Despierta Jericó 79, marzo de 2020

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DESPIERTA JERICÓ Número 79 - Marzo de 2020

Támesis. DESPIERTA JERICÓ


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Tรกmesis: DESPIERTA JERICร


EDITORIAL

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Mentiras y despojo

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ace pocos días un grupo de vecinos acompañados por miembros de la Mesa Ambiental asistieron a una reunión convocada por Anglogold Ashanti en la vereda Palenque para promover la aceptación del proyecto Quebradona, sobre el que conviene hacer algunas precisiones. En primer lugar, la multinacional africana Anglogold Ashanti utiliza el nombre de Minera de cobre Quebradona tratando de que el verdadero propietario y beneficiario de la destrucción de nuestro municipio aparezca en segundo término, pues su nombre e historia son reconocidos en el mundo por ser una de las multinacionales mineras más comprometidas en la devastación de su propio país, Sudáfrica y su continente. El proyecto Quebradona está compuesto de cinco yacimientos que pretende explotar la africana Anglogold Ashanti, o venderla a los chinos quienes acaban de comprar a Continental Gold la mina de oro Buriticá y que siguen expandiendo sus inversiones en los países latino americanos. Esos depósitos son Aurora, La Sola, Chaquiro, Tenedor e Isabela, o sea, es la montaña que va desde el Alto La Mama hasta Riofrío, tal como ha informado a inversionistas extranjeros. El corregimiento Palocabildo está ubicado en toda su extensión sobre la montaña que quiere explotar Anglogold Ashanti, es una zona densamente poblada y cultivada con café, aguacate y otros frutales, gracias a la fertilidad del suelo y a la abundancia de agua; precisamente, la riqueza hídrica de esta montaña, donde nacen quebradas como La Guamo, Yolombala, Quebradona y muchas más, donde están las fuentes que surten los acueductos de Acuebuga (Palenque, Palenquito, Buga, San Ramón, La Pista, la Leona, la Traviesa y parte de la Viña) y acueductos de los corregimientos Palocabildo y Palermo, llevó al Municipio a declarar bajo protección extensas áreas para la conservación de los nacimientos y quebradas, y a CORANTIOQUIA el Distrito de Manejo Integrado Cuchilla Jardín-Támesis. A pesar de que todos los jericoanos sabemos la gran cantidad de manantiales de la montaña, en la reciente reunión en Palenque funcionarios de Anglogold Ashanti aseguraron, sin la menor vergüenza, que en la zona del Chaquiro bajo la cual excavarán la caverna no hay nacimientos de agua, por lo cual no debe haber temor de que los acueductos se afecten; la falsedad de esta afirmación es más descarada si tenemos en cuenta que en tres perforaciones de exploración minera que hizo la multinacional en distintos sitios de la montaña hace unos diez años, está brotando desde entonces agua de manera ininterrumpida, lo que indica la presencia de aguas subterráneas que van a ser afectadas por las cavernas y los túneles por los cuales dice Anglogold Ashanti que extraerá del yacimiento El Chaquiro cada día 17 mil toneladas de rocas, durante 21 años. ¿Qué ocurriría con los cultivos y los habitantes de Palocabildo, y con los productores y comerciantes que se benefician de la agricultura, si la multinacional africana crea las cavernas y los túneles por los cuales se escaparían las aguas subterráneas y superficiales? ¿Qué pasaría con estas aguas que irían a oxidar los metales pesados de las profundidades?

Los campesinos y demás productores de Palocabildo se tendrían que desplazar de una zona que habrá perdido sus fuentes hídricas. ¿A dónde irían? Esto no le interesa a los africanos, ni a los colombianos que trabajan para ellos y tampoco a los directivos y otros jericoanos que han entregado su sentido de pertenencia, si es que alguna vez lo tuvieron, con el pueblo donde nacieron y dicen querer. Las aguas irían por los túneles y cavernas a contaminarse con el arsénico, la pirita, el azufre y otros elementos que reposan en la profundidad de la montaña, es el drenaje ácido de mina. “Los drenajes ácidos de antiguos minados de carbón y minería metálica son una de las principales fuentes de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas en el mundo, debido a que este problema puede persistir durante décadas e incluso cientos de años una vez finalizado el ciclo productivo... Estos drenajes son tóxicos en diverso grado para el hombre, la fauna y la vegetación, contienen metales disueltos y constituyentes orgánicos solubles e insolubles, que generalmente proceden de labores mineras, procesos de concentración de minerales, presas de residuos y escombreras de mina. Existen reportes de la muerte de miles de peces y crustáceos de ríos, afecciones a ganado y destrucción de cultivos y riveras, así como la introducción de una coloración y turbiedad en aguas de ríos y lagos”, escribe el doctor ingeniero Osvaldo Aduvire del Instituto Geológico y Minero de España. Los desechos tóxicos que calcula Anglogold Ashanti que saldrían de la explotación del Chaquiro serían 119 millones de toneladas que permanecerían por siempre, la represa de relaves tendría una altura máxima de 120 metros y una base de 160 hectáreas en la vereda Cauca, vereda que también depende de las quebradas que nacen en la montaña de Palocabildo. El despojo y destrucción que amenazan a Jericó pretende justificarlos la multinacional minera con generación de empleo, otra mentira descarada, pues si bien en la etapa de construcción de la infraestructura en Cauca requeriría cientos de trabajadores, en los 34 años de explotación y cierre solo sería contratado personal calificado y en escasa cantidad, puesto que muchas de estas actividades son mecanizadas y automatizadas para abaratar costos y evitar las indemnizaciones por las afectaciones en la salud de los mineros. No es la salud ni el bienestar de los jericoanos, lo único que interesa a la africana Anglogold Ashanti es el oro y el cobre.

DESPIERTA JERICÓ - Distribución gratuita

Una publicación por el Jericó pueblerino y campesino Carlos Andrés Restrepo, Rodrigo López, Alicia López, Oscar Villa, Jaime Ramírez, Fernando Jaramillo (director). Donaciones: Davivienda ahorros 3992-0002-3287 despiertajerico@gmail.com www.despiertajerico.blogspot.com Impresión: Virtual Publicidad. Medellín, tel. 513 33 97


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Voces

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e define ídolo a la imagen de una deidad. Esa deidad tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye, tiene manos y no palpa, tiene pies y no camina, pero tiene idólatras. Parece que esta sea la suerte de Jericó.

