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Hacia una fe m谩s personalizada Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelizaci贸n (curso 2002-2003) Vitoria-Gasteiz 2004


Documentos y Materiales 1. Entre todos, paz para todos. Guztioz artean, bakea guztion alde. 2. Programación de las Delegaciones y Secretariados Diocesanos. 3. Guía Diocesana 2000 4. La Formación del Laicado Proyecto marco Diocesano 5. Plan Diocesano de Evangelización 2002-2007 Edita: Obispado de Vitoria Imprime: Iru Artes Gráficas Maquetación e ilustraciones: Natalia Fernández


Presentación En septiembre de 2002, la diócesis de Vitoria inició un nuevo curso pastoral, así como la puesta en marcha del Plan Diocesano de Evangelización 2002-2007. El Plan se elaboró a lo largo de los dos años precedentes. Una comisión, presidida por el Obispo de la diócesis y compuesta por laicos, religiosos y presbíteros, coordinó los trabajos y, finalmente, hizo la redacción. Los Consejos Episcopal, Pastoral y Presbiteral de la diócesis, junto a Delegaciones y Secretariados y otras instancias pastorales, desarrollaron una participación y colaboración activas e intensas. El 28 de abril de 2002, festividad de San Prudencio, Mons. Miguel Asurmendi firmó la aprobación del Plan "como un instrumento pastoral para ayudar a la iglesia diocesana de Vitoria a tomar conciencia de su responsabilidad evangelizadora en los comienzos del siglo XXI". El Plan está estructurado en torno a seis objetivos precisos que quieren, además, cumplir un objetivo vertebral: la corresponsabilidad eclesial. El desarrollo de una experiencia personal de la fe, reconocer y potenciar la misión de los laicos, impulsar el desarrollo del sentido comunitario en la vida de la iglesia diocesana, proponer el anuncio del Evangelio de modo significativo, la opción preferencial por los pobres, y la participación activa en la construcción de la paz son los seis objetivos elegidos y son, además, una forma de impulso del ejercicio de la corresponsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios en la vida comunitaria de nuestra iglesia diocesana y en su misión evangelizadora al servicio de los hombres y mujeres de nuestra sociedad. Sin olvidar ninguno de ellos, se eligió el primer objetivo para una especial atención y actividad en el Curso Pastoral 2002-2003: "Favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe, que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora de nuestra vocación cristiana". Fueron muchas las parroquias, zonas, arciprestazgos, grupos, comunidades, delegaciones, secretariados, etc., que en la diócesis programaron y realizaron actividades de todo tipo para "favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe", e impulsar así una fe personalizada adecuada para sentir y practicar la fe en nuestro tiempo y espacio concretos. Sabemos que una fe personalizada no es labor de un día, ni de un curso pastoral. Los creyentes, personal y comunitariamente, se preocupan por mantener constantemente vivo y activo el empeño por hacer de la fe algo significativo para su vida y para la vida del mundo, en el tiempo y lugares en que nos toca vivir y creer. 3


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

De todas las actividades desarrolladas, algunas fueron de ámbito, significado y distribución para toda la diócesis. Son las que se reseñan ahora en esta Presentación. Y de entre ellas, se han escogido cinco como el contenido de este nuevo número de la colección Documentos y Materiales. Se trata de una sencilla y significativa muestra de las convocatorias, materiales y actividades realizadas y distribuidas en la diócesis en torno al objetivo señalado. Son los cinco que, en la enumeración siguiente, están sobre fondo gris y con los números 1, 2, 10, 16 y 25. La edición de estos textos y materiales, a añadir a los publicados en otros medios, quiere mantener viva y vigente la personalización de la fe como un objetivo siempre presente tanto en el Plan Diocesano de Evangelización, como sobre todo en la vida de los creyentes y de las comunidades. Al mismo tiempo, estos materiales pueden ser, junto a otros instrumentos, un punto de apoyo y de referencia para quienes no pudieron participar en las dinámicas pastorales y eclesiales del curso 2002-2003, y desean, en algún momento, iniciar o intensificar el proceso de una fe, su fe, personalizada.

Relación de actividades y convocatorias, de ámbito diocesano, desarrolladas durante el Curso Pastoral 2002-2003. I.- Septiembre 2002. 1. Carta Pastoral del Obispo de Vitoria con motivo del Inicio del Curso Pastoral, Hacia una fe más personalizada (24 de septiembre 2002).

II.- Octubre 2002. 2. Jornadas de Inicio del Curso Pastoral (15-17 de octubre). Tres conferencias pronunciadas por JESÚS SASTRE, profesor de Teología Pastoral en Madrid: 1ª: Una fe situada en el momento actual. 2ª: Crecer en una fe personalizada. 3ª: Itinerarios pastorales al servicio de la fe. 3. Celebración Eucarística de Inicio del Curso Pastoral, presidida por el Sr. Obispo (19 de octubre). (La homilía del Sr. Obispo está publicada en el Boletín Oficial del Obispado de Vitoria, 138 (Octubre, 2002) 511-514).

III.- Noviembre 2002. 4.- Materiales al alcance de los creyentes de fe sencilla para ayudarles a crecer en ella como experiencia de vida. Son dos testimonios: Creer me hace bien y La presencia de Dios en mi vida, acompañados de puntos de reflexión y de oración.

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5. La Hoja Diocesana con motivo de la Jornada por la Iglesia Diocesana (17 de noviembre) dedicó dos páginas a informar sobre la puesta en marcha del Objetivo 1º del Plan Diocesano de Evangelización.


Presentación

IV. Adviento 2002. 6. A finales de noviembre se inicia un servicio de formación y de coordinación para grupos interesados en el "Acercamiento y Encuentro Personal con Jesús a través del Evangelio de San Marcos". 7. Encuentro de Espiritualidad (30 de noviembre), organizado por el Servicio diocesano para la personalización de la fe. 8. Distribución del folleto Algunas lecturas interesantes sobre personalización de la fe, de 16 páginas con breves referencias y reseñas de libros y publicaciones sobre el tema. 9. Materiales y guión para Encuentros de Oración y Reflexión: Tiempo de mirar y de mirarnos, junto con Elementos para preparar una Celebración de la Palabra o Encuentro de Oración. Ambos contienen materiales en torno al objetivo 6º del Plan Diocesano de Evangelización: La construcción de la paz. 10. Folleto titulado Más que palabras. Actitudes, gestos, compromisos, hechos, signos. Entre todos PAZ para todos. 11. Taller Pastoral sobre la Escucha Activa, coordinado por Blanca García, religiosa de la Providencia, celebrado el 14 de diciembre.

V.- Enero y Febrero 2003. 12. Taller Pastoral sobre Evangelización misionera, a cargo de José Antonio Pagola, los días 17 y 18 de enero de 2003. 13. Con motivo de la mitad del Curso Pastoral, se celebró un breve ciclo de charlas tituladas: - Como vivir la adhesión a Cristo en la sociedad moderna (por Joxe Arregui o.f.m.); - Cómo alimentar la fe en la Iglesia, hoy (por Angel Mª Unzueta, de la diócesis de Bilbao). 14. Encuentro teórico-práctico sobre Oración Cristiana, animado por Metxe Gómez, carmelita de la Caridad, celebrados los días 8 y 22 de febrero.

VI.- Cuaresma 2003. 15. Por la relación que guarda con el objetivo de la personalización de la fe es de destacar la Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona-Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, Vivir la experiencia de la fe, Cuaresma-Pascua 2003. (Está publicada en el Boletín Oficial del Obispado de Vitoria, 139 (Febrero 2003) 67-116).

16. Pasos hacia una fe más personalizada. Materiales para la reflexión y el diálogo elaborados a partir de las Cartas Pastorales de los Obispos de Pamplona-Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria: Creer hoy en el Dios de Jesucristo, Creer en tiempos de increencia, Al servicio de una fe más viva, Transmitir hoy la fe, y Vivir la experiencia de la fe.

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

17. Encuentro de Espiritualidad, organizado por el Servicio diocesano para la personalización de la fe, y celebrado el 15 de marzo. 18. Orientaciones para leer el Evangelio de cada día: materiales con claves de ayuda para un acercamiento personal a la Palabra de Dios. 19. Encuentro de Oración: "Con Jesús en Betania": materiales elaborados en la Parroquia del Sdo. Corazón (Vitoria) para celebraciones en torno a la Palabra de Dios en los Evangelios (Lc 10, 38-42; Jn 11, 1-10.17-27 y Jn 12, 1-5.7-8). 20. Hoja Diocesana (nº 5, marzo 2003) con cuatro páginas dedicadas a actividades en torno al objetivo del Plan Diocesano de Evangelización. 21. Personalización de la fe y celebración litúrgica. Sesiones de formación litúrgica: curso elaborado por el Secretariado Diocesano de Liturgia. 22. Cinco testimonios sobre fe personalizada: Hacia la experiencia de Dios, Descubrir a Dios en mi vida, La fe del carbonero, La historia de una llamada, y Mi testimonio personal. 23. Señor enséñanos a orar/Jauna, errakus iezaiguzu otoitz egiten, folleto de oraciones realizado en colaboración con las Comunidades Contemplativas de la diócesis. 24. Emaús. Al Encuentro con Dios en la vida, materiales preparados por las Delegaciones de Pastoral de Juventud y de Pastoral Vocacional.

VII.- Mayo y Junio 2003. 25. Encuentro Diocesano con los Consejos de Pastoral, Diocesano, parroquiales, de zona, etc., celebrado el 31 de mayo, para determinar claves de evaluación del plan Diocesano de Evangelización. 26. Celebración diocesana de la Eucaristía de la Vigilia de Pentecostés y acción de gracias por los trabajos en la puesta en marcha del Plan Diocesano de Evangelización (7 de Junio). (La homilía del Sr. Obispo está en el Boletín Oficial del Obispado de Vitoria, 139 (Junio 2003) 381-383).

27. Jornada para la revisión de las acciones del Plan Diocesano de Evangelización, encomendadas al Consejo Episcopal, a las Delegaciones y secretariados diocesanos (4 de junio). (Estas evaluaciones están recogidas en el Boletín Oficial del Obispado de Vitoria, 139 (AgostoSeptiembre 2003) 459-512).

Vitoria-Gasteiz, Febrero 2004

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I.- Hacia una fe más personalizada “Muéstrame tu rostro, Señor” (Salmo 67) Carta Pastoral del Obispo de Vitoria con motivo del Inicio del Curso Pastoral

Vitoria-Gasteiz Septiembre 2002

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

Introducción El inicio de este Curso Pastoral 2002-2003 viene marcado por la puesta en marcha del Plan Diocesano de Evangelización. En cursos anteriores y con amplia participación diocesana, nos hemos dedicado a confeccionar su diseño, su desarrollo y su cristalización final. Llega ahora lo más importante: hacerlo realidad en un período de cinco años. Sin olvidar ninguno de sus objetivos, el primero de ellos se centra en la personalización de la fe. Así está expresado en el P.D.E.: “Favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe, que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora de nuestra vocación cristiana”. El Proyecto Operativo del P.D.E. lo resume de esta manera: "Hacia una fe más personalizada y comprometida". No sólo es el primer objetivo del conjunto del PDE, sino que se nos presenta como el más básico y el que va a propiciar el desarrollo de los demás. Sin una fe en Cristo, el Señor, arraigada en cada uno de nosotros y dinamizadora de nuestra actividad apostólica y pastoral, difícilmente podremos sacar adelante ningún plan evangelizador. Ante el calado y la extensión de nuestro ambicioso Plan resultan más verdaderas que nunca las palabras de Jesús: "Sin Mi nada podéis" (Jn 15, 5).

1) Una fe más personalizada. “La fe es, ante todo, una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado”, enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 150). Hablar de fe personalizada tiene un primer significado: no vivir de prestado, es decir, de lo que se lleva, de lo que se dice, de lo que está de moda, de lo que me enseñaron, de lo que me impusieron, etc. Hay que vivir la fe conscientemente, asumiendo personalmente sus consecuencias. Fe personalizada se dice por contraposición a la fe sociológica, ese tipo de fe sin convicciones, del que se deja llevar. La fe es una realidad integral en el creyente. En ocasiones tenemos la tentación de pensar que la fe es solamente un conjunto de contenidos aprendidos sobre los que manifestar una aprobación. Es importante saber qué creer, conocer con claridad los principios y postulados de nuestra fe en Cristo. Sin embargo, es preciso descubrir antes en quien creer y cómo confiar en Él.

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I. Carta Pastoral del Obispo de Vitoria Hacia una fe más personalizada

La fe personalizada supone la adhesión a la persona de Jesús, que sale a mi encuentro y me invita a entrar en su Vida. Es un encuentro y una adhesión, una vocación decidida y libre, por una Persona a la que se siente viva y vitalizadora. El creyente edifica su fe sobre esa experiencia personal de Dios en Cristo; así vive su vida desde el encuentro personal y continuado con Cristo. Lo llega a percibir como la verdad de si mismo, su vocación más profunda. Siente que su propia vida es la respuesta a Cristo que le llama para estar con Él (Cf. Mc 3, 14), para "morar en su tienda" (Cf. Ps 27, 4-6). Cuando el creyente acoge y conoce en profundidad a Cristo, recibido en el Espíritu, se va convenciendo, desde si mismo, de que Cristo es, no sólo el Camino, la Verdad y la Vida (Cf. Jn 14, 6), sino, ante todo, de que Cristo es su Camino, su Verdad y su Vida personales. Experimenta un descentramiento de si mismo a medida que nota que su existencia se va revistiendo de Cristo. Ve cómo su vida se reorienta hacia una transformación por la nueva mentalidad del Evangelio para "discernir la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rom 12, 2) en medio de la vida y del mundo. El creyente va comprendiendo y asimilando el sentir de Pablo: "No vivo yo... es Cristo quien vive en mi" (Gal 2, 20), y "para mi, vivir es Cristo" (Fil 1, 21). La verdad de la fe, la verdad de Cristo, se convierte en la verdad más intima y personal del creyente. Quien cultiva una fe personalizada no se conforma con tener ideas claras de lo que es ser cristiano hoy y de lo que la identidad cristiana exige, sino que busca estructurar o configurar la propia persona desde la vida en Jesucristo.

2) Una fe más comprometida. Como en toda experiencia humana de encuentro y de confianza, el creyente se siente estimulado a poner en práctica el contenido y las consecuencias de esa experiencia que le llena y le plenifica. De lo contrario no sería una verdadera experiencia vital, sino una vana ilusión o una engañosa alucinación. La respuesta coherente es, pues, el seguimiento de Cristo. Hacerse discípulo, testigo y seguidor, significa pensar como Él, valorar como Él, apreciar lo que Él aprecia, vivir con Él y como Él, hacer propio su ideal y su proyecto expresado en términos como el Reino de Dios, el amor y su justicia, "amaos como Yo os he amado" (Jn 14, 32)... En suma, vivir en el mundo según la letra y el espíritu de las bienaventuranzas de Jesús. La fe personalizada no es una fe privatizada, que se viva únicamente en la intimidad o en la soledad. La fe en Cristo nos lleva a vivirla, compartirla y celebrarla con los demás creyentes en la iglesia de Cristo, en la comunión de quienes lo sienten dentro de si y presente en la vida. En la comunión eclesial, el creyente halla el ambiente propicio para la coherencia y el crecimiento de su fe, la garantía de la verdad de su personal experiencia, los medios y cauces más ricos para transmitirla a otros, así como la corresponsabilidad en la tarea de edificar la comunidad eclesial y construir el Reino de Dios y su justicia para la vida del mundo. 9


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

Quien cultiva una fe propia y personalizada, a la vez que comunitaria y eclesial, ve cómo va creciendo en identificación y complicidad con Aquél en quien confía. Se preocupa de conocerlo y de sentir su Espíritu cada día más intensamente, de encontrarlo allí donde realmente nos ha dicho que está, en los pobres, en los que sufren, en los que trabajan por la paz, en los misericordiosos, en los limpios de corazón... (Cf. Mt 5, 1-12; Lc 6, 20-23), y se esfuerza por conformar su personalidad y su existencia al "estilo de Jesús". Os recomiendo que releáis, personal y comunitariamente, la presentación de este Objetivo en el Plan Diocesano de Evangelización, y las Pistas de Espiritualidad que forman parte de él. Seguro que encontraréis orientaciones y referencias útiles para comprender su contenido preciso y el camino para ponerlo en práctica. No os olvidéis del cap. I (parte II) de nuestra última Carta Pastoral, Transmitir la fe, (Cuaresma-Pascua 2001). Ahí se detalla cómo nuestra fe en el Dios de Jesucristo es, sí, saber, pero sobre todo es buscarle y conocerle, encontrarse e identificarse con El: confiar e, incluso, arriesgar, acoger y compartir, actuar y comprometerse, adorar y celebrar, amar y servir.

3) Medios para alcanzar este objetivo. El objetivo de nuestro Plan Diocesano de Evangelización constituye un apasionante desafío. Requiere el concurso y la dedicación de todos nosotros. Conocéis las acciones que, para ponerlo en práctica, están previstas en el Proyecto Operativo del Plan. Además, parroquias y arciprestazgos, grupos y comunidades estáis en estos días ultimando programaciones e iniciando acciones apostólicas y pastorales. Os invito a incluir en ellas este objetivo del P.D.E., fundamental para la misión de nuestra Iglesia. Atendiendo al ámbito diocesano, iniciamos el curso con las Jornadas que se os anuncian en el Programa adjunto. Las charlas y encuentros programados para los días 15 a 17 de Octubre tienen como tema privilegiado la personalización de la fe. Las Jornadas tienen su broche culminante en la Celebración Diocesana de la Eucaristía el sábado, 19 de Octubre, a las 19 horas en la Catedral de María Inmaculada. Estáis cordialmente invitados a participar en ella. Las charlas y la celebración son una manera excelente de iniciar la andadura comunitaria del Curso Pastoral y el objetivo de una fe personalizada y comprometida. Está trabajando un equipo diocesano con la misión de facilitar ayudas para centrar, clarificar y poner en práctica este objetivo, e incrementar así en la diócesis una fe personalizada. Está previsto que, a lo largo del curso, se lleven a cabo encuentros, reuniones y celebraciones para la profundización de la fe personal y comunitariamente. El Consejo Episcopal tiene intención de organizar y coordinar diversas actividades. Se os informará puntualmente.

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I. Carta Pastoral del Obispo de Vitoria Hacia una fe más personalizada

Además de estas actividades específicas y extraordinarias, no podemos desaprovechar las ocasiones que para la profundización y personalización de la fe nos ofrecen los medios y las acciones pastorales ordinarias. Una excelente oportunidad para acrecentar y robustecer nuestro conocimiento y adhesión a Jesucristo nos la brindan las lecturas bíblicas del Ciclo litúrgico correspondiente a este nuevo año, dedicado al Evangelio según San Marcos. Os propongo trabajéis en grupos de adultos y, también, de jóvenes el Evangelio según San Marcos, que ha sido descrito como un “manual para el seguimiento de Jesús”. Celebraremos y agradeceremos los frutos de este Curso Pastoral en la solemne Vigilia de Pentecostés, el próximo 7 de Junio, sábado, de 2003.

4) Los objetivos transversales. Os recuerdo que, junto al objetivo 1º, a lo largo del curso hemos de prestar atención a los Objetivos 5º ("Hacer realidad en nuestras comunidades cristianas, por fidelidad al Evangelio, la opción preferencial por los pobres") y 6º ("Participar activamente en la construcción de la paz, desde las exigencias y motivaciones del Evangelio y en corresponsabilidad con otros grupos sociales"). Ambos objetivos son parte intrínseca y esencial de una fe personalizada y comprometida. No es posible conocer y seguir a Cristo sin reconocerle e imitarle como Príncipe de la Paz (Cf. Is 9,5) y encontrar su rostro en el de los hermanos más pequeños: los hambrientos, sedientos, desnudos, forasteros, encarcelados y enfermos (Cf. Mt 25, 40). Como sabéis, el Objetivo 6º, dedicado a La construcción de la Paz lo tendremos presente de un modo especial en el tiempo de Adviento. Experiencia personal de fe, opción por los pobres y construcción de la paz son ideales y tareas que encuentran en la persona de la Virgen María una referencia privilegiada. Ella, como nadie, creyó y confió en Cristo, su Hijo. Nuestra fe quiere ser una fe personal y comprometida como era la fe de María. Creer como María creyó es la meta a la que aspiramos. Ponemos en sus manos nuestra ilusión y nuestro empeño por alcanzar una fe como la suya.

B Miguel Asurmendi Obispo de Vitoria Vitoria-Gasteiz, 24 de Septiembre 2002 Fiesta de Ntra. Sra. de la Merced

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II.- Conferencias de J. Sastre en las Jornadas Pastorales en el inicio del curso pastoral 2002-2003 “Favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe, que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora de nuestra vocación cristiana” (Plan Diocesano de Evangelización (2002-2007), Objetivo 1º)

Conferencias 1ª: Una fe situada en el momento actual. 2ª: Crecer en una fe personalizada. 3ª: Itinerarios pastorales al servicio de la fe. Jesús Sastre Profesor de Teología Pastoral. Madrid

(Trascripción)

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Hacia una fe más personalizada

Una fe situada en el momento actual  INTRODUCCIÓN. Complejidad del problema. El objetivo primero de Plan Diocesano de Evangelización dice "favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora de nuestra vocación cristiana". En la pastoral de D. Miguel se afirma que éste es el objetivo "más básico" de los seis que se proponen por lo que supone de trabajar la adhesión personal y el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. Así es. Trabajar "la personalización de la fe" como adhesión afectiva a Jesús significa que la persona de Jesús, el evangelio, la fe, la comunidad eclesial, el reino, la opción por los pobres, el trabajo por la paz, y tantas otras cosas profundamente evangélicas, seduzcan el corazón del creyente. Estamos ante un problema complejo porque influyen muchos elementos.

Claves de lectura. Decimos que es un tema complejo porque, en el momento actual, la misma ubicación de la fe o el modo de creer lo tenemos que situar o analizar desde tres claves de lectura que son: • la cultura de la post-modernidad, • el neoliberalismo y • el fenómeno de la increencia. No es momento para hablar de estos temas, pero vamos a resaltar algunos aspectos que condicionan fuertemente el modo de creer de muchos creyentes y quizá también de nosotros mismos. A modo de muestra y de una manera descriptiva, veamos el primer punto: la cultura de la post-modernidad.

 1.- VALORES (ÉTICOS Y RELIGIOSOS) DE LOS JÓVENES No se trata de hablar únicamente de los jóvenes en la cultura de la post-modernidad. Queremos hablar de la evangelización del adolescente, del joven, del adulto... poniendo la mirada en el grupo que llamamos juventud española. En el joven suele aparecer de una manera muy definida rasgos de los que participamos todos. En el adulto estos rasgos están mejor controlados, más suavizados, pero podemos decir que tenemos la misma fiebre aunque en el joven aparezca también la calentura externa. En ambos, joven y adulto, la fiebre, la bacteria, el virus o la infección puede ser la misma. Lo que sucede en el mundo joven nos manifiesta con más claridad, con rasgos de grueso trazado, aquellos componentes que son generales al contexto social.

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II. Conferencias de J. Sastre en las Jornadas Pastorales en el inicio del curso 02-03

Rasgos socioculturales. 1) Estamos en un momento donde hay mucho escepticismo ante los grandes relatos, y sin duda alguna, el cristianismo es por antonomasia un gran relato: es la historia de la salvación. Este gran relato lo verbalizamos en el Credo, lo proclamamos y celebramos en la Plegaria Eucarística, lo retomamos cada día en los signos cristológicos de vísperas. Sin embargo, este gran relato suscita muchas reticencias en una cultura de post-modernidad y de neoliberalismo. La gente más decidida y comprometida se apunta, en el mejor de los casos, a medio relatos o meso-relatos. La militancia eclesial y social se despliega hoy, como mucho, en ecologismo, pacifismo, feminismo, voluntariados o ONGs. Son los cuatro lugares de presencia militante, de compromiso social. Son lugares extraordinariamente significativos y muy importantes. Pero ninguno de ellos tiene la capacidad de hacer una propuesta alternativa global, que es lo propio de los grandes relatos. El medio relato, el meso-relato, el pequeño relato afecta a fragmentos de la vida, aunque el fragmento al que se refiere sea un fragmento significativo. ¿Quién va a dudar que ecologismo, pacifismo, feminismo, voluntariados y ONGs no son profundamente significativos? La cuestión es si la militancia en esos fragmentos teje una propuesta alternativa global de vida, inherente a lo que es la fe como un estilo global y alternativo de vida. 2) En segundo lugar estamos hoy en una cultura de pensamiento débil, que se traduce en un compromiso aún más débil. Cuando el compromiso es débil y el pensamiento es débil, es que previamente la ontología es aún más débil. Ante un pensamiento débil y un compromiso débil ha de haber un refuerzo previo, un refuerzo antropológico: • ¿Qué es ser persona?, ¿cuál es lo propio de la antropología humana?, ¿cómo nos definimos como seres? • Y desde el punto de vista creyente, ¿qué significa ser hijo de Dios?, ¿qué significa ser hermano, partícipe de la misma vida de Dios, miembro de una comunidad eclesial, constructores del reino? Estas cuestiones de identidad son las que están débiles. Por eso el pensamiento es débil y el compromiso es débil. Cuando decimos que estamos en una cultura de pensamiento débil, el fondo de la cuestión tiene que ver con lo antropológico, 3) Tercera característica, fruto de las dos anteriores, es la fragmentación existencial, es decir, cultura del fragmento, persona en fragmentos. Significa que vivimos cada fragmento con una lógica propia, pero la continuidad y la unidad de un fragmento con otro no están aseguradas. La vida es una serie de fragmentos más que algo suficientemente centrado, globalizado y unificado. Quizá la mayor dificultad que hoy tiene la fe en el diálogo con el mundo, es que la fe por su propia naturaleza, siempre es una propuesta de totalidad. Es algo que afecta a la persona entera, y que se propone a toda persona y a todas las personas. Esta propuesta de totalidad difícilmente entra en diálogo con la cul15


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

tura del fragmento en la que estamos. A veces, cuando leo cualquier documento eclesial pienso, el hombre post-moderno lo tiene difícil. ¿Por qué? Porque la única manera de hablar de la fe es en categorías y con pretensión de totalidad. Totalidad no tiene nada que ver con imposición, con fanatismo, con falta de diálogo, ni con cerrazón. Una comprensión unitaria de la persona y de la vida es una cosmovisión, es decir, un conjunto armónico y coherente de elementos: Dios, mundo, persona, historia, dentro de un esquema global que sirve para leer, para transformar, para celebrar la vida y las realidades de Dios. Esto difícilmente es comprensible para el hombre postmoderno. No hay, me parece, otra manera de hacerlo. Es difícil que la fe se pueda formular en términos fragmentarios, porque dejaría de poseer la cualidad inherente a la actitud ética y a la actitud religiosa. Además, estamos en un contexto de pluralismo divergente. No de pluralismo que es una riqueza, sino en un pluralismo divergente. En este contexto el joven, el adolescente, lo tiene realmente difícil, porque esto le genera un relativismo muy grande. La traducción de un pluralismo divergente para una persona no bien formada o un adolescente o joven, es que todo da igual, que todo vale igual. Evidentemente si todo vale igual, si todo da igual, es que nada vale nada. Hemos quitado del ser humano ese paladar ético, esa capacidad de apreciar y de optar “preferencialmente por”, que es la cualidad más específicamente propia del ser humano, la capacidad de elegir preferencialmente. No ya entre el bien y el mal, sino entre el bien y algo que es mejor. Cuando el relativismo llega a unos términos extremos, esta cualidad de lo humano queda anulada, lo que dificulta mucho la propuesta de fe como alternativa global de vida, con pretensión de unidad y de totalidad, es decir, de entrega existencial. 4) Otra característica es la retirada a lo privado y la búsqueda de la felicidad en la proxemia, es decir, en lo pequeño, próximo, cercano, concreto. El ideal de felicidad de muchos queda reducido a un esfuerzo para sobrevivir: una pequeña felicidad en lo familiar, en lo más próximo, más cercano, más inmediato, más concreto. Esto dificulta indudablemente lo que son proyectos comunitarios, esfuerzos colectivos, movimientos sociales, en definitiva, la militancia que rompe los estrechos márgenes de lo propio, de lo cercano, de lo inmediato. 5) El resultado final es una cultura donde se da el predominio del deseo y de lo inmediato. Dicho de una manera gráfica, si en la modernidad el mito orientador era Prometeo en lo que supone de esfuerzo, de lucha, de conquista, de querer ser con sus respectivas contradicciones, en la post-modernidad el mito orientador está relacionado con Narciso y con el mundo de las sensaciones, de lo íntimo, de la inmediatez. Si bien, estas características de una cultura post-moderna no agotan las características de la cultura actual. 6) La cultura post-moderna también nos ha recordado aspectos que teníamos muy olvidados. Por ejemplo, la importancia de lo afectivo, lo narrativo, lo simbólico, lo pequeño,

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II. Conferencias de J. Sastre en las Jornadas Pastorales en el inicio del curso 02-03

lo concreto, lo cotidiano, la importancia de lo experiencial. Se valora la razón argumentativa frente a lo teórico doctrinal o lo autoritativo. El hombre post-moderno si es sensible a algo, lo es experiencialmente. Es muy poco receptivo a la idea abstracta, al concepto o al argumento de autoridad. Relativiza mucho los argumentos si no lo ve, si no lo experimenta o lo siente, si no lo comprueba. Esto es también un gran valor. Al fin y al cabo, cada pequeña comunidad cristiana estaría llamada a ser en nuestro mundo un “pequeño relato” donde se pueda decir “ven y verás”. La modernidad nos recuerda que el “pequeño relato” tiene que ser ámbito de vida. Esto es un valor; el peligro es quedarse en el “pequeño relato” y perder el horizonte amplio: el gran relato de Jesús de Nazaret, el Reino de Dios, la civilización del amor o la cultura de la solidaridad de la que hablan Pablo VI o Juan Pablo II.

Tipología juvenil. La tipología juvenil es expresión de la tipología social. Veamos los porcentajes de la última encuesta del 99 y el nombre de cada uno de ellos. No se puede decir juventud, hay que decir jóvenes, pues hay porcentajes y tipologías muy distintos: 1. 5% Anti-institucionales 2. 12% Altruistas comprometidos. Son los que tienen un perfil más claramente cristiano-católico. Un 75% de este 12% son católicos practicantes. Desde una óptica sociológica, es el grupo más productivo en el sentido de que está más insertado en la sociedad y de manera más comprometida en la transformación y mejora de la sociedad. También es el grupo que arroja un sentimiento subjetivo de mayor felicidad. En su cosmovisión y en su ética hay una coincidencia mayor con la propuesta que hacemos los católicos. 3. 28% Retraídos sociales 4. 30% Institucionales ilustrados. Este grupo es susceptible de una evangelización con mayor posibilidad de éxito. Tienen muchas características parecidas al grupo del 12%. La diferencia es que el grupo "altruistas comprometidos" orienta sus energías vitales, su cultura, su tiempo o al menos su tiempo libre, a cuestiones de compromiso social, a favorecer, en términos generales, la humanización. Por su parte, los "institucionales ilustrados" lo proyectan hacia el cultivo de lo propio: música, cine, teatro, viajes, vacaciones, etc. Es un ocio de “valores espirituales” más relacionados con el arte y la belleza y la cultura que con lo social. Esta es la mayor diferencia entre los dos grupos. 5. 25% Los librepensadores, que en las encuestas anteriores se les llamaba "libre-disfrutadores”. Librepensadores es un término de la Ilustración francesa que no creo que les corresponda, porque ellos mismos se autoidentifican como "viciosos". Su vida gira alrededor de la diversión, la bebida, el consumo de una serie de sustancias, una práctica muy libre del sexo y un criterio muy materialista de la vida. En este grupo abunda la formación media o superior. Formulan las cosas dentro de una ética-estética de izquierdas, pero su vida es más conservadora que cualquier otra en cuanto a aprecio y disfrute de los valores materiales. Estos sujetos son los que aparecen como la punta del iceberg en los medios de comunicación. Formulan las cosas entre la izquierda y el sentido ácrata de la vida y se quedan tan anchos, cuando en el fondo lo que hacen es consumir todo lo que tienen en disfrute personal.

