Evangelizar 092 - Septiembre 2021

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ISSN 2590-8359 | No. 92 SEPTIEMBRE 2021


"La comunión nos abre y une a todos aquellos que son una sola cosa en Él. Este es el prodigio de la comunión: ¡nos convertimos en lo que recibimos!"


cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.

La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una de las advocaciones marianas de la Virgen María. Es equivalente también el

Foto: Cathopic

nombre de Virgen de la Misericordia.

Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen que funde una congregación liberadora. Según la leyenda, la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que el y sus compañeros estaban ya haciendo. La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes, expuestos a perder la fe.

Nolasco le dice a María:

“¿Quién eres tú, que, a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mí?”

El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.

“Yo soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la profecía de Simeón, cuando ofrecí a mi Hijo en el templo: “Mira que este ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”

Historia:

Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos.

“¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?”

Año 1203. El laico, Pedro Nolasco inicia en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero, forman cofradías para recaudar la "limosna para los

“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregación en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos."

Asesor General Mons. Fidel León Cadavid Marín

Consejo Editorial Delegados de Pastoral

Fotografía y Corrección de Estilo Javier Ocampo Zuluaga

Director Pbro. Hugo A. Zuluaga Salazar

Coordinador General Vicaría de Pastoral

Diseño y Diagramación Joseph Henao Bedoya

Sugerencias diseno@diosonrio.org.co vipastoral@diosonrio.org.co

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Dirección Diócesis de Sonsón Rionegro Curia Episcopal: Calle 51 No. 47 - 31 Tel: (034) 531 52 52


Por: Pbro. Iván de Jesús Marín Párroco María Auxiliadora, Marinilla

Un buen lector del I Corintios 7, lo primero que advierte en esta singular temática acerca del matrimonio y el celibato (virginidad), es que, este capítulo es apenas una respuesta a preguntas llegadas a Pablo (“en cuanto a lo que me habéis escrito…”) de parte de algunos creyentes inquietos por malos entendidos acerca de su posición frente a este orden de cosas. ¿Por iniciativa de ellos mismos o por estar influenciados por aquellos que no comparten su predicación? ¡No lo sabemos! De ahí se desprende la limitación para poder interpretar correctamente su exposición. Tratándose de temas de moral sexual matrimonial, es muy valiente y sorprendente su afirmación: “Esta bien al hombre abstenerse de mujer”. ¿Habla Pablo desde su misma experiencia personal? ¡No lo sabemos! Esta afirmación resulta revolucionaria, por no decir escandalosa, para todo militante de la ley mosaica. Por eso, algunos autores han imaginado a Pablo casado (como buen judío) antes de su adhesión Jesucristo, otros hacen del apóstol un viudo y otros los ven como un divorciado. Ciertamente, cuando no se tiene dato preciso, toda posición es posible, ¡pobre condición, la nuestra! Lo cierto es que el texto en mención se esfuerza sobremanera en resaltar el valor de este estado, aunque para nosotros, tan distantes de la época del escrito, sea difícil percibir lo que quieren expresar las razones que ofrece: “La inminente necesidad” (1co 7,26); los que se casen “tendrán tribulación en la carne” (1co 7,28); “El tiempo es corto” (1co 7,29); “Que cada cual permanezca en el estado que lo llamó el Señor” (1co 7,17); “A los solteros y a las viudas que se queden como yo, pero si no son capaces de aguantarse, que se casen” (1co 7,9), etc. Los creyentes de la primera generación cristiana estaban convencidos de que estaban viviendo la última etapa del mundo. Creían que la venida del Señor “estaba a la puerta”, este era evidentemente el mismo pensar del Apóstol por los años 50-55. Por eso, al pasar los días, los meses y los años, y el Señor no venir, él apóstol mismo tuvo que hacerle reajustes a su mensaje,

y en concreto, a dicho tema. Con estas breves pinceladas nos podemos arriesgar a decir que aunque Pablo aconseje con vehemencia el celibato para los creyentes en Jesús, no lo hace por menosprecio a la mujer. Si el Apóstol, a lo largo y ancho de sus cartas (tanto las proto-paulinas como las deutero-paulinas), reubica un tanto el papel o la condición de la mujer (Iglesia y sociedad), no lo hace por burda misoginia, sino por las condiciones ambientales y culturales de aquella época que se muestran hostiles e incomodas frente a la libertad del anuncio evangélico. Por eso, si se observa bien su pensamiento, las ventajas y desventajas entre el varón y la mujer son simétricas. “En Cristo no hay distinción entre hombre y mujer” (¡los dos son libres!). Cf. Gálatas: 3, 28. Tampoco propone el celibato por menosprecio al matrimonio. Incluso es bien enfático cuando se oculta mostrando, ante todo y sobre todo, el mandamiento del Señor rechazando el divorcio. Los versículos 1co 10-11 son un verdadero eco al mandato del Señor expresado en Mc: 10,2; Mt: 19,1-9 y Lc: 16,18). Así que esta discusión es baladí. Por último, la opción por el celibato es un “carisma”, un don particular de la gracia, del que solo Dios puede tomar la iniciativa (cf. 1co 7, 7). El ser célibe tiene la garantía de que el creyente solo vive para el Señor y su servicio (1co 7,32ss). Globalmente, la afirmación sobre el valor del celibato es una ruptura frontal respecto a la legislación judía del momento; en esta se acentuaba tanto el valor de la fecundidad carnal, que la vida en continencia sexual era un despropósito abusivo (¡solo el profeta Jeremías se atrevió a tanto!). Siguiendo al Señor Jesús, afirmó la legitimidad del celibato como disponibilidad para el Reino de Dios (Cf. Mt: 19,12), Pablo rechaza la visión totalitaria judía, convirtiéndose, de este modo, en el abanderado de una gran libertad. Ahí tienen la respuesta los cristianos judaizantes que no se reponen a que la ley judía ya no esté en el centro de las pequeñas comunidades paulinas. También habrá otros, que es mejor no mencionar.

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Padre Nuestro, padre de todos El encuentro con el otro es también un encuentro con Cristo y con el Padre. Un padre que es de todos, y que a todos acoge como hijos. De ahí que la oración cristiana fundamental sea el Padre Nuestro. Oración que todos nos sabemos, grandes y chicos, la que rezamos en la casa, en el colegio, en la Misa.

