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Cómplice

Esteban Mu Oz Escorcia

ORIGINARIO DE TULANCINGO Y VECINO DE LA CIUDAD DE CUAUTEPEC DE HINOJOSA, HGO. DURANTE MÁS DE 43 AÑOS SE DEDICÓ AL TRABAJO CONTABLE, ADMINISTRATIVO Y DE NEGOCIOS, TANTO EN LA INICIATIVA PRIVADA, COMO EN EL SECTOR BANCARIO. ACTUALMENTE JUBILADO.

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ASIDUO LECTOR, AFICIONADO A LAS BELLAS ARTES E INTEGRANTE DEL TALLER DE LITERATURA “EL LABERINTO AZUL”, BAJO LA DIRECCIÓN DEL ESCRITOR Y POETA TULANCINGUENSE, OMAR ROLDÁN RUBIO. HA PUBLICADO “OTRO YO”, RECOPILACIÓN DE CUENTOS, RELATOS Y CRÓNICAS BANCARIAS.

Me considero afortunada, di mi primer alumbramiento durante la etapa de consolidación de uno de los movimientos sociales y económicos más importantes en la historia del hombre: la industrialización. La humanidad vio trastocadas sus estructuras, las apacibles y rutinarias sociedades rurales dedicadas a las labores agrícolas y al trabajo artesanal pronto se vieron envueltas en la vorágine de la mecanización y de la producción en serie, y con ellas el éxodo a las grandes ciudades.

El comercio floreció gracias a la automatización del transporte. El ingreso personal de la población se incrementó de manera importante dando paso a un nuevo orden social. Se empezó a hablar de teorías económicas, de la división del trabajo, y surgió el sindicalismo, a partir de entonces el capital y sus poseedores adquirieron preponderancia.

En todas las latitudes del orbe, como ningún otro, he explorado las entrañas de la tierra. Soy la primera en admirar los tesoros que en metales preciosos y gemas se han gestado durante milenios. Y que una vez extraídos, en manos de orfebres y artistas, se convierten en obras de arte que en brillantes destellos lucen célebres y acaudalados.

También he estado al lado de aventureros y espeleólogos, acompañándolos en el estudio de las cavidades terrestres. Juntos nos sorprendemos de las maravillas y fauna que guarda la naturaleza en sus aguas subterráneas. En las formaciones pétreas de estalactitas y estalagmitas, cuyas caprichosas formas decoran la sima de nuestro prodigioso planeta.

Pero con quien realmente me une una relación entrañable es con el férreo minero. Compartimos día a día los riesgos de su temeraria labor y todo lo que ella implica: la incertidumbre al iniciar la ardua jornada, la tranquilidad que trae consigo finalizarla sin novedad y el regreso a casa para abrazar a sus seres queridos. Al menos por ese día, porque el mañana nuevamente será incierto.

Soy importante para él, mi reflejante disco parabólico le proporciona luz indispensable en la realización de su trabajo, aunque también soy una fuente de calor necesario cuando las bajas condiciones climatológicas lo requieren. Por la ligereza de mi cuerpo puedo estar constantemente a su lado.

Más de una vez he sido su eterna e inseparable compañera en el viaje sin retorno, donde por una eternidad, nos albergan como cementerio, las largas y obscuras galerías del socavón; y como lápida, un alud de rocas que sellan así nuestro indisoluble vínculo. Me llamo lámpara de carburo.

BIENVENIDOS A LA ERA DEL “SPEEDWATCHING”

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