El ídolo del capitalismo salvaje presenta un aguacero de capital que inundará esta región próspera, patrimonial, agrícola, turística, ambiental, arquitectónica, hospitalaria, creyente, histórica, buena, honrada, de mayores firmes y leales a su pueblo. Y hay tanta ilusión en las víctimas del fetichismo que se fascinan hasta la idolatría. Una empresa extranjera que por donde ha pasado deja estragos, hoy se adora en este pedazo del Suroeste Paisa. Por fortuna no todos se han rendido ante este ídolo, personas de las más altas calidades humanas y de palabra firme -eso sí-, intelectuales y concientes de lo que es la Vida, se pronuncian diariamente ante tal descalabro. Ayer, hoy y siempre serán los auténticos escritores de la historia de Jericó, porque si falsificamos la actualidad, falsificamos el futuro. Desde todos los rincones de Colombia se oyen estas voces. Políticos de raigambre que no se debilitan ante el dinero y la coima como Jorge Robledo, Iván Marulanda, Norman Correa, Camilo Calle, Angélica Lozano, Jorge Gómez; exministros como Manuel Rodríguez Becerra, Jorge Cock; escritores de talla como Santiago Gamboa, Abad Faciolince, Padura, William Ospina, Javier Cercas, Fernando Vallejo: artistas que se conmueven confundidos, Juanes, Yury Buenaventura, Catalina Mesa, Manzur, Arbeláez; periodistas y filósofos, empresarios e Instituciones y millones de campesinos y obreros, intelectuales y servidores DE$INTERE$ADO$. Muchos al crecer de la audiencia: Vanessa de la Torre, Juan Luis Mejía, Alcalde de Támesis, Obispo de Jericó, Comfama, Proantioquia. Muchos siguen siendo los que se niegan a cargar el becerro de oro, a vender su postura por la cortedad del dinero, a renunciar a Jericó como paraíso de felicidad de 170 años. Muchos más que dejan sus voces como testimonio de su palabra veraz que no engaña y que hacen honor a su estirpe y su pasado. Muchos que han permanecido claros a pesar de las tentaciones. Muchas voces hacen eco desde las colinas y los ríos, muchas voces en la radio sin precio y en la prensa sin mancilla. Voces legales de la conciencia que habla sin la articulación parlanchina que vocifera la prebenda. Voces cautas pero firmes. Voces mudas pero sensatas. Voces de una sola valla y una sola tinta porque la vendeja luce de colores y cambia constantemente el plumaje que camufla. Voces de fonemas inconfundibles que registran pensamientos sin codicias. Voces educadas en la escuela del amor. Voces del Verbo y no de la pasión. Voces que traen los ecos de los padres que dieron la vida sin transfusiones venenosas.

La naturaleza no fracasa, fracasa el hombre que la maltrata sin la conciencia de estar vivos. El tiempo no degrada a las personas, es el espíritu de la codicia lo que degrada los valores jericoanos. Mediocridad burocrática al decir de Leonardo Padura. Tenemos que conservar el mundo y celebrar la salud, le oímos a Quiroga. Por falta de cultura es que conviven aquí las formas más elevadas y cuestionadas de riqueza con las más agudas de la miseria, no se puede permitir que el arbitrio individual desbanque la libertad colectiva. La estética de la negación hace que la memoria sea mejor que el olvido, voces, voces para evitar la multiplicación del desencanto, los futuros arrepentimientos, los daños irreparables, las enemistades imposibles de resarcir, la institucionalidad degradada. Voces que suman jericoanidad, jericoanidad que avance y no “PA’LANTE” como burro ciego con los bultos de oro en busca de una gota de agua. Jericoanidad orgullosa de su cultura con sus deslaves recuperados pero no naquillados con el trapo aún más sucio que mata la Virginidad. Jericoanidad que estudie con el encanto de su Historia sin deslumbrarse en el espejismo del dinero. Demos testimonio de lo que somos.

Rodrigo López Estrada roloes0023@gmail.com


Ética a la mano

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Por Javier Darío Restrepo

El diferente, un desafío ético

a vida en Suráfrica fue tranquila hasta 1652. Ese año llegaron los colonos holandeses, de religión calvinista y convencidos de que ellos, solo ellos, eran los elegidos de Dios. Ante sus ojos los nativos, negros y paganos no tenían derechos sobre sus tierras. Entonces los holandeses, blancos y cristianos, se apoderaron de ellas. La tranquilidad de los nativos se acabó ese día. Ni aquellos nativos, despojados y esclavizados, ni los que desde el siglo XXI leemos esa historia la podemos entender. Por lo menos en teoría, aceptamos que todos los humanos nacemos iguales; por eso las pretensiones de aquellos colonos holandeses nos repugnan. Sin embargo, en nuestra época ocurren cosas como las que cuenta el periodista David Rieff en su Cartas desde Bosnia: “Para los serbios, los musulmanes no son humanos. Por eso los serbios, cuando asesinan y violan, no creen que estén violando los derechos humanos, porque ellos, dicen, no hacen estos agravios a seres humanos sino a musulmanes”. Es de una insoportable insensibilidad y arrogancia que alguien crea tener la autoridad para decir quién es humano y quién no lo es. Pero estos son solo dos casos entre miles que ponen ante nuestros ojos la aberración de la intolerancia, que es más común de lo que se puede imaginar. Baste recordar el reciente episodio de las cartillas de comportamiento para escuelas y colegios. Padres de familia, activistas de distintos movimientos, la mayoría religiosos, protestaron a gritos y con pancartas contra una cartilla que no existía y contra una campaña de educación sexual que nadie había conocido. Enajenados por su rabia fanática, no tuvieron la cordura suficiente para averiguar la verdadera causa de su protesta y para entender que unos y otros defendían unos derechos. Solo sentían que ellos eran los buenos y que los otros, la ministra de Educación incluida, eran los malos. De un lado se defendía el derecho de los estudiantes a no ser matoneados por su raza, por su nacionalidad, por su condición social, por su religión o por su opción homosexual o heterosexual. Ese era el derecho que se proponía destacar y defender con la revisión de los manuales de comportamiento. Del otro lado, se defendía también un derecho: el de los padres de familia a orientar la sexualidad de sus hijos. Todos estaban defendiendo derechos, unos y otros estaban del lado del respeto a los derechos, y sin embargo se trataron y siguen tratándose como enemigos alineados detrás de trincheras enfrentadas. Ni los uno ni los otros aceptan que el otro, el que está en la trinchera de enfrente, sea diferente. Así como los colonos holandeses rechazaron a los nativos porque hablaban una lengua diferente, tenían dioses distintos y tenían otras costumbre, cada una de las partes en la contienda de las cartillas presumió tener toda la verdad de su parte y, por tanto, ser juez y dominadora de la otra. Es la deformación intelectual y moral que impone la intolerancia. El mundo de las personas se empequeñece cuando no se aceptan las diferencias, porque todo se reduce a las limitadas dimensiones

