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cuaderno rojo de Lucio Muniz Este material reproduce fielmente el que nos entregara, con absoluta confianza, Lucio Muniz. Acordamos, en su momento, que íbamos a configurar un material multimedia con un formato portable para obsequiar al público lector de la revista LSD. Al principio, solo disponíamos del texto. Algunas de las fotografías fueron cedidas recientemente por su viuda, Margarita Goday; otras integran los archivos de abrelabios y fueron seleccionadas, por su oportunidad, para ilustrar estas memorias de viaje. Por último, LSD agregó un enlace a la edición de Cuerdas y vientos -aludida casi al final de este cuaderno rojo- porque entendimos que consolidaba la propuesta multimedia imaginada desde los inicios con Lucio Muniz. Al propio Muniz y a los demás involucrados, nuestro especial agradecimiento. los editores

cuaderno rojo © Lucio Muniz https://issuu.com/deabrelabios/docs/muniz © abrelabios-revista LSD 2018

ISBN 978-9974-649-46-0

Arte de portada, diagramación y diseño: equipo de abrelabios


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A lo largo de los muchos años de convivencia, fue una práctica habitual usar nuestras vacaciones para conocer diversos lugares. Viajamos por todo Uruguay, visitamos todas las capitales departamentales. Conocimos muchos rincones y disfrutamos del paisaje geográfico y humano; su curiosidad lo llevaba a conversar, buscando descubrir y conocerlo todo. Visitamos Argentina, Brasil, Chile y Paraguay. En todos los lugares Lucio tomaba notas que luego transformaba en versos y canciones. Mezclando siempre la visita a algún amigo, con los que compartimos ratos de copas, charla y música. En marzo-abril de 2013 viajamos a Europa, donde se repitió la costumbre de visitar amigos, conocer y disfrutar. Estuvimos en España, Portugal, País Vasco e Italia. De esto también dejó testimonio y hoy, que ya no está con nosotros, aquí lo recordamos divulgando aquello que quedó de ese viaje. Margarita Goday


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7 de mayo de 2013 Tuve siempre la ilusión de viajar a Europa para visitar principalmente algunas ciudades. Lo expresé en versos en los que nombro Lisboa, Florencia y Praga. Alguna vez leí y escuché que Portugal, país de mis ancestros y cuna de navegantes, es el museo de Europa. Florencia, artísticamente siempre me atrajo más que cualquier otra ciudad. Soñaba con estar al lado del Arno, aspirar el aire que aspiraron los más grandes pintores, escultores, orfebres, arquitectos, y maestros de la literatura como Dante, y los artistas que no nacidos en Florencia desarrollaron allí sus oficios que fructificaron con el tiempo; hombres que desmintiendo a la muerte viven en el presente por lo que dejaron en la prodigiosa ciudad que los recuerda a través de su obra. Pude conocer dos de las ciudades que he nombrado. Praga está en la aspiración del futuro, si Dios y la vida me dejan. Pero no se trata solamente de grandeza porque también he sido siempre un enamorado de los pueblitos chicos, con casas bajas que dejan admirar el azul iluminado o el gris que anuncia lluvia. Lo soy de Treinta y Tres, mi ciudad natal; de Montevideo, donde me crié y formé; lo soy de Rocha, empedrada y con callejuelas; de San José, Lagomar, Sarandí del Yí y Santa Rosa, últimas incorporaciones a mis afectos ciudadanos. Este sentimiento de algún modo se repitió viendo muchísimos pueblitos al costado de las vías o carreteras, decorando las hondonadas y las montañas. Ha sido un regalo invalorable la oportunidad que tuve de viajar. Tengo la memoria repleta de paisajes montañosos, campos sembrados, pedregales, obras arquitectónicas, pinturas, esculturas, monasterios, monumentos, catedrales, aeropuertos; en fin, grandeza. Me enriqueció enormemente el viaje que compartí con Margarita, mi esposa. Se me ocurre que, de algún modo, se me amplió el mundo y lo jerarquizó. Tengo la certeza de que interiormente he crecido, y sé que viajar me removió cosas dormidas mediante golpes emocionales, nacidos por ver tanta belleza natural, y la que ha sido capaz de crear el hombre, porque allí


