Evangelizar 095 - Diciembre 2021

Page 1

ISSN 2590-8359 | No. 95 DICIEMBRE 2021


“En Belén, que signi�ica “Casa del Pan”, Dios está en un pesebre, recordándonos que lo necesitamos para vivir, como el pan para comer”


18 de diciembre Nuestra Señora de la Esperanza, La Expectación del Parto de la Virgen, Santa María de la «O», son títulos de una fiesta de la Virgen María.

Maternidad Divina o la "Fiesta de Santa María"

como se la llamaba sencillamente. Así lo podemos apreciar en los antiguos calendarios mozárabes. El año 656 se celebraba el célebre Concilio X de Toledo y allí trataron con toda solemnidad los Padres esta cuestión. Toman parte en este asunto tres grandes santos: san Eugenio, san Fructuoso de Braga y san Ildefonso. Este Concilio dictaminó un decreto por el que se establecía que para dar mayor solemnidad a esta fiesta mariana de la Maternidad Divina "se

El título de María de la «O» hace referencia a las solemnes antífonas del Cántico de la Virgen, el Magníficat, que en las Vísperas de los siete días anteriores a Navidad empiezan por esa letra. En relación con estas advocaciones de la Virgen, el arte suele representar a María en avanzado estado de gestación, con su vientre abultado y la mano sobre el mismo, apuntando que allí está el Hijo de Dios, que pronto nacerá.

Esperanza, pues, presenta a María en estado avanzado del embarazo obrado por el Espíritu Santo. Expectación, por el ansia e intensidad con que ella esperaba tener pronto en sus brazos al que llevaba en su seno.

celebre el día octavo antes de Navidad del La fiesta de la Encarnación del Verbo en el Seno Señor y se tenga dicho día como celebérrimo y de María - 25 de marzo - cae siempre entre los preclaro en honor de su Santísima Madre". acentos tristes de Cuaresma, y difícilmente se le Este decreto aludía a que este día ya se celebraba así en muchas otras Iglesias, pero que, para estar de acuerdo con la Iglesia Romana, que lo celebra el día 25 de marzo, se continúe también celebrando aquel día. Desde esta fecha, fue la fiesta más solemne que en honor de la Virgen María se celebraba en España y de aquí paso a otras Iglesias. Tuvo varios nombres: Expectación

del parto de Nuestra Señora, Nuestra Señora Virgen de la Esperanza y Virgen de la O,

haciendo alusión a las Antífonas Mayores de Vísperas que empiezan con esa exclamación. María viene a preparar el camino para la llegada de su Hijo al mundo, al que viene a salvar.

puede dedicar la debida atención a este gran misterio. La fiesta más antigua dedicada a María fue sin duda alguna la de Navidad. Juntamente se celebra al Hijo y a la Madre. Pasado algún tiempo se le quiso dar solemnidad también a la Fiesta bajo aspecto mariano propiamente dicho y por ello pensaron en instituir esta festividad de hoy.

Todo el tiempo de Adviento es tiempo de "esperanza" en el Mesías que ha de venir a salvar a la humanidad. Los Profetas y Padres del Antiguo Testamento procuraban mantener siempre encendido el fuego de la esperanza en el Mesías venidero.

Asesor General Mons. Fidel León Cadavid Marín

Consejo Editorial Delegados de Pastoral

Fotografía y Corrección de Estilo Javier Ocampo Zuluaga

Director Pbro. Hugo A. Zuluaga Salazar

Coordinador General Vicaría de Pastoral

Diseño y Diagramación Joseph Henao Bedoya

Sugerencias diseno@diosonrio.org.co vipastoral@diosonrio.org.co

3| Evangelizar

Dirección Diócesis de Sonsón Rionegro Curia Episcopal: Calle 51 No. 47 - 31 Tel: (604) 531 52 52

https://es.catholic.net/op/articulos/63965/cat/644/nuestra-senora-de-la-esperanza.html#modal

Esta fiesta no figura en el calendario litúrgico de la Iglesia, pero tiene sabores propiamente españoles. Hasta el siglo VII la Iglesia de España no celebraba más que una festividad mariana pero que abarcaba a todas las demás: la


Por: Pbro. Iván de Jesús Marín Párroco María Auxiliadora, Marinilla

“…Y esperar la venida desde el Cielo de su Hijo, al que Dios resucitó de entre los muertos: Jesús que nos libra de la condena futura”. Con este trípode de verdades que alientan el corazón de los nuevos discípulos reclutados entre los paganos, termina el efusivo y positivo saludo de Pablo en su carta a los Tesalonicenses.

esperanza en el Hijo de Dios que vendrá desde los cielos”. 3 1 “La Este es como el grito de júbilo que irriga todo el mensaje de la carta, su tema principal. Jesús vendrá a llevarnos con él y vivir con él eternamente (5,10), y todo esto, en consonancia perfecta con el mensaje del Jesús de los evangelios (Jn 14,1-3); vendrá de improviso como “un ladrón”, pero no a matar y a destruir como el bandido, sino a comunicarnos su vida de manera abundante (Jn: 10,10). Por eso en su espera no nos sentimos temerosos o sobresaltados, sino anhelantes y gozosos de su venida. Él viene a participarnos de su resurrección gloriosa tanto a los muertos como a los vivos (4, 16-17). Pues quien vive y muere en Cristo, esto es, quien es justo, está llamado a participar de su vida para siempre (Col: 3,1-4).

2

Cristo no se guarda nada para sí, ni siquiera el gran misterio de su resurrección, no resucita para sí mismo (como los dioses paganos de Grecia y Roma), sino para nosotros; él nos comunica su vida resucitada en servicio de nuestra liberación, de la caducidad de la carne y del tiempo efímero que se termina. De ahí las hermosas palabras del Apóstol a los corintios “Si Cristo murió por todos, tenemos la plena confianza que nosotros viviremos, ya no para nosotros mismos, sino para él que resucitó por nosotros” (Cfr. 2 Cor: 5,15).

Dios actúa salvando mediante su Hijo Jesucristo, por eso, todo buen discípulo, vive impregnado de optimismo y gozo cristiano. Si la primera vez de su venida no vino a condenar al

mundo, sino para que el mundo se salvase por medio de él (Jn 3,17), es apenas coherente a su

misión mesiánica, que en su segunda venida (Parusía), venga también a salvar y no a condenar (5, 10c). Solo quienes se resistan a creer en él, corren el triste riesgo de perderse (Mc: 16,16). Por eso, la misión de todo buen discípulo, es anunciar el mensaje de la salvación que brota de la resurrección de su Señor que viene al encuentro gozoso de los que han creído en él y han permanecido fieles aun en medio de los avatares del mundo y de sus propias inclinaciones débiles. Las anteriores pinceladas exegéticas nos deben llamar fuertemente la atención a los creyentes en Jesús, que quizás ponemos más la atención en el juicio final con actitud temerosa y sobresaltada, olvidándonos del mensaje auténtico del evangelio, que es salvación, misericordia y oportunidad de vida eterna para todos los que creemos en el Señor. “Dios, no es Señor de muertos, sino de vivos” (Mt: 22,32). No podemos seguir a Jesús subyugados por el miedo al diablo y al infierno. Lo seguimos motivados por el amor a él, don que hemos recibido de él, pues, “él nos ha amado primero” (1Jn:4,19). En la Iglesia del Señor estamos para amar, salvar y consolar al mundo, nunca para lo contrario.