“Aquel mismo día iban dos de ellos” Lc 24,13

El gesto de Paz, construye fraternidad

El Padre nuestro es la oración que nos enseñó Jesús mismo, ante la petición de los discípulos: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Es la oración de un hijo que se dirige a su Padre con confianza filial; esta filiación divina nos une a Cristo, «primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8, 29), y nos hace a todos hermanos unos con otros.

De ahí que el primer gesto de comunión, en la celebración, sea el El segundo gesto de comunión rezar juntos esta oración de filiación y fraternidad, que nos conduce es el gesto de paz, al que se a la comunión universal. invita antes de recibir la comunión sacramental; podría decirse que se ha adelantado lo que implica comulgar el Cuerpo de Cristo, que no es otra cosa que crear fraternidad y unidad. Este gesto litúrgico tiene antiguas raíces y ha formado parte de la misa desde sus comienzos. Lo que se conoce como “señal de la paz”, la Iglesia antigua llamaba “ósculo o beso de la paz”. En la cultura mediterránea de entonces era (y sigue siendo) costumbre saludar a familia y amigos con un beso en la mejilla. Hoy (y más desde la pandemia) se invita a tener un gesto en el que se reconozca que el otro es merecedor de paz. Recuerda a los fieles que, para estar en total comunión con Cristo, primero es necesario “amar al Señor con todo el corazón y con toda el alma, y con todas las fuerzas, sin olvidar amar al prójimo como a uno mismo” (Mc 12,30-31). Por lo tanto, este gesto está encaminado a señalar la necesaria disposición de un corazón en total apertura para recibir a Cristo eucaristía.

Comulgar es hacernos uno con Jesús La palabra latina "communio", acción de unir, de asociar y participar, evoca en el ámbito eucarístico la participación de los fieles en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Después de que Cristo se ha dado como palabra salvadora, ahora se quiere hacer alimento para el camino de la vida terrena y como garantía de la eterna. Se comulga para hacerse uno con Jesús; es decir, para que el creyente configure la vida según la vida del Señor, aprendiendo su modo de proceder. Este gesto de comunión, es el culmen del rito propio en el que los fieles son invitados a participar, creando fraternidad eclesial; además, de unirse a Cristo, participando de su Cuerpo es también lo que construye la comunidad, pues, “un pan y un cuerpo somos, ya que participamos de un solo Pan" (1 Cor 10,16-17).

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LITÚRGICA

Por: Pbro. Carlos Andrés Giraldo Gómez Formador Seminario Nacional Cristo Sacerdote

Hay que iniciar diciendo que no somos lo suficientemente curiosos, o mejor, que hemos perdido capacidad de asombro ante las cosas. En efecto, nos asombramos de pocas cosas, o al menos hemos dejado a un lado el asombro por las cosas importantes. Una de las realidades que ha caído en el olvido de la sana curiosidad de conocer, es la liturgia de la Iglesia. Hoy importan más los shows de medio tiempo de eventos deportivos como los juegos olímpicos o mundiales de fútbol, que los eventos religiosos y las liturgias que le son propias. Constatamos cómo las liturgias seculares, tomando el puesto de aquellas religiosas, sacian la altísima demanda de sentimientos y emociones de los consumidores de espectáculos que son ofrecidos por la industria del entretenimiento. Las consecuencias de este fenómeno necesariamente desembocan en un cambio de sensibilidad. En efecto, se pasa de lo que podríamos llamar sensibilidad espiritual por lo sagrado, a una sensibilidad desbordada por lo mundano.

Foto: Freepik

No nos enfocaremos en criticar esta problemática, pero sí buscaremos proporcionar algunas ayudas pedagógicas para la solución de dicho conflicto, ¿de qué modo?, volviendo a

lo fundamental de la liturgia: Dios y su gloria, en primer lugar; y como consecuencia de ello, la salvación que recibimos a través de la acción litúrgica. En efecto, a través de la liturgia experimentamos la presencia concreta de Dios que guía y acompaña a su pueblo, amorosa, sabia e incansablemente. Volviendo a la idea inicial, son pocos los que hoy se preguntan por el sentido de la rica simbología cristiana – manifestada particularmente en el culto divino – ¿Por qué suenan las campanas del templo?, ¿por qué cantamos mientras el sacerdote ingresa procesionalmente?, ¿y tantos saludos de parte del sacerdote dentro de la Misa, para qué?, ¿estar de pie, sentados o de rodillas tiene algún significado?, ¿por qué se usan tantos colores, aromas, adornos, gestos, etc?, ¿el rito litúrgico en su conjunto tiene una función específica o se trata de mero ritualismo? A tales preguntas, podríamos responder de un modo sencillo, destacando la función educativa de la liturgia. En efecto, es en la celebración de la Eucaristía en donde el pueblo cristiano manifiesta su amor a Dios con corazón latiente y se reconoce a sí mismo, más allá de los angostos y, sin embargo, necesarios límites de la ritualidad, porque la liturgia no es solo lo que hace el hombre, sino lo que hace Dios en el hombre, para que este llegue a la estatura de Cristo (cfr. Ef 4,13). Iniciamos, pues, una serie de catequesis que se preocuparán por proporcionar ayudas catequéticas y pedagógicas para entender mejor el rito eucarístico y su función educadora de la personalidad humana. Podría parecer algo ambicioso el adentrarnos en esta temática, sin embargo, los motivos para realizar esta serie de catequesis están más que justificados si queremos adentrarnos en la riqueza espiritual y simbólica de la liturgia eucarística y de paso, crecer en la vida cristiana, dejándonos educar por ella.

1 BENEDICTO XVI, Mensaje a los participantes de la LXII Semana Litúrgica Nacional Italiana, Trieste, 22 al 26 de agosto de 2011.