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cuaderno rojo de Lucio Muniz hay evidencia de lo mejor que a través de algunos seres superiores nos representó como especie. Todo comenzó en Carrasco el 23 de marzo en que el avión despegó a las 14 y 40. La voz del comandante de la nave se oyó de pronto diciendo que el vuelo demoraría once horas y cuarenta y cinco minutos hasta llegar a Madrid. Volaríamos sobre Porto Alegre, San Pablo, Río, Recife. Luego sobre Cabo Verde y otros lugares que no recuerdo, antes de pisar tierra a las seis y veinticinco de la mañana del domingo 24, según el horario de España, adelantado cinco horas al nuestro. Sería un viaje largo y el más importante realizado por mí. Cuando despegamos sentí una sensación nerviosa en el estómago. Varias veces se escuchó la misma voz haciendo advertencias. Durante el vuelo, pensé en mi familia, en mis padres y hermanos que nunca hicieron un viaje así. Me sentía heredero de algo que no podía compartir y lo sentía. Me resignaba pensar que de algún modo iban conmigo, asistidos por mi recuerdo que los quería resucitar. Alrededor de las 16 horas nos dieron el almuerzo que resultó ser abundante y rociado por vino español o bebidas sin alcohol. Repartieron aparatos de audio para escuchar música. Por las pequeñas ventanas solo se veía cielo azul, rayos de sol y nubes. Al rato encendieron aparatos de televisión donde proyectaron “Lincoln” que ya habíamos visto en Montevideo antes de que le dieran el “Oscar”. La nave iba llena. Yo, por consejo médico, caminé varias veces en los pasillos, porque la quietud durante horas posibilita estados de trombosis. El viaje, algo cansador, se cumplió sin contratiempos y descendimos en el aeropuerto de “Barajas” que me sorprendió por lo iluminado y enorme que es. Antes, desde el avión, vi a lo lejos Madrid iluminada y tuve el recuerdo de un descenso en Montevideo por la noche. El espectáculo de una ciudad en luces además de belleza tiene misterio, ya que es una muestra de lo que guarda para futuras sorpresas. Además, en la ciudad recién despierta comienza a andar la vida que allí latía en el movimiento de vehículos. Después de entrar en el edificio, tomamos un tren interno en el que viajamos alrededor de veinte minutos. En el aeropuerto está todo detallado con leyendas y flechas que ordenan y que instruyen al viajero. Habrá sido por la hora temprana que los aduaneros no nos revisaron y, al salir, tuvimos la sorpresa de que nos esperaban Conchita


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Templo de Debod, Madrid, España (archivos de abrelabios)

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Bailón y su esposo Carlos Frischt, cuñados de mi cuñada Juana, cuyo esposo Ramón es hermano de ella. De allí partimos para la casa de ellos donde desayunamos y, pese a que era uno de los días que pueden dormir hasta tarde, madrugaron y nos atendieron con la mayor generosidad. A mediodía yo quise almorzar en algún lugar y lo propuse. Fuimos a un restaurante cercano a la casa, llamado “El jardín de Baco”, donde almorzamos con buen vino español, y donde yo me saqué el gusto de tomar dos platos de “sopa de cocido”, como primer plato, luego “cochinillo” y postre. No hubo forma de pagar. Carlos estaba en su zona y no es de extrañar que hiciera valer su condición de locatario. Por la tarde, dirigido por ellos, comenzó nuestro paseo por lugares de Madrid, sobre todo por la zona del centro que es una hermosura arquitectónica con importantes y bellos edificios de ambos lados de las calles. Vi la Gran Vía, La Puerta de Alcalá y la Puerta de Toledo, lugares que estaban en mi memoria. Nos pasearon frente a los museos y a lugares como Atocha, estación de trenes famosa, donde hace unos años hubo una explosión que mató a mucha gente. Todo eso, por supuesto que con comentarios de cosas históricas y edilicias. Hicimos una parada en el Parque Rosales por ser un lugar desde donde se domina gran parte de la ciudad (el Parque Rosales recuerda a un amigo de Federico García Lorca que lo cobijó en su casa y que hizo gestiones tratando de salvarlo); en dicho parque está emplazado el Templo de Debod. La UNESCO hizo un llamamiento en 1960 para evitar


