Cuadernos de Bitácora Número 1

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NUMERO 1 ENERO 2013

CUADERNOS DE BITACORA

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uadernos e itacora

un viaje a un universo desconocido

L O S S I G N O S M E G A L Í T I C O S D E H U E LV A Y EL ORIGEN DE LA ESCRITURA LINEAL EN CANAÁNFENICIA.

COMBUSTIÓN ESPONTANEA HUMANA. CUANDO ARDE EL CUERPO.

EL MITO DEL HOMBRE LOBO II.

DIRIGIBLE L-8, UN MAIRIE CELESTE DEL AIRE.

LOS MUERTOS VIAJAN DEPRISA CONSIDERACIONES ACERCA DE FIGURA DEL VAMPIRO.

LA

Y ADEMÁS RASPUTIN, LO QUE LA VERDAD ESCONDE, MIS RELATOS, SUEÑOS COINCIDENTES, EXOPLANETAS.


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PLANETAS EXTRASOLARES, LA DELGADA LINEA DE LA ZONA DE HABITABILIDAD..................................................................................................24 LO QUE LA VERDAD ESCONDE.......................................................................43 SUEÑOS COINCIDENTES, UN SISTEMA EMERGENTE PSÍQUICO................47 RASPUTIN, EL SANTÓN PODEROSO (PRIMERA PARTE...............................54 MIS RELATOS.....................................................................................................73 EL DETECTIVE INSOLITONTEZ........................................................................82

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han participado en ESTE NÚMERO : Carlos Ruiz carlosruizbenidorm@gmail.com Israel Ampuero Israel.ampuero@gmail.com José Luis Tajada francisco mañez José ramón dávila ana rodriguez Dra. Ana María Vázquez Hoys javier yuste gonzález miguel ángel maca Ángel Molano (Angelpito)

EDITORIAL esde tiempos inmemoriales, la ciencia y el avance del conocimiento han tenido enemigos feroces que han conquistado a algunos científicos. La falta de humildad, la extendida creencia en que se está en posesión de la verdad absoluta o la falta de osadia, son un lastre para el desarrollo de pensamientos innovadores, transgresores que rompan con las lineas establecidas. Parece evidente que a lo largo de la historia, el hombre se ha enfrentado a misterios de la más diversa índole y en ocasiones, la resolución de estos misterios le han llevado a establecer nuevas teorías, algunas de las cuales, al ser tamizadas por el método cientifico, han supuesto una revolución en los distintos campos de la ciencia. Negarse a afrontar estos misterios desde un ángulo crítico así como asumirlos como un credo, supone un error inadmisible para los que vemos en la ciencia una herramienta que nos aporta la luz suficiente para salir del ostracismo.

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uadernos de Bitácora pretende ser un escaparate donde se expongan algunas de estas ideas osadas, así como los intentos de algunos “aventureros” del conocimiento por enfrentarse al estudio de temas “de frontera”

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director Israel ampuero

subdirector

ienvenidos a esta nueva aventura, bienvenidos a Cuadernos de Bitácora, bienvenidos a este viaje a un universo desconocido.

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Carlos Ruiz

Israel Ampuero diseño gráfico Israel ampuero

maquetación israel Ampuero

Si quieres participar en la revista, ponte en contacto con nosotros en: cuadernosbitacora@gmail.com Visita nuestra web: www.cuadernosdebitacora.com

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signos megalíticos

LOS SIGNOS MEGALITICOS DE HUELVA Y EL ORIGEN DE LA ESCRITURA LINEAL EN CANAÁN-FENICIA Dra. Ana María Vázquez Hoys Profesora Titular Historia Antigua Departamento de Historia Antigua Universidad Nacional de Educación a Distancia. (UNED)

Entre otros muchos elementos, estos dos útiles tenían una particularidad: Signos de escritura. Y Dice el historiador R.H.Carr en su libro -Qué es como tales los publicaron. Con un comentario en la historia- que: “los hechos son ciertos y la relación a los del pulidor que, aunque opinión libre”. sorprendente, condujo a que se ignorase su Lo que se presenta aquí es uno de esos hechos importancia. ciertos: Unos útiles megalíticos descubiertos en contexto arqueológico, datados por los arqueólogos que los descubrieron en los milenio IV-III a.C. y publicados por ellos como “Signos de escritura de carácter ibérico”. Lo demás es opinable. Pero el descubrimiento y veracidad de los hechos son incuestionables. LOS HECHOS SON CIERTOS.

LAS BELLAS DURMIENTES MEGALiTICAS ONUBENSES

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En 1947. En un lugar al sur de España, en Huelva, Andalucía, unos arqueólogos : Carlos Cerdán y Georg y Vera Leisner encontraron y estudiaron un pequeño pulidor en el dolmen de Pulidor de San Bartolomé. Museo de Huelva San Bartolomé y una navecita de barro en el Su afirmación: “En el pulidor se aprecian signos dolmen de La Zarcita. de escritura de carácter ibérico” hizo que dichos signos, de indudable similitud con los muy posteriores signos de escritura ibérica, quedasen incluidos y disimulados en los numerosos signos ibéricos aún no descifrados. Sin que nadie hasta ahora se haya dado cuenta de que parecen un precedente, no sólo de los signos ibéricos, sino también de los signos fenicios, a los que parecen preceder en más de dos mil años. Expuestos ambos útiles en una vitrina del Museo Arqueológico de Huelva, son unas “Bellas Navecita de La Zarcita Durmientes” megalíticas ignoradas, expuestas a

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signos megalíticos las miradas curiosas de arqueólogos, historiadores, conservadores y visitantes curiosos que no vieron los signos de escritura. Unos testigos ignorantes de la importancia de los signos trazados en un pasado muy remoto, cuando no existía esa clase de escritura lineal según todas las teorías. Unos signos que muchos no vimos al visitar el Museo años antes, ni al montar las vitrinas apreciaron los conservadores. Nadie se dio cuenta hasta que el azar los volvió a despertar. Y la casualidad los puso ante mi vista. Una mañana de primavera. Un Sábado de Gloria que fue para los signos de escritura dormidos un día de resurrección.

BUSCANDO LOS PRIMEROS SIGNOS FENICIOS DE HUELVA. Y OTROS EJEMPLOS CLÁSICOS. Invitada por un amigo onubense que me acompañó al Museo, iba a ver una vez más los primeros signos de escrituras, fenicia, tartésica y “desconocida”, expuestos en las vitrinas de dicha ciudad del sur de España. Y tanto las fotos que aquel día obtuve como las que figuran en la página web de dicho museo dan fe de su cronología: siglos IX-VIII a. C., lo que por ahora hace de ellos los signos de escritura fenicia más antiguos encontrados en la Península Ibérica.

4 Grafitos cerámicos con letras tartésicas. S-IX-VIII a.C.

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signos megalíticos Fragmento cerámico con letras incisas. Cuenco con signos inscritos que, según algunos autores, pueden ser tartésicos y, según otros, fenicios, si bien su brevedad impide conocer la entidad lingüística de la palabra a la que pertenecen. S VIII a. C. Cabezo de San Pedro, Huelva, Cerámica a mano bruñida.3,9 x 8 cm. Museo de Huelva.(inv. 3.507/3).Foto Museo de Huelva.

Ss. VIIII-VII a.C. Cabezo de San Pedro, Huelva. Cerámica a mano bruñida 4,8 x 5,6 cm. Fragmento de cerámica con dos letras incisas. Fragmento de color gris de soporte en forma de carrete con dos signos de identificación dudosa que, por su brevedad, impiden conocer la naturaleza de la lengua a la que pertenecen. Foto Museo de Huelva.

Cuenco con letras incisas. Fragmento cerámico con signos inscritos fenicios que muestra la introducción de la escritura en el suroeste peninsular, sin que pueda decirse a qué palabra corresponden. Ss. VIIIVII a.C.Cabezo de San Pedro, Huelva. Cerámica a mano.3,9 x 4,1 cm. Museo de Huelva,(inv. 3.507/7) . Foto Museo de Huelva.

Ss. VIIII-VII a.C. Cabezo de San Pedro, Huelva Cerámica a mano bruñida.4,3 x 5,3 cm. Museo de Huelva. Foto Museo de Huelva.

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signos megalíticos PERO YO VENTAJA.

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Al llegar a Huelva en la primavera del año 2005 yo llevaba una ventaja en relación con otros colegas españoles y yo misma en relación a visitas anteriores: Conocía un libro de Marco Merlini que había comprado en Roma hacía ya unos años. En el que se recogían signos de escritura hallados en Europa desde época paleolítica.

ahora usamos hubiese comenzado en Europa, no en Canaán. Las tablillas de Dispilio o la de Gradesnica eran ya muy antiguas, escritas con A

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A)Tablilla de arcilla de Gradesnica, Bulgaria. 4000 a. c. sg. Shan M. M. Winn: Pre-writing in Southeastern Europe: The Sign System of the Vinca Culture ca 4000 BC' Ed. Western Publishers, Calgary, 1981. B)Signos de Ftelia.Mikonos.7.500 a.C. según A.Sampsom.

numerosos " caracteres " prealfabéticos, desde el siglo VII milenio a.C. y Sampson llamaba a los caracteres de Ftelia (Mykonos, Grecia) un ejemplo de símbolos-letras, compuesto de numerosos "caracteres", refiriéndose a un “código de comunicación que pudo dar lugar a una escritura protobalcánica que existió en los Balkanes en época Neolítica”, la inscripción de En él se escribía sobre unos primeros signos Ftelia era claramente “lineal”, prefenicia. Y lo europeos de escritura que yo no conocía. Y la mismo los signos de las cuevas del sur de posibilidad de que la escritura de forma lineal que Francia.

6 Dra.Vázquez Hoys, 29 Marzo 2005, delante de la vitrina con los pulidores y la navecita. Museo de Huelva. Foto Domínguez Coronado.

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signos megalíticos NO ES DECORACIÓN SIGNOS DE ESCRITURA.

SINO

uN ATAQUE DE VÉRTIGO.

Increíble pero cierto. Tanto en la parte delantera Y en lugar de comenzar a mirar las vitrinas de como en la lateral, dos objetos parecían tener época fenicia del Museo, comencé por las más signos de escritura, o por lo menos, ”algo” que antiguas. Y al llegar a la época megalítica surgió no parecía decoración. Me puse en contacto con la sorpresa. En la misma vitrina había dos útiles el conservador del Museo, Enrique Martín. Le al menos con lo que supuse a simple vista que conté quién era y lo que me parecían los signos. eran “signos de escritura”: Los pulidores del Esperaba un “no”, obviamente. O al menos que dolmen de San Bartolomé y la llamada navecita lo dudase. del dolmen de La Zarcita. De los milenios IV-III Cuando dijo “Sí. Y hace poco que ha llegado la documentación y la tengo en mi despacho”, nos a.C. Es decir: 3.000-2.000 a.C. miramos. Y salimos corriendo a verla. Leerla. Fotografiarla. Pero antes, a mi se me había abierto el mundo bajo los pies. El ataque de vértigo duró un instante. Presentí las dificultades. El posible ridículo. Las burlas. Todo ello opuesto a mi larga carrera docente e investigadora. Ganó la pasión. La novedad. La certeza de que “aquello” era algo excepcional, porque el ductus que me habían enseñado a descubrir mis profesores de epigrafía en la Universidad Complutense, se apreciaba perfectamente. Respiré hondo. Corrí. Abrimos carpetas. Libros. Fotografié. Fotocopiamos. Y aquí estamos: Navecita de La Zarcita, lámina con el dibujo de Cerdán, Diciendo que aquí en Iberia se escribía de varias formas en época megalítica. Y que además 1952. tenemos las pruebas arqueológicas en contexto. LA DOCUMENTACIÓN OFICIAL.

Pulidor de San Bartolomé, lámina de la primera publicación con la leyenda “Piedra con escritura”, Cerdán 1952..

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Cuando en el Próximo Oriente comenzaban a escribir con los sistemas cuneiforme y jeroglífico egipcio, aquí se escribía ya de dos formas lineales. Algo que solamente suponerlo era una revolución total.

Calco original de los signos del pulidor de San Bartolomé. Museo de Huelva. Foto:Dra. Vázquez Hoys

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Dibujos originales de D. Carlos Cerdán del pulidor (1952) y del ajuar de La Zarcita, con la navecilla aludida(1975). Se aprecian claramente los signos de la escritura que denominamos Huelva 2, "cuadrada" o tipo La Zarcita, por el lugar de su hallazgo. El número de la lámina es de la publicación de 1975.

No cabía duda. Y al día siguiente, más consciente ya de la importancia del hallazgo, lo comuniqué a la prensa local que quiso oírme: El periódico Odiel. En el Hotel frente al Museo

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porque su director no me permitió hacerlo en el mismo y ante la vitrina que yo quería mostrar al mundo.

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a Dra. Vázquez presentando los signos de Huelva al periódico Odiel y la publicación de Huelva, 30 marzo 2005.

Algunos están reunidos en grupos, otros aparecen en solitario o de dos en dos, mientras que otros se mezclan con las imágenes de los La comparación con los signos fenicios, la estela animales de las cuevas. Hay triángulos, de Nora o los signos tartesios fue varios meses cuadrados, semicírculos, círculos completos, posterior. Y dicha comparación confirmó mis ángulos abiertos, cruces y grupos de puntos. sospechas: Hay coincidencias sorprendentes. Y Otros son más complejos: dibujos de manos con los signos de Huelva preceden a todas las dedos falseados (conocidos como manos en escrituras del milenio I que conocemos, que bien negativo); filas de líneas paralelas (llamadas pueden derivar de ella. De ahí que esa sí sea estrías de dedos), diagramas de símbolos como nuestra teoría. Y supongamos que los cananeos ramas, conocidos como penniformes, o los conocieron, bien en Occidente, a partir del pequeños bocetos de chozas, entidades S.XIV, cuando en Ugarit aún se escribía en llamadas tectiformes. En total, 26 signos caracteres cuneiformes sumerios, un alfabeto de específicos que se utilizan repetidamente en 29 signos. El adaptarlos a la forma lineal “fenicia” estas cuevas, creados en los milenios en que bien pudo hacerse en el Mediterráneo. O en Europa descendió -y salió- hacia la última Era Huelva, antes de la fundación de Cádiz en el Glacial. "Estos símbolos están por todas partes en las 1.100 a.C. paredes de las cuevas, pero en realidad nadie los nota", dice Genevieve von Petzinger, de la EN EUROPA YA SE USABAN SIGNOS LINEALES DE COMUNICACIÓN DESDE ÉPOCA PREHISTÓRICA. UN CLARO PRECEDENTE DE SIGNOS POSTERIORES

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El siguiente paso fue usar signos no cuneiformes que YA se usaban en Europa desde la época de las cavernas, según el estudio de Genevieve von Petzinger. Estos signos son raramente mencionados en la mayoría de los estudios de arte rupestre antiguo.

Genevieve von Petzinger y algunos de los signos prehistóricos de comunicación.

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signos megalíticos Universidad de Victoria, en la Columbia Británica. Por ejemplo, en el reciente documental de Werner Herzog sobre la cueva de Chauvet, 'Cave of Forgotten Dreams', Él se concentra totalmente en las pinturas de los caballos y los rinocerontes, y deja que su cámara barra más allá de los símbolos, como si ellos simplemente “no estuvieran allí". Eso es un error, de acuerdo con von Petzinger. Los símbolos proporcionan una clara evidencia de la forma en que nuestros ancestros pasaron de representar ideas de modo realista -como en esas bellas imágenes de

bisontes y mamuts- a la etapa en la que comenzaron a representar los conceptos simbólicamente. En algunos casos, las señales parecen surgir del uso de imágenes truncadas de un animal y, finalmente, llegar a actuar como un símbolo de ese animal en su totalidad. Por ejemplo, una línea ondulada utilizada para representar la parte de atrás de un caballo, en una pintura de gran tamaño, finalmente llega a representar al caballo entero en diferentes conjuntos de pinturas.

10 Lugares centroeuropeos con signos antiguos.

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signos megalíticos CONCLUSIONES E HIPÓTESIS DE TRABAJO.

banco-santuario de Melkart.Harokel, el dios mercader que protegía los negocios cananeos.

Así pues, las conclusiones que se puede sacar de estos casos que presentamos son:

E. Que el origen de la leyenda fenicia de la sangre de Adonis fuese el rojo río Tinto y no el Litani. O el mito del Jardín de las Hespérides o el real tesoro de El Carambolo y su forma de lingote estuviesen relacionados con una posible realeza sagrada femenina, de ricas y poderosas sacerdotisas de la fertilidad y la diosa del Más allá, manipuladoras de serpientes, representadas en el fértil imaginario griego por la dolorosa figura de Medusa, reina de Tartessos. Una poderosa y rica mujer sagrada, similar a la enterrada en el magnífico yacimiento de Pozo Moro, hasta ahora considerado tumba de un príncipe ibérico. Una diosa de los animales o Potnia Theron a la que los griegos asimilaron a Ártemis y los romanos a Diana.

I. Basándonos en las fuentes arqueológicas citadas: A. La posibilidad de que los cananeos del II milenio conociesen en el Mediterráneo una forma de comunicarse a base de signos lineales que ya se usaba en el Continente europeo desde la época de las cavernas, que más tarde formó un sistema de pre-escritura o “escritura lineal”. B. Que los cananeos conociesen los signos lineales de pre-escritura o “escritura” en HuelvaSur de Iberia, adonde ellos navegaban al menos desde antes del 2.200 a.C. según el último y reciente descubrimiento de la muralla de tipo oriental (sur de Anatolia-Canaán) fechada en 2.200 a.C. por el dr. Ull, catedrático de arqueología de la Universidad de Barcelona, en La Bastida de Totana (Murcia) y la Cultura de El Argar (Almería) o el yacimiento de Los Millares y otros “circulares” del Calcolítico ibérico. C. Que fuesen estas culturas surpeninsulares y sus riquezas minerales las que dieron origen a la leyenda de La Atlántida (curiosamente de forma circular también ), escuchada por el abuelo de Platón en Egipto y a la posible idea del mítico Tartessos, imaginado por los escritores griegos del I milenio. D. Que el descubrimiento de colorantes rojos y salazones tuvo lugar por los surpeninsulares hispanos y de aquí los tomaron los cananeos, que fundaron el Gades, a la tercera, su poderoso

II. A estas y otras muchas conclusiones sorprendentes puede llegarse dando la vuelta al origen de los signos de escritura lineal, no en Oriente, sino en Occidente. Y con la escritura lineal a mitos y descubrimientos tenidos hasta ahora por orientales. Ex Occidente Lux sería la teoría: La luz del conocimiento procede de Occidente. III. Pero además, no se puede olvidar la fuente literaria: El conocido texto de Estrabón en época de Augusto sobre los turdetanos, herederos de los tartesios y los “andaluces del IV-III milenio y su antigua escritura: “Son considerados los más cultos de los iberos, ya que conocen la escritura y, según sus tradiciones ancestrales, incluso tienen crónicas históricas, poemas y leyes en verso que ellos dicen de seis mil años de antigüedad”. Estrabón, III 1,6.

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combusti贸n humana espont谩nea

Combusti贸n Espont谩n Cuando arde el

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combustión humana espontánea e utiliza el término combustión espontánea humana para describir los casos de incineración de personas vivas sin una fuente externa de ignición aparente. Aunque existen multitud de teorías sobre la combustión espontánea, la posición mayoritaria es de escepticismo sobre la propia existencia del fenómeno. Los defensores de su existencia contabilizan alrededor de 200 casos desde el Siglo XVII. Sin embargo, en la mayoría de ellos apenas hubo una investigación sobre las circunstancias que los rodearon, y muchos se basan en testimonios de segunda o tercera mano y carecen de datos tan básicos como el nombre de la víctima o la fecha del incidente. Los defensores de la combustión humana espontánea han discrepado durante años sobre la posible causa del fenómeno aunque recientemente algunos han propuesto como razón más probable el inicio de un fuego noespontáneo con efecto mecha. (1) Según el manual Elementos de Medicina y Cirugía Legal, arreglados a la Legislación Española de 1832 (2): “Es un fenómeno extremadamente raro, mas puesto hoy día fuera de toda duda por ejemplos auténticos y al que se le denomina combustión espontánea humana; y por ella se consume el cuerpo más o menos completamente sin haber sido expuesto a la acción del calor. Un accidente tan extraordinario ha llamado tanto la atención, porque podría ser causa de penas capitales, si los profesores del arte de curar no saben reconocer la verdad ni demostrarla: en efecto podría creerse que algunos asesinos habían propiciado a quemar a su víctima, aunque fuese un medio tan largo como difícil”. Han sido varios los casos a lo largo de la historia que se han cerrado con el veredicto por parte de forenses, jueces y otras partes implicadas como “Muerte por combustión espontánea”. En el presente capítulo expondremos

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nea Humana, l cuerpo.

Jose luis tajada herraiz

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combustión humana espontánea algunos de ellos, que de una manera u otra, han contribuido a alimentar la creencia popular de la existencia de este curioso fenómeno de combustión que -en principio- desafía toda lógica y que a día de hoy carece de una explicación científica que avale su autenticidad. No obstante, y en honor a la verdad, hay que reconocer que la espectacularidad de los hechos y la ausencia de un razonamiento que indique una posible causa, hacen que bien merezca la pena ser analizado. Existen rasgos particulares que distinguen esta misteriosa forma de morir de otro tipo de fallecimientos por quemaduras. Por ejemplo, resulta curioso que en gran medida se trate de personas de edad avanzada, que el grado de incineración sea extremo hasta el punto de convertir los restos mortales en simples cenizas, a la vez que los objetos cercanos permanecen sin mostrar síntomas de haber ardido. Otra de las características que llaman la atención es que algunas partes del cuerpo de los fallecidos aparecen intactas, extremidades, cabeza, etc. Para colmo de extrañezas, la mayoría de las víctimas parecen ser sujetos de vida poco social que fallecen de manera misteriosa en la soledad de sus domicilios. A continuación se exponen algunos casos que han pasado a la historia de lo incógnito con el indicativo de “Muerte por Combustión Espontánea”. Nicolle Millet y Cornelia Zangari, dos casos del Siglo XIIX. l francés Jonas DuPont recoge en 1763 en su libro “De incendis Corporis Humani Spontaneis” (Sobre el fuego espontáneo en el cuerpo humano) el caso de fallecimiento de Nicolle Millet en Reims, Francia. El 20 de Febrero de 1725 -según el autor- la víctima Nicolle Millet, propietaria del albergue El León de Oro, fue hallada quemada viva reposando sobre una silla que no mostraba signos algunos de haber ardido. Su marido, que fue juzgado por este macabro suceso como presunto autor del crimen -según la acusación para poder continuar su relación extramarital con una mujer mucho más joven- siempre esgrimió su inocencia aduciendo para ello que el fallecimiento de su esposa había sido debido a “la visitación de Dios”, y que la combustión no había sido fruto de “mano humana alguna”, dado lo extraño del escenario en el cual se encontraron los restos del cadáver.

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Curiosamente, dos siglos después, el escritor e investigador, Joe Nickell junto con John F. Fischer (forense en el laboratorio de criminalística de la oficina del Sheriff del Orange County de Florida), en su “Secrets of the supernatural (Investigating the World´s Occult Mysteries)” dan otra versión de los hechos basados en las investigaciones sobre la documentación hallada en los archivos existentes sobre este caso (3,4,5). Según ambos investigadores, la realidad fue muy diferente, ya que el cadáver hallado no se corresponde con la descripción que aparece recogida por el francés Jonas DuPont en su libro de 1763. Los hechos serían otros. Los restos de Nicolle Millet ciertamente se encontraron calcinados, pero no sobre una silla inalterada por el fuego, sino sobre el suelo de la cocina. Éstos, formados por la cabeza, parte de la columna vertebral y las extremidades inferiores, presentaban síntomas de haber sido quemados, de igual forma que las tablas del suelo sobre los que descansaban. Los autores de esta revisión del caso, exponen también que realmente Jean Millet (el marido de la infortunada) habría sido condenado por este inexplicable fallecimiento y que el principal testigo de la defensa, Claude-Nicolas Le Cat (1700-1768) por aquel entonces estudiante de medicina e inquilino de la vivienda donde se produjeron los hechos, no se encontraba en el domicilio en la fecha de la muerte de su propietaria. La reconstrucción del suceso, que dista mucho de la que ha pasado a la historia de las combustiones espontáneas sería la siguiente: “En la noche del 19 de febrero, Nicolle Millet y su esposo se habrían retirado a la cama a las ocho de la noche. Sin poder dormir, la señora Millet fue a la cocina mientras el Sr. Millet dormía. A las dos de la mañana el Sr. Millet se despertó por un "fuerte y desagradable olor", que parecía provenir de la cocina. Al dirigirse a ella descubrió los restos de su esposa. La señora Millet había sido reducida a un montón de cenizas, menos una sección de los intestinos, una porción de la cabeza y las extremidades inferiores, que milagrosamente habían escapado de la cremación. El suelo sobre el que reposaban los restos había sido consumido, pero no una artesa y un fregadero cercanos que aparecían en perfecto estado. El cuerpo fue encontrado a tan solo unos centímetros del fogón de la cocina”. Los médicos y autoridades judiciales tras examinar la escena arrestaron al Sr. Millet,

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combustión humana espontánea acusándolo de asesinar a su esposa y quemar su cuerpo para ocultar el hecho. Su caso fue apelado en un tribunal superior, que dictaminó que la muerte de la señora Millet no había sido el resultado de un asesinato, si no de una “combustión espontánea”. El Sr. Millet fue absuelto, pero desafortunadamente, el tiempo pasado en la cárcel y la duración de los juicios fueron demasiado para él y pasó el resto de sus días en un hospital. Un caso no menos dramático es el de Cornelia Zangari di Bandi, condesa de Cesena. El suceso fue publicado(6) el mismo año en que ocurrió por Giuseppe Bianchini, erudito italiano a quien Clemente XII y Benedicto XIV le confiaron varios trabajos científicos. El 4 de Abril de 1731, los restos de la condesa italiana, de 62 años de edad, fueron hallados por su doncella en el dormitorio. La noche anterior había sido vista por última vez sin mostrar ningún síntoma anormal y, aunque comentó que se encontraba “pesada y aburrida”, se dirigió a sus aposentos, oró como era su costumbre y se quedó dormida. Nada hacía presagiar que al día siguiente y tras ausentarse a la hora del desayuno en el comedor, su cuerpo, parcialmente calcinado, sería encontrado por la sirvienta. El cadáver de la condesa, sobre el suelo, se había reducido a un montón de cenizas, donde sólo se conservaban tres dedos ennegrecidos, dos piernas -que aún llevaban las medias hasta la rodilla- y entre éstas, parte de un cráneo calcinado al que faltaba la parte posterior, el cerebro y la barbilla. Las cenizas mostraban una “humedad grasienta y maloliente” que se adhería a la piel al recogerlas. El ambiente de la habitación quedó descrito como “sofocante y lleno de hollín”. La cama mostraba síntomas de que la condesa había permanecido en ella, pero que se había levantado con calma del lecho, ya que la cubierta se encontraba recogida en uno de sus lados. Una pequeña lámpara de aceite en el suelo aparecía cubierta por las cenizas del cuerpo de la condesa. Sobre una mesa de la habitación se encontraron dos velas completamente consumidas, y todos los muebles se encontraban recubiertos por una ceniza fina y muy húmeda que había penetrado incluso en los cajones. Además de este hollín, el dormitorio tenía un olor nauseabundo y maloliente y mostraba restos de un líquido de color amarillo que se filtraba incluso por la parte inferior de las ventanas.

