10: Las herramientas de la Facioterapia •
zonas del cuerpo, puede resultar muy efectivo “peinar” el cuero cabelludo desde la raíz del pelo hasta la base del cráneo. Mantener el rastrillo con los dientes perpendiculares a la piel. Imprimir movimientos verticales u horizontales, o incluso cruzados, indiferentemente, según el confort del gesto. Mantener una presión regular repitiendo sobre los lugares sensibles. Se pueden peinar tan eficazmente las zonas imberbes como las pilosas. Existen dos modelos de peines y los dos se consideran herramientas yin. Utilizamos el grande (nº 416) sobre el cráneo o la frente y el pequeño (nº 219) para proporcionar una estimulación yin suave a las zonas reflejas del rostro. Rascar y barrer
Desplazar el detector sobre la piel perpendicularmente, ejerciendo una presión mediana y siguiendo los contornos anatómicos de las zonas a tratar (aletas de la nariz, arruga nasogeniana, comisuras de los labios, contorno superior del mentón bajo la boca, cejas, etcétera). Pasar varias veces por los sitios dolorosos para que el paciente sienta muy vivamente la estimulación aunque se disipará rápidamente.
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Si se utiliza el detector para barrer suavemente la zona, se genera un efecto yin, dispersante y refrescante. Si se usa para rayar (barrido con más presión) se consigue un efecto yang proporcionando más calor. Estimular los puntos·BQC
Para estimular correctamente los puntos·BQC es indispensable aprender a detectar los puntos sensibles. El detector (nº 101) constituye el único medio infalible, porque a pesar de la precisión de las coordenadas de los puntos·BQC, un desfase del orden del milímetro es posible, sobre todo en la frente, la nariz y la barbilla, zonas más densas en puntos·BQC. Colocar el detector perpendicularmente a la superficie de la piel, aguantándolo con flexibilidad y ejercer una presión progresiva hasta llegar al límite del dolor. Vigilar que no sea la presión del detector sobre la epidermis la que provoca el dolor sino el punto estimulado. Para buscar un punto·BQC, deslizar muy lentamente el detector hacia el punto buscado. La complicidad del paciente es pri-