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Identidad religiosa juvenil. ¿Cómo se configura hoy la identidad religiosa de muchos de nuestros jóvenes? Podemos decir que se produce una cierta estabilidad tras del éxodo hacia la indiferencia y la irreligiosidad que se dio en épocas no muy lejanas a nosotros. En los años de finales de los setenta, ochenta y principios de los noventa, se produjo ese éxodo hacia la indiferencia y la irreligiosidad. Hoy el fenómeno está más estable. Al mismo tiempo, se sigue constatando un descenso muy significativo y preocupante de la práctica religiosa. La media de asistencia a la práctica religiosa dominical de jóvenes de quince a veintitantos años es de un 12%. Esa media la eleva un poco el grupo de mujeres respecto del de varones. Hay comentaristas que dan una gran importancia a este punto, y estudian el valor discriminante que tiene la práctica religiosa. Juan de Dios González Anleo y los equipos que publican en la “Fundación Santa María” sostienen que en España existen dos grandes subculturas desde el punto de vista nómico (de normas) y religioso: a) una que empatiza con la cosmovisión y los valores propios de la fe cristianocatólica, y b) otra que se aleja radicalmente de esta comprensión. Quizá lo tiene como un recuerdo o una especie de apellido, pero no funciona en su vida. Sostienen que la línea divisoria entre estas subculturas no está en que la persona se autoposicione como católico, sino en la práctica religiosa dominical. Este elemento puede resultar desconcertante porque no lo hemos valorado suficientemente. El tema no está en que acudan a misa todos los domingos y escuchen una homilía, o unas lecturas que les van ilustrando en la fe y que les ofrecen una cosmovisión. El elemento fundamental es la actitud de fondo, es decir, aquel que voluntariamente se religa a una práctica religiosa cotidiana, dominical. Significa que vive la fe como relación con Dios, no como subjetivismo (esto me gusta, no me gusta, me apetece, no me apetece, tengo tiempo, no tengo tiempo, ahora sí, después no...), sino una fe en términos de relación interpersonal, de referencia eclesial y de sentido. Fundamentar la propia fe en una objetividad, que es la revelación de Dios en Jesús, no es un dato que uno pueda subjetivizar, sino que lo tendrá que personalizar. De ahí la importancia que este punto tiene como recuperación de otras muchas cosas. La asistencia regular a la misa dominical tiene que ver con la referencia institucional-eclesial y con la importancia dada a las mediaciones, especialmente a las comunitarias y eclesiales. Son elementos que van unidos. Lo que sí abunda es el predominio de la religiosidad subjetiva, que es algo muy diferente a una fe personalizada. La religiosidad subjetiva se nutre de aspectos espontáneos, de lo que tiene que ver con el pequeño grupo, con la propia psicología, la propia subjetividad, la propia historia personal, los propios condicionamientos e intereses,... Pero no significa que sea una cuestión personalizada. Las encuestas señalan que los datos sobre los aspectos subjetivos de la fe son muy altos respecto de los datos institucionales. Esta simple consideración tiene que llevar a valorar 18


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el hecho de que siga habiendo un sentido subjetivo de la fe. Es un valor a reconocer porque permite una evangelización, pero al mismo tiempo reconocer que esa distancia sólo se salva a través de un esfuerzo de personalización de la fe en este contexto en el que vivimos. Aprovechando lo valioso que hay en el sentido subjetivo de la fe, y, al mismo tiempo, optando por una educación de la fe que tenga mucho que ver con los procesos de personalización, es decir, con proceso y con personalización.

 2.- HIPÓTESIS A PARTIR DE DATOS Y ESTUDIOS. Configuración de lo religioso: metamorfosis de lo sagrado. Hay estudios donde claramente se habla de que estamos ante una nueva configuración de lo religioso. Se utiliza el término “metamorfosis de lo sagrado” más que “desaparición de lo sagrado”. No se trata tanto de que el sentido religioso esté desapareciendo cuanto que se está produciendo una metamorfosis profunda del sentido de lo religioso. ¿Qué características tiene esta metamorfosis?. Básicamente tiene estas tres: 1) reducción de lo religioso a lo íntimo, es decir, a lo invisible. Cuánta gente que viene a casarse a la iglesia no tiene ningún reparo en decir que es católico pero nada practicante como cosa normal. Por supuesto no le extraña a él, pero tampoco piensa que extrañe al párroco de la parroquia. Es un modo normal de creer. Es una religiosidad invisible en cuanto que queda reducida a la esfera estrictamente personal y a ritmos que tienen que ver con lo subjetivo. 2) declive de las prácticas e instituciones, es decir, de las mediaciones y de la referencia comunitaria. La creencia y la pertenencia no se corresponden, lo cual evidentemente es una incoherencia muy fuerte. Decir, “yo creo”, “me siento católico”, “creo en Dios”, “en Jesucristo”... "pero no me vinculo", es algo que tiene que llevar a replanteamientos muy fuertes. Al no ver correspondencia entre creencia - pertenencia - referencia, puesto que la referencia es la subjetividad, se produce una desregulación de lo que llamamos la práctica religiosa. En vez de vivirla regulada comunitaria y eclesialmente, se vive regulada subjetivamente. 3) indiferencia religiosa. En los pocos estudios que hay sobre el fenómeno de la indiferencia se constata que el paso de la creencia a la increencia es un paso no traumático. Es un paso casi imperceptible, de pendiente suave que poco a poco va llevando a la persona de una situación a otra. La persona no sufre traumas, ni rupturas, no pasa de la creencia a la increencia a través de unos planteamientos. El paso de la creencia a la increencia es simplemente dejar la práctica religiosa dominical. Es el primer paso y el más fuerte: prescindir de la referencia comunitaria eclesial.

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4) Hay otros elementos que aunque son minoritarios no debemos olvidar: a) para creyentes quizás más cultivados o intelectuales, la postura de la iglesia en determinadas cuestiones, sobre todo en relación con la bioética o la ética sexual, les causa muchos problemas de aceptación, desde planteamientos que ellos consideran serios. Habría que hacer un esfuerzo de diálogo en estos puntos. Quiero decir que deberíamos reflexionar sobre estos puntos y argumentarlos de otra manera, con un talante más dialogante. b) para otros es determinante que la fe es exigente. Exige un modo global de vida, un estilo, una opción por unos valores. Es una configuración que no todas las personas están decididas a hacer cuando descubren lo que la fe es. Esto en sí mismo no es positivo ni negativo, es real. ¿Qué interpretación podemos dar a esta situación? ¿Qué consecuencias tiene en la vivencia de lo religioso? Se está produciendo un cierto derrumbamiento del universo cristiano: la fe monoteísta, la institución eclesial, la normatividad en el sentido de lo que creemos, lo que sentimos, lo que vivimos... Podemos decir que prima un conjunto de formas religiosas que no corresponden con la formulación de lo religioso, católico, tradicional. Entre los que se autoposicionan como católicos se dan formas sanas y muy eclesiales junto a otras que no lo son tanto: un catolicismo popular, cristianos sociológicos que creen pero no practican, cristianos que son practicantes, creyentes que están en la nueva era, creyentes que están en una religiosidad difusa y sincretista, creyentes que participan más de una religiosidad institucional. El universo de gente que se sigue autoposicionando católico es un conjunto plural y difuso. Lo vemos en momentos celebrativos donde confluyen todo tipo de personas: bodas, bautizos, comuniones. La algarabía que se forma indica que las personas aún autoposicionándose católicas, responden a sensibilidades y a modos de vida muy distintos. Parece que no sólo han cambiado las mediaciones, sino que han cambiado el horizonte y el sentido de las mediaciones. Quizá sea la cuestión de fondo. La última interpretación del horizonte y de las mediaciones ¿es mi subjetividad? ¿Es algo que se refiere a la auto-comunicación de Dios en la revelación, o se refiere a la conciencia de la comunidad eclesial con su situación actual y con toda la historia? ¿Es algo que en último término corresponde a mi conciencia como elemento espontáneo y subjetivo?, y no digo la conciencia como “una decisión de” informada, ilustrada, educada, contrastada.... Este es el horizonte último. Eso es lo que ha cambiado. Digamos que la sensibilidad global, espontánea, afirma sin más que es a mi propia subjetividad a la que le corresponde la formulación de qué mediaciones sí o qué mediaciones no, y qué horizonte para esas mismas mediaciones. Esta es la cuestión más de fondo. En la práctica, hay muchos creyentes que han terminado transformando (creo que en parte ha influido nuestra manera de evangelizar) ese monoteísmo de creo en un solo Dios, el Dios de Jesús que se vive en una pertenencia eclesial y una iglesia referida al reino. Se ha 20


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ido transformando y vaciando, y ha terminado en lo que llamaríamos una serie de transcendencias inmanentes. La fe en un monoteísmo comprometedor en el rostro de Jesús, se ha transformado, con el pretexto de Jesús muchas veces, en una serie de militancias, voluntariados, compromisos éticos, solidaridad... que en sí mismos pertenecen a elementos inmanentes muy significativos de lo humano y a los que uno se vincula casi con la misma seriedad con la que se vinculaba a “creo en un solo Dios”, el Dios revelado. Ha habido una transformación y ese monoteísmo, esa fe, ese sentido transcendente y absoluto de la vida queda dividido en una multiplicidad de transcendencias inmanentes o de inmanencias trascendentes. En parte hemos contribuido con nuestra manera de evangelizar, porque temas profundos de fe como la experiencia de Dios, como una fe que globaliza la vida, como el vivir los valores del evangelio... los hemos obviado y hemos pasado del dato de fe a unas propuestas que, en el fondo, han sido como voluntariados y compromisos con aspectos de la vida. Ha habido una especie de suplencia y de desvirtuación de la fe primera. Eso resultaba más fácil, enganchaba más. El profesor de religión en vez de hablar de la eucaristía o de la resurrección de Jesús, ponía un montaje de testigos de la fe, porque esto ilustra más. El alumno pre-adolescente se queda con “el sentido de”, pero ignora el recorrido de ese testigo de la fe que ha terminado dando la vida por la fe y qué experiencia mística de Dios ha tenido. En el momento actual, aún nos cuesta mucho abordar explícitamente los grandes temas de la fe. En seguida vamos a la moralización, que ya no es la moralización de otras épocas, sino más bien en términos éticos, de compromiso humano, de solidaridad, que queda bien en el momento actual conforme a la sensibilidad social, pero que obvia o reemplaza el dato fundamental de la fe. Igual pasa con los muchachos que confirmamos a los 17 o 18 años, los ponemos a trabajar en Cáritas o en labor social, y al cabo de pocos años se quedan con esa militancia y no son practicantes religiosos. La iniciación cristiana hay que terminarla. No culmina metiéndoles a trabajar unas horas en un compromiso social. Al menos no sólo con eso. El tema de la iluminación, por ejemplo, en las catequesis bautismales, descubrir la eucaristía como el centro de la vida, la cuestión vocacional… Son cuestiones muy gordas que nos cuesta abordar. Se da entonces esa especie de evangelización de suplencia. Creo que tenemos que apostar por otra manera de evangelizar que no haga con tanta facilidad estas desvirtuaciones o estos mecanismos de suplencia.

 3.- RETOS Y POSIBILIDADES EN UN FUTURO PRÓXIMO. Es difícil hacer previsiones a largo alcance sobre el futuro del cristianismo porque no tenemos muy claro el análisis del momento presente. Si uno visita una librería, cualquier librería especializada, no estrictamente religiosa-católica, puede encontrar hasta 250 títulos, algunos muy peregrinos que hablan del futuro del cristianismo. Esto es expresión de que ahí hay un tema que preocupa: recuperar el lado místico de la fe, la referencia eclesial y el compromiso con la justicia. 21


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Retos y posibilidades en un futuro próximo. a) En primer lugar, está el reto de matizar bien la pérdida del pensar y sentir religioso, porque más que pérdida es una metamorfosis. Hay que analizar en qué consiste esa metamorfosis para tratar de ver cuáles son los elementos profundos, los de fondo, no quedarnos en la fenomenología de los hechos que se constatan. Si hay una transformación del horizonte y de la manera del creer del que se autoposiciona como católico, ¿cuál es la profundidad del problema? Al mismo tiempo ¿es un declive, una pérdida del sentir y pensar religioso, o se trata más bien de una transformación?. b) Hay que constatar como dato muy positivo que hoy tenemos algo que no ha existido mucho en otras épocas, minorías de creyentes, jóvenes y adultos, con un catolicismo dinámico, actual y sin complejos, y con una relativa buena formación teológica, actual, catequética, pastoral. Es una constatación. Siendo un poco generosos y con los datos de la encuesta, como iglesia estamos llegando a 33% de jóvenes entre colegios, parroquias, grupos, comunidades, voluntariados católicos, gente que empatiza más o menos, gente que participa de alguna manera… lo cual no significa que sea un creyente activo con perfil. Pero, ¿y el otro 66%?. Y dentro de este 33%, estas minorías creyentes con este perfil pueden ser el 75% del 12%. c) En tercer lugar, estamos en un momento en que desde el punto de vista pastoral, la prioridad, pensando en las personas que ya están en nuestras comunidades, es la reconstrucción de la identidad religiosa. Todo esto sitúa a nuestra pastoral en un momento apasionante. Juan XXIII decía que las parroquias son como las fuentes que había antes en los pueblos que están echando agua y cada uno se acerca. En nuestras parroquias hay muchos centros concéntricos, no hay que desatender ninguno, pero es prioritaria la personalización de la fe. Esta labor de orfebrería tiene un aspecto multiplicador muy fuerte. Un creyente con una fe personalizada en el mundo de hoy tiene un efecto multiplicador. A lo mejor, hay que hacer opción prioritaria sin descuidar las otras cosas.

Posibilidades. a) Asumamos el momento que nos toca vivir como un reto y como tiempo de gracia. Es el talante del Vaticano II. Poner los ojos en el presente y en el futuro, y vivir este momento como tiempo de gracia, porque aquí es posible la historia de salvación. A lo mejor es momento de un despertar fuerte, de intuir nuevos caminos, de marcar nuevos subrayados, de responder a nuevos retos que es siempre creativo, porque propicia la renovación del propio evangelizador en comprensión, sensibilidad y en métodos. b) Otra posibilidad es que al hablar de personalización, la fe debe hacerse cultura. La fe es susceptible de encarnarse en todas las culturas que propicien lo humano y lo solidario. La fe, si queremos que tenga solidez en el creyente, o se hace cultura o no es más que ideas, sensibilidades, conceptos, vagas vinculaciones... La fe tiene que ser modo de ser, de estar, de pensar, de vivir, de hacer. Cuando la fe coge así globalmente a la per22


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sona, la fe es muy real. Cuando es un modo real de vivir, la fe no te deja a ti aunque tú quieras dejarla. Cuando la fe no es este modo real de vivir porque no se ha hecho cultura, es una fe cogida con alfileres. Aparece y desaparece, es circunstancial, porque no es vida. Von Balthasar llegó a decir: “creemos en lo que vivimos”. En el fondo es así. A la larga no vivimos como pensamos, sino que pensamos como vivimos. Nuestras evidencias son como extracciones de segundo grado de nuestra manera de vivir. En este “la fe es hacerse cultura”, el hombre actual es sensible a lo experiencial, a lo afectivo, a lo imaginativo y simbólico. Es una llamada a reformular la fe desde ahí. Lo experiencial y lo afectivo tienen muchísimo que ver con los procesos de personalización. Educar en la fe hoy es preguntarse qué tiene que pasar dentro de esta persona para que Jesucristo y el evangelio se ubiquen en el núcleo profundo de su afectividad, que es desde donde vivimos y desde donde tomamos las decisiones. c) El elemento básico, pre-teologal es trabajar la unicidad del yo. Es difícil educar en la fe a una personalidad humanamente fragmentada. No hace mucho escuchaba a un obispo, hablando de algunas crisis vocacionales, decir que a veces los obispos hacen ordenaciones absolutas a personas que viven en el fragmento. Cuando no se ha saneado, no se ha educado el fondo de la personalidad en un sentido unitario, está incapacitada radicalmente para asumir en la vida proyectos con carácter de totalidad. Es importante recuperar la unicidad del yo en una cultura del fragmento con personas fragmentadas. Esto se comprueba con la gente joven. Cuando el joven logra trabajar este punto la educación de la fe avanza muchísimo, porque él constata y experimenta en su propia vida lo que la fe le supone de unificación, de dinamismo, de horizonte, de sentido de felicidad, de sentido de vida con un carácter totalizante. Pero, si la fe no llega a funcionar de esta manera, ¡qué difícil es la permanencia!. d) Son imprescindibles los pequeños relatos como comunidades de referencia. Hoy, el joven no se vincula a grandes relatos como antaño nos hemos vinculado. En otras épocas ha funcionado, primero, la ilusión del gran relato, y después descubríamos el pequeño relato como comunidad de vida. Hoy el método es al revés: el joven no se vincula a nada si no encuentra un pequeño relato que le resulte cercano, con calor afectivo, con relaciones interpersonales, vital en lo cotidiano, en el día a día. A partir de ahí tendrá que descubrir el gran relato, incluso para la misma vivencia vocacional. Lo anterior supone plantear la educación de la fe en suscitar y acompañar procesos. ¿Qué tiene que pasar por dentro? Creo que tenemos que pasar de la formulación de cuestiones en términos de proyectos con clave académica (punto de partida, punto de llegada, objetivo, etapas, medios, temas) a formular las cuestiones más como procesos: este grupo de 13 años del que yo soy catequista, ¿qué tiene que vivir por dentro?. Vamos a diseñar el proceso de fe de estos adolescentes y vamos a suscitar y a acompañar ese proceso, donde los temas, evidentemente son una ayuda. 23


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Crecer en una fe personalizada  1.- LA FE EN EL ADULTO. La fe como opción fundamental ante las cuestiones últimas de existencia. ¿Cómo se llega a entender la fe como opción fundamental ante las grandes cuestiones de la vida?. James Fowler es un pastor metodista que ha trabajado mucho este tema y tiene relación con teólogos católicos, sobre todo con Kohllberg que formula los estadios del juicio moral. Ha llegado ha hacer esta formulación que en términos de la pedagogía de la fe es un tanto clásica: • Los comienzos: El niño vive las creencias de las personas que le quieren. El niño que vive en la fe o es educado en la fe, vive las creencias, las sensibilidades, las formulaciones que hacen las personas cercanas a él, que le quieren. Esto ocurre en todos los aspectos de la vida. Nuestra primera apertura y vinculación a la fe siempre tiene un carácter afectivo. La primera imagen de fe que yo recuerdo es mi madre, mi hermana y yo dándonos la mano ante una capillita de la Virgen del Carmen, por la noche, antes de irnos a acostar, con la luz apagada y la lamparilla encendida. La primera imagen de lo religioso está vinculada con una relación afectiva. Tiene tal importancia este primer momento de la vinculación afectiva que es relativamente difícil en otros momentos de la vida, querer recuperar la fe cuando ha faltado en la niñez dicha vinculación. Es lógico y normal que sea así, porque la vinculación, el crecimiento, básicamente es a través de vinculaciones afectivas. Es de donde se definen los grandes aspectos del crecer humano. • Estadio “sintético-convencional”: el “ yo creo” se refiere a lo referido. Cuando el niño llega a la pre-adolescencia puede decir con verdad “yo creo”. En ese “yo creo”, el adolescente no hace matizaciones de tipo analítico. Dice "yo creo" a lo que ha recibido en la familia y en ámbitos socializadores de la fe (la iglesia, los grupos de catequesis, la escuela en su caso) de una manera muy global, aunque empiece a tener las primeras disidencias o las primera fragmentaciones en su manera de creer. Realmente lo personal en el adolescente o pre-adolescente es el grupo de iguales. Es decir, lo que él ha recibido de las grandes instituciones socializadoras, lo reformula desde el grupo de iguales que le permite sentirse distinto de los padres y de los adultos. Muchas veces, la oposición que el adolescente hace respecto del mundo de los adultos y a lo que ha recibido de los adultos, es una manera de afianzarse. Está iniciándose en la búsqueda de su propia identidad, y una manera de afianzarse es oponerse. Pero la oposición no es tanto de contenidos cuanto un mecanismo de afianzamiento personal, aunque el adolescente lo formule como oposición a contenidos. Si un adolescente dis-

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cute la hora de llegar a casa con sus padres, la cuestión no es tanto la hora. La hora es una circunstancia o un pretexto que se le presenta, la cuestión es afirmar su propia identidad que va creciendo para empezar a decir que él también empieza a ser adulto. • Estadio “individual-reflexivo”: símbolos rotos. A partir de los 17-18 años se da un cambio importante en la manera de creer, debido a la presión interna, al deseo de autonomía y a los acontecimientos vitales. El adolescente siente porque la presión interna está en un mundo distinto, con personas distintas. En la parroquia una de las cosas que los jóvenes cuestionaban es que en la universidad, encontraban personas no-creyentes (o al menos no lo hacían desde la fe) que también estaban militando como ellos en compromisos de tipo social. Se planteaban: “esto también se puede hacer desde otras instancias; para esto no es necesario ser creyente ”. Es bueno que existan estos cuestionamientos. Estas presiones de un mundo plural cuestionan las convicciones que uno tiene. Al mismo tiempo, se produce el deseo de autonomía. Esto lo explica muy bien Vergote en el libro de psicología religiosa. A esta edad el adolescente joven empieza a percibir que el credo entra en competencia con su propia autonomía, y parece que es opuesto a la pretensión de ser yo mismo de una manera autónoma. Ser creyente es sentir una serie de valores, y él está sintiendo otra serie de valores, otras pulsiones, otras posibilidades que entran en conflicto. El acto de fe, para que sea un acto maduro, tiene que pasar necesariamente por esta contraposición entre mi autonomía y el credo, los valores evangélicos y la pertenencia eclesial. El acto de fe se resuelve a través de esta triple ruptura para llegar a una formulación de “yo creo”. El asentimiento personal religioso, es decir, “creo en este Dios que formulo”, potencia mi autonomía personal. Así asumo estos valores evangélicos que desarrollan mis posibilidades y vivo la pertenencia eclesial que no cercena mi realidad de lo humano. Si se vive de esta manera, se ha madurado en la fe. Y ahí es donde muchísima gente se nos queda. Viven este conflicto, lo formulan mejor o peor, de forma más o menos explícita, y ahí se quedan. Realmente el problema de la educación de la fe es cómo equipar para que hagan esa reformulación de su fe. Lo anterior se pone en crisis. Hay una percepción fuerte de que el credo, los valores evangélicos y la pertenencia eclesial entran en conflicto con lo mejor de mi propia autonomía. ¿Cómo ayudar a reformular el acto de fe, la pertenencia eclesial, la percepción de valores evangélicos?. Este es el momento importante. Hull dice que este momento es un estadio de símbolos rotos. Se quiebra la confianza en lo que antes han vivido. Unos la quiebran con naturalidad y otros con cierto resentimiento. Lo que está claro es que necesitan un equipamiento nuevo para reformular la fe y su identidad religiosa. Siempre ha sido así, y se ha hecho de una u otra manera. Pero, hoy por el momento socio-cultural se necesita mucho más. Sólo a partir de ahí, se entra en la etapa de maduración o etapa conjuntiva.

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• Etapa de maduración (etapa conjuntiva). Se dice etapa de maduración o conjuntiva porque se da un ensanchamiento del mundo interior. Es re-pensarse a sí mismo desde la referencia a lo más profundo de uno mismo, al otro y a los demás. Evidentemente para hacer esta reformulación hay que superar las dificultades de la etapa anterior. Paul Ricoeur llama a este momento: “acceso a la segunda ingenuidad”. Ingenuidad significa acceso a una reformulación de lo que significa ser creyente con una confianza como la que tiene el niño en los adultos, pero reformulada siendo joven-adulto. Es recuperar una confianza básica, la confianza que nos acompaña toda la vida y nos permite ser personas normales. La que hace que vivir merezca la pena, porque hay personas que nos quieren, que nos dan esperanza y que nos permiten desarrollar plenamente nuestro ser. Se trata de reformular la fe desde esa confianza. Y eso supone una síntesis o resultado final. Hay una re-apropiación de elementos primarios que cuando llega la crisis de la adolescencia se dejan, se marginan, no se entienden, no se viven o incluso se contradicen. Hay una apertura a lo profundo de uno mismo, a esos deseos profundos desde los que desarrollar la vida para vivir apasionadamente la fe. Esa apertura a los demás y al mundo que nos toca vivir y esa apertura a la novedad del Dios revelado en Jesús. Pero esto no se hace si no hay una re-apropiación de los elementos de la fe reformulados después de la crisis de la adolescencia y de la juventud.

Hitos y transiciones. Este proceso, dice Guiguère, se hace a través de una serie de hitos y transiciones. Hitos en el caminar de fe son esos pocos momentos por los que una persona creyente pasa y que se quedan permanentemente en su conciencia como momentos en que ha habido un antes y hay un después. Son momentos de salto cualitativo, de reformulación, de apertura de horizonte, de nueva fundamentación. Tienen algunas características muy claras: la persona es muy consciente de que esos hitos no dependen de nuestra decisión. No es que una persona entienda las cosas de una manera y, de forma voluntarista, opte por ello. No es una decisión. Sino que son momentos experienciales que se nos imponen desde la experiencia. “Se impone” no significa que se impongan desde fuera, sino que es una experiencia que se impone a nuestra manera de ser y de vivir gozosamente, porque nos abre el horizonte y pide nuestro consentimiento, no desde nuestra decisión voluntariosa, sí desde la experiencia vivida. Un reto al acompañar el proceso de maduración de la fe es ver si se van dando estas experiencias que posibilitan que la persona avance. No tiene nada que ver con la acumulación de cosas, ni con las decisiones comprometidas, sino que es una experiencia como iluminación interior que permite reformular la condición de lo humano y el acto de fe. El mundo interior es un universo estructurado, no yuxtaposición de elementos. Cuando decimos procesos, saltos cualitativos en el proceso, decimos que el edificio que teníamos

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de nuestra persona, de nuestra manera de ser, se desmorona por las crisis de crecimiento. No se trata de volver a levantar el mismo edificio, sino de hacer una reformulación nueva de nuestra manera de creer. Sólo así es posible el avance. No es un término de actualización, sino de reformulación personal. Según Guiguère, todo hito tiene cuatro tiempos o cuatro momentos: 1. La persona que está haciendo el proceso, en un primer momento anticipa que algo importante se va a producir en su vida, intuye algo. 2. En un segundo momento se produce la ruptura o la reformulación que hemos hablado. Estos dos primeros momentos son gozosos y siguen ocurriendo en muchos encuentros de jóvenes, en experiencias de uno u otro tipo: en Pascua, en el trabajo, en una experiencia misionera, en un encuentro de oración, en un compromiso solidario... Lo que ya no sucede tanto es el siguiente paso. Cualquier experiencia vivida que se nos impone porque nos seduce, porque toca el fondo de lo afectivo en la persona, después tiene que ser mantenida en la vida cotidiana. 3. Si la prueba de la habituación no se supera, a la larga esa persona se queda con la sensación de que lo vivido es muy bonito pero no era verdad, porque la vida cotidiana se lo niega. Y ahí es donde el acompañamiento de esa experiencia vivida se impone para que no sea solamente un flash o un fogonazo que en un momento dado nos deslumbra. Hay que comprobar que también es verdad en lo cotidiano. Si un joven va a un encuentro o a unos talleres de oración, y viene encantado porque ha descubierto lo gozoso que es pasar ratos de oración y el tiempo se le hace corto, y disfruta y trata de vivir la oración en lo cotidiano, eso va a funcionar una semana, dos… pero si no hay un aprendizaje de cómo mantener esa experiencia en lo cotidiano (habituación), a la larga, lo que en un momento era muy gozoso, empieza a ser después un momento difícil, de silencio de Dios; empieza a ponerse nervioso, a no ser fiel y termina diciendo: aquello fue muy bonito, pero debió ser una ilusión. Y es cierto, porque la vida ordinaria se lo niega. Esa habituación debe de llevar a la integración. 4. La integración significa que un elemento de cultura, como es el aprendizaje de oración o el descubrimiento de la pobreza evangélica o la disponibilidad vocacional o el sentido comunitario de la fe, ese elemento aprendido y descubierto y experienciado, se integra y pasa a ser un elemento de naturaleza. Es decir, lo incorporo a lo profundo de mi propia naturaleza para que funcione con normalidad en lo cotidiano. Dicho con un ejemplo: si hacer oración cada día me cuesta mucho, al final, dejo de hacer oración cada día. Si hacer oración cada día, en cambio, no me cuesta porque pertenece a lo normal como comer, dormir, desayunar, leer el periódico, hablar con los amigos, urge como una necesidad espontánea que tiene su hueco en el día a día. Uno cuenta con ello y no le produce mayor problema. Los elementos que nos cuestan mucho esfuerzo mantenerlos día a día, no hay naturaleza humana que los mantenga. O se sitúan en el núcleo de lo afectivo, para que aunque cueste no cueste, o termina siendo un elemento que no se incorpora. Toda educación de la fe sitúa los contenidos de la fe en el núcleo de lo afectivo, para que se vivan desde lo cotidiano, estén integrados, y sean un elemento de naturaleza. El cris-

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tiano no nace, se hace. Para que la fe funcione ha de vivirse como un elemento de naturaleza, es decir, espontáneo, jugoso, alegre, natural, no forzado y cotidiano. Lo que no es cotidiano, no es auténtica verdad en la vida. Si uno está lejos de la familia durante mucho tiempo y no llama por teléfono, presumiblemente es que no hay relación afectiva. Con esas personas no mantenemos unos vínculos de relación afectiva. ¿Es que para llamar por teléfono hay que obligarse?. Eso le surge espontáneamente, está pensando durante el día en ello. Eso es lo profundo de la educación en la fe.

¿Cómo ubicar la fe en esos niveles? Esto afecta a lo que llamamos proceso o personalización de la fe. Y este proceso no es lineal, tiene más bien una característica espiral, porque se superpone en etapas, avances, retrocesos. No es buen método el lineal para la educación de la fe. ¿Somos conscientes de que la fe es una andadura espiritual, y de que hay que ayudar al creyente a franquear las transiciones de la vida?.