Nada más bello que poner de colofón estas palabras del apóstol finalizando su carta:

“Ninguno devuelva mal por mal, procuren siempre hacer el bien unos con otros y a todo el mundo. Estén siempre alegres, oren con perseverancia, den gracias a Dios por todo”

(1 Tes: 5,15-18ª).

4| Diciembre


Por: Hna. Claudia Toloza. Delegada para la Catequesis.

CATEQUÉTICA

La encarnación y nacimiento del Hijo de Dios no es un acontecimiento fantástico ni mucho menos pasado de moda; sino que Jesús viene a compartir nuestra vida, para acoger en ella los deseos, sueños e incluso nuestras incoherencias. El pesebre nos recuerda esto:

“Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para quedarse con nosotros”, dice el papa Francisco. Y ¿cómo reconocer la presencia de este Dios con nosotros? el ángel en el encuentro con los pastores, les da una señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Lc 2,12. Se trata de hallar y encontrar a ese Dios en todo y en todos. ¿Cómo hallar a ese Dios no solo en la calma del silencio de una oración, sino en la agitación de la vida diaria?

Un Dios en la fragilidad de un Niño Un niño evoca ternura, alegría, delicadeza; necesita de otros para alimentarse, para ir siendo persona y para aprender la sabiduría de la vida misma. De por sí, un niño es frágil. Cuando se decide que la segunda persona de la Trinidad se encarne y nazca, Dios asume que también en su Hijo se acoja lo frágil de la humanidad. El Niño del pesebre nos recuerda que en el Dios escondido en la fragilidad de un niño, todo el género humano queda redimido. El papa Francisco tuiteó “Dios se ha hecho Niño para estar más cerca de

los hombres de todos los tiempos, demostrándonos su infinita ternura”

(2018). Dios niño siempre presente en lo frágil de la vida.

Un Dios Niño envuelto en pañales

Un Dios niño acostado en un pesebre

El niño necesita ser cuidado y protegido. Al no tener otros recursos, la Virgen lo envolvió en pañales (Lc 2,7). Es decir lo cubre, lo protege, lo cuida. Dios Niño necesita ser cuidado, protegido y cubierto.

“En la sencillez del pesebre encontramos y contemplamos la ternura de Dios, manifestada en el Niño Jesús”, dijo el papa Francisco.

Nuestra condición de vida nos recuerda que al inicio y al final la persona necesita también estos cuidados, porque ya no puede valerse por sí misma. Necesita de otros que le garanticen que su vida está siendo resguardada. Dios, en este Niño, viene a otorgar a la persona la atención necesaria para que se sienta acogida y protegida por Él. Navidad nos ayuda a experimentar este trato delicado de Dios, en la ternura del Niño, envuelto en pañales.

Esta palabra de origen latino –pesebre– designa originalmente el comedero, la caja donde se coloca el forraje para alimentar a los animales. Generalmente las pesebreras están ubicadas detrás de las casas, no son públicas, están escondidas. Dios Niño no viene para ser figura pública; la fuerza de este Dios actúa en lo escondido de las cosas; en la sencillez y pobreza de la vida. Hay que ir hacía las afueras y periferias, a lo que no está al alcance de la mirada para encontrar a este Dios niño acostado en el pesebre.

5| Evangelizar


LITÚRGICA

Por: Pbro. Carlos Andrés Giraldo Gómez Formador Seminario Nacional Cristo Sacerdote

ALBA, ESTOLA, CASULLA… BLANCO, VERDE, ROJO… LA LITURGIA Y SU SIMBOLOGÍA (I) “Hizo después el velo de violeta, púrpura, carmesí y lino fino, e hizo bordar querubines en él”

El hombre es “animal simbolicum” Los estudios antropológicos han definido al hombre como animal político, ser social por naturaleza, ser histórico, etc. Entre estas denominaciones cabe mencionar otra, que toma particular relevancia para nosotros: el hombre es un animal simbólico. Ciertamente, la liturgia está llena de símbolos que nos remiten a realidades que están más allá, permitiéndonos de este modo como visagra o puente para entrar en la experiencia del misterio. En efecto, la necesidad antropológica de usar, por ejemplo, vestiduras y colores diversos, ayudan al hombre a entrar en la dinámica del ritual, de la fiesta, de la celebración, de la conmemoración.

Los símbolos en la liturgia Teniendo, pues, los símbolos tanta importancia en la vida del hombre, no se excluyen estos de su cotidianidad. Si el hombre es simbólico por naturaleza, todas las realidades que este vive estarán permeadas por dicha dimensión. En efecto, constatamos cómo en la esfera religiosa los símbolos juegan un rol fundamental para poder “decir” el divino, o sea, para poder “expresar lo inexpresable”, cosa que no se puede lograr meramente a través de las explicaciones racionales y lógicamente más elaboradas. De hecho, la mística cristiana siempre se ha servido del simbolismo para poder expresar de algún modo lo “indecible” de dicha experiencia espiritual. La liturgia vive inmersa en dicha realidad simbólica y se sirve de ella para poder “clarificar” o “desvelar” el misterio que se celebra. En efecto, ¿cómo podríamos distinguir cada momento celebrativo y su “oculto” significado y la función de cada uno de los celebrantes – clérigos o laicos – si no fuese por el servicio prestado por los símbolos litúrgicos?

Una tensión dinámica entre lo oculto y lo que se desvela ¿Cómo podemos identificar, entonces, quién es quién o qué estamos celebrando en cada acción litúrgica? Mientras se desenvuelve la celebración, podemos notar, en ocasiones, cómo la variedad de vestiduras y colores tienen la función de enviar un mensaje simbólico que nos remite a una realidad espiritual. Así, por ejemplo, en cuanto a los ministros del altar, algunas de las vestiduras del diácono se distinguen de las del presbítero y las de este último difieren, en parte, con las del obispo. En efecto, mientras todos están revestidos del alba (que simboliza la “vestidura blanca” de los elegidos) y el cíngulo (símbolo de la “castidad sacerdotal”), el diácono lleva la estola cruzada (símbolo de su servicio), el sacerdote lleva la estola sobre los hombros (símbolo de la cruz) y encima la casulla (que simboliza una pequeña casa o tienda), el obispo lleva la mitra (símbolo de la potestad de régimen que este ejerce) y el báculo (símbolo de Cristo buen pastor).

En cuanto a los colores, el blanco o dorado es por excelencia el color de la pascua, de la resurrección, de la fiesta, de la solemnidad; es también sinónimo de pureza o de alegría. El rojo remite a la sangre de los mártires y nos sumerge en un ambiente de combate espiritual, de testimonio. También simboliza la fuerza y el dinamismo del fuego del Espíritu Santo. El morado nos ayuda a introducirnos a tiempos de espera, austeridad y penitencia; algunas veces también nos invita al duelo. El verde nos habla de esperanza y evoca el crecimiento de la Iglesia, gracias a la linfa vital (la gracia) donada por Dios en cada acción litúrgica.

6| Diciembre


Por: Delegación de Pastoral Mariana

MARIANA

El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..." (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854).

