos bajo tierra. Y se había referido a que si por allí criaban cuyes, gallinas o chanchos. A poco enfermaban y morían víctimas del antimonio de oro. (Astudillo Ortega, 2002: 100). 23


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Añañay. Bonito, hermoso, lindo, placentero. Esta huahua sí que es añañay. Añas. El zorrillo apestoso. Que vos sois mal hecha, que vos sois feísima, y que hueles a añas. (Muñoz Cueva, 2000: 114). Añísimos. Hace mucho tiempo. De aquella misma casuca, en añísimos, en épocas de los Vallejos y Tormaleos. (Astudillo Ortega, 2002: 15). Año viejo. Muñeco hecho para representar al año que se termina. Esta imagen suele ser quemada el 31 de diciembre a eso de la medianoche. El año viejo de la calle está sobre una silla coja, olvidado, con harapos rellenos de restos de paja. Entre sus brazos hay un letrero que dice: Muero pensando en las agüitas. (Cuesta, 1983: 230). Aplicado. El estudioso y dedicado. Cuando estés en la escuela has de ser aplicado. Apurar, apurarse. Darse prisa. -¡Apúrense!- Les gritó, de paso, mientras su cabeza desaparecía entre una nube de polvo. (Cuesta, 1983: 163). Aquí puse y no aparece. Frase con que se designa la situación de que no podemos justificarnos ante algo. No me vengas con que aquí puse y no aparece. Es frecuente que el verbo aparece se manifieste solamente como parece. Arcada. Las náuseas. Otra vez te viene la arcada. Armar el chivo. Provocar una reyerta, un escándalo. Le avisé a mi padrino. Le armó el chivo. (Valdano, 1980: 61). Arrojar. Vomitar. Mi Juanita la única vez que probó la tal cerveza, casi arroja hasta el apellido. (Aguilar Vázquez, 1997: 321).

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Arrojón. V. Volado. Repuesto del síncope, explicó el susto aquel muchacho arrojón, de verse entre sombras. (Astudillo Ortega, 2002: 39). Asentar el susto. Beber cierta cantidad de licor para, supuestamente, serenarse luego de haber recibido alguna impresión más o menos fuerte. -¿No le parece, don David, que debemos asentar el susto?/ Ni tontos ni perezosos, en la primera cantina que hallaron al paso, compraron media botella de puro. (Aguilar Vázquez, 1997: 153). Ashanga. Especie de cestillo plano que se coloca colgado sobre el hogar de las familias campesinas. En él se guardan algunos comestibles. En la negra cocina brillaba la roja animación del fuego, a cuyos vislumbres desnudábanse las tinajas; la ashanga de quesillos; la piedra de moler. (Astudillo Ortega, 2002: 47). Así pasa cuando sucede. Forma humorística de asegurar, con un evidente pleonasmo, lo inevitable de algo. –Mi mamita se murió. / –Así pasa cuando sucede. Asquiento. El que siente asco por cualquier cosa menor. No seas asquiento. Astaray. Interjección que se lanza cuando uno se ha quemado. -¡Astaray! Debe decir, longo filático ¡Astaray! (Cuesta, 1983: 108). El contexto es que un personaje ha usado una interjección que no se la reconoce como propia, como es el caso de arrarray. Asueto. Vacaciones, generalmente las que reciben los estudiantes. Su salida de colegiala… su primaveral día de asueto. (Astudillo Ortega, 1973: 37). Ataco. Especie de planta que es usada para elaborar aguas medicinales. Su infusión tiene color rojo oscuro. Se la conoce también como sangorache o amaranto. En épocas de carnaval se llenaban los globitos o bombas con agua de ataco, con el fin de estropear la ropa con su color. Y el estridente estribillo mézclase al ruido seco de incontables cáscaras, cargadas de agua de ataco, que van a chocar contra cristales, paredes y cabezas. (Muñoz Cueva, 2000: 10).

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Atahuero. El fabricante de ataúdes. El atahuero llega radiante de gozo, seguido por dos o tres longos malcriados que en la casa de duelo comienzan a hacer de las suyas. (Cevallos, 1957: 44).

Ayudar. Comprar. Este verbo es usado en los mercados populares, como un reclamo amable para los compradores. Casera, ayude el nabo.

Ataquiento. Quien sufre de ataques, generalmente de tipo epiléptico. Véanle, ahí llega el ataquiento.

Azocar. Apretar las pajas de un tejido; generalmente se trata de los sombreros de paja toquilla. Falanges que rematan, uñas que azocan. (Astudillo Ortega, 1973: 55).

Atatay. Exclamación que expresa asco. -Atatay, qué feo hiede. (Astudillo Ortega, 2002: 126). Aumentar. Parir un animal. Hay que ir a traer la vaca de la comunidad porque anoche ha aumentado. (Astudillo Ortega, 1973: 112). Aura. Pronunciación popular por ahora. Y hasta aura no dizque es graduado, aunque le digan doctor… licenciado. (Astudillo Ortega, 1973: 8). Aviada. Despedida. La palabra es una derivación de vía, es decir se la puede entender como encaminada. Los del club, los políticos, los de las aviadas, para un no te olvides. (Astudillo Ortega, 1973: 167). Aviar. Encaminar. -Vino a aviarnos hasta Quingeo, temeroso de que nos perdiéramos en las alturas. (Aguilar Vázquez, 1997: 188). Ayau. Interjección de dolor. Si me veía, ayau, jalón, ayauuu, de orejas. (Valdano, 1980: 58). Ayora. Designación popular del sucre, la desaparecida unidad monetaria del Ecuador. El nombre proviene del presidente Isidro Ayora. Otros hacían sonar las ayoritas en la piedra del andén, antes de guardarlas. (Astudillo Ortega, 1973: 133). Ayudante. La persona que en los vehículos de transportes sirve para controlar el pago del pasaje y para otros asuntos propios de la conducción de mercaderías y personas. Recibe también la designación de chulío. Vid. Revienta una llanta y la mano del ayudante gira con los dedos en punta sobre la tapa del radiador que borbota agua hirviente. (Cuesta, 1983: 109). 26

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B

Beata Mujer muy religiosa y que frecuenta las iglesias.

Ilustraciรณn 2


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Baboso. Forma usual de insulto. Los que me conocen solo me tratan de ‘Baboso’. Oye, Baboso, ven acá, haz esto. (Valdano, 1980: 55).

Bautizo. Ceremonia humorística con la cual un estudiante deja de ser chúcaro. Cuando llegue la fiesta bautizaremos a los chúcaros.

Bacán. Muy bueno, excelente. ¡Qué bacán que es tu hermano!

Bazar. En ciertas celebraciones campesinas se trata de un conjunto de objetos donados por los creyentes y participantes, objetos que deben ser rematados para así obtener fondos para la fiesta. Ostentaba el bazar los provocativos obsequios de la feligresía: gajos de mazorcas en rama; medianos de ají de cui; fritadas. (Astudillo Ortega, 1973: 36).

Badulaque. El ocioso, el irresponsable e incumplido. En la plaza hay un montón de badulaques. Bagre. Persona fea. Andas con cuentos: ya has de ir a encontrarte con alguna bagre como vos. (Astudillo Ortega, 2002: 47). Bala. Persona que es muy rápida y competente en algo. Raúl era la bala para matemáticas. Banda. La otra orilla –la del frente, respecto del que habla– de un río o quebrada. Lauro mira al frente, a la loma de la banda. (Astudillo Ortega, 1973: 13). Barreta. Especie de herramienta que sirve para cavar. Se trata de una barra de metal con un ligero ensanchamiento en la punta, y en el otro extremo con una parte puntiaguda. Allí estaban las barretas y los lampones con los que Alberto cavara el medroso hueco. (Astudillo Ortega, 2002: 116). Barretazo. Golpe dado con la barreta. Pocos barretazos más, y toparon con grandes pedrones. (Astudillo Ortega, 2002: 134). Barro antiguo. El cuerpo humano, la carne, la contextura. V. Buen barro. No hay como el barro antiguo: ya ven. Taita Teófilo, pasa de ciento. (Astudillo Ortega, 1973: 16). Bautizar. Agregar agua a algún líquido, para disminuir su calidad y generar mayor ganancia. Se puede bautizar la leche o el licor. Después, unos conocidos me contaron que le habían cerrado la cantina porque bautizaba el trago. (Valdano, 1980: 60). 30

Beata. Mujer muy religiosa y que frecuenta las iglesias. Tres beatas bajan hacia el centro. Blanquean las medallas en sus mantas, péndulas de azules cintas, como gotas de estearina. Tras las mujeres camina un doméstico cocolo, tiritando, con dos alfombrillas y un reclinatorio sobre los hombros. (Cuesta, 1983: 99). Bebioso. Borracho, persona a la que le gusta la bebida. Pero todos mismo son bebiosos. Al menos cuando llueve. (Astudillo Ortega, 1973: 131). Bestial. Algo muy bueno, de gran categoría o calidad. La película estuvo bestial. Bien papeado. Bien comido, bien alimentado. Tenía unos hijos bien papeados. Bien plantado. Decidido, firme, valiente. Por tus cholas buenas mozas, / por tus longos bien plantados, / por tus mañanas preciosas, / y tus cielos estrellados. (Canción popular de Carlos Ortiz Cobos). Bilocarse. Atolondrarse, afanarse en exceso por algo. Propiamente bilocarse vendría a significar estar en dos (bi-) lugares, lo cual es demostración del excesivo afán. Cuando llega su suegra se biloca. Boca. Persona, ser humano al que se le debe mantener. ¡Tuviera como yo cuatro bocas! –añade la chola con despecho–. Pero usted… ¡Jay! (Cuesta, 1983: 113).

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Boca de chauchera. La persona que tiene los labios alargados. La chauchera era el monedero. Mi vecina tiene boca de chauchera.

Botar… Este verbo suele ser usado en composición con un gerundio, como botó fregando, botó rompiendo, botó jodiendo, etcétera. Y si molesta… que cuente… que le ha de botar capando. (Astudillo Ortega, 1973: 60).

Bocón. Hablador, entrometido. Se usa también “solo boca”. -¡Callado, bocón! ¡Retrato de tu taita! (Cuesta, 1983: 141).

Botar a cama. Frase que se usa para designar una situación de enfermedad, que obliga a guardar cama. Le dio un trancazo que le botó a cama.

Bolsicón. Prenda del vestuario de la chola cuencana. Se trata de una especie de falda. Y es de ver a la prioste contonearse, metida en su fino bolsicón de paño verde. (Muñoz Cueva, 2000: 11).

Breve. Este adjetivo se ha vuelto adverbio en nuestra lengua, y, por tanto, modifica a un verbo. Significa rápidamente. Camina breve, responde breve, volverás breve.

Bolsicona. La mujer que usa bolsicón. Y con finas botas de taco alto, al igual que las más elegantes bolsiconas de la ciudad. (Muñoz Cueva, 2000: 42).

Bruto. Grosero, tosco en el trato, incivil. A los que, en cambio, despreciaba profundamente, llamándolos ‘ignorantes, brutos’. (Valdano, 1980: 70).

Bolsiquear. Robar de los bolsillos. Don Serafín fue el que me enseñó el bolsiqueo. (Valdano, 1980: 60).

Buchir. Cargar a un niño pequeño a la espalda. Esta voz proviene del quichua puchina, que significa lo mismo. Ayúdame a buchir a la huahua.

Bolsón. Muy gordo. Si comes tanto te vas a poner bolsón. Es, además, una forma común de dirigirse a alguien tratándolo con poca consideración. El bolsón del Arturo parecía una bomba de trago. (Dávila, 1979: 89). Bombero. La calificación escrita con tinta roja, para señalar una cifra baja. Me saqué dos bomberos en este trimestre. Boquiabierto. El pasmado, estupefacto. Para distraer en la plaza la novelera curiosidad del cholerío sugestionable y boquiabierto. (Astudillo Ortega, 1973: 143). Cfr. Elevado. Borrachito. Forma eufemística para referirse a quien padece de alcoholismo. Los borrachitos le pidieron por favor que solamente probara, puesto que solo se trataba de un ‘gloriadito’, es decir una infusión de agua aromática con gotitas de licor. (Sarmiento Abad, 1993: 65).

Buenamoza. La mujer hermosa y bien presentada, generalmente de extracción popular. En unas cholas de Cuenca, en unas indias de la playa y en una que otra tejetoquillas de esas buenasmozas. (Astudillo Ortega, 1973: 44). Buenas días. Fórmula popular de saludo que hace concordar el adjetivo como si la palaba día fuera de género femenino. El mismo ‘buenas días, Dr. Laurito’ de los de costumbre. (Astudillo Ortega, 1973: 54). Buen apellido. Fase que designa a las personas con apellidos de extracción hispánica y que son, generalmente, los de la clase dominante tanto en lo económico como en el prestigio. -No le harás caso Juanita –le dicen las otras, esperándola– éstos solo burlarse quieren, para lo serio niñas de buenos apellidos nomás buscan. (Cuesta, 1983: 85). Cfr. De buena familia.

Borrachoso. V. Bebioso. Este me salió un borrachoso. 32

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Buen barro. V. Barro antiguo. De ese buen barro; del barro antiguo que duraba cien años. (Astudillo Ortega, 1973: 188).

C

Buenisano. Situación de encontrarse una persona en buen estado de salud. Donde las MM. Carmelitas… costaba bien barato quedar buenisana. (Astudillo Ortega, 1973: 133). Burlón. El individuo que suele burlarse de los otros. Ten cuidado con este burlón. Buscavidas. Personas que salían por los campos a cambiar productos elaborados y de la ciudad, por granos de las cosechas recién recogidas. Ya vienen los buscavidas.

Capillos Ilustración 3

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Especie de regalo en monedas de baja denominación que los padrinos en un bautizo lanzan a los niños que esperan fuera de la iglesia.


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Caballo de la carroza. Forma de insulto dirigido a una persona que usa grandes gafas oscuras. La frase se origina en la ya desparecida costumbre de trasladar al cementerio los ataúdes en carrozas tiradas por caballos. A estos cuadrúpedos solían ponerles anteojeras para evitar que miraran a los costados. Y peor aguantabas que se te grite… ‘caballo de la carroza’… ahí sí… ni para qué… ¿Por qué tanta furia, Luis? ¿Porque los caballos de la carroza acarreaban el capital deshecho y putrefacto de las humana vida? (Mata, 1982: 13). Caballo del diablo. Especie de avispa grande de alas algo anaranjadas y cuerpo negro azulado. Quítate de ahí que está volando un caballo del diablo. Cachos. Cuentecillos humorísticos, cuando son de corte picaresco o referentes a la vida sexual suelen recibir el adjetivo colorados. En momentos de añoranza, requetenarraba cachos de su vida estudiantil. (Astudillo Ortega, 2002: 32). Cachos, cachos. Solicitud para hacer una pausa en algo. Cachos, cachos, me voy al baño. Caer en cama. Significa guardar cama por alguna enfermedad. Mi abuelita cayó en cama desde ayer. Caer como zambo. Significa caer sin poder auxiliarse adecuadamente con las manos. Junto a la iglesia me caí como zambo. Caerle. Visitar a alguien intempestivamente. El otro día que nos encontramos donde el Machete me acordé… y resolví caerle un día. (Astudillo Ortega, 1973: 141). Café puro. El café sin añadidura de leche. En la tarde no me falta mi café puro. Café de tusas. Especie de café elaborado con granos de café a los que se añaden también otros ingredientes –como las habas, por ejemplo– tostados y molidos. Pagando $ 30,00 mensuales, inclusive el mote y el café de tusas. (Astudillo Ortega, 1973: 43). 36

Cahuitos. Una especie de juego infantil que se practicaba con los cromos –los caos– que venían en un popular confite llamado Límber. Era una serie de cincuenta figuras, una de ellas muy difícil de encontrar. Se jugaba con los cahuitos a las montaditas, diversión que consistía en que los jugadores se ubicaban en unas gradas, del escalón superior se lanzaban los cahuitos a la grada inferior. Ganaba quien lograba que su cromo quedara encima de otro. Vamos a jugar a los cahuitos. Caída. Fiesta organizada por los adolescentes. La policía detuvo a varios adolescentes que participaban en una caída. Caído de la hamaca. Con esta frase se designa al individuo algo tardo, poco despierto, un poco bobo. Este empleado sí que es caído de la hamaca. Cainar. Demorarse excesivamente en una actividad o en lugar. Es palabra proveniente del quichua caina, que significa “ayer”. Cainar es demorarse tanto hasta que el presente se convierta en ayer. Ella, Carmen, al ‘cainar’ de las tardes y en el poyo de adobes del pequeño ‘corredor’ de la casa, desenredaba las trenzas canosas. (Burbano Cuesta, 1982: 93). Cainar (Quechuismo: de caina, “ayer, día pasado”). Permanecer un individuo, durante todo el día o una gran parte de él, ocupado en labores de provecho. Hoy cainé arando mi campo. (A. Cordero Palacios, 1985: 50). Caja. El ataúd. En la distancia, un entierro de pobres. ¡Muchacho, sostén la caja! Me grita el tío Mardoqueo. (Cárdenas, s.f.: 20). Calcha. La caña seca del maíz. Residuo que se usa como alimento para el ganado vacuno. Siluetas de peones cargados de leña, cabuyos, calcha, perdíanse a pequeño trote. (Astudillo Ortega, 1973: 62). Cfr. Taralla. Caldo. Un mal chiste, lo que no provoca risa. Ese tipo solo sabe contar caldos. 37


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Caldo, caldo. Onomatopeya de la voz del pavo. A las doce de la noche, esponjándose, una hilera de pavos rodeaban la casita. ‘¡Caldo!’ ‘¡Caldo!’ –gritando y el abanico del rabo como rueda de candela. (Cuesta, 1983: 143). Caldo de mocho. El caldo de borrego. Vecina, véndame un platito de caldo de mocho. Calientes. Esta palabra es usada con dos sentidos. El primero hace referencia a la actitud de disposición sexual de ciertas mujeres. Por esas carishinas, por esas machonas, por esas calientes. (Astudillo Ortega, 1973: 23). El otro sentido se refiere a las tierras bajas, lugares donde se cultivan plantas de clima caliente, como la caña de azúcar. Una arroba de máchica del Norte y seis botellas de un Zhumir del más puro contrabando de los calientes. (Astudillo Ortega, 1973: 141).

Campañero. El alcohólico que bebe por temporadas más o menos largas. El pobrecito se ha vuelto campañero desde que perdió el trabajo. Candela. Muy vivo, despierto. Chico es, pero una candelita de vivo, ya le quisieran otras que solo tienen mudos grandes. (Cuesta, 1983:131).

Candonga. Arete de forma redondeada. Es prenda usada generalmente por la chola cuencana. Se ha comprado unas lindas candongas.

Callimanta. Palabra quichua que designa la forma de hacer una acción, rápida y totalmente. Terminada la misa, las ofrendas apetitosas eran recogidas callimanta por el señor sacristán. (Astudillo Ortega, 1973: 188).

Ilustración 4. Candonga

Camareta. Artificio explosivo de la pirotecnia popular. En ocasiones la maldad subía de punto i era una larga camareta la destinada a enloquecer al cautivo. (Aguilar Vázquez, 1997: 282).

Canelazo. Bebida preparada con agua, azúcar, canela y algo de aguardiente. Cfr. Gloriado. Mejor sirvan un buen canelazo. Cfr. Gloriado.

Cambiar. Comprar, cuando se trata de imágenes religiosas, por respeto, se usa este verbo, que parece menos venal. De buena gana le hubiera comparado a un cuadro del Corazón de Jesús, por el pintor Salas, que don Ambrosio, su suegro había cambiado (comprado) en Quito. (Muñoz Cueva, 2000: 95). Nuestro vulgo cree que incurre en una de las más graves irreverencias si dice, cuando trata de adquirir una imagen o pintura sagrada, que va a comprarla. Las cosas santas no se compran, se cambian con dinero. (A. Cordero Palacios, 1985: 56).

Canillita. El niño que vende periódicos. Los canillitas recibían los periódicos, y se dispersaban por las cuatro esquinas gritando: /-¡Oro! ¡Oro! ¡Diez mil personas en los lavaderos! (Cuesta, 1983: 166).

Camote. El enamoramiento muy intenso. Entró al colegio y le cogió un camote. V. Encamotado. 38

Cantaleta. Repetición fastidiosa de determinadas palabras. Entonces ¿para qué tuviste tantos hijos? Ya vas a comenzar con tus cantaletas. (Astudillo Ortega, 2002: 36). Cañamazo. El industrial que arregla, acondiciona y exporta sombreros de paja toquilla. Necesitaba el Club, para abrirse a la gente de color; a los chacareros, a los cañamazos, y a otras firmas. (Astudillo Ortega, 1973: 81). 39


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Cañas. Especie de caramelos alargados y de diversos colores. Señora, véndame una fundita de cañas. Capacha. La cárcel. Ponme un oficio… diciéndole que ya está en capacha el Cursiento. (Astudillo Ortega, 1973: 92). Capillos. Especie de regalo en monedas de baja denominación que los padrinos en un bautizo lanzan a los niños que esperan fuera de la iglesia. Capillo. Entre nosotros, obsequio de monedas que los padrinos de un bautismo dan a los padres del bautizado, y a los concurrentes a la solemnidad. (Vázquez, 1991: 137). Capotear. V. Dar capote. Capuliceda. Sitio sembrado de capulíes. Un zócalo de frutales y de frondas capulicedas. (Astudillo Ortega, 1973: 13). Capulí chaucha. Variedad de capulí de mayor tamaño que el común. Por esta razón es más apreciado. Los voraces chugos que tomaban por asalto un árbol de capulí chaucha, tentación no solamente de las aves, sino hasta del mismo cura. (Aguilar Vázquez, 1997: 328). Caquiperro. Especie de golosina de la repostería popular. Se la elabora con maíz tostado y aglomerado con miel de panela. Recibe también la designación de colación de pobre. Zita se afanó sobre todo en los famosos caquiperros, que hacían las delicias de los nenes. (Muñoz Cueva, 2000: 115). El lexicógrafo Alfonso Cordero Palacios recoge esta palabra en su forma original:

Caracha. Especie de costra que se forma sobre las heridas, por efecto de la cicatrización. De la herida ya me queda solo la caracha. Caracho. Fórmula eufemística por carajo. No sé qué pasa, cara...cho. En los talentos para pegarse cualquier vicio. (Astudillo Ortega, 1973: 56). Carajear. Echar carajos. Usar un lenguaje violento y lleno de procacidades. Y él se carajeaba por estar ahí, acuclillado y hambriento. (Cárdenas, s.f.: 105). Carajo. Interjección de uso muy generalizado. Ocasiones hay en que, con solo rasgarla bien, alcanzamos el respeto de malandrines y follones. Es quizás la primera voz que admira y retiene el extranjero que visita los países de la Lengua Castellana; y es, sin quizás, la más vigorosa interjección de todos los idiomas vivos.- A veces solemos decir: Un ¡Carajo! Bien rasgado, vale por todo un disparo”. (A. Cordero Palacios, 1985: 63).

Caramba. Fórmula eufemística por carajo. No te digo, caramba, hombre, un mundo de casas. (Astudillo Ortega, 1973: 100). Caramelero. El que vende caramelos, generalmente en las ferias y plazas. Busco un caramelero. Caray. Fórmula eufemística por carajo. -Caray, hombre, no te digo. (Astudillo Ortega, 1973: 100). Caráspita. Fórmula eufemística por carajo. Si yo fuera presidente, caráspita, no me quedara uno; me comiera unos veinte. (Astudillo Ortega, 1973: 91).

Cacadeperro. Se llama así a una mezcla de miel, harina de cebada y granos tostados de maíz, que se consolida adoptando el tamaño y la forma de una bola de billar. Es golosina predilecta de los muchachos.

Carcoso. Individuo despreciable. Y en las palabras se rezumaba tu alma de alegre y errabundo tábano carcoso. (Mata, 1982: 5).

- Una niña, sumamente virtuosa, creyendo mal sonante la expresión catalogada y por eufemismo, pidió en una pulpería que le vendiesen un real de ‘mala crianza de perro’. (A. Cordero Palacios, 1985: 48).

Cardenillo. El color algo azulado y verdoso. Ponte el pantalón cardenillo.

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Cargoso. El abusivo, el pesado. Ese profesor sí que es cargoso.

Un castillo es también todo el adorno de alimentos –son las ofrendas– que lleva encima el caballo del mayoral durante el pase del Niño.

Cariñosas. Las prostitutas. Operativos donde ‘las cariñosas’ para preservar seguridad. (Diario La Tarde, abril 13 de 2016: 8)

Catalinas. Alumnas del colegio Rosa de Jesús Cordero, de Cuenca. Su nombre deriva de las monjas Catalinas, que son sus maestras. El sábado desfilaron las Catalinas.

Carishina. La mujer que no sabe hacer los menesteres de la cocina. Significa también provocadora. V. Calientes. Por esas carishinas, por esas machonas, por esas calientes. (Astudillo Ortega, 1973: 23). Cfr. Huarmi.

Catas. Otra designación para Catalinas. Vid.

Carretero. Carretera. Los trenes pitan lejos, entre los nevados distantes, y el carretero apenas data de una década. (Cuesta, 1983: 213). Casa de altos. La vivienda que tiene planta baja y un piso elevado. Ya se compró una casa de altos. Casarse el diablo con la bruja. Al fenómeno atmosférico en el que coexisten lluvia y sol al mismo tiempo se lo designa con esta frase. La bruja con el diablo están casándose … Media ciudad bajo el sol, media ciudad bajo la lluvia. Cae esta en haces desde nubes altísimas y el sol la hiere de costado. (Cuesta, 1983: 90). También puede variar la expresión a: casarse el diablo con la diabla. Vea, mamaíta, cómo brillan las gotas: llueve y hace sol. / -Está casándose el diablo con la diabla, niñita. (Astudillo Ortega, 2002: 26). Caset. La dentadura postiza. No grites tanto que se te va a caer el caset. Casinete. Especie de tela de algodón que se usaba para confeccionar ropa masculina barata. Juan María Sacaquirín viste terno de casinete blanco que lo distingue fácilmente entre los viajeros. (Burbano Cuesta, 1982: 69). Castillo. Especie de armazón construido con carrizos y que lleva un conjunto de fuegos de artificio. Es pieza fundamental en las fiestas del Septenario cuencano. A las nueve de la noche comienzan a quemar los castillos. 42

Cayendo y levantando. Frase que significa que algo se hace a pesar de todos los factores adversos para el actor. Un pujar de esfuerzos cuesta arriba y el martirizador llorar de guaguas, cayendo y levantando. (Astudillo Ortega, 1973: 142). Centro. Parte interna –de las polleras– del vestuario de la chola. Rebozo azul y macanas de fleco; centros bordados para dentro de casa. (Astudillo Ortega, 1973: 87). Cepillar. Adular. En los trágicos días en que Gil Ramírez Dávalos, por cepillar al marqués de Cañete, vino a fundar esta ciudad que ya existía como Tumipampa. (Cevallos García, 1957: 6). Cepillo. El adulón. Como te has vuelto un cepillo, todos te rechazan. Cfr. Adulete. Ceraturo. Barro de consistencia pegajosa y de color amarillento. Los poyos chuchaques y los andenes del ceraturo milenario. (Astudillo Ortega, 1973: 191). Cerdabuchi. Forma popular de insulto. Sipi…, tarozo…, ladrón / Cerda-buchi. (Andrade Chiriboga, 2006: 319). Cerveceada. La borrachera con cerveza. Concluida la cerveceada con los hijos de Marte… Gastón Campanas fumaba satisfecho. (Astudillo Ortega, 1973: 160). Cerramen. Acto de cierre de una celebración religiosa como, por ejemplo, el jubileo.

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Con la procesión terminaría el solemne cerramen de la fiesta. (Astudillo Ortega, 2002: 89). Chacarero. El agricultor, el dueño y cultivador de una chacra.

Chalina. Especie de chal pequeño o manta que usan las mujeres sobre los hombros, o para cubrirse la cabeza. Mi mamita no encuentra la chalina.

Buenos chicos que estudiaban para médicos y abogados, porque los taitas chacareros para eso se sacrificaban. (Astudillo Ortega, 1973: 43).

Challashca. Ilegítimo, recogido, encontrado. ¡Quítate, gato challashca!

Chachay. Variación de achachay.

Challi. Andariego. Ya para qué he de irpes, ya de haber pegado. Pero hecho bien, a que no sea challi. (Cuesta, 1985: 133).

-¡Chachay!- dice después el chico. Lanza un guijarro al perro. (Cuesta, 1983: 101). Chacra. La sementera de maíz y poroto. Y de la punta a la orilla, el verde tierno de la chacra. (Astudillo Ortega, 1973: 14). Chagra. La persona corrida y apocada, por provenir del campo. Chagra es propiamente el habitante de la chacra. Había que hacerle ver al chagra quiénes eran. (Astudillo Ortega, 1973: 46). Chagrillo. La reunión de pétalos de flores de diferentes variedades y colores. Generalmente es usado para lanzarlo en procesiones religiosas como una forma de homenaje. Esa tarde de Junio, a los dos lados de la carretera, se verificaba la recolección de todos los retamales, de las rosáceas, liliáceas, geraniáceas y flores del monte y del barranco… para el chagrillo que debía extenderse desde los escaños de la Catedral siguiendo por media calle. (Astudillo Ortega, 1973: 165). Chaguarmishqui. El jugo del asiento de las cabuyas, conocido también como pulque. Y hasta los mitayos pereciendo sin tener ni el chaguarmishqui de los pencos. (Astudillo Ortega, 1973: 105). Chaguarquero. El tallo y la flor de la cabuya. Se trata de un elemento vegetal de gran tamaño y que inclusive suele ser usado en la construcción por su poco peso. Quitada la escalera de chaguarqueros tenía que obsequiar algo para poder bajarse. (Astudillo Ortega, 1973: 29).

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Chamiza. El conjunto de ramas pequeñas y secas que se queman por las noches en ciertas celebraciones campesinas. Se dejaba ir con el oleaje y el aturdimiento del bazar y las chamizas. (Astudillo Ortega, 1973: 38). Chanca. El maíz triturado. Es alimento común para las aves de corral. Comprarás media libra de chanca. Chancar. Triturar, moler. Ya me chanqué el dedo. Chanchullo. Negocio ilícito, procedimiento poco ético. Para lo más de igualar tas con tas el debe y el haber. Puah… quién dijo chanchullo. (Astudillo Ortega, 1973: 13). Changa. La pierna. Esta palabra (de origen quichua) es usada generalmente en tono ponderativo. ¡Qué buena changa que tiene la vecina! Changar. Montar una pierna sobre el cuerpo de otra persona. El marido le changa a la mujer. Chapar. Mirar. Dirasle que bajamos a chapar… No me dejarás coger en la mentira. (Astudillo Ortega, 1973: 60). Chaplag. Onomatopeya del caer algo en el agua. Caen los bastiones…, chaplag, a hundirse el puente con patria y todo. (Astudillo Ortega, 1973: 20). 45


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Chapula. Mujer que andaba detrás de los soldados liberales. V. Guaricha. Inseparables del soldado, ahí estaban las chapulas, al toque de marcha. (Astudillo Ortega, 1973: 22). Charlón. El hablador, el respondón. Este señor ha sido un charlón. Chaquiñán. El mal camino, sendero propio para ser recorrido a pie. Ahí estaba la mansión de la Lucha, escondida entre las frondas del sendero, de tantos chaquiñanes. (Astudillo Ortega, 1973: 48). Chaspapatas. El aprendiz del herrero. Este oficial comenzaba con los trabajos más humildes y sencillos como era quemar en la fragua –chaspar– la lana de las patas de las reses para que fueran vendidas en los mercados. Más acá, con el herrero San Martín, el chaspapatas, que las preparaba o chaspaba, para el caldo de patas. (Astudillo Ortega, 2002: 68). Chaspar. Quemar la lana o las cerdas de algunos animales sacrificados. Al puerco muerto lo primero que se le hace es chasparlo. Chasquera. Una variedad de cometa que al volar hace un sonido especial por el viento que mueve sus adornos laterales hechos con flecos de papel. Ya tengo mi chasquera para las vacaciones. Sobre esta palabra –aunque cambiándola de género– Alfonso Cordero Palacios escribe lo siguiente: Chasqueros. Papel cortado en forma de hojas de malva y que los muchachos ponen a una cometa, conteniéndolo en el hilo que va alrededor de las extremidades de los palillos que tiene la misma. Su nombre procede del chasquido que da el papel así cortado mientras recibe el viento. (A. Cordero Palacios, 1985: 104).