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de los que “son como uno”. Los que no son así son objeto de rechazo o de persecución. La larga historia de las guerras colombianas da cuenta de un obstinado rechazo del otro diferente. El liberal, distinto del conservador; los de una región, distintos de los que viven en otras partes; los ricos tan diferentes de los pobres; los blancos, que nada tienen que ver con los mestizos, indios o negros, todos representantes de una rica diversidad que los intolerantes nunca pudieron ver y, por el contrario, convirtieron en lucha de unos contra otros. Así, en vez del orgullo de poseer un país diverso, predominó la insensatez criminal de convertir nuestra diversidad en argumento para la guerra. Y esto hasta el extremo de hacer de la búsqueda de la paz otra forma de la guerra de unos contra otros: tan incapaces somos para absorber las diferencias, y de examinar las diferencias de modo sereno e inteligente. Escribía el siquiatra Eric Fromm: “Si no fuera por aquellos que en algún momento fueron capaces de pensar distinto de lo que piensa el rebaño, la humanidad todavía estaría en la edad de las cavernas”. Es lo distintivo de las sociedades atrasadas: todos piensan lo mismo y nadie se atreve a pensar de otro modo. Cuando alguien piensa de modo diferente mueve a la sociedad a buscar nuevos camino; ese es el comienzo de una renovación. Por eso, cuando una sociedad tiene capacidad para respetar y aceptar al diferente, progresa y parece vacunarse contra la enfermedad mortal de la guerra y de las soluciones autoritarias y de fuerza. Esto lo saben bien los que definen la paz como el arte de convivir. La convivencia en el hogar, lo mismo que en la escuela o en los lugares de trabajo o en los sitios públicos -en los estadios, por ejemplo-, exige el respeto por las diferencias y es una primera etapa que debe conducir a la siguiente: el aprecio por la diferencia que resulta de una mirada de las diferencias a la vez inteligente y sabia. Si el otro tiene otras costumbres, o mira el mundo o a las otras personas con ojos distintos a los míos, me ofrece la oportunidad de aprender algo nuevo sobre la condición humana. La convivencia se hace posible y satisfactoria cuando la aceptación de las diferencias se entiende como enriquecimiento; tal es el ejercicio de la tolerancia activa. Bronislaw Malinowski, antropólogo apasionado por el estudio de las culturas, como la de los nativos de las islas Trobriand, llegó al convencimiento de que no hay culturas superiores ni inferiores, sino culturas diferentes. De la misma manera se puede afirmar que no hay personas superiores o inferiores, sino personas diferentes. Aceptarlo así y valorar las diferencias es el comienza de una relación armónica con los demás, es el germen de la paz. Todo esto tiene como fundamento una actitud ética. La ética comienza cuando aparece el otro; ser otro es ser diferente, y el reconocimiento y valoración de esa diferencia es el fundamento de la actitud ética. Lo que nos lleva a concluir que lo inhumano, lo no ético, tiene una raíz: el rechazo al otro. Es la explicación de grandes crímenes, como los de los campos de concentración, la esclavitud, las guerras, el apartheid, el tráfico de personas, la inquisición, la discriminación por razón de la raza, o de la nacionalidad, o de la religión, y todos esos episodios que la humanidad recuerda con vergüenza. Todos comenzaron por la aceptación de que había humanos menos humanos que los otros. Esa idea ha sido la madre de todos los matoneos, discriminaciones, exclusiones y humillaciones que han hecho del mundo un lugar abominable.


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Inmarchitable

Por SAÚL ALVAREZ LARA*

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l basalto es piedra dura, pesada y resistente a los embates del mazo y el buril del tallador que busca la forma en su interior. Jota Peláez es artista, escultor y tallador de piedra jericoano. Se puede decir que ha sido tallador de piedra toda la vida y fue por eso que la Gobernación de Antioquia le encargó, a comienzos del segundo semestre de 2019, la ejecución de una fuente tallada en piedra, en basalto precisamente. El encargo confirmaba la ejecución de una fuente que debía instalarse en el parque principal de Jericó, llamado Parque de Reyes en honor del presidente Rafael Reyes creador del departamento de Jericó en agosto de 1908. Roberto Ojalvo, director del Museo Maja, estuvo al origen de la idea; la propuso a Jota Peláez quien, en compañía de Edward Duigenan, realizó la maqueta que permaneció exhibida en el Museo Maja hasta el día en que el Gobernador visitó el Museo, preguntó por el significado de la maqueta y sin más cuestionamientos estuvo de acuerdo en que fuera realizada pero, con una salvedad, debía quedar lista a finales del año. Faltaban tres meses y medio, casi cuatro, para la llegada de diciembre y comprometerse con el proyecto era un reto. Jota se comprometió. Aseguró que lo realizaría. Contactó siete talladores, escultores, como él: Wilson, Andrés Julián y Andrés solo, Óscar, Robinson, Fernando y Carlos Mario; consiguieron las piedras de varias toneladas cada una en la quebrada Ayurá en Envigado, tierra de Santiago Santamaría fundador de Jericó en 1850, las transportaron al suroeste y emprendieron la obra. Un estanque circular es la base, de su centro se levanta un obelisco forrado con fragmentos de piedra en cuadrícula y salamandras que rebosan la piedra. Alrededor del estanque, cuatro grifos, gárgolas o quimeras, como queramos llamarlas, guardianes de la obra, vigilan que de día como de noche, bajo el sol o la lluvia, con visitantes o sin ellos, el surtidor de agua se encuentre siempre abierto. El agua circulará y retornará a la fuente después de subir hasta la cima del obelisco en un movimiento sin fin. La realización en el tiempo propuesto, la talla de las quimeras, el levantamiento de la estructura y la instalación de los sistemas hidráulicos, fue un reto al que dedicaron días y noches disimulados tras los plásticos verdes que rodearon la fuente. Mientras tanto, Marcela, Marcelita en palabras de Jota, su compañera, coordinaba la administración de la obra. Poco antes de terminarla, el dieciséis de diciembre, ya tarde, Jota cayó en la cuenta de que era el

cumpleaños de Marcelita, además del día de los aguinaldos, y no había tenido tiempo de comprarle un regalo; terminó de tallar la rosa, símbolo de Jericó que iría en la cima del obelisco y grabó en su cálice una declaración: “A Marcela, mi reina”, le tomó una fotografía y se la mandó por WhatsApp con un mensaje: “Hola mi amor, hoy, en tu cumpleaños, no tuve con qué enviarte un ramo de rosas, pero a cambio te dedico esta rosa inmarchitable… con todo mi amor…”. Después instalaron la rosa en la cima del obelisco. Pocos saben de la inscripción y su historia, sin embargo, de entre los pétalos de la rosa jericoana, con declaración e inmarchitable, brotará el agua de la fuente durante los años por venir…

*www.lamarginalia.com


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La Veeduría Ciudadana John Jairo Arcila por la Defensa del Patrimonio Ecológico y Cultural de Jericó INFORMA: 1. El día 05 de febrero de 2020 esta Veeduría notificó a la empresa Minera Quebradona, filial de la multinacional africana AngloGold Ashanti, el registro oficial de la Veeduría John Jairo Arcila en la Personería Municipal de Jericó y le solicitó respetuosamente acceso al predio rural El Chaquiro, propiedad de la empresa Minera Quebradona, a fin de realizar una visita de seguimiento a las actividades que la empresa realiza en ese predio relacionadas con el proyecto de explotación de recursos minerales del Estado Colombiano, en fecha que debía ser convenida con la empresa. 2. Ante el silencio mantenido por la empresa a la solicitud de acceso al predio El Chaquiro, la Veeduría le informa a la empresa el día viernes 21 de febrero del presente año que realizará la visita propuesta 16 días antes, el martes 25 de febrero. 3. El sábado 22 de febrero la empresa atiende la solicitud de la Veeduría y pide copia del Acta de constitución de la Veeduría donde conste el listado de los miembros inscritos y el objeto de la misma. Ese mismo sábado la Veeduría envía copia de la Resolución 04 de 2020 de la Personería Municipal de Jericó que registra la Veeduría constituida por 64 personas de las cuales se dan sus nombres, identificaciones, dirección y número de teléfono. 4. El lunes 24 de febrero, a las 04:20 p.m. Minera Quebradona responde por e-mail a la Veeduría aceptando la visita del día siguiente y pide “el envío por correo electrónico de los documentos de identificación y certificaciones vigentes de la EPS de cada [una] de las personas de la Veeduría que nos acompañarán en la visita” y anexan “a la presente comunicación el formato en Excel para visita de externos, el cual debe ser diligenciado por quienes solicitan la visita y enviado el día de hoy antes de las 5:00 p.m.” Esta exigencia no pudo ser atendida ante la carencia de tiempo. 5. El martes 25, quince integrantes de la Veeduría se presentaron a la hora acordada en la portería metálica que sobre una servidumbre histórica para el tránsito de personas y animales entre los municipios de Jericó y Támesis fue instalada por la empresa cuatro años atrás en el predio El Chaquiro; los veedores estaban acompañados por campesinos habitantes de veredas vecinas al predio, éstos solicitaron ingresar al predio igual que los veedores, la Veeduría pidió a la empresa permitir el acceso de estas personas conocidas por los empleados de la empresa y reconocidos en todo el municipio como ciudadanos honestos, pero la empresa les negó el ingreso, ante lo cual los campesinos optaron por evitar la portería metálica y acceder al predio a través de un alambrado; los funcionarios de la empresa decidieron entonces negar también la entrada a los veedores, por lo cual éstos se vieron igualmente obligados a ingresar a través del alambrado. Campesinos y veedores realizaron un recorrido por el predio, acompañados todo el tiempo por empleados de la empresa, y pudieron comprobar actividades de perforación desde plataformas montadas y accionadas por la empresa, a pesar de que desde noviembre de 2019 Minera Quebradona presentó a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales solicitud de licencia de explotación minera en ese predio, y por tanto, no debería estar realizando actividades de exploración, puesto que si la empresa ha solicitado licencia de explotación es porque tiene todos sus estudios ambientales terminados. Jericó, febrero 26 de 2020