 2.- LA FE ADULTA Según Alberich, los rasgos de la fe adulta son los siguientes: 1) La fe es un dato central de la personalidad. Afecta a las tres dimensiones de la actitud: cognitiva, afectiva y volutiva. Es una fe cada vez más ilustrada; implica la integración afectiva, se vive comunitariamente y se traduce coherentemente en la acción. De estos elementos de la síntesis, el más importante de todos estos rasgos es la integración afectiva de la fe. Lo define muy bien el directorio general de catequesis cuando dice que la naturaleza y la finalidad de la catequesis es la adhesión afectiva a la persona de Jesús. Es vincularse afectivamente en términos de relación interpersonal, de fidelidad, de dar la vida, de sacar adelante, de mirar al futuro, de compartirlo todo. Esto sitúa en la educación de la fe lo que en otras décadas hemos situado en lo que era la espiritualidad, el director espiritual, los grupos de selectos... Para que haya vinculación, o la fe se va integrando en el núcleo profundo de lo afectivo o queda en extractos que realmente no afectan a los núcleos existenciales. 2) La fe madura en un doble movimiento básico para la pedagogía de la fe: la continuidad entre las aspiraciones humanas fundamentales y la fe. Esto se justifica por la naturaleza de la revelación cristiana y por la naturaleza humana creada a imagen y semejanza de Dios. La fe o se refiere a las aspiraciones básicas fundamentales y está en continuación con ellas, o la fe sería un añadido ideológico a la persona. Los deseos más profundos del ser humano tienen que estar en continuidad con lo que es la fe, y ahí es donde la pedagogía de la fe se tiene que sustentar. Este principio se complementa con el otro. La fe supone una ruptura con los deseos profundos. Ruptura no significa negación, sino que tiene un carácter de desbordamiento: la fe más allá de lo que los mismos deseos profundos de la persona puedan pedir o solicitar. El hecho de que digamos que la fe desborda a los deseos profundos no significa que no está en continuación con ellos.

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¿Qué es una fe adulta en relación con las aspiraciones humanas?, y ¿qué es la madurez de la fe y la superación de lo humano? Superación por desbordamiento no por rechazo.

a.- En relación a las aspiraciones humanas. La fe responde a la aspiración humana fundamental que es unificar la existencia, dar sentido a la existencia. La fe se sitúa en lo nuclear de la vida para superar el divorcio entre lo cotidiano y lo que se cree. Esto es lo que en algunos métodos de personalización se llama “crisis de realismo”: cuando la persona descubre que entre lo que cree y formula como ideales, y lo que en la vida cotidiana hace, hay una ruptura. Este autoengaño es muy frecuente. Tenemos la tendencia a formular bien las cosas, independientemente de que nuestra vida esté en relación más o menos coherente con lo que formulamos. Esto se da en todas las etapas de la vida, pero especialmente en la juventud; es normal que se de. De ahí que uno de los elementos que desarrollaremos sea “la crisis de realismo”, para que se pueda conjuntar de manera más coherente aquello que sabemos, que formulamos y que decimos, con lo que realmente vivimos en lo cotidiano. Si no se supera este divorcio entre formulaciones y vida, la fe termina por ser un elemento añadido a la persona, y no un elemento vital, existencial. Decir que la fe tiene relación con las aspiraciones humanas fundamentales, es afirmar que el conocimiento de fe se adquiere básicamente por la relación con lo profundo de uno mismo, la relación profunda con los demás y la relación con Dios. Básicamente, el conocimiento de fe es relacional. Hay que hacer la experiencia de esa triple relación con uno mismo, con los demás, con Dios para crecer en el conocimiento de fe. Y este conocimiento de fe pertenece más al orden de lo intuido que al orden de lo reflectivo. El orden de lo reflectivo tiene que actuar sobre lo intuido y lo vivido. Y, al mismo tiempo, tiene que enriquecer ambas cosas. Se nota claramente en las clases: hay personas que hicieron la formación, se ordenaron, fueron a la vida pastoral y vuelven a hacer un reciclaje o una licenciatura y les suenan mucho las cosas. Esas mismas clases o parecidas en el último año del ciclo institucional no suenan porque no se ha vivido, y como no se han contrastado con la realidad suenan como afirmaciones que no tocan lo real porque se refieren a una experiencia que el alumno no tiene. En términos de vivencia de la fe pasa exactamente lo mismo. Importa mucho que lo reflectivo se refiera a lo intuido, lo vivido y que ayude a reformularlo.

b.- Madurez de la fe y superación de lo humano. Entramos en las paradojas del evangelio: el que pierde la vida, la recupera, por citar una. Esto crea ruptura con la experiencia humana de crecimiento, de libertad, de autonomía, de ser-se, de poseer y poseer-se. Dando la vida es como se recupera. La paradoja únicamente se despeja cuando se experimenta. De entrada hay una discontinuidad con la misma experiencia humana normal. Es lo que se llama “shock evangélico”. No es algo a entender desde fuera y previamente, sino a comprender desde la práctica.

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El término “iniciar a” e “iluminación”, son términos a recuperar, porque en el fondo es decir a la persona: “te invito a hacer una experiencia”. Después de la experiencia vemos lo que ésta aporta a lo humano. En Marcos 1, 15 dice Jesús: “Convertios y creed la buena noticia”. Está tocando un problema de tipo teológico y pastoral que es fundamental. ¿Quiénes son los que acogen la buena noticia? No lo dice al revés: creed la buena noticia y os convertís. Pide re-sintonizar la vida en una clave experiencial nueva, para que la buena noticia suene. A lo mejor tenemos que entrar en un tipo de pastoral de invitación a hacer experiencia. Interesa la fe como confianza. En un primer momento, supone una ruptura de las pretensiones humanas, de la pretensión de seguridad. Por eso la fe cuando es experiencial y ha dado ese primer paso de confianza es cuando puede avanzar en medio de la noche, de la duda y de la angustia, que son las tres grandes tentaciones donde la fe se pone a prueba. Por eso hay que recuperar el tema de la iluminación en las catequesis bautismales.

 3.- PROPUESTA DE PROCESO DE PERSONALIZACIÓN DE LA FE La fe del adulto y la fe adulta en sus dos aspectos (la fe en relación a las aspiraciones humanas y la madurez de la fe y la superación de lo humano) nos lleva a una propuesta. El proceso de personalización de la fe se apoya en dos pilares muy importantes: la confianza en Dios, y querer hacer verdad en la vida como persona y creyente. Seguramente a los contemporáneos nuestros les pueda seducir más el segundo pilar: hacer verdad en la vida: introspección, conocimiento. El otro pilar cuesta más. Iniciar un camino donde el iniciado se quiera poner y se ponga en manos de Dios, lo cual supone no querer comprobar cada momento desde la racionalidad propia. Pero esto aporta verdad a la propia vida. El proceso se hace en grupo de modo que lo que cada uno va viviendo enriquece mucho a unos y a otros, y requiere acompañamiento personal. Creo que uno de los subrayados en el Concilio fue los procesos de maduración de la fe en clave de grupo. Ahora, manteniendo la clave grupal como la mejor clave educativa, subrayemos la clave de la personalización de la fe. Y la experiencia de vivencias fuertes constituye el proceso. Todo esto comprobando que suponen avances en lo cotidiano. Serían los cuatro elementos de un proceso de personalización: grupo, acompañamiento personal, “experiencias fuertes” que marquen esos hitos, y la comprobación de que este camino que estoy haciendo repercute en lo cotidiano, enriquece mi vida en el día a día. ¿Qué pasos tendría el proceso?

Paso 1º: Iniciar a la personalización. Iniciar a la personalización es entrar en esa bipolaridad del proceso educativo de conflicto/descubrimiento. Lo que permite avanzar realmente es la crisis, dando al término crisis un sentido positivo, no necesariamente negativo. 30


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El primer momento es desencadenar procesos de personalización. Cuando se desencadenan procesos de evangelización, la persona va descubriendo mecanismos de defensa, imágenes falsas de Dios y de sí mismo, inmadurez afectivo/sexual, sobrecarga ideológica con que vive la fe, el ideal evangélico. Si la persona no llega a percibir esto tampoco se inicia en un proceso. El primer momento es cuestionador de evidencias o de seguridades. Que la persona perciba ese cuestionamiento le va a ayudar a crecer. ¿Qué instancias facilitan el proceso?: conflictos interiores, cómo aceptar las crisis, momentos de sufrimiento, toma de decisiones, crisis de autoimagen, la ruptura entre la percepción del “yo ideal” y del “yo real”... Básicamente a partir de aquí la persona va percibiendo que hay elementos que tiene que reformular.

Paso 2º: Fundamentación. ¿Cuándo se fundamenta la fe de una manera nueva, que es la parte nuclear del proceso? El elemento decisivo es cuando la persona empieza a intuir que es Dios mismo el que nos cuestiona y nos integra cuando confiamos plenamente en él. Dicho de una manera sencilla: dejar que Dios tome la iniciativa en la vida. Hay un primer momento en la adolescencia y en la juventud que el planteamiento estereotipado es: me parece que Dios es, creo que la iglesia es, el evangelio quiere decir, opino que Jesús, que el compromiso es éste... yo, yo. Es muy positivo que la fe se formule así porque a uno le da la impresión de que es él y que la fe está incorporada a su propio yo. Este paso, el momento más antropológico, es radicalmente insuficiente, porque soy yo el que piensa a Dios, a Jesús, a la fe, a los pobres, a la iglesia, a la vocación y a todo lo que venga. Hay que decir que gran parte de la crisis que tenemos y estamos padeciendo pastoralmente tiene su raíz en que en las décadas pasadas, sobre todo con jóvenes, no hemos pasado de este planteamiento. Es un planteamiento que en un primer momento causa mucha ilusión en el joven porque, en el mejor de los sentidos, le lleva a utilizar la fe para su propio afianzamiento, pero a la larga se manifiesta como un callejón sin salida. Se requiere un nuevo paso que marque el salto cualitativo en el proceso. Pasar de ese primer momento necesario (antropológicamente hablando) al momento de cómo Dios me entiende a mí, cómo el evangelio me entiende a mí, cómo la comunidad de fe me entiende y acoge, cómo los pobres me interpelan, cómo la disponibilidad vocacional me pide que me resitúe existencialmente si realmente quiero hacer la voluntad de Dios. Este dejar a Dios tomar la iniciativa, este paso de una pedagogía primera más antropocéntrica a una pedagogía segunda más teológica, más de iluminación de fe, es el que marca la madurez en el proceso. Eso es a lo que llamamos la nueva fundamentación o un fundamentar la fe de una manera nueva. Si no se da este paso tendremos siempre gente, sobre todo adolescentes y jóvenes en grupos, alrededor de las parroquias que no permanecerán casi ninguno. Si nos mantenemos en ese educar la fe únicamente de tipo antropológico que funciona bien en un momento pero hay que ayudar a pasar al momento siguiente. Y se produce una

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cierta crisis porque al tratar de pasar al segundo planteamiento el joven percibe que Dios, la fe, la iglesia, el evangelio, los pobres, la disponibilidad vocacional es una amenaza para su libertad y su autonomía. Sólo si se resuelve bien ese momento aparece el acto de fe con una nueva fundamentación. Si no acompañamos esa transición tendremos gente, pero no permanecerá casi ninguno, porque es como un callejón sin salida y en el fondo la persona termina creyendo de una manera personal y subjetiva y termina haciendo su voluntad. Termina no entrando en la voluntad de Dios, el proyecto del reino, la comunitariedad, la disponibilidad... que son los términos claves.

La disponibilidad vocacional. Esa última etapa es la de sentirse llamado, no la de haber elegido a Dios sino que es Dios quien ha elegido. Es la experiencia del discipulado, del seguidor de Jesús. No es ni más ni menos que las grandes catequesis que Jesús hace en el camino de Galilea a Jerusalén: una reformulación de la idea que tenían los discípulos del mesianismo, del seguimiento y de la novedad del Dios revelado en Jesús. En esos puntos estaría sintetizado, desde el final del camino, el itinerario que queremos describir, que empieza siempre el seguimiento desde las propias expectativas y necesidades. El camino de Jesús es desconcertante, se apoya en la debilidad y en la entrega. De ahí viene la crisis de expectativas y la purificación de fe, la sabiduría de la cruz o el pasar de la carne al espíritu. Los discípulos entienden que el seguimiento no depende de ellos, por lo tanto, tienen que estar abiertos a nuevas expectativas, nuevos planteamientos. Es ese diálogo tan jugoso de Juan 21: “Tú lo sabes todo”, que le dice Pedro a Jesús. Ya no hay pretensiones ni expectativas interesadas, sólo dejarse amar por Jesús, para que te lleve donde quiera. Esa es la conversión vocacional de Pedro. Es un proceso que lleva la actitud de la fe madura que es una fe vocacional. Fe madura y fe vocacional es lo mismo, porque el bautismo y la confirmación necesariamente deben germinar en el proyecto vocacional laico para la mayoría. No se pueden separar.

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Itinerarios pastorales al servicio de la fe Introducción. Cuando observamos los itinerarios pastorales surgidos tras el Vaticano II, percibimos en muchos de quienes los hacen tres características: a) que tienen un interés por lo cristiano, a) que están haciendo procesos de algún tipo, y b) que son procesos que de una manera general han tenido un carácter en exceso grupal. No se trata de decidir o grupo o personalización, sino complementar los procesos grupales con una atención muy específica en el tema de la personalización y del acompañamiento personal. Las etapas anteriores, -una etapa misionera, de convocatoria, una primera aproximación a la fe para despertar un interés-, serían etapas preparatorias para la personalización. Los destinatarios directos son aquellas personas que de alguna manera ya están, que constituyen ese núcleo más comunitario y ministerial que hay en las parroquias: agentes de pastoral, catequistas, grupos de permanencia, grupos en proceso catecumenal, etc. Estos itinerarios pastorales de personalización se refieren a personas, a grupos y también de alguna manera, si se opta, a la Diócesis. Supondría vincular todo este esfuerzo a estructuras que faciliten el trabajo de personalización de la fe. No es tanto una estructura burocrática, sino una estructura de formación, de ámbitos de encuentro, de facilitación de experiencias, de formación de personas, etc... Cuando decimos que queremos optar por un proceso de personalización de la fe, aparece la alternativa ¿asimilación? o ¿personalización?. Javier Garrido distingue dos grandes modelos educativos de educación de la fe y de formación vocacional, al ministerio, a la vida religiosa, etc. a) Hay una pedagogía de asimilación que responde más a momentos anteriores, que ha dado sus frutos, pero quizá en el momento actual puede resultar no muy eficaz. El modelo de asimilación básicamente se fundamenta en dos pilares: • la propuesta de ideales y • el asumir roles conforme a los ideales. Para la propuesta y consecución de ideales hay un reforzamiento del deseo en la persona a través de asumir una serie de roles. Estos son dos pilares en los que se ha apoyado tradicionalmente la formación. Ha dado resultados porque los contextos socioculturales eran distintos y la predisposición interior de la persona también era distinta. b) Personalización significa trabajar más el ideal del yo y trabajar más desde dentro no tanto la función de roles. Se pretende asegurar una cierta madurez de la persona en 33


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los pasos que va dando. Seguramente muchas de las crisis vocacionales de las que hemos sido testigos en compañeros, amigos, conocidos, profesores, alumnos, etc.. han tenido que ver con una formación donde se ha potenciado mucho el ideal y los roles, pero se han trabajado poco los procesos interiores de la persona. Cuando las ayudas externas han fallado o ha disminuido el deseo interior de caminar hacia el ideal por las mismas dificultades de la vida, del realismo de la vida, del pluralismo, de las dificultades concretas, aparece una ruptura interior y una crisis. La persona percibe que hay una gran distancia entre los ideales que ha mantenido y le han alentado, y la realidad de la propia vida y de sus circunstancias, teniendo que asumir una serie de roles donde uno no termina de encontrarse. Esa ruptura, ese divorcio, esa separación tan grande entre un aspecto y otro, produce muchas veces una crisis vocacional en el sentido de vocación o en el sentido de fe. El proceso de personalización pretende trabajar desde dentro, más la estructura interior de la persona en la vivencia de la fe, que los ideales o los roles. Este es el planteamiento y la diferencia entre un método y otro.

 1.-METODOLOGÍA DE LA PERSONALIZACIÓN DE LA FE. La metodología de la que estamos hablando, se estructura alrededor de tres grandes términos que afectan desde el planteamiento global de una etapa, al planteamiento anual, y al planteamiento de una misma sesión de educación de la fe, porque constituyen un talante: interiorizar, jerarquizar, socializar, con este orden. Interiorizar Insatisfecho búsqueda descubrimiento interiorización Jerarquizar Ordenar ( primero, último, fuera) reorganización.

Socializar

Expresa en celebración y compromiso.

1) Interiorizar es incorporar algo que pertenece más al ámbito de la cultura, de lo descubierto, como si fuera un elemento de naturaleza, de manera que funcione en lo cotidiano con una cierta naturalidad y espontaneidad. Para que funcionen las grandes cuestiones de la fe o de la vocación, en el día a día, hay que hacer un gran esfuerzo, hay que estar muy vigilantes, y hay que motivarse mucho. Es muy difícil vivir permanentemente así. Uno no puede ir a contrapelo siempre en la vida porque produce una fatiga existencial. Las grandes cuestiones, o están tan debidamente interiorizadas que funcionan con una cierta espontaneidad (naturalidad, un gusto connatural, se siente uno bien, goza en ellas, las sitúa dentro de lo cotidiano de la vida...) o realmente no están muy incorporadas en el núcleo profundo de la persona. A eso llamamos interiorizar. 34


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Evidentemente toda interiorización tiene que partir de un sentirse insatisfecho. Sentirse así suscita una búsqueda que lleve a un descubrimiento. Si lo que descubrimos nos resulta positivo, gratificante, iluminador, práctico, humanizador..., lo incorporamos. La interiorización no es un momento, sino que comprende este camino. Podemos poner cualquier ejemplo: desde la pobreza evangélica, la disponibilidad vocacional, la experiencia de Dios Padre... Para que se desencadene este proceso de descubrimiento e incorporación debe existir la percepción de que algo falta. 2) Jerarquizar significa ordenar. Lo que hemos descubierto y lo que hemos incorporado lo hacemos ordenadamente. Es lo que en términos éticos llamamos una axiología: un esquema estructurado de valores vitales. Todo lo que se va descubriendo, se incorpora de una manera ordenada. En la medida que voy incorporando elementos de manera ordenada, se va produciendo una reorganización. 3) Socializar significa expresar lo interiorizado en la celebración y en el compromiso. La jerarquización sería un modo de expresar también lo que es la propia experiencia de la conversión cristiana que produce esa reorganización interior de la persona conforme a aquello que se va descubriendo. Lo incorporado de modo ordenado se expresa, social y eclesialmente, en la celebración y en el compromiso. Cuando hay mucha dificultad en expresar celebrativa y comprometidamente es que quizá no está debidamente incorporado, que no ha pasado por el corazón, que no pertenece al núcleo de lo afectivo. Cuesta mucho expresarlo aunque lo sabe y se siente medio obligado, o sabe que es muy importante, pero no lo tiene situado en el núcleo profundo de la persona. Muchas veces en la educación de la fe y significativamente en las homilías pasamos directamente de la explicación de lo que sea a las aplicaciones prácticas, y ésto a la mayor parte de las personas les motiva muy poco, porque no se ha tocado el fondo de lo afectivo. Para ellos no es un descubrimiento. Podrán oír que es muy importante, que es muy coherente con la vida cristiana, que es muy urgente,... pero no pertenece a un descubrimiento vital, pertenece a una exhortación que escuchan. Por eso, entiendo que en la educación de la fe, muchas veces, en vez de dar consejos habría que suscitar preguntas. Más vale suscitar preguntas que dar respuestas a preguntas que la gente no se ha hecho. Las respuestas dadas a preguntas no hechas resultan poco significativas para la persona. En los procesos de fe no hay que tener mucha prisa en llegar aquí, sino en pasar las cosas por el corazón y por esa reorganización interna. Trabajar con lo que se denomina “capas de cebolla”. Las personas somos como una cebolla, tenemos muchas capas, no precisamente externas, sino internas. • La capa más periférica es la de las (1) apariencias: cómo me caen las cosas, cómo me caigo yo, lo que percibo a primera vista, cómo me siento, cómo me parece.

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Capas de la cebolla 8a,b 7 6

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• Luego la capa de las (2) emociones: lo que sucede cómo me altera, positiva o negativamente. • Está también la capa de las (3) ideas: lo que yo sé, los conceptos, lo que pienso, la explicación de las cosas. • La capa de los (4) sentimientos: respondo de la misma manera ante situaciones significativas, es decir, las alteraciones circunstanciales no varían mi modo permanente de actuar. • La capa de la (5) voluntad: donde uno decide, se auto-obliga. • La capa de las (6) decisiones: son actos de voluntad, pero que afectan al futuro. • La capa de las (7) convicciones: ese fondo que la vida va dejando y que funciona como evidencias vitales. Es algo que uno sabe en profundidad y que normalmente mantiene a veces en situaciones difíciles, porque está convencido vitalmente. • Y llegamos a un cogollito donde no hay más capas: (8) lo afectivo. - Lo afectivo (8a), dicho de una manera gráfica, es lo que nos quiere, lo que nos coge el corazón, lo que nos seduce, nos afecta, aquello que de alguna manera se nos impone gozosamente. - El núcleo de lo afectivo es también (8b) lo que nosotros queremos, las grandes decisiones, aquello a lo que nos vinculamos, personas, proyectos, valores, formas de vida. Normalmente ambos aspectos están muy relacionados. Lo que decimos normalmente es aquello que antes ha decidido por nosotros. A nivel de la profundidad de la fe es enormemente coherente. De ahí la importancia de todo lo referente a la acogida, la confianza, la escucha, el dejar hacer a Dios en la vida, el no tener defensas, el irse al mensaje del evangelio para que vaya directo al corazón y de ahí tomemos las decisiones. De alguna manera, personalizar es cómo van pasando las cosas de capa a capa en la cebolla hasta llegar a lo afectivo. A todos nos pasa que a veces estamos en un grupo, en una comunidad, y nos cuesta entendernos sobre algún tema porque las personas hablamos 36


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desde "capas de la cebolla" muy distintas. Un elemento a educar es precisar desde qué capa hablamos, si hablamos todos desde la misma capa cuando tratamos temas importantes. En una comunidad pasa que cuando alguien pone encima de la mesa el corazón, los sentimientos, el discernimiento, la decisión, un proyecto, algo por lo que quiere dar la vida, y apenas termina de hablar otro solamente emite una opinión. ¡Cómo ante uno que está poniendo la vida, otro se permite expresar una opinión, y seguramente con muchos intereses detrás, sin implicar para nada la vida en lo que dice! ¿Desde qué capa de la cebolla se habla cuando se habla sobre los temas?. ¿En qué capa de la cebolla estamos? La novedad no está en ver lo novedoso del tema, sino en qué capa se está. Las resonancias implicativas son completamente distintas. Cuando decimos personalización, muchas veces es ayudar a las personas y los grupos a ir pasando de capa, y en qué capa estamos. ¿Cuál serían las pistas de que se ha interiorizado un valor? ¿De que un valor va avanzando en las capas de la cebolla? Para que yo incorpore algo dentro de mi persona, en el núcleo profundo, para que funcione como naturaleza, a) Tengo que percibirlo como positivo, como humanizador. b) En segundo lugar, ese valor tiene que ver con lo cotidiano, con el estilo de vida, con el día a día, con las grandes cuestiones de la vida, porque si no quedará siempre como algo más anecdótico. c) En tercer lugar, he de procurar mantener ese valor más allá de las circunstancias. d) En cuarto lugar, y ésta sería la pista fundamental, tengo el sentimiento subjetivo de que ese valor me hace feliz. Más allá de que cueste esfuerzo y lágrimas, en el fondo, siento paz, alegría, siento que me abre un horizonte, que me humaniza, que integra la vida, que me hace feliz, en definitiva. A la larga mantenemos estas cosas en la vida. Aquellas de las que no tenemos este sentimiento positivo, es difícil mantenerlas durante mucho tiempo. e) Siguiente pista: uno hace propaganda de ese valor. No solamente habla, comunica, hace propaganda de ese valor, si no que trabaja por ese valor y lo recrea. Esas son las pistas de que se ha incorporado un valor, de que el valor va avanzando en las capas de la cebolla.

Autoengaños Los cinco auto-engaños más importantes en este proceso de personalización los he visto en mí y en personas que acompaño y comparten la fe. Estos autoengaños no aparecen en las primeras etapas de la fe o de la maduración de la fe. Aparecen cuando uno va entrando en procesos de maduración o de interiorización importantes. 1. Cuando la persona, que hasta entonces ha ido avanzando en la fe, en el seguimiento de Jesús, cuestiona las exigencias de la fe desde “esto es obligatorio o es optativo”. Cuando alguien con un cierto grado de madurez en el seguimiento de Jesús, aparece de repente con esta cuestión es claramente un autoengaño. Seguramente la persona

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ha percibido que la fe le va complicando la vida. Empieza a percibir que no sabe muy bien donde puede terminar esa andadura de fe; empieza a ver que quizá tenga que relativizar muchas cosas y entonces, aparece esta trampa-justificación. Se ha salido de la dinámica evangélica. 2. Cuando la persona que va adentrándose en la fe tiene la percepción de que ésta le va cogiendo la vida entera, empieza el autoengaño de la racionalización, es decir, querer tener todo claro en la cabeza: que todo cuadre al cien por cien antes de dar un paso, de tomar una decisión importante, de seguir avanzando… La fe, como las grandes cuestiones de la vida, pertenece más al orden intuitivo, de lo afectivo y de lo relacional, que de lo lógico-reflexivo. El: “Convertíos y creed la buena noticia" es una expresión de cual es la lógica de la fe frente a esta otra lógica humana que es querer racionalizarlo todo y convencerse. Si en la vida humana se hubiera procedido así, muchos de los grandes proyectos que han cambiado la historia no se hubieran realizado. Han sido las intuiciones del corazón las que han hecho avanzar la historia. Habrá que fiarse de las intuiciones, habrá que mirar más al futuro que a las evidencias concretas. 3. Otro autoengaño muy frecuente es el de “los ataques de humildad”. Personas que van avanzando en la fe, se sienten protagonistas, tiran del grupo y verbalizan bien las cosas; participan, arriesgan, son corresponsales, un poco de modelos… y de buenas a primeras empiezan a dudar a decir “yo no valgo”, “no tengo cualidades”, “es mejor ser un buen laico que un mal cura”... expresiones que no tiene nada que ver con el talante normal de esa persona. Es percibir que la fe puede llegar a implicar demasiado y aparece esa justificación. A estos habría que decirles que para Dios nada es imposible, y Dios siempre da lo que pide después, que Dios elige al que quiere para lo que quiere, no por sus méritos, sino porque todo es gracia y elección. 4. Cuando uno es mayor de edad, escudarse en cosas un tanto infantiles: es que mi familia, mis estudios, mis intereses, qué van a decir, esto contrasta con el contexto sociocultural. 5. Otro autoengaño frecuente es decir “sí, sí, yo quiero ser creyente, seguir a Jesús, implicarme en la vida, estar disponible”, pero de ese sí sustraigo las grandes cuestiones de la vida. Quiero seguir a Jesús, estar disponible, pero mis estudios que no me los toque, ni el tiempo libre, ni el dinero, ni el estilo con el que voy a vivir, ni la afectividad… entonces, la fe ¿dónde queda? Se lleva un tipo de vida como todo el mundo, y se mete la fe en una especie de benditera: alguna práctica religiosa, algún voluntariado, pero la vida como tal está al margen de la fe en las grandes dimensiones. Normalmente la persona no percibe que es un autoengaño. En él funciona una lógica de justificación. Esto tiene mucho que ver con el tema de la decisión vocacional. A la hora de personalizar la fe, el acompañante tiene que estar muy atento a estos autoengaños. 38


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 2.- LA PERSONALIZACIÓN, MODELO EDUCATIVO Instancias e interioridad Hay otros muchos procesos con gran tradición y muy válidos en la historia de la iglesia: elijo el método para personalizar la fe de Javier Garrido por ser una persona cercana al País Vasco. Lo que sí está claro es que si se opta por un proceso de personalizar la fe, hay que optar por un método concreto o síntesis de métodos. O sea, un cauce concreto que conoce, domina, practica y que ayuda a otros en ese camino, sabiendo que hay otros métodos tan válidos o mejores que éste, que en el fondo tienen una antropología común, una concepción común. La terminología puede ser muy variada. La cuestión de fondo es comprender el fondo de la cuestión. El fondo común de los métodos es muy parecido, la terminología es distinta. Lo que sí es importante cuando decimos personalización como modelo educativo, es manejar esos dos términos que dice Garrido: instancias e interioridad. Como instancias, él habla de autoconciencia, intersubjetividad, trabajo-acción, contexto sociocultural y cosmovisión. La interioridad es esa capacidad de percibir la realidad en tres niveles distintos: psicológico, existencial y espiritual. La relación entre esos tres niveles, la buena comunicación entre ellos es lo que constituiría el fondo interior de la persona, a donde hay que llevar las cosas de manera que lo psicológico, lo existencial y lo espiritual sean tres niveles que siendo distintos, se trabajan conjunta y convergentemente, para que la fe y la vivencia de la fe afecten al conjunto de la persona. Por eso la interacción de instancias e interioridad es otro principio.

Proceso de transformación La clave de todo proceso de personalización es que lo sea de transformación de la persona. Personalizar para que la persona cambie. Cambiar en términos de conversión, de madurez, de una fe adulta, de discernimiento vocacional, por decir los tres grandes elementos de maduración de la persona desde el punto de vista cristiano: conversión, fe adulta y discernimiento vocacional. Son tres elementos que van muy unidos. Una conversión tiene mucho que ver con la fe adulta y ésta con el planteamiento vocacional. El proceso de transformación se desencadena sobre todo, cuando el creyente percibe que la vida cotidiana no responde a los ideales y a las expectativas del deseo. Uno puede vivir durante muchos años teniendo unos ideales y unas expectativas que como deseo, como intención son una cosa, pero su vida real es otra. Pero como tiene claros los ideales y las expectativas del deseo, le da la impresión de que en la vida real funciona. El caer en la cuenta de que suele haber mucha ruptura es la crisis del yo o del ideal del yo. Es lo que permite que esa ruptura empiece a ser convergente, trabajando la persona desde dentro. En definitiva, cuando la persona vive de ideales y de expectativas del deseo, de buenas intenciones y en unos roles, está en el modelo educativo de asimilación. 39


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La personalización, en cambio, pasaría a ese otro modelo de un trabajo desde dentro. Las experiencias de contradicción, la síntesis de contrarios, son el paso previo para llegar a la experiencia fundante. Cuando la persona percibe esa oposición de contrarios entre autonomía personal y una fe en un sentido obediencial, y llega a resolver bien esa oposición de contrarios, está avanzando en un proceso de personalización. Cuando se percibe la oposición que hay entre mi propia libertad y el sentido profundo de solidaridad humana y cristiana, se está resolviendo ese contrario. Cuando se descubre la oposición entre cuál es mi proyecto, mi voluntad y la voluntad de Dios, y esa síntesis de contrarios se resuelve, se va avanzando. Para llegar a la experiencia fundante, como es poner la vida en manos de Dios, dejar que Dios tome la iniciativa y como creyente maduro decir que lo que quiero es hacer la voluntad de Dios, hay que ir solucionando esa oposición de elementos que son contrarios.