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Para dar explicación a este suceso se elucubraron en la época varias teorías, la primera de ellas sugería que la condesa podría haber sido alcanzada por un rayo que hubiera entrado por la ventana o por la chimenea. Esta extravagante hipótesis, se intuyó poco acertada dado que nadie había escuchado trueno alguno y por las condiciones climáticas del momento no parecía plausible. La segunda de ellas, fechada en 1745, tenía en cuenta la extraña posición que presentaba el cráneo, ubicado entre las piernas, no incineradas, de la víctima. En esta hipótesis se menciona la posibilidad de que el fuego hubiera surgido del propio torso de la condesa, considerando que algún tipo de desequilibrio gastro-intestinal, pudiera haber generado sustancias inflamables, que una vez expulsadas al exterior podrían haber entrado en contacto con la próxima lámpara de aceite, generando una rápida combustión. A esta posibilidad se le añadía un posible alcoholismo y la costumbre, muy común en la época, de tomar baños de “Espíritu -alcohol- de Vino Alcanforado”, recomendado para “fortalecer las partes y las articulaciones relajadas” (7). Esta sustancia de alta graduación alcohólica, podría haber quedado impregnada en parte el cuerpo de la dama, prendiéndose por la lámpara de aceite, que habría consumido la parte superior del torso hasta desprender la cabeza. No obstante, ninguna de las anteriores teorías parecen explicar por qué nadie escuchó sonido alguno que delatara la tragedia y por qué las piernas de la condesa aparecían sin síntomas de calcinación. El caso fue muy conocido en su época, e incluso el prolífico escritor Charles Dickens lo menciona en el prefacio de su novela “Bleak House”. Existen otros relatos de la época no menos extraños. En 1779 se verificó otra combustión similar en Aix en Provence. Una mujer de pequeña estatura, muy gruesa y bastante entregada a la bebida fue hallada muerta en su domicilio, de su cuerpo no se encontró más que una masa de cenizas espesas y grasas, algunos huesos calcinados muy quebradizos y el cráneo y un pie intactos. Del mismo modo apareció otra mujer en París en 1799. El Doctor Neveu, cirujano, reconoció los restos de un cuerpo humano en el que todo el tronco formaba una masa carbonosa de olor fétido. Sólo un pie estaba intacto y la cabeza, unida al tronco, estaba hinchada pero “sin alteración en los

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combustión humana espontánea músculos” (2). Mary Reeser, Barbitúricos y un cigarrillo. ste suceso, ocurrido en St. Petesburg, Florida, en el año 1951, vino a reabrir, tras más de dos siglos de silencio, la polémica sobre la posibilidad de morir a consecuencia de una “combustión espontánea”.

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Restos de Mary Reeser

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Mary Reeser, viuda, con fuertes problemas de sobrepeso, fumadora compulsiva y consumidora habitual de seconal -secobarbital, una droga perteneciente a la clase de los barbitúricos, cuya característica principal es la acción inhibidora generalizada del sistema nervioso- aparecía con su cuerpo prácticamente calcinado a excepción de un pie -calzado con una pantufla de raso negro-, el hígado, algunas vértebras y la cabeza. Ésta última aparecía macabramente reducida hasta el tamaño de una pequeña pelota de unos doce centímetros de diámetro. Esto es todo cuanto quedó de un cuerpo de 75 kilogramos de peso. Las últimas personas que la vieron con vida fueron su casera y su hijo el Doctor Richard Reeser, quien había ido a visitarla. Esa misma noche a las 5 de la madrugada, Pansy Carpenter, propietaria del domicilio despertó a consecuencia de un olor muy fuerte a quemado, pero achacándolo a los habituales problemas con la caldera que abastecía al domicilio de agua caliente y calefacción, volvió a dormirse. A la mañana siguiente el cartero llamó a la puerta del domicilio con un telegrama para la señora Reeser, cuando fue a entregárselo, al abrir la puerta de su habitación notó que el pomo de la puerta estaba muy caliente. Alarmada, pidió ayuda. Dos trabajadores que se encontraban trabajando en el edificio acudieron en su ayuda,

tras forcejear con la puerta lograron abrirla y en el interior descubrieron el macabro hallazgo. Toda la dependencia se encontraba cubierta de hollín grasiento, especialmente las zonas situadas por encima del metro veinte de altura. Las paredes estaban aún decoradas por algunos objetos de plástico que aparecían derretidos, como un espejo que aparecía resquebrajado, o un reloj que aún marcaba las 04:20 de la madrugada. La parte baja de las paredes, por debajo del metro veinte, permanecían en buen estado, mostrando únicamente marcas de fuego en la zona junto a la que aparecían los restos del cuerpo. El asiento sobre el que había reposado el cuerpo de la víctima se hallaba completamente calcinado en el suelo dentro de un área de un metro de diámetro aproximadamente. Curiosamente, el pie hallado se encontraba fuera de esta zona circular (8). Los patólogos forenses que estudiaron el caso manifestaron que hubiese sido necesaria una temperatura de al menos 2000 ºC para lograr una cremación similar a la que manifestaba el cadáver. El análisis de diferentes objetos situados en la escena desconcertó aún más al FBI. Los materiales de la silla sobre la que se encontraba la Señora Reeser sólo habrían sido capaces de arder de forma lenta, mientras que los enchufes y llaves de la luz mostraban claros síntomas de haberse derretido por una fuente de calor externa, lo cual negaba la posibilidad de que el fuego se hubiera iniciado por una chispa eléctrica. El FBI realizó pruebas para determinar si se habían utilizado gasolina u otros acelerantes, obteniendo siempre un resultado negativo. Meses después de la investigación el Jefe de la Policía y el Detective encargado del suceso firmaron una declaración atribuyendo la muerte de Mary Reeser al accidente provocado por un cigarrillo que prendió sus ropas mientra dormía. De esta forma se daba por zanjado el caso. Pero la explicación fue incapaz de resolver todos los interrogantes, como la ausencia de gritos de la víctima, la inexistencia de olor a carne quemada, o la misteriosa reducción de su cráneo. El detective Cass Burgess, años más tarde, manifestó: “El asunto sigue abierto. Seguimos tan incapaces de determinar cuál fue la causa lógica de esta muerte como cuando entramos al apartamento de la señora Reeser”. Por otro lado el Doctor Wilton M. Krogman, antropólogo físico de la Universidad de

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combustión humana espontánea Pensilvania, experto de renombre mundial sobre los efectos del fuego en el cuerpo humano, comentó en un principio: “No puedo concebir una cremación tan completa sin que hubiera ardido completamente todo el apartamento […] Lo considero la cosa más increíble que he visto [… ] Si estuviéramos en la Edad Media pensaría que se trata de Magia Negra” (9). Más tarde, después de haber puesto esta declaración en el expediente, Krogman se apartó de esta posición. En su lugar propuso la teoría de que Reeser había sido asesinada en otro lugar. Su asesino habría tenido acceso a los equipos de un crematorio y habría incinerado su cuerpo. Éste, habría transportado a continuación los restos de la cremación parcial al apartamento y habría utilizado un equipo portátil de generar calor para añadir los toques finales. John Irving Bentley, un extraño olor y un hollín azulado. l 4 de Diciembre de 1996 sería el último día que alguien vería vivo al anciano Doctor John Irving Bentley. Tras la visita de unos conocidos a su domicilio habitual en Condersport (Pensilvania, EEUU) lo que sucedió en el interior de la vivienda sigue siendo un misterio.

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La mañana siguiente, apenas transcurridas 15 horas de la visita, el operario de la compañía local de electricidad, Sr. Gosnell, que efectuaba una ronda por el barrio leyendo los contadores, encontró el sótano de la casa de Bentley lleno de un humo azulado y un extraño olor. El techo del sótano mostraba una abertura, fruto de fuego reciente, que se comunicaba con la planta superior, de donde parecía brotar esa nube de acre olor. Alertado por ello y conocedor de los

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problemas de salud del Doctor, que a duras penas podía caminar con la ayuda de un andador, decidió subir al domicilio para ver si necesitaba ayuda. Allí se encontró un cuadro dantesco. El agujero que había visto desde el sótano se comunicaba con el cuarto de baño de la planta superior, este orificio, de 90 centímetros de ancho por 120 de largo había sido realizado por el efecto de un curioso fuego que sólo había afectado a esta zona del suelo. Junto a él, aparecía intacta la mitad inferior derecha, aún con una zapatilla, de la pierna del Doctor Irving. Un montón de cenizas y hollín parecían ser todo cuanto quedaba del resto de su cuerpo. El andador empleado habitualmente por el anciano completaba la tétrica escena; volcado sobre el agujero calcinado, permanecía ajeno a los síntomas del fuego, mostrando en perfecto estado tanto las partes metálicas como las de goma. Asustado por la inexplicable escena, el técnico de la compañía eléctrica salió huyendo despavorido del edificio para pedir ayuda. Más tarde las autoridades pudieron comprobar que el cuerpo se había calcinado prácticamente en su totalidad, a excepción del pie derecho que se encontraba en la planta superior y de una rótula y parte del cráneo que fueron hallados en el sótano. Inexplicablemente, el incendio parecía haberse localizado únicamente en una zona de no más de un metro cuadrado de la vivienda, donde fue hallado el suelo quemado, en el aseo, junto a la bañera. Dentro de la misma habitación el resto de componentes parecían ajenos al fuego que había consumido el cuerpo del pobre anciano. Años después del suceso Joe Nickell, que investigó el caso por su cuenta, nos da una reconstrucción de los hechos basándose en las descripciones aparecidas en el artículo escrito por Larry E. Arnold “The Fleming Fate of Dr. Jhon Irving Bentley”, publicado en 1976. Nickell añade que además de las ropas encontradas en el armario de la víctima, que hacían presagiar varios incidentes anteriores al de su muerte en los cuales su afición a fumar tabaco en pipa habían ocasionado quemaduras en sus prendas; el haber encontrado la pipa de éste alejada de la escena del suceso, en el dormitorio, podría ser explicado por otras evidencias que en su día fueron pasadas por alto. Así, las quemaduras halladas en la alfombra del dormitorio, donde se encontró la pipa de la víctima, sobre una mesita, y los restos de una jarra de agua rota en el suelo

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combustión humana espontánea junto a los restos del Doctor en el cuarto de baño, podrían interpretarse de la siguiente manera. El Sr. Bentley se encontraría fumando su pipa junto a la cama, posiblemente reposando, cuando ésta prendió fuego a sus ropas. El infortunado, al sentir la combustión sobre su cuerpo habría despertado, acudiendo rápidamente hacia la zona más próxima donde podría encontrar una forma de sofocar el fuego, el cuarto de baño. Dados sus problemas de movilidad, la única forma de poder combatir la combustión sería la de llenar un recipiente, la mencionada jarra que apareció rota junto a sus restos, y verter el agua sobre las llamas. Pero el fuego continuó su rápido camino a través de la vestimenta del anciano. Éste, asfixiado por el humo, perecería al poco tiempo dejando su cuerpo al pasto de las llamas, volcado sobre el andador.

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Opiniones de la Ciencia.

a hemos mencionado uno de los primeros textos científicos en español sobre este tipo de fenómenos, en él podemos encontrar algunas claves, escritas en 1832 sobre la Combustión Humana Espontánea: “Lair (París 1808) publicó una memoria con este motivo que contiene muchas observaciones. Marc y Copp han manifestado igualmente ideas ingeniosas sobre este fenómeno. Además resulta de un gran número de observaciones, que las combustiones espontáneas se han verificado por lo regular en personas que habían pasado de los 60 años, y más generalmente en la mujeres que en los hombres […] siempre existen causas de debilidad y una especie de inercia en el organismo, de modo de que los individuos eran o muy gruesos o muy flacos, y casi todos estaban demasiado entregados a los licores fuertes. […] Aparece una llama azulada, ligera, que no se apaga por el agua y que produce los mismos dolores que la quemadura cuando la combustión es parcial; ésta no se extiende más que a los objetos que están inmediatamente en contacto con el cuerpo, o muy próximos; pero entonces se carbonizan más bien que quemarse, se produce un hollín espeso, graso y muy fétido que se adhiere a los muebles y las paredes y jamás el cuerpo queda enteramente quemado. El tronco es atacado y rara vez lo son los miembros; de las partes quemadas sólo queda un carbón negro y quebradizo que despide un olor empireumático y desagradable, y una pequeña cantidad de cenizas o un depósito graso y fétido. La extremidad de un miembro o la cabeza, quedan muchas veces intactos” (2). En los albores de los estudios de la ciencia moderna, existe otro texto, recopilado por la Astor, Lenox and Tilden Fundation, que se incluye en El Liceo Mexicano. La similitud de las descripciones con los casos expuestos de mediados del Siglo XX resulta evidente. El documento transcrito es de 1844. Restos de John Irving Bentley No obstante, esta explicación no termina de “La combustión espontánea se ha verificado en responder a todas las preguntas. Tal y como se diferentes lugares de Europa pero esencialmente ha mencionado anteriormente, la completa en los climas fríos y en el rigor del invierno: en combustión de un cuerpo requiere una nuestro país no se conoce hasta ahora ningún temperatura difícilmente alcanzable en una ejemplo. De los veinte casos reunidos por M. combustión de este tipo, que se encuentra muy Devergie en su Medicina Legal y a los que se localizada y que apenas afectó a otros enseres debe agregar uno que hace objeto del artículo presentes en la habitación. A día de hoy, sigue publicado en el tomo 2º del periódico de la siendo un misterio sin explicación. Academia de Medicina de México, observado por

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combustión humana espontánea el Dr. Joly en que las víctimas son dos, se deduce que las causas predisponentes son: el abuso de licores, la edad avanzada y el sexo femenino. Primero, de los veintidós sujetos citados, dieciocho abusaban hacía mucho tiempo del aguardiente; y de los otros cuatro si no se dice lo mismo, tampoco se afirma lo contrario. Segundo, excepto una muchacha de diecisiete años en la cual la combustión hizo poco estrago, todos los otros se hallan comprendidos entre los cincuenta y los noventa años. Tercero, diecisiete de estos individuos pertenecen al género femenino y sólo cinco al masculino […] Algunos autores miran también como predisponente la extrema gordura; sin embargo varios individuos afectados eran sumamente flacos”. Se tiene como causa ocasional o determinante, el contacto o solamente la aproximación a un cuerpo inflamado como una lámpara, una bujía, una pipa etc., y se dice que sin esta circunstancia el fenómeno no puede verificarse. En efecto, en todos los casos auténticos conocidos hasta el año 1838, las víctimas se han encontrado cerca de uno de estos focos; pero M. Devergie cita el caso siguiente observado por M. Bubbe-Lievin, en el cual según este profesor, la combustión se ha verificado sin auxilio del fuego. A finales de Octubre de 1839, Mr. Bube-Lievin cirujano ayudante mayor en el ejército de África fue llamado para ver a un árabe Abdallah-Ben-Alí, hombre de entre cuarenta y cinco y cincuenta años, muy grueso y que abusaba de los licores, al cual se encontró en un estupor profundo, con la cara y los ojos encendidos, y el pulso fuerte y lleno: en este estado se había hallado tendido en lugar público. Estos accidentes desaparecieron a merced de dos sangrías abundantes, aplicaciones de sanguijuelas al cuello y baños de pies con mostaza, de modo que a los dos días el hombre estaba convaleciente; mas apenas se hubo restablecido volvió a sus hábitos de embriaguez, pasando varios días fuera de su casa. Al cabo de un mes de esta vida desarreglada Mr. Bubbe-Lievin, fue llamado por el padre del enfermo para ser testigo de un espectáculo horrible. Yacía en el suelo el cadáver del árabe consumido en los tres cuartos, negro, carbonizado y exhalando un olor infecto de aceite quemado; los miembros y una gran parte del tronco hasta el cuello habían sido consumidos. Este infeliz fue llevado a su casa ebrio como de costumbre y se acostó; a la media noche su padre despertó por el olor a quemado,

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acudió al punto y encontró a su hijo presa de dolores atroces: se quejaba de una sensación interior de quemadura; se le hizo beber agua y se roció con ella, mas en vano; una llama azulada se paseaba por todo su cuerpo y le ocasionaba quemaduras terribles. Si como asegura el autor de la observación, ningún cuerpo inflamado se hallaba cerca del árabe en el momento del accidente, este caso aunque único, prueba la posibilidad de una combustión espontánea con todo el rigor de la palabra, es decir, determinada por un trabajo orgánico interior hasta ahora inexplicable, pero que no puede dejar de admitirse. Según la relación de los individuos que han sobrevivido, la invasión del mal se hace sentir generalmente por un calor muy vivo en una parte más o menos extensa del cuerpo, la cual se ve cubierta de una llama azulada que se propaga con mucha rapidez, Otros han sentido un fuerte golpe comparable al que determinaría una descarga eléctrica: la llama aunque poco elevada, resiste a las efusiones de agua fría, y ordinariamente no desaparece hasta la completa destrucción del cuerpo, que en una o dos lo horas deja convertido en un pequeño montón de cenizas. Frecuentemente son respetados los pies, las manos, la cabeza, el cabello etc., quedando entre estos restos algunos huesos del tronco convertidos en un carbón ligero y fétido. Durante la combustión se percibe un olor fuerte y muy desagradable similar al de cuerno quemado y se ve desprenderse de la víctima un humo negro y espeso que se adhiere a los objetos vecinos bajo la forma de hollín untuoso al tacto y de un olor de quemado; tocando con el dedo la parte inflamada queda aquél cubierto de una materia grasa que continúa ardiendo. Es muy notable que los muebles colocados cerca del cadáver y aún una parte de sus vestidos, se encuentren intactos en la mayoría de los casos, y es inconcebible como en un hecho referido por Mr. Devergie que se verificó en un clérigo en Florencia; se inflamaron completamente la camisa y el solideo del paciente, y se conservaron los cabellos y un pañuelo que se había puesto entre la camisa y la espalda” (11). En la actualidad diferentes colectivos científicos exponen y proponen explicaciones para este fenómeno que no dudan en calificar como real y posible. Citaremos para ello un par de documentos recopilados de la Base de Datos de

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combustión humana espontánea

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la U.S. National Library of Medicine de Estados Unidos de América. En el primer estudio, de la Universidad de Tenesse, A.M. Christensen del Departamento de Antropología expone sus explicaciones para posibles casos de combustión humana espontánea en el artículo “Experiments in the combustibility of the human body”, mencionando una posible causa para la cremación casi completa de los huesos y la incapacidad de propagación del fuego a los materiales combustibles cercanos. Para ello experimentó con huesos humanos sanos y con huesos con osteoporosis. El segundo experimento realizado implicó la combustión de una muestra de tejido humano y la observación de la altura de la llama y el área quemada, con el fin de calcular el calor efectivo de la combustión, llegó a la conclusión de que se generaba la suficiente cantidad de calor como para que éste se propagara. Los resultados avalan la hipótesis de que se puede dar credibilidad al fenómeno de combustión total de un cuerpo dadas unas condiciones determinadas (12). El segundo texto, Romich, Horan y Catanese del New York College of Osteopathic Medicine, de Old Westbury, deja constancia del análisis de un presunto caso de combustión espontánea. Se trata del caso de un hombre de 59 años hallado muerto en el suelo a varios metros del vehículo que utilizaba como vivienda. El cuerpo presentaba quemaduras de diferente índole, lo que había provocado su muerte. La autopsia reveló una gran pérdida de tejidos blandos y la fragmentación de huesos, sobre todo en la zona del tronco, con la inexplicable preservación de la parte superior del pecho, la cabeza y extremidades. El difunto poseía un largo historial de abuso de sustancias ilegales y se informó de que estaba participando en un programa de reinserción por metadona. Los informes de toxicología dictaminaron que su sangre, obtenida del examen de lo quedaba de su corazón, contenía 0,4mg/litro de esta sustancia en el momento de su muerte. Se encontró también trazas de cocaína pero no de alcohol. Se dictamina como posible causa de la muerte la combustión humana por “efecto mecha”, consistente en la destrucción parcial de un cuerpo por el fuego cuando la ropa de la víctima absorbe el tejido graso licuado y actúa como una mecha de vela perpetuando una llama que destruye lentamente el cuerpo por el efecto del

calor (13) . Por último, mencionar un experimento realizado con el cuerpo de animales que podría contener una de las posibles explicaciones a este fenómeno. La experiencia realizada por John DeHaan, SJ Campbell y Nurbakhsk, Said pertenecientes a la Forensic Science Society, aportó nuevos datos sobre la combustión humana. En sus experimentos quemaron cadáveres de cerdos pequeños en diferentes estados con la esperanza de que los resultados pudieran ser ilustrativos de los tipos de daños con los que se topan los investigadores en los cuerpos de seres humanos bajo las mismas condiciones. Para ello los animales fueron ataviados con prendas de algodón y poliéster para replicar la ropa que portan las víctimas humanas. La conclusión a la que se llegó es que una vez prendido el cuerpo, los cadáveres fueron capaces de arder sin el empleo de una fuente de calor adicional y debido únicamente a la grasa de su propio cuerpo, ya que el material de la prenda que lo envolvía había actuado como una mecha. El resultado fue tan inesperado que fueron financiados para que realizaran un experimento más, esta vez a la búsqueda de poder dar explicación algunos casos de muertes por combustión humana. Esta segunda prueba fue patrocinada por la BBC que filmó el experimento. Para esta experiencia se empleó un cerdo de tamaño y peso grandes, simulando el cuerpo de una víctima humana, que se cubrió completamente con una manta de algodón de una sola capa. El fuego se inició con una mínima cantidad de gasolina a la que se aplicó una llama inicial. Una vez este combustible se quemó, el cuerpo siguió consumiéndose durante cuatro horas debido a su propia grasa y los tejidos que lo formaban. Sorprendentemente, el cadáver se consumió prácticamente bajo la zona vestida con la manta, mostrando el resto del cuerpo un buen estado de conservación. Lo más extraño es que en todo momento la temperatura ambiente de la habitación donde se efectuó la experiencia permitió que los científicos y el equipo de grabación permanecieran en ella sin ningún tipo de protección (14)(15)(16). Conclusiones. o debemos confundir los términos Combustión Humana Espontánea y Combustión de un Cuerpo por el

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combustión humana espontánea llamado “Efecto Mecha”. Aunque la Paraciencia tradicionalmente aplica indistintamente ambos términos a cualquier caso donde aparecen restos humanos total o parcialmente calcinados sin una explicación posible, se trata de hechos completamente diferentes. Salvo que se pudiera determinar por algún medio, como grabaciones en vídeo -cosa que a día de hoy no ha sucedidoque la combustión se genera de manera espontánea en el cuerpo, es decir no provocada por la víctima u otras personas, no podemos indicar alegremente que esta misteriosa forma de ignición aparecida de la nada sea la causa detonante del fenómeno. Tal y como hemos podido comprobar por los experimentos realizados en diferentes centros de investigación y Universidades, existe la posibilidad de que un cuerpo humano -que previamente cumpla ciertas características- pueda incinerarse sin el aporte de una gran cantidad de calor, pero siempre, bajo la presencia de un fuego inicial. Leyendo detenidamente los casos aquí expuestos resulta fácil comprobar que en la práctica totalidad de ellos, a excepción de la del árabe Abdallah-BenAlí, la escena donde se produce la combustión indica que ha existido la fuente de ignición necesaria para iniciar el proceso. El consumo de tabaco, la presencia de lámparas, velas u otros elementos generadores de llama están presentes y muy próximos al recorrido que efectuaron las víctimas por última vez. No obstante, y aunque empleando la lógica se pueda encontrar una explicación a la mayoría de los casos que han entrado a forma parte de las leyendas urbanas relacionadas con la combustión humana espontánea, no podemos olvidar el factor homicida en algunos de estos casos. Tal y como han expuesto algunos investigadores, forenses y criminólogos el empleo del fuego para borrar cualquier señal o prueba de la escena de un posible crimen siempre debe contemplarse. En algunos casos, como el mencionado de Mary Reeser en 1951 se vio ensombrecido por las declaraciones de varios investigadores relacionados con el FBI que mencionaron la posible relación de esta víctima con el crimen organizado. Ya en el mencionado texto español de 1832 (2) e italiano (6) se menciona la necesidad de analizar no solo a la víctima y la escena donde aparece, si no también su entorno, para encontrar posibles causas. Parece evidente que bajo determinadas causas un cuerpo humano puede llegar a consumirse

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hasta convertirse en ceniza -efecto mecha-, y que evidentemente determinados procederes de las víctimas pueden desencadenar el accidente o evitar el control de la combustión a tiempo estado de embriaguez, consumo de drogas, movilidad reducida, etc.-. Sin embargo la posibilidad de que el cuerpo de la víctima pueda arder por sí solo debe de estudiarse con sumo cuidado. Aunque el ser humano es un laboratorio químico y eléctrico muy complejo, las posibilidades de que pueda generar fuego en el interior de su cuerpo son nulas. Salvo casos excepcionales en los cuales la ingesta de sustancias químicas ya de por sí peligrosas para el organismo como el sodio en estado puro -que reacciona al contacto con el agua generando una combustión rápida y violenta- difícilmente se podría encontrar una causas que permitiera demostrar que puede generarse una fuente de calor con la duración e intensidad necesarias para iniciar el proceso de cremación del cuerpo y mantenerla por la licuación de los tejidos adiposos. Debemos recordar que los procesos de cremación empleados por los servicios funerarios requieren de un tiempo medio de entre dos y cuatro horas y una temperatura de entre 800 y 1200 ºC, mantenida de forma constante y artificial por complejos sistemas de combustión controlada de gas aportado desde el exterior. La conclusión más lógica parece ligada a un cúmulo de casualidades que finalmente desembocan en que el sujeto se vea afectado por una llama que reacciona con sus prendas o elementos más próximos. La víctima queda asfixiada por el humo generado en este primer paso de la combustión que consume las ropas o enseres más cercanos -sillas, mecedoras, etc.y dado su estado de embriaguez o sopor provocado por drogas no es capaz de reaccionar a tiempo. El resultado final es fácil de preveer si aplicamos los resultados comentados por las experiencias de DeHaan, Campbell y Nurbakhsk. El cuerpo contenido bajo las ropas se iría consumiendo lentamente hasta quedar sólo aquellas partes que no han podido calcinarse debido al denominado “Efecto Mecha”, es decir partes desnudas y que no se encontraran en contacto con el resto de la masa inflamable.

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combustión humana espontánea Bibliografía. (1) Wikipedia (2) D. José Pedro Miguel Peiró y Rodrigo, y D. José Rodrigo y Martínez. (Noviembre de 1832). Elementos de Medicina y Cirugía Legal, arreglados a la Legislación Española. (3) G.H. Lewes. (1835). Elements of Medical Jurisprudence. (4) Edinburgh Magazine. Spontaneus Combustion, de la Blackwoods´s. (5) T.Stevenson. (1883). Principals and Practice of Medical Jurisprudence. (6) Bianchini, G. (1743) Parere sopra la Cagione della morte della Comtessa Cornelia Zangari, ne' Bandi Casenate; 3a ediz. Roma: Ottavio Puccinelli (7) Joseph Jacobo Plenk, versión traducida por el Doctor D. Antonio Lavedan. (1805). Farmacología Quirúrgica ó Ciencia de medicamentos externos e internos. (Madrid, Imprenta de Villalpando). (8) Michael Harrison. (1982) Fire from Heaven. Methuen Drama. (9) Wilton M Krogman (1961), About Reeser Case, The General Magazine and history Chronicle of the University of Pennsylvania. (10) Nickell, Joe. Secrets of the supernatural: investigating the world's occult mysteries with John F. Fischer (Buffalo, N.Y. : Prometheus Books, 1991). (11) Varios (1844), El Liceo Mexicano, Imprenta de J.M. Lara. (12) Christensen AM (2002), Esperiments in the combustibility of the human body. The University of Tennesse Department of Anthropology, Knoxville. (13) Romich, Horan y Catanese (2010) Accidental fire fatality witch sustained combustion. New York College of Osteopathic Medicine, Old Westbury (14) DeHaan, J.D., S.J. Campbell, and S. Nurbakhsh (1999) Combustion of Animal Fat and Its Implications for the Consumption of Human Bodies in Fires. Science and Justice. (15) DeHaan, John D., and Said Nurbakhsh (2001) Sustained Combustion of an Animal Carcass and Its Implications for the Consumption of Human Bodies in Fires. Journal of Forensic Sciences. (16) DeHaan, J.D., S.J. Campbell, and S. Nurbakhsh (1999) Combustion of Animal Fat and Its Implications for the Consumption of Human Bodies in Fires. Science and Justice.

Otras fuentes consultadas: ▫ Callahan Gerald N. (2002). Faith, Madness, and Spontaneous Human Combustion : What Immunology Can Teach Us About Self-Perception. Thomas Dunne Books. ▫ Edwards, Frank. Stranger than Science (New York: L. Stuart,1959). ▫ http://www.fbi.gov/foia/electronic-reading-room/spontaneous-human-combustion

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exoplanetas

PLANETAS EXTRASOLARES, LA DELGADA LINEA DE LA ZONA DE HABITABILIDAD.