Chaucha. Cualquier trabajo fácil. Este mismo término designa a la variedad grande de capulí, así como también a una cierta clase de papa que se cocina en poco tiempo. En el mercado venden buena papa chaucha. Chauchera. El monedero. Perdí mi chauchera. Chazo. El campesino de origen no indígena. La calle por donde desembocó en Cuenca la hueste de chazos. (Astudillo Ortega, 1973: 10). 46

Chendo. Esta es la palabra emblema de la lengua joven de los cuencanos. Desde los niños son “chendosos” y, por tanto, con gusto, chendean todo el tiempo. Chendo significa “de mentirita”, “de bromita”. El origen de este vocablo se remonta a la lengua infantil, la misma que ha creado Chela a partir de Graciela. En la lengua de muchas personas el verbo decir suele entenderse también con el sentido de mentir. Por ejemplo, afirmamos de alguien: Dice que es honrado. Del verbo decir obtenemos la forma diciendo. De modo que si escuchamos solo estoy diciendo, se entendería que solo estoy diciendo de broma, mintiendo. Sobre este diciendo ha operado la lengua infantil, la misma que convirtió la C de Graciela en Ch. Así que diciendo pasó a dichendo y de ahí solo quedó un pequeño paso para convertirse en chendo. Te voy a pegar, ¡chendo! Chévere. Bonito, hermoso, agradable. Chuta qué colchón tan chévere. (Dávila, 1977: 41). Chibolo. Abultamiento que se produce en la cabeza como consecuencia de un golpe recibido. Me fui contra la puerta y me hice un tremendo chibolo. Chicha huevona. Especie de bebida que se vende en un barrio de la ciudad de Cuenca. Es chicha licuada con huevo. Vamos a la esquina a tomarnos una chicha huevona. Chililín. Variación de chilín. Vid. Chilín. Onomatopeya del caer de monedas sobre una superficie metálica o del romperse de un vidrio. Dado /quitado / chilín, campanas, / con los cuernos/… ¡a los infiernos! (Cuesta, 1983: 203). Nunca me olvido, toditos los vidrios, chilín, chilín, chilín. (Dávila, 1979: 63). Chillo. Especie de hilo de algodón que se fabricaba en el Valle de los Chillos, provincia del Pichincha. Por extensión designaba a la prenda elaborada con este material. La falda chillo, la bufanda otavaleña, el distintivo pañolón. (Astudillo Ortega, 1973: 23).

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Chimbador. El que participa en una elección con el único fin de evitar que otro gane. Como siempre el Aurelio fue el chimbador. China. La empleada doméstica. Era el desconcierto en las casas. Las chinas no tuvieron más remedio que quedarse, porque habían sido hombres comprometidos. (Astudillo Ortega, 1973: 23). China de casa grande. La empleada doméstica presumida por servir en una casa de gente muy rica. Véanle no más, como ahora ya es china de casa grande, ni pisa el suelo. Cfr. Sirvienta de casa grande. Chinchoso. El que se queja, reclama y se incomoda por cualquier cosa insignificante. ¡Pendejadas! …Vos todo crees, ay no sé: hecho el chinchoso. (Astudillo Ortega, 1973: 99).

Chirote. Especie de ave que tiene el pecho de color rojo encendido. En la pampa el viento hace subir la marea en el trigal salpicado de chirotes bulliciosos, que silbando ascienden casi verticalmente para descender en ‘picada’ con el rojo y esponjado escudo al descubierto. (Burbano Cuesta, 1982: 86). Chispín. El que no está muy borracho. Se golpeaba la frente el hombre de a poncho, el chispín que nunca faltaba donde el Machete. (Astudillo Ortega, 1973: 131).

Chispiola. Especie de alimento de dulce en forma de una pelotilla, hecho con canguil y aglomerado con miel de caña. Cfr. Caquiperro. Junto a la iglesia venden unas ricas chispiolas.

Chinero. El individuo que prefiere enamorar a las empleadas domésticas. Cfr. China. Ni sabes, el Federico ha sido chinero. Chipo. El saltamontes. En este llano hay bastante chipo. Chirapear. Lanzar descuidadamente, desparramar, esparcir alguna materia. Ya botaste chirapeando el arroz. Cfr. Botar.

Ilustración 5. Chispiolas Chispo. V. Chispín. Y armando el guirigay de los chispos, después de pasar por las etapas del empalagoso afecto. (Astudillo Ortega, 2002: 35). Chivista. El individuo camorrista, el que gusta provocar reyertas y peleas. Este de borracho es un chivista. Se dice también chivero.

Chirlazo. Golpe dado con la mano en el rostro. Bofetón. Sonábale a chirlazo aquello que le dijo el Machete, con un ajo. (Astudillo Ortega, 1973: 31).

Chivo. La pelea, el escándalo. Cfr. Armar el chivo. Hoy se acababa todo…, si es por eso, le haría chivo, le pelearía. (Astudillo Ortega, 1973: 58).

Chiro. Pobre. No me pidas nada porque estoy chiro.

Chocar. Fórmula de saludo, generalmente entre jóvenes; aunque es un uso ya conocido hace varias décadas. Lo que chocan son las manos o los puños. -Choque entonces: los soldados de Vega no rematamos a los vencidos. (Aguilar Vázquez, 1997: 356).

Chirona. La cárcel. Ele aura, no bien llega, cae en chirona. (Astudillo Ortega, 1973: 154). 48

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Chocolatín. Especie de confite elaborado con chocolate. Las tajadas de torta con pasas, los chocolatines extranjeros y se endulzó la boca. (Cárdenas, s.f.: 98). Chola. La mujer de extracción indígena, pero que tiene presencia en la ciudad. Unos pocos hijos naturales en unas cholas de Cuenca. (Astudillo Ortega, 1973: 44). Chola cuencana. La mujer de extracción popular, que es el icono de la ciudad de Cuenca. Con este mismo nombre se conoce una canción que se ha convertido en el himno popular de la ciudad. Chola cuencana, mi chola, capullito de amancay, en ti cantan, en ti ríen las aguas del Yanuncay. (Letra de Ricardo Darquea Granda)

Cholear. Trata muy mal a una persona, es decir, como si fuera un cholo. Marginar a alguien. Lo de siempre. Les habían choleado. Pero ¿y en qué está la nobleza?... (Astudillo Ortega; 1973: 198). Cholito. Forma afectuosa de llamar a alguien. Se lo usa como vocativo familiar y común. No te olvides, cholito, ya sabes. (Astudillo Ortega, 1973: 167). Choro. El ratero. En este barrio hierven los choros. Chúcaro. El novato, el estudiante de primer año tanto en colegios como en universidades. V. Bautizo. El chúcaro para que deje de serlo debe ser bautizado. En la semana del estudiante se bautiza a los chúcaros. ¡Chucha! Interjección usada para señalar disgusto, ira, o también para insultar. ¡Qué chucha quieres! 50

Chuchaqui. El malestar que se presenta al día siguiente de una borrachera. Día del Rector, del Presidente, del Patrono; por el chuchaqui del Rector. (Astudillo Ortega, 1973: 80). Aguilar Vázquez proporciona una interesante etimología de esta palabra. No todos saben lo que significa el quichuismo chuchaqui; para mí, indigno de todo hombre de bien, pero en cambio muy digno de figurar en las columnas ya un tanto por ciento americanas, del Diccionario de la Lengua. El glotón derrumbado por los ventisqueros traicioneros de la borrachera; el alcoholista caído en la tortura helada de la abstención, pasado el período de la intoxicación aguda, sienten aún muchos síntomas objetivos i subjetivos que denuncian cómo el veneno continúa obrando nefastamente, sobre el organismo, tales como: frío en los huesos, temblor en las extremidades, de las manos i las piernas especialmente, amargura en la boca, fetidez en el aliento i en el espíritu frío, desconfianza i miedo, irresolución i angustia. Todo este cortejo de síntomas comprende el término chuchaqui, compuesto de dos palabras quichuas: chucho i chaqui, que traducidas literalmente significan temblor de piernas. (Aguilar Vázquez, 1997: 157-158).

Chuchaqui seco. El malestar que se siente al día siguiente de una noche pasada en vela, y sin haber ingerido licor. No me molestes porque estoy con un tremendo chuchaqui seco. Chucho. El seno. Si todavía es huahua de chucho. Chucurillo. Especie de comadreja. Suele atacar de preferencia a cuyes y gallinas. Porque cualquier ruido era atribuible a los gatos, a los chucurillos, a los zorros. (Astudillo Ortega, 1973: 99). Chugniento. El que sufre de lagañas. Con lo enfermizo de sus párpados, lo que le adjudicó el epíteto de chugniento. (Astudillo Ortega, 2002: 28). Chugo. Especie de ave canora de plumaje amarillo con manchas negras. La clarinada huelguista del chugo incendió la arboleda. (Astudillo Ortega, 2002: 47).

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Chugshi. El renacuajo. Se lo pronuncia también como shugshi. O tendidos sobe el chanchaco a caza y pesca de ranas y de chugshis. (Astudillo Ortega, 2002: 21). Chulco. La usura. También designa una especie de caldo de huevos. Al respecto de la probable etimología y conexión entre chulco y chulquero, esto es lo que dice Muñoz Cueva: Prestamista a alta usura. Sin duda la palabra chullquero viene de chullco (chullco de huevos) o caldo de huevos, cuando por la baratura o lo bajo de este artículo (huevos) la tal comida se tomaba por la más pobre y ruin; de modo que era como hacerle un daño (de desprecio) servírsela a una persona. Antiguamente se decía: ‘A los extraños: pavo trufado; a los propios: chullco de huevos’. También puede suponerse que el prestamista usurario en exceso era un miserable avaro, que se mantenía de miserable chullco, o sea que era un chullquero. (Muñoz Cueva, 1959: 125).

Chulío. El ayudante de un conductor de bus. Se lo llama también ayudante o controlador. Ya le pagué pues al chulío. Chulla. Palabra quichua que significa uno, de algo que es un par. Solo encontré chulla media. ¡Chulla vida! Con esta frase tratamos de justificarnos ante una acción arriesgada, poco mesurada o poco conveniente con nosotros mismos. ¡Chulla vida! Deme otra botella de cerveza. Chulquero. El prestamista usurero. V. Chulco. Chuma. Borrachera. Y el compadre tenía que amanecerse, hasta el término de la gran chuma. (Astudillo Ortega, 1973: 28). Chumado. Ebrio, borracho. Una tarde al pasar por frente de un grupo de chumados, uno de ellos le invitó cariñosamente a tomar ‘unito’ a lo que él protestó como era natural. (Sarmiento Abad, 1993: 65). Chumal. Especie de platillo de la comida tradicional cuencana. Se lo elabora con maíz tierno, molido y envuelto en hoja de maíz. Es impropio y además, foráneo, el nombre de humita. 52

Las habas con queso… chumales con mote chogllo, un ají y un guarapo. (Astudillo Ortega, 1973: 163). Chumalada. Comilona de chumales. -¡Sucia!… Para que sepas ganar pleitos… para que vayas a preparar chumaladas para tus corrompidos amigos, en la robada quinta de San Roque. (Muñoz Cueva, 2009: 12). Chumblug. Onomatopeya del hundirse de un objeto en el agua. Cfr. Chaplag. Cuando se lanzó al agua se oyó un chumblug. Chupar. Beber licor, emborracharse. El viernes algunos se van a chupar. V. Irse de chupe. Chúplag. El huevo huero o podrido. La gallina ha roto el huevo chúplag. Churos. Interjección que equivale a ¡chucha! En otro sentido significa rizos de cabello. Me peino y siguen mis churos. Churuco. El caracol, o cualquier cosa que tenga aproximadamente esta forma. Desenterrando churucos para hacerlos pelear de puntas. (Astudillo Ortega, 2002: 21). Churudo. El que tiene abundantes rizos en el pelo. Yo tuve una churudita / que era linda y me quería / ella triste pelaba los cuyes / yo alegre me los comía. (Mata, 1982: 37). Churuquear. Este verbo, usado en forma pronominal, define la situación de una cometa que, cuando vuela, comienza a girar peligrosamente, hasta, a veces, caer al suelo. Esto ocurre por defectos de fabricación de la cometa o por tener un rabo muy pequeño. La cometa se churuquea a cada rato. ¡Chusa! Interjección eufemística por ¡chucha! No me iré, ¡qué chusa! 53


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Chusco. Gracioso, ocurrido, cómico. Este vecino es tan chusco. Chuspiojos. La persona que tiene los ojos vivos, pequeñitos. Chuspi significa mosca. Este niño es chuspiojos. Chusso. Pequeño. Mi hijo, el más chusso ya está en la escuela. ¡Chuta! Interjección eufemística por ¡chucha! Chuta que colchón tan chévere. (Dávila, 1977: 41). Cierta parte. Forma eufemística para designar las partes sexuales. Se dio un golpe en cierta parte. Coco. La cabeza, en términos humorísticos y familiares. Si no era jalón de orejas, era rotura de cabeza con una vara. Mi coco está cruzado de cicatrices. (Valdano, 1980: 58). Cocolo. El que tiene la cabeza rapada, o también el calvo. Un cocolo es más que un niño pobre; es un indio arremetido todo él –en alma y poncho y choza y trenzas– a tijeretazos. (Cuesta, 1983: 296). Cogedor. Esta palabra significa que algún alimento es muy poderoso o también que un licor emborracha prontamente. Este vino sí que es cogedor. Coger goteras. Espiar a las mujeres desde un sitio inferior; esto se lo hacía cuando ellas usaban vestido o falda. Expresión usada por muchachos díscolos para indicar que pasando por debajo de los balcones pueden ver partes ocultas de las personas del sexo femenino. (A. Cordero Palacios, 1985: 154). Coger el camino. Marcharse. Se levantó y cogió el camino. Coger en la mentira. Sorprender a alguien en el acto de mentir. No me dejarás coger en la mentira. Vay, me voy, me voy. (Astudillo Ortega, 1973: 61). 54

Coger experiencia. Escarmentar, haber sufrido las consecuencias de algo. No cogen experiencia –gritan las abuelas–. Ya vamos a encerrarles. (Cuesta, 1983: 84). Coger la mano. Significa que alguna actividad o tarea resulta larga, muy trabajosa y, por tanto, demorada. Enlucir la pared coge la mano. Coger la noche. Significa que uno se ha demorado en algo y ya ha llegado la noche. Estuve en la calle y me cogió la noche. Cogerle a uno el alimento. Frase con que se justifica que luego de haber comido algo se produzca una ligera sudoración. Uf, ya me cogió el alimento. Cogerle el cuarto de hora. El hecho de que alguien demuestre cierto aturdimiento, una ligera turbación de la razón, un atolondramiento. No le digan nada, ya le cogió el cuarto de hora. Cogerle la taranta. V. Cogerle el cuarto de hora. Mamita y papá Nico vivían todavía con nosotros antes de que les cogiera la taranta de volverse y dejarnos solas. (Dávila, 1985b: 25). Cogerse. Robar. No digas nada; pero me cogí unos libros. Cohetero. Este sustantivo tiene dos significaciones. La primera designa al fabricante de explosivos y fuegos artificiales. Como aún no se inventaba la palabrita pirotécnico, quien hacía cohetes, castillos y vacas locas, se llamaba simplemente el cuetero. (Cevallos García, 1957: 19). La segunda designa al manipulador de los equipos de proyección en los antiguos cines. Cuetero, ya apaga la luz. La pronunciación popular es cuetero. 55


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Cohetes. Con esta palabra en plural se designa a toda clase de fuegos artificiales. Lo mejor del Septenario es que sueltan cohetes. Es usual que la palabra se pronuncie como cuetes. Cojudo. El bobalicón; cualquier individuo. Te diré que si el cojudo quiere darse de sapo, nadie hasta aquí me ha ganado en saperías. (Astudillo Ortega, 1973: 176). Colación de pobre. V. Caquiperro. Colerín. Cierta clase de indisposición caracterizada por náuseas y diarrea. Se considera que es producto de haber sentido intensas iras y disgustos. La pobre tuvo anoche un colerín después de que supo la noticia. Coliquiento. Que algo suele producir cólicos. La mandarina es coliquienta. Colorearse. Avergonzarse. Aunque colorear o colorearse debería ser adquirir algún color, es muy común que se utilice este verbo para significar adquirir color rojo. Cfr. Acholarse. Miró las piernas del hijo de la hierbatera, que enrojeció sobre su jarro de leche, como un ratoncito. / -¡Colorea! /- ¡Colorea! -¿Por qué te pones colorado?/-No estoy colorado… Oiga. (Cuesta, 1983: 200 y 280). Combinación. Especie de vestido que las mujeres usaban sobre la ropa interior y debajo del vestido externo. Hijita, pondraste la combinación. Comer. Matar; eliminar. Si yo fuera presidente, caráspita, no me quedara uno; me comiera unos veinte. (Astudillo Ortega, 1973: 91). Comer harto mote. Alimentarse bien. El mote es sinónimo de alimento. V. Mote. Sin embargo, para llegar a eso, había que comer harto mote –se dijo. (Astudillo Ortega, 1973: 80).

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Como si no hubiera quebrado un huevo. Actitud de quien finge no haber hecho nada malo. Nosotros y las panaderas que subían trayendo agua, le vimos regresándose por el puente, como si no hubiera quebrado un huevo. (Astudillo Ortega, 2002: 130). Componer el chuchaqui. V. Componer el cuerpo. Componer el cuerpo. Acción de beber un poco de licor al día siguiente –durante el chuchaqui–. Se supone que este hecho mitiga –cura– los efectos nocivos de la borrachera. Después del primer draque, con que ordinariamente se ‘componía el cuerpo’, para empezar sus actuaciones. (Astudillo Ortega, 1973: 91). Con cuenta. Significa que algo está barato y, por tanto, adecuado como para comprarlo. Esta semana el arroz está con cuenta. Con estos ojos que se han de hacer tierra. Con esta frase enfatizamos que hemos sido testigos de algo. Taitito, por Dios, con estos ojos que se han de hacer tierra. (Astudillo Ortega, 2002: 118). Con sus reflejos. Frase de cortesía con que responde una persona que ha recibido la calificación de que está guapa. Está muy linda. / Con sus reflejos. Con una mano adelante y otra atrás. Situación de indigencia completa de una persona. Que dizque fuera de esto si no estuviera yo. Como dicen ya hubiéramos quedado con la una mano adelante y la otra atrás. (Astudillo Ortega, 2002: 41). Concho. Las heces del vino o de la chicha. Este pantalón tiene color concho. Congeniar. Llevarse bien, mantenerse avenidos. En el matrimonio tienen que congeniar rapidito. Conscripto. La persona que durante el tiempo aproximado de un año hacía el servicio militar, que antes era obligatorio. 57


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Siento decirle que su conscripto está castigado. (Moscoso, 1985: 39). Cfr. Coshco.

Corotos. Los diversos componentes del menaje de casa. Si no me pagan el arriendo boto sus corotos a la calle. Cfr. Tereques.

Contar con los dedos. Frase que significa que de algo existe en muy poca cantidad. Las personas honradas son de contar con los dedos.

Corriente y moliente. Común, nada extraordinario. Se sustraen del dolor rutinario de lo corriente y moliente… puede ser. (Astudillo Ortega, 1973: 131).

Contrabando. El licor de contrabando.

Corte alemán. Manera de cortar el pelo que usan generalmente los conscriptos. La cabeza está pelada al ras, salvo un pequeño mechón en lo alto de la cabeza y cerca de la frente. Voy donde el peluquero para que me haga el corte alemán.

Seis botellas de un Zhumir del más puro contrabando de los calientes. (Astudillo Ortega, 1973: 141). Contradanza. Una clase de baile vernáculo. Los rucos, los contra-danzas, tocados con el turbante de espejillos de feria. (Astudillo Ortega, 1973: 153). Contrapuntear. Llevar la contraria. Majadero, no me contrapuntees. Corachas. Las alumnas del colegio Sagrados Corazones de la ciudad de Cuenca.

Corte rebajado. Manera de cortar el pelo, que no reduce demasiado el tamaño del cabello. Solo se lo rebaja. Mañana me haré el corte rebajado. Coshco. El conscripto. Le cogieron para el cuartel y ya está de coshco.

Vamos a vacilar donde las Corachas.

Coso. Forma masculinizada de cosa. No sé dónde habrás puesto tu coso.

Corbata mishi. La corbata de lazo. ¡Qué elegante que estás con esa corbata mishi!

Cosquilludo. El que es muy sensible a las cosquillas. Mi hermano es muy cosquilludo.

Corchar. En el fútbol significa poner el pie para evitar que otro jugador consiga patear la bola.

Costar muelas. Significa que algo ha de costar mucho esfuerzo y trabajo. Rara vez volvían las bestias requisadas, o costaba muelas a los pobres arrieros y campesinos, su dramática recaudación. (Astudillo Ortega, 1973: 25).

Sal y corchéale con fuerza. Obstaculizar el movimiento de un automóvil estacionado. Me han dejado el carro corchado. Cornelio Merchán. Con esta frase formada por un nombre propio –que designa a una escuela de la ciudad de Cuenca–, entre los muchachos se nombra al tiro de esquina en el fútbol. La razón es que el nombre en inglés de este episodio del juego es corner, y los hablantes perciben cierta cercanía con el nombre Cornelio. Yo voy a cobrar el Cornelio Merchán.

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Costra. Una variedad de pan. Antes de olvidarme, véndeme unas costritas. (Astudillo Ortega, 1973: 73). Creído. El presumido. Me caes mal, eres un creído. Creisi. El individuo creído. Esta palabra relaciona los sentidos y las formas de dos elementos, creído, del español y crazy (pronunciado creisi, el loco) del inglés. Desde ayer estás hecho el creisi. 59


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Creso. Especie de poderoso desinfectante de origen industrial. Al parecer se trata de una variación de creosota. Pero salieron las otras cholas, y un olor intenso a creso llenó el aire, y el lechoso líquido corrió entre los ladrillos. (Cuesta, 1983: 160). Crestón. Forma de referirse de manera despectiva a alguien. Ya ha de venir este crestón a molestarme. Cristo. La persona que sufre abusos de alguien; incauto. Y diciéndose, ‘aquí me saco la rifa’, bajó resuelto desde la soledad de su rancho a buscarse un Cristo. (Astudillo Ortega, 1973: 69). Cuadra. Pequeña propiedad situada muy cerca de la ciudad. Podía ser usada como una huerta. ¡Su pequeña quinta, su cuadra, para siempre perdida! (Muñoz Cueva, 2000: 8). Cuándo llegará ese cuando. Expresión con que se declara la ninguna esperanza de que algo ofrecido ocurra. Ay, niña mía, cuándo llegará ese cuando –suspirábale. (Astudillo Ortega, 2002: 25). Cuantimás. Conglutinación de cuanto más. A los extraños se los ayuda, cuantimás a un hermano. Cuchara de palo. Utensilio muy usado en la cocina cuencana. Está elaborado de madera y los hay de diferentes tamaños, desde la cuchara mama (la grande) hasta la huahua cuchara (la más pequeñita). El chico va a correr pero sale una tejedora con una cuchara de palo llena de mote. (Cuesta, 1983: 86). Cuchara mama. Cuchara grande, de madera. Es un utensilio de uso muy común en la cocina cuencana. Se lo usa para mover la comida en las ollas, para extraerla y servirla. Cfr. Cuchara de palo. Moverás el caldo con la cuchara mama. Cuchicara. La cáscara o piel del cerdo, ya tostada o chaspada. V. Chaspar. En plena calle, lavado y colgado de la viga del alero, su primer plato, el cuchicara. (Astudillo Ortega, 2002: 91).

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Cuco. El que –o lo que– asusta. El médico es el cuco de los niños. Cuencanizado. La persona que ha adquirido las características de los cuencanos. Entonces El Curuchupa, cuencanizado así, fue el alma de las harpas i las concertinas. (Aguilar Vázquez, 1997: 146). Cueriza. Castigo fuerte, aunque no intervenga un cuero o correa. El resto, cuerizas, por duro, como le fruncía el Bedel. (Astudillo Ortega, 2002: 80). Cuica. La lombriz. Por metáfora designa también a la persona muy delgada. La hija de la vecina es una cuica. Cullqui. El dinero, la plata. A veces aparece también con la variante cushqui. Secuestran a abastecedores de ‘cushqui’ en cajeros. (Diario La Tarde, octubre 7 de 2016: p. 8). Curar el chuchaqui. V. Componer el cuerpo. Al día siguiente, mientras don Juan echábase al coleto un enorme vaso de refrescante soda, para curar la devoradora sed del chuchaqui, su digna esposa de pie a su lado, le contemplaba misericordiosamente. (Aguilar Vázquez, 1997: 157). Curco. Jorobado. Con la vieja de la quebrada, con mama Shiva, más curca y más sigilosa. (Astudillo Ortega, 1973: 134). Tiene el derecho de ser curco, justificó risueño don David. (Aguilar Vázquez, 1997: 364). Curcuncho. El que está encogido, asustado, temeroso, enfermizo. Ni un asma que lo tenía curcuncho, adquirido en gaje de sus resfriantes excursiones. (Astudillo Ortega, 1973: 18). Cursiento. Que sufre de frecuentes diarreas. Los cursos son las diarreas. Es forma de llamar despectivamente a alguien. Diciéndole que ya está en capacha el cursiento. (Astudillo Ortega, 1973: 92). 61


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Ilustración 6. Curuchupa, insecto

Ilustración 7. Levita de los curuchupas, los conservadores

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Curuchupa. El miembro o simpatizante del partido conservador. Esta voz está compuesta de curu, gusano y chupa, rabo, es decir rabo de gusano. Con curuchupa se designa también al insecto conocido como tijereta o tijera –entre nosotros– y como cortapicos en España. La razón para que esta designación haya pasado a las personas es que el pueblo ha encontrado una perfecta metáfora entre la forma final del insecto y la forma final de las levitas que usaban las personas pudientes, miembros casi todos ellos del partido conservador. Esta es la opinión de Muñoz Cueva. Unos animalitos muy negros, parecidos al canicuro (del cual los liberales tomaron el nombre de curuchupas para sus adversarios políticos). (Muñoz Cueva, 2000: 129. La voz canicuro, que es quichua significa cani (que muerde), curu (gusano). El nombre más descriptivo es siquicanicuro, literalmente: gusano que muerde con el rabo.

Cuy de vivo. Frase con que se describe a alguien muy despierto y ágil. Este muchacho sí que es cuy de vivo. Cuyada. La comida donde predominan los cuyes asados. Solía repetir la Pitimucha, en las cuyadas de Gastón. (Astudillo Ortega, 1973: 82). Cuyero. El sitio de la casa donde se crían los cuyes. Y tantearán la hierba y los animales asustados del cuyero. (Cárdenas, s.f.: 88).

También existe otra versión etimológica para el término curuchupa, que provendría de la voz española cura y del quichua chupa, “rabo”, es decir “rabo de cura”, por la gran influencia que la Iglesia –los curas– tenían sobre los miembros de este partido político. (Álvarez, 2010: 49). Las guerrillas entre curuchupas y liberales; la suspensión del Obispo de Cuenca. (Astudillo Ortega, 1973: 8). Cushma. El grano de arroz que todavía conserva su cáscara. Antes de cocinar el arroz hay que escoger las cushmas. Cushma es también una especie de poncho pequeño de los indígenas de la provincia del Cañar. Cusi. El que es alegre, el que se muestra contento; trabajador, rápido, hacendoso. Ya se casó con una gualaceña, y esas son cusis. (Astudillo Ortega, 1973: 196). Cutulo. Pequeño; sin rabo. Y de últimas se casó con la Cutula del señor curita. A la otra le llevó a la costa. (Astudillo Ortega, 1973: 154). 62

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D Ilustración 8

Dar capote El capote es una especie de castigo. Se lo ejecutaba de la siguiente manera: se formaban dos filas de personas, la una frente a la otra, y entre ellas se dejaba un espacio aproximado de cincuenta centímetros. Por ese espacio debía pasar a la

carrera el castigado. Mientras corría le llovían toda clase de golpes. Aunque realmente era un castigo también se lo ejecutaba como una especie de broma pesada. Era usual entre colegiales.


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Dando y cavando. Con esta frase designamos la situación de quien está pensando constante y trabajosamente en algo. Me paso todas las noches dando y cavando en nuestro problema. Dar bola. Coquetear. Te vas a la calle solo para dar bola. Dar capote. El capote es una especie de castigo. Se lo ejecutaba de la siguiente manera: se formaban dos filas de personas, la una frente a la otra, y entre ellas se dejaba un espacio aproximado de cincuenta centímetros. Por ese espacio debía pasar a la carrera el castigado. Mientras corría le llovían toda clase de golpes. Aunque realmente era un castigo también se lo ejecutaba como una especie de broma pesada. Era usual entre colegiales. Al que no salta le damos capote. Dar duro. Castigar a alguien, golpear. El Oso me dijo leproso y yo le di duro…No soy eso. (Cuesta, 1983: 248). Dar gabela. Dar alguna ventaja en una competencia. V. Gabela. Darle como a bombo en fiesta. Significa castigar duramente a alguien, como si se golpeara a un bombo. En ese barrio le dieron como a bombo en fiesta. Dar pases. La acción de pasar varias veces por la calle de la muchacha a la que se pretendía. Se lo hacía generalmente en automóvil, cuando Cuenca tenía muy pocos vehículos. Esto se consideraba como una forma de cortejo. Por las noches ningún enamorado dejaba de dar pases por el frente de la casa de la novia en espera de que salga tras la ventana aunque sea por unos minutos... Uno de los mejores placeres de las familias, especialmente de los jóvenes enamorados era pasear los domingos por la tarde en automóvil, particularmente estos últimos que se complacían en dar vueltas y más vueltas alrededor de la manzana en la que vivía la idolatrada mujer de sus ensueños, todos sentados en el capote para su mayor exhibición. (Sarmiento Abad, 1984, 20-21).

De a de veras. V. De veras.

