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EDITORIAL
La corrupción y los políticos en el país Marina Teresa Valenzuela Pacheco, estudió análisis interno y política internacional del Perú en la Academia Diplomática del Perú. Hace poco publicó un artículo exhaustivo sobre los políticos y la corrupción en el Perú y, que resume en síntesis, todo lo que ocurre en la actualidad. “Qué devastador e indignante la situación por la que hoy atravesamos. Se nos muestra un escenario político lamentable, vergonzoso y repudiable. “Se abre el telón y el espectáculo es realmente escalofriante. Estamos viviendo no solo una crisis política "sino una profunda crisis de la política", que afecta a todo un sistema político en su conjunto y para mala suerte nuestra, no es una situación transitoria”, afirma. “Es devastador ser testigos presenciales a diario de cómo la corrupción nos está consumiendo, calando de canto a canto, enraizándose como un cáncer terminal y destructivo que se ha apoderado y empoderado a una miserable, vergonzosa y débil clase política, carente de todo valor y principio. Esta “clase política” que es la creación de la supraestructura política construida por los grupos de poder para imponer su dominación a la sociedad. Son estos grupos de poder quienes determinan qué partido o qué personaje se turna en la administración del Estado, para funcionar como serviles y testaferros de estos grupos de poder y funcionan como mercenarios contra el pueblo y a favor de las elites que dominan y manejan nuestra economía, nuestros intereses, nuestros recursos, nuestra producción, nuestras riquezas, nuestras finanzas y el Estado. La clase política que nos embarga es un terreno abonado por un sistema jurídico y político corrupto sin límites, ni consciencia. Cada vez más surgen pseudos políticos que carecen de carrera y formación política, que no tienen un ápice de idea de lo que es POLÍTICA, los nuevos pseudos políticos son aventureros, novatos q poco o nada les importa dejar buenos cimientos en nuestra institucionalidad, más por el contrario, son pasajeros mercantilistas muchos de ellos con suerte, porque llegan al poder gracias a un discurso populista, doctrina e ideología disfrazada, discurso de falsa reivindicación, con doble moral, con propuestas utópicas e irresponsables que al final nunca cumplen y, para mala suerte, logran calar en una población, abatida y desesperada, pero ya acostumbrada a la mitomanía, la falacia y al asalto descarado. En estas condiciones la "clase política " tanto de derecha, como la izquierda ya no son garantía de nada, perdieron credibilidad y demostraron ser más de lo mismo. La clase política ya perdió la esencia, para convertirse en una clase política reciclada y servil que obedece tan solo a intereses de un grupo. Es duro decirlo pero hoy el Perú adolece de una gran enfermedad autoinmune, ocasionado por esta antípoda y sofisma clase política”. Sólo podemos acotar a esta cruda realidad que de acuerdo al famoso libro de Alfonso Quiroz (La corrupción en el Perú), esta lacra empieza por el jefe del Estado, “el pez muere por la cabeza”. Es decir, si el presidente está complicado, el régimen político se convierte en una cleptocracia, el gobierno de los ladrones. Mientras que, si el presidente es honesto, puede haber cierta corrupción por abajo, pero no se apodera de la nave del Estado. Así, el dato clave es la honestidad del gobernante. A la ciudadanía debería preocuparle que los candidatos a mandatario del país, las regiones y las municipalidades evidencien su rectitud y su dedicación al Estado y no al bolsillo particular. Sin embargo, en ninguna elección de este período post Fujimori se ha tomado en cuenta este factor, y se ha elegido al malo para evitar al pésimo. Como resultado, al día de hoy, pocos peruanos(as) creen que algún político es confiable. Así sea.
