Transmigración

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Tan sólo Ideas… Dirección Frontal. Alejandro García Rueda

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Héroes de carne y hueso. Alejandro García Rueda

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Hombres...no todos son iguales. Isabel Ochoa

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Los números no mienten...pero ¿Sienten? Claudia López

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De la melancolía a la Acción. Aureliano Castillo

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Evoluciones. José Carlos Lerín

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Honor, a quien honor merece. Ana Gabriela Madrigal

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Hombres. Mónica Madrigal

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Machismo y Violencia de género. Mariana Marrufo

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Reunión de terror. Angélica Nieto

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El terrible cartón de Ivan. Ivan Mar GALERIA FOTOGRAFICA

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OBTURADOR ABIERTO Liz Gil

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REALIDAD ALTERNA Deisy Reyna PORTADA Paola Sánchez Orozco


Tan sólo Ideas… DIRECCION FRONTAL ¡Hombres! ¡Todos acostumbrados a la loca idea de no reconocer si quiera un ápice de falibilidad! Aunque estoy generalizando, es curioso darse cuenta de que los amigos, los familiares y los conocidos se desempeñan bajo esta misma “regla”. Nos cuesta expresar los sentimientos; los omitimos, suprimimos o callamos, algunos suelen poner grandes lozas de responsabilidad en sus hombros sin saber que comienzan con ese vicio autodestructivo que posiblemente no gusta tanto, pero alimenta el ego inmaculado de cualquier aspirante a “macho alfa”. ¡Estamos al borde de un ataque! ¿Cierto? Pero hoy Revista Transmigración busca cambiar la percepción. En la nueva revista digital, materializamos este número a partir de una idea interesante: La de una distinguida colaboradora que sugirió “rescatar el día a día de hombres que luchan y trabajan por cumplir cabalmente con sus obligaciones y responsabilidades con su familia, con su trabajo, con su sociedad en general, y que en muchas ocasiones dejan al lado sus ideales personales por ser el sustento”. En el presente, ser hombre significa algo más que salir de una cantina con los amigos; para ser hombre no es necesario salir de un burdel con la frente en alto tras sucumbir al apetito carnal. Hoy denominarse “hombre” no es cuestión de convencionalismos o de género propiamente dicho. Para Transmigración es importante tomar la fotografía de los hombres que nos rodean, de aquellos que se convierten en un referente de honestidad, compromiso, entrega y bondad. Los tiempos han cambiado; para la “vieja guardia” el concepto actual de la palabra “hombre” ha perdido peso, todo por esa reprogramación necesaria que lleva a un sector del género masculino a asimilar su realidad desde una perspectiva completamente diferente. Hoy los nuevos hombres son el punto de apoyo de prácticamente la mayoría de las mujeres; acarrearon para sí esa responsabilidad sin pensar estrictamente en una retribución. Este mes lo dedicamos a “ellos”, entes capaces de evitar pensar en no estar equivocados, a seres con el criterio suficiente para hacer a un lado su sistema de creencias en tiempo presente. Este mes, espera a ser sorprendido.

Atentamente Alejandro García Rueda Director Revista Transmigración


Héroes de carne y hueso.

Tiempo de Sobremesa

Aprendiendo de Emiliano Emiliano Zapata Salazar trasciende a los billetes, a los modernos movimientos indígenas y a los que lucran con su imagen; me atrevo a considerarlo así: un hombre de su tiempo. Se vio rodeado de mujeres durante la revolución, manejó a un ejército sin instrucción militar propiamente dicha y sentó acuerdos necesarios para la época, cosa que realmente se notaba difícil dado que el entorno no era el mejor. ‘Miliano’ -como le llamaban sus hermanos -fue un hombre que supo discriminar en su justa medida lo público de lo privado, prueba de ello es el hecho de que su fiel esposa mantuvo su relación a sabiendas de sus amoríos; Josefa Espejo lo dejó todo por la causa. El Caudillo del Sur sin lugar a dudas se muestra a sí mismo como una persona muy especial. Su valía, para nada marchita, se forjó tras generar el cambio a partir del descontento generalizado; fue un hombre de fe, de constancia. Como todos, víctima de sus excesos y sus arrepentimientos por la causa. En el caso de Zapata Salazar, tanto su valor como su hombría en sí no estuvieron supeditadas en su totalidad al uso del rifle o a sus habilidades, por todos conocidas, como jinete, sino en su sagacidad, en la apertura para hablar de equidad en aquellos días. La historia la escriben los vencedores y regularmente son hombres. Las mujeres de las luchas sociales son casi siempre imperceptibles, pero a las del movimiento zapatista, su líder se encargó de no olvidarlas. Baste traer del baúl de los recuerdos en sepia una iniciativa de ley poco usual para los tiempos que corrían: En la iniciativa se consideraba un mecanismo que emanciparía a las mujeres de las ataduras cruentas del entorno marital. La ley nulificaba por completo en las actas de nacimiento las diferencias entre hijos legítimos, naturales o espurios, porque estos calificativos solamente sirven para denigrar y empeorar la situación social. Nos declaramos hombres porque el género lo coacciona, pero nada más; haciendo un viaje a la actualidad, podemos darnos cuenta de que hoy seguimos desarrollando nuestras actividades bajo el ojo paternalista del Estado, nuestras reglas pertenecen al siglo diecinueve, mientras mentalmente estamos en pleno siglo veintiuno. Tenemos cuentas pendientes, las debemos desde hace 100 años más o menos. Es la misma historia del “Atila del Sur” la que nos enseña que ser hombres significa algo más.

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Nada hemos aprendido Justo ahora hemos olvidado lo importante que es tener héroes de carne y hueso, el valor de éstos aumenta con mayor razón en un ambiente poco propicio como el que pasamos actualmente, lleno de intolerancia y violencia. La historia que se enseña en los libros de texto se muestra reacia a cambiar; los líderes revolucionarios que clamaban por “Tierra y Libertad”, que proclamaban encendidos por la ira el sufragio efectivo y la no reelección en México, no pueden hasta el momento ser seres mundanos, todo gracias a que su imagen casi inmaculada fue creada a partir de una mezcla entre actor y personaje; lo que lleva irremediablemente al público a mitificarlos como dioses. Un pueblo como el mexicano no puede vivir de glorias pasadas, mucho menos de cuentos de ciencia ficción: Personajes como Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y Doroteo Arango también tuvieron una vida más allá del campo de batalla. Ni buena, ni mala, simplemente tan complicada y humana como cualquier otra. Los héroes de carne y hueso cometen errores, sucumben a los placeres carnales, tienen encuentros, desencuentros, frustraciones, miedos; tienen un lado oscuro como cualquier mortal, porque son seres humanos. En dos mil once, sin sombreros, carrilleras, cañones o carabinas, salen a la luz los nuevos héroes anónimos: esos hombres verdaderamente valiosos para la nación que se manifiestan en la constante migración hacia Estados Unidos, en la búsqueda de “una vida mejor”; los rostros del estallido social se hacen presentes en los jóvenes que claman por una oportunidad laboral, en la sociedad que puja por un sistema jurídico mucho más eficaz, y en el incremento del comercio callejero e informal generalizado, entre otros.

