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/ VIERNES 6 de julio de 2018
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años
OPINIÓN www.ahora.com.pe
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Diario Ahora
Editorial Al maestro con cariño
La otra orilla, un notable libro de cuentos de Rosario Sánchez Infantas.
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ada seis de julio se celebra el “Día del Maestro”, como un homenaje a todos los hombres y mujeres que estudiaron, se prepararon y se dedican a la difícil, abnegada y sacrificada labor de enseñar, de volcar sus conocimientos a los millones de niños, adolescentes y jóvenes en nuestro país. A través de la historia, el maestro siempre ha estado relegado, olvidado y con sendas huelgas ha conquistado sus derechos, aun a costa de perder su sueldo, e inclusive su puesto, con el fin único de ser considerado, respetado. La educación es la base para que toda sociedad logre un desarrollo; por tanto, el Estado debe brindar todas la facilidades a los maestros para prepararse profesionalmente. Y es, obviamente, obligación de los docentes aprovechar estas herramientas para ofrecer la mejor educación posible a sus alumnos. En el caso de los maestros que laboran en zonas rurales y alejadas, donde la infraestructura es menos que deficiente, el Estado se debería encargar de brindar al menos los servicios básicos, ya que muchas de la veces tienen que cumplir sus funciones en aulas deterioradas, sin energía eléctrica, e incluso sin aulas, alejados de sus familias y de la civilización. ¿Quién no ha tenido un maestro en la vida que lo haya sacado de las tinieblas, de la ignorancia, al menos temporalmente? Los maestros tiene la labor de formarnos para ser mujeres y hombres de bien, enseñándonos valores y aprender a tomar decisiones. Hoy, hacemos un alto para saludar, para reconocer sus sacrificios, sus desvelos en preparar sus clases, de evaluarlos para que mañana puedan ser ciudadanos de bien, buenas autoridades, buenos vecinos, buenos peruanos, de estar orgullosos de tener la Bandera más linda del mundo, de tener un Himno más bello que debemos cantarlo a todo pulmón, como lo hicieron nuestros hermanos en la lejana Rusia.
uLos maestros tiene la labor de formarnos para ser mujeres y hombres de bien, enseñándonos valores y aprender a tomar decisiones.
l texto en mención representa un salto largo en la producción narrativa de la autora, quien, ya desde sus libros iniciales, había mostrado destreza para retratar personajes literarios y moverlos con soltura en escenarios diversos. Luego de publicar un texto de carácter profesional y dos novelas cortas, La otra orilla, es su cuarto libro y contiene doce cuentos de temática variada, en los que el rasgo más notorio es la narración de hechos traumáticos que atraviesan sus personajes, varios de ellos, sumergidos en situaciones limítrofes entre la vida y la muerte. Escrito con pulso firme, en el libro encontramos personajes que afrontan situaciones complejas que los atormentan o impulsan a buscar la causa que explique un hecho que aconteció en el pasado. Es el caso del cuento titulado ¡Escribe!, por ejemplo, relato que tiene cierta conexión con la literatura policial y destaca por su calidad en el conjunto del libro. Trata la historia de un joven que viaja a la ciudad de La Oroya a buscar la causa que originó la desaparición de su padre, un guardia civil que fue muerto en extrañas circunstancias. El personaje central realiza diversas pesquisas y, con la ayuda de colaboradores voluntarios, llega a descubrir la personalidad oscura de su progenitor, comprometido en hechos de sangre, y cuyo deceso parece haber sido causado por un ajuste de cuentas. Este hurgamiento en el pasado, se da igualmente, aunque dentro de otra perspectiva, en el cuento Delicadísima criatura. Dentro de la riqueza temática que caracteriza al libro, se encuentra la narración de índole sicológica, como es el caso del texto titulado Su propia crisis, en que se describe la inquietud de un joven por descubrir el pasado de una mujer atractiva, casada con un ingeniero, que, según comentarios que circulan entre los escolares del colegio donde estudia el protagonista, fue antes una prostituta. Asimismo, se incluye el cuento de intención histórica, Estos, ¿no son hombres?, en el que se relata el cambio de actitud del fraile Bartolomé de las Casas, que inicialmente es un encomendero y luego deriva en defensor de los nativos, al entrar en conocimiento de las iniquidades que cometen los conquistadores españoles en contra de la población indígena. En Un ingeniero en la familia, relato de intención social, se relata la frustración profesional por causas económicas de un joven talentoso, que renuncia a una prometedora carrera de ingeniero para trabajar en ocupaciones corrientes y de ese modo mantener a sus hermanos que quedaron en la orfandad. Al final, empleará toda esa rica experiencia vital para escribir libros y convertirse en un exitoso novelista. En el conjunto de los cuentos, cuatro o cinco de ellos tienen un nexo, ya sea directo o alusivo, con La Oroya. Esta ambientación reiterada no es gratuita, pues la autora hizo estudios secundarios en dicha localidad y
uLa pregunta
No 32 %
¿Deben las autoridades reconocer la labor de investigadores como el Ing. Alejandro Mendoza? Votos en facebook
Sí 68 %
Samuel Cárdich conoce plenamente la historia y los trances que ha venido atravesando la ciudad, que alberga un centro metalúrgico, explotado a lo largo de los años por compañías de diversa nacionalidad, que terminaron por convertirla en uno de los centros urbanos más contaminados del mundo. Los estratos sociales que dan fondo a los cuentos son, mayormente, de clase media (en sus diversas variantes), aunque no falta la narración de un sector pauperizado de la sociedad, notándose una tendencia a narrar los hechos después de ocurridos; lo cual permite a sus personajes hacer un recuento de sus propias vidas, ya sea para saldar cuentas con el pasado o, simplemente, para enfocarlo desde una perspectiva crítica. Por la diversidad de los temas y por la plasticidad con que se aborda el tratamiento de cada uno de ellos, los cuentos se prestan asimismo para que la autora, como una voz en off, emita acertadas opiniones sobre política, arte, religión y la condición del hombre, lo cual le da mayor riqueza al libro. En los diez primeros textos, se advierte también una ausencia del humor, que Rosario Sánchez ha trabajado con especial eficacia en textos anteriores, aunque reaparece, ya al final del libro y un poco tímidamente, en Última Bajada, y, con un poco más de amplitud, en ¿Me perdonas?, en los que emplea el humor de tipo lingüístico (en el primer caso) y el de circunstancias (en el segundo). También es necesario destacar que, de forma acertada, la escritora ha sabido eludir en sus narraciones, las descripciones intrascendentes, logrando de ese modo darle agilidad a sus relatos y fijando de manera clara la naturaleza cuentística de la obra. El tratamiento de la historias va desde el relato lineal, en primera o tercera persona, hasta el uso de técnicas modernas como el contrapunto o la narración alterna, que se da, por ejemplo, en el ya mencionado cuento Última bajada, donde la autora nos transmite su conocimiento pleno de hechos históricos y artísticos de una ciudad tan llena de historia como es Ayacucho, expresados mediante un lenguaje transparente. En líneas generales, La otra orilla es un notable libro de cuentos que prestigia la literatura hecha por mujeres y que ubica a Rosario Sánchez en un lugar preferente de la narrativa actual.
La pregunta de hoy ¿Autoridades deben actuar con celeridad en la captura del hombre que violó a sus dos hijas y embarazó a una de ella?
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