Por Israel Ampuero

(Foto: Trent Schindler, National Science Foundation)

La idea de la existencia de planetas más allá de nuestro sistema solar no es una idea moderna. Ya en el siglo XIX se teorizaba sobre la existencia de planetas más allá de los confines de nuestro sistema solar y de la influencia de nuestro benefactor, el Sol. La primera detección de un planeta extrasolar sucedió en 1992 cuando se encontraron varios planetas que orbitaban en torno al pulsar PSR B1257+12, pero fue en 1995 cuando se encontró el primer planeta, 51 Pegasi b (M.Mayor and D.Queloz. Nature, volumen 378, página 355 ) que orbitaba en torno a una estrella de las mismas características que nuestro astro rey y desde entonces se han descubierto más de 600 cuerpos planetarios.

Los objetos con masas reales por debajo de la masa límite para la fusión termonuclear del deuterio (actualmente calculada en 13 masas de Júpiter para objetos de metalicidad solar) que orbitan estrellas o remanentes estelares SON planetas (no importa cómo se formaron). La masa mínima / tamaño requerido para que un objeto extrasolar sea considerado como un planeta debe ser la misma que la utilizada en nuestro sistema solar. Los objetos sub-estelares con masas reales por encima de la masa límite para la fusión termonuclear del deuterio NO SON planetas sino "enanas marrones", no importa cómo se formaron ni dónde están ubicados. Aquellos objetos que flotan libremente en cúmulos de estrellas jóvenes con masas por debajo de la masa límite para la fusión termonuclear del deuterio NO SON planetas, son sub-enanas marrones.

No obstante, esta definición de trabajo no es universalmente aceptada. Métodos de detección Es de imaginar que la detección de planetas extrasolares entraña muchísima dificultad debido a la tenue luz reflejada por los mismos que suele Ilustración de 51 Pegasi b ser de una millonesima parte de la emitida por la Pero ¿que entiende la Unión Astronómica estrella a la que orbitan. Por esta razón la internacional (UAI) como exoplaneta? detección de planetas y su fotografía directa ha La definición de planeta de la UAI sólo hace sido posible sólo en una decena de casos en los referencia a los planetas del sistema solar pero que los planetas son especialmente grandes y existe una definición de trabajo que considera calientes, emitiendo por tanto luz infrarroja detectable y diferenciable de su estrella. que:

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exoplanetas ¿Cómo detectamos entonces un planeta extrasolar? Existen numerosos métodos indirectos que nos permiten encontrar estos planetas, veamos alguno de ellos. Velocidades radiales: Este método se basa en el efecto doppler. El planeta, al orbitar la estrella central, ejerce también una fuerza gravitacional sobre ésta de manera que la estrella gira sobre el centro de masas común del sistema. Las oscilaciones de la estrella pueden detectarse mediante leves cambios en las líneas espectrales según la estrella se acerca a nosotros (corrimiento hacia el azul) o se aleja (corrimiento al rojo). Este método ha sido el más exitoso en la búsqueda de nuevos planetas, pero sólo es eficaz en los planetas gigantes más cercanos a la estrella principal, por lo que sólo puede detectar una leve fracción de los planetas existentes. Astrometria: Con esta técnica se tratan de encontrar variaciones en la posición de una estrella debidas a su oscilación al girar en torno a un centro de masas que comparte con el planeta que la orbita. Tránsito: Observaremos en este caso variaciones en la intensidad de brillo de una estrella debidas al tránsito de un planeta entre el punto de observación y dicha estrella. Una variación de este método es el conocido como variación en el tiempo de tránsito y se trata de usar variaciones en el tránsito de un planeta ya detectado para detectar otro.

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Existen serias dificultades para estimar cual es el número de estrellas con exoplatenas ya que debido a las técnicas observacionales utilizadas, se tiende a una selección de la fracción de estrellas estudiadas, teniéndose en cuenta aquellos casos en que el planeta es de tipo Júpiter caliente (al menos una masa de Júpiter y con periodos cortos) y con una órbita cercana a su estrella. Se escapan así planetas pequeños con órbitas alejadas. No obstante se estima que sólo en nuestra galaxia deben existir miles de millones de planetas (si no muchos más) en base al elevado número de estrellas que contiene. Llegados a éste punto se nos plantea una pregunta interesante ¿Cuántos de estos planetas podrían albergar vida? Para responder a esta cuestión debemos trazar la delgada linea de la “zona de habitabilidad”. La habitabilidad viene definida por lo apto de un cuerpo celeste para albergar vida, ya sea un planeta como el nuestro o un satélite que orbite un gran planeta. Dado que el único planeta que conocemos en el cual existe vida es el nuestro, buscaremos condiciones parecidas en planetas extrasolares, es decir, intentaremos extrapolar las condiciones de la Tierra a otros planetas más allá de nuestro sistema planetario. En primer lugar, el sistema planetario en el que se encuentre un hipotético planeta habitado debe ser parecido al sistema Tierra-Sol y empezando por la estrella orbitada esta debe ser del tipo “Habstars” (algo así como estrella habitable). Su temperatura debe estar entre los 4000K y los 7000K, debe ser del tipo espectral G hasta K “medio”. Una vez fijado el tipo de estrella debemos saber que una estrella de este tipo tiene una capa de habitabilidad y que es aquella zona en la cual un planeta puede tener agua líquida, hay que tener en cuenta que estamos extrapolando las condiciones terrestres sin contar con la posibilidad de que existan formas de vida que no necesiten de compuestos como el agua para su desarrollo. Otro factor a tener en cuenta es que los cambios en la estrella no sean demasiado rápidos, esto Tránsito planetario permitiría mantener al planeta dentro de la zona Existen otros métodos, que no detallaremos, de habitabilidad el tiempo necesario para que la como el estudio de las microlentes vida se desarrolle. Existen además otros factores gravitacionales o la detección visual directa, en los que no entraremos como la alta metalicidad de la estrella que se relaciona entre otros.

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exoplanetas directamente con la posibilidad de formación de planetas de masa adecuada según la teoría de la nebulosa solar de formación de sistemas planetarios. En cuanto al planeta, y siempre desde la analogía con la tierra, deben tener una masa adecuada que les permita mantener una atmósfera por efecto de la gravedad, además los planetas pequeños (en relación a la tierra) tienden a perder de forma rápida la energía sobrante de su formación muriendo geológicamente y privándose así de una actividad geológica vital para el suministro de materiales necesarios para la formación de vida

y de materiales reguladores de la temperatura como el CO2. En la cúspide de la necesidad geológica encontramos a la tectónica de placas que además de fundamental para la liberación de minerales y elementos químicos necesarios para el desarrollo de la vida, es muy importante en la creación de una variedad de ecosistemas que enriquecen la diversidad biológica. Además el planeta debe tener una velocidad de rotación y composición tales que permita la creación de una “dinamo” que mantiene un campo magnético protector de la atmósfera frente a radiaciones procedentes de la estrella. Además factores como la geoquímica, en la que

se basará el desarrollo de vida o la excentricidad de la órbita, son pilares fundamentales que garantizan la estabilidad de esta zona de habitabilidad y el suministro de sillares básicos para tal desarrollo como el carbono. Como vemos son muchos los factores necesarios para que exista un planeta con la capacidad de albergar vida, son muchos más si esa vida debe parecerse bioquímicamente a la que conocemos, no obstante yo me encuentro

sentado ante un ordenador personal creado por una raza inteligente que habita una pequeña mota de polvo en un vasto desierto, esto unido al exponencial crecimiento en el número de planetas que encontramos cada año, nos sitúa en la disyuntiva de continuar con la vieja idea del universo antropocéntrico o abrir la mente e inmiscuirnos en el maravilloso mundo de la astrobiología.

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DIRIGIBLE L-8: UN MARIE CELESTE DEL AIRE Javier Yuste González

16 de agosto de 1942, EE.UU. El dirigible L-8, parte del Escuadrón 32 (ZP-32), con sede en Moffett Field, se estrelló en el bloque 400 de la avenida de Bellevue. A las 6:03 AM, el dirigible L-8 despegó de la Isla del Tesoro, ubicada en el centro de la Bahía de San Francisco, con su tripulación (dos personas). Una hora y media despues, a las 7:42 AM, el piloto dijo por radio a la base que había localizado una mancha de aceite en el agua, y que iba a investigar más a fondo. Esta fue la última transmisión recibida de la tripulación del L-8. A las 11:15 am, la gente que estaba en la playa cerca del Club Olímpico-campo de golf Lakeside vió al L-8 a la deriva. Un marinero que conducía de San Mateo a San Francisco vio caer del cielo dirigible, doblar por la mitad en forma de 'V'. En la caida raspó los techos de las casas y golpeó las líneas telefónicas. ¿Qué fué de sus ocupantes? ¿Porqué apareció este Marie Celeste de los cielos a la deriva?

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Quizá sea un poco atrevido al pretender comparar ambos casos en el título, pero tampoco creo que ande muy desencaminado cuando hablo de uno de los Expedientes X de la Marina de Guerra de los Estados Unidos de América reconocidos y que, setenta años después de que sucediera, continúa sin una explicación lógica, siendo que, por si fuera poco, tampoco hay un acuerdo entre otros razonamientos menos ortodoxos. Siguiendo, para “Detectives de lo Insólito”, la ruta incognita que ya abrí en la extinta, pero no olvidada, revista digital de “Foros del Misterio”, vuelvo a escribir de lo inconcebible en su íntima relación con el mundo militar; dedicando estas páginas al caso de la desaparición sin resolver

de la tripulación del dirigible L-8 de la US Navy, acontecida un día como el 16 de Agosto de 1942, habiéndose estrellado el aparato, sin gobierno alguno, en plena calle de la localidad de Daly City (California). Los dos hombres que lo pilotaban, el teniente Ernest DeWitt Cody y el alférez Charles E. Adams, se habían, literalmente, volatilizado. Sus paracaídas seguían en su sitio, así como los libros de códigos secretos de señales. No había evidencia alguna de violencia, ataque o sabotaje. La puerta de acceso a la góndola se encontró abierta de par en par, algo que se puede apreciar en las fotografías de época y en los testimonios de los testigos como el de William Morris, bombero voluntario de Daly City.

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Antes de entrar en materia Primero debemos traer a estas líneas una pequeña introducción sobre el papel de los dirigibles no rígidos en la II Guerra Mundial y, más en concreto, en cuanto a sus labores de defensa del litoral estadounidense y convoyes del Atlántico, a las cuales estaba destinado el L8. Ya antes de que se produjera el ataque a Pearl Harbor el 7 de Diciembre de 1941, más en concreto en 1937, la Marina de Guerra estadounidense contrata con la Goodyear Aircraft Company la construcción de una línea de dirigibles de estructura no rígida de la clase L, inspirados en la línea del modelo comercial de Goodyear. Tanto el L-8 como el resto de hermanos, tendrían un globo con unas dimensiones de 150 pies de largo por 47 de ancho (45,72 y 14,32 metros respectivamente.) , lo cual les permitiría valerse de 123.000 pies cúbicos de helio, gas que abundaba en los Estados Unidos, suministradores a nivel mundial del 90% total de este producto. Se desplazarían gracias a la fuerza de dos motores de 145 caballos de vapor, con una velocidad máxima de 61 mph y de crucero de 46 (98,16 y 74,02 km/h respectivamente), y tendrían una autonomía de 2.000 millas, pudiendo permanecer en el aire hasta 12 horas ininterrumpidas. En su góndola había espacio suficiente para tres tripulantes que se distribuirían las tareas de piloto, copiloto y mecánico, además de la función vital de telecomunicaciones. El cometido de estos ingenios, como he dicho, era el de defensa, pero seguro que más de uno y de una se preguntará que qué podría hacer un frágil dirigible en plena II Guerra Mundial “como no fuese el de protección contra aviones enemigos en forma de globos cautivos...” Pues es muy sencillo: defensa antisubmarina. Gracias a su maniobrabilidad y escasa velocidad, eran ideales para reconocer la costa, así como para escoltar a los convoyes y detectar la presencia de un submarino enemigo, cosa que no es muy fácil desde el puente de un barco o desde un avión de reconocimiento. En el primero, por que sería imposible advertir la “sombra” a tiempo y, en el segundo, por la velocidad necesaria para mantener un aparato pesado en el aire.

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A lo que hay que unir que la tecnología del radar aún se encontraba en paños menores hasta su masificación en las unidades estadounidenses mediado el conflicto. Los dirigibles podrían encontrar con mayor facilidad a un submarino enemigo, bien por sus manchas de aceite o combustible, o adivinar la estela de un periscopio, así como determinar capas oscuras en el mar identificativas de la presencia de un “pig boat.” (En jerga naval, submarino.) Para ayudarles en tal cometido, junto a las ametralladoras, portarían dos cargas de profundidad, una a cada banda. A pesar de que nos podría parecer extraño, la existencia de estos aparatos fue fundamental para la defensa del litoral americano, el cual se vio amenazado con la presencia continua de buques submarinos enemigos durante los primeros meses de guerra, sobre todo en la costa Este, con desembarco de espías nazis y ataques a líneas de suministros. Estos dirigibles de la Goodyear fueron desplegados a lo largo de toda la costa Atlántica, así como en el Golfo de México y con especial presencia en San Diego y Los Ángeles.

Tratemos directamente con el L8 El aparato que centra este misterioso acontecimiento sin resolver entró en servicio en Marzo de 1942, siendo destinado a la Estación aeronaval de Moffet Field, al sur de San Francisco, y encuadrándose en el, por aquel entonces, Airship Patrol Squadron 32, al mando del capitán de fragata George F. Watson. Como hecho destacable en su hoja de servicios, el L-8, pilotado por Cody, participó en las tareas de aprovisionamiento y preparación del USS Hornet en Abril de 1942, insignia de la Escuadra que lanzaría a los B-25 del teniente coronel Doolittle, en el primer ataque americano contra el Japón metropolitano. El último vuelo del L-8, antes de convertirse en un misterio, se anotó el 16 de Agosto de 1942. Aquella mañana realizaría una misión de rutina como era la de patrullar el área de San Francisco, partiendo desde la pista de Treasure Island, Facilidad aeronaval de la Marina en tal localidad. Su sector era bastante concreto, debiendo escrutar Farallones, que son unas islitas a unas

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Toma del Google Earth señalando los puntos clave en este caso, Treasure Island, Point Reyes, Farrallón y Daly City.

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30 millas náuticas de la Bahía de San Francisco, y Point Reyes, a unas 25 millas náuticas al norte del puente Golden Gate. Esa mañana ya comenzaron a suceder cosas muy extrañas en la pista. Resultaba algo absurdo que, de repente, la estructura total del dirigible hubiera ganado un peso extra de 100 kilos. Era algo inexplicable. Lo normal en estos casos es que se hubiera embarcado agua de lluvia, pero es que no había habido precipitación alguna los días anteriores. Debido a que la misión no podía admitir retraso alguno, se tomó la, quizá, precipitada, decisión de dejar en tierra al segundo de maquinista de tercera clase James Riley Hill, y que el dirigible partiera sin un hombre para no sobrecargar al aparato. Hacia las 06:03 horas, la torre de control registra el despegue sin más incidencias del L-8. Y es que parecía que todo iba a estar tranquilo. El mero hecho de que casi dos horas después, en concreto a las 07:42 horas, el teniente Cody comunicara con la base que habían descubierto unas manchas de aceite a unas cinco millas de Farallones, no alertó a ningún operador. Esos detalles, muy propios de la presencia de un submarino, bien podrían proceder de una unidad amiga o deberse a un escape de alguna embarcación civil. Hacía falta más de

investigación. Sin embargo, la inquietud se apoderó de los operadores de radio de Treasure al no recibir comunicación alguna desde el L-8 desde entonces. Para las 09:30 horas, cuarenta minutos después de confirmarse la ausencia total de respuesta, se lanzó al éter la orden general de que todo avión, en el área del dirigible de Cody y Adams, procediera a una descubierta para determinar la suerte del aparato de patrulla. No es hasta las 10:49 horas cuando se recibe el primer reporte de avistamiento del dirigible desde un avión de la Pan American. No parece que sucediera nada en especial, aunque seguía sin haber respuesta por radio. Poco después, hacia las 11:05, un caza P-38 Lightning se topa con el L-8 cerca del faro de Mile Rocks, a media milla náutica de la costa. Diez minutos después, los ciudadanos de Daly City avistan en el cielo al L-8 a la deriva, proveniente del mar y a muy baja altura. Bien pudo haberse estrellado contra Mussel Rock, pero el viento lo ayudó a elevarse, rozando con brusquedad la cima. Por dicha razón, la carga de profundidad de estribor se desenganchó y cayó al campo de golf del Olympic Club, sin llegar a explotar gracias a que el fortuito impacto dañó la espoleta. Lo que siguió fue casi de película: un dirigible sin

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DIRIGIBLE L-8 gobierno llevándose por delante tejados y tendido eléctrico hasta que llega a la Avenida Bellevue, donde el viento no es capaz de seguir arrastrándolo.

L-8 Accidentado

Menudo misterio Curiosos, bomberos y, más tarde, personal de la Marina pudieron darse de bruces con lo insólito. No pocos accedieron a la góndola del L-8 para encontrarse con un interior casi inmaculado, sin señal de violencia o de razón para que sus tripulantes no se encontrasen en su interior. Ni agujeros de bala, ni fuego ni, mucho menos, sangre. Cierto es que faltaban dos salvavidas, pero tampoco es tan extraño porque, seguramente, mientras operaban el dirigible, la tripulación los tendrían que llevar puestos; sin embargo, la balsa salvavidas estaba aún abordo y la radio funcionaba a la perfección. Por si fuera poco, toda la documentación clasificada se encontraba intacta y en su caja, y había aún combustible suficiente, aunque la batería estaba descargada (algo muy raro esto último). Si alguien lo hubiera querido, podría, tras cargar la batería eléctrica, subirse al L-8 y haberlo llevado hasta Treasure Island sin problema alguno. El aparato se encontraba en perfectas condiciones salvo por los golpes que recibió contra la colina y los tejados que arrasó. Era todo muy desconcertante y, como en el caso del Marie Celeste, comenzaron a circular rumores al instante sobre un sándwich inacabado y una taza de café humeante. La Marina tuvo que reaccionar de inmediato

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atajando tales chismorreos sin fundamentación, aunque también tuvo que encontrarse con extrañas llamadas telefónicas informando de que los tripulantes Cody y Adams se encontraban en Fort Funston, al norte de Daly. Todo falso, aunque da de qué pensar.

Fotografía en los archivos de la Marina de Guerra estadounidense. El teniente Cody, a la izquierda, y el alférez Adams, a la derecha.

Huelga decir que de inmediato se organizaron misiones de rescate por tierra y mar en el área determinada en su plan de vuelo y de acuerdo con las corrientes dominantes. Tras varios días de búsqueda se suspendieron las operaciones. Se habían volatilizado dos hombres sin dejar el menor rastro. Aún en el caso de que hubieran saltado al mar y resultasen muertos, los chalecos salvavidas les habrían mantenido a flote lo suficiente para ser avistados o ser arrastrados hasta la costa. Sin embargo, ¿por qué iban a saltar? ¿Por qué no iban a radiar la necesidad de abandonar el dirigible? ¿Fueron sorprendidos por una fuerza enemiga superior? ¿Desertaron? No faltaría quien asegurara que fueron abducidos por extraterrestres. Solo dos teorías apuntaban como lógicas en aquellas horas: que se precipitaron al vacío por razones inexplicables cuando el dirigible perdió altitud o que cayeron cuando rozaron la colina y que estaban perdidos por la zona. Pero los hechos e informes que se fueron registrando los días que continuaron al 16 de Agosto de 1942 dejaban aún más perplejos a los investigadores de la Junta Naval y a los periodistas. Se da el caso del testimonio de unos marineros que interceptaron el mensaje de radio del L-8 emitido 07:42 horas y que lo vieron descender hasta unos 300 metros de altitud y realizar barridos en círculo. Creían que acabaría lanzando una carga de profundidad, pero el

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DIRIGIBLE L-8 dirigible tomó de nuevo altura y desapareció entre las nubes. Lo que ya rizó el rizo en jornadas posteriores fue el comprobar que ese peso extra de 100 kilos, la razón por la que el segundo de maquinista Hill se queda en tierra para que pudiera despegar el L-8, parece haberse esfumado. Las notas de registro antes de la partida y el informe una vez devuelto a su hangar no coincidían. Ahora, de repente, el dirigible tenía su peso tara normal.

¿Que estaba pasando?

¡Cuántas preguntas! El teniente Cody, de 27 años, era oficial por la Academia Naval de Anápolis, habiéndose graduado en 1938, y estaba casado. Mismo estado civil compartía el alférez Adams, de 38 años que, con dos décadas de experiencia con dirigibles a las espaldas, había formado parte del personal de tierra el fatídico día del accidente del Hindenburgh, el 6 de Mayo de 1937, en Lakehurst (Nueva Jersey). Un año después del incidente del L-8, a ambos hombres se les declara oficialmente muertos. La respuesta de la Marina de Guerra estadounidense es la misma hoy, setenta años después, que en 1942: “Nothing the navy knows now has given a satisfactory explanation of what happened.”

El propio comandante del Escuadrón 32 de Dirigibles en el que se encuadraba el L-8 especuló sobre esos 100 kilos extra y teorizó sobre la posibilidad de un enemigo oculto en la góndola que quisiera acabar con la vida de la tripulación. Se creó la idea de que podría ser un soldado nipón que sería, después de cumplir su misión, recogido por el submarino que podrían haber descubierto Cody y Adams. Bien se la puede dar por la explicación más razonable, aunque también la disparidad de números en cuanto al peso del dirigible podría haber sido un error de cálculo, por que, seamos sinceros, si un agente enemigo había podido infiltrarse en el Escuadrón, ¿por qué limitarse a asesinarles y deshacerse de sus cuerpos? ¿Por qué no robar información clasificada de códigos y señales contenida en la góndola? Es más, ¿dónde se ocultaría en un habitáculo tan pequeño?

El “Dirigible Fantasma”, como se le terminó denominando popularmente, siguió sirviendo en la Marina después del incidente como aparato de entrenamiento. Finalizada la guerra, fue recuperado por la Goodyear, yendo a parar a un almacén hasta que en 1968 vuelve a la acción para cubrir desde el aire eventos deportivos hasta su baja definitiva en 1982. En la actualidad, su misteriosa góndola se puede admirar con sólo visitar el precioso museo de la Aviación naval estadounidense sito en Pensacola, Florida.

En esta toma se puede apreciar la puerta de estribor abierta.

Góndola del L-8 en el museo de la Aviación naval estadounidense sito en Pensacola, Florida.

Vida posterior del L 8

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DIRIGIBLE L-8 A estas alturas, estoy más que seguro que muchos habrán podido sacar sus propias conclusiones y hasta ver en el L-8 un claro paralelismo con el Marie Celeste y creer que sus tripulantes pudieron verse afectados por lo mismo. Poco importa dejarse llevar por una explicación paranormal, un ataque de piratas o una simple indigestión y afectación de cierto parásito que provoca terribles delirios y

alucinaciones. Es una historia que me ha provocado ligeros estremecimientos. Sencilla y sin resolución, como otras tantas que nos podemos encontrar sin querer y que nos desborda. Me hubiera encantado haber encontrado una explicación, pero no me surgen más que preguntas y más preguntas.

Bibliografia “Ghost Blimp”. Chuck Lyons. America in WWII. December 2012.

sitios web consultados http://unsolvedmysteries.wikia.com/wiki http://www.warwingsart.com/LTA/zp-32.html

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Los muertos Consideraciones acerca nochece. Entramos en la taberna y nos sacude el calor del hogar y el olor a comida rancia y ajos. Fuera cruje el viento frío de Estiria, rechinan las copas de los árboles, el aire corta las mejillas. Los lugareños nos miran con ojos torvos. Desconfían de los extraños, lo que es natural después de tantas muertes. En un rincón, una mujer se santigua y murmura una oración por lo bajo. Un vistazo rápido a la estancia nos revela que las costumbres de la región son supersticiosas: crucifijos, ristras de ajos, zarcillos de rosas silvestres…Walpurgis Nacht!, murmura con gesto avinagrado el hombre al que pedimos que nos lleve, y añade: Ningún carruaje les transportará al castillo. Es la noche de Santa

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Walpurga. Y los muertos viajan deprisa. No sé a ustedes, pero a mi me encantaría ser protagonista de una escena así. Así de tópica. Es la clásica escena que preludia un encuentro funesto con vampiros, muy parecida al momento descrito por Stoker, cuando el ingenuo y positivista Jonathan Harker pone los pies en las tierras del Este. Todos los que hemos leído los viejos relatos góticos la tendríamos en mente si alguien nos mencionara la palabra “vampiro”. Fíjense ahora en estas palabras: Los muertos viajan rápido a través de la noche…Son los versos que escribió el alemán Gottfried August Bürger en su obra Lenore en pleno apogeo romántico, cuando el Sturm und Drang vivía su mejor momento de pasión y tormenta. Ese verso

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viajan deprisa. de la figura del vampiro. Ana Martínez Castillo. conmueve, dispara la imaginación, arrastra. La Sin más, pasemos a desenterrar el cadáver. poesía es insinuación y ese verso insinúa como pocos. Lleva implícita esa oscuridad, ese acecho, ese peligro inherente, misterioso y sutil, que la figura del vampiro proyecta en nosotros. No en vano fue usado por Stoker en El invitado de Drácula como epitafio para la Condesa Dolingen de Graz. Porque el vampiro, como los muertos, corre con rapidez, se metamorfosea y cambia. Es por eso que, como veremos, el vampiro, más allá de personaje literario, ha sido catalogado como arquetipo y representa todo lo que hay de salvaje en nosotros mismos desde el inicio de los tiempos, cuando la noche aún era oscura, hasta nuestro limpio siglo XXI, cuando la “El vampiro”, de Edvard Munch. noche deja paso a cómodas luces.

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Cuando la noche era oscura. El origen del mito. ue los muertos están alrededor nuestro era algo sobradamente conocido para las antiguas culturas y aún para la nuestra. La muerte, que es el trauma principal al que la Humanidad se enfrenta, se aplaca con la certeza de que los difuntos perviven, participan en la vida grupal, forman parte de la comunidad. Un difunto nunca se va del todo y ese pensamiento, a la par mítico y ritual, configura el sistema de creencias del que el grupo se alimenta y sobrevive. Tal y como señala Freud en su obra “Tótem y tabú”: Para los primitivos, la perduración de la vida —la inmortalidad— era lo evidente. En muchas sociedades, el culto simbólico a los antepasados, que denota un animismo natural y lógico, un primer estadio de la cosmovisión precursora de las religiones, se centra en alimentar al difunto, en dar ofrendas, en sacrificios, en enterrarlo cerca de la familia. En la antigua Roma estaba muy extendida la creencia de que el muerto deseaba estar junto a los vivos y solían ser enterrados cerca de las calzadas, por ejemplo, tal y como rezan algunos epitafios encontrados en las ruinas de Pompeya: “Veo y contemplo a todo el que viene y va de la cuidad” o “Lolio ha sido enterrado al borde del camino para que todos los transeúntes puedan decirle buenos días”. Sin embargo, los muertos dan miedo. Dan miedo por muchas razones. Existe ese estatus de “cadáver viviente”, cuando el finado, a las pocas horas de fallecer, deambula por la casa, ve, oye, sufre, participa de su entierro. Encontramos también el estatus de “muerto” sin más, ese que se queda un tiempo en este mundo y continúa participando de la vida. Y, por último, el de “antepasado”, de muerto añejo, cuando el paso del tiempo ha hecho que el difunto en cuestión se desligue de la tierra. El punto en común de todos ellos es que asustan. Y asustan porque podrían volver. Podrían estar mucho tiempo vinculados a su hogar y causar molestias. De ahí que surjan rituales llamados a evitar que esto ocurra: descarnar y hervir huesos, pagar al barquero Caronte, misas anuales…toda una serie de actos que varían según los tiempos y la complejidad de las culturas, pero que van

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encaminados a evitar que el muerto abandone su tumba y se instale en su antiguo hogar. Sellar el sepulcro, sellar al cadáver. Porque todo, no lo olvidemos, tiene un reverso tenebroso. Los muertos no siempre son amables y algunos habitan al amparo de ciertos dioses, deidades de la noche que gustan de libar sangre y exigir ceremonias cuanto más cruentas mejor. Hay muertos vengativos y deidades oscuras. Lo sagrado lo envuelve todo y es tarea del ser humano delimitar sus ámbitos y rendirle culto. Aplacar y suavizar, que al fin y al cabo es protegerse de lo que por ahí pulula. Salvaguardase de “lo otro”, de “lo que es ajeno”.

