Eco de voces sin aliento Compilación y edición Carlos Araque Osorio

Page 87

Cuando murió mi esposa, pasé la nostalgia más grande. Entonces heredé a todos mis hijos. Decía Chema, el último de los integrantes del trío, que no lo hiciera. Y lo hice. Tengo 86 años. Vivo solo. Tengo una pensión de cuando trabajé en el Ayuntamiento de la ciudad dando clases de música los sábados por la mañana. Cuando cumplí setenta años me despidieron. De los quince discos del trío sólo uno se vendía. Y ya no era Long Play, sino CD. Y ya no supe cómo se oía. En el café de Augusto me dan de comer. Cuando pago, luego me dicen que me sobró. Yo sé que no. Pero ellos insisten. Sopa caliente. Mis hijos vendieron las casas, los terrenos. Sólo me dejaron mi guitarra. Ahora está sin cuerdas (Toma la guitarra, la coloca en la silla.) Me dieron ganas de orinar y no alcancé a llegar. Ah, mi hijo. Él que tanto quiero. La última vez que lo vi me habló alto. Dijo que ya tirara este viejo traje gris. Pero no tengo otro. Y de mi corbata azul, vieja y pasada de moda se burló. Me dijo viejo miado. Entonces me di cuenta que efectivamente olía a orines como cuando era niño. Sopa caliente y un poco de atención. Es la historia de un viejo. La estoy escribiendo. Me gustaría que ustedes la montaran. Puedo conseguir teatro. Lugar de ensayos, luego se dirigió al grupo, y con voz suave preguntó ¿Lo harían? (Pasa las mangas del saco por la silla) Y se puso a escribirla, y nosotros, a ensayarla mientras él lo hacía. De nuevo un dramaturgo de cabecera. De nuevo quien escribiera para nosotros. Un día antes del estreno. Fui a visitar a mi amigo, mi compañero al hospital psiquiátrico dónde estaba internado. Ahí estaba, -87-


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.