CULTURA
Paseos por Madrid Elogio del caminante solitario
Advertencia preliminar Este artículo fue escrito poco antes de la era de la pandemia Covid-19. Lo envío con la esperanza de que vuelva lo antes posible este mundo perdido. Introducción El paseo por la ciudad es una pasión literaria. Azorín hace casi cien años publicaba un libro con el sugestivo título "Andando y pensando. Notas de un transeúnte". Esta pasión también arraigó en dos médicos escritores: don Pío Baroja, en sus crepusculares "Paseos de un solitario. Relatos sin ilación" (1955) -recuerdos de su exilio en París durante la guerra civil y su estancia en la Casa de España- , y don Carlos María Cortezo (1850-1933) en el soporte de sus memorias íntimas "Paseos de un solitario" (1923). Mercedes Cebrián (Babelia, 28-5-2016) ha reseñado una bibliografía mínima del paseo narrado en la que destaca el libro de Rebecca Solnit "Wanderlust. Una historia del caminar" ( 2015). Antonio Muñoz Molina en su heteróclita obra "Un andar solitario entre la gente" (2018) camina por la ciudad y anota lo que oye y lo que ve, ráfagas de conversaciones, titulares de la prensa, anuncios
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publicitarios, cualquier escrito callejero. Para Álex Cerrudo es un síndrome de Diógenes literario, un cúmulo desordenado de palabras, escritas a lápiz en un cuaderno o registradas en el móvil. El crítico Jordi Gracia (Babelia, 10-3-2018) afirma que se trata de una "novela estructurada en forma de diario personal, el cuaderno de campo donde el antropólogo registra lo que ve, lo que escucha y lo que siente". No es fácil definir este libro ¿una novela, un libro mosaico, un collage, un rompecabezas? Es , dice Jordi Gracia, el caminar de un espía callejero, un agente secreto de las vidas ajenas que recoge las voces, los ecos, los rumores de la gente de Madrid. Además el autor rememora de forma cautivadora los paseos y la literatura de Edgar Allan Poe, Thomas de Quincey, Baudelaire y Walter Benjamin. Sin embargo, en mi opinión Muñoz Molina se olvida de los olvidados, los mendigos de las esquinas, las aceras, sentados o tumbados, mostrando sus relatos escritos en cartones con sus desgracias y miserias y que nadie mira ni ve. Vida del paseante.Teleología del paseo solitario El paseante en Corte
Jardines del Campo del Moro
es el que parece ir a alguna parte sin ir a ninguna, el paseo del holgazán, hoy quizás en decadencia en un mundo instantáneo y superficial. El caminante que camina para "buscarse a sí mismo" es un eco del pasado. El flâneur (término francés que significa paseante callejero) , un viajero a pie , sin destino fijo, que guía sus pasos al ritmo de la ciudad, es un tipo literario del siglo XIX exaltado por Baudelaire. Sin embargo, para el escritor y ex ministro de Cultura César Antonio Molina caminar es la mejor forma de pensar, un estado de ánimo, una meditación ("Todo se arregla caminando", 2016) La penetrante escritora Rosa Montero afirma que "caminar mueve literalmente el mundo" y su pasión es andar, una manera profunda de pensar (EL País Semanal, 12-4-2015) Por tanto, el paseo no es solo un oficio para curiosos y vagantes, es una delicia
¡abandonarse libremente a la contemplación! para las personas cultas. El caminar es nuestro destino, para Antonio Machado "no hay camino se hace camino al andar". ¿Pero se puede dar la vuelta al mundo a pie? Ignacio Dean, un español de 35 años de edad, ha dado por primera vez la vuelta al mundo andando, en la estela de otro español Juan Sebastián Elcano, primero que circunnavegó la Tierra. Dean, a pie, en solitario, sin asistencia, durante tres años, recorrió 33.000 kilómetros, cuatro continentes y treinta y un países ("Libre y salvaje, La gran aventura de la vuelta al mundo a pie", 2017) La luz de Madrid Madrid, además de su gente, tiene otra fascinación : la luz de su cielo. El paseante adora el milagro de la vida cotidiana, los amaneceres y atardeceres madrileños. La luz del ocaso amarillenta, que se