“El sueño de la razón produce Monstruos”, de Francisco de Goya y Lucientes.

La mente del ser humano sabe dar forma a lo abstracto, y uno de los mayores y más antiguos conceptos abstractos es el de “lo sagrado”. Lo sagrado, que es inefable y que se debe representar a través de símbolos, de personificaciones, de alegorías. Surgen así dioses y demonios. Surgen monstruos que acechan en la noche a la espera de destruir, una serie de seres que son radicalmente extraños a lo humano. Lo sagrado suele exigir sangre. Así ocurre en varias culturas y en todas ellas la sangre es un tabú, quizás el más poderoso junto

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la figura del vampiro con el tabú de la muerte. Porque el simbolismo lógico de la sangre es la vida y, como tal, no debe derramarse sin motivo, debe controlarse y ritualizarse. Precisamente ese es uno de los aspectos que desconciertan de los monstruos: nunca se afanan en controlar la sangre. Cuando un monstruo ataca a una comunidad, lo hace con dientes y garras, derramándola sin miramientos. José Luis Cardero, en su ensayo “Monstruos, muertos y dioses oscuros”, señala los antecedentes del importante papel que juega el líquido vital a través de las celebraciones funerarias de la Antigüedad, en las que la sangre de los animales entregados en sacrificio se dejaba correr y rodeaba al difunto, alegoría que radica en la certeza de que el muerto desea la sangre que rodea su cadáver. Asimismo, en Atenas se comía carne de sacrificio sobre las tumbas y se dejaba allí la sangre para que la bebieran los difuntos. Según Cardero, rituales como estos son el germen que da lugar a la idea del vampiro. El vampiro es un monstruo, pero un monstruo peculiar. El concepto en sí mismo de no-muerto ya es extraño. Se trata de un ser que no puede inscribirse en la esfera de los vivos, puesto que carece de vida. Tampoco en el mundo de los muertos, dado que regresa en cuerpo y no solo en alma. Es un ser cercano a lo sagrado que se encuentra en tierra de nadie. Un monstruo que conspira para destruir la sociedad en la que habita, se metamorfosea y busca el contagio, sustituir la raza humana por aquello que él es. Con lo expuesto, ya tenemos someramente conformada la imagen del vampiro, el porqué de su existencia: un muerto que retorna, y, por tanto, su sepulcro debe ser sellado, su cuerpo debe ser retenido para que no vuelva a la vida. Un monstruo que bebe sangre en un acto de magia imitatoria convertido en necesidad: la sangre es símbolo de vida y, por tanto, la necesita para subsistir. Asimismo, el vampiro siente sed, una sed insaciable como también la sufren los muertos en algunas tradiciones como la Órfica. Un monstruo que se instala entre nosotros, que se inserta en la sociedad no al estilo de los muertos, sino como un parásito que tratará de destruirla y contagiarla de su terrible ser, de hacerla como él. El vampiro es lo otro, es lo extraño. Posee el don de la inmortalidad como es natural según la lógica del animismo. Pero, sin embargo, no es espíritu, sino cuerpo dotado de

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vida, algo mucho más aterrador que un antepasado díscolo, mucho más monstruoso. Y con estas bases, a lo largo y ancho del gran mundo, han surgido toda una serie de antecedentes del vampiro tal y como lo conocemos en occidente. En palabras de Anthony Masters en su obra “Historia natural de los vampiros”: Mitos creados por la mente del hombre, que adquirieron tal magnitud y poder que aterrorizaron a millares de personas, hasta el extremo de causar su muerte. Masters da buena cuenta en su obra de toda la tipología vampírica, y así podemos encontrar al asambosam de Ghana, el bâjang malayo, el oupir húngaro o las lamias griegas. Una larga lista de espíritus y demonios con características vampíricas. El germen de la epidemia que está a punto de estallar.

“Malleus Maleficarum” de James Sprengel y Henry Kramer.

La epidemia. De la enfermedad a la cura a superstición y la paranoia, como los muertos, corren rápidas a través de la noche, anidan y se enquistan en la mente de los hombres. La superstición

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upone una serie de ritos destinados a controlar lo incontrolable y en los siglos finales de la Edad Media, mientras en una de las Europas florecían las luces del Renacimiento y el Humanismo recorría cortes y palacios, la otra Europa vivía la culminación de todas las supersticiones, bien nutridas y engordadas de la mano de la religión cristiana y ortodoxa, de inquisidores paranoicos y clérigos corruptos que engañaban a las gentes difundiendo leyendas para luego protegerlos mediante el cobro de exorcismos. La existencia de brujas, íncubos y súcubos, vampiros y demonios, es un hecho cierto en una época azotada por plagas y epidemias, donde la fuente de todo mal es algo externo, algo que viene de fuera. En unos siglos sin conocimientos suficientes de medicina, donde la insalubridad campaba a sus anchas, la epidemia era algo ajeno, algo que se achacaba a entes malignos. Tal y como señala Antonio Ballesteros en su obra “Vampire Chronicle. Historia natural del vampiro en la literatura anglosajona”: Es una constante cultural el pensar que la enfermedad procede de un lugar ajeno a aquello que habitamos. Y citando a Susan Sontag añade: Las sociedades humanas no conciben que dentro de su seno se pueda producir la epidemia que las pueda destruir. Surge así la fantasía alienante que pretende crear la ilusión de una sociedad sana y hermética que excluya la enfermedad. Por tanto, aquello que diezma la población en forma de peste, de rabia o de otras enfermedades contagiosas o congénitas, a la fuerza ha de tener su foco en “lo otro”, en “lo ajeno”, y la imaginación supersticiosa y religiosa en extremo dibuja un mapa de demonios y brujas, de vampiros que regresan y contagian. Es conocido que la Peste Negra asoló Europa y era algo común durante los siglos de la Edad Media. Y cuando la enfermedad se extiende, la comunidad debe organizarse para enterrar los cadáveres con rapidez, aislarlos y señalarlos. Algunos enfermos aún vivían cuando eran sepultados. El miedo que produce la infección, la muerte, los muertos, se extendía y era el caldo de cultivo ideal para las leyendas, donde las brujas eran las culpables; el sacrilegio, el motivo; y el resultado, el vampirismo. Una muestra de todo este estado de histeria colectiva podemos encontrarla entre las páginas del Malleus Maleficarum, completísimo manual del inquisidor, publicado hacia el 1489 y escrito

por James Sprengel y Henry Kramer. La aparición de un volumen como este nos revela la creciente preocupación en la Europa de aquella época acerca de la existencia de brujas y demonios, de los cuales se establece una tipología, se explica su origen y se receta el modo de proceder para expulsarlos. En el manual se conecta a los suicidas y excomulgados con un posible origen vampírico. Se habla de súcubos e íncubos, y se da por sentada la presencia de brujas y la omnipresencia del Maligno. Pero no solo las leyendas, supersticiones y manuales inquisitoriales nos dan muestras de las creencias de la época. Igualmente interesantes son las voces críticas que comienzan a surgir en el siglo XVIII al amparo de la razón y de la conciencia ilustrada. El Siglo de las Luces, que comienza a cambiar la mentalidad y a guiarla hacia la razón, el experimentalismo y la ciencia, ve nacer una serie de cartas y tratados que intentan educar al vulgo y desterrar las supersticiones allá donde la razón no llega. Es por eso que, entre otros, Fray Benito Jerónimo Feijoo dedica en su tomo cuarto una de sus “Cartas eruditas y curiosas” a la cuestión de los redivivos. Analiza el fraile ilustrado el asunto y describe las supersticiones de los pueblos del Este, a cuyos habitantes considera bárbaros e ignorantes, gentes que refieren historias sobre muertos que no están muertos por mediación del demonio y que infringen sufrimiento a parientes y vecinos, en palabras de Feijoo: Un Vampiro solo basta para poner en consternación una Ciudad entera con el territorio vecino. El vampiro referido en estas Cartas ya posee las características clásicas. Tal y como describe el erudito: Ellos salen de los sepulcros, vaguean por los lugares; con todo, los sepulcros se ven siempre cerrados, la tierra no está removida, ni la lápida apartada; y cuando por las señas, que ellos han discurrido, o inventado, llegan a persuadirse que el Vampiro, que los inquieta, es tal, o cual difunto, abren su sepulcro, y en él encuentran el cadáver; pero no sólo, según dicen ellos, sin putrefacción, ni mal olor alguno, aunque haya fallecido, y le hayan enterrado ocho, o diez meses antes; pero las carnes enteras, con el mismo color que cuando vivos, los miembros flexibles, y perfectamente fluida la sangre. Finalmente, a la luz de los testimonios recogidos, Feijoo concluye: ¿De qué otro principio sino de éste vienen tantos milagros supuestos, tantas

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la figura del vampiro posesiones diabólicas, tantas hechicerías, tantas visiones de Espectros, tantas apariciones de difuntos? En todas estas apariciones hay algo de realidad; pero mucho más de ficción. Hay milagros verdaderos; pero mucho mayor el número de los imaginados, o fingidos. Hay posesiones verdaderas; mas para un endemoniado, o endemoniada, que realmente lo es, hay ciento, y aun muchas más, que mienten serlo. Hay hechiceras, hay apariciones de difuntos… Pero todo lo que hay es muchísimo menos, es casi nada en comparación de lo que se miente.

“Tratado sobre los vampiros” de Agustin Calmet.

Otros ilustrados como el benedictino Augustin Calmet ya habían tratado el tema del reviviente al amparo de la Ilustración. Autor del “Tratado sobre los Vampiros”, volumen que sale a imprenta en el año 1749, Calmet se muestra escéptico con los hechos sobre redivivos que relatan las gentes, hechos que el erudito, tras investigar concienzudamente, achaca a Dios o a la fantasía: Que los upiros o vampiros o revivientes de Moravia, Hungría, Polonia y otros lugares, (…)que todo lo que se dice de su regreso a la vida, de sus apariciones, de las perturbaciones que causan en las ciudades y en los campos (…) que todo esto no es más que mera ilusión y la consecuencia de imaginaciones alteradas y de fuertes prejuicios.

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Mucho más irónico se muestra Voltaire en su “Diccionario filosófico” quien, al analizar la fiebre vampírica desde la perspectiva del erudito harto de tanta tontería, determina que el origen de las creencias en no-muertos de los países del Este se inicia en la Grecia cristiana: Hace mucho tiempo que los cristianos del rito griego creían que los cuerpos de los cristianos del rito latino, que se enterraban en Grecia, no se pudrían, porque estaban excomulgados.(…) Los griegos están convencidos de que sus muertos son hechiceros, y les dan el nombre de broucolacas. Los muertos griegos van a las casas a chupar la sangre de los niños, a comerse la cena de los padres y de las madres, a beberse el vino y a romper todos los muebles. Tras esto, Voltaire concluye que: Después de la maledicencia nada se comunica tan rápidamente como la superstición, el fanatismo, el sortilegio y los cuentos de aparecidos. Todo son mentiras, según el pensamiento ilustrado. Y para un pensamiento ilustrado católico en todo esto no hay lugar para la duda: existen los milagros, pueden darse casos extraños, posesiones, pero estos son pocos y con la mediación y permiso de Dios, pues es sabido, además, tal y como enseña el credo católico, que solo tras el Juicio las almas volverán a la tierra en plena propiedad de sus cuerpos cuando tenga lugar la resurrección, pero no antes. Todo lo demás sólo es fruto de la ignorancia. Como vemos, con el cambio de mentalidad que traen consigo las ideas ilustradas, se camina poco a poco hacia la cura, a golpe de educación, de esas epidemias de vampiros que habían hecho estragos en los siglos precedentes. Salvo que la luz exige también la existencia de las sombras, unas sombras esta vez poéticas, individuales, libertarias. El vampiro caminará en adelante por elegantes salones burgueses y buscará refugio cuando llegue el día en las ruinas de castillos antiguos.

38 “Abadía en el robledal”, de Caspar David Friedrich.


la figura del vampiro

El vampiro sobre la alfombra de salones londinenses. l movimiento cultural conocido como Romanticismo, que se inició en Alemania a mediados del siglo XVIII de la mano del Sturm und Drang y triunfó en Europa durante la primera mitad del siglo XIX, es el hijo primogénito de la Ilustración. Un hijo que niega al padre. Tal y como señala Felipe Pedraza en su “Manual de Literatura española” (Volumen VI. Época romántica): El movimiento libertador que llamamos Romanticismo es la réplica y, al mismo tiempo, la culminación de los ideales ilustrados. El racionalismo dieciochesco desembocó, aunque parezca paradójico, en la exaltación de lo natural y del irracionalismo. Las mentes, y las artes que reflejan esas mentes, gustan de exaltar lo sublime, lo satánico, lo irracional, en una búsqueda de la libertad individual, del genio creador lejos de los corsés ilustrados. La razón y la ciencia, el revisionismo en la Educación y en las artes, había ido poco a poco calando y modificando el pensamiento de las gentes. La burguesía tomaba cada vez más poder en el panorama político y en la lucha contra el Antiguo Régimen. Madame Guillotine hablaba. El positivismo y el experimentalismo, la fe en el progreso y el desarrollo de las ciencias conferían a la sociedad un nuevo interés por lo práctico, donde lo útil era bueno y donde la razón movía al hombre. Pero el equilibrio, la limpieza de formas, el utilitarismo y la ciencia no eran capaces de dar salida a los conflictos que vivía la época. Lo individual y lo singular se hacen necesarios. El paisaje tormentoso, el mar embravecido y la vasta llanura de niebla (eso que Edmund Burke llama “lo sublime”), todo ese imaginario que entendemos como gótico, sí es capaz de reflejar las almas, la frustración del deseo no satisfecho, el anhelo libertador. Solo cuando se domina la razón se es capaz de desear la sinrazón. Ya no se cree en brujas, fantasmas ni vampiros. Lo que antes era una realidad para las gentes de la Edad Media, ya no lo es para los racionalistas ilustrados ni para los burgueses románticos. La luz se lo ha llevado todo. La razón ha encontrado motivos, causas, diagnósticos. Lo que antes era una realidad que producía miedo e histeria,

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ahora es una opción estética, un instrumento de rebeldía. Y lo es porque son mentiras. Es por eso que surgen en este preciso momento el cuento de terror y las novelas góticas, con páginas llenas de espectros, upiros y ruinas, porque ya no se cree en ellos, porque son de ficción, porque entretienen y sugieren. La belleza ha cambiado de cara. Ahora lo terrorífico, lo irracional y lo deforme es bello, es poético y canaliza el interior del poeta. Solo quien no cree en ellos podría disfrutar de la belleza del vampiro y podría sentir un gozoso escalofrío al leer una historia de terror, pues el terror real, el miedo a lo sobrenatural que era una constante en el medievo, fue aniquilado por las luces de la ciudad y el avance tecnológico. Los muertos viajan deprisa en las páginas de los libros. La Lenore de Bürguer inaugura la temática vampírica allá por el año 1773 y pronto sería seguido por Walter Scott (Rokeby, en 1796), Goethe (con La novia de Corinto, 1797), o Ludwig Tieck (No despertéis a los muertos, 1800). Sin embargo, es El vampiro de John William Polidori, publicada en 1819, la obra que podríamos considerar modelo para el vampiro clásico, ese que imaginamos impecable y bien vestido, perfecto caballero y depredador. El Vampiro, escrito a raíz de la famosa velada en la Villa Diodati el 16 de junio de 1816, tiene por protagonista a Lord Ruthven, un aristócrata que pasea por los salones londinenses seduciendo cortesanas y envuelto en un aura cosmopolita. El personaje viene de lejos, de un lugar recóndito, y se instala en la sociedad, se alimenta de ella, la seduce, para después llevarse a algunos por delante. Tal y como señala Antonio Ballesteros en su obra “Vampire Chronicle. Historia natural de vampiro en la literatura anglosajona”: El vampiro es un ser dual, que se cubre socialmente con la máscara de la hipocresía. El relato de Polidori fue la chispa que prendió una nueva fiebre vampírica. Los bohemios caminaban por las calles del París decimonónico vestidos a la manera de Lord Ruthven, adoptaron su estética, sus modales, su misterio. Se atestaban los palcos de los Théâtres des Vampires, puestos de moda por el artisteo parisino. El vampiro como símbolo, como personaje, como belleza, se había instalado en la sociedad una vez más.

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la figura del vampiro

Fotograma de “Drácula”, de Tod Browning, 1931.

Será esta estética, este personaje, el que triunfe en el panorama de las letras. El vampiro ya no es un espíritu primitivo que clama sangre ni un monstruo avinagrado con peste a cadáver. Ahora el vampiro es un señor con levita y mocasines. Así se representa en la obra cumbre del género, el Drácula de Bram Stoker. El vampiro es un noble aburrido en su castillo de Transilvania. Es un aristócrata que llega a Londres para perturbar la paz del burgués medio. Cierto que conserva algunos atributos que hacen sospechar: su aliento huele a podredumbre, las palmas de las manos son peludas, puede convertirse en niebla, lobo o murciélago y controla a los animales. Representa lo salvaje, lo salvaje que desordena la sociedad científica, limpia y racional, que tienta y seduce y que viene de las desconocidas y bárbaras tierras del Este. Vuelve a representar lo ajeno, lo otro. Y representa también el parasitismo aristocrático, en una época de revoluciones burguesas en la que los valores añejos del Antiguo Régimen eran ya un cadáver, no del todo vivo, pero aún no del todo muerto. El vampiro camina sobre suelo alfombrado. El Drácula de Stoker, elegante y enigmático, posee como principal poder la fascinación y la usa para transmitir su impureza, para desatar los deseos reprimidos, para hipnotizar las mentes y convertir en salvaje todo lo que toca. Su instrumento de caza es esa sugestión, convirtiendo a las

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víctimas en seres como él contra su voluntad. Tocándolos con la negrura. Tiene especial efecto en las mujeres y en los locos, quienes por su naturaleza se encuentran más receptivos a ese hechizo. Y porque quien domina a las mujeres, domina también a los hombres, a la sociedad entera. Desde la narcisista Lucy Westenra hasta Mina Murray, que representa la “dulzura del hogar”. Ambas arrancadas del decoro victoriano, señaladas, impuras por obra y gracia del vampiro. El miedo que desata el no-muerto comienza a ser otro. El desasosiego de dejar de ser uno mismo, de dejar de reprimirse, el miedo al doble, a la falta de convenciones sociales, de valores. La rebeldía ante la ciencia y el miedo a perderla. Un estado contradictorio de anhelo hacia lo antiguo y prohibido y una necesidad de avance, de progreso. Se trata este de un terror mucho más sutil que quizás pueda resumirse en el miedo a lo que uno lleva dentro de sí y que no quiere dejar salir. Y todo en el marco de un gusto por la estética gótica, truculenta, medieval, siniestra, en un siglo en el que el terror al entierro prematuro había dado origen a más de un relato y a más de una leyenda, donde la tumba era a la par belleza y angustia cierta, una época en la que los ladrones de cadáveres hacían su agosto y los sepulcros aparecían a menudo removidos, los ataúdes vacíos. Todo era real, pero al mismo

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la figura del vampiro tiempo no lo era. Era literatura y era vida, reflejo de una época. El vampiro aún es un monstruo al que temer, pero pronto dejará de serlo. Durante un breve lapso de tiempo morirá. Tras la época victoriana el vampiro languidece. Será necesaria una nueva vuelta de tuerca para revivirlo, y vendrá de la mano de la luz cómoda de la ciudad, de los televisores y de los cines.

Cartel de la película “Entrevista con el vampiro”, de Neil Jordan, 1994.

Cuando la noche da paso a cómodas luces.

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uy alejado de la imagen tradicional de monstruo decimonónico, aristocrático pero con aliento a perro muerto, con manos peludas y olor a tierra de cementerio en su ajado ataúd; mucho más distante del mítico y demoníaco espíritu vampírico de las religiones primitivas; el vampiro moderno es pulcro, barbilampiño, impecable. Ha mutado de nuevo y se ha adaptado a los tiempos

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actuales. La literatura postmoderna es heterogénea y difícil de clasificar. Hay de todo. Pero me gustaría resaltar aquí la influencia del nuevo vampiro, joven, atractivo, deseable. Es la imagen del nomuerto humanizado que se inaugura con la publicación de “Entrevista con el vampiro” de Anne Rice y que más tarde, ya en nuestro siglo XXI tomará la forma de vampiros adolescentes y sensibles que pasean por ahí como si tal cosa seduciendo a chicas de instituto. Anne Rice en su saga de “Crónicas vampíricas” da esa vuelta de tuerca al mito. Revive las viejas historias que tras la época victoriana habían perdido su brillo. En las novelas de Anne Rice, el vampiro se hace semejante al humano. Lo que antes era “lo otro”, el hilo conductor de nuestro estudio, se sienta frente al hombre común sin ánimo de merendárselo. Cierto que aún no ha perdido por completo su naturaleza de “lo ajeno”, pero ahora lo comprendemos, percibimos sus motivaciones, sus emociones, lo conocemos. Confiesa a un mortal sus tribulaciones y le revela secretos sobre él mismo y sobre su raza. El vampiro se descubre y a nuestros pequeños ojos mortales se convierte en ese tipo que todos querríamos ser. Se le ha arrancado su naturaleza extraña y se ha humanizado y, por tanto, lo sentimos cercano en cierta forma. Un semejante mejorado. Representa todo aquello que el hombre del siglo XXI desea para sí: belleza, juventud eterna, inmortalidad. Pero sobretodo, libertad. Cuando Gabrielle, madre de Lestat en la segunda parte de la saga, es tocada por el don oscuro, su primer impulso es salir y descubrir las oscuras calles de París. Sabe que ha muerto, pero es libre. Su recién aceptada naturaleza vampírica la ha liberado de sus ataduras de mujer frustrada y madre de familia. Le ha dado lo que siempre deseó. Y es que una de las características del vampiro posmoderno es la de ser un personaje libre. Tiene sus propias motivaciones y sus propios sentimientos, mucho más allá de meras pretensiones alimenticias. El vampiro puede permitirse ser cruel, despiadado. Como monstruo, no siente remordimientos. Puede tener aquello que desee, a la persona que desee y vive su no-muerte con una mirada sensual que impregna todas las cosas. Podría decirse que el vampiro, en la muerte, vive la vida plenamente. En el limpio siglo XXI, el vampiro encarna nuestro otro yo, una parte reprimida de nosotros

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la figura del vampiro mismos. Pero no se trata de una represión a la siniestro que habita en nuestra psique, el lado manera victoriana, no se trata tan solo de libido oscuro, el Mr. Hyde que todos llevamos dentro. coartada como la de la Mina o la Lucy de Stoker, El vampiro es la sombra sin trabazones, esa otra puesto que el hombre contemporáneo ya ha cara que nos asusta porque precisamente es superado socialmente esa fase. Se trata, a mi nuestra. Algo que nos repele y al mismo tiempo entender, de esa parte nuestra que desea huir de nos seduce. Lo otro, lo nuestro. la realidad, ser libre, influir sobre el prójimo, ser De modo que los seres humanos somos así. sin trabas uno mismo. Por eso es que la figura Proyectamos todo lo oscuro que llevamos dentro del vampiro se relaciona con aquello que Carl en algo externo, en una figura mitológica, Jung llamó “arquetipo” y que podría definirse literaria, de ficción. Y nos damos cuenta como un intento de dar forma al inconsciente entonces de que eso es lo que la Humanidad ha colectivo, una serie de imágenes sobre lo estado haciendo todo este tiempo. Porque ese inefable relacionadas con el inconsciente que se es el papel del mito: representar. Desde aquellos repiten a lo largo de la historia de la Humanidad. espíritus primitivos de los que hablábamos al Esos arquetipos se hacen concretos mediante el principio de este artículo, pasando por los añejos uso de metáforas y símbolos y el vampiro bien vampiros del Este, las figuras literarias que han podría ser uno de ellos. Se trata del concepto de terminado de concretar nuestro imaginario y dar “la sombra” acuñado por Jung. La sombra puede forma total al vampiro, hasta llegar a la sombra ser colectiva y puede ser personal, íntima y del psicoanálisis y al final de este estudio. nuestra. La sombra personal es “lo otro” que Porque los muertos viajan rápidos a través de la mora dentro de nosotros mismos, lo negativo de noche. Suenan las campanas. Los lugareños nuestra personalidad oculta bajo éticas y tiemblan junto al fuego y cuentan historias. Y maneras, censurable desde el lado consciente, nosotros cabalgamos, cabalgamos en mitad de pero aceptable en el campo del inconsciente. La la noche como hacen los muertos, camino del sombra es “lo reprimido”, ese Pepito Grillo castillo.

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lo que la verdad esconde Aborígenes australianos vincularon el origen de la vida a caída de meteoritos Los aborígenes australianos vincularon varios de sus mitos fundacionales a la caída de los meteoritos, miles de años antes de que la ciencia moderna sospechara que la vida en la Tierra pudo haber llegado desde el espacio, según un estudio divulgado por medios locales. La tesis forma parte del trabajo del académico Duane Hamacher de Macquire University en Sydney sobre las creencias de las comunidades aborígenes Arrernte y Luritja del centro de Australia, y su relación con los cometas y meteoritos, y su impacto en la Tierra. La radio australiana ABC divulgó el estudio que analiza mitos como el del "Tiempo del ensueño" ("dreamtime"), término aborigen para referirse al orden espiritual, natural y moral del cosmos. Esta historia señala como "el huevo de la vida se cayó accidentalmente del cielo y al estrellarse contra la superficie generó la vida en la Tierra", indicó Hamacher. Otro mito de los primeros habitantes australianos señala que la vida se originó de dos rocas que cayeron del cielo, en semejanza

con la cosmogonía cristiana. Los aborígenes se referían a estas rocas "como gente que caía como estrellas a la superficie, ellos eran como Adán y Eva", dijo Hamacher a ABC. Según el estudio, muchas tribus aborígenes, que poblaron Australia hace más de 40.000 años, veían a los cometas como humo, una interpretación compartida por pueblos maoris en Nueva Zelanda o indígenas en Sudamérica. Hamacher indicó que hasta principios del siglo XX la relación entre los meteoritos y los cráteres no era considerada como un fenómeno científico ya que se creía que "las rocas no se caían del cielo". El especialista en estudios aborígenes dijo que esta visión cambió cuando se realizaron los primeros trabajos sobre la relación entre el origen de la vida y los cuerpos celestes. En 2008 la revista científica británica "Nature Geoscience" publicó un trabajo de investigadores de la Universidad de Tohoku (Japón) que concluyeron que los impactos de meteoritos en las masas de agua de la Tierra primitiva pudieron haber contribuido a la creación de moléculas orgánicas complejas que formaron las bases de la vida.

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lo que la verdad esconde NASA hará publicidad desde el espacio La agencia espacial norteamericana NASA puede incrementar su presupuesto a expensas de la venta de espacios publicitarios en la cubierta de la futura sonda espacial marciana, cuyo lanzamiento está planeado para el año 2020. El lobbista y excongresista norteamericano

Robert Walker considera que no vale la pena perder esta posibilidad. Según su opinión, el dinero derivado de la publicidad puede ayudar a la NASA a superar sus dificultades financieras. Este mismo esquema, según Walker, puede ser utilizado para el apoyo de la futura nave espacial Orion y en caso del consentimiento de los socios, la publicidad podría ser colocada hasta en la Estación Espacial Internacional.

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lo que la verdad esconde Rusia afirma que jamás ha detectado un OVNI

más difícil en el caso de que sea detectado un objeto de esa índole.

Las unidades de Defensa Aeroespacial no detectaron la aparición de los objetos voladores no identificados sobre el territorio de Rusia, declaró el 1 de diciembre el general Andrei Diomin, comandante interino de la defensa antiaérea y antimisiles de DAE.

“De ser registrado el caso de violación de la frontera, es precisó ordenar el despegue de cazas para que se aproximen al blanco, entren en contacto visual y determinen el tipo de la aeronave”, explicó el general y agregó que si se trata de un avión de combate o un avión secuestrado, “hay que tomar la decisión sobre su destrucción”.

“En lo que respecta a los Ovnis, no los hemos visto. A veces, un misil que acaba de ser lanzado o una etapa que se separa del cohete se toman por objetos voladores no identificados, en especial en la parte norte del país. Por suerte o por desgracia, no hemos avistado los Ovnis”, dijo el general a la emisora Eco de Moscú.