Cusco, martes 12 de junio del 2018
Una cuestión de libertad
Por: Gustavo Mohome Llona Que no se normalice el acoso a la prensa desde el poder. Sería nefasto para la democracia que se normalice el acoso a la libertad de prensa y opinión desde el poder, convertido en una campaña que lejos de detenerse se acrecienta con nuevos hechos. Primero fue el ataque que desde el Congreso se llevó a cabo contra la revista Caretas. El presidente del Congreso, Luis Galarreta, en octubre pasado llamó a un boicot contra este medio en represalia al contenido de una columna satírica. Galarreta pidió a las empresas retirar sus auspicios publicitarios a Caretas. Luego, varios legisladores fujimoristas pidieron en tono insistente a la presidencia del Consejo de Ministros información sobre el número de ejemplares de esta revista que el gobierno adquiere, en tanto que el Congreso anuló su suscripción a este medio. En seguida, Fuerza Popular reactivó la iniciativa legislativa presentada por el legislador Mauricio Mulder para prohibir que el Estado contrate publicidad, y la convirtieron en ley y se encuentran a punto a aprobarla por insistencia, superando la observación que hiciera en marzo el Ejecutivo. El presidente del Congreso, al responder una pregunta incómoda, ha confesado que los objetivos de dicha ley son los medios críticos al poder. La campaña ha recrudecido y transformado adquiriendo tonos personales, colocando en la mira a determinados periodistas que critican al Congreso y al nuevo gobierno, aunque esta intolerancia también ha llegado al Ejecu-
La auditoría: un proceso que nadie debe temer Por: Anna Ribó Aún existe temor cuando escuchamos la frase “habrá auditoría” cuando se sabe que se trata de una herramienta que permite evaluar la gestión de los procesos internos de la compañía, identificar falencias y establecer acciones de mejora que permitan corregirlas. Recurrir a una auditoría es la mejor decisión para medir cuán bien se gestionan los procesos organizacionales y la calidad del trabajo, siempre en búsqueda de cumplir los objetivos fijados y orientarse a la obtención de resultados. El propósito principal de las auditorías de gestión de calidad se define en dos palabras: mejora continua. El modelo para realizarlas se encuentra en la norma ISO 19011 y el primer punto a tratar es la conformidad de la gerencia. Cuando hagamos una auditoría, recordemos que nuestro cliente es la dirección general. La Organización Internacional de Normalización (ISO) define tres tipos de auditorías: de primera, segunda y tercera parte. La primera es la auditoría que persigue la mejora continua de la propia organización. La segunda se realiza a un proveedor para garantizar que su calidad se adecua a los estándares de calidad de la empresa contratante. La de tercera parte es una certificación o acreditación, cuando la empresa requiere ser avalada por un título. Ahora, ¿cuál es la definición de calidad? Sin duda, es la forma de asegurar que las cosas se están haciendo bien, a nivel financiero, de procesos, en relación con la satisfacción del cliente y la gestión de personas. Se trata de un parámetro guía para enfocar el trabajo de nuestra organización y llevarla a la excelencia. Los stakeholders son quienes definen el concepto de calidad para nuestra empresa. A partir de lo que establezcan estos grupos de interés, la calidad abarcará un aspecto u otro, y siempre bajo el cumplimiento de la legislación vigente. Cada vez es más frecuente que las empresas tengan un área de proyectos y calidad, espacio donde se centralizan los colaboradores con más formación y experiencia a nivel de calidad, procesos, proyectos y auditoría. En ese sentido, es importante tener en cada área de nuestra organización a personas responsables de los procesos y que estén focalizadas en el desarrollo y mejora de los procesos que tienen asignados. Más que fiscalizador, el auditor es un asesor y su misión es ayudar a la empresa, evaluar sus riesgos y proponer soluciones que resuelvan sus problemas. Como recomendación final, la ISO 9001 es la certificación que debería tener toda empresa, ya que es de ámbito global y aplicable a todo tipo de organización. Incluye pautas de liderazgo, desarrollo de procesos, producción, gestión de clientes, entorno social y evaluación de desempeño. * Profesora en Programa de Alta Especialización en Gestión de Procesos de ESAN
