Manma Mía

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congelado en el refrigerador, tal vez porque la madre no quería tenerlo por la crisis económica. Un día vi un reportaje por la televisión que me dejó muda. Era el caso de una familia que le molestaba que los vecinos de los altos hicieran ruido o se sintieran los pasos al caminar por la casa. Subieron y le entraron a machetazos al hombre, a su mujer y a un niño de cinco meses. Las leyes son muy flojas en Italia. La gente va a prisión por homicidio y, entre un juicio y otro, una condena y otra, solicitan rebaja.

Eso no es todo con el problema de la violencia y el desorden en la ciudad, aunque ya se han llenado de valor para parar a los camorristas. Rubí y Misladis también están en el chisme, y, sentados en un café, de esos que abundan aquí como si fueran orquidearios, las historias vuelan bajito. Forchella es un barrio malísimo. Casi toda la delincuencia se reúne ahí, la mafia comanda el negocio. Una los puede ver cuando en Plaza Garibaldi juegan a la chapilla, con la esponjita debajo, a las cartas, y le hacen trampas a cualquiera… Menos a los ecuatorianos. A estos le quisieron hacer maraña en el juego. En Quito le sacaban el rey de espada al más guapo de la comarca. Allá dejaron impresas algunas puñaladas. Se llevaron al vuelo que aquellos napolitanos los querían dejar sin un centavo. Así que sacaron las pistolas y les entraron a tiros a los camorristas. La policía llegó y cargó con esos hombres de pelo en pecho Unos cuantos años más en prisión, de vuelta al tanque, como decimos los cubanos a los que cumplen sentencia en los centros penitenciarios. - A Pepe le robaron el carro en una ocasión- le dije sin respiro a la tropa que no se pierde ni una sola jornada del cañonazo de las nueve.

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