Para Concluir En nuestros días, el hombre cabal se adueña del micrófono, critica desde el púlpito, utiliza la lógica y emprende variados discursos. Este héroe al final de la jornada confronta a otros con sus responsabilidades, entra a un nuevo orden cultural fortaleciendo con su accionar a la familia como núcleo de la sociedad. Como actor social habla por sus actos, por sus victorias, por sus derrotas, además de hacerlo a través de lo que ha aprendido de ellas más allá de la posterioridad de los hechos. En resumidas cuentas, el hombre vive, trabaja y se relaciona con la mentalidad esperanzadora que se repite a sí misma lo siguiente: Cada uno es capaz de asimilar el cumplimiento de cierta misión, prodigando un bien a la comunidad, acercándose cada vez más –a partir de sus ideales –a lo real.


Ilustraci贸n por: Ana Paula Tello.

Twitter: @RealAleGarcia @AzoteaOficial Facebook: http://www.facebook.com/pages/Alejandro-Garcia-Rueda/343310899017?ref=ts

Por: Alex Garc铆a @RealAleGarcia

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Hombres…no todos son iguales

Fotografía por: Deisy Reyna. Siendo el primer habitante de la tierra, la pericia lo acompaña; mas los errores le persiguen constantemente como a cualquier otro ser humano. Entre sus contradicciones: es apoyo pero martirio de la mujer, sostén pero desertor de familias, generador de vidas pero ladrón de muchas. Los representantes del sexo masculino tienen un largo historial en su haber, muchos mitos y creencias en cuanto a su proceder, y una de las más comunes es que: “Todos los hombres son iguales”. Escribir sobre hombres y su sentir resulta un tanto trabajoso para una mujer, al igual que lo sería en caso contrario, donde el hombre fuera el escritor y la mujer el tema. No sé si sea cierto eso de que los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus; esa tal vez sea solo una excusa que usamos ambas partes para dar respuesta a las interrogantes que, por falta de comunicación con el género contrario, nunca logramos resolver. Lo cierto es que, no sé a usted, pero en vista de todo esto, a mí me encantaría hablar el lenguaje de Marte aparte del “venusino”… ¿y a qué mujer no? Esa sería la gran solución a todos los problemas de pareja, laborales y demás. La concepción de que los hombres son hechos por el mismo “molde” es una generalización bastante errónea (además de sexista), que quizá muchas mujeres adoptan luego de sufrir alguna decepción amorosa; la verdad es que es imposible que alguien sea totalmente igual a otra persona (aun siendo del mismo género). Esto se entiende, bajo la concepción de Freud de que cada persona es distinta, porque cada persona genéticamente es distinta, tiene historias distintas, deseos e intereses distintos y por ello es imposible que una persona sea igual a otra. Las actitudes de los hombres, así como las de nosotras las mujeres, son en alto porcentaje respuesta a la crianza o sistema de valores recibido. Por ejemplo, muchos hombres (la mayoría) son educados para reprimir sus sentimientos, para que ese sentir que llevan dentro –nunca, si es posible –se dé en manifiesto a flor de piel, y es esa una de las piedras angulares del funcionamiento de su conducta. Muy bien lo explica la trama de la serie de TV “El Sexo Débil”, quienes nos dicen que “Para aprender a ser un hombre hay que aprender a ser humilde, a mostrar los sentimientos, atreverse a pedir perdón, aceptar los errores. Para llegar a ser un hombre, primero hay que dejar de ser macho, y que mientras no dejen de ser machos seguirán siendo… el sexo débil”.

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SEXO DEBIL


Vistazo Venezolano Es imposible hablar sobre el hombre sin dirigirse hacia la mujer; la verdad aquí es que ninguno de los 2 logra “ser” de forma independiente, ambos son complementos uno del otro y para que logren existir en plenitud necesitan estar juntos, eso es lo que manda la naturaleza, y ¿quiénes somos para llevarle la contraria? ¿Qué es lo que define a la mujer como el sexo débil? Básicamente esa creencia viene por culturas, y además de eso es muy antigua y se puede tildar de retrograda. Es claro que físicamente la mujer es mucho más débil que el hombre, pero ahora las mujeres hemos demostrado que débiles no somos; un ejemplo de eso es que parimos, nos depilamos, llevamos adelante la familia y le agregamos a eso el trabajo. Hoy la mujer ha abarcado muchos ámbitos donde antes no tenía cabida y hoy ha logrado una posición privilegiada en la sociedad. Muchos hombres se sienten inseguros; como típicos “machos” se sienten inseguros ante una mujer exitosa y no soportan la competencia. Es cierto que antiguamente, y hasta hace relativamente poco, el hombre era indispensable en el hogar y en la familia, primordialmente por el mantenimiento (económico), así como también de manera representativa como un pilar fundamental. Ahora todo ha cambiado señores, la mujer ha descubierto y peleado una independencia en todos los sentidos y ha puesto al “Macho” en apuros, este debe renovar y cambiar su machismo por modernismo. A todos aquellos transmigrantes del sexo masculino que hoy nos leen, yo como mujer les invito a que más que machos sean caballeros, dejen atrás los temores, la inseguridad, la competencia y… ¡quiéranos!

www.argostv.com por Isabel Ochoa @IsabelOchoaB 05


Los números

no mienten…

…”Un objeto de estudio con fronteras todavía no talmente definidas nos obliga a saber leer los datos producidos por las distintas disciplinas además de la propia, llegar a las mismas con un espíritu libre de preconcepciones, profundizar en el análisis crítico, no quedarse en la superficie de los datos… tener siempre presente que el estudio de la masculinidad es multidimensional y en varios planos (del individual al social). Una tarea compleja pero estimulante” Nelson Minello Martini (1) Si bien es cierto que lo más preciso que puede haber en el mundo son los números, ellos nos proporcionan puntos de referencia y análisis que sustentamos con base en nuestros conocimientos sobre situaciones cotidianas, reales y, sobre todo, humanas. Este análisis cualitativo es el que realmente nos presenta la fotografía nítida y la fidelidad del sonido de la forma en que percibimos y sentimos. Ahora partiré de datos duros(2) para expresar lo que me hace reflexionar acerca de los varones; pero antes, quiero indagar en un concepto que de tanto ruido que me hace siento la necesidad de encontrarle una justificación que satisfaga mi sentir y que diste del valor que se debe dar a la mujer.