Fundamento Bíblico

La Biblia no menciona explícitamente el dogma de la Inmaculada Concepción, como tampoco menciona explícitamente muchas otras doctrinas que la Iglesia recibió de los Apóstoles. La palabra "Trinidad", por ejemplo, no aparece en la Biblia. Pero la Inmaculada Concepción se deduce de la Biblia cuando esta se interpreta correctamente a la luz de la Tradición Apostólica. El primer pasaje que contiene la promesa de la redención (Genesis 3,15) menciona a la Madre del Redentor. Es el llamado Proto-evangelium, donde Dios declara la enemistad entre la serpiente y la Mujer. Cristo, la semilla de la mujer (María) aplastará la cabeza de la serpiente. Ella será exaltada a la gracia santificante que el hombre había perdido por el pecado. Solo el hecho de que María se mantuvo en estado de gracia puede explicar que continúe la enemistad entre ella y la serpiente. El Proto-evangelium, por lo tanto, contiene una promesa directa de que vendrá un redentor. Junto a Él se manifestará su obra maestra: La preservación perfecta de todo pecado de su Madre Virginal. En Lucas 1,28 el ángel Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima Virgen María «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.». Las palabras en español "Llena de gracia" no hace justicia al texto griego original que es "kecharitomene" y significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios. Aunque este pasaje no "prueba" la Inmaculada Concepción de María, si lo sugiere.

También se refieren a la Virgen Santísima como la absolutamente pura (San Agustín y otros). La iglesia Oriental ha llamado a María Santísima la "toda santa".

Méritos María es libre de pecado por los méritos de Cristo Salvador. Es por Él que ella es preservada del pecado. Ella, por ser una de nuestra raza humana, aunque no tenía pecado, necesitaba salvación, que solo viene de Cristo. Pero Ella singularmente recibe por adelantado los méritos salvíficos de Cristo. La causa de este don: El poder y omnipotencia de Dios. Razón La maternidad divina. Dios quiso prepararse un lugar puro donde su hijo se encarnara. Frutos 1. María

fue inmune de los movimientos de la concupiscencia.

Concupiscencia:

los deseos irregulares del apetito sensitivo que se dirigen al mal.

2. María estuvo inmune de todo pecado personal durante el tiempo de su vida. Esta es la grandeza de María, que, siendo libre, nunca ofendió a Dios, nunca optó por nada que la manchara o que le hiciera perder la gracia que había recibido.

7|Evangelizar

https://es.catholic.net/op/articulos/15433/cat/653/tercer-dogma-la-inmaculada-concepcion-de-maria.html#modal

La Concepción Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.

Foto: Virgen del Rosario, El Retiro


PAUTAS DE REFLEXIÓN

DOMINGO 5 DE DICIEMBRE

En el segundo domingo de Adviento, el evangelista San Lucas y su comunidad, nos regalan una sorpresa, inicia su relato con el emperador romano Tiberio César (años 14-36), para muchos seguidores, el “divino César”, alguien del ámbito divino. Lucas habla de otros “grandes de la época” según la mentalidad política y social, y el completa el número siete (7) con dos sumos sacerdotes judíos, Anás y, su sucesor, Caifás. El siete en la Biblia significa plenitud, un evento completo, totalidad. Era el grupo de los siete en aquella parte de la tierra en ese momento histórico.

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO “Preparen el camino del Señor” Primera Lectura: Del libro de Baruc 5, 1-9 Salmo 125: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” Segunda Lectura: De la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 4-6.8-11 Evangelio: según san Lucas 3, 1-6 En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios». Palabra del Señor

Pero la Palabra de Dios, y es una nueva sorpresa, no se dirige a ninguno de los “grandes de la tierra”, en la política y en el ámbito religioso. Quizá porque estas personas y lugares, en aquel momento, son hostiles y refractarios a la Palabra divina. El aliento del Espíritu del Señor envuelve, en el desierto, apartado del templo y de la ciudad de Jerusalén, a Juan Bautista, el hijo de Zacarías, un sacerdote judío incrédulo. Juan, como hijo de un sacerdote, a los dieciocho años, debía presentarse en el templo para ser examinado por los sacerdotes y evidenciar su idoneidad para ejercer el sacerdocio y perpetuar el sacerdocio de su padre, mostrar que no tenía ningún defecto ni impedimento para esa función sagrada. Pero no. Juan está lleno del Espíritu del Señor desde el seno de su madre Isabel. Es un joven del Espíritu y no del rito en el templo. Y Juan va al desierto para tomar distancia de aquella realidad lejana de Dios. Juan recorre la región del Jordán, el río que el pueblo hebreo atravesó en el pasado para ingresar en la tierra de la promesa; y es otra sorpresa, esta tierra con el templo y la ciudad de Jerusalén ahora es un nuevo “Egipto”, tierra de esclavitud y explotación de las gentes sencillas, una tierra de la cual el pueblo debe ser liberado. Juan anuncia “un bautismo”, una inmersión completa en el agua, como símbolo de la muerte a un estilo de vida, para iniciar una nueva existencia, un cambio radical de vida. El anuncio de este profeta es breve: Asuman el camino de la conversión, es decir, cambien de vida. Y para Juan, la conversión es concreta: si hasta ahora vives solo para atender tus necesidades, cambia, en adelante pon tu vida al servicio de los demás. Todo ser humano verá la salvación de Dios, la gloria de Dios se manifiesta en la salvación de cada persona. Decir “todo ser humano” significa que nadie está excluido del amor de Dios. Nosotros, sin excepción, tenemos como vocación y misión vivir el amor universal del Señor, es decir, experimentar su gloria. La Palabra de Dios llegó al profeta para invitar a la humanidad a la conversión, es el Evangelio (buena noticia), nadie está excluido del amor de Dios. He aquí una tremenda realidad bíblica para vivir el Adviento.

8| Diciembre


PAUTAS DE REFLEXIÓN

DICIEMBRE 8 SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo” Primera Lectura: Del libro del Génesis 3, 9-15.20 Salmo 97: “El poderoso ha hecho obras grandes por mí” Segunda Lectura: De la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 3-6.11-12 Evangelio: según san Lucas 1, 26-38 En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el ángel. Palabra del Señor

Lucas abre su evangelio con el anuncio de dos nacimientos, el de Juan Bautista y el de Jesús de Nazaret. En ambos se cumplen las promesas divinas, incluso, en situaciones “imposibles”. Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista, son hasta ahora ancianos y estériles. En el caso de Jesús, María su madre, es virgen y no tiene relaciones con su esposo. La expresión “sexto mes” recuerda el sexto día de la creación, en el libro del Génesis, cuando Dios completa la creación. Y Gabriel significa “fuerza de Dios”, con una misión compleja. Él fue primero a Jerusalén, encontró en el Santuario del Templo, al sacerdote judío Zacarías y la respuesta fue la incredulidad. Zacarías quedó sin palabras ante el pueblo. No tenía palabras de Dios para el pueblo. Entonces, el ángel del Señor va a las periferias, a una aldea de Galilea (Nazareth), distrito de pueblos gentiles (Is 8,22-9,1). El saludo de Gabriel es un augurio “alégrate”, invita a santa María a la plenitud del gozo divino, “llena de gracia”, indica cumplir una misión de Dios, como Gedeón en el libro de los jueces, “El señor está contigo” (Jue 6,12). Para María es toda una sorpresa, la Palabra de Dios, se pensaba, solo llegaba a los grandes del mundo y nunca a mujeres sencillas. María está llena de gracia, significa que el amor de Dios se dirige a esta mujer, y en ella a toda mujer. Ella concebirá y dará el nombre a su hijo, no lo hará su esposo, así se rompe con una tradición. Jesús no perpetúa el linaje de José sino el de Dios su Padre. Anuncia un amor universal para todos los seres humanos. María de Nazaret, en la obra lucana, es la mujer del Espíritu. Su vida inicia llena del Espíritu y así culmina su misión en Hechos 1,14, a la espera de Pentecostés. Cuando una persona está llena del Espíritu manifiesta la definitiva creación de Dios. María constató en Isabel la acción renovadora de Dios, una obra enraizada en el aporte del ser humano: escucha de la Palabra, opción de fe y acciones eficaces. La ancianidad y la esterilidad no son problemas para la acción del Señor, porque “para Dios nada hay imposible”. La fuerza creadora de Dios no tiene límites. María dice “he aquí la esclava del Señor”, así era llamado Israel en la profecía. María no es “una” esclava del Señor, sino “la” esclava del Señor porque arropa a todo Israel que confía en Dios. Volver a Dios de manera decidida, seguros de un amor incondicional de su parte, representa otro de los significados profundos del Adviento.


