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Mi última columna
Carlos Alberto Montaner
ña y otros notables periodistas), pese a los esfuerzos por retenerme que hizo mi amiga Cynthia Hudson, presidente de la cadena. O en 20 estaciones de radio, comenzando por “El Sol de la Mañana”, bajo la dirección del matrimonio dominicano Espaillat, Montse y Antonio, siguiendo con “La Hora de la Verdad” en RCN de Bogotá, en un espacio dirigido por Fernando Londoño, hasta la modestísima emisora por internet que orienta Orlando Gutiérrez hacia Cuba, y tiene uno de sus más sólidos baluartes en Julio Estorino. Además, durante años mis comentarios llegaron a Cuba por medio de Radio Martí. Gracias por tolerarme en sus filas.
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Al periodista cubano Carlos Castañeda lo vi llegar a Puerto Rico a finales de los 60 con un trabajo que a mí me parecía muy difícil: levantar El Día de Ponce hasta que com- pitiera con El Mundo de San Juan. Si yo hubiera sabido los planes de Carlos con cierta antelación me habría quedado a librar esa batalla, pero ya tenía hasta los boletos para España. Había sido aceptado en la Universidad Complutense de Madrid para hacer el doctorado. Mi familia y yo nos embarcábamos en una nueva aventura europea. Era el primer semestre de 1970. Castañeda mudó El Día para San Juan, le cambió el nombre, le llamó El Nuevo Día e hizo un tabloide con grandes titulares, fotos ad hoc y grandes caricaturas. Pronto se quedó solo en el terreno. El Mundo cerró. De aquel lance antes de instalarme en Madrid guardo un consejo que fue muy importante en mi vida profesional: “Busca en NuevaYork a Joaquín Maurín —me dijo Castañeda—. Es un exiliado español. Dile que tú quieres escribir columnas para su agencia ALA (American Literary Agency). Ahí están los mejores de la lengua, entre otros, Germán Arciniegas y Pablo Neruda”. Lo hice. Maurín me pidió una muestra. Se la di. Cuando la encontré reproducida en 156 diarios me juré cuidar mis columnas. Y así he hecho desde entonces. Joaquín Blaya me llamó a Madrid. Era un chileno, presidente de Univisión. Luego lo sería de Telemundo. Me pidió un comentario a la semana y dejó que yo escogiera el tema. Sería, claro, de actualidad. La promesa de Maurín se había cumplido. ALA le daba difusión a mis ideas y estas me abrían otros campos como la TV, mucho mejor pagados que la prensa plana. Blaya demostró que era un ejecutivo de altísima calidad. En una oportunidad me dieron un minuto para explicar una hipótesis de un cura antropólogo, profesor de una universidad de Nueva York, sobre el programa del welfare, diseñado fundamentalmente por hombres, y su impacto en mujeres de bajos recursos. Sin duda, era un tema polémico. El canal 41 de Nueva York vio la rentabilidad política, o actuó por temor, bajo la indicación de la gerencia. Lo cierto es que Al Sharpton, ministro baptista, fue a pedir mi cabeza al canal, sin haber oído mi comentario en español, y Blaya me defendió con total firmeza. Cuando The Miami Herald parió un pliego en español, creyeron que sería un fenómeno pasajero. Pero luego comprobaron que aumentaba el perímetro del castellano. Como el mundillo de los editores de diarios es muy reducido, se hablaba con mucho respeto de Carlos Castañeda y de la hazaña que había realizado en Puerto Rico. Lo llamaron y de ahí nació El Nuevo Herald en la primera parte de los 80. Allí comparecieron Roberto Suárez, Gustavo Pupo Mayo, Sam Ver-
En homenaje al escritor y periodista Carlos Alberto Montaner, Diario Libre reproduce la columna con la que se despide de sus lectores, después de décadas de no faltar a su cita semanal a ambos lados del Atlántico.
JOSÉ BOQUETE n
deja, Armando González, Roberto Fabricio y el gran Carlos Verdecia, exdirector de El Nuevo Herald. Creo que fue Pupo Mayo. Me ofrecieron la dirección de El Nuevo. No la acepté. No quería desplazarme de España. Me ofrecieron dirigir la página de Opinión. Puse dos condiciones para que no aceptaran: solo estaría presente la primera semana del mes. Las otras tres las pasaría en España. (A fin de cuentas, inauguré el trabajo a distancia que se popularizó durante la pandemia.) La segunda condición era que fueran mis adjuntos Araceli Perdomo, de cuya integridad se contaban cosas muy positivas en la redacción, y Andrés Hernández Alende, para no cometer errores ni injusticias. Al extremo que, andando el tiempo, tras mi renuncia, Araceli y Andrés me sustituyeron en el cargo. A lo largo del tiempo El Nuevo Herald ha sido mi casa. He tenido la oportunidad de escribir en los mejores periódicos de América Latina, de España y de EEUU. En los últimos tiempos mi columna semanal ha aparecido en El Libero, el mejor periódico digital de Chile, y en El Independiente, un excelente diario digital que sacan Casimiro García-Abadillo, Victoria Priego (dos grandes veteranos del periodismo español) y —en la parte internacional— Ana Alonso. Esos dos diarios completan el cuadro del ámbito de la lengua en el que he tenido el privilegio de dar la batalla de y por la libertad. Al final de mis memorias, Sin ir más lejos, publicadas por Silvia Matute en Debate, editora de Penguin-Random House, cité al filósofo Julián Marías por su humilde frase. Hoy lo vuelvo a hacer: “Hice lo que pude”.
Envíe sus fotos y ubicación a: adelarosa@diariolibre.com Tel: 809 476 3012
Boquete trata de “pescar” el problema denunciado por vecinos
SANTO DOMINGO ESTE. La intersección formada por las calles Amarfi y Arezo, en la Urbanización Italia, es un problema para conductores debido al deterioro progresivo de asfaltado. La capa asfáltica hace tiempo que fue erosionada y solo quedan piedras que desechan los conductores. Vecinos afirman que las autoridades municipales tienen concomimiento del problema porque en varias ocasiones lo han denunciado, pero nada hacen. Es un mal viejo que no solo afea al sector, sino que también dificulta el tránsito porque cuando llueve las aguas se unen en el lugar y crean una difícil situación.

Agenda
● 12:00 m. Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil realizará un acto en el Politécnico Joaquín Rosselló. Lugar: Sector Café de Herrera, municipio Santo Domingo Oeste.