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De balde. Sin motivo. De balde te hablo. No me haces caso. De buena familia. Expresión que se usa para designar a una persona que procede de familias de reconocido poder económico y prestigio. Si le gustaba presumir de lindo, de inteligente, de buena familia. (Dávila, 1979: 78). Cfr. Buen apellido. De gana. Sin motivo. -¿Cierto que tienes una tinaja que toma agua como una gallinota?/- Dije de gana… ¡Mentira! (Cuesta, 1983: 249). De gana me ponen apodos. (Mata, 1982: 7). De película. Frase que significa que algo es de superior calidad. Fue una fiesta de película. De lo ancho de la seda. Con esta frase se designa a una persona de clase social elevada y pudiente. En tiempo de calamidades, como ahora, refería una setentona también de lo ancho de la seda. (Astudillo Ortega, 1973: 105). De mentirita. Con esta frase en diminutivo indicamos que algo es falso. Cfr. Chendo. Hasta entonces todo había sido, como si dijéramos de mentirita, y llegando a veces hasta la barbaridad de una recitadora. (Dávila, 1985a: 67). De seguir sin fiambre. Frase que se usa para significar que una persona es de tan agradable trato y conversación que se la seguiría a cualquier parte y sin tomar precauciones de ninguna clase. En la época de nuestras abuelas hubiera sido el visitante obligado de la casa, porque es, como ellas decían, de seguirle sin fiambre, una joya. (Dávila, 1979: 69). De una hecha. De una vez, con el mismo impulso que se usa para hacer una cosa. No pasemos tiempo, a dos días por longo ponga nomás, de una hecha, cuatro son. (Cuesta, 1983: 72).

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De veras. Frase con se afirma que algo es verdad. -De veras… ¡Qué ha de comer!... –dice la María Grande–. Hartadote está. (Cuesta, 1983: 88). De veritas. Forma en diminutivo de De veras. Vid. -¡Se mueve aquí dentro! ¡De veritas… se mueve! Me llama con el piecito. (Cuesta, 1983: 355). De vicio. Con esta frase señalamos que algo se hace o dice sin motivo, por la costumbre solamente. De vicio me insultas a cada rato. Dejar soñado. Significa dejarle desmayado a alguien como consecuencia de haberle propinado un fuerte golpe. Le dio un puñetazo y le dejó soñado. Del culo del diablo. Significa que algo se ha de recuperar u obtener de cualquier modo. No sé. Ahora me devuelves la pintura. Me sacas aunque sea del culo del diablo. Ella sacaba esas terribles florecitas del mismísimo culo del diablo, pero las sacaba, por canastas. (Dávila, 1979: 71). Delicado. Especie de mínimo panecillo hecho con harina entera y endulzado con miel. Aunque se llaman delicados, son, en realidad, muy duros. Te miraban y nada pronunciaban; alguna te daba un delicado o un poco de caca de perro. (Mata, 1982: 16). Cfr. Caquiperro.

Dependiente. El empleado en un almacén o una tienda. Consiguió trabajo como dependiente de don Gustavo. Descambiar. Cambiar dinero en moneda de inferior valor. Señora, descambie un billetito. Necesito sueltos. Desgracia con felicidad. Frase antinómica usada para designar un mal suceso que no provocó todos los daños o males que se podía haber esperado. Sí, tuvo un choque; pero fue una desgracia con felicidad. Deshoje. La actividad agraria de extraer las mazorcas de maíz de sus envolturas de hojas. La chicha de jora, o sea de maíz fermentado –siempre de maíz– cumple con una de las indispensables ceremonias de una ‘minga’ de deshoje. (Burbano Cuesta, 1982: 106). Desobligo. Situación de frustración y desengaño ante algo; lo cual produce pocos deseos de colaborar o seguir en algo. Con tu comportamiento me da desobligo. Desticpar. Extraer los granos que vienen en vainas, como el poroto, la arveja. Para la fanesca hay que desticpar a tiempo el grano. Destrampar. Besar. En ese callejón le destrampé a tu ñaña.

Delicado de afrecho. Frase con la que se reconviene a quien se presenta como demasiado susceptible y delicado. La referencia es, obviamente, al panecillo denominado delicado. Quítate de aquí, sois un delicado de afrecho.

Detente animal feroz. Con esta frase se supone que se puede detener a un perro amenazante. La frase completa es la siguiente: ¡Detente! –ha gritado ella– animal feroz, primero nació el Niño Dios antes que vos. (Cuesta, 1983: 140).

Dementado. Loco. Haciendo caso al manavali dementado. (Mata, 1982: 17).

Diablo cuaresmero. Individuo joven que en los días de la cuaresma se dedicaba a mortificar a las personas devotas. Y en cuaresma, ir de tentación a los atrios, o entrar con tosidas al sermón para servir de diablo cuaresmero, escamoteando el rosario, el libro, el pañuelo o los botines a las vetucas. (Astudillo Ortega, 1973: 48).

Denantes. Antes, hace poco tiempo. Denantes te llamaron por teléfono.

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Diablo fuerte. Especie de tela usada para confeccionar prendas de vestir. El manco, con su borsalino cuba-libre y su pantalón de ‘diablo fuerte’, estaba en su elemento. (Astudillo Ortega, 1973: 124). Diosito lindo. Forma popular de referirse a Dios. Diosito lindo no te olvides de favorecerme. Diosolopague. Fórmula que encarece el agradecimiento. Es tanto el favor, y tanto el desvalimiento propio, que solo Dios podría pagar tan alto precio. Diosolopague a mí cinco sucres me regaló. (Astudillo Ortega, 1973: 87). Dominguero. Propio del domingo, refiriéndose sobre todo a la ropa. Enjambres de polleras cromáticas, de ponchos domingueros. (Astudillo Ortega, 2002: 66).

Caña arundinaria silvestre, de canutos muy largos, los que utilizan nuestros indianos para tejer petacas finas y muy hermosas. La duda vale también a nuestros muchachos así para cerbatanas, como para cruceros de sus cometas de papel. Por esta razón, a tales cruceros, por más que sean de carrizo u otro material parecido, llaman ellos dudas. (A. Cordero Palacios, 1985: 129).

Dulces de corpus. Variedad de artículos de la repostería cuencana, que se elaboran para la venta en las noches del Septenario o celebración de Corpus Christi. Era la época de los dulces de corpus, que le recordaban a Lauro sus pillerías de estudiante; sus paseos en las noches de la city, en esas siete noches de globos, de bulla, de ilusiones, de amores enfiestados. (Astudillo Ortega, 1973: 165).

Donosa. Adjetivo usado para designar a la mujer atractiva y elegante. -¡Hele! … Hasta donosa queda… ¡Vamos! ¡Cuidarán a las guaguas! (Cuesta, 1983: 82). Don Segundo. Forma humorística para referirse al amante de una mujer casada. Corre porque ya llegó Don Segundo. Doña. Forma de tratamiento dirigido a una mujer indígena. Tres sucres dice… ¿Oí bien? Loca creo que está la doña, vea usted esto mi patrón. (Cuesta, 1983: 104). Dormir como un tronco. Dormir mucho y muy profundamente. Pues se ha ido. Yo dormí como un tronco hasta las cuatro. A esa hora ya no estaba. (Moscoso, 2009: 85). Draque. Corta cantidad de licor que se bebe. Aseguraba Gastón Campanas, entre sorbos de un draque caliente. (Astudillo Ortega, 1973: 167). Duda. Especie de carrizo delgado y muy recto. Es material que sirve para elaborar cometas y otros artículos, como en la cestería. Alfonso Cordero Palacios dice al respecto:

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Espumilla Especie de dulce de la repostería popular. Se la elabora frecuentemente con guayaba y azúcar.

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Ecolete. Interjección que se usa para significar que algo está bien. Mijo, las pantuflas. Ecolete, así me gusta, Bill. (Valdano, 1980: 81). El comedido come de lo escondido. Refrán con que se alienta a las personas a ser comedidas. Cfr. Ningún comedido sale con bendición. El Cuenquita. Designación popular y afectiva para el equipo de fútbol de la ciudad de Cuenca, el Deportivo Cuenca. Ayer también ganó el Cuenquita. El mal pago. Expresión que sirve para designar la ingratitud y quizá hasta la traición de alguien cercano. Para el mal pago que me das, esto que hago ya es mucho. El mismo perro con distinto collar. Frase que significa que algo es muy similar a otra cosa, aunque aparente no serlo. Es lo que dijo Dr. Rendón: no solo los mismos perros con distintos collares, sino virados y revirados. (Astudillo Ortega, 2002: 33). El Mundialito de los Pobres. Competición deportiva en el campo del llamado fútbol sala o índor fútbol. En ella intervienen algunos barrios de la ciudad de Cuenca. La fiesta del interbarrial de indoor fútbol arrancó ayer con el sorteo de series de la edición 37 del Mundialito de los Pobres. (El Mercurio, junio 17, 2011, 3C). El otro lado. La muerte. Y no se va a morir: con este mal pasa que se vuelven los hombres desde el otro lado. Solo es una crisis. (Cuesta, 1983: 344). Ejercicios. Serie de prácticas religiosas que se ejecutaban antes durante la Semana Santa. Aunque su nombre completo era el de ejercicios espirituales, se los conocía simplemente como ejercicios. -Este año no ha asistido la Lucha, ni a los ejercicios, ni a la Semana Santa. (Astudillo Ortega, 1973: 151). Elevado. El que por un momento se ha quedado pasmado, suspenso, entontecido. Oye, elevado, ya siéntate. Cfr. Boquiabierto.

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Emparamarse. Sentir los efectos negativos y peligrosos del frío en los páramos, lo cual puede significar la muerte. Aquí en el Cajas algunos han quedado emparamados. Empiparse. Llenarse de agua, beber mucho. Ya te has empipado de cerveza. En cuerpito. Significa que una persona está sin el chal o pañolón, sin chompa; apenas en blusa o en camisa. La Lucha vino el otro día en cuerpito, de gran señora. (Astudillo Ortega, 1973: 195). En crudo. Frase que significa dar un regalo; pero en lugar de hacerlo con el objeto, entregar el equivalente en dinero. Si me quieres dar regalo de boda, dame en crudo. En denantes. V. Denantes. En edad de oír misa. Frase con que se designa la edad de una persona muy joven; pero que ya tiene capacidad de razonar. Ya tiene la capacidad de asistir y escuchar la misa. Llega un muchacho –ya en edad de oír misa– y cuenta. (Cuesta, 1983: 84). En juicio. Significa que algo se hace o se dice sin estar ebrio. Ya en juicio te digo que eso no vale la pena. En la repetición está el gusto. Con esta frase justificamos que alguna acción se repita, con voluntad o sin ella. Ya saben, si me equivoco es porque en la repetición está el gusto. En la una mano la miel y en la otra la hiel. Refrán que sirve para expresar que todas las cosas deben ser proporcionadas, medidas en lo malo y en lo bueno, en la aspereza y en el buen trato, en la estrictez y en la tolerancia. A las diez la feria de sombreros está en plenitud: / En la una mano la miel y en la otra la hiel…/Ya digo: lindo está el sombrero, pero... (Cuesta, 1983: 103). En pepas. Desnudo. Lo encontraron en pepas.

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En su tonto pensamiento. Frase que significa que la opinión ajena tiene poca aceptación y valor.

Esto no lo pudo imaginar, porque desde días antes, habíala pasado de Compadre de un enteche. (Astudillo Ortega, 1973: 28).

En su tonto pensamiento él se sabía de gamonales…, que con la ley… (Astudillo Ortega, 1973: 113).

Enternado. Persona que viste con terno.

En un abrir y cerrar de ojos. Frase que significa que una acción se la ejecuta muy rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos estuvieron de regreso en la banda. (Astudillo Ortega, 1973: 182). Enantes. V. Denantes.

Para la fiesta se fue bien enternado. Entierro. Tesoro escondido; si el tesoro perteneció a un indígena se llama huaca. Entierros que hallé en las lomas del Carmen. ¡Una cosa terrible! (Astudillo Ortega, 1973: 118). Entrador. El individuo que entra en algún negocio o asunto.

Encamotado. Muy enamorado. Desde que el dicho Lauro está encamotado con la Lucha, ha aprendido a madrugar. (Astudillo Ortega, 1973: 15). Enchivarse. Disgustarse mucho. Le dijeron eso y se enchivó de inmediato. Endomingarse. Vestirse para el domingo. V. Dominguero. Endominguémonos. (Cuesta, 1983: 82). Enfermoso. Algo enfermo. Dirás que estoy algo enfermoso… Y regrésate nomás… (Astudillo Ortega, 1973: 62). Enladrillado. Piso cubierto con ladrillos. Ya he de estar mirando todo desde el corredor enladrillado. (Cárdenas, s.f.: 21). Enquesillado. Variedad de pan que tiene algo de quesillo en la parte superior. A la tarde sale el enquesillado. Enseñarse. Este verbo significa acostumbrarse a algo, a un lugar, a una situación, etcétera. Llegó al barrio y se enseñó pronto. Enteche. El acto de colocar el techo en una casa que está en construcción. Se considera a esta actividad como un hecho festivo. 76

Epítetos literales como estos: Salidor de diputado, entrador en los laberintos de la Hacienda Pública. (Astudillo Ortega, 1973: 82). Entrador a Balao. El individuo decidido, el arriesgado; en referencia a los serranos de la provincia del Azuay que viajaban a Balao (en la costa) a trabajar. Te haces el macho porque sois entrador a Balao. Entrando y mamando. Frase que significa que alguien desde el principio recibe un beneficio o un daño. El director, entrando y mamando, tuvo que pagar las multas. Entrar en razón. Significa comprender y aceptar las razones sobre un determinado asunto. Tanto te repito, pero no quieres entrar en razón. Entrar pateando al perro. Con esta frase se describe la actitud de una persona que ingresa a una función o un lugar, sin guardar miramientos ni consideración con nadie. El nuevo comisario sí que entró pateando al perro. Entre gallos y medianoche. Frase que significa que algo ocurre en los momentos menos esperados y cuando hay menos vigilancia. A la tropa que se fue, sustituyó otro batallón llegado ente gallos y medianoche. (Astudillo Ortega, 1973: 94). 77


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Entrego. Ceremonia religiosa que se hacía entre las familias cuando se pasaba –entregaba– una imagen sagrada para que fuera venerada en los hogares durante cierto número de días. Se pronunciaba también como entriego. Sobre la cabecera una pequeña urna de vidrio y lata con el Niño Dios de los ‘entregos’ del barrio. (Cuesta, 1983: 134). Entumido. El individuo que, por el frío u otra razón, parece encogido, amilanado, apocado. Ve pues, ya apareció el entumido. Escalera de coger cocos. Frase que se aplica a la persona de gran talla. Yo tenía un amigo que era una escalera de coger cocos. Escancel. Especie de panta medicinal de los huertos azuayos. Muy bella planta, ordinariamente llamada escancel y cultivada con aprecio, sobre todo entre la gente de los campos, en razón de los servicios que presta en la curación de pulmonías, inflamaciones, corrimientos, &. Es uno de los ingredientes precisos de las aguas frescas que son la panacea del vulgo. (Cordero, 1984: 133).

Escribano. Especie de pequeño escarabajo conocido también como girino. Es un insecto que puede volar, caminar sobre la tierra, nadar y andar sobre el légamo de las charcas, donde deja huellas de sus extremidades, como si fueran rasgos de escritura. Pequeño insecto del género de los hidrófilos. Llámaselo escribanillo, escribano, porque recorre rápidamente sobre la superficie del agua trazando rasgos. (Moreno y Vázquez, 1977: 103). La información proporcionada por Moreno y Vázquez es incompleta. Poco a poco Manuel se iba consumiendo. Sus ojillos, antes vivos –escribanos en la onda– se tornaron amarillos. (Cuesta, 1985: 113). Escuelero. Referente o perteneciente a la escuela. Leí, lerdo porque no fui buen escuelero y apenas si pisé el tercer grado. (Cárdenas, s.f.: 115). Eshponjar. El verbo “eshponjar” (o a veces “ishponjar”) aparece de esta manera cuando se lo utiliza en situaciones sicalípticas. 78

Se aplica al miembro viril. Es pequeño; pero cuando ishponja… Espanto. Cierta enfermedad que ataca a los niños. Sus efectos son que la criatura se vuelve irritable, llorosa y duerme muy poco. Curandero y sacamuelas en su juventud, contaba de la curación del espanto, por el método de la gallina clueca. (Astudillo Ortega, 1973: 18). Especial. Función de cine que se realizaba a las seis de la tarde. Al especial solo van las personas muy ocupadas. Cfr. Vermut, matiné, noche. Espumilla. Especie de dulce de la repostería popular. Se la elabora frecuentemente con guayaba y azúcar. Quiero un cono de espumilla. Estar amushcado. Estar dos enamorados muy juntos, encariñados y prodigándose mimos y atenciones. Véanles, ahí están amushcados. Estar caminando a… Esta frase sirve para señalar la edad de una persona, en el sentido de aproximarse a cierto año. Ya está caminando a los 8 años. Estar camote. Estar intensamente enamorado. Virginia sí que está camote. Estar como chirote mojado. Con esta frase se describe a una persona que se encuentra totalmente mojada y desarreglada. También se dice “pájaro mojado”. Véanle al Pepito, si está como chirote mojado. Estar como diablo en botella. Frase que describe la situación de una persona que está muy inquieta por algo. Mi primo está como diablo en botella porque ya quiere irse. Estar con el hígado virado. Frase con que se describe a una persona que está de mal carácter. Cfr. Ser hígado. Ni le hablen, que desde que amaneció, está con el hígado virado. 79


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Estar con la mano en la pena. Significa estar con la mano en la mejilla, posición que generalmente usa la persona afligida. Me preguntó que por qué estaba con la mano en la pena.

F

Estar enseñado. Estar acostumbrado a un lugar o a una situación. Cmen. Ya estará enseñado./Shva. Enseñado, no, pero… resignado. (Moscoso, 1985: 45). V. Enseñarse. Estar hecho un cuchillo. Significa que alguien está muy bien preparado y listo para alguna actividad. Estudié toda la noche así que estoy hecho un cuchillo para el examen. Estar mano sobre mano. Estar ocioso. Y a mí como no me gusta estar mano sobre mano como a algunas gentes. (Dávila, 1977: 71). Estar palabreado. Significa estar contratado verbalmente para la realización de algún trabajo. Está palabriada (sic) con el cholo y hemos ido a ver algunas botellas. (Moscoso, 1985: 21). Estar por las nubes. Frase que se usa para señalar el valor demasiado elevado de algún producto. ¡Por las nubes están las papas, imposible! (Cuesta, 1983: 105). Estar saltando en chulla pata. Significa encontrarse haciendo demostraciones muy visibles de contento. Desde que se sacó la lotería está saltando en chulla pata. Estilar. Mojar o mojarse profusamente; chorrear. Eras respetuosamente osado, como cumple a un caballero de esclarecido linaje: aunque estile remiendos por todo lado de su ropa. (Mata, 1982: 11). Estite. Forma en diminutivo del pronombre demostrativo este. ¿Cuánto cuesta el pescado? / Estite sale a un dólar la libra.

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Fúrico Furioso, colérico en demasía.

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Fiero. Feo. Por esos fieros soldados, que aquí van dejando toda clase de enfermedades. (Astudillo Ortega, 1973: 23). Fifiriche. La persona muy delgada y enclenque. Ya estás saliendo con ese fifiriche. Filático. El filatero, el que usa palabras rimbombantes y fuera de su léxico ordinario. Me daba unas iras de oír a esos longos filáticos. Así son esos norteños. (Astudillo Ortega, 1973: 124). Flauta. El tubo que se usa en los lavaderos de ropa. Es una pieza con varios agujeros. Esa es la razón para la metáfora. Ya el albañil colocó la flauta.

¡Fuera! Interjección que es usada con el significado aproximado de ¡ya se fregó, se arruinó! ¡Qué pena! Antes no ha quedado con la fuente… ay sí, fuera ojos, fuera oídos, fuera nariz, donde cae la fuente, se hacen tuertos. (Astudillo Ortega, 1973: 171). Fuerza. Cierta cantidad de licor que se ofrece a los trabajadores para que realicen su tarea con mayor decisión. Son peor que animales; aldemenos con una buena ‘fuerza’ y un cucayo de ají con harto mote. (Astudillo Ortega, 1973: 88). Fumar como chimenea. Fumar en exceso. Es una especie de fórmula de superlativo. Ahora fumo como chimenea, salgo, entro, visito. (Dávila, 1979: 91).

Follón. Las polleras de las cholas. La vecina también acompañaba limpiándose la nariz con el revés del follón. (Astudillo Ortega, 1973: 138).

Funca. Esta palabra es propia de la gente joven. Significa funciona. Se la usa, generalmente, en frases de negación. Esta máquina ya no funca.

Fregado. La persona de mal carácter, muy exigente y poco paciente. Tu tío Lucho sí que es un fregado.

Fúrico. Furioso, colérico en demasía. Apenas le dijeron eso se puso fúrico.

Fregar-fregarse. Sufrir las consecuencias negativas de algo; padecer algún daño. -¡Que se frieguen! –siguió el chagra–. Déjenlos, blanqueando estarán ya en algún barranco. (Cuesta, 1983: 193). Tuve que arruinarte y tú tuviste que fregarme a mí. (Dávila, 1977: 67).

Futre. Elegante, bien vestido. Y pareso trajo a gringos y a futres de Quito, que con latas y chilindrines fueron llevándose muestras de carbón. (Astudillo Ortega, 1973: 189).

Fregar la paciencia. Cfr. Fregar la pita. Él no le hace nada a nadie si no le friegan la paciencia. (Dávila, 1977: 17). Fregar la pita. Molestar, fastidiar constantemente a una persona. Libre de las molestias de la city donde los empleados –friegan la pita– por el prurito de ostentar la vara. (Astudillo Ortega, 1973: 201). Fuegos. Cierta erupción que brota en los labios, y que forma unas pequeñas llagas. Mis labios están llenos de fuegos. Globillos de irritación en los labios. (Muñoz Cueva, 1959: 122). 82

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G Gabela. Ventaja que da un competidor a otro. Generalmente se la usaba entre los niños cuando participaban en alguna competencia. Corramos. A ver, te doy veinte metros de gabela. Cordero Palacios aclara mejor el asunto: Ventaja que, cuando dos o más compiten de algún modo, concede uno de ellos al otro, por ser este de facultades, fuerzas, tamaño, etcétera, inferiores a las del primero. (A. Cordero Palacios, 1985: 149). Gabelar. Ganarle a alguien, anticiparse para conseguir algo. Esta silla es mía, ya te gabelé. Gagones. Ciertos animales de la mitología serrana. Son como perrillos que aparecen donde hay relaciones incestuosas. Lo que yo sí he visto son los gagones, espetaba D. Jerónimo de Alvarado. (Astudillo Ortega, 2002: 74). Galarifo. Cualquier individuo de sexo masculino. En la esquina hay un montón de galarifos. Galiquiento. El que sufre de sífilis, mal llamado también morbo gálico. De este último término se ha formado galiquiento. Por esos galiquientos… por esos podridos. (Astudillo Ortega, 1973: 24). Galleta de manteca. Cierta variedad de pan. En el norte del país recibe el nombre de hallulla. En este horno hacían antes, unas ricas galletas de manteca. Gallineta. Gallo que por su plumaje parece una gallina, y no una gallina que puede combatir con los gallos de pelea, como lo dice Carlos Joaquín Córdova (1995: 478). 85


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Nombre que se da a los gallos cuyo plumaje es enteramente parecido al de una gallina. (A. Cordero Palacios, 1985: 150).

Estaba concertada la lidia entre el gallo Príncipe de D. Jerónimo y una gallineta de Chordeleg. (Astudillo Ortega, 2002:89). Gallo de la pasión. Referencia al gallo que, según la Biblia, cantó antes de que Pedro negara conocer a Jesús. (Mateo, 26,75). Ese no da un grano de maíz al gallo de la pasión. (Astudillo Ortega, 2002: 120). Gallo pitina. Especie de diversión sobre todo campesina. Consistía en enterrar un gallo en el suelo, dejando visible únicamente la cabeza, la que debía ser cortada con un machete por un participante en la fiesta. La persona debía permanecer con los ojos vendados. Noche de viejo Setenario –festival de provincia: Cuando Güiracocha hacía su Septenario, no faltaron las diversiones aldeanas del gallo pitina, de la vaca loca. (Astudillo Ortega, 1973: 166). Galón. Unidad de medida para granos o papas. ¿A cómo está el galón de papa chaucha? Gamonal. El hombre rico, influyente; el propietario de grandes extensiones de terrenos agrícolas. A poco, los amigos, los ‘muchachos de porvenir’… hijos de gamonales de aldea. (Astudillo Ortega, 1973: 167). Gangocho. Especie de tejido basto y ralo hecho con hilo de cabuya. Se lo usaba para elaborar costales que servían para el transporte de productos. Me entregó un costal de paja y dos gangochos para que durmiera en el corredor del patio. (Valdano, 1980: 60). Garifar. Marginar a alguien de algún lugar o de una agrupación. Me quieren garifar sin motivo. Garuar. Caer garúa, es decir, una breve llovizna. En El Cajas casi siempre garúa. Gastar pólvora en gallinazo. Significa realizar una actividad en algo o alguien que no lo merece. Hablar con este tipo es gastar pólvora en gallinazo. 86

Gastar saliva. Hablar en vano. Ya no gastemos saliva con este tipo. Gloriado. Especie de bebida elaborada con licor, agua caliente y algo de azúcar. Los sudores y escalofríos de la aventura fueron curados con el confortante gloriado con cinco dedos de punta. (Astudillo Ortega, 2002: 39). Los borrachitos le pidieron por favor que solamente probara, puesto que solo se trataba de un ‘gloriadito’, es decir una infusión de agua aromática con gotitas de licor. (Sarmiento Abad, 1993: 65). V. Punta, canelazo. Gordo, lleno de vida. Con esta frase se pondera la buena situación de una persona. Y… no U., comadre Ashuquita: gorda, llena de vida… quemáspes, con marido trabajador. (Astudillo Ortega, 1973: 138). Gozadera. Situación de alegría, de disfrute y diversión. ¡Qué gozadera que fue esa fiesta! Gramputear. Tratar muy mal de palabra, insultando sobre todo con la palabra que origina el verbo gramputear. ¡Porque ese barrabás no es parido sino cagado! Por eso mismo le granputié (sic), y usté no se meta en esto, porque puede salir aguantando. (Mata, 1982: 19). Grandísima. Forma algo eufemística de decirle puta a una mujer. Por la grandísima de la zutana. (Astudillo Ortega, 1973: 152). Granear. Robar los frutos en los campos. Era, sobre todo, una actividad de los colegiales. Ranclas de Enero a Marzo, para las graneadas. (Astudillo Ortega, 1973: 48). Gran trago. El individuo al que le gusta beber abundantemente. Representaba, pues, D. Gastón, gran fume, gran diente, gran trago y gran hombre. (Astudillo Ortega, 1973: 82). Guando. Antigua forma de transporte usada en la zona andina, cuando aún no había carreteras. Los objetos de gran peso eran transportados sobre los hombros de algunos indígenas contratados para el caso. 87


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Andes arriba pudo vérseles, por los inmensos pajonales, en angustioso ‘guando’, esto es, en larga hilera, especie de ciempiés humano, unidos entre sí por cabos, trayéndose una planta eléctrica o un órgano, en los hombros. (Cuesta, 1983: 213).

H

Guantón. El golpe dado con el puño; puñetazo. Si me molestas te daré un guantón. Guaraguas. Adornos superfluos y exagerados. No es bueno que el vestido tenga tantas guaraguas. Guarapo. El jugo que se obtiene al moler la caña de azúcar. Del guarapo maduro se puede destilar el aguardiente. El mapanagua con guarapo maduro. (Astudillo Ortega, 1973: 30). Guarda. Empleado de los estancos del gobierno, que vigilaba la destilación de alcohol. Por San Roque había asomado el grupo de presos y guardas y se acercaban al puente, con una gran cola de curiosos. (Cuesta, 1983: 312). Guarguariado. El individuo que ha sido envenenado con guarguar, una cocción hecha con el floripondio o huántug. Es el indio Chicaiza, es el guarguariado cayéndose con la pataleta, que como alma en pena se pierde en los caminos. (Astudillo Ortega, 1973: 51). Guaricha. La mujer que seguía a los soldados; prostituta. Un montón de guarichas colgaban la humedad de su tristeza en los tonos de la despedida. (Astudillo Ortega, 1973: 22). Guaro. El licor. Esta palabra es una derivación regresiva de guarapo. Es que ayer nos fuimos a tomar unos guaros. Guaspetes. Copas, licor que se bebe. Ya hace frío, vamos a tomarnos unos guaspetes. Gullán. La fruta que en el norte del país recibe el nombre de taxo. El jugo de gullán es muy rico. Gustar. Disfrutar con la mirada de algo. Don Chombo gustaba esas ceremonias del amor patrio. (Astudillo Ortega, 2002: 142). 88

Helaque Esta forma, que parece extravagante o vulgar, nada tiene de ello. Es un término cuyo sentido es, más o menos: Aquí está, toma. Procede de la aglutinación de un verbo, un pronombre y un adverbio,

Ilustración 11 en este orden: He + le + aquí. Por eso es que en ámbitos populares se mantiene todavía la pronunciación –que en este caso resulta ser la correcta– como helaqui.


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Haber nacido en cuero negro. Significa tener mucha buena suerte. Hijito, andas de una suerte, de los que han nacido en cuero negro. (Astudillo Ortega, 1973: 162). Habiloso. El que posee ciertas habilidades. Juan es un habiloso, ya está arreglando los alambres de luz. Hacer agarrar la candela. Encender el fuego. No te saques el poncho; te ha de dar el aire… Voy a hacer agarrar la candela. (Astudillo Ortega, 1973: 98). Hacer agarrar las plantas. La acción de sembrar un vegetal y que logre enraizar. Tienes buena mano para hacer agarrar las plantas. Hacer arishca. Conseguir que una olla de barro se vuelva utilizable para los menesteres de la cocina. Para hacerlo hay algunas maneras: 1) se coloca la olla nueva sobre el fuego, con un carbón en el interior. Se la calienta hasta que el carbón se encienda. 2) Se pone a calentar la olla sobre el fuego, vacía y luego de veinte minutos aproximadamente se le vierte agua o leche muy caliente. De esta manera la olla está hecho arishca y ya puede ser usada. Arishca es voz quichua y significa “experimentado”. Antes de cocinar harale arishca. Se usa también en sentido figurado, como conseguir que alguien tenga experiencia en algo. -¡Mama! ¡mama! Temeridad está haciendo arishca compadre Luis a tía, arriba. ¡Anda! (Cuesta, 1985: 133). Hacer armancia. Significa arrojar algo al aire para que al caer sea tomado por cualquiera de los presentes. Voy a hacer armancia tus porotos. Hacer chuca, chuca. Forma de curar el espanto. Vid. La palabra chuca es una variación de tuca, voz quichua que significa “saliva”. Es que la saliva es usada en esta manipulación curativa. -Chuca, chuca- le rezaba, limpiándole con un puñado de montes, al tiempo que le escupía en el ombligo. (Astudillo Ortega, 1973: 169). Hacer el favor. Forma eufemística de decir que un hombre tuvo relaciones sexuales con una mujer. 90

Taita Quintuña, que hizo el favor a mama, no quiso que llevara yo su apelativo. (Moscoso, 2009: 31). Hacer fieros. Significa hacer demostraciones de disgusto, desagrado o repugnancia ante algo. Cfr. Fiero. Pongo la sopa y comienzas a hacer fieros. Hace fu. Con esta frase nos referimos a un tiempo muy antiguo. Pero si la Belén se murió hace fuuu de años, te acuerdas. (Dávila, 1983: 35). Hacer hablar. Significa tocar un instrumento con mucha habilidad y virtuosismo. Bajo la sombra de Rodríguez, con la brújula de su genio, con la magia de sus manos, que hacían hablar al clave. (Astudillo Ortega, 2002: 96). Hacer huaica. Significa arrebatar rápidamente varias personas la propiedad de uno. Rebatiña. En el mercado, apenas llegaron las papas hicieron huaica. Hacer la grande. Frase que significa que alguien ha provocado una calamidad o un gran daño. Este pendejo ya hizo la grande. Hacer la pierna. Conquistar a la novia de un amigo. Ni sabes, el Pepe le hizo la pierna a su mejor amigo. Hacer las gracias. Con esta frase se describe las acciones graciosas de los niños muy pequeños. Pepito ya sabe hacer las gracias. Hacer la yuca. Mostrar el llamado corte de manga. Se trata de un gesto ofensivo. Al futbolista que hizo la yuca lo sancionaron. Hacerle sildorear. Sildorear es un verbo típico de la zona azuaya. Significa tratar muy mal, sobre todo de obra a una persona. Parece que la palabra se origina en la onomatopeya del silbido que hacen el látigo, una cuerda o una correa (instrumentos adecuados para castigar) al cruzar el aire antes de posarse en el cuerpo del desgraciado. Al hijo del vecino le hicieron sildorear. 91


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Hacer ojitos. Significa que un niño pequeño ha aprendido a guiñar los ojos. A ver, mi tesoro, ya haga ojitos.