VEEDURÍA CIUDADANA JOHN JAIRO ARCILA POR LA DEFENSA DEL PATRIMONIO ECOLÓGICO Y CULTURAL DE JERICÓ ANTIOQUIA

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Emprendimiento rural en Támesis

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a soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones.

Casa del emprendimiento rural - CER

La definición anterior de Soberanía Alimentaria acordada en febrero de 2008 durante el Foro por la Soberanía Alimentaria en Nyéléni (Malí) organizado por organizaciones campesinas y de mujeres, como la Vía campesina, aplica a la iniciativa que la Adminstración municipal de Támesis ha tomado para promover la producción y comercialización de los frutos, alimentos y artículos locales. El señor exconcejal Luis Eradio Toro Hernández nos informa que en la nueva edificación del Municipio de Támesis donde despacha la Secretaría de desarrollo rural y se reúne la ASOCOMUNAL, se estableció desde el pasado 13 de diciembre la Casa del emprendimiento rural, un amplio y moderno espacio cuyo fin es ofrecer a las diferentes asociaciones de campesinos y demás productores tamesinos, un punto de venta de sus mercancías. En la actualidad son 100 productores que exhiben y venden en la Casa del Emprendimiento variedad de cafés especiales, panela, chocolate, huevos, pollos caseros, pescado, plátano, frutas, verduras, etc. etc. También en la Casa se puede comprar jabones e implementos de aseo, artesanías, fertilizantes orgánicos y otros productos tamesinos.

Para lograr la permanencia del proyecto de comercialización de la producción tamesina, las asociaciones integradas a la Casa del emprendimiento han acordado que a los productores pecuarios y agrícolas se les paga la mercancía a los ocho días, los productos transformados (panela, chocolate, etc.) a los quince días y los manufacturados se dejan en consignación. Los productos perecederos son retirados por los campesinos antes de la fecha de vencimiento y son reemplazados por productos frescos. Por medio de capacitaciones se está instruyendo a los campesinos en el manejo adecuado de productos de origen animal para dar cumplimiento a todas las exigencias de higiene y presentación requeridas por las autoridades; otras capacitaciones están trabajando para ampliar la oferta de componentes de la canasta familiar que no se producen en el municipio pero que las condiciones de suelo y climáticas son favorables para obtenerlos y ofrecerlos a los consumidores. Otra mira que tiene la Casa de emprendimiento es que allí se tengan productos de asociaciones campesinas y pueblerinas de otros municipios, en especial de los que integran la Provincia Cartama. Lograr un mercado regional de productos sanos, orgánicos, que sean fruto del trabajo de nuestras comunidades suroestanas, nos acercará no solo a la seguridad de tener la alimentación de nuestras gentes y favorecer el empleo y la economía doméstica, familiar y comunitaria, sino que esta producción no utiliza agrotóxicos y garantiza una estabilidad en el mercadeo, con lo cual tendremos la auténtica y urgente soberanía alimentaria en un país como Colombia que importa la casi totalidad de los alimentos que consume su población y que son alimentos con abundantes trazas de químicos nocivos para la salud humana.


¿A quién engañas, abuelo?

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Por: Juan Carlos Franco*

ómo desearía uno viajar al pasado y, con el conocimiento que hoy tenemos, influir en nuestros abuelos para que eso que hoy vemos tan grave e irreversible no hubiera ocurrido.

¡Pero qué irresponsables e inconscientes eran nuestros abuelos! ¿Cómo pudieron aceptar que la ciudad entera descargara sus cochinos y tóxicos efluentes al Río Medellín durante tantos años? Si hubieran tenido un poco más de visión, si hubieran controlado esto desde el principio, no estaríamos como estamos ni tendríamos que gastar tanto dinero en recuperar nuestro río. ¿Cómo entender que toda la vida -y hasta hace unos 20 años- se aceptaban con toda naturalidad fumadores en los espacios públicos cerrados, en los buses, en los vuelos? ¿Acaso no había autoridad? ¿Cómo creían que la nicotina no era adictiva o que fumar no producía cáncer de pulmón? ¿Cuántas muertes pudimos evitar? Si pudieran hoy defenderse nuestros antepasados, dirían que no sabían que esas pésimas prácticas ambientales o de salud pública generaban tan graves problemas. O que no había cómo controlar a la gente o cómo pagar las obras requeridas para evitarlas, o que tenían necesidades más apremiantes, o que faltaban liderazgo y voluntad política. O, simplemente, que esa era la costumbre de la época. Todo el mundo lo hacía, no se veía mal. Todo era legal y permitido. No más preguntas, por favor.

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l doctor John Fredy Cuervo Suárez brinda a los jericoanos un servicio integral en salud. Él directamente presta su servicio como Médico General con la experiencia de haber atendido innumerable cantidad de pacientes en hospitales de Don Matías, Rionegro, La Ceja, El Retiro, La Unión, y en los dos últimos años en Pueblorrico y Tarso. Además de estar al frente del consultorio que fue de nuestro querido doctor Arcila, el doctor Cuervo Suárez ha entendido que Jericó y los pueblos vecinos requieren atención de especialistas en diferentes campos: pediatría, medicina interna para pacientes con enfermedades crónicas, radiología para tomar ecografías de diferentes órganos y tejidos y tener de inmediato una lectura que permita dar un diagnóstico adecuado; nutricionista que oriente científicamente las dietas necesarias de algunas patologías que presentan ciertos pacientes; en el mes de abril se espera la primera visita de un neurólogo, el ocho de marzo tendremos el optómetra, y así se preocupa el doctor Cuervo Suárez en proporcionar con otros colegas suyos atención especializada en Jericó.