Nelson Minello

Equidad de género: Se refiere a que mujeres y hombres tienen derecho a acceder con justicia e igualdad al uso, control y beneficio de los mismos bienes y servicios de la sociedad, así como a la toma de decisiones en los ámbitos de la vida social, económica, política, cultural y familiar; además, también se considera a la aceptación de las diferencias entre hombres y mujeres, y la aceptación también de derechos, buscando el ideal de un equilibrio en el que ninguno de ambos sexos se beneficie de manera injusta en perjuicio del otro; para completar ambas definiciones el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo agrega: “La igualdad entre los géneros es un pre-requisito del desarrollo y un asunto fundamental de derechos humanos y de justicia social”. Los anteriores me resultan conceptos muy intensos para limitarse a la convivencia social; al escuchar “equidad de género” me hace pensar en los varones (a diferencia de la mayoría de las posturas que después de plantearla abordan cuestiones referentes a la igualdad o desigualdad de la mujer), que dentro del grupo social se les refiere como el sexo fuerte, el que tiene todos los derechos, el que toma las decisiones y tiene el poder; pero la referencia que viene a mi mente es el hombre que tengo al lado, enfrente, atrás, al vecino, al que es parte de mi familia, al que es pariente, al que es mi colaborador, al que es mi amigo, al que me da servicio en la oficina gubernamental, al policía que me saluda al entrar al banco, al mesero que me atiende, al agente de tránsito que me da el paso, a mi proveedor, incluso al que es mi alumno… Todos ellos me hacen reflexionar sobre su desarrollo personal, sobre la idea que tengo de desarrollo –crecimiento integral constante con base en el gusto y amor por las actividades que se realizan –y entonces me doy cuenta que en pocos hombres existe desarrollo tal, porque socialmente hemos generado una gran carga en ellos que los hace luchar día a día por cumplir con sus obligaciones y responsabilidades, dejando a un lado sus ideales y sueños; sometiéndose a condiciones familiares y laborales impuestas que difícilmente pueden modificar, porque en la búsqueda de mejores condiciones para su familia se autoexplotan trabajando, condición que les impide disfrutar aquello por lo que trabajan, su familia; en tanto, el trabajo cada vez le exige más tiempo y capacidad. Estas condiciones le impiden disfrutar de la vida social con amigos (porque, además, en caso de tener tiempo, es el que le quita a su familia), con parientes e incluso disfrutar cosas tan sencillas como ir al cine, a caminar por la ciudad o dedicarse tiempo a sí mismo. Prácticamente detrás de la máscara social, laboral y los números, se esconden sensaciones, sentimientos y ganas de vivir. El 76% de la PEA(2) son hombres; indudablemente, aun son los responsables del sustento en los hogares, que conlleva obtención de ingresos –a costa de la disminución de tiempo con sus familias –, búsqueda de ingresos adicionales a su sueldo base, deterioro de la salud, principalmente por acumulación de estrés y falta de solventación de sus necesidades personales. Conozco a varones que son empleados de mas de dos empresas o instituciones, aquellos que tienen un empleo y realizan otros trabajos de forma independiente; empresarios que cada vez diversifican su oferta, profesionistas independientes trabajando en ocho proyectos a la vez, vendedores con diversidad de productos y servicios que ofrecer. Hombres que no se pueden dar el lujo de dejar una de sus actividades porque repercutiría en el pago de hipotecas, colegiaturas o incluso en la disminución del nivel de vida que han proporcionado a su familia.

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pero

¿Sienten?

Situación conyugal de varones: 17 millones casados, 6 millones unidos, 400 mil divorciados, 800 mil viudos. Considerando que la población de varones en el país es de 55 millones y que 10 millones son menores de 19 años entonces tenemos que el 80% de ellos son responsables de una familia (ciertamente lo que nos dicen los números es que los hogares que tienen al frente a una mujer son el 20%), personas que tienen que buscarle 30hrs al día para poder realizar sus sueños en caso de aún tener la convicción de alcanzarlos; el comprarse un libro, música o inclusive un par de zapatos extras se convierte en un lujo. Algo interesante que me encontré es que hay dos millones de viudas, lo que refuerza mi postura del desgaste del hombre tanto físico como emocional que lo lleva, literalmente, a la muerte. El porcentaje de la población varonil de 24 años y mas con algún grado aprobado en estudios superiores es de 19%. Este porcentaje es por demás bajo, pero refleja la falta de educación que presenta el país ( tema de otra materia, razón por que considero la causa principal de nuestra situación política social y económica); lo que llama mi atención es que para las féminas la cifra es de 16%, lo traduzco como que la mayoría de los hombres son responsables de una familia en la cual la mayoría de las mujeres tienen mayor escolaridad que ellos, en otras palabras, social y moralmente el varón se ve orillado a olvidar sus aspiraciones universitarias o bien abandonarlas en caso de haber comenzado con ellas, lo que más adelante le presentará dificultados para obtener mejores sueldos y volvemos a situaciones anteriormente mencionadas; tiene que buscar diversas fuentes de ingreso.

(1) (2) (3)

Fotografía por: Elizabeth Fernández Gil.

Las horas trabajadas a la semana por hombres de la población ocupada (en promedio) son 46. Requiero del apoyo de cifras alternas para plantear mi postura: la tasa de participación del hombre dentro de la población en edad de trabajar corresponde a 76%; así me llega: los varones comienzan su actividad laboral desde muy temprana edad, probablemente muchos por gusto y muchos por obligación (de mantener una nueva familia o contribuir económicamente a la que ya pertenecen) y a partir de ahí, la mayor parte de su día, y de sus días, las dedican al trabajo; en tanto más van creciendo, más les va exigiendo el trabajo, de tal forma que en su edad más plena se enfocan al trabajo, dejando a un lado el esparcimiento, la cultura e, inconscientemente, a la familia. Trabajo de 46 horas a la semana, fríamente, me parece poco, pero cuando analizo eso de “promedio” y conociendo que la edad promedio del hombre dentro de la PEA es de 38 años, identifico claramente que existen muchos jóvenes trabando y otros tantos adultos mayores que, ambos por su condición, en innumerables ocasiones trabajan algunas horas a la semana o bien tiempos parciales; lo que me hace reflexionar en que los varones que se encuentran alrededor de ese promedio de edad fácilmente trabajan alrededor de 55 h a la semana.

Estoy lejos de victimizar o santificar; me apego a lo que realmente significa la equidad de género, oportunidades iguales para todos, pero no sólo en el ámbito laboral, político o económico, sino también en el ámbito del desarrollo personal, del desarrollo humano en cada individuo. Será que por eso le huía tanto al concepto, porque fui educada y formada en un ambiente de igualdad, en donde se vieron limitados sueños, pero por ambas partes, en razón de un fin común y que en el momento que se alcanzó, cada uno en lo individual siguió (sigue) su desarrollo y evolución personal siempre siendo una pareja. Aún así, sigo pensando que nosotras, las mujeres, llevamos una carga emocional bastante pesada: nos toca apoyar, exigir lo necesario, cuidar los interés en común, contribuir, hacer que nos apoyen, amar y hacer que nos amen, motivar al logro de sueños, y hasta cuidar la salud física y emocional de nuestra pareja; en tanto vamos aplicando cada una de éstas acciones, sólo nos queda agradecer al Creador por los hombres que ha puesto en nuestra vida que nos aman, apoyan, cuidan y que solo están con nosotras por el simple hecho de existir.