Señaló que un punto luminoso que aparece en la pantalla de radares de vieja generación (ahora se sustituyen por los más modernos) “puede ser una señal reflejada de una bandada de pájaros, una nube espesa o un globo de aire”. RIAN.

Diomin destacó que la toma de decisiones es lo

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lo que la verdad esconde Pintura rupestre única en el mundo En la valenciana localidad de Bicorp (Canal de Navarrés) podemos encontrar pinturas rupestres en el Barranco Moreno y en la Cueva de la Araña. Es en esta última donde hallamos un mural que es único en todo el planeta: se trata de la famosa pintura La recolectora de miel. En ella se contempla una figura femenina rodeada de abejas recogiendo la miel de un panal.

más importantes de la prehistoria ya que es la única de su tiempo donde se ilustra una actividad como la recolección de miel (lo habitual en esta época era representar escenas de caza, bailes y rituales). No existe otra igual en todo el mundo. Junto a su singular valor artístico, cabe añadir el histórico puesto que dicha imagen demuestra que en la prehistoria la mujer era la encargada de la recolección de alimentos y que su papel activo en el sustento de la familia fue mucho más importante de lo que hasta ahora se había creído..

Esta escena convierte la pintura en una de las

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sueños coincidentes

SUEÑOS COINCIDE UN SISTEMA EMER PSÍQUICO.

barrios urbanos (Jane Jacobs) (2), las redes del cerebro humano (Marvin Minsky) (3) y son usados por los nuevos programas informáticos y las redes sociales. Los podemos observar en la Introducción naturaleza, los bancos de peces, las hormigas en busca de alimento o el desarrollo de un n la naturaleza existen sistemas que se embrión son buenos ejemplos. organizan interactuando los elementos aislados para logar objetivos comunes, pudiendo ser la búsqueda de alimentos, energía o información. Los más conocidos presentan un comportamiento piramidal, en donde el orden escalonado descendente marca las pautas a seguir para lograr un comportamiento global. Analizarlo es relativamente sencillo, observando la jerarquización podremos descubrir como actuará. Ejemplos de ello son las empresas, el motor de un coche y el comportamiento social de los gorilas. A finales del siglo XX comenzaron a estudiarse los sistemas emergentes tras el trabajo de Evelyn Fox Keller y Lee Segel con el moho del fango (Dictyostelium discoideum) (1). Estos sistemas complejos logran sus objetivos sin necesidad de un ordenamiento central jerarquizado, elementos aislados colaboran entre sí siguiendo unas reglas sencillas llegando a crear un comportamiento altamente complejo. El todo es mayor que la suma de las partes. Los modelos emergentes se descubrieron en los Bandada de estorninos Las ciencias adelantan que es una barbaridad Don Hilarión (La verbena de la Paloma)

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sueños coincidentes

ENTES. RGENTE

-Se manifiesta una retroalimentación negativa, un mecanismo que busca el equilibrio del sistema, comparando el estado presente con el estado deseado. - Deben existir reglas, estás rigen los micromotivos que generarán la macroconducta. - Del caos y del desorden se forman grupos de intereses compartidos. Antecedentes

La telepatía fue explicada siempre por la parapsicología clásica como una transmisión de pensamientos; se trataba de un único fenómeno paranormal capaz de manifestarse de formas diferentes. Que coincidan los pensamientos entre personas se debe a diversos hechos que poco tienen de paranormal y mucho de fenómenos naturales mal interpretados. No obstante, se realizaron observaciones interesantes. Wately Carington se dio cuenta que Francisco Mañez los resultados mejoraban cuanta más información intercambiaban los participantes (6), Estos sistemas se encuentran ligados a la el físico Evan Harris Walker habló de entre voluntarios y sincronización en muchas ocasiones, no retroalimentación dándose sólo en los seres vivos sino también en experimentadores (7). la organización de la materia, cuando una Una de las formas más llamativas de la supuesta bandada de estorninos huye de un ave rapaz la telepatía fue estudiada especialmente en el acción individual de cada uno genera el Maimonides Medical Center de Brooklyn (Nueva comportamiento complejo del grupo York) por Montaque Ullman y Stanley Krippner sincronizando sus movimientos, pero también lo en la década de los 60 del pasado siglo (8). Los intentaban trasmitir sus podemos observar en un tornado o una galaxia voluntarios en espiral (4). La sincronización ha sido pensamientos a sujetos dormidos. De ahí surgió investigada en los humanos, una muestra es la la idea de realizar los llamados “encuentros en menstruación de las mujeres que pasan largos sueños” consistentes en un grupo de personas periodos juntas (5), ha sido analizada en los que acuerdan una noche concreta verse dentro aplausos del público o en la formación de la de sus sueños. En ocasiones los resultados son famosa “ola” en los campos de futbol. Esto muy buenos, la parapsicología, sin poder indicaría que en ocasiones el aparente libre explicarlos, los atribuyó a la percepción albedrío se encuentra regido por influencias extrasensorial o a los viajes astrales. externas pareciendo a los individuos que sus Entre los años 1991/92 se realizaron diversas decisiones y contenidos mentales son fruto de la pruebas de encuentros en sueños con voluntarios de mi antigua asociación. Los propia voluntad individual. Existen bases para los sistemas emergentes resultados no se alejaron de lo esperado, observándose hechos que no recogían los sociales (Jonson): -La actuación local produce comportamiento estudios sobre el tema; personas que global, sin que exista conciencia individual del fantaseaban sobre lo soñado describían sus ficciones coincidiendo con el resto de comportamiento a nivel global. -A partir de patrones locales emergen patrones participantes, si se usaba un objetivo, una foto por ejemplo, las coincidencias aumentaban, globales. -La interacción entre los elementos es primordial, hacía falta una armonía total y sinceros deseos debiendo existir una retroalimentación de de participar. No bastaba con plantear la prueba y aceptar a cualquier voluntario. relaciones recíprocas.

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sueños coincidentes Nuevos encuentros en sueños

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La llamada “conciencia de grupo” ha sido investigada en animales, siendo sorprendente cuando se trata de humanos (9). La toma de decisiones puede ocurrir ajena al reconocimiento individual, podemos ser guiados hacia una actuación sin comunicación directa verbal y sin la existencia de una señalización obvia. La conciencia de grupo resultaba imprescindible para intentar comprobar si los encuentros en sueños respondían a las características de un sistema emergente. En noviembre de 2011 el grupo Detectives de lo Insólito (DDI) de Facebook presentaba un alto grado de cohesión y amistad, resultando ideal para este tipo de experiencias. Al plantear la posibilidad de realizarlas sus miembros no dudaron en querer participar. Esta ocasión resultaba ideal para probar si las coincidencias en los sueños respondían a los patrones buscados y no a lo atribuido por la parasicología convencional; es decir, la telepatía o el viaje astral. Siguiendo las bases de Jonson se aplicaron las siguientes pautas: - Los participantes debían sentirse como miembros muy unidos de un grupo. - La armonía y la convicción en lograr el objetivo eran fundamentales. - Se establecía una meta clara y concisa. Deberían saber el objetivo que se esperaba y para qué fecha concreta. - Existirían normas individuales muy sencillas para la prueba, básicamente el intercambio libre de información de todo tipo entre ellos. - Un período de tiempo durante el cual se les recordaría de vez en cuando la prueba con intención de mantener el interés generándose los micromotivos. Durante lo días previos a la prueba se intentó mentalizar a los participantes para que recordaran sus sueños, insistiendo sobre la existencia de una imagen con la que se esperaba soñasen esa noche. Debían acordarse de lo que iban a hacer, conversando con los otros participantes o cualquier sistema que favorezca el interés por lograr buenos resultados. Los sueños podían incluir cualquier contenido: ver el objeto solo, en compañía de otros objetos; estar comentándolo con más miembros del grupo, simplemente verlo en la mano; es decir,

cualquier situación onírica que tuviera relación con el objetivo. Exceptuando la primera prueba se estableció una semana para cada una comenzando el lunes. El domingo por la mañana los participantes mandaban el sueño del sábado a un mail, sin antes haberlo comentado en el grupo. Tras recibirse los sueños se comprobaban las coincidencias. El objetivo elegido fue normalmente una imagen. Una de las cuestiones incluidas fue la de comprobar si el propio controlador se ve influido al elegir el objetivo. Como parte del sistema emergente sus decisiones a la hora de escogerlo se verían guiadas por los mismos patrones. Con intención de verificarlo se elegía la imagen el sábado por la tarde cuando el sistema debería haberse generado, en contraposición se escogería en otras pruebas el lunes, siendo de esperar entonces que no coincidieran sueños y objetivo. Las pruebas y sus resultados Se realizaron un total de seis intentos. El primero fue exploratorio para ver si los participantes coincidían en el contenido de sus sueños. Participaron 22 miembros, algunos no se conocían físicamente, no obstante supieron identificar a la otra persona. En esta ocasión el controlador se incluyó en la prueba para ver si respondía como el resto del grupo. Aparentemente los sueños mostraron válida la idea que había dado origen a las pruebas. En líneas generales apareció la figura de José Luis Tajada, el creador de DDI, se vieron grupos de personas, soñaron con sus compañeros abundando las conversaciones entre ellos, predominó soñar con una casa y un vehículo, el más visto fue un autobús. Como sucedería posteriormente existieron otras muchas coincidencias difícilmente clasificables. En el segundo intento (27-11-2011) se eligió el cuadro La ola roja de Joaquín Clausell (1910):

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sueños coincidentes De 16 participantes seis soñaron con el mar, cinco lo asociaron a una tormenta o un desastre y cuatro vieron el color rojo. Varios sueños fueron destacables, algunos ejemplos: JLT: aunque observó lo que parecía ser una batalla naval, quizá un ataque desde el mar describió: “El cielo es muy azul, el cielo muy rojo. Podría ser una puesta de Sol… Busco el azul del cielo y no lo encuentro. Es rojo, como el fuego… las mías son de un color rojo fuerte… llevan banderas rojas con tres letras blancas”. CG: “Miraba al cielo estaba todo cubierto por nubes grises, azules y negras y sobre ellas, se podía ver todos los colores del arco iris, empiezan a cumularse más y más nubes y en tv anuncian de una gran tormenta peligrosa”. Originalmente se habló de una fotografía, sin embargo cuatro personas asociaron sus imágenes a cuadros. JQ: se vio en una playa: “Veo a la chica que pintaba (no recuerdo el nombre Ana , Isabel??) abrir un bolso pequeñísimos, empieza a sacar un caballete , un lienzo, la paleta, colores, pinceles”. En la tercera prueba (04-12-2011) se eligió un objetivo no concreto, no se usó una fotografía, debían ver un OVNI o un extraterrestre. Únicamente se dieron las pequeñas coincidencias habituales y sólo 10 personas recordaron sus sueños. La cuarta (15-01-2012) se planteó con intención de probar hasta qué punto el controlador puede verse influenciado al escoger más de un objetivo. Se trataba de una elección que intentaba simular el pensamiento complejo y la intervención del azar. El sábado se eligieron dos fotos marcándolas como “cara” y “cruz”, a las 21,00 otro miembro del grupo lanzó una moneda siendo el resultado la “cruz”.

Foto marcada como “cara”

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Foto marcada como “cruz”

Esta vez participaron 17 personas, ocho vieron montañas o edificios lejanos, siete caminos o similares, además, de entre ellos seis describieron el color como blanco o indefinido. Aunque algunos sueños parecían una mezcla de las dos imágenes, predominaron los relacionados con la “cruz”. JS: “… era una zona montañosa exageradamente repleta de vegetación… zona inmensa repleta de montañas con mucha vegetación”. FC: “… en la lejanía veo bultos como de vegetación, rocas y alguna construcción antigua”. No faltaron los que parecían centrarse en la “cara”. FC: “También veo frente a mí vegetación preciosa, mucho verde y flores, sin llegar a ser exuberante… entonces entre los árboles maravillosos…”. La sensación de frío fue común entre los participantes, tres de ellos describieron un camino formados con piedras. Resulta imposible incluir los sueños completos, al leerlos la relación entre lo soñado y las imágenes cobra mucha más fuerza. Algunas frases muestran hasta qué punto: IG: “Lo que si recuerdo es que había una especie de sendero o camino serpenteante que además cambia a su antojo de dirección… sólo recuerdo una estampa de un lugar donde el suelo se juntaba con el cielo”. FC: “… empiezo a pisar piedras oscuras muy lisas, frías y húmedas”. AC: “Es de día. No veía el cielo, algo blanco como nube, pero no veía nubes… una especie de montañas rocosas no muy altas”. FFN: “… con la sierra, creo que era la sierra del Segura, aquí por la zona de Albacete”.

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sueños coincidentes JS: “… lo asemejo al Kilimanjaro e incluso hacia el edificio”. también lo asemejo a la Montaña o Pico del En la quinta prueba (18-03-2012) el objetivo fue Diablo en la película Encuentros en la tercera un objeto situado en la casa del controlador. Se eligió el lunes, antes de que se generara el fase”. Dos sueños resaltaron sobre los demás. En la sistema. Los participantes no acertaron con sus imagen se ven cuatro personas en primer plano, sueños, se dieron las coincidencias menores y CG soñó: “… una voz masculina que me repetía las descripciones de personas reunidas. Durante que tenían que ser 4, han de ser 4 , necesitas 4 esa semana el grupo sufrió una crisis perdiendo su armonía. así todo el rato y me desperté sobresaltada”. El más llamativo fue el de MJG, aunque vio el La última prueba (10-06-2012) se llevó a cabo paisaje de noche: “La sensación de frío era dentro de un ambiente no demasiado adecuado, tremenda… Caminábamos por una carretera varios miembros de DDI discutieron, sólo nevada… A lo lejos, vemos una construcción… participaron siete. En esta ocasión la fotografía Antes de llegar, una mujer del grupo, morena de elegida fue remitida a un segundo controlador pelo un poco largo, sale corriendo y gritando para que certificara el momento de lección.

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Pese a ser reducido el número de sueños las coincidencias son destacables. En la foto se observaba una serie de árboles y vegetación lejana que podría ser tomada como una muralla. Dos personas soñaron con ella. JS: “… vi a lo lejos la silueta de lo que parecía una especie de muralla”. AMC: “En esto que yo subo a una pequeña elevación y veo unas murallas…”. Dos personas soñaron con calor y también dos con vegetación. Una describió los colores en general (exceptuando el verde), especialmente del cielo. GMI: “Hay mucha luz, pero es extraña. Todo tiene matices rojizos y cobres”. Una de las descripciones fue acompañada de un

dibujo que para la parapsicología clásica hubiera sido considerado una demostración de telepatía; círculos y color rojo, podríamos considerar que son parte de la base de la imagen. CG escribió: “Donde un fondo totalmente rojo, se situaban varios círculos unos dentro de otros, tal y como te he colocado”.

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sueños coincidentes sistema partes aisladas no dio ningún fruto. Al repasar las conversaciones no existían indicios de frases que incitaran a soñar el sábado con algo El número de pruebas fue muy reducido, no determinado, no se encontraron muestras. Los resulta una tarea sencilla hacerlas con los micromotivos parecen ser los generadores de la miembros de un grupo de Facebook. Los macroconducta y ésta no puede ser deducida de enfados y discusiones son corrientes, en más de la observación individual de las partes. El una ocasión, pese a la insistencia de algunos, la resultado es infinitamente más complejo. Como propuesta para realizarla esa semana no pudo en la conciencia de grupo, la dirección seguida hacerse dado el ambiente reinante. No obstante, no está marcada por una comunicación directa o se trató de una experiencia realizada con la vida una señalización. cotidiana por lo que resulta completamente real La actuación del controlador no pudo y permite razonar algunas cuestiones. investigarse más a fondo. Se esperaba poder La retroalimentación funcionó sola sin ayuda del llevar a término más pruebas para entenderla controlador, especialmente en forma de bromas correctamente. La cuarta fue un preeliminar de y frases cargadas de humor, abundando las ideas más avanzadas que deberán esperar otras conversaciones que hablaban de la experiencia, oportunidades. De todos modos los resultados en ocasiones con varios cientos de comentarios. son sugerentes y deberían tenerse en cuenta al Existió la retroalimentación negativa, cuando plantear este tipo de experiencias, sí el alguien fantaseaba demasiado otros miembros controlador se relaciona con los voluntarios se encargaron de mantener el equilibrio podría darse algo similar a retroalimentación de conservando las conversaciones dentro de unos Walker. márgenes. La función del azar, escoger una fotografía entre El interés individual fue muy alto, existiendo una dos, pertenece igualmente a supuestos que no auténtica motivación. Varias personas explicaron pudieron desarrollarse y deberán esperar. en privado o en el grupo los diversos motivos que Básicamente se trataba de ver la reacción los movían a participar, desde simple curiosidad humana cuando un hecho interior coincide o no a haber pasado por la experiencia con con uno exterior. En esta ocasión coincidió y la antelación. No faltaron los que consideraban sorpresa general fue increíble creciendo la imposible “verse” en sueños con otras personas sensación de estar ante algo desconcertante, de y menos que su sueño estuviera relacionado con darse en la vida cotidiana podría pensarse que una imagen concreta, pese a ello colaboraron. se trata de una premonición. Una parte importante fue el deseo de algunos por Uno de los problemas planteados antes de verse entre ellos, a parte del contexto general. comenzar las pruebas fue qué debe ser Las combinaciones de este tipo fueron en considerado como una coincidencia, cabía la ocasiones sugestivas para los demás al posibilidad de deberse a una combinación de comprobar que eran posibles. No se deben dejar azar e interpretación subjetiva del controlador. La de lado las coincidencias entre los miembros cuestión se resolvió al leer los sueños y observar aunque no estuvieran relacionadas con el tema las similitudes, no daban pie a dudas. Si común. Un par de ejemplos, en la segunda tomamos los sueños de una prueba y los prueba JQ se vio a sí misma con su perra, PV vio comparamos con la imagen de otra las a JQ con su perra, en la cuarta SGM y VA coincidencias no existen prácticamente. soñaron que estaban registrando sus bolsos. También son interesantes las descripciones qué forman parte coincidentes más vagas que parecen estar ¿De relacionadas con el tema. Cuando se usó el nuestros pensamientos? cuadro de Joaquín Clausell RGP escribió: “he tenido un sueño "abstracto", no puedo describir Si trabajos posteriores mucho más completos imágenes, pero si he visto mucho color, mucha confirmaran que en un momento determinado luz”. SGM: “soñé que estaba sola y la imagen nuestro aparente libre albedrío está guiado a que pude ver es de muchas luces viniendo hacia niveles insospechados por las relaciones que mantenemos con los demás, varios hechos mí”. Como en los sistemas emergentes analizar las estudiados podrían tener una explicación muy ¿Se trata de emergente?

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sueños coincidentes alejada de las atribuidas en su día. Ciertos fenómenos se dan mayormente, o incluso sólo, en colectivos que creen en ellos y comparten el interés. Como en las pruebas del 91/92 algunos participantes pudieron falsear sus sueños, escribiendo un relato para contentar al grupo o al controlador, lo interesante fue que aún así sus historias estuvieron relacionadas con los sueños de los demás y con el objetivo. Es posible entonces diseñar pruebas en estado de vigilia, intentando examinar si los pensamientos individuales de un grupo pueden ser similares y sincronizarse en un momento determinado del día.

No faltaron los que pensaron tener verdaderas facultades paranormales al ver el resultado de sus sueños. Sin explicarles que se trataba de comprobar la posible creación de un sistema emergente psíquico, con intención de que no generaran una resistencia no consciente, se les aclaró que aquello no tenía nada de paranormal. Pese a todo siguieron firmes en sus creencias. La experiencia permite ser reproducida y perfeccionada por otros grupos, algo muy difícil bajo el paradigma clásico de la parapsicología. Estudiar la aparente transmisión de pensamientos bajo una nueva perspectiva puede aportar soluciones aunque éstas vayan contra todo lo que hemos creído siempre.

BIBLIOGRAFIA 1 Sistemas emergentes. O qué tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software, Steven Jonson, Fondo de Cultura Económica, 2001. 2 Muerte y vida de las grandes ciudades, Capitán Swing Libros, 2011. 3 The Society of Mind, Simon and Schuster, 1987. 4 Sincronización y fenómenos colectivos modelos de redes complejas y votantes, Arturo Pimentel Cabrera, UNAM, México, 2008. 5 Menstrual Synchrony and Suppression, Martha McClintock, Nature nº 229, 22 de enero de 1971. 6 La telepatía, hechos, teorías implicaciones, Ediciones Dédalo, 1975. 7 Los misterios de lo paranormal, Hans J. Eysenck y Carl Sargent, Editorial Planeta S. A., 1984. 8 Dream Telepathy: Experiments in Nocturnal ES, Montague Ullman, Stanley Krippner, Alan Vaughan, Charlottesville, VA: Hampton Roads Publishing Company, 2003. 9 Consensus decision making in human crowds, John R.G. Dyer, Christos C. Ioannou, Lesley J. Morrell, Darren P. Croft, Iain D. Couzin, Dean A. Waters, Jens Krause, Animal Behaviour, número 75, febrero de 2008.

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Rasputín, el santón poderoso (Primera parte) Lujosos coches y pomposos carruajes esperaban junto a la orilla del rio Neva. Aquel mes de julio de 1907, como todos los veranos, la llegada de los cíngaros atraía a gran número de personas provenientes de San Petersburgo. Jóvenes de alta alcurnia, señores y damas de la aristocracia y curiosos que lograban acoplarse a la glamurosa caravana, esperaban el acontecimiento que marcaba la línea de clases, la que separaba una forma de vida errante de la tranquilidad y del acomodo. El agua mitigaba con creces el calor sofocante. Las luces de las fogatas iluminaban la escena. El vino aceleraba el ritmo de la danza y el licor incrementaba la pasión. En torno al fuego, las palmadas de los ancianos acompañaban a preciosas gitanillas que contorneaban sus siluetas a la par que servían más bebida. De pronto, un rudo mujic logró acaparar toda la atención. Era corpulento, de naturaleza extraordinaria, barbudo, con pelo desgreñado que le caía hasta los hombros. Un gorro de astracán coronaba el conjunto y ensombrecía lo más inquietante de su persona: los ojos, una mirada hipnótica, desafiante, segura hasta la sugestión de quien se cruzaba con ella. Todos los cíngaros le conocían, su fama le precedía. Tomaba cuanto quería, persona u objeto; hacía lo que le venía en gana, era salvaje e insubordinado, le gustaba beber, sus amoríos con toda clase de mujeres eran escandalosos, gritaba, reía descaradamente y era adulado por todos. Dos años antes, cuando llegó por primera vez a San Petersburgo como strannik, o curandero milagroso, apenas si lo conocían excepto en las estepas siberianas. Buscó la fama y la encontró porque, mientras bailaba beodo, voces susurrantes de los habitantes de la ciudad que se habían acercado hasta el campamento, decían que era capaz de curar toda clase de enfermedades con la oración. A esas alturas de la noche, Grigori Yefimovitch Rasputín no podía ni siquiera imaginar que en pocas horas obtendría los favores de la pareja más influyente de Rusia.

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El desenfreno de Rasputín había traspasado los límites cuando un jinete uniformado irrumpió entre la multitud. Al principio, la montura se abrió paso con dificultad hasta que el gentío se percató de la presencia de un oficial del Zar. La música cesó y las bailarinas se pararon. Un mensajero de la corte imperial nunca era bienvenido entre los gitanos. Se irguió en la cabalgadura y voceó: ¿Quién de vosotros es Rasputín? Yo soy Rasputín –gritó sin vacilar- . Mensajero y santón se miraban con desconfianza mientras se acercaban el uno al otro, iluminados por las llamas. Has de venir urgentemente conmigo al Palacio Imperial de Verano. La Zarina, Alejandra Feodorovna, ha oído hablar de ti y me ha enviado a buscarte –dijo el mensajero-. Rápido, el tiempo apremia. Rasputín se quedó inmóvil, silencioso, pálido y, según testigos, tanto su rostro como su cuerpo

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sufrieron un cambio asombroso. Todo cuanto de tosco y vulgar había en él se esfumó. Entrelazó los largos dedos y se hincó de rodillas con los ojos cerrados para empezar a orar. Pasaron pocos minutos hasta que Rasputín se levantó y con voz potente clamó para que todos lo oyeran: El Zarevitz estaba agonizando. Le he pedido a Dios por su recuperación. Se salvará. Saltó sobre la grupa del caballo y salieron al galope. Con el trote empezó a recordar su difícil infancia, los 80 kilómetros que recorría a pie para ir a vender el centeno de su padre, sus retiros espirituales, las peleas con los compañeros cada vez que le insultaban, retazos de una vida dedicada al conocimiento de la fe. Una historia de favores El Zarevitz, que sólo tenía tres años, estaba a las puertas de la muerte. Sufría de hemofilia y los cuidados desde el nacimiento habían sido constantes. Cuatro días antes, el pequeño había

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tropezado y se había herido. Una hinchazón apareció en la ingle y la fiebre alta se adueñó de su frágil cuerpecito. Los médicos estaban desesperados y no podían curarle. Empeoraba por momentos. Faltaba poco para la medianoche del 16 de julio de 1907 cuando Rasputín entró por primera vez en palacio. El zar Nicolás II y su esposa aguardaban impacientes su llegada. La madre se acercó apresuradamente y quedó desconcertada por la apariencia socarrona de aquel hombre al que había ordenado ir a buscar. Ese hombre era un impostor –pensó- . Se cuestionó la decisión y cuando se dispuso a darle la espalda, abatida por el fallido intento de salvar a su hijo, la voz de Rasputín se alzó ásperamente, casi con dureza: Recé por el Zarevitz hace media hora. Sus dolencias han empezado a desaparecer. No morirá. Hombre y mujer se abrazaron sin importar a ninguno de ellos la condición. La emperatriz comenzó a llorar. Llévame a su lado –pidió el strannik-. Rasputín permaneció toda la noche junto a la cama, acompañado de los padres que no se habían separado de su hijo desde hacía tres días. Cuenta el Zar en su diario que esa noche ambos se quedaron dormidos en sus sillas. Pasadas las dos de la madrugada despertaron y asistieron en silencio a la escena. Rasputín rezaba arrodillado al borde de la cama, con los ojos cerrados y la cara levantada hacia una imagen de la virgen franqueada por dos velas encendidas que alumbraban la estancia. Nadie quería respirar por miedo a interrumpirle. Abrió los ojos “azules como un cielo de verano”, según escribió más tarde la Emperatriz. Se puso de pie, miró al Zar y se acercó a la Zarina. Tu hijo duerme pacíficamente. La fiebre ha desaparecido. Vivirá mientras yo esté aquí para cuidarlo. La madre se apresuró a comprobar cómo estaba el niño. Rasputín decía la verdad. Su hijo respiraba con facilidad y la temperatura era normal. La hinchazón de la ingle comenzó a desaparecer. Padre Grigori –susurró llorando-, usted se quedará con nosotros…siempre. El zar escribiría en su diario el 19 de julio de 1907: “Hemos conocido a un santo varón llamado Grigori, nacido en Tobolsk. Alexis se salvó de una muerte segura gracias a sus oraciones”.