Hecho el sabroso. V. Hecho el mucho.

Hacer seguir. Remedar a una persona. Mamá, el ñaño me está haciendo seguir.

No te van a respetar porque pareces hecho el salsa.

Hacer pishi, pishi. Forma popular y familiar de incitar a que un niño orine. Ya, Juanito, antes de dormir ven a hacer pishi, pishi.

La fiesta terminó cuando el dueño estuvo ya hecho funda.

Hacerse azules los ojos. Significa que una persona está mirando con gran intensidad e interés un lugar, un camino, en espera de que aparezca alguien. Te demoras tanto que ya se me hacen azules los ojos. Hacerse turumbas. Precipitarse, actuar descontrolada y alocadamente, afanándose en algo. Por más que tenía que hacerse turumbas para los comprados, para las consultas con los DD. (Astudillo Ortega, 2002: 118).

Hecho el salsa. El que se presenta como muy sobrado, muy conocedor y muy pagado de sí mismo.

Hecho funda. Completamente borracho.

Hecho sopas. El que está enteramente mojado. Los niños llegaron de la escuela hecho sopas. Hecho un sanlázaro. Se dice de alguien que está muy lastimado, con muchas heridas, en alusión al personaje bíblico. Su hija, Bernita, llegaba inconocible, llorosa, hecha un sanlázaro. (Astudillo Ortega, 2002: 111). Hecho un tispo. Significa que una persona está disgustadísima e intratable, por esa razón.

Hacer torerías. Significa causar destrozos, daños; desordenar completamente un lugar. Cuando se reúnen tus primos pequeños hacen torerías en la casa.

Mi suegro vino hecho un tispo.

Hacer un bonito. Significa hacer bien alguna actividad. Pero no pintes así, haz un bonito.

Helaque. Esta forma, que parece extravagante o vulgar, nada tiene de ello. Es un término cuyo sentido es, más o menos: Aquí está, toma. Procede de la aglutinación de un verbo, un pronombre y un adverbio, en este orden: He + le + aquí. Por eso es que en ámbitos populares se mantiene todavía la pronunciación –que en este caso resulta ser la correcta– como helaqui.

Hecho el entumido. Frase que describe al que finge tontería, el que parece no ser capaz de nada malo. Así ha sido este, solo hecho el entumido nomás. Cfr. Entumido. Hecho el místico. Frase con que se describe a quien se muestra demasiado escrupuloso, muy sensible ante cualquier cosa. Ya estás calladote, hecho el místico. Hecho el mucho. El individuo que se cree más que los demás, el muy pagado de sí mismo. No vengas a hacerte el mucho conmigo. 92

El tispo es la larva erizada de púas de algunos insectos.

Helaque el pan. Hele. Esta es una palabra que, con frecuencia, ha sido mal escrita, pues se la representa, a veces, sin la H inicial. Lo cierto es que se trata de un término compuesto del verbo he (haber) y del pronombre le. El sentido es, aproximadamente: He aquí, aquí está, qué sorpresa.

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Entre los escolares esta palabra solía pronunciarse repetidamente ante alguna mala situación, lo que podría traducirse algo así como: Ya se fregó, te fregaste. ¡Hele!, hele! En la ciudad de Quito, debido al influjo de su entonación aguda se la pronuncia como helé. Para nosotros, la sorpresa siempre se manifiesta con ¡Hele! -¡Hele!... Se hizo tísico ¿no supo? (Cuesta, 1983: 142). Hermanablemente. Significa que se debe actuar como si fueran hermanos, con fraternidad. Ni esto, ni lo otro. Todo es para todos, hermanablemente. (Astudillo Ortega, 2002: 126). Hijas de María. Especie de congregación de mujeres generalmente jóvenes que se dedican a orar y a otras actividades propias de la Semana Santa. Con ella cantaban los otros años en el coro, los himnos ensayados por las Hijas de María. (Astudillo Ortega, 1973: 151). Hilar. Ronronear el gato. ‘El gato hila’. ¿Quién entenderá que queremos decir que el gato ronca, con ese especial ronquido suyo cuando está reposando a su placer, sobre todo cuando adormilado se goza de que le soben el lomo? Figuradamente hemos derivado este verbo de la semejanza que hay entre ese ronquido y el sordo que produce el huso que hila girando entre los dedos de quien lo maneja. (Vázquez I, 1991: 354).

Al hombro se me subía marramoneando en el salto / e hilaba, cual si tuviera / copos de música y canto. (Andrade y Cordero, 1977: 133). Hocicón. Una variedad de pan cuencano. En la tienda ya están vendiendo los hocicones. Hombrecito. Designación peyorativa para un indígena. Oye, hombrecito, ¿por dónde se va a tu pueblo? Hornado. El cerdo horneado. La pronunciación popular ha simplificado la voz y solo se escucha hornado. ¡Quién da más por el hornado…, por los frititos…, quién da más! (Astudillo Ortega, 1973: 37). 94

Huaca. El tesoro enterrado de los indígenas. Cfr. Entierro. La muchacha acabó por acordarse del hallazgo de Chordeleg: la quimérica huaca de los Serranos… con lo que hubieran podido comprarse Cuenca. (Astudillo Ortega, 2002: 105). Huácala. Con este término se expresa el asco y la aversión, a ciertos alimentos, sobre todo. Huácala, esta comida que me ha tocado. Huaccho. Abandonado, solitario, huérfano. Sintió como un descubrimiento, saberse solo, como ave y huacchito suelto… nada tenía que perder. (Astudillo Ortega, 2002: 144). Huaynacapazo. Fiesta que se realiza en la avenida Huayna Cápac, por las celebraciones de noviembre o abril (independencia y fundación de Cuenca, respectivamente). La elección de la reina de Cuenca, y de la cholita cuencana, además del primer concurso de bandas de pueblo y el tradicional huaynacapazo. (Diario La Tarde, octubre 18 de 2016: 2). Huahua. Niño o niña. También se escribe como guagua: Todavía llora de noche la almita de la guagua y ellos no entienden. (Cuesta, 1983: 84). También designa, por metáfora, los enrollamientos que al lavarse el cuerpo se producen por la suciedad acumulada. Tatay esta agua está llena de huahuas. Huahuayado. El aniñado, el que se comporta como huahua. No te quiero ni ver porque sois un huahuayado y llorón. Huambra. Además de muchacho o muchacha significa también enamorado o enamorada. No estás en edad de estar pensando en una huambra. También se escribe como guambra: ¡Guambra ocioso! A trabajar, jugando en la calle, ¿no? (Valdano, 1980: 58). A mi linda huambra la encontré lavando/ en el Tomebamba, jugando, jugando. (Canción popular).

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Los jóvenes enamorados, sean de la categoría social que sean, designan cariñosamente a sus amadas con el nombre que se cataloga:- Tú que vienes de ese barrio ¿Has visto a mi huambra? (A. Cordero Palacios, 1985: 176).

Huashpi. Mujer algo alegre y de vida desarreglada.

Huambringo. Forma cariñosa de referirse a un huambra. Ve este huambringo ha estado aquí.

Huasipichana. Palabra quichua que designa la festividad que se realiza al terminar la construcción de una casa (huasi). Literalmente significa limpiar la casa. Para el huasipichana hay banda de música. Sobre esta voz Muñoz Cueva pone lo siguiente: Estreno de la casa. Fiesta con motivo de haber concluido la construcción de una casa. (Muñoz Cueva, 1959: 64).

Huango. La trenza. Cabellos negros, caídos tras la espalda en huango grueso, listado de cintas. (Cuesta, 1985: 130). Huangudo. El hombre que usa huango, es decir trenza. A veces puede ser que únicamente tenga el pelo largo, aunque comprimido en la base de la nuca. Es término de insulto. No podemos soportar que un huangudo nos venga a dar órdenes. Huanlla. La cantidad de comida que los invitados a una fiesta guardan para llevarla al hogar propio. Estito me voy a llevar de huanlla. Al respecto de esta palabra Muñoz Cueva opina lo siguiente: En tiempos pasados se decía de este modo a la cosa que las mujeres pobres tomaban de la mesa de un convite, para llevarla a la casa propia. (Muñoz Cueva, 1959: 80). Huarmi. La mujer, sobre todo se usa este término como ponderación de las buenas cualidades hogareñas y culinarias de una mujer. Agenciosa, huarmi, linda cholita es la Nati, solterita y todo. (Burbano Cuesta, 1982: 64). Es lo contrario de machona. Vid. Huasha. La parte posterior de algo, la espalda; los barrios alejados de la ciudad. Sin duda hasta estos huashas trepidaba la ola movida por el volteriano conde de Aranda. (Astudillo Ortega, 2002: 14). Huashitar. Cargar a la espalda. Ayúdame a huashitar el costal.

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Para salir donde la Huashpi, el último draque sirvió Gastón en persona. (Astudillo Ortega, 1973: 85).

Huata. La barriga, el vientre. Mete la huata, que estás muy gordo. Huatita. Especie de guisado hecho con papas y estómago de res. Se escribe también guatita. Quiero un plato de huatita para el almuerzo. Huevón. Tonto, pendejo. Desde que ese huevón llegó no estamos en paz. Huevos de faldriquera. Especie de caramelos de la repostería cuencana. Es usual encontrarlos en los días y noches del Septenario. La faldriquera es una antigua designación para un bolsillo. Compren los huevitos de faldriquera. Huilón. El que huye o se escapa. Le llamaban Ciempiés porque en el patio de la escuela nadie le ganaba a las carreras y porque era ‘huilón’, esto es, porque en repetidas ocasiones habíase escapado de la casa de sus amos. (Cuesta, 1983: 324). Huiñachishca. La persona que ha sido criada en casa ajena, generalmente como sirviente de alguna familia adinerada. Es palabra quichua y significa, literalmente, criado. Mi mamita fue huiñachishca de los Torres.

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Huisto. Torcido. Después de la pelea el galló quedó con el pico huisto.

I

Huizhi. Especie de utensilio de cocina de uso antiguo y tradicional. Hay que ir moviendo una y un sinnúmero de veces con el huizhi, un palo de madera que al final de su estructura termina como la forma de un puño de mano. (Diario La Tarde, octubre 18 de 2016: 4).

Ideático. El que es temático. Dicen que este señor es muy ideático. Idiay. Fórmula popular para pedir que alguien continúe contando una historia. Puede aparecer también escrito como y diay. -Patrón botó tarjando. / -Y diay…/ -Intereses dizque han crecido. (Cuesta, 1985: 124). Idor. Forma humorística para designar a quien se va a algún lado. Del idor a Guayaquil voy a contarles yo… Pero mi marido qué!...Ni para eso vale! (Cuesta, 1983: 145). Ilusión. Especie de planta pequeña y de uso ornamental. Sus flores son muy pequeñas, blancas y algo rosadas. Con ellas se realizan arreglos florales junto con otras flores de mayor tamaño. Pertenece al género Gypsophilia. Compraré un ramito de ilusión para la casa. Inconocible. Irreconocible. Están inconocibles: se ríen cuando uno les pega. Hablan sin que uno les oiga. (Cuesta, 1983: 166). Ingón. Palabra derivada de inga (inca). Se la usa para afirmar que una persona tiene rasgos indígenas. Era ingona, y no entendía castellano, sino quichua. (Muñoz Cueva, 2000: 118).

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Inocentada. Broma propia de la temporada de inocentes, que va desde el 28 de diciembre hasta el 6 de enero. Díjole que había sido una equivocación; y en todo caso, una broma. Una inocentada. (Muñoz Cueva, 2000: 62).

J

Irizo. Erizo. Esta palabra se la usa para definir a un niño débil, enfermizo, encogido, que parece estar con los pelos levantados. Pareces un huahua irizo. Irquimisi. Palabra usada para referirse una persona delgada y enfermiza. Literalmente significa gato enfermizo, débil, flaco. Ya llegó el irquimisi. Irse de chupe. Ir a beber, a emborracharse. V. Chupar. Ayer se fueron de chupe. Irse de oreja. Significa caer al suelo, no necesariamente de oreja. Por borracho se resbaló y se fue de oreja. Irse en vicio. Significa que una planta –como también un adolescente o joven– ha crecido mucho. Mis rosas se han ido en vicio con este invierno.

Ja. Forma de expresar sarcasmo ante las desmedidas pretensiones de alguien. Es, realmente una forma apocopada de la onomatopeya de la risa. Se pasaba soñando con la fama. Ja, la fama, me reía cuando le oía delirar. (Dávila, 1979: 81). Jalar de los cabezones. Significa tratar muy mal a una persona. Lo de los cabezones no tiene que ver con halar de la cabeza o del pelo. Los cabezones son las aberturas que hay en las prendas, lugar por donde pasa la cabeza. En esa pelea las mujeres se jalaban de los cabezones. Jamás de los jamases. Fórmula enfática para la negación, la imposibilidad absoluta. Se trata de una suerte de superlativo semejante al tipo Rey de reyes. Yo debí cabalgar detrás, puesto que un criado jamás de los jamases podía ocupar asiento en un coche junto a su señor. (Cárdenas, 2010: 81). Jeme. Medida de longitud que se establece entre los dedos pulgar e índice, extendidos. El cuello vaporoso del anciano, caído hasta un jeme sobre el pecho: lengua jadeante de su alma. (Cuesta, 1985: 109). Si baja de la garganta / más de un jeme ciertamente. (Andrade Chiriboga, 2006: 323). Jissi. El que está sonriente. Ya ponte serio, no estés jissi. Jorga. Grupo de amigos y de amigotes. Alberto, desde más allá de la Cruz, con su jorga de vagos, de los ‘agrimensores’, no dejó inadvertidas las flechas del militar. (Astudillo Ortega, 2002: 52).

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Joroba. El día posterior a una fiesta. Es lo contrario de la víspera. En tu santo tuvimos hasta una buena joroba.

L

Juan Seguro. Frase que se usa para expresar que debemos demostrar mucha cautela en cualquier asunto. Bien dicen que don Juan Seguro vivió muchos años. (Astudillo Ortega, 1973: 98). Juato. El alocado. Esta palabra proviene, curiosamente, de fatuo, elemento que nada tiene que ver con estar alocado o ser irreflexivo. Ayer han venido a visitar la mujer del Machete y la hermana menor. Y ella le ha estado amarcando. Estas chicas juatas son unas imprudentes: estando enfermas del mes amarcan a las pobres criaturas y les hacen pujar. Aura… llamen a una huambrita de 9 años para curar el pujo. (Astudillo Ortega, 1973: 170). Judío de La Merced. Frase insultante para referirse a alguien de maldad notoria. La referencia se dirige a una escultura de la iglesia de La Merced, donde hay un judío de aspecto perverso, que está en actitud de latiguearle a Jesús. Este hombre sí que es el judío de La Merced. Juin. Fórmula de encarecimiento de algo. Se trata de una especie de superlativo. Frío hace, juin. (Andrade y Cordero, 1982: 97). Jurguillas. Palabra que define al individuo que husmea en todas partes, que mira e inquiere con gran curiosidad y afán. Este niño me ha salido un jurguillas. Jurupi. Especie de bolita negra que era usada por los niños para jugar, como si fueran canicas. Se trata de la semilla de una planta. Sirve, además, para fabricar cuentas de rosario. Con rosario de jurupis, libro al revés. (Astudillo Ortega, 2002: 84). Juzgón. El individuo que gusta de criticar o juzgar a los demás, sobre todo en sentido negativo y de reprobación. Con la puerta juzgona, el poyo en cuatro y el pilar en cuclillas. (Astudillo Ortega, 1973: 4).

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Lora Una especie de insecto que ataca a determinados vegetales como morales, árboles de capulí, higueras, etc. Se las llama loras por un lejano parecido con las

aves, puesto que son de color verde y se mueven lentamente. También existen variedades de colores diferentes.


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Oswaldo Encalada Vásquez

La bola. Significa mucho, en gran cantidad. De verdad, le quiero la bola a su hija. La del estribo. La última copa que se bebe, antes de emprender un viaje, inicialmente a caballo. Que brindaban la copa del estribo. (Astudillo Ortega, 1973: 145). La del oso. Borrachera completa. Rió con nerviosidad de satisfacción, el Cucharero, que era capaz de pegarse la del oso. (Astudillo Ortega, 1973: 70). La otra. La rival, en términos amorosos. Ya se fue pues con la otra este desgraciado. La plena. Cualquier situación agradable, la real, la verdadera; lo cierto. La plena que te llamo mañana.

Lampón. Lampa más grande. Se la usa para desalojar la tierra de un lugar. Allí estaban las barretas y los lampones, con los que Alberto cavara el medroso hueco. (Astudillo Ortega, 2002: 116). Lancha. Especie de hongo que ataca a los cultivos de papa y otros vegetales. En un sector de la sala discutían los hacendados de sus problemas: de la ‘lancha’ de las heladas. (Astudillo Ortega, 1973: 46). Langarote. El individuo de gran talla. Teníamos un compañero langarote. Lanilla. Especie de cobija delgada que se usa en los lechos. Manta de hilo de lana tejida en el país y que se pone inmediatamente después de la sábana superior de un lecho, por ser muy buena para abrigo. (A. Cordero Palacios, 1985: 194).

La regalada gana. El deseo de hacer algo, sin necesidad de explicar los motivos. Me voy porque me da la regalada gana.

Lapo. Un trago, cierta cantidad de licor.

Labioso. El hablador, verboso, mentiroso. Era mismo un buen tipo, un poco mañosón, un poco sinvergüenza, medio labioso también. (Dávila, 1979: 84).

Ahora andará paseando por las Europas con la plata del café que ustedes sembraron. (Cárdenas, s.f.: 179).

Lame platito. Nombre popular del dedo índice. Para tingar debes usar el dedo lame platito. Sobre los nombres populares de los dedos de la mano Muñoz Cueva dice lo siguiente: A los cinco dedos dicen: niño bonito, sortijerito, tonto bellaco, lame platito, mata piojito: o sea: meñique, anular, dedo del medio o del corazón, índice pulgar. (Muñoz Cueva, 1959: 154).

Pagando sobre el mostrador, para tirarse un lapo. (Astudillo Ortega, 1973: 111). Las Europas. Forma popular de referirse a los países europeos.

Las tres efes. Fórmula de insulto dirigido a una mujer. La tercera palabra es una modificación de puta, para que sean tres efes. Realmente reúne las tres efes: fea, flaca y futa. (Dávila, 1977: 12). Lastimita. Fórmula para significar que se siente mucha pena por alguna situación. Lastimita ya se murió taita Julián.

Lampa. Especie de azada pequeña. Tomad en vuestras manos la barreta y la lampa. (La Escoba, Claudio Malo, antologador, 1993: 336).

Lata. La verborrea, palabrería innecesaria.

Lampear. Trabajar con la lampa. El vecino está lampeando en su terreno.

Cabalgaban las autoridades, los tenientes políticos, adjuntos, curiosos, unos poetas latosos. (Astudillo Ortega, 1973: 110)

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Y con la famosa lata, también aprendida del paisa. (Astudillo Ortega, 1973: 70). Latoso. El que usa mucha lata. Hablador, palabrero.

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Lavaza. Sobrantes de comida y desperdicios que se recogen y se dan de alimento a los chanchos. Traerás la lavaza esta tarde. Leche de tigre. Una especie de bebida que contiene licor y leche. Abramos una botella de leche de tigre. Lechón. El individuo que tiene mucha buena suerte. Este lechón otra vez se ganó el premio. Leva. La levita o saco. Los pantalones usados y la leva de casimir barato que cambió por una cadenita de plata. (Cárdenas, s.f.: 147). Líber. En los juegos infantiles de persecuciones es el sitio donde el jugador se encuentra libre. Al parecer la palabra líber es una apócope de libertad. No me puedes tocar ya estoy en el líber. Libreado. Lo que se puede comprar o vender por libras. Es mejor comprar libreado el mote. Limeño. Una variedad de calabaza de tamaño menor que el zapallo. Cfr Yubra. Y demás frutos, como zambos, zapallos, limeños, crudos, cocidos o partidos. (Astudillo Ortega, 1973: 37). Entre las diversas especies de esta notable calabaza, sobresale, por lo dulce y harinoso de su pulpa el zapallo, comúnmente distinguido con el nombre de limeño, sin duda por haber venido de Lima. Es mucho más pequeño que el ordinario y, a su vez, presenta diversas formas o variedades, más o menos dignas de aprecio. (Cordero, 1984: 67).

Limpia. La actividad simbólica de deshacerse de alguna mala influencia. Puede aparecer como sustantivo o como verbo, en este caso será limpiar. -Chuca, chuca- le rezaba, limpiándole con un puñado de montes. (Astudillo Ortega, 1973: 169). Liso. Atrevido, irrespetuoso, altanero. Ya cállate, longo liso. Llaca. Una rama desgajada del tronco. Para sembrar geranios hay que sacar una buena llaca. 106

Llachapa vida. La vida miserable, pobre y menesterosa. Así vamos pasando esta llachapa vida. Llachapiento. El sujeto pobre, miserable, menesteroso. Los que están demás, los condenados a galeras, los llachapientos y más vagabundos, que de la noche a la mañana amanecieron con oro y tierras. (Astudillo Ortega, 2002: 34). Llacta. La tierra propia. Cfr. Patria chica. Quizá otros tantos conciertos de su llacta… Explotación!, claro, cosa muy explicable. (Astudillo Ortega, 1973; 6). Llamingo. La llama. Es como aquí, puro indio, sino que hay llamingos. (Dávila, 1985a: 75). Llapango. El indígena descalzo. Es palabra ofensiva y grosera. Ya viene otra vez este llapango. Llapingacho. Especie de tortilla hecha con puré de papa, queso y manteca de color (la que lleva achiote). Es alimento que se prepara y dora sobre tiestos de barro. Véndame hornado y llapingachos. Llashaco. El leproso. Curiosamente esta palabra no tiene origen quichua –como se podría pensar por su aspecto fonético– sino español: Deformación de la voz castellana Lázaro, en el sentido de leproso o leprosa. (A. Cordero Palacios, 1985: 198). Aparece también bajo la forma llazhaco. -¡No patrón, no!-gritó el chico-. ¡Usted está llazhaco! (Dávila Andrade, 1984: 216). Llucho. Desnudo, se aplica tanto a personas como a animales. La vaca manchada había malparido y el ternerito, ‘llucho’, sin un pelo, muerto estaba entre las patas de la mama. (Burbano Cuesta, 1982: 25). Lluchu siqui. El niño cuya ropa no alcanza a cubrirle las nalgas. Este niño está lluchu siqui. Por extensión designa también al individuo muy pobre. Tantas niñas bonitas/ tantas naranjas amarillas/ tanto lluchu siqui enamorado. (Mata, 1982: 33). 107


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Lluqui. Zurdo. Los grandes escultores… Gaspar Sangurima, el Lluqui, que pide su espada a Bolívar. (Lloret, 1978: 119).

M

Lo mejorcito. Fórmula para encarecer que algo o alguien reúne las mejores cualidades. Los caballos no están esperando en casa del Dr. Célleri. Los he visto: son de lo mejorcito. (Aguilar Vázquez, 1997: 171). Loa. Especie de recitación en ciertas festividades populares. La niña de la loa era muy alhajita. Lombriciento. La persona –generalmente un niño– que tiene lombrices. Ya está enfermo otra vez este lombriciento. Longo. Muchacho, en quichua. Es una forma de insulto muy común. -Longo hocicón –le contesta ella. (Cuesta, 1983: 85). Lora. Una especie de insecto que ataca a determinados vegetales como morales, árboles de capulí, higueras, etc. Se las llama loras por un lejano parecido con las aves, puesto que son de color verde y se mueven lentamente. También existen variedades de colores diferentes. Este árbol está lleno de loras. Los Yunai. Designación popular para los Estados Unidos de América. La palabra procede de la pronunciación inglesa de United (yunait) States (Esteits). El vestido morado que me trajo mi hermano la vez que vino de los yunai. (Dávila, 1977: 40). Lucirse. Recibir algo gracias a la buena suerte. Ya sabes: que no crean… Allá no hay resfrío con semejante clima. ¡Te luciste! (Cuesta, 1983: 181). Hacer algo de excelente manera. Te luciste en el examen. Luna tierna. Designación popular de la luna nueva. No hay que lavar la ropa en luna tierna porque se pudre.

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Ilustración 13

Macana Especie de paño tejido y teñido con la llamada técnica del ikat (una forma de anudar los hilos para teñirlos). Es una pieza fundamental en la vestimenta de la chola cuencana y de la mujer campesina, en general.


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Oswaldo Encalada Vásquez

Macana. Especie de paño tejido y teñido con la llamada técnica del ikat (una forma de anudar los hilos para teñirlos). Es una pieza fundamental en la vestimenta de la chola cuencana y de la mujer campesina, en general. O tejiendo la flecadura de las macanas de sus servicias. (Astudillo Ortega, 2002: 99). Maceteador. Obrero que trabaja con la maceta, golpeando los sombreros para acondicionarlos. Se la buscan, como otros, como muchos… como los maceteadorres de sombrero toquilla. (Astudillo Ortega, 1973: 106). Macetear. Trabajar con la maceta, un instrumento parecido a un mazo de madera. El Vecino. Barrio típico donde día y noche resuena el maceteo de los obreros que arreglan la toquilla. (Astudillo Ortega, 1973: 96).

Mala nueva. Especie de escarabajo de color generalmente oscuro, en oposición a la buena nueva, cuyo color es amarillo oscuro. A estos se añadían malas nuevas y vampiros que apagaban el farol de la calle. (Astudillo Ortega, 2002: 98). Una especie de estos últimos llaman en Cuenca buenas nuevas y malas nuevas, de la familia de los coleópteros. (Solano, s.f.: 161). Mala vida. La vida desarreglada, en términos de pareja legalizada. A no ser por el genio aguantón e introspectivo de Jerónimo… comentaban, hace muchos años que se habrían roto de mala vida. (Astudillo Ortega, 2002: 36). Cfr. Vivir mal. Malcriado. El que tiene conducta desarreglada, sobre todo en tratándose de niños. Y al camarote, por malcriado. (Astudillo Ortega, 1973: 80).

Macetero. Maceta. Rozaba con sus ropas caras los maceteros de plantas anémicas. (Cárdenas, s.f.: 92).

Malero. El que hace el mal, cualquier daño. Pero, ahí tienen, hombre vivo, trabajador. ¿Dónde pes que es malero, que es matón? (Astudillo Ortega, 1973: 184).

Machona. La mujer que no es afecta a realizar los trabajos que se suponen –desde una óptica machista– propios de su género. V. Carishina. Por esas carishinas, por esas machonas, por esas calientes. (Astudillo Ortega, 1973: 23). Cfr. Huarmi.

Maleza. El pus. Puso en fogón una cáscara de huevo/que casi se hace blanca brasa y que apretó contra los labios. / Se abrieron en fruta de sangre: amaneció con maleza. (Dávila Andrade, 1984b: 291).

Machuchín. Cualquier persona, generalmente joven y de sexo masculino–se trata de un derivado de macho–. Ya has de estar de nuevo con ese machuchín.

Malhablado. El procaz, el que con frecuencia usa palabrotas. Tenía un diente a flor de labios y era sumamente malhablado. (Cuesta, 1983: 252).

Mala crianza. Designación eufemística de las partes sexuales masculinas. Yo sabré… Te contaré si me devuelves la cajita… O si me muestras la mala crianza. (Cuesta, 1983: 177). Uno de los nombres con el que nuestro vulgo conoce a las partes genitales. (A. Cordero Palacios, 1985: 201).

Malmodo. El trato áspero con una persona; demostrar aversión hacia alguien, sin motivo. De este término se ha derivado también el verbo malmodiar (sic). Siempre me respondes de malmodo.

Malaire. Una especie de indisposición que se supone ataca a las personas cuando han pasado por algún sitio poco frecuentado. Mama Shiva dijo que le ha dado malaire grande de cristiano. (Astudillo Ortega, 1973: 151). 110

Mal nombre. El apodo. En el colegio, de mal nombre me decían Tuco. Malparto. Las dificultades graves que pueden sobrevenir a una mujer luego del parto. 111


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No tienes para qué ponerte nerviosa. Solo digo que se muere de mal parto, o de buen parto, o de sobre parto, como una monja amiga mía. (Cevallos García, 1964: 44).

Mampucho. Este término designa a una persona de pequeña estatura y, además, gorda. Te has conseguido de novio un mampucho.

Maltón. El que tiene tamaño no muy pequeño; pero que tampoco ha alcanzado el desarrollo definitivo. Interminables los cuentos de las vagabunderías, desde que maltoncito le llevó el taita. (Astudillo Ortega, 1973: 49).

Manavali. Esta palabra es una forma híbrida del quichua (mana, no) y del español vale; es decir, que no vale, que nada vale. Un manavali es alguien inútil. A este baboso manavali ¿por qué le tienes todavía aquí? (Valdano, 1980: 61). Haciendo caso al manavali dementado. (Mata, 1982: 17).