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La piedad popular es fe inculturada. Uno de los mayores valores de la religiosidad popular reside en que es una expresión de la fe en la propia cultura, con el lenguaje, los símbolos y los gestos del entorno cultural. Como subrayó San Juan Pablo II, “una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no enteramente pensada y fielmente vivida” Cuando la fe se ha hecho cultura, tiene mayor capacidad de penetrar en la vida de los pueblos. La religiosidad popular es una forma básica de inculturación de la fe. “La religión es también memoria y tradición, y la piedad popular sigue siendo una de las mayores expresiones de una verdadera inculturación de la fe, pues en ella se armonizan la fe y la liturgia, el sentimiento y las artes, y se afianza la conciencia de la propia identidad en las tradiciones locales”. Ha recordado Evangelii Gaudium: “En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo” [ E.G. 27].

La religiosidad popular está protagonizada y animada en la mayoría de los casos por laicos, que están llamados a ser protagonistas insustituibles de la nueva evangelización. Debemos valorar, respetar y promover que sean los laicos quienes intervengan como actores en la vida de la Iglesia. Generalmente se trata de laicos organizados en asociaciones de fieles (Cofradías, Hermandades, Mayordomías, sociedades), lo que les abre un importante espacio en la vida de la Iglesia.

La religiosidad popular es expresión pública y compartida de la fe cristiana. Reivindica que lo religioso no puede ser reducido al ámbito de lo privado, de la intimidad de las personas. La fe necesita expresarse públicamente. La piedad popular ha sido, en muchas ocasiones un medio providencial para la conservación y transmisión de la fe. A través de las prácticas de piedad popular muchos cristianos han mantenido y expresado su fe. La transmisión de padres a hijos de estas formas de religiosidad conlleva la transmisión de los principios cristianos [E.G. 28].

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https://www.diocesisoa.org/wp-content/uploads/2016/11/texto_integro_religiosidadpopular.pdf

La religiosidad popular es una manera de expresar la identidad de un pueblo, que se halla vinculada a la fe cristiana. Las prácticas de esta religiosidad pueden ayudar a que nuestros pueblos recobren sus raíces religiosas. Las diversas manifestaciones de la piedad popular sirven para expresar el “alma” de un pueblo. Todas ellas generan sentimientos de pertenencia, de identidad y de cohesión. Las prácticas de religiosidad popular nos hacen conectar con lo que hemos recibido de los mayores, con la tradición, como medio en el que podemos desarrollarnos y crecer como seres humanos.


Diana Milena Sánchez Idárraga Notaria Tribunal Eclesiástico

Fases del proceso de

Continuando con las fases del proceso de nulidad matrimonial, nos adentramos en unos puntos de suma importancia: La notificación de la demanda a la parte conventa, establecimiento del dubio, determinación del tipo de proceso y el nombramiento del Tribunal colegiado.

Notificación de la demanda a la parte conventa: Una vez admitida la demanda por parte del presidente del tribunal, esta será notificada al cónyuge de quien presentó la demanda del matrimonio; dentro del proceso, esta persona será llamada parte conventa (que significa, parte a convenir). Se le hace claridad que está demandado es el vínculo matrimonial y que a partir de ese momento se iniciará con el estudio para determinar si el matrimonio se declara nulo, o es un matrimonio válido. La parte conventa leerá punto por punto la demanda del matrimonio, al finalizar la lectura de la demanda, la persona indicará si está de acuerdo con el proceso de nulidad, si tiene algo que objetar o agregar frente a lo leído y si está de acuerdo con los testigos propuestos; se finaliza la notificación preguntando por su interés de participación. La respuesta positiva o negativa no impide que el proceso de estudio de la nulidad continúe su curso; si se niega en hacer parte del proceso, se le declarará ausente y deberá someterse a la justicia del tribunal. Una vez cumplido este paso, se le informará al vicario judicial, quien deberá proceder con el establecimiento del dubio (posibles causales de nulidad que se estudiarán), tipo de proceso y nombramiento de tribunal colegiado.

Establecimiento de Dubio: El vicario judicial deberá determinar las causas de nulidad que se estudiarán dentro del proceso; estas se establecen, según la demanda presentada por la parte actora y la notificación Foto: Freepik realizada a la parte conventa. Las causales pueden ser por impedimentos para contraer, vicios de consentimiento, incapacidad para consentir o fallas en la forma canónica.

Tipo de Proceso: Se determinará la calidad del proceso como juicio ordinario o breve de acuerdo al análisis del libelo de demanda (texto con la solicitud).

Nombramiento de Tribunal Colegiado: El vicario Judicial constituye el tribunal colegiado que ha de estudiar la causa hasta la sentencia definitiva. Se nombra un presidente, quien actuará en todos los pasos del proceso y dictará la sentencia definitiva; se designan dos conjueces, quienes, una vez recopiladas todas las pruebas, emitirán su juicio; también se constituye un defensor del vínculo y promotor de justicia, cuya función corresponde a la elaboración de cuestionarios a las partes, revisión de las declaraciones presentadas, conclusión frente a estas; también podrá sugerir la intervención de un peritaje psicológico y podrá apelar a la decisión de la sentencia definitiva; finalmente, se nombra un notario, quien deberá estar presente en cada uno de los pasos del proceso, recopilará la información debida y hará las notificaciones pertinentes.

Foto: Freepik

Después de procurar los pasos anteriores, se transmite la causa al defensor del vínculo, para que se sirva elaborar los cuestionarios para presentar las declaraciones juramentadas a las partes. Este paso lo profundizaremos más adelante.

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DOMINGO 05 DE SEPTIEMBRE VIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “Jesús proclamaba el evangelio del reino y curaba toda dolencia del pueblo” Primera Lectura: Libro de Isaías 35, 4-7 Salmo 14: “Alaba alma mía al Señor” Segunda Lectura: Santiago 2, 1-5 Evangelio: San Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN Según el relato, de camino por la región pagana, le presentan a Jesús un “sordo”, ¿Quiénes llevan al enfermo? Quizá personas favorables a la propuesta de Jesús. Según Mc 1,9, hasta ahora solo los ángeles, aceptan el anuncio y le colaboran a Jesús. El sordo es también “balbuciente”, no logra comunicarse de manera suficiente. Esta palabra griega aparece una sola vez en la Biblia de los LXX, en Isaías 35,6 (la lengua del balbuciente gritará de

