UN MODELO ORGANIZACIONAL FAMILIAR EXITOSO
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señor Manuel Suárez, pues, todos tenían necesidad de dinero. De esta manera, desgraciadamente, las cosas no salieron del todo bien libradas, ya que el señor Suárez compró la empresa a como él quiso, negocio que el llevó directamente con el gobierno. Él era muy hábil y le pagó a la familia 200 mil pesos en diez documentos de 20 mil cada uno..., luego esos documentos, después se rifaron” (Tarriba, 2004; Entrevista videograbada).
La minería, una pasión dolorosa A finales del siglo XIX y principios del XX, el estado de Sinaloa atravesó por una intensa actividad, tiempo durante el cual, el estado obtuvo otra dimensión con respecto a sus actividades económicas más importantes. La minería fue una actividad que hizo soñar a muchos pobladores del estado de Sinaloa, como bien lo señala Pablo A. LizárragaAramburu, al referir: “Por cada hacienda grande, hubo miles de pequeños fundos mineros trabajados a nivel familiar y desparramados por toda la geografía mexicana, los que también han tenido sus historias y leyendas. Para esta gente también, sus minitas les dieron alegría cuando había bonanzas y penas al presentarse en borra; de ellos, casi no te han hablado los historiadores mencionados; pero quiero pensar que no lo supieran a que lo hayan callado deliberadamente” (Lizárraga, 1999: Introducción).
De tal suerte, podemos considerar a don Miguel Tarriba Beltrán, como poseedor de grandes sueños e ilusiones; constructor de fantasías y buscador de fortunas, con encuentros y desencuentros. De no existir esta categoría de hombres, no habría mina que buscar, ninguna que encontrar, mucho menos alguna que explotar. Los yacimientos mineros se encuentran con ilusiones y grandes sacrificios, venciendo adversidades y siempre con el anhelo de