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Ayuntamiento de Madrid, España (archivos de abrelabios)

cuaderno rojo de Lucio Muniz que se inundaran monumentos egipcios y zonas de importancia arqueológica, por la construcción de la “Gran Presa de Asuán”. Otros países también recibieron piezas de este carácter, salvándolas de la desaparición. A España le tocó este templo, “de los pocos que se pueden ver completos fuera de Egipto”. Para mí fue una experiencia muy valorable ya que tenía la oportunidad de estar dentro de un templo milenario, motivo que tal vez no se vuelva a repetir. Penetrar en él y ver los dibujos parietales en relieve, más la ubicación de distintos lugares en una maqueta que mostraba un inmenso valle, fue muy ilustrativo de la cantidad de monumentos que lo habitaban. A esto le sumo una cuota de misterio, porque tocar esas paredes significaba de algún modo acercarse a una civilización y su historia. Desde ese lugar en que estábamos tuvimos una visión abarcadora de Madrid y luego continuamos recorriendo sus avenidas amplias y sus calles, admirando la arquitectura tradicional tan bien conservada, con hermosas fachadas, vitrales, ventanales, balcones y puertas de madera y de


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hierro. (Tuve el recuerdo de algunos lugares de Buenos Aires en alguna de las avenidas; y de Porto Alegre, por algunos puentes con empalizadas protectoras de hierro). Pasamos frente al Estadio Bernabeu, Museo del Prado, Museo Reina Sofía, el Palacio de la Moneda, Editorial Bruguera, el Palacio de las Comunicaciones que hoy es el Ayuntamiento. El Barrio Viejo o Ciudad Vieja con callecitas que aparecen a los costados, sorpresivamente, y de pronto autopistas, subtes, puentes. Vivíamos en la fecha 24, que iba transcurriendo novedosa, y entrábamos a la noche que nos esperaba para descansar del ajetreo y del viaje. El 25 nos levantamos muy temprano y los dueños de casa nos llevaron al hotel Praga, lugar de salida determinado por la empresa Europa Mundo, que era la que nos había vendido la excursión que íbamos a comenzar y que duraría doce días, para luego continuar por nuestra cuenta. Ya dentro del ómnibus e instalados en los asientos, oímos la voz de Olga, que era la guía y que resultaría la más informada de los cuatro que luego harían de tales. Hablaba de historia, personajes, lugares, orígenes, y lo hacía con solvencia. Daba datos que yo anotaba para insertar en la libreta en que registraba cosas. Pasamos por el “Cerro de los Ángeles”, centro de la península ibérica. Comencé a escuchar nombres sin ubicarlos exactamente en el lugar geográfico correspondiente, pero que tenía cercanos en la memoria y que me hacían trasladar a momentos vividos a través de obras literarias, músicas y canciones escuchadas desde siempre, como Manzanares, que es un río y que era el nombre de un importantísimo comercio con muchas sucursales que existió en el Montevideo desde mi niñez hasta los años 80; Aranjuez y sus cultivos, nombre que me traía el concierto de Rodrigo; el Río Tajo que divide Aranjuez de Madrid, y que asocio a la cinematografía. Luego “Castilla La Mancha” que antes era “Castilla La Nueva” cuyo suelo es plano y en el que se plantan viñas o parreiras, olivos y cereales, y hay molinos en desuso que sirven para guardar la molienda. Yo tomaba fotografías de los plantíos y de las pequeñas casitas que distinguía. Escuché decir “Consuegra”, que resulta ser un pueblo donde se planta azafrán y existen molinos. Los colores en el campo lucían según lo sembrado, a veces en breves parcelas y otras en grandes extensiones como Jaén con inmensos olivares, plantados por “aceituneros altivos”, como pregonaba Miguel Hernández. La distancia a recorrer en ese


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Puerto Lápice (Castilla La Mancha) para Jorge Albistur

