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Diario del Huila,

DOMINGO 1 DE ABRIL DE 2012

Investigación 9A

Pacheco, el expolicía que habría matado a 100 garzoneños Pacheco, el “F-2” que aterrorizó a Garzón, en la década de los 80 y principios de los noventa. Aunque el policía nunca fue condenado y fue asesinado en servicio activo, se le atribuyen más de cien asesinatos en la Capital Diocesana del Huila.

LA ÚNICA imagen que se conserva en Garzón, del “Federal”, es un retrato hablado que un día un hombre que se salvó de ser acribillado por Pacheco, lo mandó a hacer donde el maestro Buendía, reconocido pintor del Municipio.

GUILLERMO LEÓN SAMBONÍ DIARIO DEL HUILA, GARZÓN

El nombre de José Fernando Herrera Pacheco, el dragoneante del F-2 de la Policía en Garzón, de los años ochenta y noventa, volvió a escucharse nuevamente en este municipio esta semana, cuando a través de un fallo del Consejo de Estado, se indemnizó y la Policía fue obligada a pedirle perdón a la familia de un hombre que apareció asesinado y con señales de tortura el 22 de junio de 1991, cuya muerte fue atribuida por la esposa de la víctima a “Pacheco” como le llamaban al entonces comandante del F-2, en la capital Diocesana del Huila. Pacheco, a quien se le atribuyen la autoría de más de cien homicidios en Garzón, durante diez años que estuvo al frente del F-2, era un hombre de 1.90 de estatura, piel trigueña, cabello castaño, que a veces se dejaba crecer el bigote, oriundo de la Dorada, Caldas, que tras graduarse como agente de Policía, en la Escuela Gabriel González del Espinal, fue trasladado al Departamento de Policía Huila, laborando inicialmente en Campoalegre, siendo trasladado a los pocos meses por el Comando del Departamento a Garzón. Al llegar traslado al Tercer Distrito con sede en Garzón, Pacheco - le gustaba que le llamaran por el apellido materno- integró un grupo de agentes del F-2 que por años aterrorizó a ladrones de poca monta y consumidores de bazuco y marihuana. El grupo estaba conformado por Rivadeneira, Ortiz Joya, a quien le decían “Pecho”, Pipelón y Pacheco. De los cuatro solo sobrevive Pipelón, quien tras jubilarse se radicó en Bogotá. Rivadeneira, días antes de su jubilación capturó en Garzón, a Dóllar, un reconocido cabecilla de las Farc, que estaba pedido en extradición, siendo premiado por la Embajada de los Estados Unidos y por la Policía con un viaje a San Andrés para él y su familia con todos los gastos pagos. Ya jubilado se radicó en Manizales, su tierra natal, donde a los pocos meses murió arrollado por una volqueta en momentos en que regresaba a bordo de una motocicleta de dejar a su hijo en el colegio. Ortiz Joya, a quien apodaban “Pecho” y era el más parcero de Pacheco, murió en una emboscada atribuida a un comando del M-19, el 19 de enero de 1990, en Tarqui. La muerte de Pacheco

El “Federal” Pacheco, como le decían en el mundo del hampa al policía, fue asesinado a mediados de 1992, tras

una cita romántica que cumplía en el sitio conocido como los kiosquitos, en plena Avenida del Pacífico de Garzón. La noche del atentado que finalmente ocasionó la muerte del “Federal” éste conversaba alegremente al calor de unas copas con Jaqueline Tejada, una de las tantas novias que tenía en Garzón. Pacheco y su novia fueron atacados a bala intempestivamente por varios hombres que sin mediar palabras disparaban hacia el sitio donde se encontraba la pareja. El policía fue recogido moribundo del sitio del atentado por otro agente del F-2, que recién llegaba a Garzón, Jaider Muñoz, quien lo trasladó hasta el Hospital San Vicente de Paúl, donde a los pocos minutos fue remitido al Hospital Universitario de Neiva, falleciendo en el camino. Entre tanto Jaqueline, la novia del “Federal” que también resultó herida pero de menor gravedad, también fue remitida a Neiva, donde a los pocos días fue dada alta y hoy coincidencialmente es la esposa de un expolicía. Sobre el asesinato del “Federal”, se manejaron dos hipótesis que nunca se lograron probar: La primera apuntó a que la muerte de Pacheco, fue pagada por una familia campesina de Garzón, que era propietaria de vehículos de servicio público rural, a la que señalaban de ser colaboradores de las Farc, situación que originó el exterminio de cada uno de sus miembros por “fuerzas oscuras del Estado”. La segunda hipótesis atribuye la muerte de Pacheco, a un comando del EPL, que por esos años tenía influencia en el centro del Departamento. Las víctimas de Pacheco

EN ESTA esquina fue asesinado el poco célebre ’Pacheco’.