Centro de estudios Sociológicos. El Colegio de México. INEGI, Información Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENEOE), MX. febrero 2011 PEA población económicamente activa

Clao López @ClaoLopez http://tahuiiland.blogspot.com/ 07


CINENTENDER

Garden State

Ilustraci贸n por: Ana Paula Tello.

Zach Braff Recuerda que tus comentarios son importantes. Escr铆beme a: www.facebook.com/AurelianoCasLe o a @AurelianoCasLe en twitter.


De-Deci la sMel a ncol í a a l a Acci ó n iones que cambian VidasCualquiera que haya visto el trabajo del actor norteamericano Zach Braff, sobretodo en la serie de comedia médica “Scrubbs”, podría pensar que él es uno más de esos actores de comedia ligera, que se reinterpretan a sí mismos una y otra vez; sin matices ni altibajos que hagan su trabajo interesante. Sin embargo, deben creerme, ésta es una falsa (bastante falsa) primera impresión.

Con Tiempo de Volver (Garden State, EUA, 2004), Braff nos presenta una comedia nada ligera y llena de matices, acompañado en el elenco por la reciente ganadora del Oscar a mejor actriz, Natalie Portman. En este filme el actor interpreta a Andrew Largeman, un hombre joven que, tras la muerte de su madre –misma a la que él dejara parapléjica en un accidente casero a la edad de nueve años –, regresa al pueblo en el que vivió su infancia. Entre una serie de reencuentros con viejos amigos, Largeman conoce a Samantha (Natalie Portman), una chica epiléptica con la que coincide en una fugaz visita al neurólogo. Con un viaje que va desde la pasividad de la melancolía hasta la acción de la toma de decisiones radicales, Zach Braff, quien también escribe y dirige el filme, nos muestra el despertar de la juventud de un hombre que se da cuenta de que la única manera de resolver sus problemas es siendo feliz. La película está plagada de momentos reflexivos, en los que los personajes nos dan verdaderos golpes de realidad a partir de la suya propia. Y sin embargo no cae en el lugar común de volverse moralina o didáctica. La película es honesta, un verdadero ejercicio de descubrimiento que toca todos y cada uno de los momentos por los que una persona pasa al dejar el seno familiar y empezar una vida propia. Me parece apropiado recomendar esta película ahora que se habla del género masculino; finalmente la base de la masculinidad (energética, simbólica o incluso prácticamente) es la acción, el avance. Y esta película es un buen ejemplo. Un “viaje iniciático” del personaje hacia lo que será el resto de su vida, fuera de la pasividad aletargada en la que se ha sumido. A fin de cuentas la metáfora es poderosa: Para poder reiniciar, uno debe volver al origen, a la raíz. A ese punto que, a pesar de ya no ser el hogar, sí lo fue durante mucho tiempo y, por tanto, sigue siendo la mejor fuente para encontrar aquello que nos hace falta a la hora de construir un hogar propio. Y qué mejor ejemplo de la acción y el avance que presenciar la transformación del tímido Andrew Largeman en el hombre que él decide ser el resto de su vida. Y quizá ésta sí sea una reinterpretación del mismo Zach Braff, siendo que él, como guionista y director, es el motor que genera todo el filme. Y sin embargo no es una reinterpretación barata y sin matices como las que mencionaba al principio. No, Tiempo de Volver es un trabajo fílmico con la profundidad suficiente para tocar el corazón, y con la superficialidad suficiente para erizar la piel, sin volverse un filme aburrido o pesado, lo que me lleva a develar una capa más dentro de la metáfora de la acción que esta película representa: Aún cuando con Tiempo de Volver Braff estuviera reinterpretándose, el hecho de tomar las riendas creativas de un proyecto tan personal, desde su concepción hasta el momento en que el filme es estrenado, implica un movimiento de voluntad, creatividad y acción (características que pueden definir la parte masculina que todos tenemos), para entregar finalmente un producto honesto que va más allá y logra llevarnos de la mano de su protagonista, hasta el final en el que la melancolía y su pasividad han quedado atrás para darle paso a la acción de la toma de decisiones que, entre otras cosas, pueden cambiar vidas.


Evoluciones Igualdad… ¿Relativa?

Con esta primera entrega me sumo con optimismo al equipo de Transmigración, sin duda un excelente equipo del que espero ser un miembro digno y útil; estar a la altura del compromiso ético evolutivo de la aportación social tangible a través de la pluma… mi pluma, que nunca se queda quieta, pero que a pesar de tantos años no he logrado domesticar, y es que el primer tema a abordar no es sencillo y no por no compartirlo, no por no creerlo, sino por lo abrumador de sus alcances y gravedad cotidiana; a decir verdad no es nada fácil, cuando me planteé a mi mismo la tarea de escribir acerca del rechazo al machismo… los bigotes como que se me fruncieron, las espuelas se me atoraron y el cinto de la pistola también se quería caer. Después, tomé un profundo respiro y al observar mi alrededor las hallé a Ellas… la mujer que sin ser mi madre me crió y me dio las mejores oportunidades; otra más que me explicó la vida y trató siempre de formarme en valores; la abuela que me cobijó en su nido a la ausencia de mis padres; y ahí también a la consejera, amiga, psicoanalista, compañera de todas las vidas, novia, esposa que comparte lo que creo, y ha aprendido a mirar a través de mis ojos para ayudarme a ser. Fue justo ahí cuando comprendí que en realidad soy yo quien coexiste en su mundo, un poco creación de cada una, soy una amalgama de ellas, en un mundo confuso que se resiste a reconocerlas y a reconocerse a sí mismo como parte de ellas…

Deambular por ahí, lo mismo da en un carro, un colectivo o si se transita a pie, nos permite conocer de frente el rostro verdadero de esta tierra, el México de a de veras, no el que todos conocen sino el que todos vivimos, no el exportador de petróleo, ni que el va ganando (o perdiendo) la guerra con el narcotráfico, ni tampoco el de la estadística, ni siquiera el de la selección de futbol, el de a de veras, el de los millones de niños que llegan a diario a la escuela, los changarros que se abren desde temprano, desde las oficinas hasta las panaderías, el “super”, la tiendita, etc. El México que camina, el México que día tras día, desde las 5:00 a.m., trabaja para que no falte la luz, la colegiatura, la sopa, el jamón, los zapatos, la renta, el gas, la televisión por cable y hasta el internet, ese México vivo, anda y respira, por la sinergia y movimiento de millones de mujeres trabajadoras, amas de casa, ejecutivas, cajeras, doctoras, capturistas, recepcionistas, dependientas, comerciantes, maestras, empleadas, etc. Mujeres todas que, a pesar de ser capaces de mantener vivo y en movimiento un país entero, desde siempre han padecido la paradigmática circunstancia cruel y desventajosa de su género; y, aunque siempre he creído que el machismo en realidad bien pudiese tener su desafortunado origen en los textos fundamentales de las doctrinas teológicas, la verdad es que en nuestros días, así como desobedecemos -según sea la creencia de cada uno -los principios fundamentales de los textos religiosos, como el de amarnos unos a otros, el de vivir sin juzgar al prójimo, el de buscar la paz, el de ayudar a los mas débiles; así como desobedecemos todos estos principios religiosos, así también debiésemos comenzar a desobedecer aquellos preceptos que de alguna forma establecieron la sujeción de la mujer al hombre, la subordinación de la esposa, el castigo a la hija, la humillación, la disminución, la censura, la falta de derechos, pues.

