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El anillo:

una joya con poder

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El anillo es un símbolo común a nuestras culturas. En los albores del tiempo, el anillo se consideraba un objeto mágico que contenía poderes y era capaz de otorgárselos a su portador. Por aquellas alhajas, más de uno dio la vida

Por Yolanda Manrique

La historia del anillo como objeto es fascinante. Nos remite al círculo o esfera, una alegoría que, para los discípulos del psiquiatra suizo, Carl G. Jung, es sagrada y representa el “Sí-mismo”, como totalidad de la psique. Es un adorno para las manos que ha despertado la imaginación de los pueblos de muy distintas regiones y en diferentes períodos.

Aro, sortija, argolla, alianza. No importa el término, esa delicada joya, labrada o no, con o sin gemas y piedras preciosas, de materiales como oro, plata, bronce, hierro, marfil, y hasta ámbar y vidrio, puede tener diferentes significados e inspirar intensos sentimientos.

Como ornamento, probablemente, se ha usado desde la Edad de los Metales y, según lo revelado por los hallazgos realizados en sus tumbas, en el antiguo imperio egipcio eran muy preciados. De igual modo fueron conocidos y utilizados por persas, fenicios, griegos, romanos y otros pueblos occidentales.

La promesa del deber

Las civilizaciones arcaicas vieron en el anillo una figura mágica. El concepto de “círculo sagrado” se origina en el culto a la esfera solar y, entre otros aspectos, se representa a través del Mandala. Desde sus primeros días, el cristianismo sustituyó el aro por la imagen de la cruz y trató de combatir el uso del anillo como objeto sagrado.

Sin embargo, la iglesia católica encontró en el anillo la forma de simbolizar la unión inseparable entre la relación divina y humana. Así, en esta religión encontramos, por ejemplo, el Anillo del Pescador, que ostenta el Papa hasta que fallece, como muestra de su compromiso con la divinidad, y el Anillo Nupcial, que se dan los cónyuges en el acto religioso de la celebración del matrimonio.

De leyendas y fantasías

Hay infinidad de mitos relacionados con los anillos. La mayoría le confiere tales connotaciones que resultan desproporcionadas para vincularlas a esta simple pieza. Pueden significar: riqueza, poder, hermandad, compromiso, lealtad, amor y sabiduría.

Los griegos nos revelaron la creación del primer anillo. En la mitología griega, el creador de los hombres fue Prometeo quien, además, nos dio como regalo el fuego. A causa de este atrevimiento, Zeus lo castigó encadenándolo en una montaña. Sin embargo, gracias a Hércules, Prometeo fue liberado, pero “a medias”, pues el dios de los dioses decidió cumplir su promesa de seguir sometiéndolo, simbólicamente, con un anillo forjado a partir de un eslabón de la cadena que lo mantuvo cautivo.

Las mitologías nórdicas, celtas y vikingas, orígenes de las leyendas populares que derivaron en los encantadores cuentos de hadas, narran las aventuras de dioses, héroes o simples mortales, durante la búsqueda o rescate de anillos mágicos, perdidos o secuestrados por fuerzas malignas que intentan controlar el mundo, gracias a su poder. La fuerza de estas joyas desencadenó guerras, asesinatos y persecuciones, pues, por ejemplo, poseer un anillo moldeado por Odín, significaba ser heredero de su sabiduría y valor.

Sin duda, el anillo encierra en sí mismo todo un simbolismo misterioso que no resulta tan ajeno a nuestro entorno presente. Es hermoso y cautivador. Una pieza indispensable en todas las colecciones de las grandes firmas de joyerías. El anillo es poseedor de ese poder que nos recuerda que cualquier objeto, solamente tiene el señorío que nosotros mismos le otorguemos.

Los anillos no sólo son ornamento para la mano, también sirven como sellos, lo que les confiere el valor de una auténtica firma

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