Mama. Fórmula de tratamiento para las señoras de mayor edad; implica respeto y cercanía. En eso llego yo a la esquina y veo… Mama Dolores –grito– y no me contesta. (Cuesta, 1983: 89). También es forma de tratamiento popular dirigido a la propia madre. Con mi mama hicieron vender lo que había sobrado. (Astudillo Ortega, 2002: 54). Mamadera. El biberón que toman los niños. Traigan pronto la mamadera. Mama Virgen. Fórmula para nombrar a la Virgen María. Todos ustedes han cantado a mama Virgen, desde el Rengo Peralta hasta el Botón Córdova. (Astudillo Ortega, 1973: 83). Mamita. Forma popular y cariñosa de dirigirse a la madre. Genaro decía ay, un ratito más, mamita, ellos son jóvenes al fin y al cabo. (Dávila, 1979: 62). Mamita Virgen. V. Mama Virgen. Creo que no es su hija, ni de mi comadre… si parece mamita Virgen. (Astudillo Ortega, 1973: 66). Mamitica. Fórmula para manifestar pena o compasión por alguna mujer. Y ella, mamitica, aunque murió de más de los noventa, no representaba más de cuarenta. (Astudillo Ortega, 2002: 52). Mamitico. Esta fórmula, aunque originada en el mundo femenino, se aplica a un varón que se encuentra en mala situación. Mamitico, ve en dónde ha estado él, Ishico juraba que desde que empezó a cavar, le perseguía un espíritu. (Astudillo Ortega, 2002: 128). 112

Mandar a pastar chirotes. Frase con que se trata de alejar al indiscreto y al que molesta. Pastar chirotes es hacer una actividad inútil. No, él no se movería de su tierra. Iría como su hijo Atanasio a pastar chirotes en la montaña. (Astudillo Ortega, 2002: 143). Mandar sacando. Con esta frase señalamos la situación en la que a alguien se lo expulsa o despide de un lugar. Mi padrino, furiosísimo, de un carajo me mandó sacando de la bodega. (Valdano, 1980: 61). Mandarse a cambiar. Significa marcharse, dejar un lugar. Tanto le maltrataron que se mandó a cambiar. Mande. Cuando alguien llama a una persona, se puede medir el grado de confianza y hasta el nivel de estatus entre ellas, a través de estas dos respuestas: mande y qué. Si dice mande, quien llama es superior. Si dice qué, las personas son iguales o el que llama es inferior. Por eso es frecuente oír que si una madre llama a su hijo y este le responde: ¿Qué?, le regañe diciendo así: se dice mande. Mande significa ordene, lo que expresa el reconocimiento de la superioridad. En cambio qué debe entenderse como ¿qué quiere?, lo cual, a los oídos cuencanos resulta poco cortés o algo atrevido. -¡Eh, José…! / -Mande, patrón. (Burbano Cuesta, 1982: 105). En un texto de Manuel J. Calle encontramos las dos opciones de respuesta. Al cabo de un rato se presenta la señora, en figura de una india vieja, que sale refunfuñando: / -Mande, amo Francisco. / Y cuando el que responde es superior, ocurre esto: -Y bien, ¿excelentísimo señor?.../ -¿Qué?- contesta su excelencia, como saliendo de un sueño. (Calle, 1967: 185-187). 113


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Mano. En los juegos infantiles es el primer turno, el primer lugar para iniciar el juego. Ya saben, si jugamos a los trompos, pido mano. Mantenedor –ra. La persona encargada de organizar y correr con todos los gastos que ocasiona una celebración religiosa popular. Es una especie de ‘cargo’ vitalicio. Antes de la fiesta los priostes y mantenedores recorrían la ciudad de casa en casa invitando a los papás a que manden a sus hijos a la próxima pasada del Niño para lo que llevaban un jarrón de chicha de jora y un pan grande, que de recibir el regalo es porque aceptaban la invitación. (Sarmiento Abad, 1990: 137). En Cuenca el cargo más notable de mantenedora es el que recae en la persona que organiza el pase del Niño Viajero, el 24 de diciembre. Manzana chilena. Especie de níspero que en Cuenca se conoce como manzana chilena. Es el níspero de Europa, y nos parece que es el mismo, o una variedad suya, el arbolillo que en nuestros huertos se tiene, con el nombre de manzana chilena. Sus abundantísimos frutos son muy del gusto de los niños… Para que adquieran algún sabor medianamente aceptable es preciso que empiecen a podrirse, dicen los que de frutas escriben. Lo que nosotros podemos asegurar es que sirven para una exquisita conserva gelatinosa, y que, por otra parte, las plantas jóvenes de este vegetal son, ya lo hemos indicado, muy buenos patrones para injertar perales, nísperos del Japón y otras especies. (Cordero, 1984:54).

Mapanagua. Especie de bebida elaborada con guarapo y con licor. Es voz híbrida del quichua mapa, “sucio”, y del español agua. Agua sucia, por el aspecto turbio. Es una mezcla muy embriagante. No se cansaban de soplar… y con el mapanagua en guarapo maduro. (Astudillo Ortega, 1973: 30). Maquipucho. El individuo desvalido y pobre; el maltratado por todos. Los compañeros lo maltrataban y lo tenían de maquipucho. Es el muchacho, etc., que tiene el infortunio de ser maltratado frecuentemente ya por una persona, ya por otra, las más de las ocasiones sin causa ni razón, a no ser por obra de la antipatía en la que ha caído. (A. Cordero Palacios, 1985: 204). Marca devuelve. Frase humorística con la que acentuamos la idea de que aquello que prestamos debe ser devuelto. Aquí está mi lápiz. Verás que es marca devuelve. 114

Más antes. Antes, hace algún tiempo. Más antes no había tanta vagancia en las escuelas. Más conocido que la ruda. Frase con que se designa a una persona o cosa que es muy popular y conocida de todos. Este Jacinto Flores, más conocido que la ruda, de capa, bastón. (Astudillo Ortega, 2002: 42). Más cuencano que el mote. Este modismo se aplica a las personas o situaciones que reflejan con nitidez y con fidelidad el espíritu y las actitudes de los cuencanos. Como en Cuenca y sus alrededores, el acompañante infaltable y general de todas las comidas es el mote, resulta natural que al que se presenta como cuencanísimo se lo premie y se lo describa con esta frase. Esto de la comida se puede reconocer en las frases que se escuchaban en los campeonatos escolares. Las barras solían desalentar al equipo contrario gritándole: Ote, ote, ote, a ese equipo le falta mote. Más limpio que pepa de guaba. Frase que describe la extrema pobreza de alguien. Suele usarse también “pelado” en lugar de limpio. Yo les conocí más limpios que la pepa de guaba. (Astudillo Ortega, 2002: 33). Mashar. Tomar el sol, asolearse. El maestro de escuela, el de capilla, un aspirante y testigos que salían a mashar. (Astudillo Ortega, 1973: 27). Masho. Especie de mariposa nocturna de gran tamaño. También designa –por extensión– al murciélago. Cierto que hubo ladridos, volar de mashos, y chirriar macabro de lechuzos en la torre. (Astudillo Ortega, 1973: 24). Cfr. ¡Qué masho! Masoso. Que se hace masa. Se aplica sobre todo al arroz cocido. Este arroz está masoso. Más que sea. Fórmula que equivale a aunque. Toma, corre, más que sea en el ángel ándate, ¡volando! (Cuesta, 1983: 172). Mata piojito. El dedo pulgar. Recibe también la designación de “mata pulguita”. V. Lame platito. 115


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Mata pulguita. Nombre popular del dedo pulgar. Está sucio mi dedo mata pulguita. V. Lame platito. Matiné. Función de cine que se realizaba en la tarde, aproximadamente a partir de las 14:30. V. Segundear. Se la usaba como palaba de género masculino. En el matiné de hoy pasan dos buenas películas. Cfr. Vermut, especial, noche. Matón. El alumno estudioso, el muy dedicado. Los matones tienen más vacaciones. Matridemonio. Expresión jocosa para designar el matrimonio. Es que el matrimonio, hijito, debiera llamarse matridemonio. (Astudillo Ortega, 2002: 43). Mayor. V. Viejos. Mayoral. Niño disfrazado como jefe de los trabajadores agrícolas en las antiguas haciendas de la región austral. Es el personaje más notorio e importante en el pase del Niño, tanto por las ofrendas que lleva en su castillo, como por el ropaje. También puede ser una niña, y en este caso se convierte en una mayorala. Mayorales a caballo llevando consigo una gran cantidad de frutas como su mejor ofrenda al Divino Niño. (Sarmiento Abad, 1990: 136). Meado. Orina. De todos los animales / quisiera ser el venado / para meterte el cachito / por donde sale el meado. (Mata, 1982: 33). Mear. Orinar. Toda la noche me paso / abrazado del pilar / sale, pues, negrita mía/ con pretexto de mear. (Mata, 1982: 32). Measiqui. El niño pequeño y que todavía se orina en los pantalones. Avisarás, no serás measiqui. Mecha. Algo fastidioso, que incomoda. Ya vienes con la mecha de tu trabajo.

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Mediano. Especie de bandeja de regular tamaño. Compadre, venga, haga causa- le insinuaba un mediano de cuy con papas y ají rocoto. (Astudillo Ortega, 1973: 29). Melcocha. El alfeñique, especie de caramelo hecho con panela. En la esquina venden melcochas. Mercachifle. El comerciante –generalmente ambulante– que vende mercaderías pequeñas y de poco precio. Indios de ponchos negros y de enormes sombreros ‘saraguros’, se detienen ante un mercachifle que pregona milagros, de pie sobre una silla. (Cuesta, 1983: 107). Merecido. El individuo que se cree merecedor de nuestros miramientos y consideraciones, sin que haya motivo para ello. Quítate, eres un merecido. Merienda de negros. Reunión desordenada y bulliciosa. No hubo almuerzo, no hubo merienda, o mejor, fue la merienda de negros. (Astudillo Ortega, 2002: 111). Mestizo. Variedad de pan. V. Raspagañote. Forjen la torta del colegial. Consistía ello en partir en sus dos tapas el mestizo, y rellenarlo de queso y raspadura, pasándolo con la plancha con lo que resultaba una tostada de rechupete. (Astudillo Ortega, 2002: 56). Meter en la colada. Involucrar a alguien en algún asunto. Apenas llego y ya me metes en la colada. Metido. Entrometido, metiche. -Vos metido, ¡entra!- y la doña retornó a su poyo con el niño. (Cuesta, 1985: 133). Mezquinar. Este verbo tiene en la lengua cuencana por lo menos dos significaciones. La primera equivale a defender a alguien de un peligro. Si no llego a tiempo para mezquinarle, lo matan. (A. Cordero Palacios, 1985: 206). El segundo sentido es, en cambio, tratar de evitar que alguien se ayude con algo que es nuestro. No me mezquines solo voy a coger un poquito.

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Mi bonita. Vocativo de uso muy frecuente en los mercados populares. ¿Qué está buscando, mi bonita?

Mismo. Fórmula para encarecer una negación.

Midecalles. El ocioso y vagabundo. Y por las cuatro esquinas la jorga de agrimensores o midecalles que decía el barrio. (Astudillo Ortega, 2002: 50).

Mistela. Especie de bebida elaborada con agua, aguardiente, azúcar, canela y otros ingredientes. Alguna vez, recuerdo las tardes polvosas y cálidas de los domingos: visitas, mistela y ditirambo. (Dávila, 1977: 94).

¡Miércola! Interjección que expresa enfado, es un eufemismo por mierda. Ándate a la miércola y no me molestes. ¡Miércoles! Variación de miércola. Vid. Milico. El soldado, el militar. Grupos de milicos, con ruido de espolines, carajeaban y quiteñizaban. (Astudillo Ortega, 1973: 159). Mindala. La mujer vendedora en los mercados. Su nombre suele ser tomado como modelo de procacidad y mala conducta. Con un tiple de falsete, de mindala, la Emperito reñíale, y reñíales a todos desde que se levantaba. (Astudillo Ortega, 2002: 36). Minga. Trabajo comunitario y gratuito a favor de alguien o de una obra pública. Antes de que hubiera autos ni esta carretera, pasamos por aquí mismo, con las mingas, el año 15. (Astudillo Ortega, 1973: 108). Mirarrau. Onomatopeya de la voz del gato. Si yo fuera gato negro / a tu cama me brincara, / a tu madre le arañara / y a vos te hiciera… mirarrau! (Mata, 1982: 34). Misha. La verruga. Vean, me ha salido una misha en la mano. Mishi. Nombre del gato, y también voz para llamarlo. Llamó al felino: -Mishi, mishi, mishi… El gato se detuvo. (Valdano, 1980: 110).

Ni para qué he de avisar, no mismo quiero. (Cuesta, 1983: 38).

Mitayo. Forma grosera para dirigirse a un indígena, así como también a alguien que no lo es. Si no tuviera que cuidar aquí el robo de los mitayos, pero has de caer. (Astudillo Ortega, 2002: 47). También se puede usar en femenino. Rabo caliente es la mitaya. (Cuesta, 1983: 110). Mojar la palabra. Beber licor. Bueno, esto está ya muy hablado hay que mojar la palabra. Mojosearse. Enmohecerse, adquirir moho. La abuela de estas niñas sacaba a secar en cueros la plata, a que no siga mojoseándose. (Astudillo Ortega, 2002: 53). Molinillo. El niño muy inquieto y travieso. Se pronuncia también como molenillo. Ya estate quieto, niño, pareces un molenillo. Mollete. Variedad de pan. Véndame unos diez molletes. Monstruo. Fórmula para encarecer una acción o una situación; un precio, etc. En la pronunciación descuidada suena como monrro. Entón… monrro más lindo que Panamá ha de ser pes. (Astudillo Ortega, 1973: 100).

Mishico. El miserable, el tacaño. En tu grupo de amigos hay uno que es un mishico.

Montado. Un jinete. El ruido del agua le impidió que percibiese la proximidad de un montado. (Astudillo Ortega, 2002: 117).

Mishiojos. La persona que tiene ojos verdes, es decir, ojos de gato. Mi sobrino salió mishiojos.

Morboso. El que tiene tendencia a espiar ocultamente a las mujeres. Ya no seas morboso.

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Morcilla. Especie de embutido hecho con tripa de cerdo y relleno con sangre del mismo animal sacrificado. Se pone además, coles, arroz, arvejas y especies. Las tripas de morcilla babeadas de los platos. (Cárdenas, s.f.: 108). Moreteado. De color azulado y morado al mismo tiempo. Mi pierna, después del golpe está moreteada. Morlaco. El habitante de Cuenca y de su zona de influencia. Inicialmente fue una designación ofensiva desde una óptica etnocentrista y capitalina (Lloret, 1978); pero hoy es ya una designación asumida con todo orgullo por los ciudadanos de Cuenca. Un tal Crnl. Vega, blanco, chapudo y de buenas barbas, con sus botas de búfalo, su poncho de Castilla y el sombrero veterano de cinta azul, cayó prisionero de los ‘rojos’, con sus mocitos de armas tomar y un puñado de morlacos, tan leales y valientes. (Astudillo Ortega, 1973: 9). Morochamente. Adverbio que señala que una acción se la realiza, crudamente, sin la cortesía ni los buenos modales necesarios, sin reparos ni delicadeza. El Pueblo Cuencano que habla limpia, libre y morochamente con franco corazón. (Mata, 1982: 2). Mosquimuerto. El que finge inocencia. Vean ese está hecho el mosquimuerto. Mosquito. Especie de orquídea cuya flor semeja maravillosamente el cuerpo de una pequeña mosca. El mosquito es una diminuta orquídea de los valles del Tomebamba, reproducción admirable de la figura del díptero mosca. (Moreno y Vázquez, 1977: 225). Mote. El alimento básico del cuencano. Se trata del maíz cocido, acompañante infaltable en la mesa popular. Siquiera el motecito. Con eso ya los indios… -Y nosotros también; ya ven que nada llena la barriga como el mote. El mote es padre y madre. -Lo primero en la mesa, ‘nuestro motecito’; si no las huahuas ni prueban la comida. (Astudillo Ortega, 1973: 105). 120

Hay algunas variedades y formas de servirse el mote. Están: el mote sucio (el que se prepara con los residuos de la fritada), el mote choclo, el mote pelado, (Por tus ríos cantadores, / por tus chapas pitadores, / por tus cuyes bien asados, / y por tu mote pelado. (Canción popular de Carlos Ortiz Cobos). El mote casado (en nupcias con el poroto: Se llevó a cabo el festival de ‘mote casado’ organizado por la Cooperativa Jardín Azuayo. (Diario La Tarde, octubre 18 de 2016: 4). El mote cauca (el que no está totalmente cocido), el mote pillo, el mote con cáscara, el motepata (propio del carnaval). Motepata. Plato especial de las comidas de carnaval. Contiene mote y pedazos de carne de chancho, chorizo. Se condimenta con pepa de zambo o maní. Las familias solían prepararse con tiempo a la celebración de tan hermosos como honestos días, a fin de que no faltasen los elementos indispensables al yantar carnavalesco. Ricos y pobres habían de comer ineludiblemente el famoso motepata, un guiso atroz que no he podido probar en mi vida. (Calle, 1967: 165). Motolo. Romo, lo que no tiene filo. Este cuchillo está motolo. Mozo. El amante. Y que era mozo de la Churuda. (Astudillo Ortega, 1973: 44). Así, con médicos y todo, murió de parto el otro día la moza del Chumalón. (Astudillo Ortega, 1973: 148). Mucha. El beso. Carucha dame una mucha/ que me voy al purgatorio. (Mata, 1982: 34). Muchacha de mano. Una clase de trabajadora doméstica. Sirviente que no se ocupa en menesteres de cocina, pero sí en arreglo de piezas, ropa, etc., y en llevar recados. (A. Cordero Palacios, 1985: 203). Muchacho. Un pequeño artefacto para colocar cosas. Por ejemplo para sostener la bolsa de pasar el café se necesita de un muchacho. El carpintero me hizo este muchacho. Vázquez amplía esta significación: Nombre con que designamos una silla, o más comúnmente una tablita que, pegada por el borde horizontalmente a otra vertical sujeta a la pared, sirve para poner el candelero. (Vázquez, 1992: 69). Al parecer la descripción de Vázquez se aproxima a la de una repisa. 121


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Muchar. Besar. Los novios ya se pueden muchar. Muchas de las veces. Frase que significa simplemente muchas veces. Muchas de las veces no tenemos recursos suficientes. Mucho lote. Esta frase se aplica a quien fanfarronea de su gran poder o preeminencia en algún asunto. Porque haces eso ya te crees el mucho lote. Muerto de hambre. El menesteroso o también el miserable y tacaño. El muerto de hambre éste, a veces atina. Sentenció la Nati. (Dávila, 1985: 71). Mujercita. Fórmula despectiva para dirigirse a una mujer indígena. Oye, mujercita cuánto pides por la col. Mujer mala. La prostituta. –¡Persígnate!... Pasó una mujer mala –ordenan al sirviente. (Cuesta, 1983: 99). Mushca. Interjección lanzada a los perros como orden para que ataquen. Eran sus ojos iracundos, como de can, al cual se dice: ¡mushca! para que ataque. (Muñoz Cueva, 2000: 129). Muspa. Bobo. Ya te he dicho tantas veces, no seas pues tan muspa. Mutu. El mutilado o mocho. Con el mutu Ishico, que cuidaba de la casa, esa noche departían. (Astudillo Ortega, 2002: 122).

n Nacimiento. El pesebre, el arreglo navideño que se lo realiza con diversos elementos vegetales como musgos, huicundos, bromelias, etcétera. Anticipaban las brisas un olor a montes de Nacimiento. (Astudillo Ortega, 1973: 11). Nada jabón. Fórmula de negación enfática. ¿Quieres responsabilizarte por esto? –Nada jabón. Nadar en plata. Fórmula para encarecer la riqueza de una persona. Porque para todo el mundo nosotros quedamos nadando en plata. (Dávila, 1979: 80). Nadie sabe lo de nadie. Frase con que damos a entender que muchas cosas desgraciadas que nos afectan son desconocidas para los demás. Claro, qué han de saber, si nadie sabe lo de nadie. Negro danza. Uno de los participantes en el pase del Niño. Se trata de un niño disfrazado de negro –teñido con hollín, con peluca– y que lleva unos palos delgados, llamados juanchillos, para marcar el baile y golpearlos por debajo de las piernas. Una capa de cintas policoloradas, prendidas a los hombros. Los negro danzas, los rucos. (Astudillo Ortega, 1973: 153). Ni a bala. Frase con que se asegura que algo no ha de hacerse de ningún modo. No me comprometo en eso, ni a bala. Nicticudo. El que finge inocencia, el que disimula y aparenta lo que no es. Ya viene este nicticudo, tendrán cuidado.

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Nigua. Cierta especie de fruto diminuto y de color rojizo, cuando está maduro. Es comestible. O en busca de niguas y de shulalags, y de otros chupetes de los últimos términos. (Astudillo Ortega, 2002: 21). Ni me va ni me viene. Con esta frase expresamos que algún asunto no nos interesa ni nos produce rechazo. Nos es indiferente. Sabes que lo de tu problema ni me va ni me viene. Ninacuro. La luciérnaga, en quichua. Conversan en la última esquina, casi cantando, como siempre, entre las sombras, mientras los ninacuros se encienden sobre las pencas. (Cuesta, 1983: 229). Ningún comedido sale con bendición. Refrán popular que señala la inconveniencia de ser comedido, porque su acción suele ser mal vista y mal comprendida. Verdad es lo que he oído decir siempre: ningún comedido sale con bendición. (Valdano, 1980: 61). Ningunear. Tratar a uno de manera desconsiderada. Cfr. Cholear. Te ninguneaban, ninguneándote con toda la sangre azul nacida debajo de la cama. (Mata, 1982: 15). Niño bonito. Designación humorística y satírica de alguien que quiere ser demasiado considerado. Yo sirviera por $ 100 mensuales; y no de niño bonito, sino sudando de seis a seis. (Astudillo Ortega, 1973: 118). El dedo meñique. V. Lame platito.

No. Este adverbio de negación suele ser usado de una manera especial, como si se tratara de una fórmula de aceptación. –Debes intentar ir por este lado. / - Cierto, no. Al parecer este no resulta ser una especie de apócope de toda una frase, que podría ser No lo había imaginado, no lo había pensado. No conocer ni en pelea de perros. Frase humorística para designar el hecho de no conocer a alguien. Yo a ese tipo no le conozco ni en pelea de perros. No dar la hora. Significa no hacer caso de una persona. Te saludo y no me das ni la hora. No hay vuelva luego. Esta frase sirve para indicar que en algún asunto o decisión tomada, no puede haber réplica, reclamo ni impugnación. Con este rector no hay vuelva luego. No más. Frase típica y de uso muy general. Es tan frecuente que hay personas que la escriben como si fuera una sola palabra. Su significado es variado. Puede significar poca distancia, algo de poca importancia, resignación, etcétera. Vean ya son las once, váyanse no más a dormir. (Dávila, 1985b: 28). No parar bola. V. No dar la hora. No pegar los ojos. No dormir en toda la noche. Anoche yo no he pegado los ojos- decía Da. Ashuquita. (Astudillo Ortega, 1973: 170).

Niño Dios. Advocación del niño Jesús. El niño Dios va desde las viviendas de las cholas a los templos, bajo lluvia de flores de retama. (Cuesta, 1983: 225). Cfr. Chagrillo.

No sé cuántos. Con esta frase se refuerza la expresión del desconocimiento sobre algo o sobre alguna persona. -Se casó con un no sé cuántos, abogado, creo. (Dávila, 1983: 132).

Niño Viajero. Representación escultórica del Niño Jesús. En su honor se celebra la famosa Pasada del Niño, el 24 de diciembre de cada año. Recibe el nombre de viajero, debido a que su dueño inicial lo llevó de viaje a los lugares santos en Palestina. En los primeros años fue el mismo doctor Cordero Crespo quien conducía al Niño Viajero en el carro alegórico. (Sarmiento Abad, 1990: 138).

Noche. Función de cine que se proyectaba a partir de las 20:30 o 21:00. Solo los que no tienen que trabajar van a la noche. Cfr. Vermut, matiné, especial.

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Noche cuencana. Celebración nocturna que se realiza en los barrios de la ciudad de Cuenca, con ocasión de sus fiestas de independencia o fundación. En el barrio tendremos la noche cuencana. 125


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Nunca, jamás, amén. Fórmula que sirve para encarecer que algo no debe ni puede ser realizado bajo ninguna circunstancia. ¿Conseguir eso conmigo? Pues nunca, jamás, amén.

ñ Ña, aféresis de niña. Su carro de las piedras ya debía estar en Cuenca… Y en manos de Ña Judicha. (Astudillo Ortega, 1973: 59). Ñaña. Hermana. ¡Viva la ñaña del compañero! Por esa ñaña se avisaban notas. (Astudillo Ortega, 1973: 80). Ñaño. Hermano. Toma, convidarás a tus ñaños. (Cuesta, 1983: 86). Ñarra. Muy pequeño, refiriéndose básicamente a los niños. Es una ñarra y ya me grita. Ñaupa tiempos. Los tiempos antiguos. Ñaupa es voz quichua que significa precisamente lo antiguo, lo pasado y remoto. Romeros y Donosos, que hicieron época genial, como los Andrades, en sus ñaupas tiempos. (Astudillo Ortega, 2002: 22). Ñeco. Un golpe, un puñetazo. Discutieron tanto que se dieron algunos ñecos. Ño. Aféresis de niño. Voló Joel en pos de ‘ño Napoleón’ que ahora era médico. (Muñoz Cueva, 2000: 123). Ñoña. Excremento humano. Esos gringos de ñoña no mandan collares. (Cevallos García, 1964: 82).

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Ñora. La señora, la esposa. Ya se fue a la calle con la ñora. Ñuto. Pequeño; fragmento pequeño. Mateus refería de esa mutilación: -se hizo ñuto- más bien ocurrida, cuando era trabajador y ganaba en Huigra. (Astudillo Ortega, 1973: 123)

o

Ocurrencias. Sucesos en los cuales se demuestra inteligencia, humor, perspicacia y gracia. Fue una de las tantas ocurrencias de los célebres barbones del 95. (Astudillo Ortega, 1973: 9). Ocurrido. Persona cuyo carácter es algo cómico; inteligente, gracioso. Inalterable de carácter, agudo y ocurrido, nunca salieron de la negrura de sus gafas… otra cosa que bromas, tomaduras, prontitudes y agudezas. (Astudillo Ortega, 1973: 75). Cfr. Chusco. Oficial. El aprendiz de un oficio. En los talleres artesanales, el maestro llamaba de este modo a sus aprendices. En el caso de este platero se indicaba que su oficial no ha de andar vagando ni ocioso. (Arteaga, 2000: 34). Oído de tísico. La imaginación popular atribuye a los enfermos de tisis (tuberculosis pulmonar) una gran agudeza auditiva; por eso, quien tiene oído de tísico lo oye todo. Habla con voz baja porque ese inspector tiene oído de tísico. Oite. Forma popular de llamar la atención de alguien. Bueno, oite, reponte bien. Aura que no está aquí el viejo voy a matar a la gallina. (Astudillo Ortega, 2002: 112). Ojipollo. Forma de tingar la bola en algunos juegos infantiles. Yo no aprendo todavía el ojipollo. Ojo. Especie de enfermedad conocida también como mal de ojo. En la casa de la Lucha estaba la Mama Shiva curándole el ojo al chico. (Astudillo Ortega, 1973: 169). ¡Ojó! Especie de interjección para significar que algo no nos importa. -No te he de dar la plata. / –Ojó. 128

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Ojón. El que tiene ojos grandes. -¡Ojona ha sido¡ ¡Qué linda! ¿Dónde la tenías? (Cuesta, 1983: 37).

P

Ojo seco. Con esta frase se designa a alguien que, al parecer, trae la mala suerte. No le dejen entrar que ese es un ojo seco. Olleta. Una olla pequeña. Fueron a seguir tejiendo el sombrero que quedó mojado con la tusa que esponjea el agua de la olleta. (Astudillo Ortega, 1973: 54). Olletón. Especie de artefacto de la pirotecnia azuaya. Se trata de un potente explosivo. Afuera tronó el más estrepitoso olletón, avisando a diez leguas en torno el paso de la media misa. (Astudillo Ortega, 2002: 87). Operario. El aprendiz de un oficio. Cfr. Oficial. Ya en ese tiempo yo era operario de don Julio en la herrería. Oratorio. Reunión deportiva y de recreación que solían organizar los sacerdotes salesianos los días domingos en la tarde. Nos vemos en el oratorio. Orines. La orina. Ese momento, pasaba Manuel, conduciendo un enorme cubo de orines. (Cuesta, 1983: 301). Orondo. El que está muy orgulloso y pagado de sí mismo. Aura ya ves lo que es la plata: el Manco se pasea orondo en la ciudad. (Astudillo Ortega, 1973: 195). ¡Oye! Exclamación que se lanza en señal de protesta o de reproche ante alguna situación de abuso. ¡Oye, no le pegues! Ozhota. El calzado rústico y pobre que usaban algunos campesinos. Casi no te reconocemos; pareces miso soldado hecho y derecho. ¿Ónde la cotona, ónde las ozhotas, ónde tu trenza bien peinada…? (Moscoso, 1985: 45). La palabra aparece también escrita como oshota u ojota. Pasan indios con cargas de rojas tejas y ladrillos, sonoras las ojotas y los sombreros ahormados la víspera. (Cuesta, 1983: 83). 130

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Papas locas Platillo de la cocina popular. Está elaborado con papas pequeñas, enteras, cuero de chancho –la cuchicara–, pepa de zambo o maní. Hay la tendencia a cambiarles de nombre, llamándolas papas con cuero.


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Pachilla. Lo que es superfluo, lo accesorio, lo inútil; tanto en lo físico como en lo intelectual. En su discurso solo hubo pachilla.

que nuestra moneda era el sucre y los panes costaban, el más pequeño y usual, veinte centavos, una peseta o dos reales, que era lo mismo. Ya no hay pan de cuatro.

Pacotilla. Lo que es de inferior calidad. Nunca hemos tenido nada de lo que nos hemos dicho, o si lo tuvimos fue… de pacotilla, como quien dice. (Dávila, 1977: 13).

Pan de huevo. Especie de pan cuya superficie suele ser brillante, por la clara con que se lo unta. Ahora ya no fabricamos pan de huevo porque ya no resulta.

Palanqueta. Especie de pan de consistencia más dura que de ordinario, y de forma alargada. Me gusta la palanqueta con nata.

Panachó. Especie de abrigo de falda mucho más corta que los ordinarios. Pásame mi panachó café y ordena al ama de llaves que ponga la manta eléctrica en mi cama. (Cevallos García, 1964: 78).

Pallca. Horqueta, arma de niños para cazar pájaros. Cuando estaba en la escuela ya usaba mi pallca.

Panela. El azúcar sin refinar, que se vende solidificada bajo diferentes formas. Acaba de mandarme a decir el señor Argudo que no me olvide de enviar por el quintal de panela. (Cuesta, 1983: 125).

Palo grueso. El individuo adinerado. En este barrio solo viven los palos gruesos. Palpablito. Lo que está patente, palpable, claramente manifiesto. Ahí está, palpablito el engaño. Palte. La tarima o palos donde duermen las gallinas. En el corral está el palte. Pampa. Llano, terreno generalmente no cultivado. Este barrio hace años era solo una pampa. Pan blanco. Especie de pan de apariencia más blanca que los otros, por la calidad de la harina. Para el café, nada mejor que el pan blanco. Pan de agua. Especie de pan cuencano. Para mañana tendremos pan de agua. Pan de casa. Especie de pan que, se supone, es de mejores características que los simplemente fabricados para la venta. Aquí vendemos pan de casa. Pan de cuatro. Era una pieza de pan de cuatro reales, que, en comparación con la pieza de dos reales, era de mayor tamaño. Todo esto en el tiempo en 132

Panelón. Especie de ladrillo más grande que los ordinarios. Para este muro se necesita de mucho panelón. Panteón. El cementerio. -Por allá va uno- señalaban por la calle del panteón. (Astudillo Ortega, 2002: 146). Panteonero. El guardián del cementerio o panteón. Casado con Emperito, la hija del panteonero de Totoracocha. (Astudillo Ortega, 2002: 35). Paño. Cierta clase de mancha en la piel de las mujeres embarazadas. Se supone que cuando hay paño la mujer tendrá una niña. La Rosita está con paño, seguro que ha de tener una hijita. Pañolón. El paño grande con que se cubren algunas mujeres. La falda chillo, la bufanda otavaleña, el distintivo pañolón a cuadros. (Astudillo Ortega, 1973: 23). Papa. El tubérculo muy usado en toda forma de cocina. Existen diversas variedades de papas. De alverjas y de papas cañarejas… chauchas y cubaleñas. (Astudillo Ortega, 1973: 22). 133


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Otras variedades son la papa locrera (para hacer el locro), la papa Gabriela, la papa carrizo, la súper chaucha, la bolona, etcétera.

Párug. El maíz que no está totalmente maduro. Cocinemos este maíz porque ya está párug.

Papacara. La cáscara de la papa. El puerco sí come la papacara.

Pasada. Otra designación para el pase del Niño. Vid.

