LA PASTORAL JUVENIL SALESIANA
en el catecumenado cristiano como elementos pedagógicos y plataforma para una educación a la fe. El catecumenado trata de evangelizar en las cuatro principales áreas de crecimiento en la fe, presentes en la experiencia de la Iglesia (cfr. Directorio General para la Catequesis 147): la dimensión personal, la dimensión comunitaria, la dimensión celebrativo-litúrgica y la dimensión del compromiso evangelizador. Estas cuatro dimensiones pueden ayudar a elaborar una programación correcta de las intervenciones con los jóvenes, asegurando la experiencia cristiana completa e íntegra.
1 La parroquia crea y propone itinerarios graduales y diversificados de educación a la fe, especialmente para los jóvenes y las familias, pero sin reducir la catequesis a la preparación para los sacramentos (cfr. CG23, nn. 116-157). Estos procesos inician a las familias en la educación a la fe de sus hijos, establecen la catequesis bautismal, ofrecen caminos de educación a la fe para que los novios puedan insertarse en grupos de familias. La catequesis, en todas sus formas, debe transmitir una síntesis adecuada y actualizada del mensaje cristiano y, sobre todo, integrar la experiencia personal en el proceso de maduración y crecimiento. Trata de animar y acompañar el progresivo compromiso de la vida cristiana. La iniciación cristiana se basa en la experiencia, en las relaciones con la comunidad y en el testimonio de la vida. Por tanto, la parroquia confiada a los salesianos ofrece variados procesos pastorales e iniciativas que, con vitalidad y creatividad, permiten un encuentro personal con Jesucristo. Urge poner en marcha en las comunidades cristianas experiencias significativas que acompañen a los que están en proceso de búsqueda de la fe: la comprensión y escucha de la Palabra de Dios (cursos de introducción a la Sagrada Escritura, predicación, Lectio Divina); la experiencia de la oración personal y compartida (escuelas de oración); la participación en la celebración litúrgica de la Eucaristía y de los sacramentos; la profundización en la fe; el aprecio de las riquezas de la piedad popular; la experiencia de pastoral juvenil misionera en las zonas rurales y urbanas. Todo debe estar acompañado por la reflexión, la comunicación profunda, el silencio y la contemplación.
2 Otra tarea de la parroquia es la de animar la pertenencia de los grupos a la Iglesia. Con este fin, fomenta los movimientos, las comunidades juveniles, los grupos de la Familia Salesiana, entre otros. Es necesario, además, coordinar estos grupos con el MJS y proponer la Espiritualidad Juvenil Salesiana. La experiencia del grupo debería desembocar en comunidades cristianas abiertas e integradas. 228