Dios mío...¡Quítame lo borracho!

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OSWALDO DEL CASTILLO CARRANZA

Lo que una vez fue un pasatiempo, poco a poco se fue convirtiendo en una pesadilla para mí y para todo aquél que me rodeaba, incluso para aquéllos que aún no conocía. La felicidad que una vez presumía fueron quedando en pesadillas horrorosas que nunca me imaginé que pudiera vivir. Claro, hubo muchas señales que me decían que ya era hora de parar, pero el bebedor como yo, piensa que no es referido a su persona sino al amigo, al vecino, al pariente o a cualquier otro, menos a mí. Se dice que lo que comienza tiene que terminar, todo principio tiene un fin. En el caso del alcoholismo existe un inicio, pero muchos finales. Esa es la diferencia para los que beben alcohol con la problemática alcohólica. ¿Qué deseamos decir con lo anterior?, que la persona con problemas promete siempre que no volverá a beber como la vez anterior, que será diferente. Y sí lo es, pero con más problemas. Entonces forzamos la mente para descubrir cómo fue que comenzó todo para cambiar la forma y tener otro comienzo que pueda cambiar el presente, desde luego que esto no es posible, que ya se ha llegado a un presente con una problemática

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