Fotografía por: Deisy Reyna.


Es justamente ahí donde nuestra sociedad actual tiene una solución verdadera; si no es sencillo erradicar de un tirón el paradigma de la mente de millones y millones de mexicanos criados, educados, forjados y hasta votados (electos) bajo la creencia y práctica del machismo, entonces comencemos a abordar el tema como sociedad orgánica. Hoy en día, millones de mujeres caminan por las calles, trabajan, escriben, opinan, enseñan, aman, viven sin tener la mas mínimas garantías de respeto, libertad, o igualdad, nuestros sistemas de normas tutelan en realidad espejismos, nada es lo que parece, se tutela a la madre pero como representante de los hijos menores, se tutela a la concubina pero mientras se mantenga unida al trabajador, etc. La lista podría continuar y ocupar toda la plana; la realidad es que, si observamos con atención, nos daremos cuenta de que los derechos y la tutela legal a favor de las mujeres siempre giran en torno a una hipótesis concreta respecto de su relación con un hombre, la redacción de la ley y las figuras normativas no dejan de ser vergonzantemente machistas, en nuestro país si un hombre casado mantiene una relación extramatrimonial de adulterio, y en ambas relaciones el macho de mérito procrea hijos, entonces puede afiliar a la seguridad social a la esposa con sus hijos y a la amante con sus hijos… ah pero, a ver, traten de afiliar a la seguridad social a una prima desempleada, a una tía soltera, a una abuela anciana: eso es algo imposible, porque en dichas hipótesis la mujer necesitada de la seguridad social no cuenta con el requisito sine qua non, eje central de nuestro sistema legal y político: “el macho”, en torno al cual gire su situación frente al sistema…

No podemos cambiar los textos religiosos fundamentales, no podemos cambiar súbitamente el paradigma en la mente de millones de mexicanos… Sin embargo, estoy seguro de que podemos expresar nuestro rechazo al machismo, podemos exigir a los legisladores normas equitativas, podemos y debemos comenzar, cómo hombres, por dejar en claro que no se trata de conceder, sino de reconocer lo que por naturaleza les corresponde a ellas.

Fotografía por: Deisy Reyna. por José Carlos Lerín @CARLOS_LERIN


HONOR, A QUIEN HONOR MERECE Se sabe que, a lo largo de la historia, la teoría psicoanalítica ha hecho énfasis en la función primordial de la madre para el desarrollo emocional de un ser humano. Se ha dicho que esto es así debido a que la madre es la primera persona con la que se hace contacto al llegar al mundo y quien, antes que nadie, enseña a un bebé a sobrevivir. Sin embargo, poco se dice sobre la relevancia de la presencia del padre en el desarrollo, y, aunque la teoría y la práctica lo dicen, por alguna razón resulta menos popular. Para Sigmund Freud, la figura paterna es esencial como un “tercero” que llega a romper la simbiosis que puede darse entre la madre y el bebé. Desde esta perspectiva el padre surge como el representante de un límite, que permitirá a uno separarse eventualmente de su madre y crecer como un ser independiente. Jacques Lacan define al padre como “la ley”, el representante de las normas en una familia; finalmente, el que va a decir lo que está permitido y lo que no. Para él, la intervención del padre en la relación madre-hijo determina un corte entre el momento en que “todo se valía” y el momento en que comienza a haber restricciones. Esto ayuda a la persona a adaptarse al mundo y vivir en sociedad. Heinz Kohut describe al padre como un ser idealizable, es decir, como una persona a la que los hijos deben admirar, y más allá de ello, deben orientar sus esfuerzos para llegar a repetir esa grandeza. En este sentido, para Kohut, el padre debe ser símbolo de fortaleza, templanza, inteligencia y estabilidad; y así se convierte en un modelo a seguir.

Me gustaría plantear un ejemplo: Gilberto nació el 28 de enero de 1931 en Real del Monte, Hidalgo. Tuvo una infancia feliz, rodeado de sus hermanas y hermanos, un poco accidentada dado que le gustaba jugar y experimentar con diferentes cosas que, por lo general, lo ponían en riesgo. Sin embargo, sus padres fueron lo suficientemente firmes para educarlo. Tuvo una adolescencia y juventud “completas”, disfrutó de la vida, conoció a muchas personas y viajó a -prácticamente -toda la República Mexicana, así como a diferentes partes del mundo. En su trabajo se dedicó principalmente a la gerencia de ventas. Perteneció a empresas como Shulton, Moulinex y Enciso Hermanos. Entre sus principales hobbies estaba viajar, el alpinismo, la cocina, la música y la poesía. Cabe mencionar que, aunque no era un hobbie, era un hombre altamente bromista y no perdía oportunidad para jugarle una broma o un chiste a alguien (familiar, amigo o apenas conocido). En uno de sus trabajos conoció a Lourdes, con quien salió un tiempo y de quien finalmente se enamoró. Después de un periodo de noviazgo decidieron casarse (agosto de 1970). De este matrimonio nació primero un niño y, varios años después y con diferencia de tres años aproximadamente, nacieron dos niñas. Mantener una familia de este tamaño no fue fácil para ellos. Lourdes empezó a dar clases de inglés, que era una de sus especialidades, y Gilberto siguió buscando alternativas para siempre poder dar a su familia lo que se necesitaba. Los tres hijos recibieron buena educación, actividades deportivas y artísticas. Gilberto regresaba de trabajar todos los días y en casa lo esperaba alguno de sus hijos (o dos, o los tres), con algunas tareas pendientes en las que necesitaban ayuda, o en las que les pedían hacer un dibujo complejo, cosa que para él era muy sencilla y además, le salían bastante bien. Y esto lo hacía, cansado, pero con mucho gusto y siempre con alguna broma de por medio. Además, como el arte culinario era una de sus especialidades y grandes placeres, a pesar de que Lourdes cocinara, a él le gustaba guisar o en ocasiones preparar el “lunch” que llevarían a la escuela (al menos las niñas y Lourdes; el niño ya era más grande y se fue a estudiar la universidad a otro Estado de la República). Participó en todas las actividades escolares que le fue posible. Formó parte, junto con Lourdes, de la estudiantina de padres de familia de la escuela de sus hijas; iban juntos a ver las presentaciones de sus hijos e incluso, en ocasiones, fueron a los diferentes viajes escolares en los que sus pequeños participaban. Era miembro, junto con su esposa, de una comunidad religiosa en la que participaban de manera activa, iban a diferentes reuniones, actividades y solían ayudar a los diferentes miembros del grupo. Al menos una o dos veces al año, procuraba llevar a su familia de viaje, de preferencia a lugares costeros pues el mar le gustaba mucho. A sus hijos al principio les asustaba el mar, sobretodo de muy pequeños, pero con su ayuda, y la de su madre, perdieron el miedo y comenzaron a disfrutar al máximo esos viajes de “natación marítima”. Una de las frases favoritas de Gilberto era algo así como: “¿cómo que no puedes?