Papas locas. Platillo de la cocina popular. Está elaborado con papas pequeñas, enteras, cuero de chancho –la cuchicara–, pepa de zambo o maní. Hay la tendencia a cambiarles de nombre, llamándolas papas con cuero. En el mercado venden unas ricas papas locas.

Pasando de coles a nabos. Esta frase se la utiliza como ayuda para pasar de un tema a otro muy diferente.

Para lo más de. Con esta frase se expresa la displicencia y el menosprecio por alguien o por alguna situación. Con esta ropa está bien, para lo más de ir a las elecciones. Para que no patee el puerco. Frase con la que se justifica la ingestión de cierta cantidad de licor luego de haberse servido carne de puerco. Se supone que esta carne se puede volver indigesta. Después de esta fritada nos servimos una copita de puro para que no patee el puerco. Paracaidista. V. Pavo. Hice una venia a la santa que se encontraba a unos tres metros de distancia y en vez de contestar el saludo me quedó mirando de manera despectiva y seguramente confundiéndome con algún vulgar paracaidista. (Sarmiento Abad, 1990: 111). Parada. Una muda completa de ropa nueva. Cfr. Postura. Para la escuela te daré una parada completita. Parar las orejas. Estar atento, prestar mucha atención. -¿Quién será la feliz que ha tejido el que escogerá la Virgen? / La pequeña chola paró las orejas… (Cuesta, 1983: 387). Pararse. Mantenerse firme en una opinión. No cedas- le dice, al pasar, la María Grande. ¡Párate en los dos sucres, sí vale! Ten paciencia. (Cuesta, 1983: 104). Partidario. La persona que siembra un terreno al partir, es decir a medias, con el propietario. Hay que hacer cuentas con el partidario. 134

Las típicas pasadas de Niño con misa cantada; cohetes, cera y repiques de primera. (Astudillo Ortega, 1973: 11).

Bueno, pasando de coles a nabos, ¡me vas a devolver o no la canasta! Pase. Pase del Niño: Nombre de una bella procesión exclusivamente cuencana de tiempo de Navidad. La víspera de esta fiesta y el día de Reyes. A veces el día mismo de Navidad. Es procesión vistosísima y grandemente concurrida de pueblo. Con carros alegóricos y variadísimos disfraces de niños, en que la fantasía popular reproduce costumbres antiguas, modernas y modernísimas. Llama la atención la perfección de los disfraces. Hay niños y niñas que hacen de mayorales y mayoralas, a la moda antigua, en traje de indios, llevando al patrón (en este caso el Niño) cantidad de frutos del agro, frutas, cuyes asados, pan, choclos cocidos, algún corderillo vivo y encintado, todo lo cual va sobre un borriquillo en el que cabalga el mayoral o la mayoral. Esta lleva su huango, que está provisto de fino algodón de la farmacia, en vez de lana de oveja. El mayoral lleva un chicote en la mano. Como casi siempre son muy pequeños los niños, una persona mayor lleva de la brida al borrico. Hay disfraces de religiosos y monjas, soldados, obispos, oficiales, gitanos, aviadores, cow boys o vaqueros, indios danzantes, negros danzantes o negritos, bailando que llevan unos palitos bien pulidos en las manos, con los cuales llevan el compás. No son negritos auténticos, sino teñidos la cara y con peluca rizada. E indios salvajes del oriente, llevando animales vivos, como monos pequeños y loros. Los disfraces principales o de mayor categoría son los Reyes Magos y el Ángel de la Estrella, que van a caballo. Los jinetes ya son jovencitos que pueden cabalgar por sí solos. Su traje de reyes no es oriental, sino vestido de reyes medioevales europeos. Como de protagonistas, digamos, van la Virgen y San José; ella una bella niña y él un guapo muchacho. El Niño Dios es una imagen del templo. Una o dos bandas de música acompañan la procesión, entonando la típica música del tono del Niño. Pide, en suma, la procesión ser filmada a colores pues es, ciertamente, una hermosa e interesantísima manifestación de arte popular”. (Muñoz Cueva, 1959: 103-104).

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Pasoso. Significa que algo es contagioso. El sarampión es pasoso, tendrán cuidado.

Patucha. La botella de licor de tamaño pequeño. Vamos a beber, ya compré una patucha.

Paspa. Variedad de pan. La palabra paspa es quichua y designa una especie de ligera excoriación –como si se tratara de un empolvoramiento– de la piel. Anda a comprar el pan paspa.

Patucho. Pequeño. Mi hermano se quedó patucho.

Pasposo. El que padece de paspa. Naciste en el mojón de la barriada con la pulla lambisqueándote los pasposos labios desteñidos. (Mata, 1982: 6). Pata caliente. Frase con que se define a la persona que es andariega. Ya te has ido. Eres una pata caliente. Patalsuelo. El descalzo. Me tratas como si fuera un triste patalsuelo. Pata llucha. Con el pie descalzo. Yo jugaba pata llucha. Patentierra. Descalzo. Por el camino de Naranjal y patentierra iban con sus piaras. (Astudillo Ortega, 2002: 90). Pato. El que es tomado como víctima para que pague los platos rotos –las consecuencias negativas– en cualquier circunstancia. Un indígena… que en sus grandes jumas, desbuchábase en delirios de grandeza, le cayó de pato. (Astudillo Ortega, 1973: 69). Patria chica. La tierra propia, el hogar y lugar de cada uno. A los tiempos que les veo –se decía Chombo– asistiendo desde su camarote a la épica ritual de la Patria chica, por la Patria grande. (Astudillo Ortega, 2002: 143). Patrón. Forma usada como vocativo, con el fin de granjearse la benevolencia de una persona. - Tres sucres dice… ¿Oí bien? Loca creo que está la doña, vea usted esto, mi patrón. (Cuesta, 1983: 104). 136

Pavo. El que sin ser invitado se presenta en una fiesta. Recibe también el nombre de paracaidista. A las nueve de la noche en la fiesta estaban ya solo los pavos. Peaño- ña. El esposo o esposa de quien celebra un santo o fiesta de onomástico. -¡Aquí se sienta la Santa! / -Aquí el peaño. (Cevallos García, 1964: 86). Pecho amarillo. Designación de las botellas de licor que tienen etiqueta amarilla. Solo me alcanza para una pecho amarillo. Pegar. Castigar. Están inconocibles: se ríen cuando uno les pega. Hablan sin que uno les oiga. (Cuesta, 1983: 166). Peleón. El individuo proclive a pelearse. Quítate majadero, sois un peleón. Pelo de choclo. Los filamentos de la parte femenina de la flor del maíz. Es elemento utilizado para elaborar aguas medicinales. Hagan una agüita de pelo de choclo. Pelotas. Forma eufemística usada para no decir pendejo. No seas pues tan pelotas, cómo vas a hacer eso. Pena pena. La planta –y la flor– conocida también como fucsia, zarcillo o como bailarina. La infusión de sus flores se la reputa como medicinal y para combatir la pena, de ahí el nombre. Sufría las primeras aflicciones de su ‘mal de amor’… Con eso, la flor de Cristo, la cardiaca y la flor de la pena-pena, le aseguraron. (Astudillo Ortega, 1973: 194). Pendejada. Cualquier cosa o asunto que nos molesta o que es intrascendente. 137


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¡Buena pendejada! A la vejez viruelas. (Cevallos García, 1964: 71).

Pico. La boca.

Dejaraste de pendejadas, Dafne. (Dávila, 1979: 65).

Con el pico cerrado yo estuviera con semejante rabo. (Cuesta, 1983: 110).

Pendejón. No muy pendejo, algo tonto. Este supervisor es un pendejón.

Es también la herramienta conocida como zapapico.

Penitente. Forma eufemística usada para no decir pendejo. Oyte, penitente, ¿por qué no me saludas?

Pico de oro. El gran orador, o simplemente el gran hablador.

Peor que qué. Frase ponderativa de la mala cualidad o condición de algo o alguien. Este señor sí que es peor que qué. Percha. Solterona. Las dos de la misma edad, dos perchas iguales, solteronas, solitarias, solidarias, sonámbulas en la vida y de repente… (Valdano, 1980: 78). Perra de trago. Especie de recipiente para conducir licor. Se lo fabricaba con lona encauchada. Una perra de trago podía contener varios galones de aguardiente. El mismo cupé que solía repartir las perras de contrabando, para sacar de apuros al bolsillo de los ilustres. (Astudillo Ortega, 1973: 161). Tendré que salir a la calle con una barrigota; como una monja vieja, como una perra de trago. (Cevallos García, 1964: 12). Perro. Entre las personas dedicadas a tejer sombreros de paja toquilla es el comisionado que compra los productos. Ya mañana ha de venir el perro por más sombreros. Pes. Pronunciación popular de pues. -Iré a ver. / -¿Para qué pes? (Cuesta, 1985: 124). Pesquisa. El agente de policía que realiza investigaciones. Allí estaban ya algunos pesquisas que habían regresado de la búsqueda pero no traían la menor noticia. (Moscoso, 2009: 27). Pichirilo. El vehículo pequeño y usado. Para irme al trabajo necesito un pichirilo.

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Se rompió el mango del pico y ya no puedo trabajar. Los picos de Oro alimentaban al pueblo de azucarada elocuencia. (Aguilar Vázquez, 1997: 93). Para el panegírico del caso, fue necesario escoger a un auténtico Pico de Oro de los muchos que en illo tempore maullaban por aquí. (Cevallos García, 1957: 21). Piedra de sacar candela. Especie de piedra blanca, muy dura. Cuando se golpean dos de ellas, con la suficiente fuerza, saltan chispas. Otras, las más crecidas, recogen pequeñas piedras blancas ‘de sacar candela’, en las faldas. (Cuesta, 1983: 176). Pilchi. Esta palabra tiene dos significados: 1) Cabeza. Así se han desperdiciado buenos pilchis. (Astudillo Ortega, 1973: 56). 2) Algo de poco valor y por lo que se siente desprecio. Toma, aquí está tu pilchi mochila. Pilissiento. El piojoso. Pilis es piojo en quichua. No me vengas a molestar, pilissiento. Pinganilla. Elegantón y pobre, el que presume de lo que no posee, en términos de riqueza. Qué pinganilla viene la Lucha. (Astudillo Ortega, 1973: 35). Pintiparado. Elegante, muy presentable, presumido, distinguido. No sé si su oferta que me hace da para reírme o vanagloriarme de que voy a tener un compañerito pintiparado, gracias a su merced. (Sarmiento Abad, 1993: 66). Pioquinto. Especie de dulce de la repostería cuencana. Se lo elabora con yemas, azúcar y vino. Metiéndose en la cocina ella en persona, para hacer los pioquintos y las aguas aceradas. (Dávila, 1979: 73). 139


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Piquear. Trabajar con el pico. Mejor me voy a piquear en la huerta.

Plata de bolsillo. El dinero que se usa para gastos pequeños. Vendí la vaca y todo se hizo plata de bolsillo.

Piropo. Especie de pequeño proyectil hecho generalmente de papel doblado y en forma de ángulo. Los jóvenes suelen lanzarlos a las muchachas en las noches del Septenario cuencano. Vamos, ya traje los piropos para esta noche.

Platudo. El rico, el adinerado. Hasta las autoridades se olvidarían de que usted es un ladrón, un reo, viéndolo elegante, platudo, generoso. (Cárdenas, s.f.: 95).

Pirulo. El poroto, cuando este es instrumento de juego. En el recreo vamos a jugar a los pirulos. También se aplica, metafóricamente al niño pequeño. Pisa. Castigo muy fuerte. Las palizas, los tormentos y otras pisas infligidas a su primera mujer, a la pobre Cutula. (Astudillo Ortega, 1973: 71). Pishhh. Interjección que se usa para significar reprobación, fastidio, disgusto ante algo. -Se acabaron las inscripciones. / -Pishhhh. Pitag. Onomatopeya del bofetón o chirlazo. Funciona también como sustantivo. Si sigues molestando te voy a dar un pitag. Pitimucha. Mujer de la tradición cuencana. Fueron reconocidas –puesto que no era solo una– por su buen servicio culinario. Los de la jorga quedaron en espera de Lauro, para igual despedida, con un cuynic, donde las Pitimuchas. (Astudillo Ortega, 1973: 162). Pituco. El individuo presumido, vanidoso, elegante. Miraban con extrañeza el ciudadano chaleco, el sombrero de pituco que llevaba. (Cárdenas, s.f.: 178). Pizho. Arrugado. No te frunzas tanto que pronto vas a quedar pizho. Plantilla. El individuo presumido e incumplido; informal. Con tal de amanecerse jugando con los plantillas de los guaneños en la posada de las Pangolas. (Astudillo Ortega, 1973: 168). 140

Pleitista. El individuo que anda buscando problemas y líos. Ya déjate de cosas. Sois un pleitista. Pobre diablo. El individuo insignificante y de ningún poder ni prestigio. Que era solo un pobre diablo, dictaminaría terminante. (Cárdenas, s.f.: 98). Polainas. Las botas de caña alta. Preparar las alforjas, las polainas, las espuelas, el pantalón de montar. (Astudillo Ortega, 1973: 42). Pollera. Pieza fundamental del vestuario de la chola cuencana. Se trata de una especie de falda ancha elaborada con bayeta u otros materiales, y generalmente bordada. Una pollera cubre a la tejedora desde los hombros, a manera de capa. (Cuesta, 1983: 95). Ponderar. Encarecer, exagerar, tanto en lo positivo como en lo negativo. Vean, -les dije-, reuniéndoles a los indios. Por idor a la costa está sin pata. Les ponderé los males, y ellos… ¡riéndose! (Cuesta, 1983: 164). Ponerle el ojo. Significa tomar a alguien como objeto de vigilancia, odio o malevolencia. Sabía que la muerte me puso el ojo/ desde la primera vez/ que pronuncié la palabra ausencia. (Jara Idrovo, 1980: 3). Ponerse en papas. Asociarse varias personas (dos, tres, cuatro o algo más) para juntas comprar algún producto –en este caso, papas–. Así, se pueden poner en papas cuatro personas para comprar un quintal, y luego se lo reparten. -¡Pronto! ¡‘Póngase en papas’! -le dicen las que le rodean-. ¡Dichosa! (Cuesta, 1983: 106).

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Porai. Frase popular para indicar una vaga circunstancia de lugar. Se trata de una aglutinación de la frase por ahí. Porai me he de ir si no me comprendes.

Pristiño. Especie de buñuelos de la cocina cuencana. Te morías de gana de atragantarte los pristiños y las roscas de yema. (Dávila, 1977: 11).

Por aquí es más recto. Frase con la que se indica que algo se hace de mejor manera y con mayor rapidez si es que se la ejecuta como lo hacemos nosotros. Sonó la sirena y por aquí es más recto, nos fuimos.

Privarse, V. Requemarse. Creyéndolo que estaba privándose, condujéronlo a dormir en el altillo. (Astudillo Ortega, 2002: 82).

Por Dios santito. Fórmula de juramento popular. En una de estas pongo a los chicos en un orfanato y me largo, por Dios santito que me largo. (Dávila, 1977: 86). Por fa. Por favor. Por fa ¿me prestas el lápiz? Por fis. Por favor. En la palabra fis se encuentra presente el influjo del término inglés please (pronunciado como plis), que significa precisamente por favor. Por fis, ¿me puede decir la hora? Por las puras. Significa que algo se hace o se dice sin ninguna razón. Esta misma frase puede alargarse con aditamentos como alverjas (por las puras alverjas) o y santas (por las puras y santas alverjas). Por las puras alverjas te disgustas. Por si las moscas. Significa que algo se hace o se dice en precaución de algo que podría sobrevenir. Por si las moscas mejor apago el radio. Posibles. Ser de suficientes posibilidades económicas. Con la venta de cucharas ‘y con tanto trabajo’ se había hecho de posibles. (Astudillo Ortega, 1973: 74). Postura. V. Parada. Ya ves lo que te ha dado la postura nueva a que salgas de los cuarenta. (Astudillo Ortega, 1973: 138). Potrero. El campo de pastoreo para los animales domésticos; llano. Deben oler a durazno, a hierba de potrero, a dulce de membrillo. (Cárdenas, s.f.: 21). 142

Prosudo. El que ostenta demasiada prosa. Este gordo es un prosudo. Pucha. Eufemismo por la interjección puta. ¡Pucha que frío! Púchica. Variante de pucha. Vid. Puchicanas. Variante de pucha. Vid. Púchicas. Variante de pucha. Vid. Pucho. La colilla del cigarrillo. De humo de tabaco, de draques escupidos, de puchos pisados. (Astudillo Ortega, 1973: 76). Púdrete. Exclamación de rechazo y de reproche a alguien que no acepta hacer lo que le pedimos. –No quiero irme. / –Entonces púdrete. También se puede usar en otra forma modal, como ahí te pudres. Puerticalle. La puerta de la calle. En las antiguas casas cuencanas había una puerta, la de la calle –la puerticalle– y al final del zaguán la puerta de acceso al interior de la vivienda. Como ocurría cuando la tuna era con llave a la puerticalle. (Astudillo Ortega, 1973: 102). Puf. Interjección que sirve para expresar asco. Sin lavarlo, sin pelarlo; con pelos y todo. ¡Qué porquería! ¡Qué asco! ¡Puff! (Cevallos García, 1964: 11).

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Pujo. Cierta especie de enfermedad que aqueja a los niños pequeños. Se manifiesta con llanto continuo e insomnio. Ayer han venido a visitar la mujer del Machete y la hermana menor. Y ella le ha estado amarcando. Estas chicas juatas son unas imprudentes: estando enfermas del mes amarcan a las pobres criaturas y les hacen pujar. Aura… llamen a una huambrita de 9 años para curar el pujo. (Astudillo Ortega, 1973: 170). Pulchungo. Que tiene lana abundante y ensortijada. Me compré un perro pulchungo.

Puro. El aguardiente que todavía no ha sido mezclado con agua. De su bolsillo no faltaban el naipe, la botella de puro, el revólver. (Astudillo Ortega, 1973: 125). Esta misma palabra puede funcionar como adverbio, con el valor de solo o solamente. -Si no ha sido lora… ¡Puro plumas! (Cuesta, 1991: 23). Puuu. Interjección cuyo significado es idéntico al de ¡Pishhh! Vid.

Pullma. Comerciante que viene del norte del país, usualmente de la provincia del Chimborazo. Hay docenas de toldas blancas que recuerdan los mercados árabes, y, bajo su sombra, indias de la lejana provincia del Chimborazo –‘pullmas’– que recorren el callejón andino. (Cuesta, 1983: 105). Pululún. Onomatopeya de la caída de un cuerpo. Aparece registrada también como pululum. Hasta que en una de esas piedras ¡pululum! Se volteó y se ahogó. (Valdano, 1980: 59). Puntas. Licor fuerte, es el que se obtiene al inicio y fin de un proceso de destilación. Vaciaron la última dosis del gloriado, con buena punta. (Astudillo Ortega, 2002: 60). Puñete. El golpe dado con el puño. El renombre de Mateus era tan mágico, como el de los craks del deporte y otros campeones del puñete y de la patada. (Astudillo Ortega, 1973: 146). Pupo. El ombligo. Paraqués –como decía ella– no dejaba de bendecirles con el pan, que cada hijo nos trae pegado en el pupo. (Astudillo Ortega, 2002: 35). Pupo llucho. Con el ombligo descubierto, al aire. Tápate, que estás pupo llucho. Purcha. Cualquier aglomeración de hilos u otras cosas menudas. Sus cejas afelpadas y más purchas y velones de sus barbas. (Astudillo Ortega, 2002: 142). 144

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Q

¡Quisha! Interjección usada para ahuyentar a algunos animales domésticos, sobre todo gallinas. Puede aparecer también como quizha.

Ilustración 15


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¡Qué chucha! Frase con que se expresa una situación cuyas consecuencias negativas no nos importan. Me lanzo al agua, ¡qué chucha! También puede ser usada para formular un reclamo violento. V. ¡Chucha! ¡Qué churos! Expresión eufemística por ¡Qué chucha! Me voy a ranclar, qué churos. ¡Qué gara! La palabra gara –originada en garañón– servía para designar al cuy macho, al cuy valiente, al camorrista, y al pegador de los demás. Pues esta palabra dejó los cuyeros y se trasladó a la lengua de la ciudad y de los jóvenes para designar a aquello que es bonito, muy bueno, excelente, de mejor calidad en cualquier situación. De modo que en Cuenca a una buena película se le puede decir ¡Qué película tan gara! o quizá, garísima. ¡Qué goce! Expresión que significa que algo es agradable, divertido. ¡Qué goce! Cómo nos reímos en la fiesta. ¡Qué hueso! Qué inútil, que poco listo o avisado. ¡Qué hueso, te dejas ganar de ese! ¡Qué masho! Expresión que sirve para manifestar la vergüenza que se ha sentido. Me cogieron al descuido. ¡Qué masho! Quesillo. Queso fresco y sin sal. Es ingrediente que se usa en la cocina tradicional. Puede ponérselo en las sopas. Aquí barriga llena, tontito; quesillos, ¡harto mote! (Cuesta, 1983: 31).

Quierde. Esta es otra frase típica de la lengua azuaya y cuencana, que ya fue muy bien estudiada por el gran Honorato Vázquez (1992: 175). Para alguien que no conozca nuestras costumbres lingüísticas le parecerá una forma estrafalaria; pero el sentido es muy claro, aunque la forma haya evolucionado casi caprichosamente. Su origen viene de la pregunta: ¿Qué es de…? ¡Quierde la cuchara!, ¿Y qué es de la cuchara, dónde está? Que iban a traer máquinas, a sacar maravillas, a comprar casas, hacer unos chalets… ¿Y quierde? (Astudillo Ortega, 1973: 190). Quinde. El colibrí. Por las abras del tumbado cruzaban raudos, quindes multicolores a chupar en las campanas. (Cuesta, 1985: 129). Quinde-mosca. La variedad más pequeña de colibrí. Si quieren por más tiempo, consíganme un quinde-mosca, pero que casi no se le vea de tan pequeño. (Cuesta, 1983: 199). Quiño. Puñetazo. También designa el acto de dar golpes a un trompo, cuando se ha perdido una competencia infantil. Los golpes se dan con el clavo del otro trompo. De broma a broma se fueron de quiños. ¡Quisha! Interjección usada para ahuyentar a algunos animales domésticos, sobre todo gallinas. Puede aparecer también como quizha. Voz con la que nuestros labriegos, y el vulgo en general, ahuyenta a gallinas, pavos u otras aves de corral. (A. Cordero Palacios, 1985: 237).

Quesitos. Pequeños dulces –en forma de quesitos diminutos, precisamente– que se venden usualmente en la fiesta del Septenario. Señora, deme dos quesitos. ¿Quién te cogiste? Frase humorística y de acusación al mismo tiempo, dirigida contra una persona cuando se ha perdido algo. A ver, quién te cogiste mi lápiz.

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R Rabadilla. La parte final de la columna vertebral. Mi mamita amaneció con dolor de la rabadilla. Rancla. El acto de ausentarse voluntariamente de clase. Ese día fue la primera vez que me ranclé. Ranclarse. Faltar a clase. El colegio castigará a lo que se ranclen. Rango. Un rango era la formación más o menos ordenada que seguían los alumnos al abandonar la escuela. Salían formados por rangos que seguían diferentes direcciones. De estas filas se desprendían los estudiantes que ya habían llegado a su domicilio. Los ‘rangos’ se alejan de la gran puerta de la escuela, largos y rectilíneos. Un hermano se para en cada esquina del edificio y los vigila y ordena. El rango del Chorro, toma la derecha y sigue hacia el barrio lejano, más corto en cada cuadra, hasta que, ‘frente a la Botica’, se rompe en grupos aislados. (Cuesta, 1983: 262). Rapadura. La panela. El vino es agua de rapadura y los sucres no son sino tiestos de latón. (Astudillo Ortega, 1973: 16). Rascarse la barriga. Frase que significa estar ocioso. -Cansado de rascarse la barriga se va al oriente a lavar oro, y ahora …¡Caballero! (Cuesta, 1983: 98). Raspadura. Variación por rapadura. Vid. Raspagañote. Variedad de pan.

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Decimos así al pan elaborado de casi solo salvado o afrecho, porque parece que va a raspar la garganta con su asperosidad. A aquel pan debemos decir acemita; pero no tampoco solo cemita, que es palabra que empleamos, así como también mestizo. (Muñoz Cueva, 1959: 123).

Réquete. Fórmula de exageración. Se trata de una especie de superlativo bajo la forma de un prefijo, es aplicable a sustantivos y adjetivos. -¡No faltaba más!… Hijos, réquete hijos, desde ahora. (Aguilar Vázquez, 1997: 371).

Ratalango. Forma despectiva de llamar a cualquier individuo. Ciertamente era uno de esos ratalangos. (Astudillo Ortega, 1973: 73).

Resabiado. El individuo contumaz y muy experimentado para hacer algo malo. Estos ladrones resabiados no respetan nada.

Rebozo. Cierta prenda del vestido de la mujer indígena. Te llevó a misa con paño nuevito, con ese rebozo de Castilla. (Astudillo Ortega, 1973: 139). Reclinatorio. Especie de mueble pequeño que servía para que las personas, sobre todo las beatas, pudieran arrodillarse en misa. Damas principalísimas, a cada una de las cuales acompañaba un coro de 20 doncellas, de 7 a 70 años, portando cada virgen un enorme farol, amén de la alfombra para el perro y silla y reclinatorio para la Niña grande. (Cevallos García, 1957: 22). Recoger los pasos. Ciertos ruidos que –asegura la gente– ocurren cuando una persona acaba de morir. ¿Quién podía recoger los pasos? (Astudillo Ortega, 2002: 122). Recorderis. Un aviso, una alerta para no olvidar algo. Mañana me haces un recorderis a eso de las 10. Unos ostentaban jaculatorias, latinajos, recorderis. (Astudillo Ortega, 1973: 186). Reilón. El que tiene tendencia a reír, el que ríe frecuentemente. Otra vez estás aquí, reilón. Relámpago. Especie de panecillo de la repostería cuencana. Es una suerte de cono cuyo interior se rellena con dulce. Cómprenme los relámpagos.

Retaco. El individuo pequeño y gordo. Flores, composturas, alfombras, que dizque al viejo retaco le dan plata. (Astudillo Ortega, 2002: 54). Reto. Cierta clase de composición poética de carácter crítico y humorístico que se recita en algunas festividades populares. En la fiesta de San juan hubo un buen reto. Revendón. El revendedor en los mercados. No compres donde los revendones, siempre es más caro. Revolverse. Darse la vuelta, volver el rostro. -¡Revuélvanse! –les dice a los hermanos–. Ya revuélvanse, duerman. (Cuesta, 1983: 147). Robapelo. La libélula. Puede aparecer también como robapelos. En ese charco hay un robapelo. Rodado. El que es muy experimentado. Para casarse hay que ser bien rodado. La comadre que es rodada, se encargó de preparar el fiambre i te aseguro que nada nos falta. (Aguilar Vázquez, 1997: 267).

Rempujar. Empujar a alguien, generalmente de forma violenta. ¡Qué le pasa, señora! ¿Por qué me rempuja?

Rodilla de Cristo. Especie de pan cuencano. Recibe también la designación de tuguiana. Vid. Lo de rodilla de Cristo es una metáfora entre la cubierta de este pan, que tiene coloración rojiza (por el achiote) y con la apariencia de una herida, por el queso; con la rodilla lacerada de Cristo en la cruz. En este barrio hacen ricas rodillas de Cristo.

Requemarse. Sufrir una muy fuerte intoxicación alcohólica, con delirios, accesos de iras y otros trastornos. Cfr. Privarse. Ya no le den más trago que puede requemarse.

Romper la crisma. Romper la cabeza. No sé por qué no lo hice lo que debí hacer muchos años atrás, romperle la crisma, para que viera. (Dávila, 1979: 80).

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Rompope. Especie de bebida hecha con huevos y aguardiente. La jalea, la gelatina, el rompope. (Dávila, 1977: 22).

S

Roña. La trampa, sobre todo en los juegos con canicas o bolas. Los niños dicen “Roña cae en cambroña”. Al parecer la frase inicialmente era algo más larga. Esto y no otra cosa da a entender su dicho: el que hace roña cae en Cambroña. (A. Cordero Palacios, 1985: 57). Roñoso. El que es tramposo en los juegos; sobre todo en los infantiles. Ya deja de quejarte, sois un roñoso. Rosas de Castilla. Variedad de rosas silvestres. Con ellas se elabora una especie de colirio popular. Lávese con agüita de rosas de Castilla, eso alivia. (Cuesta, 1983: 91). Rosca. Forma grosera y descomedida de referirse a los indígenas. Ya ven UU. Lo que son estos roscas cuando se civilizan. (Astudillo Ortega, 1973: 89). Roscas de yema. Especie de dulces de la repostería cuencana. Iban a traer dulces y golosinas… donde las Caravacas; roscas de yema. (Astudillo Ortega, 1973: 58). Ruco. V. Veterano. Runa. La palabra quichua runa, que significa nada más que hombre, persona, o indio, es usada en Cuenca con doble significación: 1) Como fórmula de insulto para señalar que algo no es de raza conocida, hablando de ciertos animales, que es mezclado. El perro runa es muy bueno para cuidar la casa. El perro era un perro ordinario ‘runa’, negro y feo. (Burbano Cuesta, 1982: 39). 2) Como fórmula de encarecimiento de buena calidad. Esto se escucha exclusivamente cuando se trata de huevos. Se dice que el huevo runa –llamado también huevo de gallina criolla– es de excelente calidad, en sabor, en color de su yema, frente a los huevos de gallinas que viven en criaderos de tipo industrial y que se alimentan con balanceado. El huevo runa está muy caro. Rupango. Forma grosera y descomedida de referirse a los indígenas. En el mercado ahora hay muchos rupangos. 154

Saber al agüita. V. Saber como el agua. Saber como el agua. Situación de conocer y repetir algo con mucha fidelidad. V. Al agüita. Esta lección sí que me sé como el agua. Se usa también en diminutivo: agüita Sabido. El experimentado, el ducho en algo. El sabido del Julio ya se anticipó a toditos. Sacar a tienda. El hecho de que un hombre se case con una mujer que servía en una casa. Al hacerlo la sacaba a una tienda, para independizarla. Cfr. Salir a tienda. Que le había sacado a tienda a la Rápida. (Astudillo Ortega, 1973: 44). Sacar chocolate. Esta frase se origina en el léxico escolar. En este contexto chocolate es sangre. Generalmente se saca chocolate de la nariz. De pronto, el pelirrojo se detuvo, llevándose las manos a las narices. Ya lloraba. –¡Le sacó chocolate!– gritaron los espectadores, viendo sangre. (Cuesta, 1983: 243). Sacar cuyes. Provocar tronidos en los huesos, sobre todo de las manos, al apretarlas y estrujarlas. A cada rato te sacas cuyes. Sacha. Palabra quichua que significa falso. Para eso también tiene una labia el sacha-guayaco, que es de oírle. (Astudillo Ortega, 193: 155). 155


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Salado, Baños. Esta es una frase que, si se desconoce el origen y la situación de la ciudad, carece de sentido. Este modismo se origina en el hecho de que los buses que hacían –y hacen– todavía el recorrido de Cuenca hasta la parroquia de Baños, pasaban también por el lugar llamado El Salado. De modo que los controladores –conocidos popularmente como chulíos– lo que hacían era vocear los destinos para convocar a más gente. Gritaban: ¡Salado, Baños! Esta misma frase pasó, por la creatividad de la población, a significar una cosa diferente: salado se usa también –ya no como nombre propio– para designar a la persona que está salada, es decir con mala suerte. Por esa razón se oía ¡salado, Baños! en el contexto en el que se quería significar que a tal persona le había acaecido alguna desgracia. Salidor. El que sale. Epítetos literales como estos: Salidor de diputado, entrador en los laberintos de la Hacienda Pública. (Astudillo Ortega, 1973: 82). Salir a tienda. Dejar el servicio doméstico una mujer, independizarse por su propia cuenta. Cfr. Sacar a tienda. Que, como la anterior, iban dejándola, para salirse a tienda con su dote. (Astudillo Ortega, 2002: 99). Saludes. Forma plural de salud. Era una manera de ofrecer o enviar deseos de salud. Muchas saludes de l’interna. (Astudillo Ortega, 1973: 32). Sangorache. La misma planta conocida como ataco. Vid. Sangre liviana. Esta frase designa las características de una persona que cae muy bien, que es simpática. Este niño es de sangre liviana. Sapo. El astuto, el sagaz. Se portó, como dicen ustedes, sapísima, nos presentó una cuenta de gastos de mama Canda. (Dávila, 1979: 75). Saramontón. Agrupamiento de personas acostadas encima de una que quedaba como base. Es palabra híbrida del quichua sara, “maíz”, y del español montón. Montón de maíz. Polleras y ponchos en saramontón, tendiéronse a pasar la noche en los corrales. (Astudillo Ortega, 2002: 72). 156

Sarnoso. Especie de pan cuencano. Tengo tanta hambre que me comería dos sarnosos. Seca. Especie de tumor formado en los ganglios de la entrepierna. No camines así que te va a salir una seca. Seguilón. El que tiene la costumbre de seguir a otra persona. Es adjetivo que se aplica generalmente a los niños pequeños. Ya está aquí este seguilón. No me deja en paz ni un minuto. Segundear. Entrar a la segunda de las dos películas que antes proyectaban en las sesiones de matiné (en la tarde). Cuando estábamos en el colegio íbamos a segundear en el teatro Cuenca. Semejante. Fórmula de ponderación para cualquier cosa o persona, tanto en lo positivo como en lo negativo. No. Bien quisiera… ¡Semejante niña! Pero no. (Cuesta, 1983: 91). Sémper. La línea de partida para un juego de bolas o canicas. Nombre que nuestros muchachos dan invariablemente a la raya que trazan en el suelo, cuando juegan a las bolas, y desde la cual se han de lanzar, al principio de un partida, las que hacen de tiradoras. (A. Cordero Palacios, 1985: 247). Seño. Apócope de señor o señora. Iba a cumplir exactamente, y cada vez con fidelidad exclusiva, las recomendaciones de Seño Ashuquita. (Astudillo Ortega, 1973: 36). Señorita. La mazorca de maíz que ya empieza a crecer y madurar. Y, para mayo, las cañas de maíz de los sembríos grandes están altas y esbeltas, y porque están así, y les han brotado apretadas mazorcas, la gente las llama ‘señoritas’. Los choclos se les hinchan, con plateados pezones, juveniles las hojas. (Cuesta, 1983: 209). Septenario. Una de las más reconocidas fiestas de la ciudad de Cuenca. Aunque es, propiamente, una celebración religiosa, actualmente se la vive como una gran festividad laica donde se exhiben y venden dulces de muchas clases. Se escribe también como Setenario. V. Dulces de corpus. Salgamos al Septenario para ver quemar los castillos y comer dulces.