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Cómo desearía uno viajar al pasado y, con el conocimiento que hoy tenemos, influir en nuestros abuelos para que eso que hoy vemos tan grave e irreversible no hubiera ocurrido. Emprendamos ahora un viaje imaginario, pero esta vez 30 años hacia el futuro. Estaríamos de paseo con nuestros nietos, ya adultos, y miraríamos desde el aire (desde nuestro helicóptero familiar hidrógeno-eólico-plegable, cero-huella-carbono) y sobrevolaríamos el (¿otrora?) bello, verde y pujante Suroeste antioqueño. Nos llamaría la atención, porque se vería desde muy, pero muy lejos, un gigantesco desierto que se tragó el paisaje. Se trata de la presa de relaves secos de la mina Quebradona, que entregó sus últimas toneladas de mineral de cobre hace pocos años, hacia 2046. El tamaño descomunal de este depósito de sedimentos medianamente tóxicos, 174 hectáreas, equivale al rectángulo delimitado por la calle 10, la avenida El Poblado, Aguacatala y el Río Medellín. Miro en mis nietos una cara entre rabiosa y triste. Ascenderíamos un poco más, admirando el bello barranco y nos acercaríamos a Jericó. Para luego encontrar el gigantesco hueco que dejó la mina luego de colapsar. Casi tan grande como el pueblo mismo. Abuelo: vemos que insistirás en que todo fue legal, con licencia y con toda la tecnología. Y que ese cobre había que sacarlo.Y que tú no participaste. Pero, seriamente abuelo, ¿cómo pudieron aceptarlo? ¿A quién engañas?

*www.vivirenelpoblado.com

Publireportaje

Que Jericó tenga la posibilidad de contar con un amplio número de especialistas que disminuyan el estrés de esperar una cita dada por una EPS en Medellín, con el costo del desplazamiento del paciente y su acompañante, es un gran favor que nos hace el doctor Cuervo Suárez, además de la propia atención que él brinda como Médico General, toda la semana, de lunes a domingo, de 8 a 5 de la tarde, los miércoles es el día de descanso. Citas se acuerdan a través de los siguientes teléfonos: 32 365 89 94 y 852 33 35. El doctor Cuervo Suárez antes de sus estudios de medicina en la Corporación Universitaria Remington, fue un destacado deportista y entrenador de fútbol, está casado con una docente, es padre de un joven universitario y la hija menor estudiante en Rionegro, donde reside la familia, aunque el enamoramiento por Jericó y el Suroeste quizás los tenga a todos entre nosotros de forma permanente.


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Individualismo jericoano

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l artículo que escribí el mes pasado trataba sobre “juntos”, un lector me preguntó: ¿por qué y para qué juntos? Reflexión que me hizo internar en la maraña sociológica de la “comunidad vs sociedad” para intentar responder a dicho pedido. Para ello me moveré entre lo tradicional y lo moderno, como también entre lo académico y la opinión. Muchos autores de las ciencias sociales y humanas han debatido la entrada de la humanidad a lo que llamamos modernidad. El punto de partida lo sitúan algunos investigadores para el año 1789, la “Revolución Francesa”. Yo, parto de allí, por el interés que me genera el legado atribuído a dicha revolución, a saber: “Liberté, Égalité, Fraternité”, libertad, igualdad y fraternidad. Fue una ruptura social, económica, cultural y política con el antiguo régimen. Los cambios sociales fueron drásticos y el reacomodo al nuevo sistema tardó muchos años. El siglo XVIII es conocido como el siglo del cientificismo, porque las ciencias lograron despojarse de muchos obstáculos para construir conocimiento científico, logrando así avances significativos en la biología, la medicina, la química, etc. La economía y la política también se fortalecen y permiten el inicio de la “Revolución Industrial”. El individuo moderno adquiere más libertad. Ya decide por sí mismo qué es lo mejor para él por fuera de su familia y su entorno. Antes, estaba ligado a una comunidad, que en muchas ocasiones y dependiendo del grado de seguridad, restringía sus andanzas. La modernidad como cambio de mentalidad y la modernización como efecto material de la misma, transforma la cotidianidad y el diario vivir de las personas en Occidente. Dejar de lado al otro, para enfrascarse en una búsqueda del éxito. Sólo es amonestado si infringe las leyes civiles o penales institucionalizadas. Los comportamientos comunales, vecinales y demás se convierten en trabas para el libre desarrollo individual. Creencias e ideologías políticas y económicas dispersan por países y continentes el libre albedrío representado en la idea de progreso y desarrollo, para ello deben de erradicar la comunidad, el pueblo y el vecindario, porque se han convertido en una obstrucción del individuo. Me permito traer un pequeño párrafo de Bauman para continuar con mi discusión: “…Como sospechara Tocqueville hace ya tanto tiempo, liberar a la gente puede resultar indiferente a dicha gente. El individuo es el peor enemigo del ciudadano, como dijo el mismo autor. El individuo tiende a desentenderse, a ser escéptico o precavido respecto del “bien común”, de la “buena sociedad” o de la “sociedad justa”. ¿Qué sentido tienen los “intereses comunes” si no es permitir a cada individuo satisfacer los propios?...” (Bauman Zygmunt. Individualmente juntos. En: U. Beck y E. Beck-Gernsheim. La individualización. 2003) Corroboramos ese pensamiento que le da al individuo la libertad de decidir por encima de su grupo, allí sólo le importa su bienestar por encima del “bien común”. Contrario al presupuesto de “juntos”, el cual nos llama a pertenecer o a estar enquistados en una comunidad o sociedad. El individualismo es el germen que el capitalista necesita para expandirse a todo lo largo y ancho del planeta y así poder reproducirse sin obstáculo alguno.

Quiero aterrizar esta pequeña diatriba individualista en Jericó. Municipio del suroeste antioqueño, que otrora fuese capital de Distrito, pueblo pujante, solidario y rico en cultura, en naturaleza, en aguas y en sus gentes. Conocida como la “Atenas del Suroeste”, ha tenido sus vaivenes a lo largo y ancho de su historia. Hoy, más conocida por su santa Madre Laura, su café y sus carrieles, como también por la intromisión de la minera Quebradona, filial de Anglo Gold Ashanti, que quiere explotar cinco yacimientos de cobre, oro, plata y modbileno en sus montañas. Dicen por ahí que en un primer momento llegaron a hacer estudios diferentes a minería, contrataron gente del pueblo. Más adelante solicitaron permisos para adelantar trabajos de exploración ante las autoridades correspondientes, les fueron otorgados y desde ese momento comenzó una avanzada sin límites para lograr su cometido. Esa unión pueblerina y comunitaria fue bombardeada por el individualismo que poco a poco fue horadando la poca unión que había en el pueblo. Sus argumentos, traer el desarrollo, la modernización y demás. “Que va haber mucho dinero para repartir a diestra y siniestra, mejor dicho, como escribió alguién por ahí, se ganaron la lotería sin comprarla”. Tocqueville dice en la cita, que “el individuo es el peor enemigo del ciudadano”, pongamos dichas palabras en el escenario real: El alcalde por elección popular que tuvo Jericó en 1992, construyó un estatuto ambiental, donde Jericó fue destacado como el primer municipio verde de Colombia. Allí actuaba como ciudadano y en pro de un “bien común”. Pero luego, lo vemos convertido en un defensor de la minera Quebradona, lo cual riñe ética y moralmente con los principios ambientales ofrecidos en su mandato. Pero, él en todo su derecho se reafirma en su individualidad por encima del pueblo que alguna vez creyó en sus palabras. No es el único caso, también permearon rectores, profesores, líderes comunales y políticos. Se aprovecharon de la necesidad laboral de algunos habitantes. Reparten cuadernos y mochilas y aguinaldos. Los incáutos creen que están juntos, pero la realidad es que fueron separados de su entorno y nunca volveran a ser integrados a su comunidad o pueblo. Muchos lograrán acumular dinero y no reconocerán el hueco y el daño que causarán a la montaña y a los demás. La conciencia individualista es egoísta, avara, acumuladora y dañina del medio ambiente y del entorno social. La desconfiaza ronda a Jericó, muchos se mantienen firmes en su lucha por la defensa del medio ambiente, del patrimonio y la cultura jericoana. Unos pocos esparcen ideas desarrollistas que poco tocaran al común. Vivir tranquilo, es vivir junto al otro luchando por “el bien común”.

