testiguo perpetuo

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- Y yo, ¿qué lugar ocupo en tu vida? ¿Cómo sigue lo nuestro? Alicia: - Martín, vos no tendrías que estar, esto es una locura, tenés que ver la realidad ¿Vos querés que te quiera? ¿Y después qué? Pensá, ¿y después qué? - No sé, yo pienso ahora. Yo solamente quiero estar con vos y que me quieras. Solo necesito eso. Alicia: - Martín vos me tenés idealizada, te quedaste atado a un recuerdo de lo que ya no somos. Fui yo tal vez, la que forcé al destino a que te cruzaras nuevamente en mi camino. Pero no para revivir el pasado.

Siempre creí ser un gran cazador, en todo sentido. Pero la vida con el tiempo me ha demostrado que inexorablemente todo cambia de una u otra manera. De un momento a otro sin saberlo uno puede volverse presa del destino. En mi ha quedado el sentimiento de que me ha hecho pagar las culpas del pasado, dejó que el tiempo y la indiferencia se encargaran de darme una dura lección. Lo merezco tal vez, acepto el precio. Todo vuelve en la vida. Ese último encuentro ¿Fue la despedida acaso? No, no fue una despedida, jamás la hubo. Sólo existió una carta, que con mucha pena y dolor escribí. Se la entregué junto con esta historia, la nuestra.

Ese triste día, me transportó en el recuerdo veinte años atrás, sufrí el mismo desprecio que aquella tarde en que fui a buscarla a su casa al salir del cuartel, y que ironía, nuevamente me la arrebataba la misma persona. Pero habría una diferencia, esta vez sí le entregaría la carta. Dolorosamente la relación llegaba a su fin, lo sentía, pero no quería verlo. Desde ese día cada vez se mostró más distante, los llamados cesaron, contestaba solo algunos de mis mensajes, y ya nunca más volví a verla. Yo sólo podía ofrecerle el recuerdo de un tiempo pasado. ¿Qué más podía darle? Si ella realmente no me necesitaba, ¿a cambio de eso le pedía su amor? Mísera moneda de la que disponía para negociar. El precio de alcanzar un sueño, muchas veces, es pagar con lo más preciado que se tiene. Me daba cuenta ahora de mi fatal error. ¿Fue mi ilusión de que todo volvería a ser como antes lo que no me dejaba ver la realidad? ¿No fui capaz de ver lo que ocurría? Ya no éramos los mismos aunque deseara que así fuera. Había perdido todo lo que soñaba tener. “Así es que me dije ¿Seré yo como aquel puma, animal vagabundo que la suerte cruzó en mi camino, y sin quererlo con un disparo sellé su destino? ¿De la misma manera fue esa eterna ilusión de querer que se cruzara en mi camino, la que selló mi destino?” 120

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