a la postre arrastró el cadáver a donde no pudieran verlo. Transcurrieron cinco minutos y otro soldado se detuvo
para prender un cigarrillo
por lo que Max se sirvió para meterle la hoja en el costado izquierdo de la nuca. Cuarto de hora después, viendo el soldado que tenía el perro que sus compañeros no regresaban, cargó su ametralladora y prendió su linterna, cuando inesperadamente se le apareció Max como un ser surgido de la tenebrosidad y le clavó su arma mortífera en la zona abdominal, a todo esto el perro se puso a ladrar y a querer arremeter, pero el Asesino le dio un golpe fatal en el cráneo del animal dejándolo inactivo. Max hizo un leve silbido y llegaron los demás compañeros, el claustro era de dos plantas con un campanario
estaba cercado por un muro y un portón de rejas,
al frente había una estatua de bronce de San Vicente de Paul y el predio cubierto de maleza. Leonid abrió
un pórtico en forma de arco y los demás le siguieron, al ingresar
se hallaron con un patio donde había una fuente seca con la escultura de dos ángeles y galerías con
muebles estropeados y cubiertos de polvo.
-Me llama la atención de que los de las SS brillen por su ausencia, seguramente deben estar metidos en alguna parte-observó Max. Recorrieron
uno de los pasillos hasta que se hallaron con una puerta atascada con
un pasador, uno de los partisanos
retiró el atajo y se dieron con otro pabellón
arcado. Todo parecía estar desierto, cuando repentinamente se oyeron unos gritos salvajes y tres individuos cubiertos de pieles y con cuchillas saltaron sobre Max, pero él logro quitárselos de encima, sin embargo no se dieron por vencidos y lo rodearon, pero fueron
106