PAUTAS DE REFLEXIÓN

DOMINGO 12 DE DICIEMBRE TERCER DOMINGO DE ADVIENTO “Y nosotros que debemos hacer” Primera Lectura: de la profecía de Sofonías 3, 14-18 Salmo 12: “Griten jubilosos, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel” Segunda Lectura: De la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 4, 4-7 Evangelio: según san Lucas 3, 10-18 En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, ¿qué debemos hacer?» Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?» Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga». Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio. Palabra del Señor

El evangelio del domingo anterior continúa el de hoy. La gente sencilla responde a la invitación de Juan Bautista, a la conversión, dar otro rumbo a la existencia. El pecado no se agota con un rito en el templo de Jerusalén, sino con el cambio de vida. La multitud pregunta ¿qué debemos hacer? Quien tiene dos túnicas -dice Juan- de una a quien nada tiene. La invitación es a compartir cuanto se es y cuanto se tiene. Quien tiene de comer, haga lo mismo. El problema no es la imagen de Dios, sino la capacidad de encontrar el rostro de Dios Padre en los demás. La existencia humana está dirigida a Dios cuando se gasta en función del prójimo. Desde Jesús, el ser humano ya no vive más para Dios, al contrario, vive de Dios para salir de prisa a servir a los demás, como lo hace el Padre y Jesús. Y ahora, otra sorpresa de Lucas. Llegan a Juan los publicanos, considerados parias de la sociedad, sin derechos civiles, cobradores de impuestos para los poderosos, marcados de manera indeleble con la impureza. Para los judíos, los publicanos no tenían esperanza de salvación. Pero el amor de Dios, según Juan, no excluye a nadie. Los publicanos, con timidez y quizá miedo, le preguntan “Y nosotros ¿qué hacemos?” Y asoma una nueva sorpresa: no pidan más de lo fijado. Juan no les exige dejar su oficio impuro y para muchos judíos trabajo pecaminoso. Juan les pide vivir sin pretender más, ni robar, ni promover la corrupción. Y no terminan las sorpresas. Ahora se presentan ante Juan Bautista los paganos opresores (los soldados): ¿Y nosotros qué debemos hacer? No maltraten, ni extorsionen a nadie -dice Juan-, no hurten, ni tomen el dinero con violencia. Estén contentos con su salario. Eviten la injusticia, el saqueo, la rapiña, usos comunes en muchos ejércitos de la época. En este escenario las gentes se preguntan si Juan no es el mesías, el gran liberador, esperado por el judaísmo. Y el Bautista responde que él no es el Mesías. Él invita a un cambio de vida significado en la inmersión en las aguas del Jordán (bautismo). Pero no soy yo quien les dará la fuerza necesaria para vivir la vida nueva, añade Juan. Él remite a Jesús de Nazaret, a la intervención del Dios hecho humanidad. La acción de Jesús de Nazaret no será aquella de sumergir a las personas en las aguas del río Jordán para un bautismo de conversión, actividad central en el anuncio de Juan Bautista y, en verdad, con un profundo significado. Porque la acción del reino de Dios va más allá. Jesús nos impregna de la misma fuerza del amor divino, para ser fieles, nos regala el dinamismo suficiente para vivir según el querer de la Trinidad. El Adviento nos muestra el horizonte final del creyente: Jesús de Nazaret.

10| Diciembre


DOMINGO 19 DE DICIEMBRE CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO “He aquí la esclava del Señor” Primera Lectura: De la profecía e Miqueas 5, 1-4a Salmo 79: “Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve” Segunda Lectura: de la carta a los Hebreos 10, 5-10 Evangelio: según san Lucas 1, 39-45

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Y María, movida por la fuerza del Espíritu, para comunicar vida y ser testigo de las acciones de Dios -para Dios nada hay imposible- emprende el viaje por la zona montañosa -más peligrosa y conflictiva por el encuentro con los samaritanos-. Entra en la casa del mudo Zacarías, pero según el texto, saluda primero a Isabel. Y un dato sorprendente es el encuentro entre dos mujeres -una joven y una anciana, una estéril y otra virgenembarazadas. María saluda, con las palabras del ángel Gabriel, a su pariente Isabel. Una vez Isabel escucha el saludo de María, la palabra se hace eficaz, saltó Juan de alegría en el seno de su anciana madre. El saludo no es una formalidad, no solo se desea el bien, sino que lo procura. Isabel quedó llena también de Espíritu Santo y no Zacarías el incrédulo. El Espíritu Santo sumerge a las personas en la plenitud del amor universal de Dios. Isabel en su casa, delante de su esposo, sacerdote mudo e incrédulo, es profeta: “bendita tú entre las mujeres”. Es una expresión con arraigo en la Biblia hebrea (Jue 5,24; Judit 14,7; Tob 11,17), como en el caso de Yael, una de las grandes mujeres de Israel. La bendición para el fruto del vientre hasta ahora, en la Biblia, era dicho por varones (Gn 49,3, Jacob; Jer 17,7-8, el profeta; Prov 31,2, rey Lemuel de Masa), para alabar a un hombre fiel al Señor.

Ahora el evangelista atribuye esta bendición a santa María. E Isabel añade “a qué debo que la madre de mi Señor venga a mí”, ella reconoce en el hijo de María al Mesías. Lucas va hasta 2Sam 24,20-22, cuando para acabar una plaga contra el pueblo, David llega a la casa Palabra del Señor de Arauna, quien pregunta ¿Por qué mi Señor viene donde su siervo? También, en 2Sam 6,11-12, el arca de alianza no solo llega al hogar de Obed-edom, sino que bendice y da prosperidad a la casa en la región. Isabel PAUTAS DE REFLEXIÓN con su niño no solo está llena de Espíritu, sino que exulta con su hijo, quien se encuentra con Jesús también aun en El evangelio de Lucas, aunque con pocas palabras, pero el seno de María. Es a la vez, el primer encuentro entre precisas y sabias, nos presenta el protagonismo de María Juan y Jesús. la madre de Jesús, incluso al comparar los datos con los otros textos del Nuevo Testamento. Antes del pasaje María, dentro de la Iglesia y de las comunidades locales, bíblico de hoy, Lucas presentó el anuncio del ángel se presenta como una mujer de fe y es un criterio válido Gabriel y la vocación de María como la madre del Hijo de para los creyentes de hoy. Ella se identifica como una Dios. Acto seguido, María de Nazaret, en contra de mujer inserta dentro de un único y extraordinario muchos usos de su época, toma decisiones por sí misma proyecto de amor: el amor universal de Dios padre. Y y emprende camino, sin consultar a ningún varón, para ir todo aquello que un creyente encuentra en la vida, en su historia personal y comunitaria, tanto en el bien como en de Galilea a Judea. las dificultades, sirve solo para realizar este proyecto. He El anuncio de Dios en su vida no la encierra en una urna aquí a María de Nazaret a quien la Iglesia nos propone de cristal, al contrario, la mueve a descubrir las acciones como testigo de fe para los creyentes de todos los de Dios en la vida de los demás, en este caso de su tiempos. pariente Isabel, hasta ahora anciana y estéril, pero que ya espera el nacimiento de Juan Bautista. La experiencia del Espíritu se traduce en salida hacia los demás.