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Festividad religiosa exclusivamente azuaya, que se lleva a cabo en el mes de junio, durante siete días, no ‘en homenaje de Dios y de sus santos’. Como ya dice el Diccionario de la Real Academia, sino en homenaje exclusivo de adoración y respeto al Santísimo Sacramento del Altar. Cada uno de tales siete días corre a cargo de priostes voluntarios que salen de entre los más escogidos miembros de nuestra sociedad, como son señoras, sacerdotes, doctores, comerciantes, agricultores, señoritas y niños. Cada uno de los grupos que tiene a su cargo un día de la fiesta procura ser más espléndido que el otro, ya en las funciones religiosas que se realizan en el templo de la Catedral, ya en los regocijos populares, y ya en las recepciones que ofrecen en sus casas a sus numerosos relacionados y amigos. La fiesta es eminentemente popular; los días en que se realiza son los más hermosos del año por su lucidez. No se sabe, a punto fijo, cuándo se instituyó esta clásica fiesta entre nosotros. (A. Cordero Palacios, 1985: 247).

Serapio. Designación humorística para el cero. Me saqué Serapio en el examen. Ser de la gurupera floja. El hecho de que una mujer se preste para ser fácilmente conquistada y seducida. La gurupera es una parte del arnés de las cabalgaduras; una pieza que va sobre las ancas. Si está floja, se cae o resbala. Y como la diablo croque ha sido de la gurupera floja… U. se la ha echado al hombro. (Astudillo Ortega, 1973: 155). Ser demás. Significa que alguien posee una cualidad en grado extremo, generalmente en sentido negativo. Este primo mío sí que es demás. Ser el todo. Situación de una persona que es muy importante y decisiva en algún asunto. Su sobrino era el todo del banco. (Astudillo Ortega, 1973: 46). Ser fósforo. Significa que una persona tiene carácter explosivo, irritable por cualquier asunto aun pequeño. Mi hermanita sí es que es fósforo. Ser hígado. Ser de mal carácter, rabioso. Tu suegro es hígado.

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Ser leído. Tener algún grado de instrucción formal. La frase suele alargarse, con intenciones humorísticas, a ser leído y escribido. Soy leído, cholo, soy algo leído. (Moscoso, 1985: 50). Mientras usted y su otra tía que no era ‘ni leída ni escribida’, como ella misma afirmaba. (Dávila, 1977: 93). Ser un Barrabás. Frase que designa a un niño muy travieso, alborotador, díscolo. Tu hermanito sí que es un Barrabás. Ser un Gestas. Frase que se aplica a una persona muy traviesa, mal inclinada. Como apodo aplicamos a los sujetos feos, repulsivos, perversos, este nombre que tradicionalmente se da al mal ladrón, compañero de Dimas el Santo. Ignoramos de dónde origine el señalamiento de este nombre: Gestas. (Vázquez I, 1991: 318). Ser un tigre. Con esta frase se designa al individuo muy listo y avispado para hacer algo. En eso soy un tigre. Eso, él mismo me lo dijo. (Valdano, 1980: 60). Ser vicio. Tener una costumbre muy arraigada. Vos que sois vicio del cine, avísame si alguna vez dan una cinta con ella. (Dávila, 1985b: 59). Sereno. La serenata. En el cuarto del Ciego se preparaban los moceriles serenos. (Astudillo Ortega, 1973: 75). Shacsho. El hablador. Por shacsho te pasan esas cosas. Shalicas. Designación para las estudiantes del colegio María Auxiliadora (Salesianas) de la ciudad de Cuenca. Vamos a la esquina de las shalicas. Shulalag. Especie vegetal que crece en las cercas vivas. Produce una pequeña baya alimenticia que, cuando está madura, es negra. O en busca de niguas y de shulalags, y de otros chupetes de los últimos términos. (Astudillo Ortega, 2002: 21).

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Shulla. El rocío que queda sobre las plantas. Y tuviste un buen susto, o que te ha cogido el páramo, y pisaste en la shulla cualquier cosita. (Astudillo Ortega, 1973: 132). Shungar. Sentir pasión amorosa por alguien. Shungar es verbo híbrido, derivado del quichua shungu, corazón. Le ves y te shunga, no. Shunsho. Tonto. Es palabra española, de zonzo, modificada por la fonética cuencana. Ya te he dicho que no es así, no seas tan shunsho. Simpático. Bonito, hermoso, hablando de personas. Has tenido una ñaña muy simpática. Sin decir esta boca es mía. Frase que describe el hecho de mantenerse una persona en absoluto silencio. Ella preparó el café y le sirvió sin decir esta boca es mía. (Dávila, 1977: 88). Sin más que la gana. Frase que significa que algo se ejecuta sin ninguna razón en particular. Un jovenzuelo, apostado detrás de un pilar del portal de la Gobernación, sin más que la gana, solo por su brutez ociática, os gritó. (Mata, 1982: 18). Sin más que más. Frase que significa que algo se hace sin motivo. Sin más que más, hubo cierta sobra de razón para calificarla a la morada del Uzhno, como casa de masones. (Astudillo Ortega, 2002: 15). Sin provecho. El ocioso, el inútil. No te irás a casar con ese longo sin provecho. Sin qué ni para qué. Frase que tiene el mismo significado que sin más que más. Vid. Sipi. Esta palabra es usada como una fórmula para alargar la afirmación. -¿Me trajiste el libro? / Sipi. Cfr. Ssipi. Sirvienta de casa grande. La empleada doméstica que trabaja en casa de gente rica y que, por ello, se presenta muy presumida. Lo usual es –¿era?– que se le designara como china, sirvienta o chola de casa grande. 160

Pero las altas pirámides decrecen, vaciándose en las canastas de las sirvientas de casas grandes. (Cuesta, 1983: 105). La majestad con que deambulan las cholas de casa grande obedece a que cargan follones con un peso aproximado de 80 kilos netos. (Cevallos García, 1957: 23). Si te he visto no me acuerdo. Con esta frase expresamos cierta situación de olvido, verdadero o no. No me vengas con que si te he visto no me acuerdo. Muy bien sabes quién soy. So… Fórmula usada para dar énfasis a una recriminación o un insulto. So es una especie de abreviatura de señor. Que me largue con ese caballo grandote y sucio, so ignorante. (Cárdenas, s.f.: 119). Soberado. Desván; especie de altillo. O quebrarán los carrizos con telarañas del soberado. (Cárdenas, s.f.: 88). Sobrenombre. El apodo. De sobrenombre le decían Caca de cuy. Sobreparto. V. Malparto. Sobrestante. El capataz. -¡Don Ricardo se ha hecho sobrestante!- gritaron los muchachos al verlo, pues venía con polainas, como suelen estar los capataces, entre el barro. (Cuesta, 1983: 169). Sol de aguas. Expresión que describe una situación, generalmente en la mañana, en la que se siente un calor excesivo provocado por el sol. A este hecho se lo toma como augurio de que habrá lluvia. Casi no se puede respirar con este sol de aguas. Sol de los venados. Cierta coloración que adquiere el sol en las cumbres andinas, a la hora del ocaso. Indica la hora de la tarde en que está cerca de ponerse el sol y es cuando más frecuentemente se dejan ver los venados paciendo en nuestros pajonales. (Cordero Palacios, 1985: 267). La areola y el pezón de tus senos, / recuerdan el fulgor desfalleciente/ del sol de los venados/ en las cumbres de las colinas. (Jara Idrovo, 2015: 109).

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Soltar globos. El acto de lanzar globos. A esta especie de artefacto de la pirotecnia tradicional se lo llena con aire caliente y humo que proporciona una pequeña mecha de trapos. El humo le hace elevar. Es uno de los acontecimientos de las celebraciones populares generalmente religiosas. -¿Puedo irme a Santo Domingo?- preguntó cuando se levantaron de la mesa-. Hoy sueltan globos. (Cuesta, 1983: 16). Solterito. La situación de ser soltero, expresada con mucha satisfacción y gusto. Con todos los sustos, con todas las inquietudes de la aventura prefería seguir suelto, libre, solterito. (Astudillo Ortega, 1973: 159). Agenciosa, huarmi, linda cholita es la Nati, solterita y todo. (Burbano Cuesta, 1982: 64). Sonar. Castigar, golpear a alguien. Sigue así y ya mismo te sueno. Soñarle. Dejarle inconsciente a alguien, como consecuencia de un fuerte golpe. Tanto me molestó que le soñé. Cfr. Dejar soñado. Sopocho. Pequeño de estatura. Has tenido una prima horrorosa y sopocha. Sortijerito. Designación popular para el dedo anular, el de la sortija. Se lo designa también como sortejerito. Me lastimé el sortijerito. V. Lame platito. Nombre que las madres dan al dedo en que se lleva la sortija, cuando juegan con sus niños, designando a todos los dedos, partiendo del meñique, de este modo: Niño bonito, Sortijerito, Tonto bellaco, Lame platito y Mata piojito. (A. Cordero Palacios, 1985: 252).

Sucho. El cojo. -Eso es lo que quema.- Sabe dejar suchas. (Astudillo Ortega, 2002: 127). Suco. El rubio. El Suco va de rector. (Astudillo Ortega, 1973: 191). Sudoso. El que suda mucho, sudoroso. Oró en sus adentros: –por el sudoso, por el chumado, por el tontote de mi Nacho. (Astudillo Ortega, 1973: 188). Sueltos. Las monedas de baja denominación o valor. Si quieren que sea rápido traeranme sueltos. Sujsu. El mirlo, sujsu es palabra quichua. Aparece también como suksu. Suksus chocarreros silban en las matas, bajo el eucaliptal lejano. (Andrade y Cordero, 1982: 101). Sulfurarse. Encolerizarse. Pero, mi amor, no te sulfures; anda donde don Goyo y averigua primero de qué oveja se trata. (Cevallos García, 1964: 52). Súper naval. Una clase de tela de coloración azul oscura. Se la usaba para confeccionar pantalones. Hay que comprar una vara de súper naval. Suplido. Dinero que se adelanta a un trabajador, para favorecerlo. No me vayas a resultar tú también como la vecina que había pedido un suplidito… (Cevallos García, 1964: 43). Suspiro. Especie de dulce hecho con clara de huevo y azúcar. Se lo hornea. Es el merengue de otras culturas. Vengan a comprar el suspiro.

Ssipi. El que tiene la piel cubierta de leves escoriaciones. Cfr. Paspa. Este longo es un ssipi. Aparece también escrito como sipi. Vid. Sipi…, tarozo…, ladrón / Cerda-buchi. (Andrade Chiriboga, 2006: 319).

La diferencia entre sipi (Vid) y ssipi es que el ssipi de insulto tiene una suave sonorización del fonema /s/ 162

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T

Taita Amito. Fórmula de respeto para referirse a Dios. Amarcadas de sus longos, mostrándoles con el dedo a Taita Amito en el Altar. (Astudillo Ortega, 2002: 85). Taita cura. Variación de taita curita. Vid. Ya mismo, taita cura, ¿no ve? Ya está casi lavando… La batea es de veras. (Cuesta, 1983: 175). Taita curita. Designación popular del sacerdote. Volví a recordar las linduras del taita curita, al que ni siquiera conocía. (Valdano, 1980: 25). Taita Dios. Fórmula de respeto para referirse a Dios. Yo sé que con Taita Dios hago mis mejores negocios. (Astudillo Ortega, 1973: 84). Taita Diosito. Fórmula familiar y de respeto para referirse a Dios. Taita Diosito nos ha de ayudar en esta situación. Taitas. Los padres. Estudiaban para médicos y abogados, porque los taitas chacareros para eso se sacrificaban. (Astudillo Ortega, 1973: 43). Taitito. Fórmula familiar de referirse al padre o también a un sacerdote. Taitito, por Dios, con estos ojos que se han de hacer tierra. (Astudillo Ortega, 2002: 118). Tamo. Las cañas secas del trigo o la cebada. Vio a sus hijos ¡los cholos!, revolcaban en el tamo, con el perro negro. (Cuesta, 1985: 123). 165


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Tapa. Alguien muy rudo y que no puede comprender ni estudiar. Ya te he explicado, no seas tan tapa. Tapado con tusa. Frase que se usa para designar el licor que se vende en botellas de cualquier clase, por ser alcohol artesanal. En estos casos se suele tapar la botella con una tusa. Vamos a comprar una botella del tapado con tusa. Taralla. Caña seca de la planta del maíz. Sus claveles que, tras los tupidos setos de doradas tarallas, agachan sus cabecitas escarlatas. Cfr. Calcha. (Muñoz Cueva, 2000: 8). Tarea de… Con esta frase designamos despectivamente a un grupo de personas. Ya están aquí, tarea de vagos. Tarosso. Pequeño, débil, enfermizo. Desde ayer le veo a ese tarosso en la esquina. Se escribe también como tarozo. Sipi…, tarozo…, ladrón / Cerda-buchi. (Andrade Chiriboga, 2006: 319). Tartoso. El tartajoso, el que tartamudea. Mi primito es tartoso. Tatay. Variación de atatay. Vid. -¡Tatay! –gritó otro, con los ojos abiertos sobre el desnudo amigo– ¡Hasta eso ha sido zhuro! (Cuesta, 1983: 141). Tejedoras. Por antonomasia las tejedoras de sombreros de paja toquilla. Ya asoman las primeras tejedoras, en grupo. (Cuesta, 1983: 85). Telegrama. Un pedazo de papel que se coloca en el hilo de las cometas cuando estas se encuentran en el aire. El impulso del viento hace que el papel ascienda por el hilo. Este es un telegrama. Veamos quién manda mejores telegramas. Temblequear. Temblar, mostrarse tembleque. Aún le temblequean las mandíbulas, y sobre los ojos hay dos nubes pesadas. (Cárdenas, s.f.: 174). 166

Temblón. Tembloroso. Describiendo a la mujer tendida en un lecho, sola, llorosa, con sus manos ‘temblonas’ (¡bella palabra, muy tuya!). (Dávila, 1985a: 86). Temeridad. Fórmula de ponderación o de expresión de la superlatividad. -Cerradito viene el páramo- llueve con temeridad. (Astudillo Ortega, 1973: 142). Temoso. El temático. Viejo temoso, ya está con el tema, pero, como no vuelvas pronto. (Astudillo Ortega, 2002: 41). Cfr. Ideático. Teología. El sebo y la suciedad que se reúnen en el interior del sombrero y sobre el cintillo del mismo. Este sombrero está lleno de teología. Tereques. Los bienes materiales de un hogar. Si no me pagan el arriendo boto los cuatro tereques a la calle. Cfr. Corotos. Tingar. Dar impulso, generalmente a una canica o bola, para practicar determinados juegos infantiles. Esta acción se la ejecuta con uno de los dedos de la mano. No sabes ni tingar una bola. Tirar prosa. Mostrarse arrogante, presumido. -Dije- explicó la chola algo asustada -adrede, para que otra vez no me tire prosa. (Cuesta, 1983: 356). Tirarse la pera. Permanecer ocioso. En la escuela sí que me tiraba la pera. Tiricia. La ictericia. A que le curen la ‘melancolía’, que está haciéndose ‘tiricia’, con un medio de bromuro. (Astudillo Ortega, 1973: 132). Tiriciado. La persona que sufre de ictericia. V. Tiricia. Este tiriciado me hace tener tantas iras. Tocho. Esta palabra es usada con dos significaciones diferentes: 1) Persona de baja estatura.

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El Tocho va a la Tesorería. Semejante ganso. (Astudillo Ortega, 1973: 191). 2) Corta cantidad de licor que se bebe. Vamos a tomarnos un tocho. Todo un siempre. Frase pleonástica por siempre. Todo un siempre te he reclamado; pero nada. Togado. Bien vestido, elegante. Con cuello, puños, corbata, reloj, paraguas… bien togado. (Astudillo Ortega, 1973: 202). Tomado. Borracho. Ya estás tomado otra vez.

anatómico. Recibe también el nombre de tomate de ensalada. En nuestra huerta sembramos tomate riñón. Tono del Niño. La música navideña en Cuenca. Una o dos bandas de música acompañan la procesión, entonando la típica música del tono del Niño. (Muñoz Cueva, 1959: 103-104). V. Pase. Tonto bellaco. Designación popular para el dedo medio. El tonto bellaco sirve solo para hacer la mala seña. V. Lame platito. Topar. En la expresión juvenil este verbo significa nos veremos más tarde. Bueno, topamos a las seis.

Tomar. Beber licor, emborrachase. Mejor vamos a tomar.

Torinera. La botella en la que venía un vino importado de Torino (TurínItalia). Páseme una torinera del zhumir, pero de ese de contrabando. (Astudillo Ortega, 1973: 73).

Tomarse un blanco. Beber licor destilado, en oposición a la chicha, que es de color amarillento. Te invito a tomar un blanco.

Torta. El pallar. También comemos porotitos, tortas.

Tomar unito. Invitación para beber una copa de licor, un trago. Una tarde al pasar por frente de un grupo de chumados, uno de ellos le invitó cariñosamente a tomar ‘unito’ a lo que él protestó como era natural. (Sarmiento Abad, 1993: 65). Tomate de árbol. V. Tomate de chupar. Tomate de chupar. Fruto del arbusto Cyphomandra betacea. Es de chupar porque es un fruto dulce, que puede ser consumido como cualquier otra fruta. Recibe también las designaciones de tomate de árbol, (porque la planta que lo produce es un arbusto), tomate de rabo, por el pedúnculo que se mantiene en el fruto; y además el nombre de tomate de jugo, porque con él se elaboran refrescos o jugos. Para el ají nada mejor que ponerle tomate de chupar.

Tragarse. Este verbo, dentro del campo deportivo, significa desperdiciar una oportunidad de marcar un gol. El delantero se tragó dos goles. Trago. Aunque la palabra trago es un derivado de tragar, trago significa una corta cantidad de licor que se bebe. ¡Qué lindo tomar traguito con música…, conversar…, bailar…, beber! (Astudillo Ortega, 1973: 165). Tranca. Especie de estructura, generalmente de madera, para impedir el paso –o el ingreso– a un determinado lugar. Dos guaguas, semidesnudas, con anaco, hacen esfuerzos por pasar por sobre la tabla colocada a manera de tranca entre las puertas. (Cuesta, 1983: 84).

Tomate de rabo. V. Tomate de chupar.

Trancazo. Una gripe muy fuerte. Por el trancazo se quedó en cama.

Tomate riñón. Fruto de la planta Licopersicum esculentum. Recibe esta designación popular por un vago parecido entre el fruto y el órgano

Tránsfuga. Situación comprometida. Algo raro, turbio. Esa ropa se pone solo para situaciones tránsfugas.

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Tratar como calzón de indio. Tratar muy mal de palabra y de obra a alguien. Para no quedar como calzón de indio-cual oía decirlo a su Emperito. (Astudillo Ortega, 2002: 92). Tratar de niña. Tratar con extrema cortesía a una mujer adulta. Alfaro le trataba solo de niña. (Astudillo Ortega, 1973: 46). Trincar. Sorprender a alguien haciendo algo malo. El Gobernador José. Ant. Vallejo, que era de los de pelo en pecho, se propuso trincarlo. (Astudillo Ortega, 2002: 74).

Tupirse. Cerrarse a comprender algo, no poder entender. Escúchame un poco, no te tupas. Tusa. El carozo del maíz. Fueron a seguir tejiendo el sombrero que quedó mojado con la tusa. (Astudillo Ortega, 1973: 54). Tusso. Enfermizo, encogido, débil. Ya viene el carro del tusso. (Astudillo Ortega, 1973: 61).

Trompear. Darle a alguien de puñetazos. Ese día aguanté la primera trompeada de mi vida. Trompiza. Castigo muy duro que se le propina a alguien. Pelea. Por molestoso le metieron una trompiza. Trompón. Golpe, puñetazo. Tanto trompón como trompear son derivados de trompa. Si me sigues molestando te he de dar un buen trompón. Trompudo. Molesto, disgustado. Veo que ya te has puesto trompudo sin motivo. Tuc, tuc. Onomatopeya para llamar a la gallina o el gallo. De pronto Miguel se detiene. Llama al gallo: -tuc, tuc... (Cuesta, 1983: 86). Tugadoras. Las tórtolas. La paz confidente de la tarde, con ecos de tugadoras. (Astudillo Ortega, 2002: 30). Tuguiana. V. Rodilla de Cristo. La palabra tuguiana es quichua y significa reventar, estallar, por la semejanza entre la parte superior de este pan y una superficie reventada. Lleven las tuguianas, baratitas. Tullpa. La piedra del fogón. Cáscaras de frutas y otras cáscaras, que ha empezado a barrer el viento, chasqueando entre las tullpas volcadas. (Astudillo Ortega, 1973: 127). 170

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U

Ucunchi. Parte interior del vestido de la chola. Con las caderas henchidas de trashumados centros de merino y ucunchis multicolores. (Astudillo Ortega, 2002: 85). Ultimito. Forma popular y afectiva para referirse al último elemento de una serie. Ya ven, la Dña. Amalia ha vendido lo ultimito. (Astudillo Ortega, 2002: 17). Un chance. Esta frase puede designar una pequeña cantidad de tiempo, así como también una oportunidad para hacer algo. Espérame aquí un chance. Un horror. Frase que significa una gran cantidad de algo. En la marcha había un horror de gente. Un mundo. Fórmula de superlativización y de exageración. Pero ven: tengo que decirte un mundo. (Astudillo Ortega, 1973: 158). Usté. Forma apocopada de usted. Y usté no se meta en esto, porque puede salir aguantando. (Mata, 1982: 19). Uvilla. Una clase de fruta redondeada y amarillenta, cuando está madura. Crece dentro de un pequeño envoltorio de hojas. Y en torno a las moraledas, tunares y uvillas, moscardones y colibríes. (Astudillo Ortega, 2002: 21). Uyanza. El regalo que se da cuando uno ha comprado o conseguido algo nuevo. Antes de celebrar su misa Taita Sursum había venido para llevar a las panaderas de Todosantos, a que den la uyanza. (Astudillo Ortega, 2002: 129). 173


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Uzhco. El gallinazo. Se rozaban con donaire: era algo bien bailado ese revolar de la pareja de uzhcos que bajaban a raptar pollitos. (Astudillo Ortega, 1973: 108).

V

Uzhuro. Sombrero de paja toquilla, de mala calidad en el tejido. Yo tambiĂŠn vengo colocando unos uzhuritos en Centro marica. (Astudillo Ortega, 1973: 100).

Vaca loca ArmazĂłn de carrizos y papel, acondicionado con diversa clase de cohetes y elementos de la pirotecnia tradicional. Es una parte muy importante en las celebraciones populares. No faltaron las diversiones aldeanas del gallo pitina, de la vaca loca. (Astudillo Ortega, 1973: 166).

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Vaca loca. Armazón de carrizos y papel, acondicionado con diversa clase de cohetes y elementos de la pirotecnia tradicional. Es una parte muy importante en las celebraciones populares. No faltaron las diversiones aldeanas del gallo pitina, de la vaca loca. (Astudillo Ortega, 1973: 166). Diversión de nuestros indios en sus fiestas religiosas. Es un disfraz, si pudiera decirse así, que se compone de una armazón que termina en una cabeza de ganado vacuno; armazón dentro de la cual se mete un indio, para llevarla de un lugar a otro, en tanto que revientan los cohetes que se han colocado en su parte exterior, produciendo la bulla y el desbande consiguientes. Es muy popular. (A. Cordero Palacios, 1985: 266).

Otro autor anota lo siguiente sobre esta diversión popular: Unas veces al principio, otras en medio de la función, aparecía la inevitable vaca loca, preñada de rastreros i cohetes voladores; i entonces era el sálvese quien pueda. Las familias prudentemente ocultábanse detrás de los anchos pilares de cal i piedra de los portales; i los muchachos en bandada vocinglera, corrían tras el individuo que soportaba sobre sus hombros el cuero de una vaca, relleno de artículos pirotécnicos capaces de enloquecer multitudes. Las cholas i los indios eran víctimas de la católica artillería: arremolinábanse perseguidos por un rastrero, gritando de miedo al paso de la bestia loca. (Aguilar Vázquez, 1997: 375).

Vacilar. Galantear, tratar de cortejar o conquistar mujeres. Es del léxico juvenil. Salgamos a vacilar en el parque.

Vay. Interjección popular, variación de ¡vaya! Ciertito, vay. D. Teófilo dijo que le ha visto pasando al Judío Errante por la carretera. (Astudillo Ortega, 1973: 16). Vela verde. Forma injuriosa de insultar a una persona, realmente es tratarla de indio. La mindala le dijo hasta vela verde. Veme y no me toques. Frase que expresa una situación muy delicada, en cualquier aspecto. Esta pared está veme y no me toques. Vendaje. La cantidad que se regala al comprador. En el caso específico del pan, el vendaje es un pan extra que se ofrece. Ahora ya no dan el vendaje del pan. Cfr. Yapa. Vermut. Función de cine que se proyectaba los domingos en la mañana, a partir de las 10:00. Al vermut solo van los niños. Cfr. Matiné, especial, noche. Veterano. El padre, y si se usa en plural son los padres. Ocasionalmente puede extenderse también la designación a los abuelos. A sus hijos que no te llamaban abuelo sino el viejo, el ruco, el veterano, el mayor. (Valdano, 1980: 88). V. Viejos. Viada. El primer impulso, empuje inicial para realizar algo. Ayúdenme a empujar el carro hasta coger viada.

Vacona. La vaca joven. De vaconas que han comido cogollos de cercado ajeno. (Astudillo Ortega, 1973: 117).

Vida. Esta palabra funciona como un vocativo afectuoso. ¡Ah, sombrero fino!... No es negocio, vida; no es negocio, en mí debe fijarse. (Cuesta, 1983: 100).

Vainas. Con esta palabra se recalca el carácter circunstancial o despectivo de algo. - Como aquí ya no tiene a quién contar su historia de la torre infiel que se inclina y ni sé qué vainas más. (Dávila, 1983: 177).

Vida sin vida. Una situación vital muy mala, de mucho sufrimiento. Sin fuerzas para hablar…, era la agonía…, era el martirio…, era la vida sin vida. (Astudillo Ortega, 2002: 104).

Vas a ver. Fórmula muy común usada como amenaza. Vas a ver si no me haces caso. 176

Viejos. Los padres. Puede usarse también en singular para referirse a uno solo de los progenitores. Tuvo pena de sí mismo; de su mujer; de su viejo. (Astudillo Ortega, 2002: 82). 177


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Virgen Santa. Expresión usada como vocativo o como fórmula de admiración. Dale y dale al trago, digo, Virgen Santa, qué vergüenza, si mamá Canda estuviera viva. (Dávila, 1979: 89).

Vuelta. En cambio, otra vez. Ya ves, hija, que los hombres, al fin, son humanos, y vuelta nosotros, si Dios y la Virgen no favorecieran… (Astudillo Ortega, 2002: 55).

Virolo. El bizco. El virolo era malo, siempre me pegaba. Viuda. En la fiesta de año viejo es un personaje vestido de mujer, que acompaña al muñeco que será quemado a medianoche. Este personaje suele pedir limosna para la quema respectiva. Sale de no sé dónde un niño vestido de vieja, ‘la viuda’ del año, con paño y polleras remendadas, y simula llorar amargamente, defendiendo a su ‘marido’. (Cuesta, 1983: 233). ¡Viva el santo! Se usa esta frase cuando alguien deja caer al suelo algún objeto, sea que se rompa o no. Es de carácter humorístico, como si en una celebración (un santo) se estuvieran rompiendo objetos por gusto. Cayó el florero y todos gritaron ¡Viva el santo! Viviendo por no ser soberbio. Frase con que se responde a alguien que pregunta sobre el estado de una persona. Es modismo que expresa resignación ante una situación no muy afortunada. -¿Y cómo está, don Pepito? / –Aquí, viviendo por no ser soberbio. Vivir mal. V. Mala vida. Vivir de manera desarreglada, según la opinión de la iglesia. Se matrimoniaban legendarias mancebías, se confesaba a condenados en vida, a empedernidos que vivían mal. (Astudillo Ortega, 1973: 2). Volado. El arrojado, el irreflexivo en el peligro. Vuela, hijita, cuerre, ya le conoces lo volado que es tu taita. (Astudillo Ortega, 1973: 60). Cfr. Arrojón. Voy a creer. Con esta frase, contrariamente a lo que se supondría por el recto sentido, expresamos una actitud de completa incredulidad ante algo que se nos dice. -El árbitro me sacó sin motivito. / -Voy a creer.

