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LA PIEDAD DE MIGUEL ANGEL
La Piedad se clasifica como un conjunto escultórico de bulto entero o redondo. Se dice que es un conjunto escultórico porque alberga más de una figura, mientras que bulto entero significa que permite un desplazamiento visual alrededor de la pieza.
Llaman especialmente la atención las diferentes texturas creadas a través del modelado diferente y minucioso en cada zona. El mármol en la Piedad ha sido modelado de diferentes formas. Los pliegues de las telas en la parte inferior de la obra tienen mayor volumen, lo que da estabilidad.
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El tratamiento del ropaje y sus pliegues en la parte superior es comparativamente mucho más suave y pulido que la parte inferior. Esto permite que la luz resbale por la superficie y creando más delicadeza.
La Piedad es la única obra que Miguel Ángel firmó. La razón la encontramos en una anécdota narrada en el libro de Giorgio Vasari sobre Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos.
Un día, llegó a oídos de Miguel Ángel el rumor de que un tal Gobbio, de Milán, había esculpido la magnífica obra de la Piedad del Vaticano. Indignado por la falsa atribución, y a fin de despejar cualquier duda, esa misma noche Miguel Ángel grabó su nombre en el cinto que atraviesa el pecho de la Virgen María.
En la escultura de Miguel Ángel, María no es el despojo de un alma sufriente. María no consiente convertirse en víctima ni cuestiona su fe. Por el contrario, “carga” con su realidad, acompaña a su hijo, contempla el misterio incomprensible del martirio.

La piedad significa que la armonía, el equilibrio y la belleza se vuelven metáfora de la espiritualidad cristiana consagrada. Esta espiritualidad es interpretada por el escultor desde una lectura filosófica muy propia del Renacimiento, que ve el dominio propio como elemento de razón y como prueba de fe.