Juan Gonzalo Marín jgmarin1@gmail.com


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La mujer de nuestro tiempo ante el hombre: de santa o prostituta a amiga

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ivimos una época de profundos y ostensibles cambios, algunos de los cuales tienen que ver con el ámbito de la moral. Pero nuestro tiempo también ha clarificado que así como con la técnica, con las ideas, con la política, etc., las cosas no son eternas y, más bien, están sometidas a procesos de transformación, de igual forma los valores de los que se ocupa la moral son susceptibles de cambios, es decir, hoy sabemos que ninguna moral es única ni perpetua y que las sociedades también en esto se modifican, muchas veces para bien. Hay personas que dicen con voz matizada de lamento: “¡Es que se perdieron los valores!”, y creen que con esto están advirtiendo que todo va para peor. Pero lo que hay que preguntar es: ¿qué valores se perdieron? Porque bien puede suceder que mejor haya que decir: “¡Siquiera se perdieron esos valores!” ¿O hemos de lamentar la pérdida de valores como los que convocaban a los desposeídos a rendirle pleitesía a los poderosos solamente en gracia al dinero de éstos, o que hacían de la sexualidad no conyugal algo maldito y pecaminoso, o que autorizaban a un padre a tratar a los hijos como si éstos no tuvieran derechos de ninguna índole, o que hacían de la virginidad el criterio de la honra y valor de una mujer, o que condenaban a ésta a ser sólo esposa y madre y a estar sometida al mandato inapelable del esposo, o que le negaban a la mujer el desarrollo y el goce de su palabra, su inteligencia y su autonomía, o… etcétera? Seguramente no será difícil ponernos de acuerdo en que antes que lamentar la pérdida de estos valores, hemos de alegrarnos por ello. A este efecto veamos un poco más de cerca el tema de la mujer. Tal vez la única revolución que de verdad se ha llevado a cabo en los últimos siglos en las sociedades de Occidente, ha sido la emergencia de la mujer en el escenario de la historia. Más aún, en los últimos sesenta años la situación social y la condición personal de la mujer han sufrido más cambios –muchos de ellos radicales- que en miles y miles de años anteriores cuando ella estaba atada a la procreación y al matrimonio y sometida a un único destino para realizarse: ser madre y esposa. Ser la mujer de un hombre, tener unos hijos con éste y, en consecuencia, instituir una familia y alcanzar el título de “ama de casa”, era el único horizonte que le confería lugar y reconocimiento en la sociedad. A la par con esto se configuraba una imagen de los géneros que a nombre de que la mujer supuestamente por naturaleza estaba llamada a la procreación y a la crianza, la consignaba en la esfera de la sensibilidad y el sentimiento, mientras que al hombre se le conferían los atributos de la inteligencia y de la acción, diseñándose así no solo una división de funciones, sino dos espacios diferenciados para la realización de la existencia: el hogar para la mujer, la ciudad y la calle para el hombre, de la misma manera que se establecía una escala de valores que situaba al hombre como superior y a la mujer como inferior. El espectro de esa realidad histórica y

social incluía también que el cuerpo y la sexualidad de la mujer fueran propiedad del hombre, sin que ni el deseo ni el goce de ella jugaran papel alguno. Se exaltaba así, como gran valor moral para la mujer, una noción de fidelidad que consistía simplemente en acatar que ella se debía en alma, y sobre todo en cuerpo, al hombre. Ante la mirada del hombre las mujeres se dividían en dos tipos: de un lado, santas la madre, la hermana, la esposa y la hija; de otro lado, prostitutas potenciales o activas todas las demás. Pero un largo y batallado proceso histórico, en el que el rol protagónico lo jugaron las mismas mujeres con sus luchas muchas veces personales, pero desde el siglo XIX cada vez más colectivas, sumado a modificaciones socioeconómicas y políticas, al igual que científico-técnicas y educativas que vivió la sociedad, tales como la instauración del trabajo asalariado para la mujer, la extensión hasta ella de procesos académicos y culturales, la reforma de su figura jurídica en las legislaciones políticas y la invención de procedimientos para la sexualidad como la píldora contraceptiva, cambiaron por completo el escenario de los géneros. Y aunque aún faltan muchas jornadas de lucha para que en la realidad efectiva y cotidiana de todos se materialicen estas transformaciones, ya son irreversibles las conquistas que la mujer ha alcanzado: ella también es inteligencia y acción; su destino puede realizarse pleno de sentido sin que esté obligada a ser madre y/o esposa; su cuerpo es suyo y la decisión sobre los goces y los frutos del mismo están bajo su soberanía; su sexualidad reclama el reconocimiento de su deseo y de las modalidades de su satisfacción; su estatuto como individuo no es el de alguien subordinado, sino el de un igual al hombre; su condición no la determina al silencio, a la abnegación y a la ejecución mecánica de sus labores, sino que ella es voz, criterio y creatividad propios. En fin, hondos e irrevocables cambios ha logrado la mujer y con ellos ha llevado las cosas a un punto en el que los hombres nos vemos llamados y conminados a operar también transformaciones radicales en nuestras propias autorrepresentaciones, en los rasgos que nos deben identificar, en la concepción de los géneros y de sus relaciones, en nuestra sexualidad y en nuestro cuerpo de cara al encuentro con la mujer, en síntesis: en el conjunto de todo lo que somos. Pero estos cambios, como alguna vez señalara Estanislao Zuleta, nos conducen a un logro maravilloso: que no tomemos más a la mujer como santa o prostituta, sino que por primera vez en la historia de este planeta la mujer sea nuestra amiga.