Claves de personalización La primera clave de personalización es la autenticidad existencial, es decir, hacer verdad en la vida viendo los conflictos que uno tiene (síntesis de contrarios no resuelta) y tratar de dar una respuesta en clave de proceso. A esa respuesta llamamos conversión. Un proceso de personalización se basa en el primado de la persona que hace verdad en su vida y en el discernimiento de la voluntad de Dios. Evidentemente, a este modelo educativo subyace una antropología creyente. No es tanto como la antropología humana sin más se abre a Dios, si no la antropología humana entendida como antropología creyente, para descubrir lo mejor de lo humano. Hemos trabajado más el aspecto de cómo lo humano se abre a Dios, lo cual es el 50% de la verdad. Pero el otro 50% es cómo lo humano se entiende desde Dios. Hay que trabajar ambos aspectos. Aplicándolo a la catequesis antropológica de la experiencia, hemos procedido por pasos: a) la experiencia humana (1). Vamos a profundizar la experiencia, a iluminarla y a universalizarla, de manera que al dar estos tres pasos se planteen unos interrogantes que son un tanto límites. Cuando uno profundiza las grandes experiencias humanas, huma0 PROPUESTA para entender 1

GRATUIDAD / GRACIA

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1 2 Experiencia Experiencia humana de Fe • Profundizar RESPUESTA • Iluminar • Universalizar: Interrogante límite


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namente no tiene una respuesta clara y fácil. Desde este planteamiento, ¿cuál es la respuesta de fe? La fe entonces es la respuesta. Esto se ha trabajado mucho. Ha sido un gran hallazgo recuperar la validez de lo humano como lugar de la revelación de Dios, cuando lo humano se toma con seriedad. b) Nos ha faltado desarrollar que la fe no sólo es respuesta, también es propuesta (0) para entender la experiencia humana. La fe no sólo responde a la expectativa de lo humano, sino que ayuda a preguntarse adecuadamente sobre lo humano. Este momento cero (0) se nos ha olvidado en el método. Los que sólo hacen el momento cero son fundamentalistas, porque olvidan la importancia de la experiencia humana. Cuando nos centramos excesivamente en la experiencia humana para buscar la respuesta de fe (como proceso lógico) y nos olvidamos del otro elemento (que tiene que ver con la gratuidad, la gracia, con lo humano como obra de creación de Dios, de redención de Dios, que solamente puede entenderse desde la misma fe, desde el mismo Dios), caemos en un planteamiento antropológico de la experiencia que es reduccionista. El buen catequista, el buen educador de la fe mantiene los dos elementos. Lo importante es no apuntarse a un método de educación de la fe que sea reduccionista y olvida alguno de esos dos elementos.

Subyace una antropología creyente Cuando se dice que subyace una antropología creyente, queremos subrayar que la fe como propuesta me ayuda a plantear adecuadamente que lo humano es muy importante. Toda experiencia de fe es experiencia plenamente humana. Cuando utilizamos un relato bíblico o una experiencia bíblica, también es experiencia humana. Es punto de partida que ilumina lo humano, no es punto de llegada. A los catequistas les cuesta más asumir este esquema. El otro esquema funciona mejor porque se presta más a una respuesta más espontánea, una participación del grupo, un diálogo en clave más horizontal.

Pedagogía simultánea Todo método de personalización parte de una pedagogía que es simultánea. Simultánea significa trabajar lo humano y lo espiritual; trabajar lo humano en lo espiritual y lo espiritual en lo humano. Por eso hay que trabajar al tiempo las instancias: autoconciencia, intersubjetividad, contexto, acción sociocultural, cosmovisión, y los niveles: humano, existencial y religioso. En toda pedagogía de personalización la palabra de Dios ocupa la primacía y la iniciativa. Lo cual no significa que se haga un uso de la palabra de Dios al margen de lo humano o de una manera fundamentalista. Cuando decimos que en esta pedagogía simultánea Dios toma la palabra, la iniciativa, ¿qué queremos decir?. • Palabra que conecte con la vida. Para que la palabra conecte con la vida, hay que vivir a fondo. Sin esta exigencia humana, la palabra de Dios es imposible que conec41


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te con la vida. Lo decía muy bien Paul Tillich: “los grandes enemigos de la fe son la superficialidad y el consumo”. Si la persona vive en la superficie es imposible que conecte con la palabra o que la palabra conecte con ella. El primer supuesto de una personalización es decir a la persona que tiene que vivir a fondo lo humano en esa autenticidad existencial. • Desde ahí: Palabra que resuene. Es todo el trabajo de redescubrir antropológicamente la Escritura o los grandes textos de la Escritura: Éxodo, Liberación, Camino por el desierto, Alianza, Tierra prometida, Profetismo, Mesías, Evangelio. • Palabra que acompaña: Hacer un itinerario de escucha de la palabra y oración en función del proceso de crecimiento de la persona. Y eso depende mucho de la situación de la misma. • Palabra que discierne: La palabra va más allá del momento que vive la persona y penetra en la verdad oculta de la existencia. Dar a la palabra esa capacidad de llegar más al fondo de nosotros mismos, de llegar al fondo del momento que vive la persona. • Palabra y Espíritu: El creyente toma conciencia de que lo decisivo no es el proceso sino la fe. La persona se da cuenta de que en la primera parte del proceso de personalización él es el protagonista o se cree él el protagonista. Poco a poco va descubriendo que el protagonismo pasa a la fe, al Espíritu, a Dios que toma la iniciativa en la vida. La vida del creyente, entonces, se redimensiona en un horizonte nuevo. Es el paso de lo pre-teologal a lo teologal. Vivir en la fe, la esperanza y el amor como las grandes instancias que toma en la vida. • Palabra Escatológica: En un primer momento se personaliza la fe al descubrir la relación entre ser persona y vivir la vida como don. Segundo momento: descubrimos que es la fe la que nos personaliza. Es pasar de unas etapas donde el trabajo parece muy humano, de equipamiento de la persona, a ver que es realmente la fe la que nos personaliza: el “yo personalizo la fe” a “la fe me personaliza”.

Espiritualidad afectiva Este planteamiento es una espiritualidad afectiva según la rica tradición de la iglesia desde esos tres supuestos: El primado de lo interpersonal, del amor, del punto de vista antropológico para entender lo humano. Recomendaría dos libros de Laín Entralgo: “Sobre la espera y la esperanza” y “Sobre el amor”. Como médico, dice que los seres humanos somos seres psico-biológicamente estructurados desde las virtudes teologales. Decimos virtudes teologales o infusas, no adquiridas. Pertenecen a la misma estructura creacional y de salvación del ser humano. El vivir desde ahí, sería el planteamiento desde el punto de vista antropológico.

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II. Conferencias de J. Sastre en las Jornadas Pastorales en el inicio del curso 02-03

El primado de las categorías afectivas que descubrimos desde el punto de vista bíblico, de un Dios que es amor, que crea por amor, que libera, que acompaña, etc. Eso que proclamamos de manera tan gloriosa en la plegaria cuarta que recorre toda la historia de la salvación. El primado de las virtudes teologales desde un punto de vista espiritual.

 3. EL ACOMPAÑAMIENTO PERSONAL Todo este proceso o método de personalización que tiene un fondo común con otros métodos. Aunque los términos sean distintos, necesariamente conlleva un acompañamiento espiritual personal. El proceso que la persona va viviendo y el proceso que van viviendo las personas que están en un grupo al que se acompaña, exige periódicamente (una vez al mes, una vez cada dos meses) contrastar con una persona que es acompañante cómo se va viviendo el proceso. A este supuesto de que el acompañamiento es un elemento central y nuclear responde este itinerario.

Definición de acompañamiento Acompañamiento es relación interpersonal entre acompañante y acompañado, donde el acompañante ayuda al acompañado a rastrear el paso de Dios por su vida y que la va transformando de cara a que el acompañado tome unas decisiones sobre la fe. En términos ignacianos es el discernimiento de las emociones interiores: consolaciones, desolaciones, ya que el lenguaje de Dios es un lenguaje básicamente afectivo. Habla desde las emociones. Es el saber vivir e interpretar la vida desde esas emociones interiores, cuando uno ha hecho verdad en la vida y ha situado su vida en relación con el seguimiento de Jesús. A eso llamamos acompañamiento.

El acompañamiento al servicio de Jesús Cuando hablamos de acompañamiento, muchos creyentes entienden que si me pasa algo, si tengo algún problema, hay alguna persona con la que puedo charlar, pero si no me pasa nada no tengo que charlar con nadie. Eso no es acompañamiento. Lo que sistematiza al acompañamiento es el seguimiento de Jesús de manera que no tiene que ocurrir ningún problema especial; lo que se comparte es cómo uno va avanzando en el seguimiento de Jesús. (Para las etapas de seguimiento consultar títulos como: “Ejercicios en la vida ordinaria” o “Una espiritualidad para hoy” de J. Garrido.)

El acompañante espiritual Es una misión específica para con nuestros agentes de pastoral más implicados: adultos, jóvenes-adultos, personas que formen grupos... Habría que hacer una formación de lo que es el acompañamiento y una praxis de acompañamiento. El primer paso es la formación y después todas las personas que estamos implicadas en esto vivamos la experiencia de acompañamiento.

Bibliografía: 43


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- Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona-Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, Evangelizar en tiempos de increencia, 1994. - A. Tornos - R. Aparicio, ¿Quién es creyente en España hoy?, PPC, 1995. - D. Richo, Cómo llegar a ser adulto, Desclée, 1998. - P.A. Guiguére, Una fe adulta. El proceso de maduración de la fe, Sal Terrae, 1995. - F. Torralba, Pedagogía del sentido, PPC, 1997. - A. Vergote, Psicología religiosa, Herder, 1970. - A. López Galindo, Claves antropológicas para el acompañamiento, Frontera Hegian n. 23. - G. Arana, Ejercicios en la vida corriente, Mensajero, - J. Garrido, Una espiritualidad para hoy, Paulinas, 2000. - J. Garrido, Proceso humano y gracia de Dios, Sal Terrae, 1996. - J. Garrido, Experiencias humanas y camino de fe, Verbo Divino, 2000; (Fichas) - J. Garrido, Fe y personalización, Verbo Divino, 1999; (Fichas) - J. Garrido, Comprender y practicar la personalización, Frontera Hegian, 2001. - C. Flipo, Etapas del seguimiento de Jesús, Sal Terrae, 1985. - J. Sastre, El acompañamiento espiritual, San Pablo, 1993. - J. Sastre, El discernimiento espiritual, en Nuevo Diccionario de Catequética (Paulinas 1999) y en Diccionario de Pastoral y Evangelización (Monte Carmelo 2001).

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III.- Mรกs que palabras actitudes gestos compromisos hechos signos entre todos Paz para todos

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más que palabras Hace tres años desarrollamos en nuestras comunidades cristianas una campaña de reflexión y oración en torno a la paz y la reconciliación con el lema “Desarmar la palabra”. Queríamos ayudar a dialogar entre nosotros sobre cuestiones candentes sin la agresividad que con frecuencia rodea a estos temas. Sólo así estaríamos capacitados como creyentes para aportar a nuestra sociedad una palabra verdaderamente pacificadora. Hoy sigue siendo necesario desarmar la palabra, pero además necesitamos más que palabras para construir la paz. Necesitamos nuevas actitudes, gestos y signos, compromisos y hechos, para abrir caminos de auténtica paz. Debemos mirarnos a nosotros mismos, revisar con sinceridad nuestras posturas a la luz de la Palabra de Dios y asumir las decisiones para avanzar, construyendo entre todos PAZ para todos. Durante este curso pastoral, en el que se ha iniciado la aplicación del Plan Diocesano de Evangelización, se destaca especialmente el objetivo de la personalización de la fe: “Favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe, que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora de nuestra vocación cristiana”. Esta campaña de reflexión, oración y compromiso, en torno a la construcción de la Paz, no es un paréntesis en el desarrollo de la personalización de la fe sino una parte integrante de la misma. La experiencia de la fe no es una evasión de la realidad por dura que sea, sino una invitación y una ayuda para verla en una perspectiva nueva y esperanzadora. Sólo una fe situada en el contexto real de nuestra vida personal y social puede llegar a ser el eje de una auténtica experiencia de vida cristiana. El tema de la Paz es propio del tiempo de Adviento, porque éste es un tiempo que nos llama a la renovación desde la esperanza.

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III. Más que palabras

En el Plan Diocesano de Evangelización uno de los objetivos se refiere expresamente a

La construcción de la Paz “Buscad afanosamente la paz con todos”(Heb. 12,14)

I. CONSTATACIONES El anhelo de la paz es una meta que compartimos con la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos. Junto a muchos de ellos experimentamos las secuelas de profundo sufrimiento que la violencia siembra en nuestra sociedad. Como creyentes no podemos permanecer indiferentes ni pasivos ante el reto de construir entre todos la paz, pues además de ser una condición necesaria para la convivencia social y política es un signo del avance del Reino de Dios en la historia humana. Es preciso que nos sintamos encarnados en el conflicto, no con una actitud de neutralidad, sino a favor de la justicia. Necesitamos erradicar toda forma de violencia que destruye o amenaza la vida de las personas o atenta contra su libertad, integridad y dignidad. Pero buscamos, más allá de acabar con las acciones violentas, una forma de convivencia que desde el pluralismo desarrolle, garantice y armonice, los derechos individuales y colectivos de las personas y grupos sociales. Sabemos que la tolerancia y el diálogo entre las diversas opciones políticas e identidades sociales es el camino que hemos de recorrer todos juntos en la búsqueda de un bien común en el que nadie puede quedar excluido. Desde hace bastantes años nuestra Iglesia clama públicamente por el respeto a los derechos fundamentales de la persona y denuncia sus reiteradas violaciones, reclama un esfuerzo en la búsqueda de caminos para la paz, promueve entre los creyentes un compromiso activo por la reconciliación social, ora insistente y confiadamente al Dios de la paz; y, sin duda, todavía es necesario continuar con esas tareas. Además muchos creyentes concretan su compromiso cristiano en favor de la paz con ayuda de diversas mediaciones sociales participando en sus organizaciones o apoyando sus acciones y campañas. En la comunidad cristiana nos encontramos hombres y mujeres con diferentes opciones y adscripciones políticas. Cuando dialogamos entre nosotros sobre las cuestiones candentes de nuestra convivencia social, experimentamos la dificultad de asumir nuestras diferencias. Pero también tenemos experiencias valiosas que nos muestran cómo podemos avanzar buscando juntos, a la luz de las exigencias del Evangelio, los caminos para construir la paz. El mismo Espíritu que nos une en la diversidad se muestra así más fuerte que las diferencias que nos separan. Queremos acercarnos más, con respeto y discreción, a todos los que directamente sufren las consecuencias de la violencia en nuestra sociedad. Deseamos abrir en nuestras comunidades nuevos espacios de diálogo que nos adiestren para construir más activamente la paz. Debemos continuar impulsando experiencias en el camino del perdón y la reconcilia47


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

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ción. Buscamos ampliar nuestra participación en campañas y organizaciones que trabajan por la paz. Debemos continuar orando juntos para vivir con un talante pacífico y pacificador. Los creyentes y la Iglesia hemos de mantener, por encima de presiones y conveniencias, una palabra de libertad que, fiel al Evangelio de la paz, contribuya a encontrar una salida a los conflictos que vive nuestro pueblo. Pero atentos a la situación de lo más próximo no podemos permanecer indiferentes o pasivos ante las guerras y contiendas que sufren hombres y mujeres de otros países más lejanos.

II.- ALGUNAS REFERENCIAS TEOLÓGICAS Y PASTORALES Uno de los títulos con que la comunidad y la tradición cristiana ha reconocido a Cristo es Príncipe de la Paz: El es el enviado por el Padre para "anunciar la buena noticia de la paz" (Act 10, 36), para "guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (Lc 1, 79). El es nuestra paz, y vino a "anunciar la paz a los que estábais lejos y a los que estaban cerca" (Ef 2, 14-16). Su muerte y su resurrección son fuente de reconciliación y de paz, que El da acompañada con el don del Espíritu (Cf Jn 20, 19-23). Los que le siguen son igualmente trabajadores y artífices de la paz (Cf Mt 5, 9), y caminan por la vida "calzados con el Evangelio de la Paz" (Ef 5, 15). La paz se asienta en el bien de las personas, por lo que es imprescindible el respeto a personas y colectivos, así como el reconocimiento explícito y eficaz de su dignidad. Para los cristianos la paz es tarea de caridad y apasionada fraternidad1. No es posible alcanzar la paz mientras los sentimientos de hostilidad, de menosprecio y de desconfianza, los odios y las ideologías dividan a los hombres y los enfrenten entre si. Es de suma importancia proceder a una conversión personal y colectiva2. La violencia y el crimen nunca son camino de liberación. La violencia es fuente de más y mayores violencias. Es, sobre todo, un atentado contra la vida humana, don de Dios. Cuando una ideología recurre a la violencia, manifiesta con ello su propia insuficiencia y debilidad para construir la convivencia y el bien de las personas y pueblos3. Los conflictos humanos no tienen solución estable y duradera sin la presencia activa del perdón y la reconciliación. Con frecuencia, son considerados factores de debilidad o de engaño ante la realidad, por unos, o utopía inalcanzable por otros4. Sin embargo, la capacidad de perdonar y de ser perdonado está ligada a la capacidad de comprender al otro. Dios nos perdona plenamente porque nos comprende. Así, el perdón 1 Cf.

GS. 78. GS. 82. 3 Cf. Puebla 532. 4 Cf. RP. 3. 2 Cf.

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III. Más que palabras

despierta energías dormidas en quien perdona y en quien es perdonado. Ennoblece al que perdona y al que acepta el perdón. Nos reconcilia con el otro, y también con nosotros mismos. Por eso produce paz y engendra fraternidad5. En particular, el perdón y la reconciliación se hacen necesarios allí donde las heridas son más profundas. El perdón de Dios y su llamada a practicar el perdón, a pedirlo y a darlo, forman parte de la identidad misericordiosa de los hombres: “Sed misericordiosos como Dios es misericordioso. Perdonad y seréis perdonados” (Cf. Lc 6, 27-38; Mt 18, 21-22). Excluyendo venganzas y enfrentamientos, superando odios y resentimientos, los senderos de la verdad y de la justicia son el camino donde el perdón y la reconciliación garantizan una convivencia social en paz, digna y fraterna. De lo contrario, podría repetirse el pasado que se desea superar6. La paz es "don de Dios y tarea de los hombres". Las comunidades cristianas están llamadas a desempeñar un importante trabajo: ser lugares privilegiados de acogida y compromiso generoso con la paz, contribuir a remover obstáculos, a derribar muros, a favorecer iniciativas y proyectos en colaboración y diálogo con tantas personas y grupos interesados en alcanzarla7.

III.- OBJETIVO Participar activamente en la construcción de la paz, desde las exigencias y motivaciones del Evangelio y en corresponsabilidad con otros grupos sociales. • Colaborar desde la función propia de la Iglesia en la construcción de la paz, reivindicando la defensa y el respeto de la vida y la dignidad de cada persona. • Promover en la comunidad eclesial espacios de diálogo, experiencias de reflexión y de oración, que contribuyan a la búsqueda de la paz y la reconciliación desde la pluralidad de opciones. • Proponer abiertamente las exigencias del Evangelio en relación con los principios éticos fundamentales de la convivencia social, integrando la llamada a la reconcialición y la fuerza regeneradora del perdón en los procesos de construcción de la paz. • Impulsar un clima de solidaridad con todos los que sufren y ofrecer signos concretos de acompañamiento y cercanía a las víctimas de la violencia, en sus diversas expresiones, y a sus familiares. • Promover la educación para la paz en los distintos procesos y ámbitos de formación cristiana (catequesis, E.R.E., catecumenados, grupos de educación en el tiempo libre...). 5

Cf. Conflictos humanos y reconciliación cristiana. Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Cuaresma-Pascua 1984. 6 Cf. Haz memoria de Jesucristo (2 Tim 2, 8) Carta Pastoral del Obispo de Vitoria. Cuaresma-Pascua 2000, nº17. 7 Cf. Mensaje del Papa Juan Pablo II al Encuentro Interdiocesano por la Paz, 13.I.2001.

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

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Entre las acciones del proyecto operativo del Plan Diocesano de Evangelización se propone: “Dedicar cada año, en el tiempo de Adviento, una campaña relacionada con el tema de la Paz y la Reconciliación” El tema de la Paz es propio del tiempo de Adviento, porque este es un tiempo de esperanza y de renovación. En él resuenan vigorosas las palabras del profeta Isaías que llaman a preparar el camino al Señor, invitan a hacer de las armas instrumentos de trabajo y anuncian una convivencia pacífica entre viejos adversarios. También se hace eco del anuncio de Juan, el Bautista, que señala la proximidad del que ha de venir y reclama un cambio de conducta y actitudes para acoger su presencia entre nosotros. Para los cristianos de nuestro tiempo esos mensajes se llenan de un sentido más profundo porque los acogemos y escuchamos como discípulos de Jesús, el príncipe de la paz, cuya natividad queremos celebrar de modo auténtico empeñados en construir un mundo más humano y fraterno. Os invitamos a la reflexión y oración sobre la Paz, a lo largo de este tiempo de esperanza y renovación de Adviento, en tres momentos o pasos sucesivos: • un tiempo para escuchar para prestar atención a la Palabra de Dios • un tiempo para mirar-nos para revisar nuestras actitudes y posturas • un tiempo para avanzar para dar pasos en el compromiso por la paz Podríamos recorrer este camino de forma individual pero es más enriquecedor hacerlo en compañía, dialogando en grupo. En cualquier caso es recomendable hacerlo en clima de oración; cada uno de los pasos propuestos requiere sincera reflexión. La dinámica que sugerimos es válida para un solo encuentro de reflexión y diálogo en grupo si se dispone de un tiempo suficiente extenso durante una jornada. Pero puede dar más juego a lo largo de diversas reuniones más breves y con un trabajo de reflexión personal entre cada una de ellas. Naturalmente el final del tiempo de Adviento no tiene por qué abortar un proceso de trabajo, que puede prolongarse después de este tiempo.

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III. Más que palabras

tiempo de escuchar Para el creyente poner la fe en el centro de la vida significa tratar de descubrir y realizar cuál es el plan o el proyecto de Dios en la situación que vivimos. La Palabra de Dios en la Biblia nos ayuda a leer su palabra en la vida. Porque Dios nos habla a través de los acontecimientos de la historia y de la vida cotidiana, necesitamos saber leerlos según su voluntad. Vamos a ponernos a la escucha de la Palabra de Dios desde la situación y los acontecimientos que entretejen hoy nuestra convivencia social y política. Y vamos a tratar de hacerlo con mirada limpia, despojándonos de puntos de vista interesados u otros prejuicios. Ofrecemos una selección de textos bíblicos que se puede ampliar libremente antes de abordar el cuestionario para la reflexión y el diálogo que proponemos más adelante.

La Palabra de Dios 1. “Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; os arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne” (Ez 36,26). 2. “El Señor te bendiga y te guarde, haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Nm 6,24-26). 3. “Cuando se derrame sobre vosotros un espíritu de lo alto, morará en el desierto el derecho, y en el vergel habitará la justicia; el fruto de la justicia será la paz. Y habitará mi pueblo en albergue de paz” (Is 32,15-18). 4. “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz!” (Is 60,17-18).

5. “Vivirán seguros porque Dios extenderá su poder hasta los confines de la Tierra. Él mismo será la paz” (Miq 5,3-4). 6. “Alabad al Señor, hijos de Dios. El Señor bendice a su pueblo con la paz” (Sal 29,11). 7. “Por la misericordia entrañable de nuestro Dios nos visitará un sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte y para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc 1,78-79). 8. “Cuando Jesús nació, una multitud de ángeles alababa a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!” (Lc 2, 13-14). 9. “Todo viene de Dios que nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación” (II Cor 5,18). 10. “Los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, mansedumbre y dominio de sí mismo” (Gal 5,22). 11. “Cristo es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos uno solo, destruyendo el muro de enemistad que los separaba” (Ef 2,14). 51


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

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12. “Su venida ha traído la buena noticia de la paz: paz para vosotros los que estabais lejos y paz también para los que estaban cerca”. (Ef 2,17). 13. La sabiduría que viene de arriba es pacífica, tolerante, conciliadora, compasiva, fecunda, imparcial y sincera” (Sant 3,17). 14. “La paz os dejo, mi paz os doy. Una paz que el mundo no os puede dar. No os inquietéis ni tengáis miedo” (Jn 14,27). 15. “De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo; no se adiestrarán para la guerra” (Is 2,4). 16. “¿Quién hay que ame la vida y desee ver días felices? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la mentira. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y corre tras ella” (Sal 34,13-15). 17. “Si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda” (Mt 5,23-24). 18. “Habéis oído que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. De este modo seréis dignos hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,43-45). 19. “Pedro preguntó a Jesús: - Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano cuando me ofenda? ¿siete veces? Jesús le respondió:- No te digo siete veces, sino setenta veces siete” (Mt 18,21-22). 20. “Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. Por el amor que os tengáis los unos a los otros reconocerán todos que sois discípulos míos” (Jn 13,34-35). 21. “Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os pongáis de acuerdo para que no haya divisiones entre vosotros, sino que conservéis la armonía en el pensar y en el sentir” ( I Cor 1,10). 22. “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no nos desmayamos, a su tiempo cosecharemos. Por tanto, siempre que tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos” (Gal 6,9-10).

23. “Los que promueven la paz van sembrando en paz el fruto que conduce a la salvación” (Sant 3,18). 24. “Estad, pues, en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad, bien calzados vuestros pies para anunciar el evangelio de la paz”. (Ef 6,14-15).

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III. Más que palabras

25. “Quien dice que está en la luz y odia a su hermano, todavía está en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y nada le hará tropezar. Sin embargo, el que odia a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos” (I Jn 2,9-11). 26. “Si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’ y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de él este mandato: que el que ama a Dios, ame también a su hermano” (I Jn 4,20-21). 27. “Dichosos los que construyen la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9).

Cuestionario para la reflexión y el diálogo • En la situación que vivimos - ¿qué textos de la Palabra de Dios me parecen especialmente significativos? ¿por qué? - ¿qué textos de la Palabra de Dios me interpelan particularmente a mí? ¿ por qué? - ¿qué textos de la Palabra de Dios me resultan difíciles de entender? ¿por qué? - ¿qué textos de la Palabra de Dios me parecen difíciles de aceptar? ¿por qué? • ¿Estoy dispuesto a ponerme en situación de escuchar limpiamente la Palabra de Dios? o ¿mi postura y mis ideas ante la realidad social y política que hoy vivimos están ya determinadas de antemano por otras opciones ajenas al Evangelio?.

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

tiempo de mirar/nos Vamos a dedicar un tiempo a contemplar nuevamente la realidad a la luz de la Palabra de Dios. Es un tiempo para mirar o más exactamente para mirarnos, porque no se trata de proyectar la Palabra sobre los demás sino sobre nosotros mismos, sobre nuestras convicciones, actitudes y forma de actuar. Sólo así descubriremos la Palabra de Dios que ilumina la realidad como una llamada a la conversión personal y comunitaria.

• Con lo que hacemos o dejamos de hacer, ya estamos actuando Nada de lo que hacemos o dejamos de hacer resulta indiferente. Cada uno de nosotros, y la Iglesia entera, somos parte del mundo y, por lo mismo, nada de lo que afecta al ser humano y a la sociedad nos resulta indiferente, especialmente aquellas situaciones que ponen en entredicho la dignidad de la persona humana y el desarrollo de su vocación como hijos de Dios a vivir realmente la fraternidad.

• La primera actuación positiva: "tratar de ser lo que somos" Si hay algo que puede recriminarse a los cristianos es que, siendo portadores de un mensaje cargado de esperanza para la humanidad, con mucha frecuencia no damos la impresión de ser los primeros receptores de dicho mensaje. No nos hacemos cargo de que "la Iglesia es la parte de la humanidad que tiene conciencia de ser salvada y, por haber sido salvada, ha de ser signo eficaz de esa acción salvadora de Dios en la historia". Este factor de identidad eclesial queda, con frecuencia obscurecido o, al menos, desdibujado. De aquí surge una llamada a poner todos los medios a nuestro alcance en orden a desarrollar al máximo las potencialidades en el interior mismo de la comunidad. Ser escuela o ensayo o anticipo de lo que anunciamos y a lo que servimos, es una hermosa tarea para nuestras comunidades. En este sentido, cualquier gesto, sencillo y humilde, que se realice en el seno de la comunidad a la luz y como fruto de la experiencia de la fe, está siendo ya un factor de actuación en la propia comunidad y con efectos en la sociedad.

• Un anuncio que es denuncia y que convoca a la conversión Es bien sabido que el anuncio de la Buena Noticia lleva consigo una carga de denuncia frente a todo aquel conjunto de ideas, actitudes, comportamientos y cristalizaciones culturales e institucionales que desmienten la viabilidad de una sociedad humanizada. Denunciar, primeramente, en el interior de las comunidades, las actitudes y comportamientos que bloquean cualquier posibilidad de reconciliación. Una comunidad que se niega a oír, a dialogar, a contrastar y a mirar la realidad en todos sus perfiles está necesitada de una palabra profética de denuncia, por cuanto su cerrazón le hace impermeable a la Palabra que Dios le dirige, también y principalmente, en el acontecer de la vida comunitaria y social. Denunciar, también, en la plaza del pueblo, en la ciudad, todo aquel conjunto de actitudes, de prácticas, de cristalizaciones institucionales en las cuales se 54


III. Más que palabras

camufla la verdad con discursos perversos, se consagra la insolidaridad bajo capa de sensatez, se convierten en dogmas de ética cívica concepciones de la convivencia que lesionan la dignidad del ser humano en lo más nuclear y sagrado.

La palabra de Dios “No juzguéis, para que Dios no os juzgue; porque Dios os juzgará del mismo modo que vosotros hayáis juzgado y os medirá con la medida con que hayáis medido a los demás. ¿Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo?. O ¿cómo dices a tu hermano: ‘Deja que te saque la mota del ojo’, si tienes una viga en el tuyo?. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver para sacar la mota del ojo de tu hermano” (Mt 7,1-5).