alegría), para indicar el nuevo éxodo en el retorno de los judíos de la esclavitud (destierro) en Babilonia. Con base en esta cita, el texto de Marcos asume un contexto de liberación y afecta toda la persona. “Le piden a Jesús que le imponga las manos”, y Jesús no le impone sus manos, más bien, lo lleva a un lugar aparte. En siete ocasiones Marcos usa este adverbio “aparte”, y, de ordinario, se refiere a los discípulos, a su incomprensión, como en esta ocasión. Jesús aparta al enfermo de la gente y realiza una acción un tanto “fuerte” (¿violenta?), “desliza” su dedo en los oídos del sordo. El término griego “hôta” que identifica el órgano físico, y con la saliva -aliento condensado según la mentalidad de la época, imagen del Espíritu- le tocó la lengua. Mira hacia el cielo (el cielo se comprende como el deseo de comunión con Dios) y emite un suspiro. Única vez en el Nuevo Testamento que Jesús suspira de este modo (exestanaxen), porque la resistencia de sus discípulos queda bien representada en este sordo balbuciente, y dice “effatá”. Effatá es un término arameo, cuando Marcos lo usa concierne a cristianos venidos del judaísmo, no es para los paganos o gentiles. A estos cristianos de tradiciones judías, la comunidad de Marcos les dice, en imperativo, “ábrete”: “abran sus mentes y sus corazones”. Se trata de abrir no solo los oídos, sino toda la persona, hasta ahora terca y de dura cerviz. Y de inmediato, dice el texto, se abrieron sus oídos. Antes usó la palabra griega hôta, ahora usa el término griego akoaí, que remite a la “escucha”, verbo central en el credo de Israel. La enfermedad de este sordo va más allá de su estado físico, no escucha, no comprende, no hay un sordo más terco que quien no quiere comprender. Al enfermo se le suelta el nudo de su lengua y habla de modo correcto. Una cita de Isaías 35,6: “Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se abrirán los oídos de los sordos, el cojo saltará como un ciervo y gritará de alegría la lengua del mudo”. La acción de Jesús es una obra de “liberación”. La incapacidad de exponer el anuncio es la incapacidad para escuchar; los discípulos no escuchan a Jesús. Ellos deben hacer un camino, un éxodo, salir de la esclavitud de su mentalidad ancestral para entrar en la novedad del Reino (Jesús de Nazaret).


PAUTAS DE REFLEXIÓN

DOMINGO 12 DE SEPTIEMBRE VIGÉSIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “Tú eres el Mesías. El hijo del hombre tiene que padecer mucho” Primera Lectura: Primer Libro de Isaías 50, 5-9 Salmo 115: “Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos” Segunda Lectura: Carta de Santiago 2, 14-18 Evangelio: San Marcos 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Tomando la palabra Pedro le dijo: «Tú eres el Mesías». Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará» Palabra del Señor

Jesús de Nazaret amonesta a sus discípulos, “ustedes tienen ojos y no ven, tienen orejas y no oyen”, pues los eventos anteriores con el ciego y el sordomudo, imágenes de la resistencia de los discípulos al Evangelio del cual Jesús es testigo, no los hacen reaccionar de manera favorable. Jesús les pregunta quién es Él para la gente y para ellos como discípulos. Las respuestas aún son incompletas. Pero Jesús les revela su Pascua final en Jerusalén. Un anuncio imposible para Simón Pedro, aferrado a la imagen de un Mesías triunfante. Pedro aparta a Jesús y lo regaña (el verbo usado por Jesús con quienes tienen un espíritu malo), cuanto Jesús dice, según Pedro, no proviene de Dios, sino de un demonio. En el texto el nombre de Pedro se cita Foto: Freepik tres veces, es un rechazo completo. La ideología de Satanás, del poder, el éxito, le impide a Pedro acoger al Mesías propuesto por Jesús. Jesús da media vuelta, mira a los discípulos y regaña a Pedro, y en él a todos los que comparten esa mentalidad tradicional: Vete detrás de mí, Satanás. Jesús llama a Pedro “Satanás” porque desvía el proyecto de Dios para la humanidad, tienta a Jesús, hace vano el testimonio del Maestro. Satanás en el Evangelio de Marcos es imagen del poder, el éxito, el reconocimiento. La semilla del evangelio (Mc 4,4) se la comen las aves. Pero Jesús no prescinde de Pedro, no rompe con él, lo invita al seguimiento, le ofrece una nueva oportunidad. Pedro no traza el camino de Jesús, es el Maestro quien marca el sendero y Pedro debe seguir a Jesús, no al contrario. Pedro no piensa como Dios, sino como los hombres. Jesús muestra, por vez primera en Marcos, el paso inevitable por la cruz. Si los discípulos siguen a Jesús por ambición, poder, prestigio, fama… aquí se estrellan. Serán despreciados por las autoridades judías, rechazados por la sociedad, quedan sin ningún apoyo como quien carga la cruz, desnudo y cuando pierde los apoyos. Y asoma un condicional: “Si alguno quiere seguirme” renuncie a los ideales del éxito “eleve su cruz”. En los evangelios no es Dios quien da la Cruz, al contrario, es asumida por las personas. La Cruz no es la muerte en Cruz. Es el momento en el cual el tribunal condena al acusado a esta tortura y porta el madero para su muerte (patíbulo o la Cruz, según el caso). El condenado tomaba el camino hacia el calvario, acompañado por el verdugo, atravesaba la ciudad en medio de los insultos de la gente, solo, despreciado, abandonado: esta es la Cruz. Ya no se teme el qué dirán. Ya no hay reputación, fama, honores. No es una imposición, sino una consecuencia del seguimiento. Según Jesús, vivir para él, incluso cuando hay desprecio, rechazo de la sociedad, no es un desastre ni un fracaso, sino la realización de la persona en el servicio y en la solidaridad.

