De dioses, cosmovisiones y leyendas,

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con nixtamal y atole de maíz, que parecía de maíz azul, y todos comimos en el patio de la casa. Cuando terminamos de comer a toda la gente le sirvieron teswino o suguiki. A mí también me querían dar pero no quise; les dije que no tomaba porque era niño. Entonces Semani junto con otros niños y yo nos fuimos a jugar. Al poco rato de jugar, le dije a Semani que ya me regresaría a la casa porque hacía rato que me habían mandado al agua y me regañarían si llegaba tarde. Semani me dijo que le había dado mucho gusto conocerme y yo le dije que también porque en ese rato aprendí a tocar violín, comí y jugué mucho. Agarré mi olla y bajé hasta el pozo y eso fue lo que pasó, por eso se me hizo tarde. Platica mi tía María que no le creyó porque Enrique duró perdido una semana y lo que estaba diciendo seguramente era mentira para que no lo fueran a regañar. También pensó que era un invento que tocaba el violín y pensó pedirle que tocara para ponerlo a prueba. Le pidió que tocara con el violín de su abuelo José Guadalupe los Matachines y Pascoles que según decía había aprendido. El niño rápido fue al cuarto de su abuela y descolgó del horcón el violín y el arco. Ya con el violín en sus manos, se sentó en una silla y empezó a tocar como si ya supiera de tiempo atrás; tocó como tres o cuatro melodías de Pascoles y Matachines diferentes. Platica mi tía María que ella y los hermanos de Enrique estaban asustados y sorprendidos de lo que el niño estaba haciendo porque en esos días no había nadie en la casa que supiera tocar el violín y mi abuelito José, que era el único que sabía, ya había muerto. En eso llegó mi abuela y también le preguntó al niño el motivo de los días que estuvo perdido. Una vez que le platicaron a mi abuela Paula lo que al niño le había pasado, se quedó seria un rato y dice mi tía que les dijo a todos: “Unos rarámuris nacen con ese don y a otros nos enseñan. Lo que le pasó a Enrique es que se lo llevaron los rolichis y ellos le enseñaron a tocar violín. Ellos viven cerca de los aguajes y en las ciénagas; son pequeños de estatura y es en tiempos de lluvias cuando se les puede encontrar, son muy conocidos porque parecen niños pero con cara de grandes y andan sin huaraches. En donde se hallan los rolichis no hay día ni noche, todo el tiempo están de fiesta y sólo los niños los pueden ver.


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