Mirarnos como en un espejo Vamos a contemplar algunas actitudes diferentes ante la situación que estamos viviendo. Aunque simplifican y exageran ciertos rasgos, nos pueden ayudar a identificar nuestra propia imagen como si nos viéramos deformados en un espejo de feria. 1. Ojos que no ven… es la actitud de quien no quiere ver la situación, no puede soportar el peso de las tensiones; evita todo análisis de la realidad, rehusa informaciones y rehuye comentarios; sólo reacciona en situaciones límite y lo hace también en actitud evasiva… (esta actitud se parece a la del avestruz cuando esconde su cabeza). 2. No se cansa de mirar… es la actitud de quien contempla la situación como un simple espectador; sigue con mayor o menor interés la sucesión de acontecimientos y las intervenciones de unos y otros; piensa que la responsabilidad es de los políticos y gobernantes; guarda silencio y sólo ofrece su opinión en comentarios ocasionales… (esta actitud se parece a la del espectador de un partido de tenis). 3. Lo tiene todo claro... es la actitud de quien no solo toma parte sino también partido ante la situación; mantiene sus convicciones y fidelidades incondicionalmente; desde su opción particular interpreta los hechos y valora las posiciones de los demás; reconoce las faltas y trampas del adversario mejor que los propios fallos; es incondicional en las convocatorias de los suyos… (esta actitud se parece a la del “hincha” en un partido de futbol). 4. Se detiene ante el espejo… es la actitud de quien contempla preocupado el presente porque intuye las consecuencias de los signos de deterioro; descubre la necesidad de un tratamiento reparador y se dispone a poner de su parte lo que sea necesario para un futuro mejor; presta atención y contrasta las sugerencias de unos y otros… (esta actitud se parece a la de aquel que no deja para mañana lo que se puede hacer hoy) Naturalmente, se pueden ver más figuras en el espejo pero no se trata de repasar una variada galería de tipos sino de identificar con ayuda de ellas los rasgos fundamentales de nuestra propia imagen. 55


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

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Cuestionario para la reflexión y el diálogo • ¿En cuál de las caricaturas del “espejo” identifico -aunque sea con exageración- algunos rasgos de mi forma de actuar? • ¿Cual es mi actitud ante la situación sociopolítica que estamos viviendo? • A la luz de la Palabra de Dios ¿cómo debo modificar mi actitud? • ¿Qué medios podrían ayudarme para desarrollar una actitud más constructiva?

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III. Más que palabras

tiempo de avanzar Nuestro objetivo es ofrecer algo más que palabras para construir entre todos la paz. Queremos que nuestras actitudes se traduzcan en compromisos reales, en hechos concretos, que aunque sencillos tengan el valor de auténticos signos de esperanza en el camino hacia la paz en nuestra sociedad. Cada uno de nosotros hemos de decidir los pasos concretos que vamos a dar para avanzar, sólo así podremos integrar consecuentemente en nuestra propia experiencia de fe un compromiso real y concreto por la paz. Para ayudar a situar esas decisiones personales -y/o comunitarias- aportamos algunas grandes pistas por las que es posible hacer realidad nuestro compromiso cristiano en el seguimiento de Jesús: • La misericordia con los que sufren Muchas personas sufren especialmente, de diversas maneras, en la situación que vivimos. Son una llamada concreta al compromiso evangélico de practicar con ellos la misericordia. • La práctica del diálogo Para superar los conflictos y disensiones en la convivencia es necesario el diálogo. Para practicarlo de forma constructiva son necesarias determinadas actitudes. • La cultura del perdón Los discípulos de Jesús, como signo de nuestra propia identidad, debemos practicar el perdón de las ofensas, e incorporar en la vida de la sociedad la cultura del perdón En cada una de estas pistas presentamos unos recortes de prensa que pueden ayudar a situar en un contexto real el cuestionario para la reflexión y el diálogo. No se trata, sin embargo, de centrar la atención en el contenido de esos testimonios concretos, sino más bien de apoyarse en ellos para tomar conciencia de otras situaciones en las que directa y personalmente podemos comprometernos cada uno de nosotros.

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

La misericordia con los que sufren En la situación que desde hace largos años estamos viviendo todos padecemos. Pero son muchos los que, en sí mismos o en personas allegadas, sufren con especial intensidad y de diversas maneras. Ningún cristiano puede permanecer insensible ante ninguna forma de sufrimiento. Jesús nos invita a practicar la misericordia con el que sufre haciéndolo nuestro prójimo, aproximándonos a él. Practicar la misericordia es: acercarse, acoger, acompañar...

La Palabra de Dios “ Se levantó entonces un maestro de la ley y le dijo para tenderle una trampa: - Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contestó: - ¿Qué está escrito en la ley? ¿qué lees en ella? El maestro de la ley respondió: - Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas; y a tu prójimo como ti mismo. Jesús le dijo: - Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás. Pero él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: - ¿Y quién es mi prójimo? Jesús le respondió: - Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos salteadores que, después de desnudarlo y golpearlo sin piedad, se alejaron dejándolo medio muerto. Un sacerdote bajaba casualmente por aquél camino y, al verlo, se desvió y pasó de largo. Igualmente un levita que pasó por aquél lugar, al verlo, se desvió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, al llegar junto a él y verlo, sintió lastima. Se acercó y le vendó las heridas, después de habérselas curado con aceite y vino; luego lo montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dió al mesonero, diciendo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a mi vuelta’. ¿Quién de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? El otro contestó: - El que tuvo misericordia de él. Jesús le dijo: - Vete y haz tú lo mismo. (Lc 10, 25-37)

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III. Más que palabras

Recortes de prensa Cartas al director

El Correo 8-11-2002

Hacia otro lado Escribo esta carta desde mi condición de concejal del Partido Popular en la localidad de Artziniega (Alava). Cuando mis vecinos y amigos la lean se darán cuenta, o así lo espero, de la difícil situación que padecemos algunas personas de esta ilustre villa. Con esta carta quiero concienciar no sólo a los militantes y simpatizantes del partido al que represento, sino a todas las personas demócratas que desean una convivencia en paz. Y ahí entra la frase ‘mirar hacia otro lado’. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras personas que defienden la libertad, la pluralidad y la democracia ven coartadas sus libertades y no pueden llevar una vida normal sin sobresaltos, sin mirar atrás, sin miedo. Queremos poder acercarnos a todas las personas sin que estas se sientan incómodas por nuestra presencia o por la presencia de esos ‘ángeles de la guarda’ que velan sin descanso por nuestra seguridad. En muchos casos nos tildan de provocadores por su presencia o por defender nuestras ideas. Por todo ello pido a todos comprensión , apoyo y no mirar hacia otro lado, pues nuestro destino depende de la capacidad de reacción que tengamos hacia esa barbarie que sufrimos a diario. Ante esto sólo nos queda dar un golpe en la mesa y mirar hacia delante. Joseba Elejalde Ribacoba Artziniega- Alava

Cuestionario para la reflexión y el diálogo • ¿Conozco personas que sufren especialmente en la situación sociopolítica que vivimos? • ¿Cuál es mi forma de actuar con ellas? ¿por qué? • ¿Cómo podría acercarme a su sufrimiento en actitud de ayuda?

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

La práctica del diálogo Para superar los conflictos en la convivencia social sólo hay un camino verdaderamente democrático: el del diálogo. No sólo el diálogo entre los políticos y las instituciones, sino también entre todos los ciudadanos en los círculos, grupos y relaciones en que transcurre nuestra vida de cada día. Hay unas actitudes que facilitan el diálogo; hay otras sin embargo que son su impedimento. Reconocer al otro como persona, escuchar sus razones, ponerse en su lugar, aceptar que mi posición no es la única verdad, son actitudes que hacen del diálogo un camino auténtico para la humanización de los conflictos. El diálogo no debe emplearse como táctica de poder. El diálogo no puede pretender doblegar la voluntad del otro, para después hablar. El diálogo verdadero crea confianza, clima en el que todo es posible. Para nosotros, los creyentes, la disposición para el diálogo es también fruto del Espíritu a quién hemos de pedirlo insistentemente en la oración.

Actitudes para el diálogo Pablo VI en su primera Carta Encíclica, “Ecclesiam suam”, propone para la práctica del diálogo las siguientes actitudes: • Comprensión (verdad): “La claridad ante todo. El diálogo supone y exige capacidad de comprensión, es un trasvase de pensamiento, es una invitación al ejercicio de las facultades superiores del hombre. Bastaría esta razón para clasificarlo entre los mejores fenómenos de la actividad y de la cultura humana”. • Mansedumbre (caridad): "Otra característica es además la mansedumbre, la que Cristo nos propuso aprender de El mismo. El diálogo no es orgulloso, no es hiriente, no es ofensivo. Su autoridad es intrinseca por la verdad que expone, por la caridad que difunde, por el ejemplo que da. No es orden, no es imposición. Es pacífico; evita los modos violentos; es paciente, es generoso” • Confianza (inteligencia): "La confianza tanto en el valor de la palabra propia cuanto en la actitud para aceptarla por parte del interlocutor. Promueve la confianza y la amistad. Entrelaza a los espíritus en la mutua adhesión a un bien que excluye todo fin egoísta” • Prudencia (respeto): "La prudencia pedagógica finalmente, la cual tiene muy en cuenta las condiciones psicológicas y morales del que escucha (cf. Mt 7,6): ... y se afana por conocer la sensibilidad del interlocutor y por modificar racionalmente a uno mismo y las formas de la propia presentación para no resultarle a aquél molesto e incomprensible”.

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III. Más que palabras

Recortes de prensa Cartas al director

El Correo 11-11-2002

Iniciativas Dicen que la sociedad está enfrentada. Que existen dos bandos. Los dos quieren que termine la violencia, sin embargo, no hablan entre ellos porque cada uno quiere seguir su propio camino para lograrlo. Uno de los bandos, en el que no me incluyo, lanza una propuesta arriesgada y valiente. Horas después la insultan, la pisotean y la tergiversan. Cómo puede ser posible que, hoy en día, en una sociedad que ya casi ni reconozco, alguien proponga una salida a esta miserable realidad de asesinatos, amenazas, insultos y menoscabo de libertades básicas, y en vez de abrirse un debate sobre lo que propone, lo que debería proponer, lo que podría cambiar, lo que se podría adaptar, ésta potencial salida se intente mandar a la basura como si aquí no pasara nada, como si tuviéramos que seguir aguantando más y más muertos. Igual hasta que se cansen los asesinos, hasta que no quede ninguna más por detener o ninguna persona más a la que pegar un tiro. Yo exijo que se me dé la oportunidad de analizar, pensar y decidir cualquier iniciativa que proponga una salida a esta sinrazón, venga de quien venga, sin trampas, sin manipulaciones. Están en juego muchas vidas. En una situación tan grave, duradera y alarmante, que nadie pretenda inculcarme la imposibilidad de una esperanza, una salida, una solución por el mero hecho de venir de la parte contraria. Dejad de venderme mentiras pues conozco una verdad, la realidad de todos los días. Pedro San Miguel Bilbao

Parábola del martillo Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta el martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: - “¿Y si no quiere prestármelo?...; ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Tal vez tenía prisa... Pero quizá la prisa sólo era un pretexto, y mi vecino abriga algo contra mi persona... ¿Qué podrá ser?... Yo no le he hecho nada... será algo que se habrá metido en su cabeza. Sin duda, si alguien me pidiera una herramienta, yo se la daría enseguida. ¿por qué no habría de hacerlo él también?... ¿Cómo puede negarse uno a hacer un favor tan sencillo a otro?... Tipos como éste le amargan la vida a uno... y luego puede pensar que debo devolverle el favor... sólo porque tiene un martillo. ¡Esto ya es el colmo! Después de éste monólogo, nuestro hombre sale precipitado a la casa de su vecino. Toca el timbre. Se abre la puerta...Y antes de que el vecino tenga tiempo u ocasión de decir algo, nuestro protagonista le grita furioso: - “¡Quédese usted con su martillo!”. (K. Watzlawick)

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

La Palabra de Dios Tened todos el mismo pensar; sed compasivos, fraternales, misericordiosos y humildes. No devolváis mal por mal, ni ultraje por ultraje; al contario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición. Pues: Quien desee amar la vida y ver días felices, guarde su lengua del mal y su labios de la falsedad. Apártese del mal y haga el bien; Busque la paz y corra tras ella. (I Pt 3,8-11)

Cuestionario para la reflexión y el diálogo • En torno al tema de la paz ¿has vivido alguna experiencia comparable a la que presenta la parábola del martillo? ¿qué conclusiones has sacado de ella? • ¿Cuáles son, en tu experiencia, las principales dificultades que encuentras para dialogar sobre la paz en la situación que vivimos? • ¿En qué ámbitos de tus relaciones personales crees factible y necesario llevar adelante un diálogo constructivo sobre este tema? • ¿Qué podrías hacer concretamente para favorecer la comunicación y el diálogo entre personas y grupos de opciones o ideas confrontadas?

La cultura del perdón La comunidad cristiana, como Servidora del hombre y de la sociedad, ha de cuidar que los servicios que presta y los modos como se hace presente lleven una imagen de marca o un estilo inequívocamente evangélico y socialmente significativo. En consecuencia, si una de las heridas que ha infligido la cultura de violencia en nuestra sociedad es la herida del resentimiento, la venganza o el rencor, está claro que la comunidad cristiana tiene necesariamente que incidir en ella, de manera evangélica y significativa, con la propuesta de la cultura de perdón. Restablecer una cultura del perdón requiere un tratamiento paciente, de proceso continuado, contemplado a años vista y teniendo muy presente el interés por incorporarlo a través de las estructuras educativas en el comportamiento de las personas y de los grupos sociales.

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III. Más que palabras

Recortes de prensa Cartas al director

Deia 10-3-2002

Creer me hace bien ¿POR QUÉ SOY CREYENTE? No lo sé del todo. Pero sé que creer me hace bien, Y sé por propia experiencia que hay un antes y un después en mi vida. Todo comenzó a cambiar en una Semana Santa de hace 13 años. Soy un hombre casado, padre de dos hijas. Durante varios años viví alejado de la fe. En este transcurrir diario, llegó un momento en el que el desasosiego que me invadía no me permitía ni dormir ni gozar de la vida ni hallar sentido a lo que hacía. Tomé conciencia de ello en un lugar apartado del ruido y de la actividad rutinaria, a donde acudí en busca de silencio y soledad. Allí encontré la paz. Tomé conciencia de la presencia de Dios. Se hizo presente escuchándome, amándome, aceptándome, perdonándome, reviviéndome. Aquello provocó un cambio radical en mí. Desapareció aquel insomnio que me torturó durante un año y medio. Aquel desasosiego corrosivo dio paso a una gran alegría y paz interior. Aquella transformación me hizo contemplar mi vida anterior como proyectada en una pantalla, con claridad, en cada una de sus contradicciones. Me llevó a asumir el haber vivido y defendido valores que no eran los míos. Y me hizo cambiar profundamente hasta el punto de que enseguida empezó a notarse en mi entorno: los compañeros de trabajo me preguntaban extrañados qué me había sucedido; aquella transformación también comenzó a sentirse en casa, en la relación con mi mujer y con mis hijas: el ambiente familiar se volvió más cálido, más humano, más respetuoso, más alegre. En mí surgió una vida nueva y mi existencia comenzó a tener un sentido profundo. Desde entonces, me he sentido amado por Dios incondicionalmente, a pesar de mis contradicciones. El sentirme amado como persona concreta que soy, con mi forma de ser, con mi entrega y mi egoísmo, con mis miedos y mi confianza, con mis luchas... es algo que fundamenta mi vida y me da dignidad, serenidad, ánimo para afrontar la existencia. Cambié de trabajo, me acerqué al mundo de la marginación y de los injustamente tratados. Ellos me han aportado un mayor conocimiento de la persona, me han hecho consciente de las injusticias que generamos, me han humanizado. En este camino de búsqueda y encuentro, el perdón fue un gran descubrimiento. Tomé conciencia del odio que sentía hacia una persona que había cometido un acto extremadamente grave contra la vida de un ser querido. Realicé la experiencia de perdonarle. Fue duro. Aquello me costó un, gran esfuerzo, ya que surgía en mí la duda de si me estaba traicionando a mí mismo, si estaba actuando en contra de la memoria de aquella persona a la que no volvería a ver. Sin embargo, el ejercicio de perdonar me produjo una experiencia de intensa liberación; se desató el nudo interior que enturbiaba mi persona a la hora de valorar ese tipo de realidad. Éste es el paso previo a la reconciliación y pacificación con uno mismo y con los demás. 63


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

En este proceso he descubierto la oración. Ella activa todas las potencialidades de la persona: las intelectuales, las afectivas, las espirituales... Nos sostiene en la adversidad y también nos relativiza en los momentos óptimos. Nos hace sentir que no estamos solos, que Dios nos acompaña y que es Él quien nos anima a la acción comprometida. La oración nos ayuda a mirar lo profundo y complejo de la realidad y a situarnos ante ella del modo en que intuimos lo hace Jesucristo. Comprendo que otros intenten vivir humanamente a través de otras vías. Me alegro y procuro aprender también de ellos.' Hay un último aspecto en esta vivencia: la fe en comunidad. Soy creyente en una comunidad, en el seno de un grupo de personas que comparten y celebran su experiencia de Vida. Es la Iglesia en su sentido originario, sin la cual difícilmente habría llegado a experimentar la fe. Me integro en esta Iglesia, la comprendo, la amo, le doy gracias a esta comunidad creyente, pobre y rica a la vez, buscadora de Dios, seguidora de Jesús de Nazaret. Hoy y aquí, me pregunto por su misión, mi misión de creyente: ¿cómo contagiar esa alegría y esa vida, nueva y sanante, a quienes sufren un malestar profundo en esta ‘sociedad del bienestar’? ¿cómo ser testigo de la fe? Ramón Balenciaga

La Palabra de Dios Todo viene de Dios que nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación. Porque Dios era el que reconciliaba consigo al mundo en Cristo, sin tener en cuenta los pecados de los hombres, y el que nos hacía depositarios del mensaje de la reconciliación. (II Cor 5,18-19)

Recortes de prensa El País,1-9-2002

Perdonar lo imperdonable (extracto) Resistirnos a perdonar actos diabólicos de crueldad es una respuesta humana muy normal. De hecho, si preguntamos a nuestro alrededor, bastante gente mantiene una lista de transgresiones incompatibles con el perdón. Entre los ejemplos que se suelen mencionar destacan el asesinato o la tortura de niños, la violación en pandilla de mujeres, el linchamiento de hombres por pertenecer a una raza diferente y las vejaciones graves a la honra y, por ende, a la autoestima de personas decentes. El problema de los que no perdonan es que viven estancados en el ayer lacerante, prisioneros del escenario del horror, obsesionados con los malvados que quebrantaron su vida, lo que les impide cerrar la herida. El odio enquistado amarra a muchos al pesado lastre que supone mantener la identidad de víctima. Además de debilitante, el papel de víctima es trai64


III. Más que palabras

cionero, pues a menudo seduce a los afligidos con derechos o prebendas especiales, pero al mismo tiempo les roba la energía y la confianza que necesitan para superar el trauma. Se acostumbra a pensar que el perdón requiere un intercambio cara a cara y sincero entre el ofendido dispuesto a perdonar y el ofensor que se arrepiente. Para que esta transacción se produzca, ambas partes tienen que querer y poder comunicarse. Si bien en las afrentas y traiciones más comunes este diálogo suele ser posible, la realidad es que en la mayoría de las atrocidades no se cumplen tales requisitos. En estos casos los agredidos perdonan a solas, ni exigen contrición a sus verdugos, ni restan gravedad a la ofensa, por lo que no descartan la aplicación de la justicia. En mi experiencia, lo que más anhelan los afectados por los ataques del 11-S que deciden afrontar la disyuntiva del perdón es comenzar un nuevo capítulo de su autobiografía y emplear todas sus fuerzas en reconstruir con entusiasmo su vida. Para ellos, el perdonar es un proceso lento, silencioso, íntimo, desgarrador, en el que no mandan palabras, ni silogismos, ni creencias religiosas, ni criterios políticos correctos, sino sólo sentimientos. Es una tarea que requiere una buena dosis de introspección, valor y esfuerzo. El perdón no hace que se olvide la agresión, pero sí ayuda a explicarla y entenderla desde una perspectiva menos personal, más amplia. Induce a aceptar que el sufrimiento y la maldad son partes inevitables de la vida, facilita el restablecimiento de la paz interior y alienta a abrirse de nuevo al mundo. Perdonar es también bueno para la salud. Beneficia al corazón, a la presión arterial, al sistema inmunológico y a la tensión nerviosa, como demuestran los estudios realizados en la Universidad de Stanford, California, en los años noventa. Esto me recuerda una frase que dijo en una ocasión mi agudo y prestigioso colega neoyorquino Thomas Szasz: "Los tontos, ni perdonan ni olvidan; los ingenuos, perdonan y olvidan; los sabios perdonan, pero no olvidan". Quienes perdonan aumentan las posibilidades de liberarse del pasado y volver a controlar razonablemente su destino. Según Desmond Tutu, el obispo anglicano que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1984 por su eficaz oposición al sistema racista de su país, "sin perdón no hay futuro". Luis Rojas Marcos

Cuestionario para la reflexión y el diálogo • Si has tenido parte en alguna experiencia de perdón o reconciliación después de una injusticia u ofensa grave ¿qué conclusiones personales has sacado de esa experiencia? • Para difundir una cultura del perdón necesitamos aclarar algunas ideas. En el artículo del psiquiatra Luis Rojas Marcos: “Perdonar lo imperdonable”: - ¿Qué ideas te parecen válidas para la situación que nosotros vivimos? ¿cuáles no? ¿por qué? - ¿Qué puntos te resultan difíciles de entender? ¿por qué? - ¿Cómo podemos contribuir, de forma concreta, los cristianos a insertar en la sociedad una cultura del perdón? 65


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

Oraciones “Instrumento de tu paz” Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Donde haya odio, que yo ponga amor. Donde haya ofensas, que yo ponga perdón. Donde haya discordia, que yo ponga unión. Donde haya error, que yo ponga verdad. Donde haya duda, que yo ponga fe. Donde haya desesperanza, que yo ponga esperanza. Donde haya tinieblas, que yo ponga luz. Donde haya tristeza, que yo ponga alegría. Haz que no busque tanto el ser consolado como el consolar, el ser comprendido como el comprender, el ser amado como el amar. Porque dando es como se recibe, olvidándose de sí mismo es como uno se encuentra, perdonando es como se obtiene perdón, y muriendo es como se resucita para la vida eterna.

“Evangelio de vida y paz” (Desarmar la palabra) Señor Jesús; Evangelio de vida y paz, defensor de la dignidad humana, buen samaritano, víctima de nuestras injusticias e ideologías, ¡haz de mí un instrumento de tu paz! Tú, que me invitas a proseguir tu causa, arranca la violencia de mi corazón, dame entrañas de misericordia con quienes sufren y han sufrido. Mira este pueblo tuyo y nuestro, aviva nuestra capacidad de diálogo y tolerancia ¡ábreme al perdón y a la reconciliación! Señor, infúndeme tu Espíritu, para que pueda pensar como Tú, trabajar contigo y vivir en ti, para que yo también llegue a ser ¡un instrumento de tu paz!. 66


IV.- Pasos hacia una fe más personalizada (Materiales para la reflexión y el diálogo)

Sumario Pasos hacia una fe más personalizada De la costumbre a la opción personal De la fe “confinada” al centro de la vida De las creencias a la experiencia de la fe De conocer “de oídas” al encuentro personal

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelizaci贸n

Hacia una fe m谩s personalizada

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IV. Pasos hacia una fe más personalizada Materiales para la reflexión y el diálogo

Presentación Estos materiales para la reflexión y el diálogo han sido elaborados fundamentalmente a partir de las Cartas Pastorales - de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria - que han tratado el tema de la fe en años precedentes: • “Creer hoy en el Dios de Jesucristo” 1986 • “Creer en Tiempos de increencia” 1988 • “Al servicio de una fe más viva” 1997 • “Transmitir hoy la fe” 2001 y también de la Carta, de Cuaresma-Pascua, que ahora nos presentan: “Vivir la experiencia de la fe”. Hemos seleccionado, de todas ellas, algunas cuestiones especialmente relacionadas con el Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización relacionado con la personalización de la fe: “Favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora propia de nuestra vocación cristiana”. No se trata, por tanto, de una guía de lectura o trabajo sobre la Carta Pastoral “Vivir la experiencia de la fe”, sino tan sólo de una primera aproximación a algunos de sus puntos. Tendremos, en el futuro, nuevas oportunidades de profundizar en su rico y denso contenido. Podemos utilizar estos materiales de formas diversas: para ofrecer algunas charlas, para encuentros de oración, para trabajo en grupos, para reflexión personal... Esto supone que, con independencia de la estructura que presentan, podemos usar sus distintos elementos -en la medida que los veamos de interés- organizándolos como más nos convenga en cada caso. Vuestra creatividad y el trabajo de adaptarlos a vuestra situación y necesidades mejorarán, sin duda, el valor de este servicio que ahora ponemos en vuestras manos Vitoria-Gasteiz, 5 de marzo de 2003.

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

Sugerencias 1. Estos materiales ofrecen un primer tema introductorio, “Pasos hacia una fe más personalizada”, puede ser por sí mismo el contenido de un encuentro para ambientar o iniciar todo un proceso de reflexión o trabajo. Pero también puede servir para extraer de él aquellos elementos que sirven para situar inicialmente cada uno de los temas restantes. 2. Se ofrecen con cierta extensión los textos seleccionados en las Cartas Pastorales. Son la base para elaborar en cada caso un esquema más sencillo, destacando particularmente los puntos que consideremos de especial interés. 3. Los textos de la Palabra de Dios son una invitación a la escucha personal. Conviene facilitar algunas claves para su lectura y meditación. Naturalmente puede considerarse más adecuado seleccionar otras lecturas bíblicas. 4. Además de los testimonios recogidos en uno de los temas, recomendamos tener presentes aquellos que cada uno puede conocer por otras fuentes y especialmente los que descubrimos en la misma vida. 5. Las cuestiones que se plantean para reflexionar y dialogar requieren un tiempo de silencio y trabajo personal previo a su puesta en común. Naturalmente deben ser convenientemente adaptadas según las circunstancias del grupo de trabajo. 6. Es bueno acompañar la reflexión y el diálogo en grupo, del diálogo con Dios en la oración. Aunque ofrecemos algunas expresiones de oración, no valen tanto como aquellas que puedan brotar vivamente de nuestro corazón y nuestros labios. También el canto puede ser una forma de oración.

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IV. Pasos hacia una fe más personalizada Materiales para la reflexión y el diálogo

Pasos hacia una fe más personalizada • El reto de la “diáspora” Hace ya unas décadas Karl Rahner pronosticó: “El hombre religioso de mañana será un místico, una persona que haya experimentado algo, o no podrá ser religioso, pues la religiosidad del mañana no será ya compartida en base a una convicción pública, unánime y obvia”. Aquél mañana al que se refería el gran teólogo alemán, para nosotros ya es “hoy”. Luis González-Carvajal se refiere a esta situación que nos toca vivir como “El reto de la diáspora” y afirma que: “somos ‘los últimos testigos de una cierta manera de ser cristiano’. Se ha terminado el cristianismo ‘convencional’…, nunca han faltado en la Iglesia creyentes auténticamente convencidos; pero seguramente no exagero si digo que para la mayor parte de los bautizados el cristianismo se convirtió en un convencionalismo que daba a toda su existencia una sensación de seguridad y resguardo…, Pues bien eso es lo que ha terminado en occidente quizá para siempre”1. Este mismo autor apunta como rasgos del cristianismo futuro los siguientes: • Personas con experiencia de Dios, capaces de interpretar religiosamente lo que están viviendo. • Viviendo con radicalidad evangélica. Todos los seguidores de Jesús estamos llamados a alcanzar la plenitud de la vida cristiana; no es posible ser cristiano sin serlo apasionadamente. • En comunidades de contraste. En las que existe una fe compartida y calor humano que sostienen y acompañan el testimonio personal de vida cristiana. • Como miembros de una Iglesia para los demás, continuadora de la misión de Jesús, germen y principio del Reino de Dios en el mundo. Estamos convencidos que vivir la experiencia personal de la fe implica hoy para muchos cristianos, incluso para bastantes practicantes, un cambio profundo en nuestra forma de comprender y vivir la fe. En estos “Pasos hacia una fe más personalizada” tratamos de perfilar algunos rasgos de ese cambio.

Para caminar hacia una fe más personalizada es preciso recorrer, entre otros, estos pasos: • De una fe heredada, vivida por simple tradición o por costumbre (en el peor de los casos por rutina) a una fe encontrada (descubierta) en la propia experiencia de la vida. • De una fe sociológica, vivida según las convenciones y formalismos al uso, a una fe asumida por opción y convicción personal. 1 Cf.

GONZALEZ-CARVAJAL, L., Los cristianos del siglo XXI, Santander, Sal Terrae, 2000, 89-113.