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DOMINGO 19 DE SEPTIEMBRE VIGÉSIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz” Primera Lectura: Libro de la Sabiduría 2, 12.17-20 Salmo 33: “El Señor sostiene mi vida” Segunda Lectura: Carta de Santiago 3, 16-4.3 Evangelio: San Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado». Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN En los pasajes de san Marcos que oramos y leemos estos últimos domingos asoma un denominador común: a los discípulos les cuesta aceptar la propuesta de Jesús. El Maestro atraviesa Galilea con los suyos y les enseña sobre “el Hijo del hombre”, una expresión que recoge al ser humano cuando entra en la condición divina (cf. Dn 7,1-13.18.22). A su vez, Jesús

es el Hijo de Dios en cuanto presenta a Dios en su condición humana. Jesús se sienta (kai kathisas, v35), en actitud de Maestro que enseña, y llamó a los doce ¿Por qué los llama? Y ¿en una casa de aldea, quizá muy pequeña? El evangelista pudo escribir: Jesús les dijo... Pero no, el evangelista afirma: Jesús los llamó. Porque los doce lo acompañan, pero no lo siguen; van con Jesús, pero no asumen el proyecto en sus vidas. Están allí de manera física, pero su mentalidad es opuesta ciento ochenta grados. Jesús los llama porque ellos están “lejos, distantes de su maestro”. Jesús de Nazaret es el Dios que por amor se pone al servicio de todos los seres humanos. El Hijo del hombre vino no a ser servido, sino a servir y a entregar la vida por todos (Mc 10,45), mientras los discípulos piensan gobernar y administrar. Jesús llama a los doce porque están muy, pero muy lejanos de la propuesta de su maestro. Para Jesús, y él es así, el primero es el último de todos y el servidor de todos, y quien vive así es la persona más cercana, semejante e idéntica a Jesús. En la comunidad de los seguidores de Jesús no caben las ideas de grandeza, mando, dominio… no hay personas más importantes, ni más grandes, ni superiores, sino personas cercanas -semejantes- a Jesús. ¿Quiénes? Quienes se ponen al servicio de todos y de manera libre y voluntaria ponen su vida, dones, cualidades, competencias, habilidades al servicio de los demás. Jesús tuvo que llamar a los doce, pero, junto a él estaba un niño. ¿Qué hace un niño allí? El evangelista usa la expresión griega paidion, es decir, una persona que por edad o por su rol en la sociedad es el menos importante; alguien chico, imagen clara del seguidor de Jesús, quien se hace el último entre todos. Jesús lo puso en medio, es el puesto de Jesús cuando les enseña a sus discípulos. Quien es menos importante, pero se hace servidor de todos, ocupa el lugar de Jesús. Jesús de Nazaret se identifica con los últimos de la sociedad. No se trata de niños en edad, sino de personas humildes servidores de los demás, que encarnan el retrato nítido del discípulo misionero y servidor. Según Jesús, donde hay una persona que por amor (agápe, oblación) se pone al servicio de los demás, en este ser humano se manifiesta la presencia de Jesús y la presencia de Jesús es la misma de Dios, su Padre. Una persona puesta al servicio de los otros es el único y verdadero santuario del cual se irradia el amor de Dios.


DOMINGO 26 DE SEPTIEMBRE

PAUTAS DE REFLEXIÓN

VIGÉSIMO SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te induce a pecar, córtatela” Primera Lectura: Libro de los Números 11, 25-29 Salmo 18: “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón” Segunda Lectura: De la carta de Santiago 5, 1-6 Evangelio: San Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la gehenna. Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la gehenna, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Palabra del Señor

Jesús de Nazaret les dio a sus discípulos la capacidad y poder sobre los espíritus impuros (Mc 6,7), es decir, liberar a las personas de las ideologías que impiden acoger el Evangelio. Los discípulos no aprovechan esa capacidad y, además, con arrogancia, prohíben a otros intentarlo. Juan con su hermano Santiago, hijos del Zebedeo, apodados por Jesús “hijos del trueno” (en arameo, Boanerges) (Mc 3,17), amigos del fuego y la destrucción, fanáticos incluso de la violencia, le dicen a Jesús: Vimos a uno expulsar demonios en tu nombre. En nombre de Jesús no significa usar la fórmula del “nombre de Jesús”, sino, identificado con Jesús. Y nosotros, dicen los hermanos, se lo prohibimos, porque no nos sigue. Juan no dice: “porque no te sigue”, sino “no nos sigue”. Estos discípulos quieren a todos los seguidores de Jesús en un único grupo. Jesús, en su respuesta, amplía el horizonte de su comunidad, dice: “no prohíban”, es un imperativo, porque nadie obra con mi fuerza -en mi nombre, identificado conmigo- para luego hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor. Para Jesús hay discípulos que obran bien y asumen el proyecto del Padre sin estar en este grupo de los doce, que afirma tener el monopolio del testimonio del Evangelio. Imposible olvidar que algunos discípulos van con Jesús (los doce, los setenta y dos), otros siguen al maestro desde sus casas (Marta, María, Lázaro, Zaqueo…), otros están por un tiempo y regresan a su trabajo (el curado en Gerasa). Y Jesús invita a sus discípulos a identificarse con Él: quien les dé a beber un poco de agua, porque son de Cristo, no perderá su recompensa. La presencia de Jesús y del Padre es la recompensa para quienes lo acogen. Jesús estaba hablando del servicio (Mc 9,37), cuando Juan lo interrumpió (Mc 9,38). Ahora, Jesús retoma el argumento (Mc 9,42): si alguien escandaliza, hace tropezar como con una roca, hace caer por tierra a uno de estos pequeños (micrón, en griego), las personas anuladas, marginadas e insignificantes para la sociedad, adultos adheridos a Jesús, personas para muchos sin importancia, a estos individuos prepotentes dentro de la comunidad más les vale desaparecer de la asamblea. Las palabras de Jesús son una denuncia profética. Si ustedes hacen tropezar y caer a esas personas que ponen delante de la sociedad el amor servicial (agápe) y al mismo tiempo les hacen ver, entre ustedes que se dicen discípulos, rivalidad, ambición, peleas, divisiones… más vale que los lancen a ahogarse en el mar.

12| Agosto


Pbro. Sergio Urrego Marulanda Delegado de infancia y juventud

Aún hoy existen personas o facciones dentro de la iglesia que piensan que Dios anda buscando por todo el mundo hombres y mujeres intachables. Pero en realidad ¿qué está buscando Dios de

nosotros?