Jesús es el proyecto de Dios para la humanidad: “la Palabra se hizo carne” (Jn 1,14). La condición divina de Cristo Jesús no será su privilegio exclusivo (Fil 2,6); si se acoge a Jesús como testigo (testimonio) de la propia existencia, todo ser humano podrá nacer de Dios por el don del Espíritu y llegar a ser también hijo: “A todos aquellos que lo acogen, les dará la capacidad de ser hijos de Dios” (Jn 1,12).

DICIEMBRE 25 SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DEL SEÑOR “Dios nos ha hablado por el hijo” Primera Lectura: Del libro de Isaías 52, 7-10 Salmo 97: “Los con�ines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios” Segunda Lectura: De la carta a los Hebreos 1, 1-6 Evangelio: san Juan 1, 11-5. 9-14 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. Palabra del Señor

Esta afirmación está en el centro del Prólogo del cuarto evangelio (Jn 1,1-18), Dios no aborrece ni está con ira contra la humanidad, sino, por el contrario, enamorado a plenitud de ella: “Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo unigénito para que todo aquel que cree en él no muera, sino que obtenga la vida eterna” (Jn 3,16). El Prólogo es el himno del amor de Dios por cada ser humano, el canto del optimismo con el cual el Creador mira a su criatura y la llama a colaborar en su creación mediante obras que infundan vida en una medida cada vez mayor (Jn 14,12). En este encuentro con Dios, el hombre no se siente aplastado por su propia pequeñez, sino elevado gracias a la sublimidad del amor que el Padre le muestra. Jesús, el “Hijo de Dios” (Heb 4,14), inaugura una nueva relación entre los hijos y su Padre, incompatible con la de Moisés, “siervo de Dios” (Ap 15,3), quien impuso una relación entre siervos y su Señor por medio de la Ley. En efecto, la condición del hombre en relación a Dios no es ya la del siervo con su patrón (Jer 3,14), sino la del hijo con su Padre (Ef 1,5). Con Jesús, todo ser humano es llamado a la dignidad de la condición divina, como fue bien comprendido y formulado en la Iglesia desde los orígenes por Padres de la Iglesia como Atanasio “El Verbo de Dios se hizo hombre para hacernos llegar a ser Dios”, (La encarnación del Verbo, 54,3) o Ignacio de Antioquía “El inicio es la fe, el final es el amor: cuando ambos se funden en una única cosa, existe un solo Dios”, (Carta a los Efesios, 14,1). Con Jesús, Dios habita entre los hombres: “Armó su tienda entre nosotros” (Jn 1,14). La tienda de Dios, el santuario donde el Señor habitaba en medio de los hombres y manifestaba su gloria (Ex 40, 34-35) es ahora un ser humano de carne y hueso, a quien podemos escuchar, ver y tocar (1Jn 1,1). Jesús será el nuevo santuario (Ap 21,22) y, como la antigua tienda del éxodo, caminará junto con su pueblo (Jn 14,6). Con Jesús, lo divino (Palabra) se hace humano (carne) y llega a su fin la distinción entre sagrado y profano, entre el espacio reservado a Dios y aquel separado de Él: la plenitud de la gloria de Dios brilla en Jesús, un hombre mortal. El Dios de Jesús es profundamente humano: cuanto más el hombre toma conciencia de su humanidad, en mayor medida acoge la realidad divina que ya existe y habita en él.

12| Diciembre


DOMINGO 26 DE NOVIEMBRE FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA “Que la paz de Cristo reine en sus corazones” Primera Lectura: Del libro de Sirácida 3, 2-6.12-14 Salmo 127: “Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos” Segunda Lectura: De la carta del apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 12-21 Evangelio: san Lucas 2, 41-52

PAUTAS DE REFLEXIÓN El ángel Gabriel en el anuncio al sacerdote Zacarías, sobre el nacimiento de un hijo en su hogar, le fijó la misión: reconducir el corazón -la voluntad, la mente, los afectos- de los padres hacia los hijos (Lc 1,17). La frase recoge una cita de Malaquías (4,5-6) en la cual se añade una frase omitida por Lucas “y de los hijos hacia los padres”. Para el evangelista no son los hijos quienes deben comprender a los padres -el pasado-, sino quienes representan el pasado -los padres-, deben abrirse al evangelio. Este es el contexto del pasaje de hoy, en la fiesta de la sagrada familia. Los padres de Jesús se resisten a aceptar la novedad de su hijo, cuando se pierde en el templo de Jerusalén. El texto sólo menciona un nombre propio: Jesús. Habla del padre, de la madre, de los progenitores, pero no indica sus nombres. Porque más allá de ofrecer unos datos, el evangelio busca entregar un significado teológico, a través de personajes representativos (el pasado, el Antiguo Testamento). Los padres van con Jesús, cada año, a Jerusalén para la fiesta de la Pascua judía. Es una familia anclada en las antiguas tradiciones hebreas y encuentran cierta dificultad para abrirse a las acciones nuevas del Espíritu. Después de la fiesta el niño -doce añospermanece en Jerusalén mientras los padres se marchan sin él y sin percatarse de la situación. A los tres días, los padres hallan al niño en el templo. Está sentado en actitud de maestro. Jesús es la imagen de la sabiduría divina, escucha e interroga. La madre intenta cuestionar a Jesús, “hijo, hijito”, a quien he dado a luz, sobre ti tengo derechos “¿por qué nos has hecho esto?” “Tu padre y yo, angustiados, te buscamos”.