Estoy presente acá, como antes estuviera -en el mismo lugar en que me muevola planta de Cervantes. Mirando sierras a lo lejos veo quietas las aspas de un molino. Cerca de mí descansan sobre el suelo unas tinajas que guardaron vino. Está flotando en el ambiente “algo” que trae la delgada figura del Hidalgo. Hago de cuenta que en silencio espero la presencia del ventero llegando generoso hasta La Venta para también armarme Caballero.

día desde las 8:00 y con destino final Granada, era de 450 kilómetros y estaríamos a las 14 horas. El entusiasmo por lo visto y escuchado, distraía del peso de las horas. La distancia, que era importante, parecía disminuir por los paisajes cambiantes y novedosos. Hicimos una parada en Puerto Lápice, pueblo manchego con reminiscencias de Don Quijote. Estuvimos en “La Venta”, donde el ventero lo armó Caballero. Hay en todo el pueblo referencias y, dentro del local “La Venta”, una escultura del personaje junto a la que todos nos hicimos fotografiar. También unas tinajas enormes y otros objetos seguramente de la época, al igual que el piso. Se aprecian techos y puertas muy antiguos. Hay unos asientos con respaldo de baldosas en las que se han puesto palabras recordatorias de la obra. Todo allí es una referencia en la que el Quijote es más importante que el propio Cervantes, y hay otra “venta” que es la que realizan los vendedores, y en las calles máquinas y obreros trabajando en la conservación del pueblo, que crece a los ojos del que mira apoyado por la memoria, la admiración y, en fin, por la pasión y vocación por lo literario. Mirando ese lugar tuve el mejor recuerdo de Jorge Albistur, amigo que es gran conocedor del mundo cervantino. Alrededor de la hora prevista llegamos a Granada donde nos instalamos en el Hotel Saray, y luego de almorzar en el comedor del mismo lugar, salimos para visitar la ciudad y sobre todo algunos lugares determinados. Decir Granada es decir algodoneras, Guadalquivir, ríos Genil y Darro (cuyas aguas viajan kilómetros bajo una avenida), Sierra Nevada, Sierra Morena, Alhambra, Generalife. Mariana Pineda, Francisco Ayala, Angel Barrios, Manuel de Falla (por adopción) y, por encima de todo, Federico García Lorca. La Alhambra es deslumbrante. Los patios generosos y sobre todo el de los ocho leones en círculo, las fuentes, el agua corriendo por pequeños canales, las columnas, las galerías, los vidrios, pisos, techos y paredes decoradas que guardan y muestran el color del ocre-oro del otoño, los jardines, los arabescos luciendo hasta en los detalles más mínimos. Yo, por problemas de columna, administraba el dolor y trataba de aplazarlo o distraerlo de las caminatas obligadas para conocer lo que se me ofrecía, intercalándolo con lo visto. Una guía hablaba informando sobre historias


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La casa de Federico García Lorca; Granada, España (gentileza de Margarita Goday)

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y orígenes y yo trataba de captar lo que decía a medida que tomaba fotografías. Uno de los momentos que más me impactó fue cuando la guía dijo que en ese salón en el que estábamos se había llevado a cabo el segundo encuentro que tuvieron la Reina Isabel y Cristóbal Colón y, por el lugar físico, me sentí partícipe de ese encuentro memorable que iba a tener tanta repercusión. El camino que se hizo desde el ómnibus hasta el Palacio de Carlos V y La Alhambra era en una bajada muy pronunciada y, para el regreso, el esfuerzo iba a ser importante, por lo que no fui al último lugar con los excursionistas que iban a continuar caminando en ascenso, y la distancia hasta el lugar en que esperaría el ómnibus la cubrí en un taxi. Durante la espera para el reencuentro con el grupo, compartí una charla breve con una joven que resultó ser uruguaya y del barrio Buceo, pero con pocas coincidencias conmigo por razones de edad y porque hacía once años que vivía en España. Ya regresado el grupo, mi intención era viajar de vuelta al hotel, algo asediado por el cansancio del viaje y las caminatas, pero a Margarita se le ocurrió que debíamos ir al “Huerto de San Vicente”, que hoy es el “Parque García Lorca”, donde está la casa de Federico convertida en museo. Yo no estaba de acuerdo por lo avanzado de la hora y mi argumento era que íbamos a encontrar el lugar cerrado. Fue tanta su insistencia que terminó por convencerme cuando manifestó: “Tenés que ir. Vos estas obligado a hacerlo”. Avisamos a la guía que no íbamos al hotel y continuábamos solos, abordando un taxi que nos llevó al lugar que estaba de puertas abiertas, aunque era ya más de las 19 horas. Llovía. Lento llovía, como si cayeran gotas de tristeza. El camino hasta la casa distaba unos cien metros y estaba flanqueado por árboles altos, de verde oscuro intenso y apretado. A esta senda la cruzaban sendas laterales. Cuando enfrenté las paredes blancas y la puerta verde como las ventanas de arriba y la de abajo, tuve la sensación de que los ojos del poeta me espiaban desde las vidrieras del primer piso y pensé cuántas veces él habría estado allí,