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

(Hemos de tener presente el cambio que estamos viviendo socialmente: de una situación en la que la fe era un “bien culturalmente protegido” a otra situación en la que la fe es un “hecho contracultural”.) • De una fe entendida como adhesión o aceptación de unas verdades, a una fe entendida como actitud y sentido de la vida. No se trata sólo de admitir unas verdades que explican el más allá, sino que ayudan a encontrar un sentido y orientación para el vivir aquí y ahora. “La fe no consiste en creer que Dios existe, sino que yo existo ante Dios, que mi vida transcurre en su presencia.” Este cambio implica: - que la fe deja de ser una parcela de la vida para ser la orientación de fundamental, pasa de la periferia al centro - la vida del creyente evoluciona desde la fragmentación a la unidad y la coherencia - la fe no está confinada en un compartimento religioso de la existencia sino que afecta a la totalidad de la vida • Del conocimiento teórico por informaciones o referencias a la convicción profunda por experiencia personal. Es un modo de conocer que implica ideas o conceptos, pero no se reduce a ellos; abarca también emociones y sentimientos, pero no se confunde con ellos; llega a constituir convicciones y configurar actitudes ante la vida. Experiencia hace referencia a: - contacto directo - ejercicio de reflexión - hallazgo personal - aprendizaje continuado • De la relación impersonal al encuentro: Vivir la fe como una experiencia de encuentro, de relación personal - relación con Alguien no con algo - descubrimiento de los rasgos personales de Dios - conocimiento de Jesús, el rostro humano de Dios Una comunicación directa y personal en la oración Descubriendo la presencia de Dios en nuestra vida - en las personas - en los acontecimientos cotidianos - en los momentos de especial “densidad” - con la ayuda de su Palabra

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IV. Pasos hacia una fe más personalizada Materiales para la reflexión y el diálogo

• De la relación de tipo contractual o comercial a la experiencia de gratuidad Aprender a mirar, desde una óptica evangélica, a mí mismo y la realidad que me rodea. Descubrir, desde mi búsqueda, el sentirme buscado por Dios. Y dejar a Dios ser Dios, reconociendo que mi relación con Él “me hace bien” Esto significa cambiar: - de la seguridad al riesgo - del recelo a la confianza - del temor al amor - de la obligación a la liberación (la alegría de la fe) • Del simple recuerdo del pasado a la “memoria” Por medio de la reflexión sobre la vida - a Dios “Sólo se le puede ver de espaldas” - entre luces y sombras (con dudas, inseguridades) - en crecimiento y evolución (siempre abiertos) - para poder “narrar” nuestra experiencia de fe • De lo individual a lo compartido En la comunidad de fe: - para contrastar la autenticidad de la experiencia - para enriquecernos con la diversidad de dones al servicio del mundo: - para comunicar a otros la buena noticia - para “dar razón de vuestra esperanza a todo el que la pida” - porque “En el fondo ¿hay otra forma de comunicar el Evangelio que no sea la transmitir a otro la propia experiencia de fe?” (EN 46). • Del repliegue intimista y evasivo al compromiso con las personas y la sociedad Una fe con certificado de “Caridad” - en la opción preferencial por los pobres - en el compromiso político por la justicia y la paz - en la acción transformadora... En actitud profética - como testimonio de radicalidad evangélica - encarnando valores alternativos - descubriendo en los tiempos los signos del Reino

Algunas de las sugerencias presentadas en este esquema pueden ser de utilidad, como punto de partida, en cada uno de los temas que se presentan a continuación. 73


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

Pasos hacia una fe más personalizada

De la costumbre a la opción personal I. De las cartas pastorales sobre la fe • Una cultura marcada por la “ausencia de Dios” • Buscar con sinceridad - La interpelación de fondo - Búsqueda personal II. A la escucha de la Palabra • Del Evangelio según San Juan: 6,66-68 III. Para reflexionar y dialogar • ¿Cómo reaccionamos ante la situación actual? • Algunas preguntas sobre cómo vivir hoy la fe • Nuestra respuesta ante una pregunta radical IV. Oración

I. De las cartas pastorales sobre la fe • Una cultura marcada por «la ausencia de Dios» «El eclipse de Dios es el hecho característico de la hora en que vivimos» (M. Buber). La experiencia creyente de Dios se ha oscurecido y debilitado en gran medida, sobre todo en el continente europeo. Se han difuminado notablemente en nuestra sociedad las huellas de Dios que nuestros mayores percibían en su entorno. Dios no es rechazado por la gran mayoría de nuestros contemporáneos; pero es colocado «respetuosamente aparte». La preocupante distancia entre la experiencia humana en su conjunto y la experiencia cristiana no es un fenómeno totalmente exterior a la comunidad creyente. En una cierta medida está pasando a la sangre de muchos cristianos. Es cierto que la fe de una notable minoría es viva, vigorosa, sentida. Se encuentran como en su casa en el mundo de la fe. Pero esta no es la verdad completa. La fe de muchos cristianos, incluso practicantes no acaba de prender en el conjunto de su experiencia vital. Su fe y bastantes criterios fundamentales que rigen su vida no acaban de estar básicamente reconciliados. Muchos se han encontrado en la vida siendo «cristianos» sin que se hayan planteado nunca por qué creen y sin que la fe les haya llevado a experimentar nada especialmente gozoso y salvador en su existencia. Su fe no era fruto de una decisión personal, respuesta agradecida al don de Dios. Se decían «cristianos» porque el ambiente social así lo exigía. Hoy se 74


IV. Pasos hacia una fe más personalizada Materiales para la reflexión y el diálogo

sienten «increyentes» porque los tiempos así lo parecen pedir. No han sabido reaccionar ante el nuevo clima. Poco a poco se han ido deslizando de una «religión sociológica» hacia una «increencia sociológica». Contagiados por el ambiente general, imitando las actitudes más vigentes hoy en la sociedad, su fe se ha ido apagando. Poco a poco se han ido desprendiendo de la religión más por comodidad y mimetismo que por razones personales convincentes. Es fácil abandonar así la fe, abandonándose a los nuevos aires que corren. Pero no creemos que esta actitud lleve a las personas a una vida de más verdad, mayor honestidad y alegría más honda ante la existencia. El clima social es como una niebla baja que penetra hasta los huesos de muchas personas creyentes e increyentes. El mimetismo social que nos conduce a acomodarnos a las expectativas de nuestro entorno tapona los poros a través de los cuales podemos percibir la presencia de Dios. El ansia de ser reconocido socialmente y la escasa valoración de nosotros mismos nos predisponen a hacer nuestras las convicciones, las actitudes y los comportamientos socialmente aceptados. Hoy «Dios no está de moda». Quienes por encima de todo quieran estar a la moda tienen pocas posibilidades de colocarse al alcance de Dios.

• Buscar con sinceridad No es bueno vivir una crisis religiosa como la actual sin reaccionar. Lo más honrado es buscar con sinceridad. No desechar ninguna llamada. No cerrar ninguna puerta. Buscar a Dios, incluso desde esa fe débil, mediocre o vacilante. Esta búsqueda la necesitamos también los que nos confesamos creyentes convencidos. Nos hemos acostumbrado a decir que creemos en Dios sin que nada "decisivo" suceda en nuestra vida. Incluso puede parecer que "tener fe" dispensa de vivir buscando su rostro. Hablamos de Dios, pero ¿cuándo buscamos al que está detrás de esa palabra?, ¿dónde y cuándo escuchamos su presencia?, ¿dónde y cuándo nos ponemos ante él? Para muchos Dios está hoy como tapado. Encubierto por toda clase de prejuicios, dudas e incertidumbres. Para encontrarse con él no bastan los discursos prefabricados de siempre. Por otra parte, la propia vida, mediocre y superficial, puede ser el mayor obstáculo. Lo primero es adoptar una postura de búsqueda.

- La interpelación de fondo Evitando actitudes de nostalgia, posturas defensivas de refugio o falsas adaptaciones, ¿no hemos de hacer un esfuerzo por ver cómo nos interpela la increencia actual y escuchar qué es lo que Dios nos dice a través de ella? Los creyentes debemos vivir esta hora como hora de gracia y de interpelación. Por una parte, la crisis puede descubrirnos las insuficiencias de nuestra fe, la fragilidad de nuestra religiosidad, nuestras incoherencias prácticas o la mediocridad general. Bastantes de nosotros somos, a veces, tan débiles en la fe, tan inseguros en la esperanza y tan perezosos en la caridad como muchos que se dicen increyentes.

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Por otra parte, el clima de increencia nos urge a madurar nuestra adhesión a Jesucristo, descubrir más radicalmente el Evangelio y purificar nuestras formas de vivirlo para que pueda hacerse presente entre nosotros en toda su integridad, novedad y riqueza. El momento actual nos está pidiendo antes que nada el paso de un cristianismo de nacimiento y tradición a un cristianismo de opción y elección personal. Cuando la fe es aceptada y hasta impuesta por el ambiente social, es fácil que se rebaje, pierda autenticidad y se diluya incluso en pura costumbre social. Por el contrario, en un clima tan adverso como el actual, la fe puede hacerse más profunda y madura pues tiene que buscar su fortalecimiento no en apoyos socio-culturales sino en la adhesión firme a Jesucristo, fruto de una decisión personal madurada en la comunidad creyente. Cada vez será menos posible entre nosotros una fe mediocre hecha de convicciones fáciles, cómodas y apoyadas en el ambiente general. El cristianismo está expuesto hoy a un examen cada vez más crítico. La fe del cristiano, combatida desde tantos frentes no será «algo natural y evidente». Tendrá que ser una fe probada, capaz de soportar la duda.

- Búsqueda personal Para caminar hacia Dios es necesaria la experiencia personal. De lo contrario, la persona siempre habla "de oídas", oye sin comprender, y termina dudando de todo. No sirven las discusiones teóricas ni los argumentos de otros. Cada uno ha de hacer su propio recorrido y vivir su propia experiencia. No basta criticar lo que uno descubre de falso e incoherente en la forma concreta de vivir la religión. No es suficiente destruir imágenes falsas e infantiles de Dios. Es necesario buscar personalmente su verdadero rostro, abrirnos confiadamente a su presencia. Sólo entonces comienza a intuirse el camino: nos veíamos en un laberinto oscuro y complicado, y el Misterio de Dios es puro y simple; lo imaginábamos habitando un mundo extraño y lejano, y es un Dios cercano; queríamos comprobar su existencia con argumentos, y no sabíamos saborear su amistad. Cuando durante años se ha vivido la fe como un deber o como un estorbo para disfrutar, sólo esta experiencia personal nos puede desbloquear: poder comprobar, aunque sólo sea de forma germinal y humilde, que la fe hace bien, que es bueno creer, que Dios puede realmente ser para mí el mejor estímulo y la fuerza más vigorosa para vivir de manera acertada y esperanzada. El ser humano termina siempre creyendo en aquello que le hace vivir en plenitud. De poco servirá hoy a muchos confesar rutinariamente sus creencias cristianas si no conocen la experiencia de esta comunicación con Dios cálida, gozosa y revitalizadora. Al contrario, los que la hayan experimentado podrán decir también hoy con Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? En tus palabras hay vida eterna» (Jn 6, 68).

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II. A la escucha de la Palabra ¿También vosotros queréis marcharos? Desde entonces muchos de sus discípulos le abandonaron y yo no iban con él. Jesús, entonces, pregunto a los doce: ”¿También vosotros queréis marcharos?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iríamos?. Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. (Jn 6,66-68).

III. Para reflexionar y dialogar “El río arrastra los peces muertos; sólo los vivos pueden ir contra corriente.”

1. ¿Cómo reaccionamos ante la situación actual? Tal vez nuestro primer esfuerzo ha de ser detectar algunas reacciones incorrectas o desviadas que nos están impidiendo todavía responder de manera adecuada a estos tiempos de increencia. • La nostalgia. Es comprensible que bastantes creyentes, desconcertados por la crisis, adopten una actitud de nostalgia y añoren tiempos pasados en que todo parecía más claro y seguro. • Actitud defensiva. Es normal también que bastantes adopten una actitud defensiva que tiene su origen en un cierto acomplejamiento. • Búsqueda de refugio. Esa misma actitud de repliegue es la que empuja hoy a otros a protegerse en grupos y comunidades de refugio. • Falsa adaptación. Ante la crisis otros tratan de recuperar la audiencia y el prestigio perdidos, adaptando la fe a los criterios del momento, configurando el mensaje cristiano desde las ideologías hoy más aceptadas, rebajando las exigencias de la fe... En la situación actual ¿cuál es mi forma de actuar en relación con la fe?

2. Algunas preguntas sobre cómo vivir hoy la fe Quienes tratan de vivir hoy la fe con frecuencia se hacen diversas preguntas: • ¿Puedo creer de forma nueva y sincera?. Ésta es la pregunta de fondo de quien, afectado por la crisis religiosa, se plantea honestamente su postura ante Dios. ¿Es posible reconstruir la fe? Esta pregunta viene acompañada casi siempre por la necesidad de aclarar otras cuestiones más concretas. Recogemos algunas: • ¿Hay que hacer algo para creer? Es claro que a nadie se le puede forzar desde fuera para que crea. Tampoco puede nadie "forzarse" a sí mismo para obligarse a creer. Pero tampoco basta una actitud pasiva o indiferente. La fe no se despierta dejando pasar los años uno tras otro, esperando que un día mi vida cambiará. Es necesario 77


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estar más atentos a los interrogantes, anhelos y llamadas que nacen de nuestro interior. Dios nos está buscando aunque nosotros no lo sepamos. • ¿Hay algún método para aprender a creer? Ciertamente no hay recetas ni fórmulas que conduzcan necesariamente a la fe en Dios. Cada uno ha de recorrer su propio camino. Pero sí son necesarias algunas actitudes: honestidad con uno mismo, escucha interior, una voluntad de coherencia y fidelidad, una orientación de la persona hacia Dios. • ¿Es fácil creer o sólo está al alcance de algunos? Creer es tan fácil y, al mismo tiempo, tan arduo como lo es el vivir o el amar. Lo propio del creyente es que no se contenta con vivir su vida de cualquier manera, y busca precisamente en su fe el mejor estímulo y la mejor orientación para vivirla intensamente. Lo importante es que Dios está ahí, acompañando a todo ser humano sin cerrarse a nadie. • Creer, ¿no es cuestión de temperamentos? Sin duda, la estructura personal de cada uno y, sobre todo, su trayectoria pueden predisponer a adoptar una actitud u otra ante la vida. Pero la fe no es un asunto de personas "crédulas" o "piadosas". Todo hombre o mujer puede abrirse confiadamente al misterio de Dios, aunque cada uno lo hace desde su propia forma de ser. • Para creer, ¿hay que sentir algo especial? No necesariamente. Algunos pueden sentir la paz y la alegría de estar descubriendo un camino hacia Dios. Pero lo importante no es buscar "experiencias especiales", sino abrir el corazón a Dios, ponerse ante él con confianza, sentirse comprendido y perdonado, escuchar su llamada a comenzar una vida nueva. Estas preguntas y otras semejantes parecen estar pidiendo hoy un esfuerzo por esclarecer mejor la cuestión de fondo: ¿Qué es creer?, ¿cómo hemos de entender ese proceso que lleva a la persona a confiar en el misterio de Dios?, ¿en qué consiste la fe? Lo que todos podemos hacer es dialogar entre nosotros, compartir y contrastar nuestras experiencias, y ayudarnos a adoptar una postura humana siempre más responsable y esperanzada. - ¿Tú te planteas alguna de estas preguntas? - Personalmente ¿te haces otras preguntas sobre la fe? ¿cuáles?

3. Nuestra respuesta ante una pregunta radical. La situación actual guarda cierta semejanza con la de aquel momento en que Jesús, ante el abandono de muchos de sus discípulos, pregunta a los doce: “¿También vosotros queréis marcharos?” -¿Cuál es tu respuesta -personal y motivada- a esta pregunta de Jesús?

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IV. Oración Ayúdame a Creer para crecer Dame, Señor, una fe que me ayude a conocerte más y mejor cada día. Dame, Señor, una fe que haga más cercana mi comunicación y mi relación contigo. Dame una fe que me comprometa a vivir como Tú esperas de mí y a dar vida a quienes sufren. Y dame una fe que me lleve a celebrar tu presencia en nuestra vidas. Ayúdame a Creer para Crecer

“Danos libertad” Señor Jesús, danos libertad. • líbranos de la comodidad para comprometernos en el servicio • líbranos de la indiferencia para acercarnos al necesitado • líbranos del temor para vivir la confianza • líbranos del rencor para encontrar el amor • líbranos de la inercia para afrontar lo imprevisto • líbranos de la tristeza para sembrar alegría • líbranos de acaparar para saber compartir • líbranos aparentar para saborear lo auténtico • líbranos del egoísmo para gozar la solidaridad • líbranos del individualismo para alcanzar la unidad • líbranos de la competitividad para descubrir la fraternidad • líbranos del interés para experimentar la gratuidad • líbranos de la seguridad para mantener la esperanza • líbranos de la autosuficiencia para buscar la verdad • líbranos de nosotros mismos para encontrarte en los demás • ....

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Pasos hacia una fe más personalizada

De la fe “confinada” al centro de la vida I De las cartas pastorales sobre la fe • ¿Qué es creer en Dios? • La fe, eje y centro de la vida II A la escucha de la Palabra • Te busca todo mi ser • El primer encuentro • Encuentro junto al pozo III Para la reflexión y el diálogo IV Oración

I. De las cartas pastorales sobre la fe • ¿Qué es creer en Dios? (Transmitir hoy la fe. nn. 20-30) Creer es buscar 1. Creer es abrirse al misterio profundo e íntimo que habita en cada uno de nosotros. Es buscar el sentido radical y último de nuestra existencia, tratar de alcanzar lo que vale por sí mismo y da valor a todo lo que somos y tenemos. Es preguntarse por la realidad definitiva o absoluta frente a la cual todas las cosas son relativas o “penúltimas”. No es evadirse de la realidad que vivimos sino profundizar en ella.. La experiencia humana, la de todos y cada uno de nosotros, es el punto de partida del creer de la búsqueda de la fe, porque Dios “no se encuentra lejos de cada uno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos”(Hch 17,27-28). Decir “creo” es abrir mi existencia al misterio que habita dentro de mí, decir sí al misterio de la vida. La fe hace de la vida una búsqueda permanente. La fe impide que nos instalemos tranquilos o satisfechos en nuestra situación renunciando al esfuerzo de buscar. Esta búsqueda exige una “ruptura de nivel” de nuestro vivir cotidiano, superficial e intrascendente, para llegar a descubrir al que siendo otro ocupa el centro de mí mismo: Dios. Ese descubrimiento me transforma por entero, porque no consiste en encontrar a Dios lejos, fuera de mí, ni en hacerle un hueco en mi vida, sino en descubrir toda mi vida como referida a él, centrada en él, y envuelta en él. Desde esta experiencia comprendemos que las inquietudes y las preguntas en la búsqueda de Dios no pueden ser tanto especulativas y racionales como existenciales. 80


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Creer es encontrar, o mejor “encontrarse”. 2. Creer es encontrarse personalmente con Dios. Dios no es algo abstracto, confuso o informe, de lo que sólo se puede tener una idea más o menos precisa. Dios es un Ser personal con quien podemos relacionarnos en un verdadero encuentro. Este es el Dios que nos ha revelado Jesucristo, el centro de la fe de la Iglesia y el fundamento de nuestra vida creyente. El encuentro con Dios no consiste en un contacto ocasional o superficial, no es una relación distante o fría. Se trata de una presencia cercana y profunda que me afecta en lo más íntimo y de forma permanente, que requiere toda mi atención. En el auténtico encuentro de fe descubro el respeto de Dios a mi libertad y me comprometo a no instrumentalizarlo, a dejarle ser Dios. Experimento que al descubrirlo y acogerlo a El, estoy descubriendo el sentido de mi propia vida. No se trata de una relación de intercambio, comercio o compensación, es un compartir más íntimo y estable, se trata de una verdadera relación de comunión.

Creer es confiar (incluso arriesgar) 3. La verdadera cuestión de la fe no consiste sólo en creer que Dios existe, sino en descubrir que nuestra vida está íntimamente unida a la vida de Dios. Es llegar a descubrir una forma diferente y nueva de vivir, desde el encuentro y la relación con él. Dios es quien da solidez y consistencia al hombre. Creer en Dios es sobre todo confiar en Él. Confiar significa creer en su fidelidad. Por eso la fe hace referencia a la fidelidad de un Dios que siempre cumple sus promesas y merece nuestra confianza. “Yo sé de quién me he fiado” (II Tim.1,12).

Creer es acoger 4. El que busca a Dios llega a descubrir que a su vez, incluso con anterioridad, es buscado por el mismo Dios. El ha puesto en nuestra vida diversos signos de su cercanía, ha sembrado nuestra existencia de señales de su presencia. Dios no irrumpe ordinariamente con estrépito en nuestra historia personal, está presente discretamente en los acontecimientos cotidianos y nos sale al paso a través de nuestras relaciones con otras personas. Dios nos llama incluso desde nuestro propio interior, desde lo más íntimo de la conciencia. El que llega a encontrarse con Dios reconoce que ese acontecimiento no es fruto de su esfuerzo, sino gracia. La experiencia de la fe es al mismo tiempo experiencia de la gracia. El ofrecimiento de Dios se dirige a nuestra libertad y se sitúa en nuestra historia personal. El don gratuito de la fe no es selectivo por parte de Dios, es ofrecido a todos. Si bien no todos, desde su libertad personal y las condiciones sociales, deciden creer. El conocimiento de Dios, el encuentro personal con Él, es sobre todo fruto del Espíritu Santo. La influencia del Espíritu es una iluminación que pone en marcha en nosotros motivaciones o despierta mecanismos psicológicos por los que percibimos de un modo nuevo lo que ya teníamos ante nuestros ojos sin darnos cuenta. 81


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Creer es adorar 5. Creer es reconocer a Dios como el único absoluto. Ante Él todo lo demás que conocemos se vuelve “penúltimo” y relativo. Por Él todo llega a adquirir y tener un nuevo sentido. De ahí el carácter unificador y central que la fe tiene para el conjunto de la vida del creyente. La fe en Dios consiste en reconocerlo como eje y centro de toda mi existencia. Vivir ante Él sin construir ni aceptar ningún ídolo. Descubrir a Dios como el único absoluto me impulsa a consagrarle mi vida, como una ofrenda personal de lo que soy y lo que tengo, entregándome a Él por entero. Esto no constituye ninguna forma de alienación, pues mi vida centrada y apoyada en Él la experimento más libre y al mismo tiempo más segura. Desasido de la esclavitud de todo lo demás soy más dueño de mí mismo. Me descubro más grande cuando me inclino en su presencia.

Creer es compartir 6. El encuentro personal del creyente con Dios, es la experiencia fundamental de la vida de fe. Ese encuentro requiere ciertamente momentos de cercanía e intimidad con Dios, pero no hace del creyente un ser aislado de los demás. La fe no se puede vivir en solitario. Una fe auténtica, hecha vida, afecta a todas las dimensiones de la persona humana, también a su ser social. Quien experimenta a Dios como Padre, reconoce al mismo tiempo a todos los hombres y mujeres como hermanos e hijos del mismo Dios. ”Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos.”(Ef 4,5-6) La fe se recibe, se alimenta, se purifica, se prueba, se fortalece, se celebra y se comunica compartiéndola. En la familia, en la comunidad, en la Iglesia, mi fe es a la vez nuestra fe. Esto no significa que todos seamos iguales, ni tengamos las mismas experiencias o vivencias de la fe. Pero todos nos necesitamos para vivir la fe y nos ayudamos a crecer en ella. La fe, como el amor, es uno de esos bienes que aumentan cuando se comparten. Ser creyente implica formar parte de una comunidad, compartir la fe con los demás creyentes en la Iglesia y asumir el compromiso de comunicarla a otros invitándoles a participar del don más valioso que hemos recibido del mismo Dios.

Creer es amar, servir. 7. Quien conoce de verdad a Dios, el Dios de Jesucristo, ha conocido el amor “porque Dios es Amor”(I Jn.4,8). Quien llega a conocer el amor de Dios responde con amor, pero no sólo a Dios sino también a los hermanos. Un verdadero creyente no puede vivir su relación con Dios de forma individual, intimista o solitaria. Hacer de Dios el centro de nuestra vida nos exige vivir abiertos a los demás. Creer es relacionarse con los otros en actitud de servicio: solidarios en sus necesidades, cercanos a sus sufrimientos, unidos en sus gozos, disculpando las debilidades y perdonando las ofensas… Este amor de servicio no conoce límites de cercanía, afinidad o reciprocidad, porque “si amáis sólo a los que os aman ¿qué mérito tenéis?” (Lc.6,32). 82


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• La fe, eje y centro de la vida (Creer en tiempos de increencia, nn. 56-65) - Fe que hace vivir 56. La fe sólo es verdadera cuando se convierte para el creyente en centro y eje de su vida, en estructura primordial de su existencia y no un añadido artificial que puede tener más o menos importancia pero de lo que, en definitiva, se podría prescindir. El verdadero creyente sabe apreciar y valorar muchas cosas de la vida, tal vez como pocos, pero en realidad «vive de su fe» (Rm 1,17). De ella brotan los impulsos, los estímulos, y todo aquello que se despliega luego en un proyecto de vida. Quien dice tener fe en Dios pero en realidad cree más en el dinero, el bienestar o la propia ideología, pronto se descubrirá increyente. No vivirá de la fe. Es el dinero, la moda o «el sistema» los que viven en él. Lo que necesitamos cultivar y madurar hoy es una fe que capacite al creyente para integrar, orientar y fecundar la totalidad de la existencia.

- Fe personalizada 57. Una fe así sólo puede brotar de una opción personal libre y gozosa. De una conversión radical del corazón a Dios. La conversión de quien ha descubierto el «verdadero tesoro», lo único necesario, lo decisivo, aquello desde donde todo puede cobrar sentido, orientación y esperanza. La fe no es simplemente algo que se tiene y que, por lo tanto, unos la poseen y otros no. La fe es una relación viva y personal con Dios que se profundiza, crece y madura. Por ello, nadie ha de apresurarse a considerarse felizmente creyente por el simple hecho de someterse dócilmente a las fórmulas de fe y observar fielmente las prácticas obligadas. La fe del creyente no termina en las fórmulas dogmáticas ni en las prácticas, rituales, sino en el Dios vivo, y verdadero. Cuando la fe no es esta apertura personal a Dios deja de ser crecimiento interior, renacimiento constante, expansión en la vida. Al contrario, puede convertirse de hecho en una postura cómoda que dispensa de la pesada tarea de buscar y decidir el sentido de la existencia. La crisis actual puede ser demoledora para quienes no vivan su fe como fruto de una decisión personal y de una conversión arriesgada y permanente. Hoy será cristiano sólo aquél que quiera serlo pues hay otras muchas maneras de enfrentarse a la vida. El mero hecho de no decidirse a ser creyente de verdad es ir dejando poco a poco de serlo. A todos se nos hace la llamada: «No seas increyente. Ten fe» (Jn 20,27).

- Fe vivida y experimentada 58. La crisis actual nos urge también a cuidar otro aspecto de la fe bastante olvidado a veces por los cristianos. No bastan las instituciones ni bastan los ritos, las prácticas o las confesiones de fe para vivir con fuerza la entrega personal a Dios. Es necesaria «la experiencia religiosa».

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· Creer en Jesucristo La fe no es sólo creer algo, sino antes y sobre todo creer en el Dios revelado en Jesucristo. En realidad, la fe crece, se purifica y se robustece en nosotros en la medida en que somos capaces de escuchar y acoger a Jesucristo. Él es quien «inicia y consuma nuestra fe» (Hb 12,2). Por ello, lo más importante también hoy para ser creyente no es conservar «un depósito de doctrinas». Lo realmente decisivo es encontrarse con el Dios de Jesucristo y descubrir por experiencia personal que Él es quien puede responder de manera plena a las preguntas más vitales, los anhelos más hondos y las necesidades últimas. Poder decir como S. Pablo: «Yo sé bien en quién tengo puesta mi fe» (2 Tm 1,12).

- Fe encarnada en el mundo 64. No son pocos los que, de manera más o menos consciente, viven su fe de espaldas al mundo moderno. En el fondo, tal vez piensan que en esta sociedad sólo hay sitio para una religión privada e intimista. Hemos de recordar una y otra vez que una fe que empuja a los creyentes a huir del mundo e, incluso, a despreciarlo, no es la fe en ese Dios que «ha amado tanto al mundo que le ha dado a su Hijo único» (Jn 3,16). Si en Jesucristo Dios se nos revela como Alguien que ama al mundo y viene a él para salvarlo, nosotros no podemos creer en ese Dios odiando el mundo y huyendo de él. Pero hemos de decir, además, que esa «huida» de los creyentes a su mundo individual y privado deja al mundo actual sin «la luz» que lo podrían iluminar, sin «la sal» que lo podría sazonar, sin «la levadura» que lo podría fermentar. No es necesario apartarse del mundo para encontrarse con Dios. Es en lo más entrañable de esta vida donde hemos de descubrir su presencia salvadora que pone sentido y esperanza en nuestra existencia. ¿Sabemos los creyentes vivir la fe encarnada en la vida diaria, en el trabajo y la fiesta, en el cuerpo y la sexualidad, en las relaciones y la convivencia, en la actividad intelectual o la creación artística, en el encuentro con la naturaleza? Y, sin embargo, una fe que no se encame en la historia y se amase en las experiencias del hombre moderno, que no estime los valores nuevos que también hoy emergen en la humanidad, que no responda a las aspiraciones y necesidades más humanas ¿podrá ser percibida como Buena Noticia? ¿Tendrá futuro entre nosotros?

- Fe confesante 65. Son bastantes los creyentes que viven hoy su fe de manera vergonzante. Acobardados por un ambiente inhóspito e, incluso, hostil, ocultan permanentemente su fe, sin expresar nunca ante nadie aquello que da sentido a su existencia cristiana. 84


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En algunos sectores cristianos se ha pasado en estos años de una actitud apologética segura y hasta agresiva a una postula de cierto complejo de inferioridad, como si en estos momentos no tuviéramos los creyentes nada válido que aportar. Sin embargo, la fe no se vive clandestinamente, a escondidas. La fe no puede quedar siempre en algo que se supone y se silencia. El creyente vive su adhesión al Dios de Jesucristo en el interior de su corazón pero lo confiesa con sus labios (Rm 10,9). «Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino, sin convertirse en alguien que, a su vez, da testimonio y anuncia» Esta dimensión confesante de la fe es hoy más necesaria que nunca. En unos tiempos en que tanto se habla de autenticidad y solidaridad, sería un contrasentido que los creyentes ocultáramos a los demás nuestras convicciones más profundas, las que ponen luz y esperanza en nuestras vidas. Al contrario, hemos de estar «siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza» (1 P 3,15). Hoy más que nunca son necesarios creyentes cautivados por Jesucristo, que confiesen su fe públicamente ante todas las instancias y poderes del mundo, en todos los ambientes y zonas de lo humano. Cristianos que digan con su vida y con sus labios que la vida puede ser vivida con otra dignidad y confianza, que la salvación es posible, que nuestra existencia tiene futuro, que se puede incluso morir con esperanza.

II. A la escucha de la Palabra El primer encuentro (Jn 1, 36-42) Al día siguiente, Juan se encontraba en aquél mismo lugar con dos de sus discípulos. De pronto vió a Jesús que pasaba por allí, y dijo: Este es el cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron decir esto, y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, viendo que lo seguían, les preguntó: ¿Qué buscáis? Ellos contestaron: Maestro, ¿dónde vives? El les respondió: Venid y lo veréis. Se fueron con él, vieron donde vivía y pasaron aquel día con él. Eran como las cuatro de la tarde. Uno de los dos que siguieron a jesus por el testimonio de Juan era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Encontró Andrés en primer lugar a su propio hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó a Jesús. Jesús, al verlo, le dijo: - Tú eres Simón, hijo de Juan; en adelante te llamarás Cefas, (es decir, Pedro).

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Encuentro junto al pozo (Juan 4, 5-42) Hacia Galilea por Samaría Llegó Jesús a un pueblo llamado Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. Diálogo con la samaritana Llegó una mujer de Samaría para sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer). La samaritana le dijo: “Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". (Es que los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús contestó: “Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva”. La mujer le dijo: “Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es profundo; ¿de donde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados?”. Jesús le respondió: “El que bebe esta agua tendrá otra vez sed, pero el que beba del agua que yo le dé no tendrá sed jamás; más aún, el agua que yo le daré será en el manantial que salta hasta la vida eterna”. La mujer le dijo: “Señor, dame esa agua, para no tener sed ni venir aquí a sacarla”. Jesús contestó: “Anda, llama a tu marido y vuelve aquí”. La mujer contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Muy bien has dicho que no tienes marido. Porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es marido tuyo. En esto has dicho la verdad”. La mujer le dijo: “Señor, veo que tu eres profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se ha de adorar es Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y en ella estamos, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque así son los adoradores que el Padre quiere. Dios es espíritu, y sus adoradores han de adorarlo espíritu y en verdad”. La mujer le dijo: “Sé que vendrá el Mesías ( es decir, el Cristo). Cuando él venga, nos lo aclarará todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”. Diálogo con los discípulos En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que estuviera hablando con una mujer. Pero ninguno se atrevió a decirle qué le estaba preguntando o por qué estaba hablando con ella. La mujer dejó su cántaro y fue a la ciudad a decir a la gente: “Venid a ver un hombre que me ha adivinado todo lo que he hecho. ¿Será acaso éste el Mesías?”. Salieron de la ciudad y fueron adonde estaba Jesús.

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Entretanto sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. Pero él les dijo: “Yo tengo una comida que vosotros no conocéis”. Los discípulos se decían unos a otros: “¿Le habrá traído alguien de comer?”. Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y completar su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la siega? Pues yo os digo: Alzad los ojos y ved los campos ya dorados para la siega. El segador cobra el salario y recoge el fruto para la vida eterna. Así se alegra tanto el que siega como el que siembra. Porque en esto se cumple aquel proverbio: Uno es el que siembra y otro el que siega. Yo os he enviado a segar lo que no habéis trabajado. Otros han trabajado y vosotros os habéis beneficiado de su trabajo”. Conversión de los samaritanos Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por el testimonio de la mujer, que decía: “Me ha adivinado todo lo que he hecho”. Cuando llegaron los samaritanos le rogaron que se quedara con ellos. Él se quedó allí dos días, y creyeron muchos más al oírlo. Y decían a la mujer: “No creemos ya por lo que tú nos has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y estamos convencidos de que éste es de verdad el salvador del mundo”.

Te busca todo mi ser (Sal 42, 2-3.6) “Como busca la cierva corrientes de agua, así, Dios mío, te busca todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? ¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué me siento turbado? Esperaré en Dios y volveré a darle gracias, pues él es mi Dios y mi salvador”

III. Para reflexionar y dialogar 1. ¿Qué es para ti creer? ¿en qué consiste tener fe? (esta puede ser planteada como una cuestión previa para dialogar antes de entrar en el desarrollo del tema. Después se podrán contrastar nuestras respuestas personales con las aportaciones de las Cartas Pastorales.) 2. ¿Has conocido, o conoces, alguna persona a quien admiras como creyente? ¿qué hay de especial en ella? (podremos una vez más que escuchamos más a gusto a los testigos que a los maestros y que si valoramos a los que enseñan es porque además dan testimonio).

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Flor de agua. Ribera del amor (María P. Martínez-Barca) Se me quedó grabada en lo más hondo la hora más hermosa de mi vida. Ardía hasta la piedra del brocal. Pediste de beber. Te vi cansado. Hablabas del amor como de un agua que manara entrañable de un centro a otro centro, de alguna fuente oculta a un misterioso mar. Apenas comprendía tus palabras. Me supiste muy sola, a pesar de las muchas caricias de mis manos. En silencio tus ojos me impregnaron de paz. Desde entonces debí desgastar mis sandalias llevando a cada puerta un ánfora de amor.

IV. Oración “Me pongo en tus manos” (Charles de Foucauld) Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo, con tal que tu plan vaya adelante en toda la humanidad y en mí. Ilumina mi vida con la luz de Jesús, que no vino a ser servido, sino a servir. Te confío mi vida. Te la doy. Condúceme. Envíame tu Espíritu. Me pongo en tus manos, enteramente, sin reservas, con una confianza absoluta porque tú eres... mi Padre.

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“Auméntanos la fe” Los apóstoles dijeron al Señor: - Auméntanos la fe. Y el Señor dijo: - Si tuviérais fe, aunque sólo fuera como un grano de mostaza, diríais a esta morera: ‘Arráncate y trasplántate al mar’, y os obedecería. (Lc 17,5-6) Señor, auméntanos la fe. Ayúdanos a creer. Tú que sales a nuestro encuentro en las personas y acontecimientos ayúdanos a reconocerte, sufriendo cada día, en los pobres, los necesitados, los excluidos; ayúdanos a descubrirte, sirviendo con alegría, en los que son solidarios y acogedores; haznos experimentar tu presencia cuando nos reunimos en tu nombre

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De las creencias a la experiencia de la fe I De las cartas pastorales sobre la fe • Experiencia en medio del mundo • ¿Dónde encontrar a Dios? . Atención a lo interior . En la fuente de la vida . En la experiencia del vivir diario . Experiencias de especial “densidad” . La experiencia del amor . El amor al que sufre necesidad • Actitudes para buscar a Dios II A la escucha de la Palabra • “Ver a Dios de espaldas” • El no está lejos de ninguno de nosotros III Testimonios • De “Las confesiones” de San Agustín • Creer me hace bien • ¡Dios! presiento que me vas a comprender • Dios estará siempre a tu lado • ¿Por qué te quedas cruzado de brazos? IV Para reflexionar y dialogar V Oración

I. De las cartas pastorales sobre la fe • Experiencia en medio del mundo (Vivir la experiencia de la fe, cap. IV) La experiencia cristiana no requiere una incomunicación con el mundo sino, en una medida u otra, una relación con él. No es necesario ni saludable ni posible retirarse del todo del mundo. Las realidades que en él encontramos (la naturaleza, las relaciones humanas, la ciencia, los gestos de amor, la familia, la concreta comunidad de fe, la búsqueda de la justicia) son el lugar en el que transparece, siempre a media luz, la Presencia de Dios. Son «sacramentos» que revelan, sin desvelarlo, que Dios vive entre nosotros. Evocan su presencia, provocan a nuestra fe para que los descubramos como tales, nos convocan a este 90


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saludable descubrimiento. El drama de muchos increyentes y creyentes consiste en que estos signos se les han vuelto opacos por las condiciones culturales de nuestro tiempo y por las reticencias de nuestro propio corazón, que se alimentan mutuamente. Convertir este círculo vicioso en círculo virtuoso, creando, siquiera a niveles modestos, una «complicidad» entre condiciones exteriores favorables y actitudes interiores abiertas es crear un clima propicio para que salte la chispa de la experiencia cristiana.

• ¿Dónde encontrar a Dios? (Al servicio de una fe más viva, nn. 68-72) Ésta es la pregunta de no pocos. En realidad hay muchos caminos para abrirse a Dios. Tantos como personas. Cada vida puede ser un camino hacia ese Dios amigo que está en el fondo de todo ser humano. · Atención a lo interior Para encontrarse con Dios es necesario descender al fondo de uno mismo y saber exponerse al misterio que se encierra dentro de nosotros. Quien no encuentra a Dios en su interior, no lo encontrará en lugar alguno. Si, por el contrario, percibe ahí su presencia, lo podrá presentir en medio de la vida. Lo primero es encontrarnos con nosotros mismos. Quien no se encuentra consigo mismo y con su propio misterio difícilmente se encontrará con Dios. Este encuentro con uno mismo sólo es posible cuando la persona se atreve a poner en orden su confusión interior, haciéndose las preguntas fundamentales de todo ser humano: ¿Qué busco yo en la vida?, ¿por qué me afano?, ¿qué me espera?, ¿dónde pongo yo mi felicidad última? · En la fuente de la vida 68. A Dios hay que buscarlo siempre en la fuente de la vida. Cuando el ser humano trabaja y lucha, cuando ama, goza o sufre, cuando vive y cuando muere, no lo hace solo, sino acompañado y sostenido por la presencia de Dios. El Espíritu de Dios está ahí, siempre como dador de vida. Lo importante es estar atentos a todo lo que es origen, crecimiento y despliegue de vida más humana y liberada. Dios está ahí: en ese deseo de vivir de forma más honesta y generosa; en el esfuerzo por una convivencia más justa y pacífica; en la comunicación más respetuosa y cercana a los demás; en la búsqueda de mayor transparencia interior; en la defensa firme de la dignidad de toda persona humana; en la capacidad de dar y recibir, de amar y ser amado; en el acercamiento servicial y solidario al necesitado que sufre; en la capacidad de renovarse y vivir con esperanza a pesar del desgaste, el pecado y las contradicciones de la vida. · En la experiencia del vivir diario 69. No hace falta añorar experiencias extraordinarias. Con ojos limpios y sencillos, a Dios se le puede intuir en experiencias normales de la vida cotidiana: en nuestras tristezas inex91


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plicables, en el deseo insaciable de felicidad, en nuestro amor frágil e inconstante, en las añoranzas y anhelos, en las preguntas más hondas, en el mal sabor del pecado oculto, en nuestras decisiones más responsables, en la búsqueda sincera. Hemos de recuperar aquella verdad del viejo catecismo: Dios está en todas partes. Está, sin duda, en las mil experiencias positivas de la vida: en el hijo que nace, en la fiesta compartida, en el trabajo bien hecho, en el acercamiento íntimo de la pareja, en el paseo que relaja, en el encuentro amistoso que renueva, en el disfrute de la música. ¿Por qué no elevar el corazón a Dios y dar gracias? Pero está también en las experiencias más dolorosas y duras. A veces podemos captar su cercanía en nuestra propia soledad. En el fondo, todos estamos solos ante la existencia. Esa soledad última sólo puede ser visitada por Dios, el Amigo fiel que acompaña siempre. ¿Por qué no abrirnos a él? Otras veces podemos encontrar a Dios en nuestra mediocridad. Van pasando los años, y siempre la misma pobreza. Cambian las cosas pero nosotros no cambiamos. Y llega el desgaste, el envejecimiento interior y el cansancio. Siempre esa dificultad para creer y esa resistencia a amar. Siempre el mismo pecado. Dios está también ahí. Su presencia es respeto, amor y comprensión. ¿Por qué no invocarle? Podemos también intuirlo a través de nuestras dudas y confusión. Cuando todo parece tambalearse y no acertamos ya a creer en nada ni en nadie, queda Dios. Cuando parece que no hay salida y todo es inútil, Dios está ahí. No pienses si eres creyente o no. Dios entiende, ama y lo conduce todo hacia el bien. ¿Por qué no confiar en él? Paradójicamente también en el sufrimiento puede el corazón humano orientarse hacia Dios. El mal físico o moral nos desgarra. No hemos nacido para sufrir. La muerte de un ser querido, el anuncio de una enfermedad incurable, la frustración de un amor, el fracaso de una empresa importante... son acontecimientos que pueden despertar la desesperación, pero son también experiencias que nos ponen en contacto con nuestra caducidad en toda su desnudez y nos invitan a una respuesta más radical. También entre lágrimas se puede escuchar la presencia de Dios: "No temas. Yo estoy contigo. Soy tu Dios y tu Salvador. Eres precioso a mis ojos, y yo te amo" (Is 43). ¿Por qué no quejarnos ante él? ¿por qué no buscar su salvación? · Experiencias de especial "densidad" 70. Dentro del vivir diario, pueden darse momentos en los que la invitación a advertir la presencia de Dios puede ser más perceptible. La vida misma, vivida con suficiente hondura, ofrece experiencias que, por su densidad, nos pueden remitir más allá de nosotros mismos. Algo de esto puede suceder cuando, en medio de trabajos y penas, perseveramos en una vida digna desde una fuerza cuyo origen no acertamos a abarcar; cuando hemos perdona92


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do sin que ese perdón callado haya sido valorado por nadie; cuando nos hemos sacrificado por alguien sin que nuestro gesto haya merecido reconocimiento alguno, e, incluso, sin sentir satisfacción interior; cuando nos hemos arriesgado en una decisión noble siguiendo exclusivamente la voz de la conciencia, sin poder dar más explicaciones a nadie; cuando hemos hecho algo por "puro amor" aunque nuestro gesto pudiera parecer absurdo o ingenuo; cuando sufrimos el mal sin desesperar, apoyados en "algo" que se nos escapa; cuando oramos en medio de las tinieblas y "sabemos" que estamos siendo escuchados aunque no podemos mostrar ninguna prueba que lo verifique. · La experiencia del amor 71. No hemos de olvidar que Dios es Amor. Por ello, el amor o la amistad verdadera pueden ser la mejor experiencia para vislumbrar a Dios. Creados a imagen de ese Dios Amor, la experiencia amorosa puede ser punto de partida, siempre imperfecto pero auténtico, para elevar el corazón hacia el verdadero Dios. En la medida en que dos seres se aman sinceramente, purificando su amor de egoísmos y posesividad, podrán captar en su intercambio amoroso, de forma tenue pero real, el amor mismo de Dios. Si ahondan en su experiencia, tal vez perciban que en su amor hay "algo más" que lo que ellos se pueden comunicar; tal vez intuyan que es el Amor la fuente oculta y misteriosa de la que provenimos y a la que estamos llamados. En el fondo de toda ternura compartida, en todo encuentro amistoso, en la solidaridad generosa, en el deseo último enraizado en la sexualidad humana, en el amor de los esposos, en el afecto entre padres e hijos, en la entraña de todo amor, ¿no está vibrando, de algún modo, el amor creador de Dios? Así dice san Juan: "A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos mutuamente, Dios está con nosotros y su amor está realizado entre nosotros; y esta prueba tenemos de que estamos con él y él con nosotros, que nos ha hecho participar de su Espíritu" (1 Jn 4,12-13). · El amor al que sufre necesidad 72. Pero Dios no es amor de cualquier manera. Es amor gratuito. Por eso, el mejor camino para acercarnos a él es abrirnos gratuitamente a la necesidad del hermano. Sería una equivocación quedarnos sólo en el amor que busca ser correspondido. Es necesario aprender a amar buscando desinteresadamente el bien del otro, trabajando por un mundo más justo y solidario, sirviendo al necesitado. Podemos decir que el lugar privilegiado para encontrar a Dios es el pobre, el necesitado, el que ha sido excluido del amor interesado de todos. Este amor real y gratuito al prójimo que no nos puede corresponder se convierte en el criterio decisivo y purificador de todo otro camino o experiencia. A Dios lo hemos de buscar no donde nosotros quisiéramos, sino donde mejor puede ser encontrado. Queremos recordaros la conocida parábola de Jesús sobre el juicio final. Según el relato, son declarados benditos del Padre los que han hecho el bien a los necesitados: hambrien93


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tos, extranjeros, desnudos, encarcelados, enfermos; no han actuado así por razones religiosas, sino por compasión y amor al que ven sufrir. Los otros son declarados malditos no por su incredulidad o falta de religión, sino por su falta de corazón ante el sufrimiento ajeno (Mt 25,31-46). Dios, amor gratuito, encarnado en Jesús, está, precisamente por ello, identificado con el pobre. Lo que se hace a uno de esos pequeños, se le hace a él. Por eso, lo que conduce hacia Dios es el amor al que sufre. Nunca la religión podrá suplir la falta de este amor. En estos momentos en que no pocos viven una fe vacilante y sin caminos claros hacia Dios, debemos recordar este mensaje esencial de Jesús: hay un camino que siempre conduce a él: el amor al necesitado. Éste es el camino universal, accesible a todos. Por él peregrinamos hacia el Dios verdadero creyentes y no creyentes.

• Actitudes para buscar a Dios (Creer hoy en el Dios de Jesucristo, nn. 67-75) Vivir "desde dentro" no significa vivir replegado sobre uno mismo y cerrado a la vida, sino hallar el "espacio" donde la persona puede encontrarse con Dios y desde donde puede comenzar a vivir su existencia entera con un sentido, una fundamentación y un horizonte último. Para ello es necesario aprender a detenerse, hacer silencio y crear ese clima de recogimiento personal indispensable para reconstruir nuestro interior. 67. Para recibir las señales que nos hablan de Dios es preciso tener el corazón despierto. Una doble actitud nos parece básica para ello: entrar en sí mismo y salir de sí mismo. Entrar en sí mismo significa pararse y hacer silencio en nuestra vida. Esta vida nuestra cada vez más agitada y dispersa, nos impide escuchar nuestros interrogantes más profundos y nuestras aspiraciones más nobles. En medio del ruido, la agitación y el aturdimiento es difícil escuchar a Dios. El silencio interior puede ser para muchos el inicio de una actitud nueva ante el misterio de Dios. 68. Entrar en sí mismo significa, profundizar. Necesitamos ahondar más en nosotros mismos, descender al centro de nuestro ser. Alguna vez hemos de preguntarnos para qué vivimos, qué buscamos, qué esperamos, dejando para más tarde esas otras preguntas: cuánto ganaremos, cómo disfrutaremos, qué utilidad obtendremos. «No lo olvides: Dios llena los corazones, no los bolsillos» (San Agustín). 69. Cuando entramos en nosotros mismos es más difícil sustraemos a la luz de la verdad, aflora la sinceridad. En la búsqueda de Dios, la honestidad es algo decisivo. Sólo quien ama la verdad sin eludirla y la acepta lealmente en su vida puede encontrarse con el Dios verdadero. Dios está presente en todo movimiento sincero del corazón humano. «Puedes mentir a Dios, pero no puedes engañarle. Por tanto, cuando tratas de mentirle, te engañas a ti mismo» (San Agustín). 70. Cuando entramos en nosotros mismos, aceptamos con menos dolor la verdad de nuestra vida: aflora la humildad. Confesar nuestro cansancio, nuestra dejadez, nuestra cobardía 94


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y nuestro pecado. Experimentar nuestros límites y aceptarnos modestamente en nuestra fragilidad es ya, de alguna manera, reconocer «lo infinito que vive en nosotros pero que no somos nosotros» (L. Boros). 71. En definitiva, lo importante es «estar abierto», ponerse al alcance de Dios, desear su presencia, romper todas las barreras, acoger su visita. «Vivir cerca o lejos de Dios no es una cuestión de espacio sino de afecto. ¿Amas a Dios? Estás cerca de Él. ¿Le has olvidado? Estás lejos de Él» (San Agustín). 72. Pero entrar en sí mismo no ha de significar nunca encerrarnos egoístamente en nosotros mismos, haciendo de nuestro propio «yo» el centro de nuestra vida. Para buscar a Dios, hemos de aprender a «salir de nosotros». 73. Salimos de nosotros mismos, cuando amamos de verdad, con fidelidad y ternura. Amar nos emparenta con Aquél que es amor. Cuando vivimos y experimentamos el amor, la solidaridad o la amistad captamos con más claridad lo definitivo, la felicidad a la que estamos llamados. «A Dios nadie le ha visto nunca, pero si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros» (1 Jn 4,12). 74. Salimos de nosotros mismos, cuando pasamos de la servidumbre del propio yo al servicio de los demás. La bondad activa y el servicio liberador nos ayudan a entender la vida de otra manera y nos preparan para acoger al Dios del amor gratuito. La actitud de servicio generoso nos puede liberar del endurecimiento interior, de la apatía, del agarrotamiento de los sentimientos y disponernos más fácilmente a acoger al Padre de todos los hombres. 75. Salimos de nosotros mismos, cuando el amor se traduce en proximidad, solidaridad y compromiso por los pobres. Ellos son el lugar privilegiado para encontrar a Dios, pues en ellos se hace presente el Dios crucificado. Compartir su dolor, solidarizarnos con sus problemas, trabajar por su liberación es acercarnos al verdadero Dios con menos ambigüedad e impurezas que las que se encierran en otras búsquedas nuestras más interesadas.

II. A la escucha de la Palabra “Ver a Dios de espaldas” Moisés dijo: “Concédeme ver tu gloria”. Él (Yahwé) dijo: “Yo haré pasar delante de ti toda mi grandeza... Pero mi rostro no puedes verlo. Nadie puede verlo y quedar con vida”. Y añadió: “Aquí hay un lugar junto a mí; ponte sobre la roca. Cuando esté mi gloria al pasar, te meteré en la hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Luego retiraré mi mano y me verás de espaldas, mas mi rostro no puede verse”. (Exodo 33,18-23)

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El no está lejos de ninguno de nosotros Pablo, de pié, en medio del Areópago dijo: “Atenienses, he observado que sois extremadamente religiosos. En efecto, al recorrer vuestra ciudad y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado un altar en el que está escrito ‘Al dios desconocido’. Pues bien, eso que veneráis sin conocerlo es lo que yo os anuncio. Él Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, y que es el Señor de cielo y tierra. Ël ha hecho las cosas de modo que los hombres lo busquen y, al menos a tientas, lo encuentren. Él no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos”. (Hechos 17,22-24.27-2). “Oh Dios, tú eres mi Dios, desde el alba te deseo; estoy sediento de ti, por ti desfallezco, como tierra reseca, agostada, sin agua”. (Sal 63,2)

¿Dónde está Dios? “Quien diga que Dios ha muerto que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto. Ya no es su sitio el desierto ni en la montaña se esconde; decid – si preguntan dónde – que Dios está – sin mortaja – en donde un hombre trabaja y un corazón le responde”. (Himno para Sexta)

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III. Testimonios • De “Las confesiones” de San Agustín. “El hombre, Señor, busca alabarte. Tú mismo le mueves a ello, porque nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. ¡Cómo ardía yo en mi juventud, en deseos de remontar el vuelo de las cosas terrenas hacia Ti, sin que supiera yo entonces que Tú actuabas en mí! Buscaba el camino y no lo encontraba. Hasta que penetré en mi interior Y, al entrar, vi, con los ojos del alma, Una luz extraordinaria. Tú estabas dentro de mí y yo te buscaba fuera”.

• Creer me hace bien (Véase el testimonio de R. Balenciaga, en las pp. 63-64)

Cada uno de nosotros puede conocer directamente algún otro testimonio de experiencia de Dios en la vida cotidiana. Los siguientes testimonios se refieren a la experiencia de Dios en “situaciones de especial densidad”.

• ¡Dios! presiento que me vas a comprender... Michael era un modesto soldado que murió en 1942 en las operaciones de guerra tras el desembarco en Africa del Norte. En uno de sus bolsillos se encontró esta carta. “!Escucha, mi Dios¡ Jamás te he hablado; pero ahora deseo preguntarte: ¿Cómo estás? ¿Cómo te encuentras? ¡Escucha, mi Dios¡ Me han dicho que Tú no existías y yo como un tonto me lo he creído. Anoche, cuando estaba metido en el hoyo de un cañón, vi tu cielo. ¡Quien iba a creerse que para verte bastaría con tenderse uno de espaldas! De repente me di cuenta que me habían dicho una mentira.. 97


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No sé si aún, Dios, querrás estrecharme la mano. Sin embargo, presiento que me vas a comprender... Es curioso que haya sido necesario venir a un infierno como éste, para tener la suerte de encontrarte. Pues bien... ya te lo he dicho todo, aunque la ofensiva nos espera muy pronto. ¡Dios mío! Desde que descubrí que tu estabas cerca no tengo miedo. ¡Ya tocan¡ Dios, debo irme, va a ser un combate horrible. Yo quiero que sepas que te amo terriblemente. Esta noche, quien sabe... tal vez llame a tu puerta... Comprendo que no he sido amigo tuyo, pero... yo me pregunto: ¿me esperas si llego hasta ti?. ¡Como... mira! Estoy llorando... ¡Qué tarde te descubrí¡ ¡Cuanto lo siento! ¡Perdóname! Debo marcharme... ¡Buena suerte, Dios! Es curioso: desde que te he encontrado ya no tengo miedo a morir. ¡Qué raro...! Bueno, Dios, ¡hasta la vista!”.

• “Dios estará siempre a tu lado” Después de un día particularmente fatigoso, me fui a acostar muy tarde. Mi mujer ya se había dormido y yo empezaba a hacerlo, cuando sonó el teléfono. Una voz irritada dijo: “Escucha negro, hemos tomado medidas con tra ti. Antes de la semana próxima maldecirás el día de tu llegada a Montgomery”. Colgué, pero ya no pude dormir. Parecía como si todos los temores me hubiesen caído encima a la vez. Había alcanzado el punto de saturación. Salté de la cama y empecé a ir y venir por la habitación. Finalmente entré en la cocina para calentar un poco de café. Ya estaba dispuesto a abandonarlo todo. Intenté pensar en la forma de esfumarme de todo aquel tinglado sin parecer un cobarde. En este estado de batimiento, cuando mi valor ya casi había muerto, determiné presentar mi problema a Dios. Con la cabeza entre las manos, me incliné sobre la mesa de la cocina rezando en voz alta. Las palabras que dije aquella noche están aún vivas en mi memoria: “Estoy aquí tomando partido por lo que creo es de justicia. Pero ahora tengo miedo. La gente me elige para que los guíe, y si me presento delante de ellos falto de fuerzas y de valor, también ellos se hundirán. Estoy en el límite de mis fuerzas. No me queda nada. He llegado a un punto en que ya me es totalmente imposible enfrentarme yo solo a todo”. En aquel instante experimenté la presencia de Dios como jamás la había experimentado hasta entonces. Parecía como si pudiese sentir la seguridad tranquilizadora de una voz interior que decía: “Toma partido a favor de la justicia, pronúnciate por la verdad. Dios estará siempre a tu lado”. Casi al mismo tiempo sentí que mis temores desaparecían. Desapareció mi incertidumbre. La situación seguía siendo la misma, pero Dios me había dado la tranquilidad interior. Tres noches más tarde pusieron una bomba en casa. Por extraño que parezca, acogí con tranquilidad el aviso de los hombres. Mi experiencia de Dios me había dado nuevo vigor y nuevo empuje. Ahora sabía que Dios nos puede dar los recursos interiores necesarios para enfrentarnos con las tempestades y los problemas de la vida. 98

(Martin Luther King)


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• ¿Por qué retiras tu mano poderosa y te quedas cruzado de brazos? (Sal 74,11) Hay momentos en la vida en los que uno piensa, como se suele decir, que “Dios nos ha dejado de su mano”. Eso me ocurrió cuando se murió mi mujer, después de una enfermedad rápida. Me quedé solo y con dos hijos pequeños. Después del primer aturdimiento, cuando pasaron esos días en los que uno todavía no se da cuenta de la situación, aunque la familia y los amigos nos rodearon con su afecto, empecé a pensar en lo que mi mujer me había dicho al saber que no tenía remedio. Ella siempre había tenido una fe grande en el Señor, mucho mayor que la mía. Tampoco ella comprendía lo que Dios nos pedía entonces, pero me dijo que tuviese confianza en Él, que me pusiese en sus manos junto con nuestros hijos. Lloramos juntos los dos pero también recordamos lo que Jesús dijo muchas veces a los suyos: “No tengáis miedo”. A las dos semanas de morir mi mujer, recibí carta del cura amigo que nos casó. Me ayudaron mucho su recuerdo y sus palabras. Me mandaba también una estampa preciosa: una mano medio abierta y con un pollito vivo en su hueco. Detrás escribió este texto del evangelio de Lucas que hoy me sé de memoria: “No andéis preocupados por vuestra vida pensando qué vais a comer para poder vivir, ni con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo. Porque la vida es más importante que el alimento y el cuerpo que el vestido... Así que vosotros no estéis ansiosos. Por todo eso se afana la gente del mundo, pero vuestro Padre ya sabe lo que necesitáis. Buscad más bien su reino, y el os dará lo demás. No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha querido daros el reino” (Lc 12, 22 ss.) (Alberto E.)

Para reflexionar y dialogar 1. La expresión “Ver a Dios de espaldas” hace referencia a que en muchas ocasiones no percibimos su presencia en nuestra vida presente con tanta claridad como reconocemos su cercanía junto a nosotros en algunos momentos del pasado. Mirando hacia atrás ¿en qué hechos o situaciones de tu vida percibes que Dios ha estado especialmente cerca de ti, presente en tu vida, aunque en aquel mismo momento no fueras consciente de ello? 2. ¿En qué experiencia de la vida cotidiana descubres con mayor transparencia la presencia cercana de Dios? ¿en qué circunstancias se te hace especialmente difícil reconocerlo?

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V. Oración “La mirada de Dios no es como la mirada del hombre” (I Sam 16, 7) Señor, danos tu luz para ayudarnos a ver todo como tú lo ves. • Que nuestros ojos sean capaces de contemplar las maravillas del mundo descubriendo en ellas la belleza original que tú les diste. • Que nuestro espíritu este abierto para reconocer la presencia de tú Espíritu en los signos de los tiempos. • Que nuestro entendimiento esté dispuesto a descubrir la parte de verdad que se manifiesta en las distintas formas de pensar. • Que nuestra voluntad esté orientada a buscar el bien común que nos integra en la armonía de la unidad desde el pluralismo. • Que nuestra esperanza esté cimentada en la seguridad de que tu amor ha dispuesto lo mejor para nosotros en tus planes y proyectos.

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De conocer “de oídas” al encuentro personal I De las Cartas pastorales sobre la fe • Jesucristo Camino que lleva al Padre • El verdadero rostro de Dios • Experiencia en el Espíritu • Un corazón nuevo para un hombre nuevo II A la escucha de la Palabra • El que me ve a mí, ve al Padre • Yo busco tu rostro, Señor • En el camino de Emaús III Para reflexionar y dialogar IV Oración

I. De las Cartas pastorales sobre la fe • Jesucristo, camino que lleva al Padre (Al servicio de una fe más viva, nn. 53-55) Para los cristianos, el camino decisivo que lleva a Dios es Jesucristo. En él se nos revela ese Dios presentido en la conciencia del ser humano. Estamos convencidos de que para muchos que viven hoy su fe de forma débil y vacilante, o han abandonado la práctica religiosa, conocer mejor a Jesús, escuchar sin prejuicios su mensaje, dejarse ganar por su espíritu, sintonizar con su estilo de vida, puede ser el camino más seguro para encontrarse con Dios. "Nadie se acerca al Padre, sino por Él" (Jn 14,6). 53. En Jesucristo encontramos ante todo un acontecimiento capaz de interpelar de raíz nuestra existencia: el Hijo amado de Dios compartiendo nuestra condición humana hasta la muerte. "En esto se ha manifestado el amor que Dios nos tiene: en que Dios ha enviado al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1 Jn 4,9). Por eso, en Jesucristo encontramos nosotros el camino para acercarnos al Misterio de Dios. "A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo único que está en el seno del Padre, él lo ha contado" (Jn 1,18). La persona de Jesús, sus gestos, su actuación, su mensaje, su vivir, su morir y resucitar, nos sitúan ante la presencia misteriosa del Dios vivo, encarnado y manifestado en él. "Quien ve a Jesús ve al Padre" (Jn 14,9). Jesús nos enseña cómo se puede vivir en toda su hondura esta existencia frágil y caduca desde Dios y para Dios, como hijos de un Padre que sólo busca nuestra dicha y nuestra sal101


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vación. En él se nos ofrece la verdad de Dios, se nos comunica su vida y se nos revela el camino que lleva hasta él. Para acoger plenamente a Dios es necesario seguir a Jesús, vivir su experiencia, practicar su vida, dejarnos animar por su Espíritu. Sólo quien vive como Jesús acoge al Dios de la vida. Sólo quien ama como él, se abre al Dios del amor. Sólo quien vive la fraternidad y se acerca a los abandonados, obedece al "Padre de los pobres". Cuando se pierden otros puntos de referencia, puede ser decisivo no perder contacto con él. "Dichoso el que no se sienta defraudado por él" (Mt 11,6).

• El rostro verdadero de Dios 54. La imagen de Dios llega hasta cada uno de nosotros configurada por una determinada tradición, educación y ambiente religioso, a veces con destellos luminosos, otras con ambigüedades peligrosas. ¿Cómo liberar esa imagen de Dios de falsas adherencias? ¿Cómo dar un contenido más verdadero a ese nombre de "Dios" que hemos escuchado desde niños? ¿Cómo llenarlo de vida, cuando lo hemos vaciado con nuestra fe superficial y nuestra mediocridad? Lo primero es dejarle a Dios ser Dios. No empequeñecerlo con nuestras ideas y cálculos. Dejar que sea más grande y más humano que lo más grande y humano que hay en nosotros. No representárnoslo a partir de nuestra mediocridad y resentimientos. Buscar su verdadero rostro siguiendo a Jesús. Muchos hombres y mujeres, cuya visión religiosa está impregnada de sospecha y desconfianza y para quienes Dios es un ser amenazador y oscuro, y la religión un mundo complicado y triste, descubrirían en Jesucristo y en su Evangelio la Buena Noticia de un Dios Padre, Amigo y Salvador del hombre. Creer hoy en el Dios de Jesucristo es confiar en: un Dios que sólo busca la salvación del ser humano; un Dios amigo de la vida; cercano a las necesidades más hondas del hombre; respetuoso de la libertad humana; un Dios Padre de todos los hombres y de todos los pueblos; un Dios de los pobres y abandonados; un Dios que quiere introducir en la historia su reinado de justicia, fraternidad y paz; un Dios crucificado por nuestra salvación; un Dios resucitador; un Dios misterio insondable de amor trinitario, en quien podemos poner nuestra última esperanza. 55. Jesucristo es una llamada a la conversión. Todo su mensaje puede resumirse en estas palabras: "El tiempo se ha cumplido. El Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed la Buena Noticia" (Mc 1,15). Algo nuevo se ha puesto en marcha. Dios está cerca. Su reinado de justicia, de libertad, de amor y fraternidad comienza a abrirse camino entre los hombres. Lo que se nos pide es creer esta Buena Noticia. Reaccionar. Acoger a Dios. Creer desde el fondo de nuestro ser que todos somos hijos de un Padre y que nuestra felicidad y último destino es vivir como hermanos.