¡No me vas a decir que te da miedo! Claro que puedes… ¡adelante!”. Años después, su hijo mayor decidió casarse, Gilberto se llenó de felicidad y estuvo con él todo el tiempo que pudo, en presencia y consejos. En 2007, por alguna razón desconocida, Gilberto contrajo Mielodisplasia; una enfermedad en la que la médula espinal deja de producir los suficientes glóbulos que conforman la sangre, y esto le provocaba una debilidad muy grande. Sin embargo, nunca fue pesimista, seguía al pie de la letra las indicaciones de los médicos y seguía haciendo su vida “como si nada”, sin querer incluso dejar de trabajar. Dos años después, seguía enfermo pero estable (la mielodisplasia no es curable), y Lourdes empezó a sentirse muy mal, estaba muy débil y tenía una tos incontrolable. Después de algunos meses de estudios se llegó al diagnóstico de cáncer “y de los peores”. Se internó en un buen hospital y comenzó el tratamiento. Gilberto seguía trabajando medio tiempo y llegaba en las tardes a atender a Lourdes, junto con sus hijas. Seguían nuevamente las indicaciones médicas y demostró un enorme amor a su esposa con todos los cuidados que le proporcionaba, aún con su enfermedad y debilidad. Desafortunadamente, tres meses después murió Lourdes, el cáncer era demasiado delicado y contrajo neumonía. Éste fue un terrible golpe para la familia, todos estaban demasiado tristes, sin embargo, él no dejó de dar ánimos a sus hijos. Por esas fechas Gilberto comentó que él podría irse también en cualquier momento de este mundo, pues sentía que había tenido una vida plena y enormemente feliz. Incluso escribió una poesía chusca en la que hacía burla de su estado de “viudez”. Dos o tres meses después Gilberto comenzó a sentirse más débil y a tener dolores en las extremidades. Al hacerle estudios, resultó que la mielodisplasia había evolucionado a leucemia, otro tipo de cáncer. Esto fue aún más duro, pero tampoco lo desanimó; se dedicó a seguir indicaciones médicas, descansar y ver por la felicidad de sus hijos. Aún enfermo se preocupaba por las cuestiones de mecánica de los coches de sus hijas, por la comida de la casa, aún guisaba y de vez en cuando se sentaba a escribir algo de poesía. Asistía a todas las re-

Edición por: Deisy Reyna.

uniones que le era posible y a los eventos importantes de sus hijos y hermanas. Durante un año luchó contra su enfermedad, asistía puntual a sus citas, ingresaba y salía del hospital, y tomaba todo lo que los médicos le indicaran (incluso lo que no le indicaban, como homeopatía, pero que alguien le comentaba que podía servir para su enfermedad). Le preocupaba mucho la estabilidad y felicidad de sus hijos y no quería dejarlos solos. Finalmente, el 26 de enero de 2011, a dos días de cumplir 80 años de edad, murió Gilberto.

No sé cuál sea su opinión, ni sé si Gilberto cumpla con los requisitos de un buen padre para Freud, Lacan o Kohut. Lo único que sí me queda claro es que Gilberto, mi padre, fue el mejor hombre que pude haber conocido y, para mí, un excelente padre. ¡Honor!... Gran honor, a quien honor merece… ¡Gracias!

Mtra. Ana G. Madrigal Olivares Psicoterapia Psicoanalítica


Hombres Viví con un gran hombre al lado; mi padre, que dio un ejemplo siempre, no sólo a nosotros, sino a la gente que lo rodeaba. Mi padre era un hombre de costumbres tradicionales, bohemio, inteligente y de gran corazón. Algunas de las últimas palabras que me dijo un día antes de morir fueron: “hija, arréglate un poco”. Hijo de un minero, nacido en un pequeño pueblo en Hidalgo, mi padre creció con la idea de que los hombres debían proteger, cuidar y mantener a la familia a su cargo, él se hizo cargo de sus hermanas cuando sus papás faltaron y para él así era como funcionaba la vida. En casa nunca se escuchó una mala palabra y menos de nosotras, porque esa no era forma de hablar de “una mujercita”. Él nos enseñó a vivir en un mundo donde una mujer siempre debía darse a respetar, pero también tenía que aprender a defenderse, creció en un mundo donde se empezaban a mezclar los papeles de las mujeres y confiaba mucho en el papel de la mujer en el medio laboral.

Me pongo a pensar en todos los hombres que vivieron una transición como él y que, de estar acostumbrados a un mundo donde los hombres mandaban, tuvieron que aprender a depender ellos mismos, tal vez, de una mujer; aceptar la ayuda de una o incluso a tener un jefe mujer. No debe haber sido fácil. Los hombres no lloraban, no se ponían crema, no comían cosas “light”, salían con sus amigos a beber y a quejarse de sus mujeres. De repente algo cambia en el mundo, rumores de tiempos nuevos y la mujer empieza a tener más decisiones, empieza a opinar más, a levantar la voz, a crecer, a quejarse, y el hombre no sabe cómo responder ante tal cambio, ¿cómo es que de pronto los papeles cambian? A ellos nadie les dijo cuál iba a ser su papel ahora, así es que, si las mujeres trabajan ¿ellos tienen que lavar trastes? ¿Cuidar niños? ¿Saben hacer eso? Alguna vez un amigo me decía que con tanto rollo, feminismo y machismo, hay muchos que no saben cuál es su papel, porque si trabajan demasiado son “workaholics”, si es poco son “mantenidos,” si es equilibrado son “mediocres”. Tal vez (y noten el tal vez) es cierto; tanto nos hemos enfocado en el papel de la mujer, que los hombres han perdido un poco el piso y no siempre saben por donde caminar para no errar el camino. Viven en una sociedad que los observa y recrimina; no debe ser fácil tomar decisiones. He conocido familias en donde el hombre es el que cuida niños y la mujer sale a trabajar; algunas donde ambos hacen ambas cosas, algunos que prefieren el esquema tradicional. A fin de cuentas creo que cada familia funciona según las personas se entiendan. Lo que es un hecho es que ha sido todo un reto para los hombres aceptar que su rol, el rol que han tenido desde la antiguedad, no es el único que pueden desempeñar en la sociedad, que pueden hacer cosas diferentes, que pueden cuidar niños y estar en casa; el mundo sigue rodando. Y por su puesto que los visionarios, los mercadólogos, la gente que busca innovar, aprovecha cada uno de los cambios de este planeta, y es así como el marketing llega a segmentar a todos estos hombres que están buscando su camino y ofrecen a todos ellos muchos servicios y productos para sus “nuevos” papeles, ya sea “mantenerse” en el esquema tradicional” o “aceptar su parte femenina”; también pueden ser “metrosexuales”, homosexuales, ubersexuales, etc. Para todos ellos hay opciones. Tomando como ejemplo el pink market (destinado a homosexuales), se estima que es un mercado aproximado de 5 mil millones de pesos al año. Este tipo de consumidores gastan mucho más en sí mismos que cualquier otro tipo de consumidor, ya que normalmente no tienen hijos, y pueden gastar mayor parte de su ingreso en ropa, maquillaje, libros, viajes, spas, etc. Otro ejemplo que me gusta mucho es el nuevo nicho que se ha ido desarrollando en torno a los jóvenes-adultos que compran juguetes que no tuvieron cuando eran chicos, o que regalaron, o que les gustaría tener de nuevo. Me parece una gran conjunción: ¡ilusión de niños, con poder adquisitivo de adultos! Así es que podemos ver que las películas como Tron, Thor, GI Joe, Capitán América, Batman, Spiderman o Transformers se llenan de jóvenes que conocieron la serie animada, que además llevan a sus hijos a ver dichas historias por primera vez. Esta es una gran forma de captación de mercado, dos nichos en uno. Y qué decir de los nuevos productos especiales para cuidado de la piel para hombres, antes decían: “ningún hombre usa crema”, “fuchi”, y ahora; cuando ya no está “prohibido”, pueden comprar cosas y hasta tienen su crema favorita. Hay shampoos especiales, cremas, cuidado de piel, de ojeras, etc. Haciendo a un lado mi papel de mercadóloga, esta pequeña reflexión invita a tener un poco de consideración con todos los hombres que han pasado por esta transición y han tenido que aprender cosas nuevas; adaptándose al cambio de las mujeres a su lado.