Pacheco, según sus excompañeros hoy la gran mayoría de ellos jubilados, era un hombre frío, mujeriego,

maestro Buendía, reconocido pintor del Municipio. El crimen de Guarnizo

Ricardo Antonio Guarnizo Martínez, era un hombre oriundo de Garzón, que según su familia se dedicaba a la ornamentación en Neiva, a donde se había trasladado de trabajar hacía pocos meses con un hermano. Una tarde salió de Neiva, con su esposa y sus dos hijos rumbo a El Pital. Llegó muy tarde a Garzón y decidió pernoctar esa noche en la casa de una amiga de la familia ubicada en un barrio periférico de Garzón, donde a la mañana siguiente se presentó un allanamiento dirigido por Pacheco. En el allanamiento fueron capturados los esposos y los hijos de los dueños de casa a quienes el “Federal” les encontró varios gramos de bazuco y de contera fue capturado Guarnizo, quien fue señalado por Pacheco de ser una hp ladrón. Según la esposa de Guarnizo, que también fue conducida a la estación de Policía, Pacheco, además de calificar a su esposo de ladrón lo amenazó anunciándole que lo iba a matar. La esposa de Guarnizo, fue liberada a las pocas horas de permanecer en la estación, mientras que su esposo con el argumento de que iba a ser detenido por 24 horas lo dejaron en el calabozo. Guarnizo, apareció muerto y con señales de tortura en un lote a la salida de Garzón el 22 de junio de 1991, 24 horas después de haber sido capturado por Pacheco. En la investigación se logró demostrar que la firma de Guarnizo, fue falsificada en el libro de población de la estación de Policía, donde se registró como hora de salida del retenido las siete de la noche del 21 de junio. Tras estas y otras pruebas, el Consejo de Estado casi 20 años después de la muerte del ornamentador condenó al Estado a una millonaria indemnización en favor de la familia de Guarnizo y a la Policía Nacional a pedirle perdón a los deudos del occiso en acto que se cumplió esta semana en Neiva. El crimen de Guarnizo, es el único que la justicia colombiana, le pudo imputar al agente del F-2 Fernando Herrera Pacheco, de los tantos que se le achacan. La muerte de la “loca” Mariela

amigo de los ricos del pueblo, manipulador al extremo, tanto que a los oficiales comandantes de estación los manejaba a su antojo. Odiaba a los ladrones de poca monta a los que solía llamar “raticas de poco pelambre” que no merecen vivir. Ese mismo odio visceral lo sentía por los drogadictos consumidores de marihuana y bazuco mientras que a los “Jíbaros” o expendedores de vicio en las ollas los extorsionaba cobrándoles “impuesto” al consumo so pena de quitarles la vida. En Garzón aún se recuerda la vetusta 3-11, radio patrulla de la Policía tipo panel, donde eran obligados a montarse ladrones y drogadictos capturados por Pacheco. Se decía que el que “montaran en la 3-11, subía vivo pero bajaba muerto”. Lo mismo ocurría con la motocicleta DT115 color verde de dotación de Pacheco, cuyo sonido del motor al ser percibido por viciosos y ladrones a grandes distancias ocasionaba la estampida del “parche” en busca de caletas para salvar sus vidas. Los recorridos nocturnos del hombre de la limpieza social en Garzón, solía hacerlos solo - según recuerdan sus excompañeros-. El atuendo sanguinario de Pacheco, cuando salía de “caza” era un jean negro, acompañado de una camiseta blanca y una chaqueta de cuero negro, además de lucir botas media caña café y pasamontaña verde. La única imagen que se conserva en Garzón, del “Federal”, es un retrato hablado que un día un hombre que se salvó de ser acribillado por Pacheco, lo mandó a hacer donde el

Mariela Quinañaz, era una mujer que deambulaba las calles de Garzón, en los años noventa porque al parecer sufría de alguna enfermedad mental. El cadáver de la loca “Mariela,” apareció con la cara rociada con ácido y señales de tortura en un paraje solitario de Garzón. Sobre su muerte desde hace años circula una historia que indica que 24 horas antes de su asesinato la “loca” ingresó a misa a la Catedral encontrándose circunstancialmente con Pacheco, en el atrio al que le gritó para que todo el mundo oyera: “Voy a rezar porque Pacheco, dijo que me iba a matar porque yo ví cuando él mató a Pantebis” Pantebis, era un drogadicto a quien señalaban en el municipio de cometer hurtos menores para comprar el “vicio” que apareció muerto también con señales de tortura, días antes de la muerte de la “loca” Mariela. La muerte de Pantebis, extra judicialmente, fue atribuida a el “Federal”. El crimen del peluquero

El 19 de mayo de 1985 a las ocho de la noche, fue asesinado en su residencia ubicada en el barrio Provivienda de Garzón, el peluquero y dirigente deportivo Ricardo Jaramillo Losada. El crimen fue perpetrado por varios sujetos que desde la ventana de las residencia le dispararon a Jaramillo, quien en 1982, se había amnistiado tras ser simpatizante y colaborador del M-19. Años después se conoció que Jaramillo, hacía parte de una lista de miembros del M-19, que tenía Pacheco para ajusticiarlo. La investigación del crimen de Jaramillo, la inició el Juzgado 16 de Instrucción Criminal de la época, siendo archivada porque nunca se encontraron pruebas para incriminar presuntos agentes del Estado vinculados con el asesinato.


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