Carlos Mario González

Miembro de la Fundación Cultural Entrelíneas Profesor de la Universidad Nacional. Sede Medellín


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Los apuntaos

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uando eran casi todos los que no sabían leer ni hacer cuentas con papel y lápiz, sino que muchos sumaban, restaban y le ponían los precios a las cosas y la edad a las mulas, los árboles, las enfermedades y a las muchachas en la mente y dejaban los recuerdos escritos en el cerebro, por allá en los tiempos de mi abuelo José María que vivía en el alto de La Mama, apenas comenzaban los tenderos y los oficinistas a llevar los apuntaos. Ahora todo va en listas y en registros, lo que entra y sale (no sean mal pensaos), lo fiao, lo pagado, lo vendido y lo perdido, cuándo nació, dónde estuvo, qué hizo, de qué se enfermó y de qué falleció, así como suena, falleció, o sea, tuvo una falla, la muerte es una falla como la de un motor que deja de andar aunque tenga gasolina y le hayan echado aceite cada mes, es como si morirse no tuviera que ocurrir, según eso, el que falló fue el mecánico, y lo digo con todo el respeto, como se dice ahora, “vea Señor, yo le digo con todo respeto, pero a Usted le quedó mal el trabajito en esos siete días porque aquí nadie debía morirse y la tierra debería crecer como engorda un niño alimentado con leche de vaca negra pa’que todos cupieran sin estorbarse los unos con los otros, o por lo menos Señor, no me vaya a quitar a mí todavía la gasolinita”. Así de alzaos nos hemos vuelto, y eso que no escribo aquí todo en lenguaje moderno, ese que oye uno por ahí: “Uy Parce, revise a ver, como que se le cayó la vuelta”, o dicho más suave: “Oíste gonorrea, no es por ofenderte, o ponela como querás, pero vos estás sobrando, así que perdete, pero fue ya pirobo”. Hay cosas que no se apuntan, o que se dejan por ahí guardadas en las contabilidades secretas, hasta el día en que sacarlas de la oscuridad a la luz pública le sirva al que manda. Y como en tienda de vereda, debajo del mostrador está el cuaderno de los fiaos; así mismo, en los libros de negocios de los partidos y las empresas están los comprados, los alquilados y los idiotas útiles, todo bien guardadito, por si acaso. En este país todo se sabe, pero no le consta a nadie, excepto a los libros secretos. Entonces, siempre nos toca echar mano de lo que todos sabemos porque no podemos esperar a que los libros dejen de ser secretos. Primero: los comprados. Son aquellos que sabiendo para qué los necesitan, se venden; claro que los comprados entienden muy bien que el negocio para el cual se prestan es turbio, huele como agua de alcantarilla, pero como es actividad que todos vemos, entonces le ponen perfume y color: no es engañar al público sino ofrecer un servicio, no es estafar sino vender un producto, no es mentir sino informar, no es asesinar sino ajusticiar, no es destruir sino traer el progreso. Así aparecen esas personas en los apuntes de ciertas empresas y partidos y de todas las mafias: los comprados. En su conciencia, saben que son los vendidos y no se avergüenzan, se creen los vivos que están aprovechando la ocasión.

Segundo: los alquilados. También saben en lo que andan, pero no miran a los lados, porque les da pena que los vean haciendo lo que no harían en otras condiciones, se prestan al trabajo sucio porque creen que no hay nada más por hacer y porque lo que les pagan “no está mal, y uno tiene tantas necesidades, por ejemplo comprar la moto que todo el mundo tiene, y dejar de andar con estas hilachas y darle el bolso a la niña y cambiar ese televisor tan chiquito por uno donde vea la bocaza de gorila del futbolista que marca un gol o los balazos que el súper héroe dispara a Raimundo y todo el mundo, y cómo no comprarle al niño el celular y por ahí derecho cambiar el mío con esa pantalla tan chiquitica y oscura, y cómo no celebrarle como Dios manda los quince a la niña si ya la mamá mandó hacer el vestido y compró los tacones e invitó a los vecinos que uno no puede darles una aguapanela sino un vinito aunque sea, y la tortica y tomarse los guaros y como me voy a vestir así con todo el mundo estrenando y el papá siempre con el saco y la corbata prestada, no no no, uno no puede ser el de menos.” Los alquilados están en las nóminas de las empresas y en los contratos de prestación de servicios de las instituciones. Los alquilados viven con miedo de que los echen, cuidan el patrón, sea quien sea y haga lo que haga el señor o la empresa, y si vieron que por algún lugar está saliendo una suciedad corren a taparla, son especialistas en el tapen tapen, si tienen que aventar a alguien como buenos sapos, lo hacen pa’estar más cerquita del que todo da y todo quita. Los alquilados creen que les cayó la buena suerte haciendo lo que sería mejor no hacer, pero es lo único que hay por hacer y finalmente no les parece tan malo, sobre todo porque los perjudicados son otros. Tercero: los idiotas útiles. No saben dónde están parados ni para dónde los llevan, van detrás de quien les promete alguito y hacen lo que les diga sin preguntarse nada de nada. Hay que tenerles mucha paciencia, abusar de ellos es una bellaquería que a diario cometen empresas, instituciones y mafias. Un día los idiotas útiles despiertan y el mundo empieza a ser mejor. ¿Eso es todo? No señor, también hay otros, son los dignos que también están en las empresas, las instituciones y en sus propios negocios y oficios, no avientan al compañero, lo ayudan; al patrón lo respetan como respetan a todo el mundo, pero no se le arrodillan; entienden las necesidades de la gente y colaboran desinteresadamente, hablan poco, no prometen nada y hacen mucho. Los dignos también están apuntaos en las listas secretas de rectores y profesores, reciben malas notas en conducta porque siempre andan diciendo lo que piensan; a los dignos no los quiere la policía, ni los patronos y menos los políticos tramposos. A los dignos los quiere, respeta y sigue la comunidad, ellos son el motor de la sociedad hacia la solidaridad, la democracia, la paz, hacia la conservación de la vida, ellos nos recuerdan a Jesús de Nazaret, no a Barrabás, ni a Judas.

El primario


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Escribir para quien no te leerá

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a vida era más sencilla cuando nací, en casa no teníamos televisor así que el mundo entró por mis oídos, la música, las historias, el misterio de tierras exóticas llegaban a mí gracias a la radio en onda corta, AM y FM, el encanto principal estaba en la primera señal, en forma de voces que se mezclaban con sonidos como de naves espaciales, chillidos, “scratch” y otros ripios sonoros que de niño cerraba los ojos y viajaba por destellos de luz y rutilantes cascadas, donde sentía el vacío de la caída, vacío que ahora de grande me asalta de vez en cuando en los sueños. Cuando yo era pequeño pasaba el año con dos pares de zapatos, si había un par de más seguro era heredado de algún primo que casi siempre calzaba una talla mayor. Los domingos me daban veinte pesos de ración y con eso me compraba las cosas más esenciales para mi subsistencia: un paquete de mecatos surtidos comprados en la sociedad de cantineros que era un lugar alucinante lleno de estantes con chocolates, bombones, confituras y todo el azúcar imaginable dispuesto en envolturas de atractivos colores que chisporrotean como las canciones de radio rebelde sintonizadas en onda corta en la grabadora “Silver” que tenía la casetera dañada y era el electrodoméstico más importante de la casa; otras veces optaba por las colaciones y los cigarrillos de dulce del toldo de Mariela Macana, quien para mí siempre fue la versión propia de Willy Wonka, de su casa salían los olores más dulces de la vida, tan dulces que hoy en día podrían aliviar de la amargura a más de un niño bribón del pueblo que ahora funge de ser grande. El único afán que tenía era hacer rápido la tarea del colegio para irme al ensayo de la banda de música que dirigía el maestro Rafa, a quien le debo el oficio que ahora me ocupa, mi gratitud eterna por enseñarme la clave de Sol y con ella iluminar mi vida. Nada me quitaba el sueño, el amor no había llegado a hacer estragos, el amor digo, como si fuera el amor el causante, luego vino la desilusión y empezó el aprendizaje, más tarde apareció la primera mujer y entonces ya dejé de ser un niño. En casa teníamos lo necesario y aunque éramos pobres cada que había fiesta comíamos pollo, me tocaban las patas y era feliz, la riqueza estribaba en otra opulencia. Antes de irnos a la cama mi hermana y yo escuchábamos a mi papá leyendo poemas de Juan José Botero o su propia versión de Lejos del nido, cada noche mejorada con los giros que él se inventaba para que no le cogiéramos miedo a los indios; iba al río con los amigos a traer guayabas, tomaba agua de la quebrada de Puente Sucre, la leche llegaba a casa recién ordeñada, el pan más delicioso del mundo lo hacía Berta Ceballos, las mejores roscas y tortas las hacía su hermana Ofelia, quien también leía el Tarot y vivía en una casa gigante a la que me dejaba entrar y siempre me regalaba recortes de su parva o roscas quebradas a cambio de traerle mandados de la tienda: - “ Vaya dónde don Gerardo y le dice que me mande cinco pesos de manteca y que me los apunte “-, al oír mi razón el tendero abría un tarro cuadrado de lata en el que se leía: manteca de cerdo, y metiendo una cuchara gigante extraía un material blanco cremoso y lo envolvía en un pliego de papel parafinado, le hacía un torniquete a las cuatro puntas y salía el niño corriendo con el mandado que a pesar de lo cerca de la casa, al llegar ya le escurría manteca por los codos. Había tiempo para todo, no usaba reloj, nadie se moría y si moría pues no dolía y la vida seguía su cauce, la única enfermedad que me acongojaba era el asma y con aceite de tiburón y escarabajos de maní hervidos en leche me sané.