Fotografía por: Elizabeth Fernández Gil. Bienvenidos sean los hombres sensibles, los que se ponen crema y los que no, a los que les gusta ser los proveedores, a los que les gusta cocinar, oír música cursi, los que siguen buscando su camino, los que han educado a sus hijos solos, los que bailan Madonna con sus amigas, los que lloran, los que no lloran, los que salen a beber con sus amigos y los que prefieren sentarse con helado frente a una película triste; los que ven el fut y los que ven opera; los que sueñan y los que se levantan diario a trabajar… Todos, todos tenemos derecho a elegir nuestro camino. Y hoy, a tres meses de que mi padre se fue a Nunca Jamás, aprovecho para agradecerle el haberme enseñado las cosas en las que el creyó siempre, el hecho de ser un hombre que supo llorar y reír en su momento… y valorar cada una de mis opiniones. ¡Gracias, Pa! Monica

Edición por: Deisy Reyna. Por Mónica Madrigal


Machismo y Violencia de Género El machismo es un gran problema a nivel mundial. Comenzando por las típicas actitudes de machismo que dicen que: “la mujer debe quedarse en casa para cuidar a los niños”, hasta la violencia de género. La violencia de género es la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de serlo e incluye malos tratos de la pareja, agresiones físicas o sexuales de extraños, etc. Las cifras en algunos países son alarmantes. Por ejemplo en México se ha reportado que 3 de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia de género, y que el 60% de mujeres que acuden a alguna clínica de salud u hospitales sufren violencia de género dentro y fuera del hogar. En España, por ejemplo, también hay cifras de este tipo. En Abril de este año hubo un total de 19 víctimas de violencia de género, de las cuales 5 realizaron la denuncia correspondiente, 5 solicitaron y obtuvieron medidas de protección y 3 tenían en vigencia medidas de protección. En cuanto a las victimas, 14 eran españolas y 5 extranjeras; 1 estaba en el rango de edad de entre 18 y 20 años, 4 en el rango de 21 a 30, 3 en el rango de 31 a 40, 6 en el rango de 41 a 50, 4 de 51 a 64 y 1 en el rango de 64 en adelante; 9 fueron casos de ex parejas o en fase de ruptura y 10 fueron casos de pareja; 6 víctimas eran de Andalucía, 1 de las Islas Baleares, 1 en Canarias, 1 en Castilla y La Mancha, 1 en Castilla y León, 2 en Cataluña, 2 en la Comunidad Valenciana, 3 en Madrid, 1 en Murcia y 1 en Navarra. En el caso de los agresores 13 fueron de nacionalidad española y 6 extranjeros; 3 en el rango de edad de 21 a 31, 3 en el rango de 31 a 40, 7 en el rango de 41 a 50, 4 en el rango de 51 a 64 y 2 en el rango de 64 en adelante; 2 se intentaron suicidar y 2 se suicidaron. ¿Pero qué es lo que realmente lleva al machismo y a la violencia de género? Desde siempre, la cultura ha mostrado al hombre como el que más posibilidades tiene de encontrar trabajo, como el más fuerte, sin embargo muchos llevan eso al extremo y terminan haciendo a un lado a la mujer. Los hombres siempre han pensado que el machismo, es sinónimo de respeto, liderazgo y valentía, cuando el ser macho es provocado por sentimientos que un hombre no debe revelar, o al menos,

Fotografía por: Deisy Reyna. lo exige la sociedad. Por ejemplo, a algunos hombres les llega a molestar que su mujer gane un mejor sueldo, inclusive que le llegue a ir mejor en su trabajo, eso los hace sentirse inferiores y débiles… y no les gusta. Otro ejemplo es que el estereotipo de “familia perfecta”, es que el hombre se vaya a trabajar y la mujer se quede en casa cuidando a los niños, cuidando la casa y viendo que es lo que necesita el hombre como hacerle la cena, tenerle la ropa lista, etc. Eso está mal; es un estereotipo que a lo largo del tiempo se ha logrado cambiar, aunque aun es muy común ver ese tipo de actitudes de los maridos. A muchos hombres les disgusta que una mujer sea mejor que ellos en algo, ya sea en una actividad o incluso en algún tipo de juego como el dominó, cartas o Monopoly.

Un gran ejemplo de esto es una de las más recientes series de Argos Comunicación “El sexo débil”, en ella se muestra una familia integrada de puros hombres médicos con sus respectivas parejas. Agustín Camacho es la cabeza de la familia y está casado con Silvia, Álvaro Camacho está casado con Tamara, Julián tiene novia y se van a casar, sin embargo le cuesta serle fiel a una mujer; Dante tiene novia, y Bruno tiene a su novio Pedro. Parece que todos tienen su vida ya resuelta ¿no es así? Pero justamente en el primer capítulo, todas las mujeres parecen ponerse de acuerdo y todas abandonan a sus parejas, Silvia es la primera, dejando a su esposo en pleno discurso en la cena de aniversario, en la misma cena, la novia de Julián le es infiel y rompen su compromiso, Alicia, la novia de Dante, lo deja por un Sueco que ha conocido en París y


Machismo y Violencia de Género finalmente Tamara deja a Álvaro por que no le paso un mensaje de su trabajo, la razón fundamental es que, él se sentía celoso por que parecía que tenía mucho más éxito que él en sus respectivos trabajos, ella en un despacho de Arquitectos y él en el consultorio de la familia. Hablemos del personaje más “machista” de la serie, Agustín Camacho. Agustín es un personaje que no puede expresar sus sentimientos, que tiene celos por las mujeres que considera de su propiedad, que el único modelo de vida que acepta es el de la familia tradicional, que cree que mientras tenga una catedral en su lecho matrimonial puede tener capillitas (entendamos por esto que siente que puede tener amantes) por toda la ciudad, que siente que su género es superior. Hablar de Agustín es desmenuzar el machismo mexicano, en verdad lo es; y al presentarlo como un personaje ruin expone al machismo como un vicio. Cree que una solución para salvar a un matrimonio es teniendo más hijos, cree que la homosexualidad (su hijo menor es gay) es algo antinatural que no debería de ser. Su frase es “Soy infiel porque me da miedo estar solo”.