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La casa de Federico García Lorca; Granada, España (gentileza de Margarita Goday)

cuaderno rojo de Lucio Muniz tomado a los hierros de los balcones. La lluvia pertinaz formaba pequeñas lagunas en el suelo. La casa estaba cerrada y yo lamentaba no poder visitarla aunque el parque estaba habilitado. Margarita me fotografió en la puerta de entrada, de la que existe una fotografía en que aparece él con una niña. Al lado había una ventana iluminada en una especie de continuación del domicilio. Esa parte vecina estaba rodeada por una cinta que no permitía el acceso normal. Vi que tras la ventana alguien se movía. Me agaché y traspuse la cinta y di unos golpes a la puerta. Apareció un hombre diciéndome que la casa-museo estaba cerrada. Le comenté que éramos uruguayos y que aquella oportunidad posiblemente era la única que teníamos de visitarla. Dijo que lamentaba pero que no podía hacer nada. Yo, casi resignado, di vuelta y crucé la cinta. Pero, en vez de salir del parque, me acerqué a la puerta y bajo lluvia tomé fotos de ella y de los balcones. Luego se me ocurrió otro intento y volví a golpear. Salió el hombre y le expresé lo antes dicho teniendo la misma respuesta, pero además me informó que las visitas por el momento estaban canceladas porque tres días antes había ocurrido un atentado en el lugar en el que él estaba, no en la casa; que habían entrado y robado documentación además de haber dejado todo en desorden. Lo lamenté y le dije que tenía especial interés en el personaje y que era el autor de un collage teatral en su homenaje, que había sido representado en 1972 en Treinta y Tres, mi lugar de nacimiento, por el elenco de teatro Vocacional del que yo era integrante. Entonces el hombre se conmovió por lo dicho y dijo que haría una excepción y nos dejaría entrar pero que no tomáramos fotografías, porque hay una venta de ellas y de libros que tiene la familia, para solventar los gastos del museo, y es por eso que no dejan tomar fotos dentro de la casa. Llegó un patrullero con un policía que venía para relevar al hombre


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que hacía doce horas cuidaba el lugar, y entonces entramos. Había un salón pequeño con una mesa y sillas tapizadas de color rojo, que era el comedor diario. En las paredes, dibujos realizados por Federico y uno por Dalí, además de una fotografía encuadrada de una hermana del poeta sentada al piano, y otra de él con su madre. En otro ambiente el piano cubierto por una tela. No recuerdo pero creo que había dos afiches encuadrados, alusivos al teatro. Uno era de “La Barraca”, su grupo itinerante. Juraría que el otro afiche lo era también. En una vitrina, manuscritos del poeta. En la cocina algunos elementos de los que se destacaba una cocina de metal o “económica”, que funcionaba a leña. Escaleras arriba, tres puertas pintadas de verde de las que solo estaba habilitada la del dormitorio de Federico, en la que estaba su cama de hierro, cubierta por una colcha blanca y, a un costado, el escritorio. Los postigos cerrados de los ventanales también pintados de verde. