Exposición de D. José Hernández Quero

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Hernández Quero, ahora en Motril

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ue el 27 de noviembre de 1930 cuando, en una casa de la calle Molinos que ya no existe, vino al mundo el pintor. España, entonces, era una monarquía que hacía aguas por los cuatro costados –tan sólo cuatro meses después entró la República–, y la Granada de entonces una ciudad que, según testimonio de su hijo más ilustre, Federico García Lorca, “tenía dos ríos, ochenta campanarios, cuatro mil acequias, cincuenta fuentes, mil y un surtidores y cien mil habitantes”. El padre del futuro pintor se dedicaba a la venta de aperos de labranza que él mismo construía y la madre, como casi todas las madres de entonces, se ocupaba de los cuidados de la casa y de sus hijos. Nueve hijos, de los cuales José vino en el séptimo parto. Aprendió las primeras letras en la escuela del Ave María de la calle Molinos, donde muy pronto destacó por su habilidad en el dibujo. Con tan sólo seis años comenzó a vivir los horrores de la guerra civil. Un día, que la salida de la escuela coincidió con un atroz bombardeo, vio caer a unos pasos de donde él estaba a un compañero de clase, fulminado por una bomba. Es uno de los recuerdos más atroces e imborrables de su infancia. Ya terminada la guerra, hacia los diez o doce años, a pesar de las reticencias del padre, que no veía en la pintura el menor porvenir, comenzó a ir a la Escuela de Artes y Oficios. Fue discípulo del gran maestro Capulino Jáuregui, que todavía recuerda con emoción y cariño. Ya mozo completó su formación con

Señora pensando Grabado, 33 x 25 cm, 1970 colección del autor

Caracola Grabado, 33 x 25 cm, 1978 colección del autor

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