Puede sonar mal, escandaloso, podemos incluso vetarnos para no reflexionar sobre esto, pero la realidad es que nosotros, los discípulos de Jesús, los amigos de Dios, no somos capaces de vivir tal cual lo anunciamos, el “ideal” de vida cristiana que hemos creado. Y la verdad ¿Quién quiere hacerlo? ¿No resulta a veces agobiante la perfección que tratamos de obtener? ¿No parece frustrante la vara tan alta que hemos puesto para medir nuestra “santidad”? La fe que anunciamos debe liberar al ser humano, debe darle motivos para gozarse en creer… y la verdad en muchos momentos parece que esa fe nos frustra y nos lastima, pues no somos capaces de cumplir del todo con las expectativas. Hemos construido toda una maquinaria de “salvación” por méritos o por puntos, como si de una carrera de atletismo se tratara, en la cual la mayoría de participantes quedan irremediablemente descalificados.

Predicamos una perfección moral en la que mirar, sentir, admirar de más, se sanciona con las palabras “impuro” “indigno” “pecador”; pareciera que la menor falta de los sentidos nos sumerge inmediatamente en una de esas lapidarias categorías. Enseñamos a fraternizar a toda costa, incluso con quienes nos maltratan, cuando en muchos casos es suficiente con soltar, con dejar ir, con olvidar sin rencor a alguien. Es lamentable romantizar la fraternidad, como si fuese una exigencia llevarse bien con todos para poder ser catalogados como “buenas personas”. A veces se respeta más a alguien dejándole pasar, que obligándole a compartir.

Somos personas de actitudes cambiantes, podemos un día ser el mayor ejemplo de estabilidad emocional, mientras al otro no soportamos que nos cuestionen. Hay tiempos de vida en los cuales se desborda nuestra caridad, mientras que en otros nos gana la indiferencia. A veces tratamos a los demás con madurez y respeto y otras veces queremos “enviarlos a los infiernos”. Con justas excepciones, la gran mayoría de los mortales estaremos debatiéndonos entre actitudes contradictorias. Un día somos ejemplo de virtud y otro día somos prototipo del pecado. Cuando los discursos de una moral intachable, de una actitud equilibrada, de una caridad permanente y de una “santidad inquebrantable” se convierten en las condiciones para ser tenidos en cuenta por Dios, se deja a la mayor parte de la humanidad sin reales opciones de una vida de fe honesta. No existen las “vidas intachables” y si existieran, no serían el ideal cristiano. No se es creyente para alcanzar una perfección indiscutible en todos los niveles humanos. Hay que ir dejando atrás eso de la santidad entendida como superioridad.

¿Qué buscas en nosotros Señor? Es claro que no buscas perfecciones a la manera humana; no buscas santidades fingidas o actuadas; no buscas justos sin errores, buscas hijos que siempre regresen, aunque manchados, señalados y difíciles, pero que siempre regresen.

¡Señor, te encartaste!

porque innumerables pecadores siempre volveremos a ti.

13| Evangelizar

Foto: Cathopic


SACERDOTAL

Por: Bernardo Arley Aristizábal González Párroco El Espíritu Santo, Rionegro

La soledad es una realidad que viven todos los seres humanos y que tratan de evitar desde que tienen conciencia de sus relaciones con los demás, pues el hombre es un ser social y necesita de los otros, a pesar del egoísmo que siempre está latente en su corazón. La pandemia ha hecho ver cuánto se necesita de los demás y del contacto físico y afectuoso con los otros, la experiencia de encierro y de poco socializar ha hecho caer en cuenta cuán difícil es, como personas, estar encerrados y hacer un silencio productivo en esta situación, como en otras que la vida va poniendo en sus distintas etapas. Concretamente los sacerdotes están rodeados de muchas personas en razón de su ministerio en las parroquias e instituciones, pero muchos se sienten desanimamos y consideran que están solos por razones como: la vulnerabilidad en la que la sociedad los ha puesto ante denuncias irresponsables de algunos; la falta de afecto que muchos dicen sentir de las autoridades eclesiásticas en general y de sus propios compañeros en particular; los fracasos en proyectos pastorales y otros que no se realizan por diversas razones; el cansancio propio del ejercicio del ministerio por los años y el debilitamiento de la salud; el asumir la ancianidad donde se vive normalmente olvidados, cuando la mayor parte del tiempo fueron líderes de las comunidades, manejaban sus propios tiempos, decidían qué y qué no se hacía, etc.

Es claro que, en el camino de conversión, un cristiano cambia durante la vida muchas facetas que buscan identificarlo más con Cristo, pero la personalidad en esencia es la misma y ese deseo de ser protagonista difícilmente desaparece, esta fue la experiencia que vivió el apóstol Pablo cuando comprendió ante sus debilidades y su “famosa” espina en la carne, que el Señor le animaba: “Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad” (2Cor 12,9). Para algunos, su “espina en la carne” puede ser la soledad y a ejemplo de Pablo no se debe ocultar este “mal”; más bien, se debe identificar, sufrirlo y reconocerlo haciéndolo parte de sí, no maldecirlo, sino hacerlo un aliado que se convierta también en un camino de santidad. “Sería una estupidez que el creyente se replegara en sí, que se obstinase presuntuoso en una lucha desigual contra su mal, con sus puños y la ambición imbécil de echarlo fuera él solo”2. Pablo rogó al Señor por tres veces que le apartara esta espina, según comenta el mismo texto, la espina siguió en su carne, pero transfigurada por la gracia de Dios.