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Y

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Yapa El regalo que el vendedor da al comprador. Cualquier cosa extra que se obtenga.


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…Y mierda. Esta fórmula sirve para construir insultos o frases ofensivas. Se agrega al inicio un sustantivo o un adjetivo como tontuimierda, viejuimierda, longüimierda, etcétera.

Z

Ya no sopla. Frase de tipo humorístico y satírico para referirse a una persona que, por su edad, ya no puede hacer algunas actividades. Este don Rosendo ya no sopla. Yaguana. Un refresco popular. La palabra se deriva del quichua yacu, que significa “agua”. De modo que yaguana se entiende que algo se ha hecho jugo o líquido. En la feria venden una sabrosa yaguana. Yapa. El regalo que el vendedor da al comprador. Cualquier cosa extra que se obtenga. Judicha, incapaz de celos, sentiríase próspera…, de yapa el negocio de las piedras. (Astudillo Ortega, 1973: 106). Yubra. Especie de calabaza pequeña, redondeada y amarilla, cuando está madura. Ya no traen la yubra como antes.

Zángano. V. Morboso. Zarcillos. Los aretes. Es palabra que se usa generalmente en plural. Zapatitos he de ponerle, zarcillos. ¿Cómo se llama? (Cuesta, 1983: 38). Zharo. Áspero. Este muro está zharo. Zhiro. Lo que tiene coloración entre rojiza, blanca y negra, todo mezclado. No aparece mi gallo zhiro. Zhuro. El picado de viruelas, el que tiene cacarañas. Oyes, Zhuro: mañana tenemos que salir tempranito, con las piedras. (Astudillo Ortega, 1973: 61). Zoquete. Bobo. Y en cambio, los otros zoquetes se van a las nubes. (Astudillo Ortega, 1973: 56). Zorra. Palabra que sirve para expresar gran fastidio y molestia ante algo. Zorra también, ya no me molestes. Zurrapa. Lo que se asienta en un líquido, como algo desechable. Se usa sobre todo en plural. Las zurrapas botarán en la calle.

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El cantado cuencano


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Introducción Uno de los rasgos más característicos de la identidad del habitante azuayo –y, obviamente, cuencano– es el llamado cantado o canto. Es decir su peculiar sistema de entonación de las frases y las palabras. Pero no es que solamente en Cuenca se cante. Se canta en todas las lenguas y en los dialectos, porque en todos ellos existe una línea melódica que acompaña a la articulación de los fonemas. Para hablar del caso serrano, en el Ecuador, tenemos tres formas diferentes de cantos. Uno, en la zona del centro y norte del país (donde además del canto es posible percibir una articulación especial de la Ll. Este hecho es diestramente destacado por Alfonso Cuesta y Cuesta en su novela Los hijos, cuando retrata el habla de una comerciante pullma: -Vení, escogé, -le dicen-, zheva añelinas, muzhos (Cuesta, 1983: 107); otra en la zona del influjo azuayo (desde el sur de Chimborazo, Cañar, Azuay y parte de El Oro) y una tercera en la provincia de Loja. De las tres formas de entonación, ciertamente la que más llama la atención es la azuaya o cuencana, y de ahí la opinión generalizada de que los cuencanos cantan. Los primitivos habitantes de lo que hemos llamado la zona azuaya fueron los cañaris, etnia muy diferente de los puruhaes, hacia el norte, y de los zarzas, paltas y malacatos, al sur; así como también diferentes de los mal llamados jíbaros (propiamente shuar) en el oriente; y los huacanvilcas y punaes en la costa.

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Los cañaris fueron protagonistas de varios acontecimientos en la historia incásica. Según el inca Garcilaso la zona era asiento de mucha gente crecida, belicosa y valiente. Al parecer el centro era la ciudad de Tomebamba, descrita por Cieza de León, de la siguiente manera:

Demarcación geográfica Basándose en la información toponímica Octavio Cordero Palacios fija la extensión original de la región cañari: La región cañari, en consecuencia, cogía no solamente las actuales provincias del Azuay y de Cañar, sino que lo hacía al propio tiempo con el cantón de Alausí y con las parroquias de Taura, El Naranjal, Balao, El Guabo, Machala, El Pasaje, Tenta, Manu, Zaraguru y Paquishapa, y con las de El Rosario, Méndez y Gualaquiza, extendiéndose por las comarcas aledañas de las actuales provincias del Chimborazo, del Guayas, del Oro, de Loja y de Santiago-Zamora. (O. Cordero, 1981: 20).

Estos aposentos famosos de Tumebamba, que (como tengo dicho) están situados en la provincia de los Cañares, eran de los soberbios y ricos que hubo en todo el Perú, y adonde había los mayores y más primos edificios. Y cierto ninguna cosa dicen destos aposentos los indios que no vemos que fuese más, por las reliquias que dellos han quedado. (Cieza; in León. T I, 1983: 56).

Es de suponer que esta área de influencia, con el transcurso del tiempo se habrá reducido. Así lo plantea concretamente Carlos Joaquín Córdova, quien manifiesta que la zona del cantado cuencano corresponde a la siguiente delimitación: La delimitación regional de nuestro interés queda así: por el Norte el extremo meridional de la provincia del Chimborazo, en Chunchi; por el Sur la provincia del Azuay, hasta Santa Isabel, a 60 kilómetros al Suroeste de Cuenca, hacia la costa, y Oña al Sur, en plena sierra; por el Este una línea que tendida de Norte a Sur, pase por Shoray –provincia del Cañar– continúe por Guachapala, Gualaceo y Sígsig, todas en el Azuay, y, por el Occidente una línea no bien diferenciada, que trazada de Norte a Sur pase por parroquias rurales situadas en la banda occidental de la cordillera, en el descenso a las tierras bajas del litoral próximas a las provincias del Guayas y el Oro. (Córdova, 1975: 9).

Creemos que, debido a la movilidad de la población y, sobre todo, a la gran penetración de los medios masivos de comunicación en las últimas décadas, se habrá reducido mucho más la zona del cantado, no tanto como zona, sino como número de hablantes que canten. Además no es que todos los habitantes de la zona canten. Por ejemplo, en la ciudad de Cuenca, de preferencia quienes cantan son los miembros de las clases populares, generalmente con menor instrucción formal. Otro aspecto que debe señalarse es que el migrante (el austro es una zona de alta tasa de migración), bien sea que viaje a Estados Unidos, España o Italia deja el dialecto tonal rápidamente y se mimetiza con los hablantes del medio. Gráfico 1. El territorio cañari, en su extensión original

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Hacia 1945, el viajero norteamericano Albert B. Franklin pasó por Cuenca. Estas son sus palabras sobre la lengua de los cuencanos: Cuenca es una gema en un engarce resplandeciente, y, como todas las

Percepción de la diferencia No son abundantes los registros escritos sobre el fenómeno del cantado. Recién hacia 1863, en la novela La emancipada del lojano Miguel Riofrío –novela ambientada en 1841– podemos hallar la primera alusión a la entonación cuencana. El autor percibe con facilidad y extrañeza cómica la tendencia acentual esdrújula: Ha habido una competencia entre morlacos y costeños que no pude comprender, porque reventaba de risa al oír el guirigay que se formaba al alternarse el acento esdrujulario de los primeros y el puntiagudo de los segundos. El Señooórito de Cuenca y Señoriiíta de la costa hacen un contraste graciosísimo, pues cada uno alarga tanto más su acento respectivo, cuanto más insinuante quiere mostrarse. (Riofrío, 1983: 78).

En las primeras décadas del siglo XX (en concreto, entre 1924 y 1925), el escritor cuencano Manuel Muñoz Cueva también habla de esta peculiaridad sonora: Alto y cenceño, tenía esa rubicundez, de sugerencia bárbara, de los pueblerinos de raza blanca. Y ese acento esdrújulo en el hablar, tan marcado en los morlacos de su calidad. (Muñoz Cueva, 2000: 66). Luego debemos esperar hasta 1935, a Joaquín Gallegos Lara, en su novela inconclusa Los guandos, para encontrar otra referencia: Vestía oscuro y hablaba reposadamente, en un castellano que contrastaba con el ritmo de canto y los modismos morlacos de su hijo. (Gallegos, 1983: 24). Un poco más tarde, hacia 1943 Alfonso Cuesta y Cuesta escribe su novela Los hijos –la historia está ambientada aproximadamente en 1926– y en ella se encuentra también una breve referencia a la entonación: Hablan casi cantando mientras despliegan rebozos, paños azules, largos flecos de hilo. (Cuesta, 1983: 82). 190

gemas, es preciosa. El ornamento afiligranado, el ritmo del lenguaje cuencano, el aire con perfume a eucalipto que respira, son solo signos superficiales. Cuenca es barroca, no solamente en la arquitectura, el arte plástico y la literatura, sino en su misma alma. Cuenca es España del siglo XVII bajo cristal (…) La clase dirigente habla el castellano de la España del siglo XVII, con un ritmo que no se encuentra en otra parte del hemisferio occidental. Este ritmo es impartido acentuando levemente la antepenúltima sílaba de cada palabra de tres sílabas o más. Es de una cadencia muy musical y produce el efecto aristocrático deseado. Fuera de este leve rasgo provincial, el español de los ciudadanos de Cuenca es puro y cosmopolita (…) El lenguaje de los cholos, aparte de tener el porcentaje de quichuismos que puede esperarse, emplea con frecuencia solo las tres vocales quichuas: a, i, u. Es una peculiaridad de los cholos en todo el antiguo territorio de habla quichua (…) Hay cholos en Cuenca; pero son hombres erguidos que miran a los ojos, y sus mujeres son cholas bien plantadas, limpias, con trencillas y encajes, cuyo físico no tiene nada de común con la subordinación del cholo andino típico. (Franklin, 1984: 252 y siguientes).

En la novela Por donde vienen las aguas, editada en 1948, José María Astudillo nos señala su percepción del cantado: Cantaba, más bien que recitaba, con el entono morlaco. (Astudillo Ortega, 2002: 142). En 1949 el español Ernesto La Orden luego de su estancia en Cuenca dice: Y era verdad que nos sentíamos en Castilla. Nos rodeaban gentes de prócer estatura y rostros rubicundos, que hablaban castellano con el tonillo cantarín de Santander. (In León. T. III, 1983: 234). En su clásico libro El español en el Ecuador, de 1953, Humberto Toscano Mateus se refiere a la entonación cuencana del siguiente modo: Pero en Cañar y Azuay se encuentra una entonación muy peculiar, caracterizada por el retroceso del acento de las palabras, o mejor por la doble acentuación de las mismas (ácáso, cáfesíto). Esta tendencia a hacer retroceder el acento se da también entre los indios de Quito (Húbra, por

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hubiera, etc.) y no es desconocida fuera del Ecuador. Existe en la Argentina, en la “tonada nortina” y en un idioma diferente, se da en el francés de París y en hablas de Auvernia. (Toscano, 1953: 42).

En 1959, el mismo Muñoz Cueva se refiere al cantado cuencano y al motivo para esta característica tonal: Esdrujulizar. Tender a hacer esdrújulas las palabras y la entonación y timbre del habla. Es defecto de nosotros, los cuencanos. A veces es muy claro este defecto, como cuando la gente dice: Nósotros, por nosotros, amásemos pan, por amasemos pan, Santa Mária, por Santa María. Procure pronunciar las palabras con su respectivo acento, y el conjunto con un acento o timbre grave. El castellano es la lengua que más se parece, en su noble sonido, al latín, en el que predomina el acento grave o solemne. (Muñoz Cueva, 1959: 95).

Hacia 1970 la profesora española María del Carmen Candau de Cevallos, que trabajó en Cuenca, habla de la entonación del español en el Ecuador, y aunque no existe una referencia explícita al habla cuencana, se puede leer entre líneas que hay una alusión al cantado cuencano: Conocida es de todos la diferente entonación que determina en cada lugar la pronunciación del español. A veces son diferencias marcadísimas, a veces leves insinuaciones y cadencias… ningún otro rasgo de la lengua da origen a tantos comentarios, imitaciones y hasta referencias graciosas. Es uno de los elementos más sutiles y diferenciadores dentro de la dialectología; se cree que estas diferentes entonaciones representan en Hispanoamérica la herencia de las lenguas indígenas, o sea el sustrato peculiar en las diversas regiones; sin embargo es un campo aún casi sin explorar. (Candau de Cevallos, 1970:42).

En 1975, Carlos Joaquín Córdova en su opúsculo El canto cuencano expresa lo que sigue: Nos denuncia más bien nuestra cuna azuaya y cañarense la doble acentuación frecuente. Nos denuncia también la tendencia a optar por la fórmula esdrújula, y en general por el retroceso del acento –fenómeno de metatonía corriente en la evolución fonética– (…) Lo típico y exclusivo del modo de hablar cuencano es la entonación unida a recursos de acentuación también particulares a nuestra comunidad lingüística. (Córdova, 1975: 7).

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Hacia 1978 Antonio Lloret Bastidas también aporta con un pequeño comentario sobre la entonación de la lengua morlaca: ¡Esdrújula Morlaquía por el modo de hablar nuestro, de nuestras gentes! (Lloret Bastidas, 1978: 96). El mismo Carlos Joaquín Córdova, en el año 1995, en su Diccionario de ecuatorianismos dice: El acento cuencano está presente de Girón a Chunchi, esto es el tramo geográfico de Sur a Norte en lo que va el ancho de la hoya interandina. Sus características están en la entonación, intensidad, cualidad de sonidos, ritmo, etc. Que llevan una línea melódica peculiar por el golpe esdrújulo y la ocurrencia frecuente de dos acentos bien notorios en algunas instancias. Con solo oír una palabra y esta originalmente monosilábica se puede descubrir al hablante cuencano. El sí, por ejemplo, llano y sencillo se vuelve en el hablante cuencano sí-i; yo, es yó-o; que no es que sino qué-e. (Córdova, 1995: 211).

Como se puede ver, este autor reduce –para el año 1995– el área del cantado, desde el cantón Girón, al sur; hasta Chunchi, por el norte. También nosotros, en un pequeño artículo titulado El sabor de la lengua, publicado en 1998 (In Cuenca de los Andes) abordamos este asunto y expusimos las razones lingüísticas para este fenómeno: El cantado cuencano puede deberse a varias razones de sustrato. Quizá el influjo cañari subsiste en esta particular forma de entonación (…) En lo puramente lingüístico el cantado se explica por el retroceso del acento. La palabra “pantalón” se convierte en nuestra habla en “pántalon”. En el caso de las oraciones el acento de frase también retrocede y permite que aparezcan otros acentos secundarios, con lo que el perfil tonal se vuelve sinuoso. Este rasgo describe de mejor manera la entonación cuencana y explica el “cantado”. Una oración como ¿A dónde está pues yendo? Se convierte en una línea tonal algo encabritada, que puede representarse de esta manera: ¿á dónde está pes yéndo? (Encalada, 1998: 103-104).

El último autor que se ha referido al tema del cantado es Marco Tello, quien, en un artículo titulado “Las domblas” y subtitulado “Sobre el canto cuencano”, aborda este rasgo tan peculiar del habla, y manifiesta:

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Es mejor dejar a don Blas Francisco en la imaginación del lector, colgado de una viga o liando bártulos para huir de una ciudad que canta alegremente, apoyada en el desplazamiento acentual hacia la pronunciación generalmente esdrújula. Herencia andaluza o aborigen –Toscano Mateus no lo dice–, el canto cuencano es un rasgo cultural que viene desde antiguo y aún subsiste bastante marcado en el habla regional a lo largo del territorio que se extiende desde Alausí hasta los límites con Loja, la vasta zona, según se cree, de ocupación cañari. (Tello, 2000)

La anécdota recreada en tono literario por Marco Tello se refiere a una nota que trae Toscano, y es la siguiente: Como chiste circula en el Ecuador, la historia de un forastero, a quien, en Cuenca todos llamaban “don Fráncisco”. Enfadado por este cambio de acentuación de su nombre, don Francisco resolvió llamarse Blas; pero solo consiguió que lo llamasen “Dómblas”. (Toscano, 1953: 42).

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El hecho Para abordar y explicar satisfactoriamente el cantado es necesario reconocer que todo el asunto es de carácter acentual y tonal. En el caso de las palabras sueltas, siempre que estas tengan tres sílabas o más, la tendencia del cantante es a retrasar el acento y a volver esdrújula la palabra; no importa si esta es grave o aguda. Así, una palabra como armador, se convertirá en ármador; cafecito, pasará a cáfecito. Si la palabra tiene más de tres sílabas, puede entonces volverse sobresdrújula, como por ejemplo: ácacito (diminutivo de acá). Si el vocablo tiene dos sílabas, se mantiene la acentuación grave. Es el caso de la interjección ¡Hele!: “¡Hele, seño María, lo que pone fotografiando”. (Cuesta, 1983: 107). Esta misma fórmula, en el norte del país, se convierte en helé, e, inclusive, por haberse perdido la conciencia de la letra H (puesto que proviene del verbo haber), queda solamente en Elé (nombre de una revista infantil editada en Quito). Si la palabra es monosilábica se tiende a convertirla en bisilábica, mediante el alargamiento de la vocal, hecho que se manifiesta en que la primera parte de la vocal se articula con acento; y la segunda parte, sin él, con lo que la palabra se vuelve prácticamente bisilábica. Esto explica la pronunciación de monosílabos como sí-ii, o el nombre Luis, como Lú-is. Este alargamiento de los monosílabos se produce también en el habla rural del norte. Por ejemplo, el novelista Jorge Icaza reproduce de esta manera el habla de un campesino: -Síii, pes –se desinfló el teniente político. (Icaza, 1985: 54). Esta tendencia ha hecho que palabras que en otras regiones del país son graves, en el austro, sean esdrújulas. Es el caso de máchica (en el norte se pronuncia mashca; lúcuma, pronunciado por los hablantes de mayor instrucción como lugma; símbalo, pronunciado también simbalo,

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nombre del fruto de la papa –una pequeña baya–, y también el nombre de un pequeño fruto comestible perteneciente a una planta diferente; píchica (el numeral 5, pronunciado también como pishca o pichca), cáñaro (aunque la pronunciación más generalizada es grave); se trata de un árbol de la zona austral, llamado también porotón, por las vainas y los granos que produce, que son como fréjoles grandes. En el caso de los sintagmas y las frases, si se trata de una palabra compuesta, la tendencia es a recargar el acento en la primera palabra. Por ejemplo: diáblopacaballo (nombre de una especie de avispa, llamada más popularmente como caballo del diablo), todo lo contrario de lo que hace el español, que acentúa de este modo: buscapiés, decimoquinto. En el caso de las frases existe lo que se conoce como el acento de frase, que es una especie de acento que domina toda la frase. Se trata de un recurso estilístico y significativo. Por ejemplo, no quiere decir lo mismo: - Mañana dében llegar mis primos. (Se acentúa y se realza el carácter de la obligación) - Mañana deben llegar mís primos. (Se realza el hecho de que son mis primos, no otros) Y naturalmente habría más posibilidades. En el caso del cantado azuayo, el acento de frase suele ubicarse generalmente en las primeras sílabas, sin perjuicio de que también aparezcan los acentos correspondientes de las palabras. Por ejemplo, una romeriante entrevistada dijo: Vénimos a ver a la Virgen. El acento de frase (Vénimos) es más fuerte que los que van en ver y Virgen. Una vendedora entrevistada dice: Hace que váyamos perdiendo. Por la fuerza de la pronunciación esdrújula se llegan a perder los acentos postónicos más cercanos al acento, como en los casos de mót´cito (motecito o mótecito, ya con la incorporación del cantado) o Váyse, en lugar de váyase. Además, es frecuente que una palabra tenga dos acentos: uno, causado por la fuerza articulatoria inicial, y otro, el acento normal. Ej.: mótecíto.

La razón de una singularidad lingüística La única y verdadera razón de esta singularidad melódica del español azuayo está en el sustrato. El primer elemento en cercanía e importancia para el español cuencano es el quichua –como lengua de sustrato y, en algunos casos, como lengua en contacto–; pero de lo que se ha podido investigar, el quichua no tenía ni tiene ninguna tendencia esdrujulizante. Luis Cordero dice lo siguiente: Nada hemos dicho relativamente a la acentuación prosódica de las palabras, porque ninguna dificultad ofrece este asunto; mas, para que no aparezca omitido por descuido, bástanos expresar que tales palabras son todas graves, es decir llevan el acento prosódico en la penúltima sílaba; por manera que no es necesaria su expresión ortográfica sino que por un uso impropio, proveniente de la tendencia a imitar la entonación castellana, o por la prolongación enfática de la voz, para dar mayor interés al vocablo, se acentúa la sílaba final de ciertas dicciones, como chugmál, gullán, lulún, ajá, atatáy, & En estos casos debe escribirse el acento, cuando se recele que la palabra sea pronunciada con acentuación fonética no autorizada por el uso general. (Cordero, 1955: XXXI).

Para darle la razón a Luis Cordero, el poeta cuencano Alfonso Andrade Chiriboga (1881-1954), en unos versos dice: Este año, sólo algún rico Podrápes comer chúmales (Andrade, 2006: 321).

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La lengua morlaca

Oswaldo Encalada Vásquez

La acentuación ordinaria de la forma singular es chumál, en plural se vuelve grave: chumáles; y con el agregado del retroceso por el canto, se ha vuelto esdrújula: chúmales. Toscano Mateus habla de la igualdad en la entonación y del acento rústico del quichua y del español: En Quito y en el resto de la Sierra, entre gente rústica y en el español de los indios, se nota marcada igualdad entre la entonación del quichua y la del castellano. (Toscano, 1953: 42). Años más tarde, hacia 1977, Louisa R. Stark y Pieter C. Muysken, en su Diccionario español-quichua, quichua-español manifiestan: El acento del quichua de la Sierra ecuatoriana, por lo general, cae en la penúltima sílaba (Ej. Micuna ‘comer’). En las pocas excepciones a esta regla se indica la sílaba tónica con un acento agudo (tilde) sobre la vocal tónica (Ej.: achachái ‘qué frío’). (Stark y Muysken, 1977: 366). Pero no se debe creer que esta característica acentual pertenece solamente al quichua ecuatoriano, ya Garcilaso de la Vega, hacia 1600 expuso lo siguiente: Para acentuar las dicciones, se advierte que tienen sus acentos casi siempre en la sílaba penúltima, y pocas veces en la antepenúltima, y nunca jamás en última; esto es, no contradiciendo a los que dicen que las dicciones bárbaras se han de acentuar en la última, que lo dicen por no saber el lenguaje. (Garcilaso, 1963: 5).

De modo que, descartada de plano la posible influencia del sustrato quichua (si este sustrato tuviera alguna importancia en ese asunto, entonces toda la sierra ecuatoriana cantaría como los azuayos), nos queda como único recurso buscar un poco más en el tiempo, y plantear que en el caso de la entonación típica de la zona azuaya, la razón pertenece al sustrato cañari. Lamentablemente sobre esta lengua no existe más noticia de que existió y que sus hablantes eran gente crecida, belicosa y valiente. Suponemos que en la toponimia, fitonimia, zoonimia y antroponimia habrán quedado algunas huellas interesantes; pero no existe ninguna información sobre sus características acentuales y tonales. La “política cultural” de los incas significaba imponer su lengua (el runashimi), su religión, su agricultura y los sistemas administrativos; pero la imposición quichua no duró mucho, y seguramente que en el tiempo que duró, los cañaris hablarían el quichua con un tono parecido al actual cantado cuencano: Así, para el año 1583, en la zona en cuestión aparentemente ya no se entendía el quichua: 198

Todas las instituciones introducidas por los incas fueron gradualmente abolidas después de la destrucción del imperio; los pueblos conquistados reanudaron sus antiguos hábitos; el quichua cayó en desuso, en algunas provincias remotas se perdió pronto por completo. Así sucedió en Tomebamba, según consta del decreto de un sínodo diocesano, reunido en Quito en 1583, indicando que los indígenas de Tomebamba no hablaban ni entendían las lenguas del Cuzco y el aymara. (González Suárez, cit. Por Bamps. In León. T. I. 1983: 133).

Creemos que la aseveración es exagerada. Hasta hoy hay quichuahablantes en esta zona del austro. Lo que sí es verosímil es que se trataría de una lengua bastante alejada de la norma quichua general en el resto de la sierra. De modo que para 1583, el cañari tenía aún bastante vigor, el mismo que debió irse perdiendo poco a poco, por la presión del español y por la presión del quichua. Sin embargo, cuando se pierde una lengua, lo que se pierde es el sistema gramatical; quedan huellas del léxico, y lo que sí subsiste durante mucho tiempo es la entonación, como si se tratase del espíritu de la lengua desaparecida. Estas afirmaciones fueron ya expuestas hace más de doscientos años por el jesuita Hervás y Panduro, quien, al respeto de las lenguas neolatinas dice: Todas las naciones siempre conservan substancialmente la pronunciación antigua de sus respectivos idiomas primitivos (…) Así el francés al presente habla su lengua forastera (que es dialecto latino) con su pronunciación antigua, que es la céltica; y el español habla su lengua forastera (que también es dialecto latino) con su pronunciación antigua, que es la cántabra o vascongada. (Hervás y Panduro, 1800: 20).

Hacia la mitad del siglo XX, Toscano Mateus tuvo la misma intuición. Al respecto dice: En las regiones bilingües, el idioma nacional se habla corrientemente con el acento peculiar de cada región. Si la lengua nacional logra ganar terreno en estas regiones, lo gana, en realidad, para el vocabulario y la gramática, pero no para el acento propiamente dicho (…) El inglés que se habla en Puerto Rico, se pronuncia con el mismo acento portorriqueño con que se habla el español. Si el español desapareciese algún día de aquella isla, cosa poco probable, el acento portorriqueño quedaría sobreviviendo en el inglés que allí se hablase. Y este acento portorriqueño puede haberse producido como resultado de la mezcla de modos de hablar de los españoles de distintas provincias que se establecieron en Puerto Rico,

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La lengua morlaca

pero más probablemente debe tener por base la cadencia prosódica que la población borinqueña usaba en su lenguaje indígena y sigue usando en español (…) El influjo de la entonación indígena se ha probado en otras partes de América: en Corrientes (Argentina), la entonación ‘es de indudable origen guaraní’, y en las tierras altas de México, ‘en las clases populares, es idéntica a la que emplean al hablar el náhuatl. (Toscano, 1953: 43 y 44).

De la observación de algunos topónimos podemos constatar que la pronunciación ((la colocación del acento) en algunas palabras cañaris no es uniforme. Así, el nombre cañari de la Tomebamba incásica era Guapdondélic, si la acentuación era grave –cosa que no es muy convincente, porque, al parecer se le estaría poniendo una acentuación quichua– entonces son equivocadas las pronunciaciones de Pindilig (debería ser Pindílig) o Chordeleg (debería ser Chordéleg), así como Déleg (topónimo y antropónimo). Como conclusión podemos decir que si bien el cañari ha muerto, su espíritu tonal todavía se mantiene vivo, aunque para manifestarse tenga que usar como ropaje el español de la zona azuaya.

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Algunos hipocorísticos


La lengua morlaca

Oswaldo Encalada Vásquez

Dentro de este apartado hemos reunido un conjunto de hipocorísticos representativos del habla morlaca. No hemos tomado en consideración aquellas palabras que son meros ejercicios de apócope, como por ejemplo: Nati (por Natividad), Mauri (por Mauricio) Eula (por Eulalia), Remi (por Remigio), Majo (por María José), etcétera. Tampoco lo hemos hecho con los casos de aféresis, como por ejemplo Lupe (por Guadalupe), Nela (por Marianela), Fina (por Josefina), Nardo (por Leonardo); ni los casos, aunque son pocos, de síncopa, como ocurre con Guimo, por Guillermo, o Luca por Lucrecia; Alejo, por Alejandro. Y sí tomamos los casos donde existe algún tipo de modificación del nombre, sobre todo en términos fonéticos. A los nombres registrados se les puede adicionar todavía una fórmula de diminutivo.

Chabaco (Sebastián)

Agucho (Agustín)

Chepe (Pepe)

Andico (Andrés)

Chicho (César o Sergio)

Antuco (Antonio)

Chinto (Jacinto)

Anzhi (Andrea)

Chío (Rocío)

Ashico (Alcibíades)

Chocha (Rosa)

Bacha (Beatriz)

Chole (Soledad)

Baltico (Baltasar)

Chombo (Jerónimo)

Benzhi (Benjamín)

Diani (Diana)

Berni (Bernarda o Bernardo)

Elsi (Elsa)

Beti (Beatriz)

Estefi (Estefanía)

Beto (Alberto, Roberto)

Evacha (Evangelina)

Bilico (Belisario)

Gabi (Gabriel o Gabriela)

Bolo (Bolívar)

Gonsha (Gonzalo)

Cati (Catalina)

Goya (Gloria)

Chaba (Sebastián)

Goyo (Gregorio)

202

Chabela (Isabel) Chabico (Sebastián) Chana (Juana) Charo (Rosario) Chechi (Cecilia) Chela (Graciela) Chelo (Marcelo)

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La lengua morlaca

Oswaldo Encalada Vásquez

Huazho (Eduardo o Washington)

Manungo, Mañungo (Manuel)

Ishaco (Isaac)

Maño (Manuel)

Ishico (Ezequiel o Isidoro)

Marisha (María Isabel)

Jazha, Jazho (Jacinto)

Maruja (María)

Jirucho (Jerónimo)

Mashi (Marcia)

Jizho (Jesús)

Maya (Mariana)

Joshe (José)

Mayita (Mariana)

Juampi (Juan Pablo)

Michi (Mercedes)

Juancho (Juan)

Migui (Miguel)

Judicha (Judith)

Nacha (Narcisa)

Lala (Eulalia)

Nacho (Ignacio)

Lola (Dolores)

Natacha (Natalia)

Loli (Dolores)

Pachi (Patricio o Patricia)

Lucha (Luisa o Lucía)

Pacho (Francisco)

Lucho (Luis)

Paco, Paca (Francisco, Francisca)

Luli (Lourdes)

Pancho, Pancha (Francisco, Francisca)

Lulú (Lourdes)

Pati (Patricia)

Maga (Magdalena)

Pato (Patricio)

Magu (María Augusta)

Pepa (Josefina o María José)

Magui (Margarita)

Pepe (José)

Mai (Mariana)

Pili (Pilar)

Manuca, Mañuca (Manuela)

Quique (Enrique)

Manuco, Mañuco (Manuel)

Rafico (Rafael)

204

205


La lengua morlaca

Sebis (Sebastián) Shalva (Salvador)

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210

211


Índice de imágenes Ilustración 1. Astaray

15

Ilustración 2. Beata

29

Ilustración 3. Capillos

35

Ilustración 4. Candonga

39

Ilustración 5. Chispiolas

49

Ilustración 6. Curuchupa, insecto

62

Ilustración 7. Levita de los curuchupas, los conservadores

62

Ilustración 8. Dar capote

65

Ilustración 9. Espumilla

73

Ilustración 10. Fúrico

81

Ilustración 11. Helaque

89

Ilustración 12. Lora 103 Ilustración 13. Macana 109 Ilustración 14. Papas locas

131

Ilustración 15. ¡Quisha!

147

Ilustración 16. Vaca loca

175

Ilustración 17. Yapa 181 Gráfico 1. El territorio cañari, en su extensión original

188


La lengua morlaca, de Oswaldo Encalada Vรกsquez, se imprimiรณ en Cuenca del Ecuador, en el mes de diciembre de 2016, durante la segunda administraciรณn de Marcelo Cabrera Palacios como Alcalde de la ciudad.



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