Unas vidas marcadas por el infortunio No puede decirse que las vidas de los zares fueran sacadas de cuentos de hadas. Tanto la suerte de Nicolás II, como la de Alejandra Feodorovna brillaron por su ausencia. El Zar y su esposa vivían amedrentados; temían a sus súbditos, al porvenir, a la aristocracia, al pueblo. Para Rasputín no fue difícil hacerse con el poder e influir en las decisiones de la corte. Pocos soberanos han tenido destino tan trágico como el Zar Nicolás II. Tímido y benévolo, hubiera sido feliz como tendero. El gobierno de un imperio agitado por la guerra y por el juego de poder de la aristocracia feudal, le vino grande. Desde el principio de su mandato, ya durante la ceremonia de la coronación, los hechos fueron un presagio del incierto futuro que le esperaba: en el transcurso del acto, para consternación de todos los presentes, se le zafó del pecho la cadena imperial y cayó al suelo. En un país supersticioso como Rusia, el incidente dio origen a nefastos presentimientos. En los mismos festejos, centenares de mesas se habían dispuesto para la multitud que se congregó en el campo de Khodinka, en Moscú. El zar quería obsequiar con refrescos y comida a cuantos se unieran en la celebración. Una profunda zanja había sido cubierta con planchas para evitar cualquier tipo de accidente. Las tablas cedieron al paso del gentío. Centenares de personas cayeron al hoyo y murieron pisoteadas y aplastadas. Los lamentos de los moribundos se ahogaban entre los clamores y los aplausos de la multitud. Murieron cerca de 3000 personas. En otras festividades de la coronación que se efectuaron en Kiev, ocurrió un segundo desastre: un barco engalanado, que llevaba a bordo 300 espectadores, se fue a pique en pocos minutos ahogándose casi todos. En 1905 tuvo lugar el suceso conocido como “Domingo Sangriento”. El hambre se había extendido por muchos distritos rurales y miles de trabajadores y campesinos se manifestaron pacíficamente para presentar una petición al zar: ayuda. El comandante de la guardia de palacio perdió los nervios y ordenó abrir fuego. Centenares de personas murieron acribilladas por las balas. Echaron la culpa al Zar y desde ese día lo llamaron “Nicolás el Sanguinario”. El ánimo de la Zarina Alejandra estaba siempre afectado por las convulsiones que agitaban el Imperio. Era una princesa alemana de Hessen-

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rasputin Darmstadt y tenía 23 años cuando se casó con Nicolás que contaba 27. Nieta de la reina Victoria, se había educado en Inglaterra y Alemania y, jamás, se había sentido integrada en la corte rusa. Su mayor preocupación era la salud de su hijo Alexis, el único heredero varón, nacido después de haber tenido cuatro hijas. Cansada, comenzó a buscar refugio en el misticismo religioso con que se narcotizaba su marido. Presa del poder Pasaron los años y Rasputín siguió al lado de los zares. Cada día que pasaba, el strannik se afianzaba en su puesto de consejero. Se sentía invencible, iluminado por la luz divina. El Zarevitz no sufrió ningún accidente ni se sintió enfermo. Unos agradecidos soberanos fueron depositando cada vez más su confianza en el taumaturgo siberiano. “Grigori recomienda”, era la frase más repetida en las páginas del diario de la Emperatriz. El Zar le pedía tantos consejos que, con el tiempo, sus ministros debatían directamente con Rasputín los problemas de Estado. Despedía a los que le caían mal y ponía en el puesto a otros de su agrado, sin tener en cuenta la conveniencia política ni la capacidad del candidato. Si le gustaba un individuo, era nombrado y tenía la carrera asegurada. Un coche de la corte lo llevaba diariamente al Palacio, en donde permanecía hasta la medianoche. Empezó a cuidar su aspecto: barba arreglada y cabello limpio. Recibía decenas de regalos de sus admiradores: pantalones de terciopelo, botas hechas a mano del cuero más fino, e incluso llegó a vestir una blusa de seda bordada a mano por la Zarina. Muchos solicitaban su ayuda. Una mañana, cuarenta personas le esperaron frente a su casa. La mayoría eran ancianos y enfermos a los que se les iluminaban los rostros al ver al sanador. Iban en sillas de ruedas y tenían enfermedades o defectos físicos incurables. Les llevaban en camillas, a la espalda. Regresaban a sus casas radiantes de gozo. Su poder crecía en la misma proporción que sus enemigos. No tardaría mucho tiempo en darse cuenta de que era un peón en el juego de poder de la aristocracia. La farsa del sanador Desde el mismo instante en que Rasputín entró por las puertas del Palacio, sus movimientos

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fueron siempre vigilados por agentes de la Ochrana, la renombrada policía secreta zarista. Detallados informes sobre todas sus actividades se redactaban para tener controladas todas sus actividades. Esos informes han llegado hasta nuestros días y han servido para suministrar valiosos datos a la Historia. En 1927 unos trabajadores, excavando para abrir una alcantarilla, encontraron unas bóvedas subterráneas debajo de las ruinas de un presídium de la policía. Dentro se hallaron quinientos cajones de madera con archivos de la Ochrana que contenían datos de las personas más influyentes de la corte que, sin saberlo, se habían recopilado durante horas y horas de seguimientos. Una comisión de historiadores trabajó durante años y, en 1957, la Biblioteca Histórica Central de Moscú comenzó a publicar los resultados del trabajo. Rasputín no se libró. Lejos de ser accidental, infiltrar al sanador en la corte fue resultado de una planeada estrategia. Desde 1902, la Sociedad de Guardias Oficiales y la Unión de Verdaderos Rusos se alarmaban por la popularidad que adquirían entre los gobernantes los curanderos, charlatanes y santones. Amparados en la profunda devoción de los monarcas, toda la sociedad de San Petersburgo estaba infestándose de una ola de engañosa religiosidad. Para contrarrestar el peligro decidieron posicionar en los círculos de la corte a un místico protegido, que les tuviera al corriente de las intrigas y maquinaciones palaciegas. De acuerdo con las memorias de la Ochrana, Rasputín contaba por aquel tiempo con 39 años. Criado en las estepas de los Urales, había trabajado como carretero al servicio de varios contratistas. Fue arrestado tres veces y, al menos una de ellas, recibió latigazos por perjurio. Tenía mujer y tres hijos en su aldea nativa de Pokrovskoye, pero las visitas no eran frecuentes. Pasó cuatro meses en un monasterio de Verkoturyi y, a su salida, reforzó el empeño en llevar una vida de strannik. Nunca recibió órdenes sacerdotales, daba igual. El pueblo, de boca en boca, se encargó de magnificar hazañas tales como hacer andar a los cojos, devolver la vista a los ciegos y, como declaró el jefe de la policía de Kazán, ejercer una poderosa influencia sobre las mujeres histéricas. En 1905, el obispo Hermogen –patriota y disidente- invitó a Rasputín a Moscú. Ana Vyrubova, cuñada del conde Eugenio Golovin, chambelán de la corte, le introdujo en el palacio

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imperial. Rasputín no conocía la maquinación. delito de estupro que pendía sobre la cabeza de No tardaron en ponerle al corriente. Rasputín. La joven que había hecho la acusación, una bailarina, había desaparecido Las cartas sobre la mesa desde entonces, quizá había muerto. Rasputín lo comprendió todo. Su aparición en la Rasputín era invitado y agasajado en todas las corte no fue obra de la Providencia, sino una fiestas de la alta sociedad rusa. Su presencia era farsa planeada hasta el más mínimo detalle. requerida por todos aquellos que buscaban Pasó días emborrachándose, huyendo del algún favor de los Zares. Ana Vyrubova, amiga pasado y maldiciendo su nueva vida. La Zarina íntima de la Zarina, invitó a Rasputín a una se preocupó porque no iba al Palacio. Cuando velada en casa de su hermana, la condesa ordenó sus ideas tuvo una sola cosa clara: de Golovina. Maurice Paleologue, poco después momento cumpliría escrupulosamente los embajador francés ante la corte de los Zares, deseos del diputado y del obispo pero, la última estuvo allí aquella noche y describe así la palabra en la proposición, la tendría él. entrada del santón: “Se abrió la puerta bruscamente y entró de sopetón donde Una guerra por el poder charlaban y reían unas 50 personas. Se quedó inmóvil mientras se hizo el silencio…; todos los Los cinco conspiradores se dieron cuenta pronto invitados se quedaron mirándolo. Entonces de una cosa: Rasputín era ingobernable. avanzó a pasos largos, tan seguro de la Decidieron eliminarlo de la circulación poniendo impresión que causaba en el auditorio como en práctica una de las amenazas culpándole de cualquier actor experimentado. Mientras lo la muerte de una joven. Para ello se servirían de miraba, tuve la seguridad de que este Rasputín, los documentos del jefe de policía que había este rudo mujic de las estepas de Siberia, era el llevado la investigación. El intento falló porque el hombre más peligroso que jamás había oficial de la comisaría de Kazán, que debía conocido”. presentar las pruebas concluyentes, había sido Acabada la cena, los asistentes se dispersaron desterrado a Siberia y en su lugar se había en grupos. Unos charlaban de forma informal o nombrado a uno de los candidatos de Rasputín. trataban temas de Estado y otros reían. Rasputín La noche del 27 de agosto de 1910, el protegido fue invitado a pasar a la biblioteca. Le esperaban salió del Palacio y mientras se dirigía a su casa cinco personas: el obispo Hermogen, el diputado oyó un ruido procedente de un estrecho callejón Vladimir Purishkevitch del parlamento ruso, la por el que tenía que pasar. Alertado, decidió dar Duma, líder de la extrema derecha y uno de los un puñetazo al único farol que alumbraba la calle hombres más poderosos del Imperio; y las tres empedrada para tener cierta ventaja sobre lo hermanas, Ana, la condesa Golovina y la que, pensó, le estaba esperando. Sonó un baronesa Pistolkors. Se interesaron por la disparo y sintió el silbido de una bala que le pasó relación de Rasputín con los Zares. rozando la oreja. Todo estaba en tinieblas. Se Tanto el Zar como la Zarina se muestran siempre tendió en el suelo mientras una lluvia de ansiosos de conocer mis opiniones. El Zar nunca proyectiles pasaban por arriba errando en la toma determinación alguna sin oír lo que yo oscuridad la búsqueda de su cuerpo. Sus ojos tengo que decir. no tardaron en acostumbrarse a la luz y pudo ver Aquellas palabras fueron música para los la figura de cinco hombres que estaban al asistentes y animaron a Ana Vyrubova a romper acecho, armados de puñales y revólveres. el silencio y a proponer a Grigori que, a partir de Rasputín agarró a dos de ellos por el cuello, e ese momento, les consultara en todo asunto de hizo chocar sus cabezas. Uno murió al instante, importancia en que el Zar le pidiera su opinión. y el otro cayó al suelo sin sentido. Cuando los Rasputín se percató de la maliciosa proposición otros tres atacantes se dirigían hacia él, y protestó airadamente. El obispo le recordó que acorralándole, dos agentes de la Ochrana, era él quien lo trajo de las provincias y que el alertados por los disparos, acudieron en su permiso de su permanencia en la capital ayuda salvándole la vida. Rasputín había sufrido dependía únicamente de su voluntad. Cuando una puñalada en un hombro. Los asaltantes se disponía a marcharse, la voz del diputado lo habían sido enviados por el obispo Hermogen. detuvo. Le amenazó con sacar a la luz un viejo La guerra sucia había comenzado y no la

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rasputin perdería porque, si a Rasputín no le gustaba un cargo, a cambio de que el obispo Hermogen fuera humillado. Rasputín se comprometía tipo, su caso estaba perdido. Una tarde se presentó en casa de la condesa también a abandonar Rusia durante una larga Golovina y fue directamente a la biblioteca donde temporada, comenzando una peregrinación por los cinco conjurados estaban discutiendo sus Tierra Santa. planes. Se negó a hablar delante del obispo y le El 1 de marzo de 1911, los periódicos de San pidió al diputado Purishkevitch que le expulsara Petersburgo anunciaron que, por irregularidades descubiertas en la administración de la diócesis, de la sala. Estamos deseosos de oír lo que Rasputín tiene el obispo Hermogen había sido confinado en un que decirnos –dijo al obispo-. Tenga la bondad monasterio de Lituania. El 3 de marzo la prensa informaba que el conde V.N. Kokovzev era el de retirarse y permítanos que lo escuchemos. Sabiendo que el partido en la Duma tenía un premier del nuevo gabinete ruso. Diez días candidato para ocupar el puesto de primer después los periódicos publicaban otra noticia: ministro, que acababa de quedar vacante, el strannik Rasputín se disponía a salir del país propuso ayudar al conde Kokovzev a tomar el en larga peregrinación por la Tierra Santa.

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EL MITO DEL HOMBRE-LOBO (II): EL CRISOL MEDIEVAL.

el mito del hombre-lobo II

Texto e ilustraciones: José Ramón Dávila Píriz.

Aquel que pretenda alcanzar la sagrada trasformación, debe adentrarse en lo profundo del bosque y buscar un claro donde repose un tronco de fresno caído. Con la solemnidad y respeto que el momento merece, el aspirante a recibir semejante don, clavará en el árbol un pequeño cuchillo de cobre. A continuación caminará dando vueltas alrededor de él recitando los versos anteriores. Por último, cuando el hechizo haya sido pronunciado, tendrá que saltar tres veces sobre el tronco. Será entonces que la conversión se producirá y el hombre quedará transformado en lobo y correrá en su nueva forma hacia la espesura del bosque. El poema inicial es un encantamiento que nos transmite Sabine Baring-Gould en su libro Los Hombres Lobo. Sin embargo la entrada que aparece en la bibliografía nos indica que el canto pertenece a la obra titulada Inland, escrita o recopilada por Sacharow en el año 1838 d.C. Pero ni de la obra ni del autor tenemos ninguna otra referencia. Esta vertiente de la tradición rusa, de inicios del siglo XIX, no nos muestra a un monstruo horrible, sólo a un hombre que se transforma en lobo, un lobo real, verdadero, indistinguible de cualquier otro lobo. En esta región se le denomina, oborot, que significa literalmente "uno transformado". El motivo por el cual una persona querría realizar esta conversión no se especifica, pero no hay en ella ninguna vinculación demoníaca ni implica una intención malvada. Quizás, sencillamente, es una forma poética de expresar el anhelo de libertad del ser humano de la forma más directa posible: a través del regreso a los orígenes. Es la esperanza de poder retornar a la naturaleza convertido en una fuerza que se integra en ella, y que se embriaga del placer que supone existir sin concesiones; apartando a un lado las obligaciones del ser social y volviendo con ello a

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lo que es fundamental, y por tanto a la fuente de la vida. Curiosamente, también de Rusia nos llega la leyenda del wawkalak, sin duda una de las más enternecedoras. Aquí, no sólo es que el hombre transformado en lobo ni mate ni haga daño alguno, sino que además es alimentado por las gentes del lugar. Según esta historia, cuando un lobo aparece, los vecinos piensan que puede tratarse de alguien originario del pueblo, una persona que haya desaparecido hace tiempo. Es por ello que cuando el lobo pasa por una casa, se le da de comer, hasta que llega a aquella en la que vivía anteriormente. Cuando reconoce a sus familiares y seres queridos lo demuestra lamiéndoles las manos. Así los lugareños saben de qué persona perdida se trata. Sin embargo, una cierta carga pesa sobre esta leyenda, que cuenta que el hombre así transformado no puede quedarse mucho tiempo en un sitio, condenado o bendecido a permanecer en un estado de nomadismo perpetuo. Por esta causa, pasado un tiempo, tiene que marcharse. Esta tradición, cuya belleza sobrecoge, es posible que fuera producto de la conjunción de circunstancias diversas. Por un lado lobos

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el mito del hombre-lobo II atrevidos que pasaban casualmente cerca de las casas, por otro, la decisión curiosa de darles de comer en vez de espantarlos, y finalmente sin que sepamos muy bien porqué, el hecho de que llegaban a demostrar especial simpatía por alguien en particular. Quizás nació así la leyenda de que aquellos lobos que visitaban las aldeas, eran en realidad personas que habían desaparecido sin que se supiese nada de ellas. Estos lobos traían por tanto cierta forma de consuelo a las familias que habían perdido a un ser querido. Y por ello la casualidad dio origen a la leyenda, y la leyenda a la tradición. En cualquier caso, lo que es seguro es que esta costumbre tenía una vertiente práctica y de un pragmatismo exacerbado. Al ser los lobos alimentados por las personas, seguramente se conseguía que las mismas no fueran atacadas, y quizás tampoco sus rebaños, pues a fin de cuentas, si un lobo estaba demasiado hambriento y débil para cazar, sólo tenía que pasearse por el pueblo. No obstante, y sorprendentemente, Sabine Baring-Gould, el insigne conocedor de la mitología licántropa, insiste en que ésta es la tradición más perniciosa de todas; porque según nos quiere explicar, aquí la transformación no parece ser un castigo, y de hecho da la impresión de que el don de transformarse sea un premio. A fin de cuentas, Sabine, pese a ser un erudito y precursor de este campo de estudio, no dejaba de ser un sacerdote, un pastor anglicano, defensor por tanto de la moral del rebaño. Es importante fijarse en este punto que la zona geográfica de la que hablamos no está muy lejos de aquella otra que en el artículo anterior delimitábamos como la región habitada por el pueblo de los Neuros. Una cultura donde las connotaciones de la figura del lobo resultaban positivas y creadoras. La Edad Media como continuación del legado Romano.

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No obstante la imagen arquetípica que llega hasta nosotros en el presente es la de un ser monstruoso, una especie de híbrido demoníaco, con una mezcla de características físicas a medio camino entre un hombre y un lobo pero terriblemente transformado y grotesco, fundamentalmente irreconocible ni como humano ni como lobo. Esta imagen para nosotros tan familiar surge en la Edad Media.

En las tradiciones primitivas la transformación era de tipo espiritual, una proyección de la psique que tomaba la forma del animal, y quizás en las leyendas posteriores las narraciones oníricas se interpretaron literalmente, de tal forma que las conversiones sucedían ya en el plano material. Pero siempre estaban dentro de la forma real de un lobo. Por el contrario, cuando nosotros hablamos hoy del hombre-lobo hablamos de un monstruo de silueta aterradora, que además suele tener costumbres fundamentalmente antropófagas, por lo que resulta sin duda un ser de pesadilla. El centro de esta imagen surge, como venimos diciendo, en esa época europea que supuso la fusión de diversas corrientes culturales, la Edad Media. Porque la Edad Media demostró ser una fuerza aglutinadora de corrientes y creencias, si bien, para tener una visión global y ser precisos, debemos decir que dicha fusión había comenzado ya con la expansión del imperio romano. Roma, en su afán de conquista de los territorios que abarcan toda la cuenca del Mediterráneo, establece rutas comerciales y de comunicación por las que las personas viajan, pero también sus ideas. Por otro lado la relativa permisividad de culto va a suponer la coexistencia y diversificación de las creencias, dando lugar a sincretismos que a veces resultan sorprendentes. De este modo esas creencias de las que hablábamos en el artículo anterior, se van a mezclar y a evolucionar creando nuevos elementos. Para empezar podemos decir que Roma mezcla su propia leyenda fundacional de la loba que amamanta a Rómulo y Remo, con una tradición anterior de ritos antiquísimos. Todo lo cual toma forma finalmente en la celebración de las lupercalias (lupus, lobo). Pero el imperio ha absorbido a Grecia, y eso supondrá absorber tradiciones de la Arcadia y como nos muestra Carlos Wagner, existen similitudes entre ambas celebraciones. En la provincia de Hispania Ulterior existen las sociedades guerreras que toman al lobo como tótem, y existe un dios lobo entre los vettones, Vaelico. De hecho, más allá de las fronteras romanas las sociedades guerreras con esta simbología en realidad son una generalidad y no una excepción. Estas sociedades poseían seguramente técnicas de alteración de la conciencia, que les permitían adquirir en la batalla una fuerza y una

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el mito del hombre-lobo II insensibilidad al dolor que los convertían en guerreros temibles, y que por ello se consideraban imbuidos del espíritu mediante el cual se representaban a sí mismos. También es en esta época histórica que vamos a encontrar una clara relación entre la hechicería y la licantropía. Sirva recordar, a modo de ejemplo, a Ovidio, Petronio o Lucano. Asociación que si bien no es única en Roma, y que probablemente refleja esa unión entre el shamanismo, el totemismo y las capacidades de metamorfosis, queda definida con las mismas características que después encontraremos en el periodo medieval. Con la caída del imperio y la entrada de invasores del norte, tradiciones que añaden aún más diversidad serán incluidas. Todas ellas pasarán finalmente a formar parte de esa amalgama. Sin duda la Edad Media se caracteriza por el avance del cristianismo. Antes de que el imperio caiga, la fe cristiana pasa de ser una secta perseguida a un culto aceptado primero y a una religión oficial después. Esto hace que la propia religión se transforme a sí misma, y con ella también sus objetivos. En un inicio busca “difundir la buena nueva”, después adquiere afán misionero y finalmente se lanza a perseguir toda creencia que no se pliegue al dogma. Los nuevos pueblos invasores deben ser cristianizados, si no lo estaban previamente, y muchas regiones del imperio que habían quedado aisladas también parecen ser un tanto reticentes a adquirir la nueva fe. En realidad la caída del imperio parece más un cambio de orientación del poder de Roma, que ante la imposibilidad de mantener unido el territorio pretende mantener unido el pensamiento, dando un salto desde el poder civil hasta el espiritual. Se desvincula así de la administración de recursos materiales y económicos y se dedica a gobernar igualmente pero de una manera más sutil: manipulando el pensamiento. Como no en todos los lugares el cambio resulta sencillo, desde el primer momento la Iglesia comienza a jugar un curioso juego: integra en su propia doctrina aquellas costumbres locales de las que no se puede deshacer, de tal forma que cristianiza las leyendas de los dioses convirtiéndolos en santos. Las historias antiguas la redacta y modifica a su propia manera y donde había culto a una fuente o a una piedra sagrada, erige una ermita. De igual modo fiestas arcaicas

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son mantenidas dentro del nuevo calendario. Bien conocidas y ampliamente citadas son la fiesta de Beltane, convertida a la fiesta de San Juan, o la propia Navidad, celebrada entorno a la fecha de celebraciones dedicadas a los dioses solares, el Sol Invictus de los romanos. El expansionismo religioso tuvo que luchar y enfrentarse a creencias primitivas, paganismos incrustados en el subconsciente de las poblaciones a las cuales intentaba convertir, y en este proceso parece que la iglesia esté negociando, provocando finalmente toda una asimilación de creencias paganas dentro del corpus de la fe cristiana. Sin embargo no todos los viejos mitos pudieron ser refundidos en la creciente expansión de la nueva fe. Así, a algunos no hubo más remedio que demonizarlos y condenarlos como verdaderas blasfemias y herejías, y con ello aquellos seres y dioses pasaron a engrosar el listado de imágenes y encarnaciones del Demonio. Entre estos seres encontramos al macho cabrío y por supuesto al lobo, que ya había hecho su aparición en el viejo testamento al igual que la serpiente. Este resultado es evidente, pues en la religión de los corderos, no había forma de santificar al lobo: un señor de la noche, del mal, mensajero de la muerte misma y de la perdición de las almas. En realidad, en la iconografía antigua, el lobo siempre estuvo relacionado con el submundo (sin tener necesariamente la connotación negativa del infierno), ejerciendo una función psicopompa, es decir, de guía de las almas de los difuntos. Hecho éste que a menudo lo vinculaba a dioses como Apolo entre los griegos, a Odín entre los nórdicos, a Upuaut entre los egipcios y a Vaelico entre los vettones. Por lo tanto, el paso desde su función mitológica tradicional hasta su implicación dentro del mundo infernal resultaba una tarea muy sencilla para los ministros de la nueva doctrina. Así pues las dos tradiciones, o vertientes, de lo que podemos llamar “licantropía real” fueron convertidas en perniciosa brujería. Entendiendo aquí como real aquellas prácticas que fueron realizadas verdaderamente, es decir, alteraciones de la conciencia para adquirir fuerza y experiencias alucinatorias fuera del cuerpo. Estas dos prácticas reales se convirtieron en la reinterpretación de la Iglesia en: estar poseído por un espíritu demoniaco, y en una forma de

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el mito del hombre-lobo II visitar aquelarres y tener contacto con el maligno, dejaron únicamente en la tradición oral) fueron, respectivamente. Recordemos aquí que en como ya vimos, los ulfhednar. De ellos se toma numerosos procesos inquisitoriales consta, que el núcleo fundamental: ese estado de furia, de los participantes viajaban al aquelarre o a la cólera homicida imbuida para el combate. Como reunión de brujas, a veces volando mientras sus veíamos, la ley los prohíbe en Noruega a partir cuerpos permanecían dormidos y a veces del año 1015 d.C., por lo que quedan relegados a la historia legendaria. Estas historias convertidos en un animal. Por ello podemos decir que la figura del hombre progresivamente los convierten de guerreros lobo medieval es la sombra deformada y cubiertos con pieles de lobo a hombres que exagerada, casi irreconocible, de aquello que tenían pieles que les convertían mágicamente en lobos. Más tarde aparecerán los monstruos, existió. Los últimos guerreros-lobo que conocemos, y porque la interpretación oficial que se extiende y por lo tanto de los que más datos poseemos, se difunde es la de que están poseídos por un gracias a que las sagas fueron puestas por espíritu maligno. escrito (a diferencia de otras culturas que las Curiosamente, algunos estudiosos como el

63 La sombra de los ulfhednar, sobre su imagen se crea el arquetipo medieval.

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el mito del hombre-lobo II alquimista Giovanni Battista della Porta o el médico Jean de Nynauld, ambos en 1615 d.C., dan explicaciones mucho más racionales. Fundamentalmente achacaban estos estados de enajenación a la intoxicación por diversas drogas, tales como el opio, el hachís, la belladona o la estricnina. En realidad esta idea ya había sido defendida por San Agustín, quien decía que todas estas experiencias no eran más que "ensueños imaginativos" que sólo sucedían en la mente de aquel que los padecía. La Iglesia, como veremos a continuación, mantuvo por su parte dos ideas totalmente diferentes y enfrentadas. Curiosamente la más

antigua era la de San Agustín, que defendía que no debían tomarse por reales ninguna de estas prácticas de brujería. Sólo en época muy posterior habría un cambio brusco de dirección en el pensamiento eclesiástico oficial. La epidemia de licantropía del siglo XVI. Sin duda, el periodo estrella, aunque sea un periodo negro y sombrío, a la hora de hablar de la tradición licántropa, es ese intervalo de tiempo que se extiende desde el año 1520 d.C. hasta el 1630 d.C. A lo largo de esta época una epidemia de casos de hombres lobo asoló Europa en una especie de oleada de psicosis colectiva. Porque

64 Los hombres-lobo, de guerreros a demonios.

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fueron registrados. Hablamos de casos que pasaron a las autoridades, ya fueran civiles o eclesiásticas. Esto supone prácticamente una media de un caso diario a lo largo de ese tiempo. ¿Qué estaba sucediendo para que semejante epidemia tuviera lugar? La respuesta aunque no es sencilla parece tener varias opciones superpuestas, no exentas de controversia. Para comenzar tenemos una curiosa coincidencia de fechas con la otra pandemia que asola Europa en ese momento, las Guerras de Religión. Estas guerras abarcan desde 1525 a 1648 d.C., un periodo casi idéntico al anterior, y en ellas se ven implicados de una u otra manera la práctica totalidad de los países cristianos que se debatían entre el catolicismo, el protestantismo y la Iglesia anglicana. Ahora bien, debemos considerar qué es lo que había venido sucediendo desde un punto de visto histórico justo antes de ese momento. Debemos comprender cuál es la Europa que saluda el Cinquecento. Hablamos, evidentemente, de la expansión del renacimiento, un resurgir de la cultura clásica que tanto en su forma artística como científica orbita alrededor del ser humano, es decir, es una cultura que aparentemente contrapone el antropocentrismo a la visión teocentrista medieval. Pero este proceso tiene a su vez las bases en el siglo anterior. El Quattrocento había sido el origen, a través del origen al mecenazgo de los artistas, comenzando por los Medici, en Florencia. Este siglo verá nacer a hombres como Leonardo Da Vinci, en 1452 y junto a él nombres propios que parecen querer elevar el espíritu humano más allá de lo que lo ha hecho hasta ese momento. Con el proyecto de retomar el desarrollo de la cultura desde donde lo habían dejado romanos y griegos se adentran hacia la investigación en el arte y en la ciencia. Es el fin de la Edad Media, el comienzo de la Edad Moderna. En 1440 Gutenberg inventa su imprenta, en 1453 Constantinopla cae en manos de los turcos poniendo fin al Imperio Bizantino y en 1492 se produce el descubrimiento de América. Pero lo cierto es que esta visión es bastante parcial de la situación que vive Europa en ese momento. Porque en realidad ese florecimiento de la cultura ocurre en determinado sector, mientras que en otros ámbitos sociales, la dirección es justamente la opuesta.