Ante estas circunstancias se puede reaccionar de dos formas: permanecer por años lamentándose en una queja que muchas veces resulta infructuosa o vivir auténticamente una forma de vida cristiana que no libera de la soledad, sino que la toma como don precioso, y saca Asumir la soledad en la vida como un don y no frutos de ella; en palabras de Henri J. M. Nouwen: como un “mal”, puede hacer que la existencia sea más serena, sin dejar por ello de reconocer la “A veces parece que hacemos todo lo posible necesidad que el ser humano tiene de para evitar la dolorosa confrontación con relacionarse con los demás, a pesar de que esta nuestra soledad humana. De esa forma, relación no satisfaga totalmente los deseos del consentimos en ser atrapados por falsos corazón humano. En todos está la posibilidad de dioses que nos prometen una inmediata amar para vivir la comunión que el Señor soñó satisfacción y un alivio rápido. Pero quizá el para sus discípulos (Jn 13,35), pero, a la vez, de penoso reconocimiento de la soledad sea un asumir la soledad que la vida presenta en hecho fundamental en nuestra existencia. muchas ocasiones, como una oportunidad para Puede ser un don que debamos proteger y crecer e, incluso, para asumirla como un don que guardar, porque nuestra soledad nos revela ayuda a madurar. un vacío interior que puede ser destructivo cuando es mal comprendido, pero lleno de promesas para el que puede aguantar su 1 Nouwen Henri J.M., El Sanador Herido, PPC, Madrid, 1971, p. 102. 2 Cecini Amadeo, El árbol de la vida, San Pablo, Madrid, 2012, p. 383. dulce dolor”. 1

14| Agosto


Pbro. Frankin Anibal Osorio Londoño Delegado de Pastoral Familiar

La premisa “El hombre es social por naturaleza” ha sido formulada por el filósofo Aristóteles y adoptada fundamentalmente por las ciencias sociales como la sociología, la antropología, la psicología y, también, las ciencias del espíritu como la teología. Ciertamente, se trata de un principio que justifica el por qué los seres humanos tenemos la capacidad de relacionarnos con los demás. Sin embargo, puede resultar que, aún con dicha capacidad, no la desarrollemos de la mejor manera, pues lo ideal es que cada vez que compartamos con el otro lo hagamos para hacer siempre el bien y no el mal. El ejemplo claro lo tenemos en el mismo Jesús que pasó por el mundo haciendo el bien, como lo afirma Lucas en Hechos de los Apóstoles (Cfr. Hch 10,38). En la actualidad, se habla mucho de “relaciones tóxicas” que se pueden dar en la vida de pareja, como también en las relaciones de amistad o en la vida familiar en general. Son relaciones que no contribuyen propiamente a la felicidad, sino que, de manera contraria, pueden generar un estado de malestar porque se basan en una serie de antivalores como la envidia, el egoísmo, la injusticia, la venganza. Por el contrario, una buena relación está cimentada en ciertos valores que son indispensables para su fomento y fortalecimiento. En este punto, la familia juega un papel fundamental. Es en la familia donde primeramente se experimenta la realidad de la convivencia y donde se aprenden los valores fundamentales para relacionarse de manera idónea con los otros. En ella, la persona aprende lo que significa el respeto, la tolerancia, el perdón, el amor. Esta característica de la familia como escuela de relaciones interpersonales la expresa la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio:

Foto: Cathopic

“Las relaciones entre los miembros de la comunidad familiar están inspiradas y guiadas por la ley de la «gratuidad» que, respetando y favoreciendo en todos y cada uno la dignidad personal como único título de valor, se hace acogida cordial, encuentro y diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda. Así la promoción de una auténtica y madura comunión de personas en la familia se convierte en la primera e insustituible escuela de sociabilidad, ejemplo y estímulo para las relaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor”. (Cfr. FC 43). Con total razón la constitución pastoral Gaudium et Spes afirma que la familia es la “escuela del más Foto:familia Cathopic rico humanismo” (Cfr. GS 52). Es en la donde el individuo se humaniza y aporta a la humanización de la misma sociedad. Todo lo anterior, justifica la necesidad apremiante de proteger y fortalecer la realidad de la familia como célula primera y vital de la sociedad (Cfr. AA 11). Cuando se tienen familias felices, también la sociedad es feliz. Cuando hay buenas relaciones familiares, es muy factible que se lleguen a tener buenas relaciones en el ámbito social. Cuando en la familia reina el amor y la comprensión, seguramente todos podremos vivir en una sociedad en paz. Lo que se viva en la familia, luego será reflejado a gran escala en toda la humanidad.

15| Evangelizar

Foto: Cathopic


SOCIAL

Por: Juan Camilo Giraldo Delegado Vida, Justicia y Paz

En la actualidad, presenciamos un momento histórico para la humanidad, es un periodo complejo, lleno de múltiples crisis con diversas causas estructurales, lo cual plantea un desafío enorme para los líderes y dirigentes y su capacidad de articular esfuerzos y responder a las necesidades de las comunidades desde la fraternidad universal. Por otra parte, en Colombia atravesamos por un estallido social fuerte, donde se ha evidenciado la lucha de un pueblo que busca reivindicar sus derechos, pero, también, se ha apreciado la falta de empatía con el otro y el daño al bien común; esto sumado a las situaciones de uso desmedido de la fuerza pública en algunas situaciones, ha generado una sensación de desconfianza que ha dificultado entablar un verdadero diálogo social que acceda a escucharnos, reconocernos y llegar a acuerdos que permitan preservar la vida y el cuidado por el otro, pero que también se pueda exigir y luchar por los derechos de una manera pacífica.

Frente a estas conflictividades, el papa Francisco en su mensaje para la 54 Jornada Mundial de la Paz 2021“La cultura del cuidado, fundamento para la Reconciliación” nos invita a implementar el diálogo como la clave para las transiciones justas y la resolución de conflictos, para lo cual se necesitan de unos valores sólidos, contar con principios y establecer acuerdos. El Papa nos orienta hacia un nuevo “Recorrido de Paz”, una verdadera y propia “Brújula de Principios” para lograr consolidar una “Ruta Común” en el camino de la construcción de Paz.

5 al 12 de Septiembre

La Diócesis de Sonsón Rionegro, en articulación con organizaciones y espacios regionales que trabajan por la construcción de paz territorial, viene promoviendo la celebración de la versión 34 de Semana por la Paz. La intención para el presente año es articular acciones a nivel local, alrededor de los Consejos Municipales de Paz, Reconciliación y Convivencia, donde se busca que la administración y las parroquias en cada municipio se vinculen para realizar acciones en pro de la reconciliación y la construcción de paz.

El viernes 10 de septiembre se realizará el Foro por la Paz en su versión 32, donde se abordará la reconciliación en diferentes contextos como un paso fundamental para la consolidación de la paz territorial. La invitación es a que cada parroquia se conecte a vivir este Foro por la Paz, el cual se transmitirá por el canal de YouTube y el Facebook de la Diócesis de Sonsón Rionegro.