La respuesta de Jesús suena fuerte. Mientras en el templo los asistentes escuchan a Jesús, los padres del niño quieren ser escuchados y obedecidos por el hijo. Los padres no escuchan a Jesús. El pasado, el Antiguo Testamento, se resiste ante la manifestación de Dios en la plenitud de los tiempos. ¿Por qué me buscan? Son las únicas palabras de Jesús, en el evangelio de Lucas, dirigidas a su mamá. “¿No saben que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre (Abba)?” - Debe ser la realidad más importante para las personas y los padres de Jesús-. El verbo “debo” (dei, en griego) se refiere a la voluntad de Dios, descubrir el amor universal de Dios para todos sin excepción. Los padres no entienden esta palabra de Jesús y, por ello, sienten dentro esa espada divisoria; hacen memoria de las palabras de Simeón. Jesús se ocupa en las obras del Padre y así nos revela su vocación. Jesús es heredero, no de las tradiciones de Israel, pasadas de padres a hijos, de generación en generación, sino del testigo visible del amor universal del Padre. Esta vocación de Jesús no es de fácil captación para sus padres. Los padres representan la frustración de Israel, que comprende el modo mesiánico de Jesús. La madre guarda estas palabras en su corazón, como después de la visita de los pastores (Lc 2,19.51). Con ellos, la madre de Jesús fue testigo del amor universal de Dios dirigido a las personas marginadas y mal vistas. Aquí la madre no comprende, pero tampoco rechaza la novedad, guarda en el corazón y reflexiona. Y ella llegará a ser discípula (Hch 1,14). Jesús, por su parte, crece en sabiduría, edad y gracia delante de Dios y entre los seres humanos. La alusión a los doce años, al inicio del relato, como la mención de este crecimiento de Jesús, al final del presente relato, recuerdan una figura central de Israel: el profeta Samuel (1Sam 3,19; 2,18). La madre de Samuel (Ana) era estéril (1Sam 1,2) y sufrió por esa condición, pero gracias a una intervención divina (como en el caso de Isabel y María de Nazaret), llega a ser madre, y el canto de alabanza de Ana (1Sam 2,1-10) está entreverado en el magníficat de la madre de Jesús. La sagrada familia es testigo del amor de Dios y, por ello, referente para las familias de todas las épocas.

13| Evangelizar


Pbro. Sergio Urrego Marulanda Delegado de infancia y juventud

En estas últimas semanas del año todos estaremos evaluando nuestro trabajo pastoral, enfrentándonos con todo lo que hemos hecho, celebrando lo bueno y forcejeando con lo malo. La pastoral es una historia de triunfos y derrotas, una mezcla de satisfacción y vergüenza, de levantar la cabeza y de ocultar la mirada. En cuanto al trabajo con los niños y con los jóvenes tendremos mucho por meditar, tanto a nivel de la Iglesia universal, como en cada una de nuestras parroquias, esos lugares privilegiados donde tanto se puede hacer, si uno quiere, si uno puede. Al ir terminando este año reflexionamos en algunos criterios: En una parroquia donde trabaja un sacerdote que le dedica tiempo a los niños y a los jóvenes, se consiguen grandiosos frutos pastorales para el bien de la Iglesia, sin olvidar “grandioso” no es sinónimo de que “abundante”. Hay muchas iniciativas pastorales, tanto diocesanas como parroquiales, que se convierten en grandes oportunidades; solo hay que trabajar en ellas.

1.

La pastoral requiere inversión, ¡Claro! No podemos acostumbrarnos a dar miserias y pretender que nuestras propuestas sean de calidad. En últimas, lo que invertimos en la pastoral son recursos que salen del bolsillo y del esfuerzo de todos. Una pastoral dedicada y cuidadosa logra la vinculación de personas con calidad.

2.

No todo depende del sacerdote, el padre no tiene que hacerlo todo… pero también se nota cuando el padre está presente, cuando apoya, cuando motiva, cuando acompaña… ¡Se nota! Tanto el mencionado clericalismo como la absoluta independencia de los laicos, pueden deformar la razón fundamental del rebaño. Un pastor que promueve la pastoral con los niños a través de procesos, de eventos, de jornadas, logra que ellos se vinculen con alegría a la vida de la Iglesia. Un sacerdote que se involucre con los jóvenes, les dedique tiempo, los forme, comparta con ellos, promueva la pastoral juvenil en su parroquia, verá como muchos de ellos se vinculan también con la vida de fe. Se nota

3.

cuando el padre está presente y se nota cuando el padre no lo está. ¡Es evidente!

Siempre será una salida segura echarle la culpa a otros: “es que los jóvenes que no escuchan”, “es que los curas que no acompañan”, “es que los niños que no obedecen”... Aunque no falten excusas poderosas, siempre será mejor enfrentar realidades y hacer todo lo posible, que seguramente será bastante.

4.

Finalmente, se puede afirmar que el próximo año muchos sacerdotes y líderes seguirán trabajando en la pastoral con los niños y en la pastoral juvenil, buscarán las estrategias para hacerlo y tendrán grandes éxitos y experiencias… Así como también habrá sacerdotes y líderes en las parroquias que no se involucrarán con ellos; así será, no cabe duda.

5.

Jesús, agradecemos este año de pastoral, especialmente por todos quienes llevan el evangelio a los niños y a los jóvenes con amor y esfuerzo. Pedimos para el próximo 2022 sacerdotes y líderes que sigan creyendo en la belleza y necesidad de la pastoral infantil y de la pastoral juvenil. 14| Diciembre

Foto: Cathopic


SACERDOTAL

Por: Pbro. Ferney López

La Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de diciembre de 2020 decide proclamar el 4 de febrero como el Día Internacional de la Fraternidad Humana, que se celebrará todos los años a partir de 2021. Por otra parte, el papa Francisco dedica a este tema su última Encíclica Fratelli Tutti, en la que afirma: Las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre entre mis preocupaciones (n 5). En su mensaje, con motivo de la celebración de la primera versión del Día Internacional de la Fraternidad Humana el 4 de febrero de este año, enfatizó el papa Francisco que la fraternidad es el desafío de nuestro siglo. La soledad, un tema a tomar en serio Tanto la ONU como el Papa insisten en que la fraternidad es un camino eficaz para solucionar y evitar conflictos.. En países como Japón e Inglaterra se ha creado el Ministerio de la Soledad para lidiar con esta problemática; también en otros países como Australia se está pensando en crear este ministerio. De los siguientes datos, sacados de una entrevista al Dr. Vicente Ezquerro, médico español especialista en Psicología y Psiquiatría podemos dimensionar la gravedad del problema de la soledad y sus consecuencias: - Dice el Dr. Esquerro que por su consultorio han pasado infinidad de pacientes cuya primera dolencia era justamente, la soledad. - La soledad implica un riesgo gravísimo en la salud de las personas. - El aislamiento disminuye las defensas de nuestro organismo. - La soledad puede provocar una respuesta negativa del sistema endocrino y está ligada a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas o cáncer. Incluso está demostrado que quienes viven solos presentan un mayor riesgo de morir prematuramente. - Con la soledad, aumenta la tristeza, aumenta la producción de cortisol que es la hormona del estrés. - Pasar mucho tiempo solo cambia el cerebro. Un estudio con ratones demuestra que la soledad genera una sustancia química que los vuelve más agresivos y temerosos. - Muchas personas que están solas se sienten avergonzadas o culpables, les cuesta pedir ayuda, lo que hace que la situación empeore y se convierta en un círculo vicioso. - Otras investigaciones dan como resultado que la soledad está relacionada con el mal genio, la demencia, el suicidio.