¿Por qué de pronto este interés en el desarrollo científico y técnico? ¿Por qué este interés repentino en innovar? La respuesta parece encontrarse en la terrible despoblación que había sufrido Europa como consecuencia de las epidemias de peste en las anteriores décadas: una despoblación que había dejado tanto el campo como las ciudades sin mano de obra. Para hacernos una aproximación del número de muertes producidas valoremos los datos de la población entre 1347 y 1353 d.C. En la península ibérica la población pasa de 6 millones a sólo 2. En Perpiñán se estima una mortandad de entre el 58 y el 68 por ciento entre el clero y los notarios (gremios en lo que es más sencillo determinar la mortandad debido al registro escrito). También tasas parecidas se dan en Inglaterra. La Toscana presenta entre el 50 y el 60 por ciento de población fallecida. En Florencia (de donde más tarde podríamos decir que surge este movimiento renacentista) de 92.000 habitantes sobreviven 37.000. En resumen, de los 80 millones de europeos en 1347 d.C., quedan sólo 30 en 1353 d.C. La crisis posterior producida por semejante mortandad trae consigo hambrunas, la desaparición de pueblos enteros y nuevas epidemias que si bien no fueron tan graves, lo que sí provocaron es que la población no se recuperase hasta un siglo después. Así pues, parece que la falta de mano de obra fue un acicate para el avance de la ciencia y el desarrollo de mejores métodos de producción. A su vez, supuso empezar a valorar desde otro punto de vista esa vida que se escapaba con tanta facilidad, dando con ello origen parcialmente al nuevo humanismo. Posteriormente a la despoblación general, se produce una migración desde el campo hasta las ciudades en busca de mejores salarios, por lo que el entorno rural queda aún más despoblado. Esto pudo suponer el abandono de regiones enteras, una pérdida muy significativa de las tierras de cultivo y con ello, un avance de los terrenos agrestes y de los bosques. Además, una mortalidad tan alta, supone también una ruptura cultural, especialmente en aquella que se sustenta en la transmisión oral. Este periodo supone un retroceso en el conocimiento popular, inmediato, el conocimiento que sirve para desenvolverse y sobrevivir en el entorno. Por ello a estos periodos, generalmente, suelen

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el mito del hombre-lobo II sucederles épocas oscurantistas. Esta nueva situación produce sin duda en el subconsciente de las personas un estado que tiende hacia el miedo. De pronto, el bosque es un lugar mucho más oscuro, y lo desconocido, lo oculto, comienza casi a la puerta de casa. Evidentemente uno de los grandes perjudicados de todas estas despoblaciones fue la Iglesia, porque la Iglesia poseía tierras en abundancia que debían ser trabajadas, y no por ellos mismos, evidentemente. Otra fecha viene entonces a socorrernos en este sentido para interpretar la situación. En 1484 d.C. aparece el edicto del papa Inocencio VIII, denominado, bula Summis desiderantes affectibus, un documento en el cual se reconoce la existencia de las brujas, y en el que se justifica su persecución y eliminación. Asienta con ello las bases de la actividad de la inquisición a partir de ese momento, pues anteriormente había tenido un papel más predominante en la lucha contra las herejías, es decir, la lucha contra las otras interpretaciones del cristianismo (como la herejía cátara, por ejemplo). En realidad, la caza de brujas como tal, se considera que comienza en torno a 1450 d.C. justo en mitad de ese proceso que parecía ser el renacer de la razón. La importancia de este edicto tiene un calado muy profundo pues deroga el anterior Canon Episcopi, del año 906 d.C., en el cual se declaraba que la brujería no existía, defendiendo que si bien había aquelarres y reuniones paganas, todo lo que en ellas sucedía era fruto de mentes enajenadas y que por tanto todos los testimonios eran imaginaciones febriles. Se dictaminaba que las posesiones eran enfermedades mentales y que las autoridades eclesiásticas lo que debían hacer es sacar de la imaginación del pueblo tales cuestiones. La Iglesia debía enseñar y educar a las gentes para hacerlas comprender que todo aquello no eran más que supercherías sin fundamento de razón ninguno. La recomendación era que a las autodenominadas brujas había que hacerles ver que no tenían ninguna clase de poderes, y si el pueblo así lo creía y la acusaban de haber realizado algún maleficio, debían ser los miembros de la Iglesia, los que tenían que convencer de que no podía ser que la bruja hubiera hecho ningún mal, pues dado que no tenía ningún poder, nada podía haber hecho. Se

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las debía considerar más bien señoras dignas de lástima. Tenemos varios ejemplos a este respecto, entre ellos el de Agobardo, Arzobispo de Lona, (779840) quien critica con vehemencia a todos aquellos que creen que existen personas capaces de provocar granizo, tempestades o epidemias. También cabe mencionar la respuesta que el papa León III da al rey de Alemania, cuando éste le pregunta qué hacer con aquellas personas que eran detenidas por brujería. "Respondo que aunque la vieja ley les castigaba con la muerte, la justicia eclesiástica les perdona la vida, para que hagan penitencia". Esta carta estaba fechada en el año 936 d.C. Evidentemente podemos constatar que el Canon Episcopi era prácticamente el fruto de lo que hoy llamaríamos pensamiento moderno y racional. Sin embargo Inocencio VIII afirma lo contrario, que la brujería existe y que además debe ser perseguida. Vemos con claridad que entre el año 906 d.C. y el año 1484 d.C. ha habido un retroceso del pensamiento. Caro Baroja nos define perfectamente el enfrentamiento de posturas entre la baja Edad Media y la alta Edad Media: Dejando estas últimas cuestiones a un lado, se ha de notar en relación con las metamorfosis y otras acciones ligadas con ellas, la tesis del ensueño fue la que tuvo mayor validez entre las autoridades de la Iglesia occidental durante toda la primera parte de la Edad Media y no han faltado quienes la pusieron en contraste con la defendida por autoridades de época posterior, que sostuvieron a machamartillo no sólo la realidad de las metamorfosis mismas, sino también la de otros actos de que luego se ha de hablar más largo, como los vuelos nocturnos, las cabalgatas hechiceriles, etc. Los Padres de la Iglesia antigua tenían que combatir al Paganismo incluso en el campo de la "realidad". Los de la más moderna no se sintieron tan obligados a ello y dieron como cierto lo que muchos antiguos paganos habían creído. La licantropía, y en general toda forma de transformación en un animal, formaba parte de este conjunto de creencias que se denominaban, brujería o hechicería. Estas figuras, en toda la Edad Media, pero remontándose también a la época romana, permanecen siempre unidas. La unión se evidencia de dos maneras, la primera, porque la persona que se convierte es una bruja

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o un brujo y se transforma a sí mismo por alguna llamados, Heinrich Kramer y Jakob Sprenger que clase de hechizo; pero también está la versión escribieron el infame Malleus Maleficorum, más en la que la bruja o brujo convierte a otros, ya conocido como el Martillo de Brujas; todo un sea por maldición o porque invoca a un demonio compendio de misoginia recalcitrante en el que para que posea a cierta persona. dejan muestras de sus más bajas pasiones y de Esta conjunción aparece tanto en las tradiciones sus propias obsesiones sexuales. Este libro es mediterráneas como en las nórdicas, sirva de publicado 3 años después de la bula de ejemplo un pasaje de los Eddas: Inocencio VIII, en 1487 d.C., y es el catalizador de esta caza que se extendió durante más de Al Este de Midgard, en el bosque de hierro tres siglos. estaba sentada la vieja hechicera. Otros tratados se unirán después a éste, como el Tractatus de Hereticis et Sortilegiis, de Paulus Ella alimentaba a la raza Grillandus, ya en 1524 d.C., en el comienzo de temible de Fenir ... esa epidemia de licantropía que nos ocupa. Según las cifras que se manejan, 110.000 casos Como ejemplo de buena conducta cristiana, el de brujería fueron procesados entre 1450 d.C. y propio Inocencio VIII, muy inocente él, estando 1750 d.C., de los cuales se produjeron 60.000 enfermo y a punto de morir, decidió que la sangre ejecuciones, la mayor parte de ellas en Polonia. de tres niños de 10 años podría sanarle. Así que Curiosamente, tanto la iglesia anglicana como la realizó la transfusión por vía oral, es decir, que protestante y la católica, pese a estar en guerra se bebió la sangre de los tres niños, motivo por entre sí, mantuvieron en común esta cacería. el cual las pobres criaturas murieron De la curiosidad podemos pasar al asombro si desangradas. A él tampoco le sirvió de nada y vemos que en realidad el mayor crimen de una tuvo a bien morir en julio de 1492 d.C. Si no fuera bruja, no era ni danzar con el demonio ni volar triste resultaría irónico que el valedor de la caza con la escoba, sino causar la esterilidad o facilitar de brujas muriera realizando este acto de cualquier método abortivo o anticonceptivo. vampirismo. Evidentemente, la Iglesia se había embarcado Así, el caldo de cultivo que va a generar esta en una cruzada, la cruzada de que las familias epidemia de licantropía no es sino una población tuvieran muchos hijos, para que la mano de obra mermada, que vive en constante amenaza de barata abundara. Para ello tenía que conseguir muerte ya sea por la enfermedad o por la propia la demonización de cuantas costumbres ignorancia hacia la que se la está dirigiendo. Nos pudieran facilitar el control de la natalidad y por encontramos en un medio rural que tiene que tanto de todas aquellas personas que tuvieran hacer frente a una difícil supervivencia diaria. conocimientos de estos métodos. Esto implicaba Entre tanto, aunque el mundo parece despertar a las parteras, brujas o hechiceras, hacia el humanismo de la razón, eso no es lo que fundamentalmente, pero junto a ellas toda su ocurre en realidad en ese bosque profundo iconografía, todo lo que las rodeaba o cualquier donde de pronto en vez de la esperanza de elemento que las pudiera representar; porque libertad habita el miedo, y donde el propio marco estas mujeres, brujas o hechiceras, también eran referencial de ese mundo que antes era mágico depositarias de su propia cultura y de sus propias ahora es demoníaco. Esas personas que van tradiciones. naciendo y creciendo en esas décadas, El motivo principal podía ser evitar la posiblemente perdidas y sin tradición, se anticoncepción, pero se demonizó su entorno al encuentran además inmersas en las guerras de completo, en bloque. Evidentemente, eso incluía, religión que mantenían los príncipes en constante disputa por los territorios. todo tipo de rituales y transformaciones. Desde luego es evidente que tuvieron éxito. Si Mircea Eliade nos dice con respecto a las entre 1353 y 1450 d.C., la población había consecuencias de la caza de brujas: permanecido estable, con una tasa de 3,3 hijos El resultado de todo ello fue el empobrecimiento por pareja, se va a pasar con bastante rapidez a de la religiosidad popular y, en determinadas zonas, de la decadencia de las sociedades un promedio de 6,5. Por supuesto no podemos pasar por alto a esos rurales. dos monjes dominicos (Orden Dominicana, del Así pues, estas mentes acostumbradas a la latín, domini canes, “los perros del señor”) muerte, al sufrimiento y a ver cadáveres en

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el mito del hombre-lobo II cualquier lugar, posiblemente no tenían mucho problema en creer cualquier cosa por aterradora que fuera, pues posiblemente nada era más aterrador que el convivir diario, donde cualquiera podía acusarte de ser un adorador del diablo. La caza de brujas, y esta obsesión de la Iglesia por ver demonios en todas partes, va a conformar un prisma que deforma la imagen del hombre-lobo hasta tal punto que llega a ser prácticamente una caricatura irreconocible de lo que había sido en un origen. Por eso hay que comprender bien el momento histórico que convirtió tradiciones shamánicas, totémicas, cultos antiguos y técnicas extáticas para infundir valor en la batalla, en monstruos infernales que devoraban humanos practicando el canibalismo más atroz. Hay que entender quién y porqué dio a luz a semejantes monstruos. Este marco de guerras religiosas, caza de brujas, epidemias y crisis, conformó un mundo en el que la supervivencia quedaba sobre su propio límite. No podría afirmarse si las enfermedades mentales se extendieron durante ese periodo como fruto de esta constante presión y amenaza, pero es posible que simplemente el hambre alcanzara a veces tal extremo, que el canibalismo llegara a parecer una opción razonable. No es antropófago todo el que come carne. Si algo caracteriza al hombre-lobo del final de la Edad Media e inicio de la Edad Moderna, es su tendencia general a la antropofagia como dieta fundamental. En esto como en otras cuestiones, las autoridades eclesiásticas partían de textos muy anteriores, que retocaron a su manera, exagerando y añadiendo capa sobre capa hasta conformar un resultado final que fuera lo suficientemente temible como para infundir terror en el pueblo. Y si hemos de rastrear este origen de costumbres antropófagas, sin duda debemos mencionar la historia decana, el episodio del rey Licaón en Arcadia. Por ser breve, dado que la historia es muy conocida, Licaón, rey de Arcadia, es visitado por Zeus, el cual aparece disfrazado. El rey de manera impía y soberbia decide poner a prueba la divinidad del dios, para lo cual su ocurrencia es poner carne de un niño sacrificado entre los platos que se sirven durante la cena para

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comprobar si Zeus es capaz de descubrir el engaño. Lógicamente Zeus lo descubre y en su cólera castiga al rey convirtiéndole en lobo. La leyenda de Arcadia continúa, se cuenta así en otra historia, que durante el transcurso de ciertas ceremonias, se elegía por sorteo a alguien que debía atravesar a nado un estanque. Cuando el elegido llegaba a la otra orilla emergía transformado en lobo. A partir de ese momento, si en el periodo de nueve años no comía carne humana, podía regresar, cruzar a nado el estanque en la dirección opuesta y recobrar la forma humana. Estas son básicamente las cuestiones que hacen referencia a la antropofagia en el mundo clásico. Pero como en muchas otras cuestiones conviene matizar. Para empezar, la leyenda que se cuenta de Licaón, parece ser la cristalización por escrito (que por primera vez hace Platón) de tradiciones más antiguas de la región de Arcadia, que hacían referencia a que cualquiera que comiese restos de carne humana se convertiría en lobo. A su vez, la tradición del estanque resulta muy similar a casi cualquier otro tipo de rito de iniciación. Lo curioso del asunto son las palabras que se utilizan. Porque es posible que esa referencia a la carne humana, o carne de niño, no sea literal, sino un nombre familiar y común cuyo uso fuera del contexto adecuado ha hecho que pierda su verdadero significado con el tiempo y las traducciones. Parecen existir suficientes motivos para defender la hipótesis bajo la cual, esa supuesta "carne humana" no era sino un tipo de seta alucinógena. Esto explicaría de una manera más racional, la transformación posterior. En realidad esta terminología no es única en la Arcadia, sino que en muchas culturas a los hongos y plantas alucinógenas se las denomina “niños” y también “hombrecillos”. La explicación de esto es sencilla. En muchos mitos primordiales, aquellos que hacen referencia a la creación del mundo y a la aparición de la humanidad, algunos dioses son sacrificados y despedazados, y de sus restos brotan plantas que son sagradas. Por consiguiente, lo que estaríamos diciendo es que en la Arcadia existía una tradición ritual primitiva en la cual participaban hombres-lobo ceremoniales. Estas transformaciones tendrían lugar al comer la carne del sacrificio, en definitiva, plantas alucinógenas u hongos que

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el mito del hombre-lobo II provocaban este tipo de “viaje iniciático” o experiencia extracorpórea en la cual la psique tomaba forma de lobo. En realidad esta confusión tampoco es tan descabellada, pensemos simplemente en la última cena que instaura la ceremonia de la eucaristía en el rito cristiano. Aquí es el pan el que resulta ser la carne de Cristo, de la misma manera que el vino es su sangre. Entendamos que si alguien que no conoce el rito leyera que durante la misa se come la carne y se bebe la sangre del hijo de Dios, y lo hiciera tomando las palabras literalmente, podría malinterpretar lo que está sucediendo en realidad. La historia de la antropofagia practicada en Arcadia, se extendió con las sucesivas versiones escritas, que fueron añadiendo detalles literarios, y por tanto creando un grado más profundo de confusión. El resultado final.

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debía ser un lobo normal, debía ser un monstruo demoníaco. De este modo las autoridades debían mezclar las tradiciones y creencias que ya estaban en el subconsciente del pueblo para dar a luz a seres de pesadilla hechos a la medida de las circunstancias, pero que a la vez tuvieran elementos reconocibles que los hicieran creíbles. De los ulfhednar tomaron la imagen y el comportamiento básico, figura antropomorfa, rasgos deformados por la rabia, y la piel de lobo otorgándole esa silueta característica. Pero un estado de locura no era quizás lo bastante poderoso como para causar verdadero terror. Así que de la piel de lobo sobre la cota de malla pasamos a convertirla en un objeto mágicodemoníaco que transforma y que se integra en la anatomía. Esta era la imagen perfecta, un ser híbrido ni humano ni lobo. Pero este ser debe infundir terror profundo, no un terror cualquiera, así que no sirve que se coma al ganado, debe comer personas, para ser realmente terrorífico. En este sentido, las leyendas de Licaón vinieron perfectas. Por su parte, y dado que las noches de Luna son muy propicias para los aquelarres y las reuniones paganas (la diosa de las brujas era Diana, diosa lunar) lo más lógico sería que las noches de Luna propiciaran la aparición de estos seres infernales. En realidad, este tipo de festividades tenía una periodicidad anual y solía darse en febrero, “... tiempo de purificaciones, lobos, espíritus y chamanes” como nos dice Carlos G. Wagner. Pero como quizás no eran suficientes noches de terror al año, la cuestión se extendió a la mayor parte de las noches de Luna, y en algunas versiones, a la totalidad de las noches.

La Iglesia buscaba recuperar la población después de las epidemias que habían dejado sin mano de obra sus tierras. Tarea difícil, dado que las guerras y el hambre castigaban constantemente a la población. Para ello, tuvieron que conseguir deshacerse de las depositarias de toda una herencia cultural, las brujas. Este era su verdadero objetivo, acabar con aquellas personas que podían facilitar el control de la natalidad a las familias. Con vistas a conseguirlo, en determinado momento histórico la doctrina oficial de las autoridades eclesiásticas tuvo que dar un cambio radical: desde la no creencia en los poderes de estas mujeres (la postura agustiniana) se pasó al reconocimiento de sus habilidades en buscaba de su aniquilación (no agustinianos). Pero para conseguir una caza de brujas efectiva, no era suficiente con exterminarlas a ellas, había que eliminar todo su mundo al completo, todo lo que orbitaba o tenía cierta relación con sus prácticas mágicas. Entre estas prácticas se encontraba la capacidad de metamorfosis en un animal, capacidad que en ocasiones podía adquirir cierta especialización, una preferencia por una forma concreta. Cuando esta nueva forma era la de un lobo, se trataría de licantropía. Lógicamente, por más que un lobo pueda infundir miedo, no deja de ser un lobo, no es lo suficientemente terrorífico. Así que la figura no El monstruo final, el híbrido antropófago

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el mito del hombre-lobo II

La mayor parte de las veces los acusados sólo eran pobres marginados.

El nuevo monstruo medieval estaba creado, había nacido, un poco de la fusión de las leyendas, un poco de la literatura, y mucho de la exageración de aquellos que perseguían toda creencia que no fuera la oficial. El crisol medieval dio origen a esta singular criatura de la noche, pero fue el inicio de la Edad Moderna quien la sufrió. El mundo de la cultura y de la ciencia caminaba hacia un nuevo despertar, sin embargo la población se hundía en la ignorancia, en el miedo y en el terror. Dos mundos desgajados caminando en direcciones opuestas. Realmente sólo quedaba buscar a quién acusar de licantropía. Ciertamente el objetivo estaba claro. Los primeros serían aquellos hombres que hubieran cometido asesinatos en serie de una manera atroz. Claro que en un mundo donde el papa de la Iglesia católica quitaba la vida a tres niños para beberse su sangre, el listón de la atrocidad estaba verdaderamente alto. Las cuestiones más licántropas, como la transformación, el pelo creciendo hacia adentro y demás peculiaridades, bien podían conseguirse a golpe de potro de tortura.

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Como segundas víctimas estarían aquellos pobres enfermos mentales que incapaces de razonar, o incluso de hablar, iban a convertirse en el chivo expiatorio de cualquiera que quisiera echarles la culpa de lo que hubiera pasado en la región. Entre estas pobres personas, algunas fueran denunciadas simplemente por tenar alguna deformidad, o por vivir aisladas, o porque sus rasgos eran extraños y demasiado “lobunos”: como tener la cara muy delgada o ser demasiado velludo. Es de temer que esto ocurriría en la mayor parte de los casos. Como en la caza de brujas propiamente dicha, la Iglesia buscaba ante todo sembrar el terror y la paranoia, incendiando los ánimos para que fueran los propios habitantes de un pueblo los que denunciaran a sus vecinos. La maldición del hombre-lobo, ese cuento para niños, podía caer sobre ti si tenías tratos con brujas o gentes que mantuvieran costumbres paganas o anticristianas, esa era la amenaza, la manipulación por el miedo. Pero para hacerlo creíble las detenciones eran auténticas, se procesaba a criminales reales (o a los que les

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tocara injustamente cargar con las culpas) y se les endosaba el cartel de licantropía. Después de esto había dos posibilidades, que el procesado, además de criminal estuviera verdaderamente trastornado, de tal forma que confesara por sí mismo que se sentía poseído por un animal (lo cual le ahorraba largas sesiones de tortura) o que no quisiera colaborar (por lo que no se ahorraba la sesión de potro). Esto, para un pueblo de por sí castigado por el terror, convertía la historia en un hecho incontrovertible: la licantropía existía. Miedo y pánico se extendieron como una plaga, una más, recorriendo el territorio europeo de los siglos XVI y XVII. La psicosis colectiva estaba servida. Hasta tal punto queda en la historia del sinsentido, que en muchos de estos procesos judiciales, ni se molestaban en añadir detalles de licantropía como tal: si alguien mataba a varias personas y se las comía total o parcialmente, era enjuiciado por ser un hombre-lobo. Existen no pocos casos en los que no hay nada más que un asesino en serie, al cual ni siquiera le sacan una confesión de metamorfosis, o de posesión, o de matar con Luna llena, como si las autoridades estuvieran ya aquejadas de la desidia producida por tener tanto que inventar. Pese a que la razón del siglo XVIII y XIX trajo consigo la desaparición del monstruo, realmente el modelo, en lo fundamental no había cambiado. El concepto de hombre-lobo se consideraba como algo que nunca existió y el de la licantropía como una enfermedad mental caracterizada por el asesinato y el canibalismo. En realidad, el modelo medieval había cuajado tanto, que salvo por considerar al monstruo fruto de la imaginación, la idea seguía siendo la misma. Desde que Sabine Baring-Gould publicó su tratado en 1865 muchos más le siguieron, todos ellos de la misma temática y con la misma orientación. En 1933 aparece The Werewolf, de Montague Summers, que relaciona las transformaciones con el satanismo. El psicólogo Robert Eisler escribe en 1948 Man into Wolf-An Anthropological Interpretation of Sadism, Masochism and Lycanthropy. La lista continúa. En Francia se publica en 1960, Loups-Garous et Vampieres, de Roland Villeneuve. Con el título Perverse Crimes in History: Evolving Concepts of Sadism, Lust-Murder and Necrophilia-From Ancient to Modern Times, aparece el tratado de Masters y Eduard Lea en 1963, en el cual se trata básicamente la cuestión de los asesinos en

serie. Trabajos distintos sobre los que se proyecta la sombra de un monstruo medieval que fue creado con una intención muy concreta. Y si bien es cierto que la razón de la ilustración había devuelto al ser imaginario a su lugar, eso no impidió que se siguiera creyendo que la imagen se había creado a partir de lo exageraciones inventadas que mitificaban a determinados criminales. Lo que había ocurrido era justo lo contrario, se habían buscado criminales que se adaptaran al modelo, un modelo que era necesario para perseguir prácticas tradicionales bajo cualquier excusa. En realidad, aquellos que dirigían lo destinos manipulando a través del miedo, habían inventado una bestia a la medida de sus necesidades. Luz en la Oscuridad. Afortunadamente hay tradiciones, ancladas tan profundamente en el subconsciente de las sociedades, que aunque se traten de extraer, se resisten y permanecen. De este modo, algo de la figura del hombre-lobo primitivo pervivió, preservando su significado, transmitiendo su mensaje desde el pasado remoto. Gracias a ello podemos ver que en Rusia durante el siglo XIX se mantenían creencias que nos hablan de ese concepto antiguo del hombrolobo, mientras que en el otro extremo de Europa, se empezaban a escribir tratados que pese a ser racionales y con un enfoque psiquiátrico, no eran más que el eco lejano y contagioso de aquellos 110 años de cacería. Sin duda, pese a las persecuciones, las tradiciones verdaderas siguieron practicándose durante los siglos oscuros. Sirva de ejemplo el caso de uno de los hombres-lobo lituanos, Thiess, en 1691, o el de los benandanti en el norte de Italia, que en fecha tan tardía como 1661 seguían declarando que en sus “viajes” espirituales, mientras dormían, acudían a luchar contra las fuerzas del maligno. Es por ello que con razón, Carlo Ginzburg, en su libro I benandanti, de 1996, compara a ambos gremios con el de los shamanes. Porque en ambos casos, durante los estados de trance, los participantes decían descender al mundo subterráneo para proteger a su comunidad. Quizás por eso, más allá de la caza de brujas, más allá de la Edad Media y más allá del águila

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el mito del hombre-lobo II imperial de Roma, perdido en la bruma de los siglos, pero no muy lejos de nosotros, reposa el dios lobo. Reposa cerca de Candeleda, ese pueblo con un nombre que nos habla del mes de las candelas, mes de las luces, la Candelaria del mes de febrero. Febrero, que es mes de aquelarres, lupercalias, fiestas dedicadas a Fauno y de igual

modo a Pan Lykeos en Arcadia. No muy lejos del castro antiguo de El Raso, en el santuario de Postoloboso, una piedra nos dice que allí se rindió culto a Vaelico, el dios que conocieron los vettones, el dios lobo en una tierra de lobos. Junto a Vaelico, descansa Ataecina, la renacida. Siempre a la espera. Pero esa, es otra historia.

BIBLIOGRAFÍA. -Julio Caro Baroja. Las brujas y su mundo. Alianza Editorial (1966) -Carlos G. Wagner. El rol de la licantropía en el contexto de la hechicería clásica. Ed. Universidad Complutense de Madrid. (1989) -Carlos G. Wagner. Chamanismo, magia, enteógenos y religión en la antigüedad. Ed. Universidad Complutense de Madrid. (2005) - Carlos G. Wagner. Febrero, tiempo de purificaciones, lobos, espíritus y chamanes. (2010) -Sabine Baring-Gould. El Libro de los Hombres Lobo. Información sobre una superstición Terrible. Ed.

Valdemar (2004) –

Edición original, Ed. Smith (1865) -Mircea Eliade. Historia de las Creencias y de las Ideas Religiosas. Vol. II y Vol. III. Ed. RBA (2005) -Cayo Petronio Arbitro. El Satiricon (Siglo I d.C.) - Ed. Gredos (2010) -Carlo Ginzburg. Los Benandanti. Editorial Universitaria. (2005)

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mis relatos

LOS VALLES SOLITARIOS

Ana Martínez Castillo. -Muy bien. Mi primera víctima, o una de las primeras, fue el teléfono. Un crimen espantoso. Lo eché en el sumidero mecánico de mi cocina. Puse el aparato en punto medio. El pobre teléfono murió por estrangulación lenta. Luego maté a tiros el televisor. (El asesino, Ray Bradbury.)

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l hombre, que durante la mayor parte de la tarde había permanecido sentado en el sillón, frente a la ventana, comenzó a imaginar cómo la noticia iba divulgándose por toda la metrópoli, veloz, tan veloz como sólo pueden hacerlo los rumores. La noticia debía haber bañado gran parte de la ciudad. El hombre sintió el cuchicheo, el clamor de la gente murmurando, oyó a los miembros de la Comisión tecleando en sus teléfonos móviles, introduciendo códigos en micro-ordenadores, datos sobre el hallazgo, sobre la máquina. El rumor se propagaba de casa en casa, atravesaba tabiques, pulsaba timbres, llamaba a cada una de las puertas de la enorme, gigantesca ciudad. Una gota de sudor se le escurrió por la frente. Tal vez ya estuvieran buscándole. Pensaba esperarlos allí sentado, imperturbable. Y cuando derribaran la puerta de la casa de una patada lo verían usar la máquina del tiempo delante de sus narices como una declaración de guerra. Así había ocurrido un millón de veces en su cabeza. Echaban la puerta abajo y él, que les esperaba sentado en el asiento de la máquina, accionaba el interruptor al mismo tiempo que con la otra mano levantaba un dedo, un sólo dedo para decir que os jodan, y desaparecer en la marea espacio-temporal mientas los agentes de la Comisión se quedaban en el piso vacío con cara de gilipollas. Ellos sabrían que todo había empezado. Estar sentado en la oscuridad era como estar al margen de todas las cosas. Al otro lado, la ciudad se iluminaba con un resplandor pálido de luces halógenas. Era siempre la misma fluorescencia azulada. Incluso de día, la ciudad parecía estar debajo de una cúpula de luz artificial que incitaba a la gente a meterse en las tiendas y comprar, a ir a los cines, quedarse en casa y mirar la pantalla del televisor, igualmente azul, igualmente cálida y reconfortante.