Entendamos a esta serie como una muestra de la realidad, sepamos que aunque no haya muchas estadísticas publicadas de violencia de género, no significa que no haya ningúna; entendamos que muchas mujeres tienen parejas como Agustín o como Álvaro Camacho, veamos este tema como un problema que hay que solucionar. Empecemos por denunciar cualquier caso de violencia de género y después hagamos entender a los hombres que “mientras no dejen de ser machos, seguirán siendo: El Sexo Débil”. REFERENCIAS: h t t p : / / w w w. m i g u a l d a d . e s / s s / Satellite?blobcol=urldata&blobheader= application%2Fpdf&blobheadername1= Content-disposition&blobheadervalue1 =inline&blobkey=id&blobtable=MungoBlobs&blobwhere=1244655477692&ssbinar y=true http://zavordigital.com/blog/2011/03/ manual-para-el-machista/

www.argostv.com Edición por: Deisy Reyna.

por Mariana Marrufo Estrada @marianitajaws


REUNION DE TERROR

Fotografía por: Deisy Reyna.

En honor a las “Lilu’s” que día a día luchan contra milenios de opresión y humillaciones de todo tipo, por parte de los padres, hermanos, amigos, novios, esposos, conocidos, desconocidos, vecinos, maestros, jefes, sacerdotes, políticos, empresarios y de todo lo masculino en general…

Después de estacionar su colorida bicicleta sobre la banqueta y recargarla en la pared, Lilu hurgó en los bolsillos de sus jeans desteñidos y encontró un par de monedas de diez pesos. “Será suficiente”, pensó sonriendo satisfecha. Todos los días, después del trabajo, le gustaba montarse en la bici y pasear hasta que oscurecía y, a veces, sólo a veces, se pasaba por el gran local de máquinas de videojuegos a jugar un rato. Lilu se dirigía al gran cristal oscuro con el letrero de “CAJA” y cambiaba un par de monedas por un par de fichas metálicas, que harían funcionar un rato la arcadia que le gustaba: “Darkstalkers”. Siempre jugaba con el mismo personaje, Morrigan. Le gustaban sus trajes y, sobre todo, sus ataques y la maravillosa idea de que un personaje femenino que parecía tan frágil, derrotara a los más fuertes (monstruos masculinos, por supuesto). Insertó la ficha. Siempre era el mismo ritual. Paseaba el cursor por diez ó quince personajes, sabiendo que siempre escogería el mismo. Escogía a Morrigan. Se colocaba en las orejas el par de chicharos blancos de su MP3, y seleccionaba la carpeta que más le gustaba para combatir, “Transición” de Melandrolia, y llegaba así el trance… Lilu nunca perdía, ni contra la máquina, ni contra los fisgones que, envidiosos, miraban cómo Lilu vencía en cada round. Casi siempre, los fines de semana, cuando el local estaba a reventar, Lilu se preparaba para la contienda que normalmente duraba todo el día, pues surgían, de entre los observadores, muchos que la retaban a jugar. Incluso se hacían apuestas que siempre eran contra ella. “Maldita perra…” decían los derrotados. “Vengan a ver cómo yo sí me la cojo…” decían otros, pero Lilu no podía oírlos, sólo escuchaba la batería repicar y los solos de guitarra que tanto le gustaban. En una ocasión, unos antiguos adversarios, ebrios de alcohol y de coraje, la siguieron hasta el cuarto que rentaba y le pegaron, la violaron y humillaron diciendo: “Las viejas no sirven para otra cosa… Entiéndelo perra”… Pero Lilu era muy fuerte, y no le temía a esas ideas arcaicas acerca del dominio del hombre sobre la mujer. Por eso regresó tiempo después al local a enfrentar a sus verdugos… Meses pasaron y esos tipos no se aparecían por el lugar. Mientras, Lilu seguía combatiendo contra la máquina, contra chicos, contra los hermanos mayores de los niños a los que derrotaba, contra el hombre, contra el nombre, contra la idea y la costumbre… Incluso contra el dueño del local, que, maldosamente –cuando Lilu iba ganando –bajaba las cuchillas de la corriente eléctrica para que ella no siguiera jugando. Una noche, ya de regreso a casa, Lilu vio a sus enemigos comprando cervezas en un veinticuatro horas y los siguió. Cautelosa, andando la bici por un costado, despacio y sin hacer ruido. Llegaron a una vieja casucha que usaban para drogarse y llevar chicas y saciarse con ellas, pues en sus casas no les permitirían atrocidades semejantes. Lilu amarró su bici en una jardinera cercana y entró en la casona detrás de ellos. Se escondió en un cuartucho contiguo al que los chicos ocupaban y esperó… Y esperó… hasta que se quedaron dormidos dos de ellos y el otro estuvo lo bastante ebrio como para ponerse en pie… Lilu se llevó el par de chicharos blancos a los oídos, seleccionó la carpeta que más le gustaba, Melandrolia. De su bota sacó una navaja que le había comprado a un amigo… y comenzó la batalla… Nadie escuchó los gritos, ni siquiera Lilu. Nadie vio a alguien sospechoso. Sólo en el diario amarillista, en la primera plana un gran título: “Reunión de Terror” con una foto en tonos rojos y negros donde se distinguía algo que parecían restos de huesos y un par de zapatos de hombre….

Por Angelica Nieto


Ilustraci贸n por: Paty Lg.


El terrible cartón de

Iván Mar Nota aclaratoria: Esta revista trata de hacer llegar al lector un mensaje doble, mientras en sus textos plantea la posibilidad de hacer un análisis orientado al despertar ideológico de los adolescentes, las imágenes como ésta describen y refuerzan la crítica esperando que así sea entendida y que todas las sensibilidades se sientan respetadas. Entendemos que la imagen puede dañar la sensibilidad, pero Revista Transmigración no debe por ello enmascarar la realidad, en este caso la imagen resulta simple y sencillamente un recurso alegórico. En este orden de ideas, entendemos que nuestros artículos, fotografías e ilustraciones son meros revulsivos que despiertan conciencias, afinan sensibilidades, y luchan por movilizar voluntades.



PORTADA









Los Hombres...¿de mi vida? ó ¿en mi vida?

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Paola Sánchez Orozco Deisy Fox Arquitectos de la Revista (Diseño Gráfico): Deisy Reyna Paola Sánchez Orozco (Diseño de Portada) Rafael Rodríguez Andres Vil egas Cervantes Diseño de Portada: Paola Sánchez Orozco


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