tivo, como en el caso de la asesora del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) que fuera de su horario de trabajo criticó a una congresista del Frente Amplio que contrató a una exsentenciada por terrorismo, a la que se le despidió por orden de la ministra Liliana La Rosa, exmilitante del mencionado partido. La misma ministra luego empujó el micrófono de una reportera de Canal N, dando pie a que miembros de su seguridad la hostilizasen físicamente. La campaña contra la prensa y la opinión es liderada por el presidente del Congreso; sus recientes intervenciones incluyen salidas de tono, diatribas o acusaciones falsas. En un reciente episodio, el titular del Congreso se ha referido al columnista de esta casa editora Augusto Álvarez Rodrich en términos injuriosos, por los cuales no se ha disculpado. Esta campaña es seguida por varios legisladores de Fuerza Popular, de asesores del Congreso, a través de redes sociales que se operan en horarios de oficina, y tiene eco de algunos medios. Esta campaña debe cesar. La personalización del acoso a la prensa desde el poder, de acuerdo a la experiencia, es un espiral que termina envolviendo inclusive a los que se ponen de lado. La reciente participación del presidente de la República en un evento –en el que se reunió con un operador de Vladimiro Montesinos sentenciado en el caso de los diarios chicha– donde se atacó a los periodistas críticos al gobierno y al Congreso, dice mucho de la ligereza con la que el primer funcionario del país toma este asunto serio.
Un halago no puede ser acoso Por: LuisLagos.- Historiador Un halago a una mujer es lo que comúnmente se conoce como piropo, una costumbre muy arraigada en nuestro país que ha sufrido un golpe muy duro para su vigencia, pues se le ha confundido con la idea de acoso callejero. Halagar es resaltar una cualidad o la belleza femenina usando frases elegantes que lindan con los versos de un poema; en cambio, acosar sugiere perseguir, incomodar a una dama y, evidentemente, expresa una actitud negativa. El piropo es circunstancial, fugaz, en cambio, el acoso es duradero y sugiere una serie de acciones en el tiempo. Amplios reportajes de televisión con el tema del acoso callejero se han impuesto frente a la intención de los hombres ‘cirios’ (piropeador en jerga), que tendrán que dudar si quieren soltar piropos como “Me gustaría ser papel para envolver ese bombón”; “Si la belleza fuese un instante, tú serías la eternidad”; “Me gustaría ser helado para derretirme en tu boca”. Y es que, lamentablemente, se ha trastocado el mensaje de esta tradicional costumbre y se le ha encasillado en el uso de groserías sexuales y las miradas de admiración hacia la belleza física del sexo opuesto. Un caso particular que grafica el verdadero significado del acoso se dio en febrero del año pasado, cuando la periodista Juliana Oxenford denunció a un sujeto que la acosaba frente a su casa, la perseguía, la apuntaba con miradas sugerentes y se aparecía en los lugares que ella frecuentaba. Asumamos que el piropo es básicamente masculino y está asociado a la improvisación verbal en un contexto de respeto, cualquier frase subida de tono o alusiva a una parte del cuerpo de una mujer lo desvirtúa y se convierte en una malcriadez, pero está muy distante de lo que significa el concepto de acoso. Escuchar algo que resalta tu apariencia o tu personalidad, así venga de cualquier opción sexual, es una muestra de consideración que eleva tu autoestima; por lo tanto, parece inoportuno creer que una mujer se moleste cuando un caballero le regala un piropo, muy por el contrario, puede ser un aliciente, pues muchas reaccionan bien y se alegran para sus adentros cuando son halagadas. En fin, acosar definitivamente es una falta grave que roza con el delito, pero regalarnos frases hermosas, aun cuando seamos desconocidos, creo que a cualquiera le cae bien, sobre todo cuando vivimos en una sociedad presa del caos y la desesperación.