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Esperaba que su apartamento no llamara demasiado la atención y que el silencio no comenzara a vibrar como una alarma de incendios. Resultaba sospechoso que alguien, en un edificio del centro, tuviera las luces y la televisión apagadas a aquella hora y él lo sabía. Desde que el Gobierno impulsara el Decreto 56, se recomendaba a todos los ciudadanos de bien no apagar sus aparatos

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mis relatos eléctricos, mantener las pantallas brillantes, alimentar la luz azulada de la metrópoli. Por seguridad. Para mitigar el crimen. Por limpieza moral y salud mental. Según expertos de la Comisión, el desequilibrio cerebral adquiría múltiples y retorcidas formas. Una persona sana y sin problemas psiquiátricos quiere tener la televisión encendida todas las horas del día. Eso lo sabía todo el mundo. Incluso él. Le importaba una mierda, pero lo sabía. A pesar de que una parte de sí mismo deseaba pasar desapercibida, otra parte quería que todo acabara pronto. Que algún peatón con conciencia cívica levantara la cabeza, viera la ventana a oscuras, sospechara que ocurría algo raro e hiciera una llamada telefónica. Pero de momento sólo podía estar allí sentado, dejándose adormilar por el reflejo fantasmal de las luces de los coches, por el ronroneo confuso de la enorme metrópoli, de la extensa urbe en que se había convertido la tierra. Un enorme ojo de mosca compuesto por miles de pequeños ojos que eran miles y miles de televisores, de pantallas de ordenador, de mundos virtuales, de mensajes publicitarios. Se acomodó en el sillón y le pareció que la oscuridad se había hecho más intensa. Por un momento se había quedado dormido. Le dolía la cabeza, pero daba igual. No pensaba dormirse otra vez. No pensaba dejar de estar alerta. Se frotó los ojos y descubrió que había alguien mirándole allá fuera. El hombre se quedó quieto, intentando enfocar la vista para examinar el rostro de la persona que le espiaba. La Comisión había enviado a alguien. No les habría costado mucho dar con él con todos los vecinos cuchicheando, señalándole, delatando sus movimientos. El otro, detrás de la ventana, no se movió. Parecía una sombra, parte del decorado de la ciudad, un fantasma más del juego de luces urbano. Pero estaba ahí, no había duda. El hombre intentó levantarse y el intruso, al otro lado del cristal, también se movió. Alargó el brazo para alcanzar el interruptor de la luz y el otro alargó el brazo para coger un arma. Lentamente, el hombre pulsó el interruptor y la sombra, al otro lado del cristal, sobre la gran ciudad, desapareció. Suspiró y apagó la luz de nuevo. No había sido más que su propio reflejo en el cristal. Pero mira que eres idiota, se dijo. Si sigues así tú mismo acabarás muerto del susto antes de que ellos lleguen. Sin embargo, no podía dejar de estar nervioso mientras escuchaba todos aquellos murmullos como papel que se arruga. Y la máquina a su lado, latiendo. La máquina del tiempo. Un hallazgo. Un verdadero descubrimiento. Un aparato palpitante, casi vivo. La imaginó como un animal en su cubil, una enorme y maravillosa rata de respiración metálica. Su aliento era como desenroscar una tuerca. Emanaba un calor especial. Parecía que incluso transpiraba. Aquella máquina era el as escondido hasta el final del juego. Era el principio de la historia. Y la historia era sencilla. ¿Acaso necesitaba recordarla? Persona Con Inquietudes conoce por casualidad a otra Persona Con Inquietudes y juntos empiezan a tramar cosas. Y a esas cosas las llaman, medio en broma y para entenderse entre amigos, Actividades De Retroceso. Porque en eso consiste el juego. Retroceder. Acabar con todo aquello que les ahoga. Caniches automáticos, por ejemplo. Aparatos de limpieza robot. Alimentos engordados con ingeniería genética. Pequeños chismes digitales que dirigen tu vida como una suegra con mal genio. Y así, poco a poco, la noticia va corriendo de boca en boca. Aparece más gente que busca el Retroceso y todo empieza a definirse. Y un día cualquiera, en algún lugar cualquiera del planeta, alguien manipula un cable y la membrana metálica de una máquina se arruga y arde. Alguien derrama el café encima del teclado de un ordenador, abre en canal el cuerpo de una niñera mecánica o tira por la ventana de un decimoséptimo piso un microtelevisor. Él mismo había arrancado con sus propios dientes, en un acceso de rabia, la cabeza de uno de esos muñecos casi reales que lloran, cagan y mean. Después había seccionado con un cutter los brazos y las piernas y todo el entramado electrónico de la criatura y lo había ido tirando por el váter por el simple placer de ver al muñeco retornar a la mierda. Eso es lo que había hecho y lo que había constituido una verdadera liberación. Desmembrarlo con sus propias manos. Masticar el plástico

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mis relatos de su cuello. Había sido Salterio, el dependiente del centro comercial, quien le habló aquella tarde de las muñecas antiguas. —En tiempos pasados las muñecas eran de trapo, silenciosas, amigables. Los niños jugaban con ellas e imitaban sus voces y la comida que les daban era de mentira. El dependiente lo había soltado como si nada, mientras metía en una bolsa del establecimiento el muñeco para su sobrina. Se había acercado y le había dicho, casi al oído, con una voz que recordaba un anuncio televisivo: pruébelo y si acaba pensando igual que yo, venga a verme. Aquel mismo día, en su apartamento, descubrió lo siniestro que era el muñeco. Todo el armazón mecánico para que pareciera real. Esa forma de llorar como si fuera un niño histérico. Un niño de verdad. Le dio miedo y acabó por seccionar aquel monstruo en pedacitos y tirarlo por el váter. Como se hacía antiguamente con las cosas, pensó. Salterio lo citó en un bar del otro lado de la ciudad. Dijo que estaba seguro de que iría porque nada más verlo se había dado cuenta de que era como él. Un hombre oprimido. Un hombre alienado en busca de la liberación. Le habló de otras personas iguales a ellos. Gente diferente en un mundo injusto. Les habían llamado maníacos. Les habían llamado terroristas y desviados, pero no eran más que personas que abogaban por una sociedad mejor. Le habló del Retroceso y de cómo el hombre sería más feliz si volviera. —Imagine —dijo el dependiente— cómo sería vivir sin todas estas luces que apagan el espíritu. Imagine hacer las cosas con sus propias manos, leer un libro de papel, pasear de noche por una calle desierta en la que se escucha chirriar a los grillos. Grillos de verdad, ¿me entiende? Esos insectos de las fotografías antiguas. El hombre de hoy en día se encuentra enmudecido, acobardado, le da miedo actuar, no quiere tomar decisiones. La culpa, como bien sabe usted, es de esos programas de televisión que le dicen a uno como pensar, de los asistentes automáticos que le ayudan a hacer la compra y que escogen por usted los mejores alimentos, casi todos transgénicos. ¿Necesito explicarle más? La culpa es de todas esas máquinas que no nos dejan ser libres. El muñeco que usted destrozó está mejor en el fondo del váter que entre los brazos de su sobrina. Por eso, decía Salterio, había que actuar. Con discreción, sin que se notara. Había que hacer pequeños estropicios, diminutos sabotajes para que la Comisión apenas se diera cuenta y dejara el terreno libre para el golpe maestro. La Gran Vuelta Del Revés. El Retroceso definitivo. —No es un plan original —El dependiente dejó que el humo de su cigarrillo se diluyera sobre su cabeza—, alguien lo encontró en un cuento ¿sabe? un cuento de un escritor del siglo XX, desconocido, muerto hace siglos, olvidado como tantos otros, pero sin duda, visionario. En el cuento un tipo se volvía loco y comenzaba a asesinar máquinas. Sí, así lo había llamado el autor, asesinar. El personaje había echado helado de chocolate en la radio de su coche y se había quedado tan tranquilo. Pero eso es sólo ficción. El cuento de un tipejo que cría malvas desde los tiempos de vaya usted a saber y que nadie recuerda. Por eso pensamos que estaría bien recuperar la idea y hacerla real. Pensamos que era el único modo de hacer la revolución con prudencia y desde abajo. Está de acuerdo conmigo, ¿verdad?

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Él asintió. Claro que estaba de acuerdo. Completamente de acuerdo. Cualquier persona en su sano juicio lo estaría. Afirmó que muchas veces había soñado con poseer cosas. —Cosas secretas, usted me entiende. Quizá piense que estoy loco, pero desde niño soñé con trenes de latón, reproducciones de hojalata, ya sabe, piezas de esas que ya no se encuentran ni en los

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mis relatos museos. Salterio sonrió. — ¿Y cómo cree que sería tener un perro? —continuó el hombre— Un perro de verdad que respire y se mueva sin ese chirrido de las mascotas robot. Imagine ir montado en bicicleta con su chucho brincando detrás, como se hacía en el pasado. En bicicleta, si aún fuera posible en todo el mundo encontrar alguna. Se había despedido de Salterio en una esquina, prometiendo volver a verse cada cierto tiempo, sin levantar sospechas. —Tal vez le gustaría comprarle a su sobrina otro muñeco y luego llevárselo a su casa a desahogarse bien con él. Esos aparatos se inflaman con una facilidad asombrosa y verlos arder es como una música. Se lo recomiendo. —Le prometo que lo haré —dijo a modo de despedida, y encendió un cigarrillo bajo el cartel de Prohibido Fumar de un establecimiento caro. Durante el camino de vuelta a casa, tiró su teléfono móvil al suelo y lo pisoteó hasta reventarlo. Sintió que se sacaba cinco años de encima, que ante él se encontraban TODAS LAS COSAS, con mayúsculas, y que podría tocarlas con tan sólo alargar la mano, así, maravillosamente libre, feliz hasta la locura. Aspiró el aire de la ciudad con fuerza y pensó que tendría que fingir cuando llegara a casa. Su mujer no podría entender ninguna de aquellas cosas. Su mujer no, tan rodeada de electrodomésticos llenos de botones, tan satisfecha con las comedias que veía por la tele la mayor parte del día. Se le antojó que su esposa era una autómata, fría y seria, llena de cables. Cada día la misma rutina, las mismas tareas, la misma mirada vacía frente al televisor. No lo entendería, qué va. Ya no sentía ningún amor por ella así que no le resultó difícil matarla, cortarla en trozos en la bañera y enterrarla en el parque dentro de una bolsa de basura. Cuando lo supo, Salterio lo aplaudió por ello, alabó que hubiera escogido para hacerlo un método tan tradicional. Y ahora estaba allí, sentado en la habitación oscura de un apartamento oscuro, queriendo y no queriendo que lo encontraran con aquello a su lado. La máquina del tiempo. Eso superaba cualquier pequeña chapucilla. Cuántos no habían soñado con una. Cuántos no habían soñado con volver aunque sólo fuera un instante. Retroceder era la palabra exacta. Y la máquina del tiempo estaba allí, en la salita de su casa, al alcance de la mano, a la espera del gran golpe. Pero retroceder significaba cambiar algo. Mover hilos, ajustar tuercas, estar en el lugar preciso en el momento preciso. Él iba a viajar en el tiempo, cambiaría algunas cosas y luego volvería para recoger a sus compañeros y vivir en un lejano mundo idílico. Tal vez en la Edad Media. Tal vez en el Siglo de Oro donde todo era limpio y puro y, sobretodo, artesanal. Lo que importaba es que estarían lejos y libres y se la habrían jugado a la Comisión. Eso, claro, en el supuesto caso de que la máquina funcionara. Había dado con los planos hacía unas semanas. Se los dio un viejo marciano encogido en el fondo de una trastienda maloliente del Pequeño Marte. Salterio le había dicho que fuera allí, que buscara al anciano en una tienda de recambios para impresoras y que después volviera rápidamente a su casa sin hablar con nadie. Había ido y el viejo extraterrestre, que parecía dormitar detrás del mostrador, lo arrastró a la trastienda. En las estanterías no había recambios, ni nada parecido. Los frascos, de un color ámbar oscuro, se alineaban uno al lado del otro con un brillo opaco, como si

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mis relatos tuvieran dentro lagartijas, hierbas, uñas de algún animal. Olía a algo que podría haber sido incienso. En un rincón, sobre una mesa, descansaba la escultura de un chino gordo y afable, sentado y sonriente como si estuviera perdonándote la vida. El marciano sonrió. —Salterio me habló de usted —dijo el anciano al tiempo que abría un cofrecillo que parecía antiguo—, por lo visto tiene conocimientos superiores de física y mecánica y pensó que era el más indicado para el proyecto. Le tendió los planos y al rato salía de la tienda con una caja de recambios para impresoras bajo el brazo y silbando una canción como si tal cosa. En su apartamento supo que tenía entre las manos algo importante. Algo vital. Y comenzó a seguir las instrucciones hasta que la máquina estuvo lista.

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asada la media noche, la ciudad se apagaba poco a poco. Por turnos, el bullicio de las calles, el gruñido de la autopista, los cines, los centros comerciales se iban diluyendo hasta hacerse imperceptibles. Era el silencio de la madrugada. Todos dormían. Y sin embargo, para los oídos del hombre la ciudad entera estaba llena de ruidos. Ruidos pequeños, diminutos, microscópicos. Ruidos sigilosos, endebles, ruidos blandos sin ecos, como el rozar del aire en los altos rascacielos, como el parpadeo lento de millones de pares de ojos. El hombre conocía todos y cada uno de esos sonidos. A fuerza de escuchar había aprendido a distinguir unos de otros. El zumbar de los insectos metálicos. Los indigentes crujiendo en las esquinas. El viento en las ramas de los árboles. Encendió un cigarrillo y dejó que el humo le llenara los pulmones. En cierta manera estaba impaciente por que lo encontraran. Hacía varios días que se había dado cuenta de que un tipo lo seguía. Lo vigilaban desde lejos. Probablemente, si ahora mismo se asomaba, vería al otro lado de la acera a aquel personaje siniestro envuelto en su gabardina. Se puso en contacto con Salterio en el mismo momento en que sospechó que iban a por él. El dependiente le recomendó que huyera. Que utilizara la máquina y se largara. Más tarde habría tiempo para volver, reorganizarse y actuar, dijo. —Vuelva a casa y haga el equipaje. Si se disponen a detenerle active la máquina del tiempo y viaje al siglo XVI. Allí estará seguro, se lo garantizo —Y añadió recalcando las últimas palabras—. Pero, por lo que más quiera, no ponga en peligro toda la operación. Después lo vio alejarse como si nunca se hubieran conocido. Y notó que el individuo de la gabardina volvía a seguirlo. Varios metros por detrás, los zapatos del desconocido sonaban como un eco de los suyos. Tuvo miedo y aceleró el paso hasta que creyó estar a salvo en su apartamento.

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Durante varios días estuvo soñando con aquel viaje. El siglo XVI, ¿por qué no? Ya estaba bien de actuar con discreción. Había que dar un paso más allá, cruzar el umbral de la revolución, dejarse de gilipolleces y retroceder de una vez. ¿O es que iban a pasarse toda la vida tratando de estropear los aparatos informáticos con disimulo infantil? Ser la mosca cojonera de la sociedad era mucho más que eso, mucho más que escupir desde el balcón sobre los coches de los altos ejecutivos. Había que empezar a tocar los huevos en serio.

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mis relatos Y el siglo XVI era la salida, un siglo luminoso, arcádico, un beatus ille en el que todos los hombres podían ser felices. Terencio, uno de los activistas que le había presentado Salterio, les habló de aquella época y mientras lo hacía le brillaban los ojos. Terencio se declaraba un asceta. Bebía de fuentes muy antiguas, de viejos textos agustinianos, de Luis de León y de la noche oscura del alma. Decía haber dejado atrás todo deseo material. —Hace tiempo que trato de investigar detalles sobre los años del 1500. Una época extraordinaria de la que muy poco de sabe. Casi toda la literatura del momento fue destruida en la purga de archivos del 2053, pero nunca hay que perder la esperanza de que quede algo. Terencio dio un trago a su cerveza y puso sobre la mesa el libro. Se trataba de una edición de 1980 de las obras completas de San Juan de la Cruz. La abrió despacio, con lentitud ritual, mientras el bar giraba a su alrededor como algo ruidoso y ajeno. Terencio alzó los ojos del libro y su mirada estaba perdida en algún punto lejano, muy lejano, más allá del bar y la gente y la maldita y gigantesca ciudad. En un susurro recitó: Mi amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos… Y el hombre notó cómo se le iba poniendo la carne de gallina. Dios, los valles solitarios nemorosos…la noche sosegada, en par de los levantes de la aurora…Había más, mucho más. Las palabras sonaban serias en la voz de Terencio y algo en el aire del bar se quebró. La música callada, la soledad sonora… Había repetido aquellos versos en su cabeza una y otra vez y siempre le venía a la imaginación el mismo paraje verde y sombrío, delicadamente hermoso. Era un paisaje del siglo XVI y él sería el primer hombre en retroceder allí. Por aquel paisaje, pensó, merecía la pena estar sentado en la oscuridad de un apartamento medio vacío, esperando a que los agentes de la Comisión le dieran una patada a la puerta. De pronto, una idea cruzó su mente. Se enderezó en el asiento con el corazón latiéndole más deprisa de lo que jamás, pensaba, le había latido. A lo mejor —y sólo a lo mejor— la Comisión ya se encontraba allí. Tal vez estuviera sentado tan tranquilo, creyéndose a salvo, y un segundo después caería al suelo, muerto. O la máquina se desmoronaría de pronto, hecha añicos. Porque la Comisión tenía sus métodos. Vaya si los tenía. Recordaba el caso de aquel tipo, el austriaco al que encontraron tieso en el patio de su casa. Apareció en todos los telediarios y todos sin excepción habían sacado los mismos primeros planos de su rostro mientras yacía en el suelo. Era un rostro ensangrentado y desfigurado por los cientos de picotazos de la perdiz de metal que la Comisión le había enviado. El tipo aquel, el austriaco, había estado cometiendo delitos contra la salud pública y la seguridad ciudadana. Vivía en el campo, en una especie de granja en la que criaba sus propios animales y cuidaba de un huerto de hortalizas. Según el Gobierno, se encontraba en posesión de especies prohibidas como conejos, palomos, gallinas y, sobretodo, perdices. Así que la Comisión envió aquella perdiz metálica para que se escondiera entre las otras. Fue alimentada como las de verdad hasta que un día saltó a la cara de aquel tipo austriaco, lo mató a picotazos y luego emitió un pitido de misión cumplida. Las cosas pasaban así. Por eso, la sospecha iba creciendo poco a poco en su mente. Se iba dibujando cada vez con mayor claridad hasta alcanzar la categoría de certeza. Se quedó helado. Escuchaba. En el rincón, detrás de la puerta de la cocina, un murmullo. No es bueno obsesionarse, se dijo. Muchas veces la sugestión y el miedo jugaban malas pasadas, como en aquella fábula hindú que le contó Salterio en que el Miedo había causado más muertos que la propia Peste. Por eso no era bueno obsesionarse, no lo era.

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mis relatos Encendió otro cigarrillo y recordó lo que le había sucedido al hombre que armó un escándalo en los urinarios públicos de un centro comercial. Varios canales de televisión se hicieron eco de la noticia. Al parecer, un perturbado de mediana edad que respondía a las iniciales M. G., natural de Chicago, había entrado en el aseo de caballeros de una conocida cadena de centros comerciales haciendo cundir el pánico. Estampó contra la letrina la cabeza de uno de los androides que ofrecían toallitas húmedas, procuró orinarse fuera, obvió tirar de la cadena y se negó a lavarse las manos después de usar el retrete. El androide, que cumplía con su trabajo, fue asaltado con brutalidad. El agresor explicó al agente del orden que uno necesitaba intimidad para mear y que el robot aquel era de inclinaciones sexuales sospechosas. A la mierda los robots, declaró antes de estallar en una carcajada histérica. El agente tranquilizó al hombre y le comunicó que el gerente no pensaba presentar cargos. Sin duda el autómata lo había irritado y el cliente tenía siempre la razón. Acompañaron al hombre a su casa y éste prosiguió su vida sin incidentes hasta que la Comisión decidió enviar a las hormigas. Las hormigas entraron por debajo de la puerta, se metieron en su cama y le recorrieron el cuerpo mordiéndole con sus diminutas mandíbulas de acero inoxidable. Y cada mordedura era un poco más de veneno entrando en su cuerpo. Los servicios de limpieza de la Comisión retiraron su cadáver a la mañana siguiente. El hombre chasqueó la lengua. Tenía la seguridad de que algo parecido podía sucederle a él. Sin duda los vecinos habían sospechado y le habían delatado. O la Comisión había pinchado su teléfono y colocado micrófonos casi invisibles debajo de las mesas. Porque a pesar de que las actividades de retroceso procuraban ser discretas, la Comisión se daba cuenta. Y a veces enviaba cosas. El hombre se frotó las manos, inquieto. Los valles solitarios nemorosos, se dijo para infundirse valor, pero no sirvió de nada. Estaban allí. Lo sabía. Se propuso escuchar con atención el ruido de los rincones, el crujido de las puertas. En la cocina, el frigorífico ronroneaba como un gato feliz. Un grifo del cuarto de baño dejaba caer una gota cada diez minutos. De vez en cuando se oía al ascensor del edificio subir y bajar. Y nada más. Pero el hombre estaba seguro. Oía a los insectos entrando, escurriéndose por la rendija de la puerta principal, avanzando en silencio por encima de la alfombra. No sabía qué clase de insectos eran, pero estaban allí. Iban a matarlo como al austriaco y al tipo de los urinarios. Iban a picarle hasta que perdiera el conocimiento y después se irían y en las oficinas de la Comisión se celebraría una fiesta. Mierda, dijo el hombre mientras tomaba conciencia de su situación. Apenas se atrevía a ponerse de pie. Tenía miedo y el miedo no le dejaba pensar. Los oía. Estaban repartiéndose por la habitación. Sus pequeñas patitas, finas como alambres, arañaban el suelo de la casa. Era cuestión de segundos que lo atacaran. Se incorporó con las piernas temblando y supo que no iba a ser él la primera víctima. Iban primero a por su máquina. Los oía. Casi podía ver brillar sus caparazones con la poca luz que entraba por la ventana. Los insectos habían empezado a anidar en la máquina, a desenroscar algunas tuercas, habían estado royendo cables. ¿Cómo puede roer un insecto?, se dijo. Dios mío.

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Avanzó como pudo hacia la cocina y comenzó a abrir cajones. No iba a permitir que la Comisión se saliera con la suya. Ni hablar. Si debía morir, moriría luchando hasta el final por la causa. En uno de los cajones encontró un martillo y lo sujetó con fuerza. Un martillo serviría. Al menos de momento. Por el rabillo del ojo vio su figura en un espejo y sintió miedo. Un hombre con un martillo en la mano dispuesto a saltar sobre cualquier cosa. Pero ese hombre era él, desgarbado, envuelto

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mis relatos en sudor, con los dedos crispados sobre el arma. Recordó las palabras de Salterio: huya, pero, por lo que más quiera, no ponga en peligro toda la operación. Se quedó quieto en la puerta del salón, con los oídos atentos a cualquier nuevo movimiento. Seguían allí, sobre su máquina. Acertaba a ver el bulto en la oscuridad, a los insectos correteando de un lado a otro por encima de la máquina, sobre los muebles, a lo largo de la alfombra. Algunos habían empezado a correr hacia él. Levantó el martillo y lo dejó caer sobre una mesa. Vio algunos insectos aplastados y fue a por más. Pisoteó los que venían hacia él por el suelo pero resultó inútil. Había muchos. Y le estaban subiendo por la pierna. El hombre lanzó un grito de terror y comenzó a dar martillazos ciegamente. Martillazos por toda la casa. Escuchó cómo la máquina del tiempo cedía y se desmoronaba. Hijos de puta, gritó. Y siguió alzando el martillo y dejándolo caer sobre los insectos mecánicos que lo rodeaban. Se tambaleó cuando le pareció que el apartamento estaba vacío. Las piernas le fallaron al no ver ningún caparazón de insecto muerto a su alrededor y cayó de rodillas abrazándose al montón de tuercas que había sido la máquina. Se quedó así toda la noche.

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l incidente no apareció en los periódicos porque no había nada que contar. Tan sólo que un hombre había muerto en su apartamento víctima de un ataque al corazón.

Nadie se había percatado de que algo iba mal. El hombre, dijeron los vecinos, pocas veces salía de casa. Era un tipo raro y su mujer lo había abandonado hacía un tiempo. No pensaron que podía haberle ocurrido algo hasta que un nauseabundo hedor comenzó a extenderse por el portal. Uno de los agentes que se personaron en el edificio introdujo los datos del finado en un microordenador. Aquel tipo de sucesos eran habituales entre personas que vivían solas, en especial ancianos o gente desequilibrada. Ocurría todos los días. — ¿Quién era? —Ni idea. Un tipo como otro cualquiera. No suelo fijarme en la gente que me cruzo en el ascensor. Nadie lo hace. —Yo juraría que jamás lo había visto. —Mi señora dice que era un hombre silencioso, ponía le televisión muy flojita. Y no roncaba. Nuestra habitación está al lado de la suya… —Lo dejó su mujer, ¿sabe? Pero nunca oí que discutieran. Eran un matrimonio muy discreto, y eso que aquí las paredes parecen de papel, ¿sabe? El agente asintió y tomó algunas notas. —Era un hombre normal. Trabajaba en las oficinas del centro. Como todo el mundo.

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mis relatos —De todas formas, ya no importa. El agente intentó que los vecinos le dejaran pasar e introducir los últimos datos del informe. —Retiraremos el cuerpo y un androide auxiliar vendrá a desinfectar el apartamento. Quedará como nuevo. —Era muy desordenado, mire como lo tenía todo. El agente alargó el cuello y echó un rápido vistazo al interior de la vivienda. Con una mueca imperceptible comentó: —Quizás sufriera algún síndrome paranoico relacionado con la falta de higiene y el desorden. En cualquier caso, eso ha de determinarlo el forense. —Ya lo sacan —dijo alguien entre la multitud de personas que se agolpaba en el rellano de la escalera con curiosidad de reality show. Un funcionario empujó la camilla con el hombre muerto dentro de una funda de plástico. Todos lo miraron y, casi al mismo tiempo, se taparon la nariz con sus pañuelos.

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SOBRE  EL  AUTOR "Javier Yuste González (Gernika-Lumo, 1980) es Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y actualmente reside en Pontevedra. Es colaborador de la Revista General de la Marina, donde ha publicado más de diez artículos y de otras revistas en formato papel y digital, como son el blog de literatura histórico-naval-militar Novilis, Historia Rei Militaris, FDM o Ares Enyalius, sin olvidarse de su propia página: El Navegante del Mar de Papel. Este enamorado del mar y de sus gentes, siempre ha vivido en puertos marineros, pisando las mismas piedras que balleneros, ilustres nobles y marinos de renombre, además de invasores y, por poco, piratas. En su primera novela ha querido reunir varias de sus pasiones: la escritura, la vida de un marino, la II Guerra Mundial y la investigación histórica." Ha salido para formato kindle su segunda novela, editada por él mismo, titulada "Oskar. Aventuras de un viejo gato de mar. 1939" En su segunda novela nos sumerge en la Indochina francesa en los albores de la segunda guerra mundial a través de los recuerdos de Oskar, con el que viviremos la situación política del momento, la guerra chino-japonesa, así como la decadencia del colonialismo, mientras la particular mirada felina analiza el alma humana y reflexiona sobre la misma. Con un estilo rápido y ameno, el autor, a través de un protagonista que desafía a los hombres desde su posición de animal inteligente y testigo del absurdo de su comportamiento, mantiene la tensión narrativa a lo largo de toda la novela, presentándonos unos personajes y situaciones que suscitan el interés del lector por ésta y futuras aventuras." PODRÁS ENCONTRAR SUS LIBROS EN: "Los últimos años de mi primera guerra" en: La tienda de Delibrumtremens, Amazon, Casa del Libro, Corte Inglés y en librerías si se pide. El ebook de “Oskar” en: Amazon, a descargar en Kindle. El Autor dispone de algunos ejemplares para los que querais comprarlos dedicados, para conseguirlos podeis contactar con él en : caballerodegondor@yahoo.es poniendo en asunto "Comprar LUADMPG"

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