Una persona en condición de soledad, incluyendo sacerdotes y religiosos, pueden ser presa del alcohol, tabaquismo, incluso de las drogas, adicción al celular, redes sociales, al computador, a series de televisión; sin darse cuenta, puede terminar involucrada en relaciones no debidas e inmorales con personas que, con frecuencia, también tienen el mismo problema o son carentes de afecto; o todavía peor, dar espacio a relaciones que configuran un delito como la pederastia. La fraternidad, antídoto contra la soledad Para el caso particular de los sacerdotes y religiosos, señala el Directorio para el Ministerio y Vida sacerdotal: para afrontar uno de los problemas más importantes de la vida sacerdotal actual, a saber, la soledad del sacerdote, «nunca se recomendará suficientemente a los sacerdotes una cierta vida en común entre ellos (n. 38). En los numerales 39 y 40 ofrece algunas recomendaciones: - La práctica de encuentros frecuentes con fraternal intercambio de ideas, de consejos y de experiencias entre hermanos. - El impulso a las asociaciones que favorecen la santidad sacerdotal. - Vivir en una misma casa y comunidad de mesa: comer juntos. - Se ha de dar el máximo valor a la participación comunitaria en la oración litúrgica. - Que los sacerdotes vivan en los alrededores de donde habita la gente a la que sirven. - Que los párrocos estén disponibles para favorecer la vida en común en la casa parroquial con sus vicarios. - En los casos en los cuales no haya más que un sacerdote en una parroquia, se aconseja vivamente la posibilidad de una vida en común con otros sacerdotes de parroquias limítrofes. - Nadie puede asumir la fuerza regeneradora de la vida en común sin la oración y sin una vida sacramental vivida con fidelidad. En una sociedad fuertemente marcada por el individualismo, el sacerdote necesita una relación personal más profunda y un espacio vital caracterizado por la amistad fraterna en el cual pueda vivir como cristiano y sacerdote. Los sacerdotes han de estar convencidos de que su comunión fraterna, especialmente en la vida en común, constituye un testimonio, según lo que nuestro Señor Jesucristo precisó en su oración al Padre: que los discípulos sean uno, para que el mundo «crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21).

15| Evangelizar


Elizabeth Osorio Psicóloga de Pastoral Familiar

“Luego volví mis ojos a otra cosa vana bajo el sol: un hombre está completamente solo, no tiene hijo ni hermano, pero nunca pone fin a su esfuerzo ni se sacia de ambicionar riquezas. Entonces, ¿para quién me esfuerzo y me privo del bienestar? También esto es vanidad y una tarea ingrata”. Eclesiastés 4, 7-8

Hoy, como humanidad, nos encontramos frente a un panorama complejo ya descrito por el papa Francisco en la Exhortación apostólica Amoris Laetitia, en la cual manifiesta la constante preocupación de la Iglesia ante la cultura del individualismo exasperado, el cual desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada miembro de la familia como una isla, haciendo prevalecer en ocasiones la idea de un sujeto que se construye solo. Esta visión del individualismo siembra en la sociedad la idea de un hombre solo, para quien la familia es un limitante que imposibilita la consecución de los propios ideales y proyectos, aquellos que yo he construido “sin apoyo de nadie”, esta mirada del yo individual se ha llevado a un extremo en el cual la visión de matrimonio y familia se parcializa en dos miradas, el temor a la soledad y desde este temor el nacimiento de un deseo de comunidad que combata este sentimiento de soledad, genere espacios de protección y promueva el amor fiel y desinteresado, contra la idea temerosa de ser atrapados en una relación que limite las “libertades individuales” y en la cual los sueños y aspiraciones personales deban ser postergadas e incluso olvidadas. (AL 34.)

“Valen más dos juntos que uno solo, porque es mayor la recompensa del esfuerzo. Si caen, uno levanta a su compañero; pero ¡pobre del que está solo y se cae, sin tener a nadie que lo levante! Además, si se acuestan juntos, sienten calor, pero uno solo ¿cómo se calentará? Y a uno solo se lo domina, pero los dos podrán resistir, porque la cuerda trenzada no se rompe fácilmente”. Eclesiastés 4,9-12 Foto: Cathopic

Foto: Cathopic

Ante estos temores tan evidentes en nuestra sociedad, se hace importante resaltar dos aspectos; el primero de ellos, la importancia del valor personal e individual, la dignidad del hombre y su tarea transformadora en medio de la sociedad, situación que requiere el reconocimiento de sí mismo como elemento fundamental para poder darle un reconocimiento y lugar al otro, en la propia existencia. Trabajar en sí mismo implicará potenciar al yo, los proyectos y las visiones de la propia vida y permitirán entender cuál es el papel del otro en mi proyecto de vida. Un segundo elemento es recordarle a la familia su fundamental papel en el desarrollo humano y su

incidencia en la configuración de la personalidad y las conductas del individuo, su rol trascendente

de apoyo incondicional y acompañamiento a los miembros de la casa; al volver la familia a su primera misión, a aquella realidad para la que ha sido creada, su papel social logrará mostrarle al mundo que esta entrega generosa y responsable justifica las razones y motivaciones para que las personas quieran decir Sí a la familia, Sí al matrimonio como opción de vida a través de una disposición abierta a responder al llamado que Dios le hace de ser una comunidad abierta a la vida y al servicio del hombre.

16| Diciembre

Foto: Cathopic


SOCIAL

Por: John Duharol Rojas García – Psicólogo, Pastoral Social

Adviento es un término que para los cristianos significa tiempo de preparación para la navidad, es decir, preparación para recibir y celebrar el nacimiento del niño Dios. Es una época de recogimiento y reconciliación; celebrar estos días de gloria presenta a las comunidades del Oriente antioqueño la ardua labor de reconocer las condiciones particulares de la región en cuanto al relacionamiento comunitario, el desarrollo de las potencialidades geográficas, de vocación y uso de las tierras y la historia del territorio con sus conflictos, entre otros tópicos que albergan en los imaginarios colectivos de la región, una historia de dolor y resentimiento, que reta a los pobladores del Oriente antioqueño a sanar, a recogerse en reflexión y amor, a no cerrarse a la experiencia de reconciliación, a construir caminos de reencuentro con los hermanos, para convertirse en artesanos de la paz, generando espacios de sanación colectiva que encamine a las comunidades hacia un futuro lleno de anhelos y sueños hechos realidad.

Es necesario reconocer a los otros realmente hermanos y se debe aprender a convivir con todo el dolor que han provocado y han debido soportar las personas, las familias y las comunidades, acogiendo el llamado del papa Francisco de aprender a perdonar, no como renuncia a la justicia, sino, al contrario, el perdón y la reconciliación como forma legítima de exigir la verdad, la justicia y la reparación, no desde sentimientos de venganza, sino como camino de construcción de paz y de edificación de sociedades más justas, más solidarias y que entienden la realidad del prójimo y son capaces de aceptarlo como lo que es la humanidad entera: “todos hermanos”. Para la región, el reto es aprovechar el tiempo de navidad -y todo el año- para reflexionar y tejer hilos de esperanza y reconciliación para caminar hacia la región soñada, donde sea posible para todos vivir en paz y disfrutar del amor y la armonía que trae a los corazones el tiempo de la navidad.

En una región con tantas riquezas naturales y tan golpeada por las distintas manifestaciones de la violencia, y donde pugnar con la crisis socio-ambiental que afecta al planeta y a la humanidad, tiene como reto de la reconciliación y el camino hacia la construcción de paz. Este camino es intenso, requiere de un gran esfuerzo por parte de cada uno de los habitantes del territorio para superar las confrontaciones y construir una nueva historia de pueblo y de región.