• Experiencia en el Espíritu (Vivir la experiencia de la fe, cap. III) La fe de la primera generación cristiana y la nuestra es fruto del mismo Espíritu Santo. La experiencia cristiana que vivifica esta fe proviene igualmente de Él. 102


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En efecto, es Él quien actualiza a Jesucristo entre nosotros. «Sin el Espíritu Santo, Cristo pertenece al pasado; el Evangelio es letra muerta; la Iglesia, mera organización; la misión, simple propaganda; el culto, una evocación mágica; la moral, una disciplina de esclavos» (Hazim). Los gestos y palabras de Jesús permanecen vivos en la historia por la acción de su Espíritu. Él hace que Cristo, que se ha ido, venga ahora y siempre de un modo nuevo (cfr. Dei Verbum, n. 8). El Espíritu Santo hace que interioricemos la persona y el mensaje de Jesús. Él, que es «el Dios interior» nos capacita para que la revelación cristiana resuene dentro de nosotros y así nos apropiemos subjetivamente de sus riquezas. El nos comunica la familiaridad con Dios y la sintonía vital con los valores del Reino. Hace que Dios sea realmente Dios para nosotros. Nos infunde la conciencia de ser hijos de Dios. «Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama “Abba”, es decir Padre» (Ga 4, 6-7). Nos hace gustar y sentir la nobleza de nuestra vocación. En la Trinidad el Padre refleja especialmente la trascendencia de Dios. El Hijo encarna su inserción en la historia. El Espíritu, su condición de ser interior a nosotros y al mundo. Si Dios fuera sólo trascendente resultaría lejano. Si sólo estuviera históricamente presente sería un modelo admirable y querido, pero no nos movería desde dentro a seguirlo. Porque Dios nos es también interior por su Espíritu, nos comunica una «nueva espontaneidad» para entregarnos al Padre, seguir al Hijo, servir a los hermanos, cuidar del mundo. El Espíritu Santo hace espontánea y connatural nuestra vida cristiana. «El poder salvador del Espíritu consiste en aclimatar a Dios en el espíritu humano y en divinizar a este mediante la inmanencia divina» (A. Vergote). Los cristianos hemos recibido del Señor resucitado un Espíritu personal y divino que constituye en nosotros sedimento activo y cantera inagotable de experiencia cristiana. Reclama de nosotros atención cuidadosa a sus inspiraciones, limpieza de corazón para registrarlas y generosidad para secundarlas.

• Un corazón nuevo para un hombre nuevo (Vivir la experiencia de la fe, cap. II) Desde el centro de la persona en la que Dios habita, esta «marea divina» va alcanzando todas sus dimensiones, todos sus dinamismos. Nacen en él otros criterios, otros proyectos, otra sensibilidad. Surge un hombre nuevo (cfr. Ef 4, 21-24). Cinco profundas actitudes anímicas caracterizan al hombre y a la mujer nuevos a los que Dios se ha manifestado. 1. Una comprensión más viva del mensaje cristiano Cuando nuestra fe es agraciada con una profunda experiencia los misterios cristianos «se ponen a hablar», el Espíritu Santo se nos muestra como el Guía excepcional y único que nos inicia vitalmente en los misterios de nuestra fe. El mensaje cristiano que en tantos aspectos aparece seco e incluso extraño a veces a la mirada del mismo creyente, se aclimata, se arraiga en nuestro interior como algo familiar y connatural, sin perder nunca su carácter paradójico e interpelador. 103


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2. Confianza absoluta Desinstalados del lugar central que se habían asignado espontáneamente a sí mismos, el hombre y la mujer visitados por Dios, vencida su nativa resistencia a «expropiarse», entregan de pies y manos su persona, su pasado, su presente, su futuro a Aquel que se les ha revelado como su única y suprema realización, es decir, como su única salvación. 3. Fidelidad connatural A la manera de Jesús cuyo alimento consistió en cumplir la voluntad de su Padre (cfr. Jn 4, 34) el creyente que ha llegado a hacer de su fe una sólida experiencia encuentra (por supuesto no sin resistencias ni vacilaciones ni debilidades) en la realización del proyecto de Dios sobre su vida el verdadero alimento: lo que motiva su actividad y lo que le sostiene en su ejercicio. 4. Amor La revelación del Dios de Jesús que el Espíritu actualiza en el creyente se condensa en la expresión de San Juan: «Dios es Amor». La experiencia de sabernos amados por él origina en nosotros la experiencia de nuestro amor a él. «Nosotros amamos porque Él nos amó primero» (1 Jn 4, 19). 5. Alegría El encuentro con Dios es para el hombre fuente de inmensa, inefable alegría. Ésta nace en el ser humano cuando están respondidas sus aspiraciones más profundas. Un corazón hecho para Dios descansa en Él como en su Hogar, porque Dios es infinito y el hombre es ansia de infinito.

II. A la escucha de la Palabra El que me ve a mí, ve al Padre (Jn 14, 7-11) Dijo Jesús a su discípulos: - Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis, pues ya lo habéis visto. Entonces Felipe le dijo: - Señor, muéstranos al Padre; eso nos basta. Jesús le contestó: - Llevo tantos años con vosotros, ¿y aún no me conoces, Felipe? El que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que yo os muestre al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que os digo no son palabras mías. Es el Padre, que vive en mí, quien está realizando su obra. Debéis crerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; si no creéis en mis palabras, creed al menos en las obras que hago.

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IV. Pasos hacia una fe más personalizada Materiales para la reflexión y el diálogo

Yo busco tu rostro, Señor. “Me dice el corazón: Busca su rostro. Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco; no me ocultes tu rostro, no me rechaces; tú eres mi auxilio, no me desampares, no me abandones, ¡oh Dios, salvador mío!”. (Salmo 27, 8-9)

En el camino de Emaús (Lucas 24, 13-35) “Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que está a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de todos estos sucesos. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos estaban ofuscados y no fueron capaces de reconocerlo. El les dijo: - ¿Qué conversación traéis por el camino? Ellos se detuvieron asombrados y el que se llamaba Cleofás le respondió: - ¿Eres tú el único que no sabes lo que ha pasado en Jerusalén estos dias? El les preguntó: - ¿Qué ha pasado? Ellos le contaron: - Lo de Jesús el Nazareno, que fue un hombre poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. ¿No sabes que las autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron? Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel. Y, sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto… Es verdad que algunas de nuestras mujeres nos sobresaltaron, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hasta decían que se les habían aparecido unos ángeles que les decían que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo hallaron todo como decían las mujeres, pero a él no le vieron. Entonces, Jesús les dijo: - ¡Qué torpes sois para comprender y qué cerrados estáis para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su gloria?. Y les explicó lo que decían de él las escrituras. Al llegar a la aldea a donde iban Jesús hizo ademán de seguir su camino. Pero ellos le insistieron para que se quedase diciéndole que era tarde y ya estaba anocheciendo. Cuando estaba sentado con ellos a la mesa, Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dió. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. Y se decían uno a otro: - ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras? En aquel mismo instante salieron de camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once y a todos los demás discípulos que decían: - ¡Es verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!. Y ellos contaron lo que les había sucedido por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”.

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III. Para reflexionar y dialogar 1. No pretendas definir a Dios, pero intenta describirlo: ¿cómo es Dios? ¿qué conoces personalmente de Él? 2. Los discípulos de Emaús caminaron con Jesús sin reconocerlo, pero al escuchar sus palabras ardía su corazón y descubrieron su presencia “al partir el pan”. ¿Qué lugar ocupan en tu vida creyente la Palabra y la Eucaristía?. 3. ¿Qué signos de “un corazón nuevo” están de algún modo presentes en tu vida creyente?

V. Oración Busco, Señor, perderme en tu mirada, y conocerte así, cercano, amigo, todo. Busco saberte. Sin Ti no soy nada. Quiero, Señor, nadar por tu infinito amor, y amarte así, con toda el alma. Y quiero que ese amor desborde siempre. Crecer, quiero, Señor, porque en Ti creo, y seguir tus pisadas, con tu Cuerpo, con hermanos que das a manos llenas. Y festejar, entre el dolor y el gozo, tu paso celebrado, que es encuentro, tu Pascua, manantial que brota dentro. Dame, Señor, la fe, para este empeño.

Cantos • Día y noche • Hemos conocido el amor • Nada te turbe • No adoréis a nadie • Padre, me pongo en tus manos • Siempre confío en mi Dios • Si me falta el amor • Si vienes conmigo • Tú vives siempre junto a nosotros • Vaso nuevo • Ven, Espíritu de Dios, sobre mí 106


V.- Encuentro diocesano de Consejos de Pastoral 31 de mayo de 2003 Seminario de Vitoria

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Tenemos especialmente presentes las propuestas del Plan Diocesano de Evangelización Como impulso del ejercicio de la corresponsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios en la vida comunitaria de nuestra Iglesia diocesana y en su misión evangelizadora al servicio de los hombres y mujeres de nuestra sociedad nos proponemos los siguientes objetivos: I. Favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe, que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora de nuestra vocación cristiana. Sólo unos creyentes maduros en su experiencia de fe y comprometidos con ella, pueden llegar a sumir activamente junto a los demás, su propia y personal responsabilidad en la vida de la comunidad y en su misión evangelizadora. II. Reconocer y potenciar la misión de los laicos en la Iglesia y en la sociedad como elemento fundamental en la evangelización misionera. La misión propia de laicado en la vida de la comunidad cristiana y especialmente en su compromiso en los ambientes sociales de los que participan, es insustituible y necesaria para la evangelización del mundo contemporaneo. III. Impulsar el desarrollo del sentido comunitario en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia diocesana. Comunidad y misión son dos realidades inseparables. En la perspectiva comunitaria de la vida cristiana es donde se descubre la complementariedad de la misión de cada uno de sus miembros y donde se articula el ejercicio de la corresponsabilidad común. IV. Proponer el anuncio del Evangelio de Jesucristo, de modo significativo, a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Anunciar abiertamente a Jesucristo forma parte esencial de la evangelización. Es una tarea común a todos los creyentes mediante el testimonio en el compromiso de vida cristiana y dando oportunamente “razón de su esperanza”. V. Hacer realidad en nuestras comunidades cristianas, por fidelidad al Evangelio, la opción preferencial por los pobres. Por fidelidad al Evangelio la vida cristiana exige en todos los creyentes una opción preferencial por los pobres. Es un servicio evangelizador necesario ante las situaciones de exclusión que genera la sociedad del “bienestar” de la que formamos parte. No podemos delegarlo en otros, todos somos corresponsables de la caridad cristiana.

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VI. Participar activamente en la construcción de la paz, desde las exigencias y motivaciones del Evangelio y en corresponsabilidad con otros grupos sociales. La comunidad cristiana no puede sentirse ajena al esfuerzo social por construir una paz basada en la libertad y la justicia. Nuestra participación activa, junto a otros ciudadanos y grupos, ha de incorporar a este proceso la sal y la luz del Evangelio para alcanzar la meta de una auténtica reconciliación social. Somos corresponsables con toda la sociedad en la tarea de abrir y avanzar por caminos de paz.

Recordamos algunas indicaciones del “Proyecto operativo” • Una vez aprobado el Plan Diocesano de Evangelización las distintas unidades pastorales y comunidades cristianas de la diócesis, lo reciben como una propuesta de referencia para puedan diseñar sus propios proyectos o programas teniendo en cuenta la realidad más inmediata de su entorno humano y su propia situación y posibilidades. • El Plan Diocesano de Evangelización se plantea para un periodo de cinco años, 20022007. En su desarrollo todos los objetivos del Plan pueden impulsarse simultaneamente aunque de modo diverso, según los distintos ámbitos y las diferentes acciones pastorales programadas en cada caso. Cada curso pastoral se destacará especialmente en toda la diócesis uno de los objetivos del Plan, de este modo se concentra la atención de todas las comunidades de la Iglesia diocesana hacia un OBJETIVO determinado y durante ese tiempo se impulsan algunas acciones especialmente significativas en relación con el mismo. Se proyecta destacar, en cada uno de los dos primeros cursos pastorales, los siguientes objetivos del Plan Diocesano de Evangelización: - Curso 2002-2003: Hacia una fe más personalizada y comprometida - Curso 2003-2004: La misión de los laicos. Más adelante, con la participación del Consejo Pastoral diocesano, se señalarán los Objetivos a destacar en los cursos siguientes. Se propone, además, que al Objetivo relativo al trabajo por la Paz se le de un espacio permanente a lo largo de todos los cursos, dedicándole cada año una atención especial durante el tiempo de Adviento. También se propone que la Opción preferencial por los pobres, aunque pueda destacarse singularmente durante un curso, se haga presente de modo transversal en el planteamiento de cada uno de los restantes objetivos del Plan Diocesano de Evangelización. El Consejo Episcopal coordinará el seguimiento del Plan Diocesano de Evangelización con los Secretariados y Delegaciones, así como con los Arciprestes y Consejos pastorales.

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Unas claves de evaluación del Plan Diocesano de Evangelización ¿Cómo evaluar? ¿Qué evaluar? I. En la perspectiva de fondo No se puede perder de vista el eje vertebrador, la meta final, de todo el Plan: LA CORRESPONSABILIDAD EN LA MISIÓN EVANGELIZADORA La cuestión de fondo es verificar si el Plan Diocesano de Evangelización ¿nos ayuda a avanzar en la correspnsabilidad? ¿nos abre e impulsa hacia la misión? porque esas son las coordenadas de referencia para el conjunto de los Objetivos del Plan.

II. En relación con los diversos objetivos Podemos contemplar: • el Objetivo destacado especialmente durante el curso pastoral (durante 20022003: la personalización de la fe) • los objetivos transversales: La construcción de la Paz – La opción preferencial por los pobres. • los demás objetivos del Plan (especialmente los que han sido una opción de la propia comunidad parroquial o del arciprestazgo) Debemos evaluar: • las opciones y acciones programadas por la propia comunidad • la adecuación y aprovechamiento de los servicios diocesanos • el grado de desarrollo del propio objetivo (analizando los indicadores adecuados)

Para evaluar el Objetivo destacado especialmente el curso 2002-2003 Hacia una fe personalizada Favorecer en los creyentes el desarrollo de una experiencia personal de la fe, que nos haga capaces de asumir la responsabilidad evangelizadora de nuestra vocación cristiana. Sólo unos creyentes maduros en su experiencia de fe y comprometidos con ella, pueden llegar a asumir activamente junto a los demás, su propia y personal responsabilidad en la vida de la comunidad y en su misión evangelizadora.

1. Opciones y acciones programadas por nuestra comunidad En relación con este objetivo de personalización de la fe: • ¿Cómo lo hemos asumido e incorporado a los proyectos pastorales de la comunidad? • ¿Qué hemos planteado para sensibilizar a los miembros de nuestra comunidad? • ¿Qué acciones específicas hemos impulsado para el desarrollo de este objetivo? 110


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• ¿Qué grupos de nuestra comunidad han trabajado particularmente este objetivo? • ¿Qué dificultades hemos encontrado en el desarrollo de este objetivo? • ¿Cuáles son los aspectos positivos que en relación con la personalización de la fe podemos destacar en nuestra comunidad? • ¿Qué previsiones tenemos para seguir avanzando el próximo curso en un camino de personalización de la fe?

2. Las acciones del Servicio diocesano para la personalización de la fe Durante el presente curso este Servicio diocesano ha ido ofreciendo a parroquias, consejos, comunidades, asociaciones y movimientos diferentes materiales, convocatorias etc. En todo momento se ha señalado que estos servicios no pretendían suplantar otras iniciativas que pudieran darse en cualquier ámbito. Creemos que el mejor camino de personalización lo vamos haciendo en nuestras comunidades, grupos, cuando tenemos planes de formación bien trabados que nos impulsan constantemente a un compromiso en el mundo concreto donde vivimos. La intención de este Servicio a la hora de hacer sus propuestas ha sido contemplar diferentes tipología de personas: - Aquellas que tienen un “fe más sencilla” - Las que pueden acoger una propuesta más exigente, están en una dinámica grupal o dispuestos a ella, con deseo de profundizar en su vida cristiana, de vivir más entregados. - Aquellas personas que pueden acercarse “ocasionalmente” por nuestras parroquias. - Además, se ha iniciado un “Taller Pastoral de Evangelización Misionera” en conexión con el cuarto objetivo del Plan Diocesano de Evangelización. Este mira a otro tipo de personas, agentes de pastoral misionera y/o cristianos comprometidos en los ambientes. Enumeramos las propuestas que se han ido ofreciendo a lo largo del curso: - Carta Pastoral del Obispo. Hacia una fe más personalizada. - Jornadas Pastorales en el inicio del curso. Publicación de las conferencias de Jesús Sastre. - Apoyo y orientación a los grupos de acercamiento y encuentro personal con Jesús a través del Evangelio de Marcos. - Dos encuentros de Espiritualidad, en Adviento y Cuaresma. - Materiales relacionados con el Objetivo transversal de la paz, en Adviento: Más que palabras. Actitudes, gestos, compromisos, hechos, signos. Entre todos PAZ para todos. 111


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- Siete testimonios de vida de diferentes personas sobre su experiencia de la fe: Creer me hace bien, La presencia de Dios en mi vida, Hacia la experiencia de Dios, Mi testimonio personal, Descubrir a Dios en mi vida, La fe del carbonero, La historia de una llamada. - Guía de lecturas sobre la personalización de la fe. - Taller sobre la Escucha activa en la relación pastoral de ayuda. - Encuentros de iniciación y profundización en la oración. - Ciclo de charlas sobre la fe: Cómo vivir la adhesión a Cristo en la sociedad moderna y Cómo alimentar la fe en la Iglesia de hoy (febrero 2003). - Publicación de dos hojas informativas “Iglesia diocesana de Vitoria” (noviembre 02 y marzo 03) con referencias al desarrollo del Plan de Evangelización. - Inciación del Taller pastoral sobre Evangelización misionera. - Orientaciones para leer el Evangelio de cada día. - Encuentro diocesano de equipos de animación litúrgica sobre “La personalización de la FE en la CELEBRACIÖN LITÜRGICA” , preparado por el Secretariado de Liturgia. - Difusión de la Carta Pastoral de Cuaresma-Pascua de los Obispos. Vivir la experiencia de la fe. - Materiales para la reflexión y diálogo en grupo a partir de las Cartas pastorales sobre la fe: Pasos hacia una fe más personalizada. - Distribución de materiales para un Encuentro de oración: Con Jesús en Betania. Preparado en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. - Folleto de oraciones en colaboración con hermanas contemplativas de nuestra Diócesis. Señor enséñanos a orar. Cuestiones para la evaluación de estos servicios: • ¿Qué acogida han tenido entre nosotros estos servicios? • ¿Cómo los valoramos en su conjunto? (por su variedad, sus distribución en el tiempo, su orientación, sus contenido). • ¿Cuáles han sido de mayor utilidad o interés para nosotros? ¿por qué? • ¿Cuáles no han resultado difíciles o poco adecuados? ¿por qué? • ¿Qué otros servicios diocesanos habríais considerado necesarios en relación con este objetivo? • ¿Qué sugerencias planteas en relación con estos servicios diocesanos para continuar impulsando en adelante este objetivo de personalización de la fe ?

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3. Desarrollo de la “personalización de la fe” Este apartado es esencial en la evaluación. No podemos limitarnos a revisar sólo las acciones y los servicios programados. Es necesario verificar en qué medida hemos avanzado en el proceso de “personalización de la fe” en nuestra vida personal y comunitaria. Para ello proponemos analizar algunos indicadores especialmente significativos en el desarrollo de una experiencia personal de la fe. Algunas de las siguientes cuestiones, convenientemente adaptadas, pueden plantearse para compartirlas, después de una reflexión personal, en el propio Consejo Pastoral o en otros grupos de la comunidad parroquial. • ¿Podemos definir hoy mejor que a principio del curso qué es “personalizar la fe”? ¿qué es “vivir la experiencia de la fe”? • ¿Cómo hemos progresado concretamente en nuestra oración? ¿ y en nuestra escucha y acogida de la Palabra de Dios? • ¿Qué nuevas experiencias hemos vivido en nuestras relaciones cotidianas –familia, trabajo, amigos, parroquia, barrio- animados por la fe? ¿Y en el compromiso de las relaciones socio-políticas? • ¿Qué nuevas exigencias y posibilidades de servicio a los pobres hemos descubierto en nuestra experiencia personal de la fe? ¿en qué respuestas concretas se traducen? • ¿Cuáles son las principales dificultades que encontramos para vivir la experiencia de la fe, para crecer en una fe más personalizada? • ¿Qué te ha ayudado a crecer personalmente en la fe en este último año? • ¿En qué modo y medida compartimos, ponemos en común, nuestras experiencias personales de fe en grupos o espacios comunitarios de la parroquia? • ¿De qué manera se expresa en nuestras celebraciones de la comunidad parroquial la vivencia de una fe más personalizada? • ¿Nos sentimos capaces de narrar con sencillez nuestra experiencia de fe? (¿Podrías narrar tu vivencia de la fe a lo largo de este año?) • ¿Qué necesidades sentimos para continuar creciendo personalmente en nuestra experiencia de fe?

Para evaluar los Objetivos transversales: • La opción por los pobres Puede ser de utilidad el Instrumento de evaluación para las comunidades cristiana en “HACER EFECTIVA EN NUESTRA DIÓCESIS LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES Y MARGINADOS COMO EXIGENCIA DE AUTENTICIDAD EVANGÉLICA” que, elaborado por el Consejo Pastoral Diocesano de Vitoria en 1994, es adaptable para este Objetivo del Plan de Evangelización. 113


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Hacia una fe más personalizada

• La construcción de la Paz 1. ¿Qué opciones y acciones ha programado nuestra comunidad en relación con este objetivo de la Paz? 2. ¿Qué acogida y aplicación ha tenido en nuestra comunidad el servicio distribuido en el adviento: “Más que palabras. Entre todos PAZ para todos”? ¿Qué valoración hacemos del contenido de esos materiales? 3. ¿Qué indicadores concretos del desarrollo, personal y comunitario, de nuestro compromiso en la construcción de la paz, podemos señalar? 4. ¿Qué sugerencias proponemos para el impulso de objetivo de la paz en los próximos años?

Encuentro Diocesano de Consejos Pastorales Crónica El sábado 31 de mayo de 2003 se celebró en el Seminario Diocesano el Encuentro Diocesano de Consejos de Pastoral. La invitación se había cursado a los miembros de los Consejos Pastorales parroquiales o de Arciprestazgo, a los de las Juntas Parroquiales y a los del Consejo Pastoral Diocesano. Tras la oración inicial y las palabras del Sr. Obispo, D. Miguel Asurmendi, el Vicario General de Pastoral, Fernando Gonzalo-Bilbao, y el Vicario Territorial para la Ciudad, Fernando Otaduy, presentaron a los asistentes, a modo de ponencia, Unas claves de evaluación del Plan Diocesano de Evangelización. Tras recordar el eje vertebrador del Plan, la corresponsabilidad, plantearon la cuestión de fondo: verificar si en el desarrollo del Plan avanzamos en la corresponsabilidad. A continuación, aportaron a modo de preguntas unas referencias para verificar si el Objetivo 1º del Plan (La personalización de la fe) se ha acogido e incorporado suficientemente a los proyectos pastorales; si se ha logrado una adecuada sensibilización en las comunidades y grupos, y qué acciones se han impulsado para desarrollar este objetivo. A la hora de hacer la evaluación conviene, además, anotar las dificultades encontradas, los aspectos positivos más relevantes, y qué hacer para que la personalización de la fe sea un objetivo constante en nuestras comunidades y actividades pastorales. La segunda parte del Encuentro consistió en la exposición de algunas experiencias realizadas en este curso en torno al Objetivo 1º del Plan Diocesano. Eduardo Calleja expuso varias acciones desarrolladas en el Arciprestazgo de La Llanada. Victorino Palacios y Roberto Vadillo explicaron el proceso de encuentros formativos y oracionales desarrollados en las Parroquias de Jesucristo Resucitado y Ntra. Sra. de la Esperanza. Juan José Rioja se centró en el desarrollo del Taller de Escucha Activa, dando 114


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cuenta de los participantes, dinámica y resultados. Por último, Arantxa Caballero enumeró cinco acciones organizadas por el equipo de la Delegación diocesana de Pastoral de Juventud para impulsar, en este ambiente, la personalización de la fe. Tras un breve descanso, los asistentes se distribuyeron en seis grupos para responder a dos preguntas. A continuación presentamos una síntesis de las aportaciones de estos grupos. 1. ¿Qué ha significado para nuestros Consejos de Pastoral la puesta en marcha del Plan Diocesano de Evangelización? Señalad los aspectos más positivos y las dificultades más destacadas. A) Aspectos positivos. - El Plan ha sido acogido positivamente y hecho propio por los Consejos Pastorales, con más ilusión entre los laicos que entre algunos curas. - Ha servido para recordar al Consejo Pastoral dónde estamos y orientarnos hacia donde queremos ir, y ha ayudado a programar el año pastoral. - Nos ha ayudado a crecer, y de forma "personalizada". - Ha sido un "hilo conductor". Ha centrado bien la liturgia de Adviento y Cuaresma. - Ha sido bueno el apoyo recibido por los Servicios Diocesanos, así como muy útiles los materiales. - Ha impulsado el deseo de la propio formación. - Ha servido para aglutinarnos e incrementar la identidad y el sentido de arciprestazgo, zona y diócesis. Se va trabajando en común, abriéndonos más allá del ámbito exclusivamente parroquial. - Ha sensibilizado a los Consejos sobre la dimensión misionera a realizar. - Nos hace tomar conciencia de nuestro papel corresponsable en la Iglesia. - El Plan ha servido como: factor de coordinación; objetivo central para la programación parroquial; aglutinador de grupos parroquiales; oportunidad para programar y trabajar en equipo. - Ha sido un buen motivo para incrementar el compromiso desde la fe. - Ha facilitado la realización de acciones concretas. B) Dificultades. - Las dificultades normales de cualquier proyecto. Ha costado centrarse en el Plan y en sus objetivos. - Sensación de agobio ante el reto de realizar la tarea propuesta. - Encajarlo e integrarlo en la programación habitual de la parroquia. - La rutina de algunos grupos ya constituidos reacios a integrarse en trabajos propuestos desde fuera de ellos mismos. Lo mismo ha ocurrido por parte de algún equipo sacerdotal. 115


Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización

Hacia una fe más personalizada

- Ha habido dificultades a la hora de llevar el Plan y sus Objetivos a algunos grupos concretos. La mayor dificultad: llevar el plan a la gente y a los grupos y coordinarlo entre los diversos grupos parroquiales. No sabemos si el objetivo propuesto ("personalizar la fe") ha 'calado' en la gente. - Dificultad para contar con agentes de pastoral cualificados. Sensación de que siempre estamos los mismos para todo, con muchas tareas y poco tiempo. Se echa en falta la presencia de jóvenes que tiren hacia adelante. Además, estos planes no son atrayentes para los jóvenes. 2. ¿Qué sugerencias ofrecemos para el impulso del Plan Diocesano de Evangelización en el futuro? ¿Y en relación con el objetivo concreto de la misión de los laicos? A) Sugerencias para el impulso del Plan. - Buscar métodos y formas para fomentar el espíritu de arciprestazgo, de diócesis, etc., para así mejor impulsar el Plan. - Que se informe de todas las actividades diocesanas realizadas por laicos. - Acercamiento, con una presencia concreta, de los Servicios Diocesanos del Objetivo 2º al mundo rural. - Que los Servicios y Comisiones de ámbito diocesano funciones al menos como lo han hecho este curso. B) Sugerencias para el Objetivo de la misión de los laicos. - Que se vea al grupo de laicos que compone la Comisión Gestora para el Servicio Diocesano del Laicado. - Implicación corresponsable de laicos en la marcha de la parroquia, más allá de colaboraciones concretas y subsidiarias respecto a los sacerdotes.. - Tomar en serio al tema de la corresponsabilidad de los laicos. - Fomentar la formación de laicos y sacerdotes sobre este tema. - No olvidar al laicado joven: atenderles en sus ambientes y tratar de comprometerles desde ahí. - Impulsar movimientos y asociaciones, ya que estas plataformas son fuente de laicos corresponsables. - Los proyectos parroquiales deben tener en cuenta de modo estable el tema del laicado. - Que tanto laicos como sacerdotes seamos capaces de asumir el papel de corresponsabilidad que tenemos los laicos dentro de la Iglesia. - Concretar fechas de acciones de ámbito diocesano para la puesta en marcha de este objetivo. 116


Encuentro diocesano de Consejos de Pastoral

- Que se siga enviando material de apoyo. - La aplicación del Plan supone una presencia en la vida pública, es decir, una espiritualidad laical fuera del ámbito parroquial. Ese es un gran reto. - Que la implicación de los laicos no se circunscriba sólo al ámbito interno de la Iglesia, sino que trascienda fuera de ella, al mundo. Y que la espiritualidad laical se extienda a la participación en movimientos ciudadanos. 3. Otras aportaciones, sugerencias... - Se agradece y felicita al Equipo impulsor del Plan y del Objetivo de este año. Que siga así. - Formar en las parroquias grupos específicos que impulsen el PDE. - Los Consejos Parroquiales debería hacer un acompañamiento y un seguimiento de los grupos. - Que los Encuentros Diocesanos de Consejos Pastorales reserven tiempo y espacio para tratar los problemas que les afectan, y no sólo para tratar del Plan Diocesano. - Potenciar la comunicación y el Intercambio de experiencias entre grupos y Consejos, así como creación de una página WEB - Se constata un déficit de pastoral familiar y matrimonial. - Conviene hacer un esfuerzo para adaptar el material a los jóvenes.

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Materiales sobre el 1er Objetivo del Plan Diocesano de Evangelizaci贸n

Hacia una fe m谩s personalizada

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Índice Presentación I. Hacia una fe más personalizada. Carta Pastoral del Obispo de Vitoria con motivo del Inicio del Curso Pastoral (24.IX.2002)

3 7

II. Conferencias de J. SASTRE en las Jornadas de Inicio del Curso 2002-2003 1. Una fe situada en el momento actual 2. Crecer en una fe personalizada 3. Itinerarios pastorales al servicio de la fe

13 14 24 33

III. Más que palabras. Actitudes, gestos, compromisos, hechos, signos. Entre todos, Paz para todos Tiempo de escuchar Tiempo de mirar/nos Tiempo de avanzar

45 51 54 57

IV. Pasos hacia una fe más personalizada. (Materiales para la reflexión y el diálogo) Presentación Sugerencias Pasos hacia una fe más personalizada De la costumbre a la opción personal De la fe 'confinada' al centro de la vida De las creencias a la experiencia de la fe Del conocer 'de oídas' al encuentro personal

67 69 70 71 74 80 90 101

V. Encuentro diocesano de Consejos de Pastoral Claves de evaluación del P.D.E. Para evaluar los objetivos transversales Crónica

107 110 113 114

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