16| Agosto


Sandra Lucia Espinal López Mg. en Educación con énfasis en DDHH

EL PODER TRANSFORMADOR DEL DIÁLOGO En los últimos meses, hemos venido asistiendo a una serie de marchas y manifestaciones de diferentes actores sociales, entre los cuales, se resalta la participación de jóvenes, que a pesar de las restricciones por la pandemia, tuvo mayor relevancia las condiciones generadas por la desigualdad, el alto porcentaje de desempleo, la marcada brecha de pobreza, las pocas oportunidades académicas, entre otras; siendo estas, las problemáticas que más sobresalen en la población juvenil, causando en muchos casos el involucramiento con grupos armados, el consumo de psicoactivos, el narco y micro tráfico, la prostitución, en fin, la búsqueda del dinero fácil. Al panorama anterior se le viene buscando salida a través del diálogo y mesas de concertación juvenil con el interés principal de generar acuerdos que ayuden a minimizar sus causas estructurales mediante el poder de la palabra y la escucha activa, como herramienta indispensable para transformar las dificultades en retos posibles de lograr. Se ha venido implementando el diálogo como camino para avanzar, asunto que invita a la tolerancia, la empatía, la capacidad para entender la diferencia, la compasión, el reto permanente de ver en el otro a un interlocutor válido que, aunque no se compartan posturas, se comprenden las posiciones. En este sentido, conversar se trata de una interacción en la cual los participantes contribuyen a la construcción de nuevas narrativas frente a un asunto en particular, es dar cuenta del pensamiento propio, hacerlo público y lograr ser escuchado, con la convicción que se aporta a una verdadera apuesta transformadora, donde la juntanza de palabras, crea nuevas maneras de ver.

Ralph Emerson decía “Conversar es dar cuenta de nosotros mismos”; en este sentido, para el caso de Colombia, cobra relevancia el diálogo como posibilidad para quienes no han sido cobijados con oportunidades laborales, académicas, económicas. Es el momento propicio para que los jóvenes, con el valor propio que caracteriza Foto: Cathopic esta etapa de la vida, den cuenta de sus ganas de salir adelante, de sus ansias por transformar las inequidades y por conquistar nuevos mundos para las generaciones futuras. Jesús en su pedagogía siempre tuvo un lugar privilegiado para la palabra, tanto desde la escucha, como a la posibilidad de decir, en un diálogo abierto, compasivo, transformador frente a las necesidades de los más pobres y vulnerables. Conversar es poner en tela de juicio nuestros prejuicios y estar abiertos a recomponer algunas ideas, con el propósito de buscar nuevas maneras de entendernos y tolerarnos, implica crecer y renunciar. Dialogar no es cambiar de opinión de manera inmediata, dialogar es pensar y ofrecer pensamientos, reflexiones que lleven a otros a encontrar sentidos. De tal manera, se hace necesario y urgente una escucha activa, respetuosa y propositiva, entre el Estado y quienes han venido liderando estas marchas, donde el principal propósito es la juntanza de palabras y acciones, que brinden respuestas a quienes reclaman sus derechos.

17| Evangelizar


Foto: Freepik

EDUCATIVA

Por: Dalia Lorena Caicedo Ibargüen Rectora I. E. Ezequiel Sierra

Mucho se ha hablado sobre la educación religiosa escolar y la realidad que frente a ella se vive en la modernidad y en las Instituciones educativas, que algunos la pueden ver como un área de relleno y, aún más, la que se le establece a algún docente para complementar su asignación académica. Muchas de estas discusiones llevan a conclusiones interesantes que motivan a precisar la verdad y la realidad que corresponde a la E.R.E. y que en este artículo compartimos. La E.R.E. es considerada por la Ley General de Educación (ley 115 de 1994, art. 23) como un

área fundamental y, por su objeto, está llamada a contribuir con el propósito de formación integral que procura la escuela a través del desarrollo de la dimensión religiosa del sujeto y la comprensión de lo religioso como componente de la cultura (Suárez, Meza, Garavito, Lara, Casas & Reyes, 2013, p. 221).

Partiendo de esta concepción de la norma, tiene su fundamentación en la Ley y, por tanto, no se puede omitir, dejar de lado, ni restar importancia, ya que hace parte de las áreas obligatorias y fundamentales.

Ahora bien, en un contexto como el colombiano, la E.R.E. no puede ser aséptica ni indiferente a las realidades y dinámicas sociales, es aquí donde adquiere pertinencia la perspectiva liberacionista que, por ser profética, crítica y utópica, podría darle a la E.R.E. una naturaleza y dinamismo diferentes a aquella que pretende salvaguardar el statu quo religioso. La E.R.E. ha de promover una toma de conciencia de la realidad histórica en la que se encuentran los educandos, impulsándoles a trascenderla a través de una mirada crítica y una opción liberadora. Una de las claves para hacerlo es la ubicación sobre la realidad misma en la cual nos hallamos, realidad caracterizada por la pobreza, exclusión, violencia, ignorancia y explotación. En los últimos años se vienen dando diferentes propuestas de E.R.E. tanto de forma local como regional. Un buen número de instituciones educativas, muchas de ellas regentadas por comunidades religiosas, se ha sumado a las directrices de la Conferencia Episcopal de Colombia (C.E.C.) y ha constituido una E.R.E. análoga a la catequesis escolar. Otras instituciones han asumido diseños que le dan primacía a la ilustración religiosa o han permutado la formación religiosa por asuntos propios de la ética, la axiología y la ciudadanía. Y otro número de instituciones sencillamente renunció a pensar la E.R.E. y sigue impartiendo lo que se conocía como clase de Religión. La E.R.E., desde un propósito general, favorece el desarrollo integral de la persona, el logro de su propia autonomía y el de su identidad personal y social (Garcés, García & Medarda, 1998) y, desde un propósito particular, promueve las dimensiones espiritual y religiosa en el sujeto en relación con la cultura, la sociedad y la religión.

18| Agosto

Foto: Freepik


“Dios quiere que todos estén en comunión con Él, como familia

reunida en torno a la misma mesa”.


“Acuérdense de los que están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos” Hb 13, 3


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