17| Evangelizar


Sandra Lucia Espinal López Mg. en Educación con énfasis en DDHH

La época navideña es quizás una de las más anheladas y esperadas por todos, se respira un aire de alegría, afecto y deseos por un mundo mejor, es recordar valores como la unión, la paz, la solidaridad y la esperanza; sin embargo, muchos han venido desvirtuando esta celebración religiosa en la que los cristianos conmemoramos el nacimiento de Jesucristo, puesto que se desbordan los gastos, las familias se endeudan para adquirir juguetes, ropa, electrodomésticos, con tal de cumplir la exigencia consumista de comprar sin medida, respondiendo a una economía desmedida que busca compradores afanosamente, generando una serie de necesidades que no se tienen. El papa Francisco ha venido sembrando una propuesta: “hacer un ‘pacto’ para cambiar la

economía actual y dar un alma a la economía del mañana”. El Pontífice insta a los economistas y empresarios del mundo, a “estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda” con el objetivo de poner en marcha “un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad”. La labor que nos propone esta economía es que toda persona y toda organización tienen la oportunidad de generar tejido social, de cultivar esperanza, y de compartir oportunidades con el otro. Esa es una respuesta para la situación que estamos viviendo como sociedad. Esa debe ser nuestra apuesta.

“Vuestras universidades, vuestras empresas, vuestras organizaciones son canteras de esperanza para construir otras formas de entender la economía y el progreso, para combatir la cultura del descarte, para dar voz a los que no la tienen, para proponer nuevos estilos de vida”. La comunión significa trabajar en equipo e intercambiar ideas entre todos los miembros de una determinada comunidad para fomentar su mejoramiento y crecimiento, es decir, poner en común y compartir las ideas de cada persona y, luego, unir dichas ideas para crear estrategias en pro del otro y, por ende, del territorio. La economía de comunión tiene 3 pilares: El diálogo, la confianza y la reciprocidad. El diálogo facilita, dar un lugar importante a la palabra. Hoy en día se le pide a la mayoría de las personas ser dialógicas, porque todo es comunicación, para solucionar un inconveniente, para dar opiniones, para sugerir algo se necesita del diálogo, respetuoso y solidario. La confianza es indispensable para ser empático con el otro y, así, entenderlo. La confianza sirve para crear relaciones con las personas. La reciprocidad es invertir en el bienestar de las personas e identificar cuál es el papel de éstas en el impacto que se quiere conseguir.

Así pues, la invitación para esta navidad, es a generar una nueva cultura económica ‘la cultura del dar’, que es completamente diferente a la ‘cultura del tener’, evitar una economía individualista y privilegiar el ser humano como centro del amor “cooperando en la construcción de un mundo más unido, impulsado por la oración”.

18| Diciembre


MISIONERA

Por: Pbro. Nelson Danilo Gómez Giraldo Vicario Parroquial San Cayetano, La Ceja

¿Qué comen en Colombia? ¿Cuál es el deporte favorito? ¿Cómo suena la música allí? ¿Es el país plano o montañoso? ¿Cómo viste la gente? Estas y otras muchas preguntas brotan de los labios de los nativos de un país cuando llegas nuevo como extranjero, y más aún cuando vas a hacer una experiencia de misión. Inmediatamente experimentas diferencias notorias y relevantes cargadas de emociones y sentimientos que se impregnan de un modo casi natural y espontáneo. Por ejemplo, los saludos con sus gestos que son característicos: el asalamualenko (musulmán), el Jisu Pronam (cristiano), nomoskar (saludo genérico)... Vivir en el sur del Asia, en Bangladesh, por ocho años, afecta enormemente la persona en su integridad. He aquí algunas lecciones aprendidas. Aprendes la calma y la libertad de espíritu en la tarea apostólica, a saber esperar que Dios haga su voluntad en mí y en todas sus creaturas. Aprendes a compartir con personas de tantos lugares con diferencias enriquecedoras: africanos, italianos, españoles, latinoamericanos, bengaleses de diferentes etnias, etc. Aprendes a liberarte de los prejuicios ante las personas, no juzgando, sino acogiendo con apertura de espíritu y capacidad de diálogo lo verdadero, bello y bueno de los que encuentro. Aprendes que cada momento de la vida es un motivo para evangelizar y dar a conocer la belleza del Evangelio, bien sea cuando visitas a las familias, cuando viajas, cuando descansas y cuando compartes la vida de cada día con los misioneros. Aprendes de la experiencia misionera de grandes testigos de la fe que caminan a nuestro lado, por ejemplo, el párroco, un Bengalese de la tribu Santal, el padre Boniface Murmu (muerto el 10 de julio del 2021), el padre Guglio Berutti, misionero italiano del PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras) por su amor a la gente, su capacidad de diálogo y discusión reflexiva con la comunidad. Aprendes de los niños a demorarse en la vida para gustar y saborear el momento presente compartiendo la vida sin los afanes y las prisas de los adultos.

Una preocupación para conservar siempre es el ser consciente de la tarea encomendada y de que no estás solo en esta tarea. Es necesario abrir el corazón a las mociones del Espíritu para lanzarnos a la aventura de amar y entregar la vida en la misión. Es más, lo que recibes, ¡créeme! Iba a la misión con la consigna de dar y darme. Pero recibí nuevos aprendizajes en lengua, cultura, modo de ver la vida, formas de celebrar la fe. Les invito a cada uno a ir donde el Señor nos llame; sin miedo, porque Él va con nosotros y nos da su Espíritu Santo para anunciar el gozo del Evangelio. Escuchemos nuevamente la llamada de Jesús y respondamos con un “sí” generoso como el que dimos el día de nuestra ordenación:

“Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán» (Marcos 16,15-18).

19| Evangelizar

Foto: Freepik


“Si en la navidad vemos como Dios descendió “de las estrellas” ¿No deberíamos nosotros bajar de nuestros pequeños pedestales de superioridad y de dominio, para vivir como hermanos, para ser servidores en serio?”


ILUMINACIÓN DOCTRINAL “... a los bautizados ”el sacramento de la Confirmación los une más intimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma quedan obligados aún más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y obras”. CEC 1285

El principal efecto del sacramento de la confirmación es la plenitud de la gracia del bautismo, de modo, que quien lo reciba, obtengan una mayor fortaleza para extender y defender la fe con sus palabras y con sus obras como auténticos testigos de Cristo (Cfr. CEC 1285). Esta realidad de la “plenitud” que proporciona el recibir el don del Espíritu Santo se evidencia en toda la obra lucana. Muchos personajes que menciona Lucas están “llenos” del Espíritu Santo como Isabel, Zacarías, Pedro, Esteban, Pablo, Bernabé (Cfr. Lc 1,41; 1,61; Hch 4,8; 6,5; 9,17; 11,24), incluso el mismo Jesús (Cfr. Lc 4,1). Y es por esta plenitud de Dios en sus vidas que son capaces de anunciar a Cristo con valentía, hasta el punto que muchos de ellos derramaron su propia sangre. De manera especial la expresión “Todos quedaron llenos de Espíritu Santo” (Cfr. Hch 2,4), engloba y sintetiza todo el misterio contenido en el Sacramento de la Confirmación: Quedaron Llenos: (έπλήσθησαν). Verbo en pasivo. Indica la gratuidad. Es un don y no algo que se auto proporciona. Además, manifiesta el carácter de plenitud y perfección propio del sacramento. (Cfr. CEC 1289) Todos: (πάντες). Este adjetivo manifiesta el carácter vinculante y universal de la confirmación. (Cfr. CEC 1287). De Espíritu Santo: (πνεύματος ảγίου). La razón fundamental del Sacramento. Lo que se recibe.

diosonrio

Diosonriocol


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.