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DiarioLibre.

Sábado 27 de marzo de 2010

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¡QUÉ SOMOS MALOS EN MATEMÁTICAS! ¿QUIÉN DIJO?

Ed.

Nuestra opinión. SERGIO FORCADELL

E

l otro día apareció una noticia sobre el nivel de matemáticas en el país. Según unas pruebas efectuadas al respecto decían que estábamos muy mal en esos asuntos, habiendo quedado en el puesto 127 de 129 países y que los profesores de esa materia apenas sabían el 70 % de lo que debían conocer. La verdad, no podemos creerlo, eso dirán los entendidos pero la realidad en la vida diaria es muy otra. Pero reflexionemos algo antes de entrar en materia. Eso de que a un estudiante que no va ser ingeniero, arquitecto, financista, piloto científico o carreras por el estilo le metan o traten de meter a la ¨cañona¨ durante años y años números y fórmulas por un tubo que luego en la vida diaria no le van a servir para mucho, por no decir nada, como que es un abuso académico y una pérdida de tiempo. En toda la vida profesional y personal de usted, amigo lector, díganos cuántas veces tuvo que hacer una integral para calcular los escasos aumentos de sueldo conseguidos, o aplicar una derivada para saber el alza continua de las papas, ni mucho menos recurrir a un logaritmo con sus mantisa para saber cuánto se le debe al sastre. Eso sin contar los moles y valencias de la quí-

mica o la ley de gravedad y el coeficiente de rozamiento en la física. Seguro que con las cuatro reglas básicas se la ha apañado de maravilla. Más nos valdría que en lugar de dedicarle tanto tiempo y esfuerzo a algo que no utilizamos lo hubiéramos aprendido como manejar decentemente sin saltarnos los semáforos, ni hacer gestos obscenos cuando no adelantan mediante el peligroso corte de pastelito. Mejor sería que nos hubiesen enseñado a respetar al prójimo sin insultarle cuando quieren colarse en las filas de las dependencias oficiales o avasallarle en la entrada multitudinaria de la pelota.

A no tirar desperdicios en cualquier lugar de las calles menos en los zafacones o darnos suficiente moral para no caer en la tentación de un soborno para cuando algún día tuviésemos la dicha de ser funcionarios de importancia. Pero a lo que íbamos, al grano, o mejor dicho, al número ¿Qué no sabemos matemáticas? Vaya usted donde un frutero de esos apostados en cualquier acera de la calle, que no sabe el nombre de la misma aún vendiendo en esa esquina durante más de cinco años, cómprele una docena de guineos y déle cinco pesos de menos, verá si sabe o no sabe sumar o multiplicar, con no muy buena cara de inmediato le dirá

¡faltan cinco! en un calculo mental rapidísimo, casi de computadora. Lo mismo en cualquier colmado, pida los plátanos, el vinagre, sal, el papel higiénico, una libra de azúcar y veinte cosas más y fíjese como el empleado, que lee y firma a duras penas, le saca la cuenta en un periquete, sin equivocarse nunca y mucho menos a favor de usted. Si de multiplicar se trata, pregúntenle a los que tienen que ver con los precios de los combustibles y la energía y verá como se saben de memoria la tabla del 1 al 10 para ajustar los carburantes según las cotizaciones internacionales, son tan listos con los números que hasta cuando estos bajan, las gasolinas suben, ¡descubrieron las matemáticas inversas! O vean como manejan los cálculos de las encuestas, muchos de los aspirantes a candidatos si los resultados de las mismas son bajos, las multiplican por un factor tipo 10; 100 ó 1,000 y quedan de inmediato como líderes incuestionables del partido aunque los hayan votado – y bajo amenazas – sólo su mujer y su suegra. Así podaríamos citar otras muchas situaciones en las que se constata que somos buenos en eso de hacer operaciones, sobretodo con el resultado a nuestro favor. Es más, demasiado buenos matemáticos para demasiadas cosas.

CARLOS PIANTINI Se convirtió en una leyenda de nuestro arte al hacerse acreedor de numerosas distinciones en el mundo musical. Virtuoso violinista y enérgico director de orquesta, el maestro Carlos Piantini fue un orgullo del país. Con su fallecimiento a los 83 años, en el día de ayer, el maestro Piantini deja una estela de recuerdos memorables en la historia musical dominicana. Violinista desde niño, formó parte durante 15 años de la prestigiosa orquesta filarmónica de Nueva York, bajo la batuta de ese extraordinario músico que fue Leonard Bernstein. Dirigió no sólo la Orquesta Sinfónica Nacional, sino también en Ve-

nezuela y en numerosos otros países, culminando con la docencia universitaria como profesor de estudios orquestales en los Estados Unidos. La sala principal del Teatro Nacional lleva su nombre en reconocimiento a sus altos méritos artísticos. Este concertista a carta cabal puso a nuestro país en el mapa musical del mundo. La tierra le será leve.

Espejo de papel

DESENCUENTRO HOMERO FIGUEROA

L

o peor, para un país, es el desencuentro entre la política y la economía. Las crisis, a menudo, son provocadas por ese desencuentro entre las dos ciencias. La política recibe aliento de lo que reparte; la economía, de lo que invierte. La política que no distribuye es impopular; la economía que no invierte no es rentable. La prodigalidad política, a precio de la bancarrota futura, gana apoyo presente. La austeridad económica, a precio de los disgustos presentes, consigue progreso futuro. El equilibrio entre lo que se reparte y lo que se invierte garantiza un encuentro eficaz entre política y economía. hfigueroa@diariolibre.com


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