3 relatos sobre químicos y sus contextos

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LA CONTRIBUCIÓN DE JEAN REY A LA TEORÍA DE LA COMBUSTIÓN Y LA CALCINACIÓN - Dr. Miguel Katz

1582), sosteniendo que el aumento de peso del plomo calcinado se debe “a las partículas aéreas que se consumen por el fuego”. Por esta razón, explicó, los ladrillos horneados pesan más que los ladrillos que aún no han sido cocidos. Estos pensadores, estaban imbuidos en la concepción aristotélica de los cuatro elementos, dos de los cuales se consideraban “graves” y los otros dos “leves”. La levedad del aire y el fuego y la imposibilidad fáctica de pesarlos, llevaron a esos científicos a la convicción de que eran imponderables. Con esa convicción, nunca podrían haber encontrado la verdadera causa del aumento de peso que acompaña a la calcinación.

Los ensayos de Jean Rey Jean Rey nació alrededor de 1583 en Bugue, una pequeña villa de Périgord, en la Dordoña. Estudió en Mountauban donde obtuvo el título de maître des arts. Luego estudió medicina en Montpellier doctorándose en 1609. Regresó a su ciudad natal ejerciendo allí su profesión hasta su fallecimiento en Figura 2: Carátula del libro de Jean Rey 1645. Matizó su actividad profesional con la investigación química realizando sus experimentos en la fundición de metales de su hermano. En el año 1629, Jean Brun, que era el farmacéutico jefe en Bergerac, le envió una carta a Rey, contándole que había colocado 2 libras y 6 onzas de estaño de gran pureza en un recipiente de hierro y calentado fuertemente en un horno abierto con agitación continua. Sin haberle agregado nada, al cabo de 6 horas, obtuvo 2 libras y 13 onzas de una cal blanca. Este aumento de peso de 7 onzas, “lo llenó de asombro, ya que durante la calcinación se habían liberado humos”. Por ello deseaba conocer la opinión del Dr. Rey acerca de la causa del aumento de peso. Más tarde el Sr. Brun le envió otra carta, relatándole sus experimentos de calcinación del plomo en los cuales también se había verificado un aumento de peso.

En enero de 1630, Jean Rey publicó el resultado de sus estudios sobre este caso en un ensayo titulado Essays sur la Recherche de la cause pour laquelle l’Estain & le Plomb augmentent de poids quand on les calcine”5. En este trabajo, Rey desarrolló la teoría de que el aumento de peso en la calcinación del estaño y del plomo se debe a que esos metales se combinan con el aire. Para fundamentar su teoría recurrió a diversos experimentos. Si bien algunas de sus consideraciones son algo metafísicas (y otras erróneas) sus conclusiones son completamente correctas. En primer término se abocó a demostrar que el aire tiene peso, desvirtuando la teoría de que los “elementos leves”, el aire y el fuego, son imponderables. Para ello recurrió a un experimento en el cual cuatro materiales líquidos de distinta densidad, inmiscibles entre sí, se agitan en un recipiente y cuando alcanzan el reposo se estratifican nítidamente. Sobre esta base argumentó: “Que el fuego es, por su naturaleza, tan sutil que apenas merece el nombre de cuerpo y, consecuentemente, es despojado de prácticamente toda resistencia, de donde se sigue que el aire, subiendo sin obstáculos abordaría los cielos expulsando al fuego de su lugar y lo forzaría a buscar un estrato más bajo lo que contradice la propia doctrina (que el fuego es más leve que el aire). Yo le agrego a esto otro inconveniente, a saber: el perpetuo e infructuoso conflicto que existiría entre los elementos graves y leves, éstos últimos empujando hacia arriba mientras que los otros lo harían hacia abajo, a toda su potencia. De esto surgiría que en el lugar de su contacto un estado de tensión incomparablemente mayor que la que hay en una cuerda tirada de una y otra parte por dos manos poderosas cuyo esfuerzo provocaría su ruptura. Tal estado está muy lejos del nudo amistoso con que la Naturaleza ha querido unir los elementos vecinos implantando en su seno cualidades similares por medio de las cuales a diario se comunican entre sí simbólicamente amigables. De esto resulta que la levedad es un vocablo que, en la Naturaleza, no significa nada en absoluto, por lo que debemos rechazarla o, si la retenemos, sólo denotaría una relación o un informe de que una cosa es menos pesada que aquella que la aventaja (en el peso).” 6

Para reafirmar la idea de que el aire tiene peso da un argumento muy sencillo: “Ahora, si hemos acordado que todo lo que se hunde hacia abajo sin ninguna coacción tiene peso, cuando tal movimiento procede, ¿quién podría negarle tal cualidad al aire al ver que cuando se arrastra una estaca sobre la tierra corre sobre ella para llenar el agujero?” 7

5. Este ensayo fue reimpreso en 1777. en París, por Gobet, con el agregado de varias notas. En 1907, The Alembic Club publicó una traducción al inglés (Reprints Nº 11). 6. “Que le feu estant de nature si subtile qu’à peine merite-il le nom de corps, il est consequemment desnué de presque toute resistance: d’où s’ensuiuroit que l’air montant en haut sans empeschement aborderoit le ciel, exilant le feu de sa place, & le contraignant de chercher un siege plus bas, au détriment de leur propre doctrine. I’adiouste à ceci un autre inconvenient, sçavoir est l’estrif perpétuel, sans nul fruict, qui seroit entre les elemens pesants & légers, ceux-ci tirans en haut, & les autres en bas, à toute leur puissance. D’où sourdroit à l’endroit de leur contiguïté, une souffrance sans comparaison plus grande que ne reçoit la fiscelle tirée d’une & d’autre part par deux puissantes mains, luy faisans tel effort qu’on en voit la rupture. Bien loin de ce nœud d’amitié dont la Nature a voulu ioindre les elemens voisins, plantant dedans leur sein des qualitez semblables, par le moyen desquelles ils communiquent entr’eùx, & tousiours amiablement symbolisent. Dont il resulte que la légèreté est un vocable qui ne signifie rien d’absolu en la nature: si qu’il le faut reietter; ou, si nous le retenons, que ce soit pour dénoter seulement une relation ou rapport d’une chose moins pesante à celle qui l’est davantage.”. Essays, (1630), p. 17-18. 7. “Or, puis qu’on demeure d’accord que tout ce qui s’avale en bas sans aucune constrainte a de la pesanteur, d’où un tel mouvement procède, qui fera celui qui pourra defnier cette qualité à l’Air, voyant qu’on n’aura pas plustost arraché un pal de la terre, qu’il n’aye couru au trou, pour fermir de remplage” Ibid. p. 19.

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