De pronto me hice grande y ahora nada es sencillo, la vida es la vida pero fui educado para sentirme agobiado y eso que bailo, canto y escribo y en noche de plenilunio le ladro a los fantasmas, también viajo y le hago carantoñas a la soledad y eso que soy soltero y no me quedé en la primera mujer aunque sigo habitando el primer beso, y le coqueteo a las muy feas y en ocasiones me le hago el pendejo a las dizque muy bellas, para mí salud ignoro a los arrogantes y vuelvo invisibles a los arribistas, escribo canciones para repartirlas a los amigos no para ganar premios o presumir aplausos. Y pese a tener el asunto tan claro el dolor de patria no me deja, ni la valeriana me sirve, ni la flor de saúco hervida con botón de pino y otras pócimas alegres de las que he sabido dar cuenta. No soy un hombre que puede ofrecer dinero o empleo, ni fijar vallas en la montaña para hacerme notar, tampoco tengo una doctrina que infundir, solo soy una persona ínfima, fácil de olvidar y proclive a desaparecer, pero con la convicción de que si no reflexiono entonces no tendría sentido que me arriesgara a escribir para quien no me leerá, lo único que puedo hacer es invitar a pensar, para advertir que esto está mal y tiende a volverse peor, que no ganamos nada con el progreso económico si no tenemos progreso moral. ¿Con qué cara hablaremos de futuro si no hemos podido convivir en este presente? La vida era más sencilla cuando nací, ahora que se complicó me toca el trabajo de hacerla sencilla, está en mis manos la transformación, me siento obligado a reflexionar de una manera que antes no era necesaria, y recordarnos que estamos distanciados, la esencia de las cosas cambió, requerimos de una nueva fuente de pensamiento qué nos comprometa y agrupe en la búsqueda del bien común.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa carloscantante@gmail.com


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Negocios

n el transcurso del 26 de mayo de 1626, corridas las primeras horas de la tarde, se llevó a cabo una de las transacciones más famosas de la historia. En aquel día, Peter Minuit compró la isla de Manhattan pagando un valor equivalente a 24 dólares. Ya numerosas crónicas han ilustrado con cierto detalle la forma como el comprador, por esos tiempos director general de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, reunió objetos de manufactura, herramientas, pólvora y rifles hasta sumar sesenta guilders holandeses, precio a pagar que nadie consideró irrazonable. Posiblemente al dar por concluido el negocio, los antiguos habitantes de la isla se sintieron muy satisfechos al venderla, siendo para ellos un trato muy favorable. O quizá Peter Minuit, dando un último vistazo a la pantanosa isla poblada de mosquitos, se sintió arrepentido o un poco engañado; jamás lo sabremos con certeza, pues el trato una vez cerrado, se lleva a las páginas de la historia, así nada más. De eso se trata el difícil arte de la negociación, definirlo totalmente llevaría muchas páginas, pues la historia del intercambio se remonta a los orígenes de la sociedad misma; frente al comercio agrícola, el tratado bélico o el acuerdo cooperativo, siempre existió una negociación y podríamos decir que gracias a la continua necesidad de negociar nos hemos hecho muy exigentes. La diferencia entre un buen o un mal negocio puede representar la supervivencia de personas y pueblos. Otro ejemplo como el descrito al iniciar este artículo, es aquella gris negociación recordada por los colombianos cuando perdimos Panamá. Ambos casos nos hablan de lo fatal que puede ser el desequilibrio en el resultado de un negocio. Sin embargo, existen negocios cuya fatalidad es parte misma del acuerdo. El contrato minero a través de los años ha apropiado la terrible característica de ser fatal y en ocasiones letal para una de las partes; no obstante, dada la necesidad por el uso y usufructo de los metales, grupos sociales y económicos han convivido con la oscura nube que envuelve a la minería.

El 25 de enero de 2019 se rompe una represa de relaves mineros y arrasa a Brumadinho, en el estado Minas Gerais de Brasil (en la foto), causando la muerte de 250 personas y 20 desaparecidas. Antes, 5 de noviembre de 2015, en el mismo estado Minas Gerais, dos represas de relaves se rompieron y sepultaron con lodos tóxicos el poblado Bento Rodrigues, dejando 19 muertos y daños ambientales irreparables.

Compra de la isla de Manhattan

Resulta inquietante tomar como ejemplo ilustrativo explotaciones en gran escala en países del África, porque siendo tan obvio el desequilibrio de los tratos bajo los cuales países ofrecieron su suelo y su mineral, sólo vieron un agujero enorme y una perversa contaminación. Tanzania, Namibia, Congo, Zimbabwe, Uganda, Sudáfrica, son sólo algunos puntos en la ruta de la vía minera, son testigos de una fiebre que aún no enferma a Colombia. Esta “sudafricanización” del ambiente económico y contractual es fatal para nuestro país. Los verdes y fértiles campos sobre los cuales se establecen pueblos y comunidades no admiten explotaciones desbordadas como las observadas en África y Asia donde aparece como un espectro recurrente la AngloGold Ashanti. Vistas desde el aire describen fielmente la incontenible avidez de este engendro corporativo cuyo paso implanta un rastro de depredación bajo el cual vive el habitante local siempre en la miseria. Se acerca la hora de definir una licencia que puede arrojarnos al abismo de una explotación minera repugnante. Hoy poseemos un suelo propio el cual podemos asimilar sin equivocación a muchas imágenes hechas por artistas para representar un paraíso: vegetación exuberante poblada de aves cuyos colores vuelan por el aire limpio. ¿Vamos a cambiar este regalo de la naturaleza por cavernas mineras, nubes de polvo, aguas envenenadas y abogados internacionales?... ¡MAL NEGOCIO!

Bernardo Arbeláez


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