Tierras de Alcalá (El Valle del Henares I)

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Tras esta preparación de dos años el objetivo era conseguir el título de bachiller en Artes, en los que se estudiaba durante cuatro años las Súmulas, Lógica y la Filosofía Natural y Metafísica de Aristóteles. Una vez alcanzado el graduado en Artes se podía ingresar en una Facultad Mayor, la más prestigiosa era la de Teología donde recibían lecciones de las Sententiae y la Biblia. La de Medicina suscitó pronto gran interés, especialmente por el cualificado profesorado que impartía las lecciones, como el Doctor Vallés, médico de Felipe II y a quien S.M. denominó “el divino”, por las claras mejoras que le aportaba en su tratamiento contra la gota. De este doctor hay recuerdo en la ciudad, destacando la placa que en la calle Santiago recuerda donde habitó. Tras cuatro cursos en estas facultades se examinaban los estudiantes para obtener el grado de bachiller y con dos años más conseguían el grado de licenciado, optando algunos por proseguir con el doctorado. Todos estos años los pasaban los estudiantes con una constante dedicación al estudio que comenzaba todos los días a las 5 de la mañana y acababa a las 8 o las 10 de la noche dependiendo de la estación del año. Por las mañanas de 7 a 11 se daban las lecciones magistrales, que consistían en la lectura detenida de los textos y los comentarios por parte del profesor que los estudiantes debían tomar al dictado y después un tiempo de discusión, defendiendo y rebatiendo ideas y argumentos, por la tarde, tras la comida, hacia las 11, se volvían a impartir lecciones de 1 a 5 y después se volvía al estudio en los colegios, sólo interrumpido por el tiempo de la cena, hacia las 8 de la tarde. Únicamente el domingo cambiaba la rutina, pues se dedicaba el día al repaso de las lecciones, de las que se podían comprar copias manuscritas, y a los Comentarios o actos de conclusiones, un buen entrenamiento para la disputa dialéctica. Pero esta vida del colegial no era tan austera como pueda imaginarse porque las irregularidades y los incumplimientos de las normas eran casi constantes. Además, no todos los estudiantes estaban en las mismas condiciones en su estancia en Alcalá, lo que muy pronto derivó en injusticias y en la formación de bandos entre éstos, donde los grandes privilegiados eran los prebendados del colegio Mayor de San Ildefonso. Estos estudiantes vivían en el colegio mayor con una beca, y solían pertenecer a familias nobiliarias lo que les permitía tomar a su servicio a pajes y criados. Otros estudiantes vivían en colegios menores seculares gracias a una beca que durante ocho años les proporcionaba comida y alojamiento. Estaban también los estudiantes que debían pagarse la estancia y que habitualmente no vivían en los colegios, excepto los que podían permitírselo, conocidos como porcio-

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ALCALÁ

DE

HENARES


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