Digitallpost 29 de enero 2014

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NACIONAL

El adiós al poeta José Emilio Pacheco Intelectuales, funcionarios y público en general rindieron homenaje a José Emilio Pacheco en El Colegio Nacional, antes de que sus restos fueran cremados; prevén lanzar sus cenizas al mar en Veracruz. Su viuda, Cristina Pacheco, informó que el escritor dejó muchos materiales

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esde el sueño de su poesía, José Emilio Pacheco se habrá sonrojado tímido ante las muestras de cariño de tantos lectores que le robaron horas al trabajo, estudiantes que evadieron clases, adolescentes que acababan de vivir El principio del placer; de amigos que abrazaron a Cristina, su viuda, y a Laura Emilia, su hija, como una manera de abrazarlo a él; de gente que llegó con una rosa blanca en la mano para depositarla sobre el féretro de madera que estuvo cobijado por las alas abiertas del águila que es el símbolo de El Colegio Nacional. Se fue José Emilio Pacheco y hay que aprender a vivir con su ausencia y su silencio. Eso es algo en lo que reflexionó Cristina Pacheco en las últimas horas. “Era un hombre con enormes ganas de vivir; teníamos planes de aquí a 2 mil años, por decir algo, pensábamos vivir juntos toda la vida y creo que eso implicaba que moriríamos juntos, pero eso es difícil lograrlo”. ¿Se siente traicionada?, se le preguntó en una improvisada conferencia de prensa en la que la periodista relató las últimas horas de vida de su compañero de décadas. “Traicionada no; sorprendida, desconcertada, no puedo entenderlo, siento mucha rabia y mucha desesperación porque no puedo encontrar la palabra para decirles lo que siento; no es dolor, no es coraje, no sé lo que es, es algo que me invade, me paraliza y además es algo que me obliga a pensar. Yo voy a seguir viviendo con él, pero va a ser una persona distinta, él va a ser de otra manera, voy a tener que acostumbrarme a que sea en la ausencia y en el silencio”.

Cristina y Laura Emilia recibieron cientos de abramarfil: le dolía genuinamente la desigualdad zos, no faltaron Emilio Chuayffet, el secretario de y la pobreza. Y fue testigo sensible del deEducación Pública, ni Rafael Tovar y de Teresa, terioro de su ciudad, de su país, de su cielo. presidente de Conaculta, quien señaló a su llegada Su juicio político, cuando lo emitía, tenía el que se ha ofrecido a la familia un homenaje en valor de la probidad y el equilibrio. Veneró las semanas posteriores; no faltaron tama los viejos, no escatimó el elogio a poco los amigos: Marcelo Uribe, que sus contemporáneos y orientó a las Hipólito ha estado con ellas en todo momengeneraciones jóvenes, que leen sus accede al encuentro to; Vicente Rojo, Marco Antonio libros con la misma avidez de en un rancho aledaño a Campos, Jaime Labastida, David quienes éramos jóvenes cuando la barricada establecida Huerta, Silvia Lemus, viuda de por primera vez se publicaron”. para vigilar el acceso a Carlos Fuentes, ni Mara Lamadrid, La Ruana, zona de viuda de Juan Gelman. No faltaron Niño triste y viejo limoneros. sus compañeros de El Colegio Nacioprematuro nal ni los de la Academia Mexicana de la Lengua; no faltó la gente de este pueblo Al Aula Magna de El Colegio Nacional mexicano al que tanto amó y que tanto lo ama. llegaron lectores de distintas generaciones, pero eran más los jóvenes. Allí estaba EmiLa familia encargó a Enrique Krauze la despedida; liano Lemus con sus 15 años, bermuda caqui, él dijo que aunque José Emilio Pacheco fue prumochila al hombro y El principio del placer dente y reservado “jamás se retrajo a una torre de


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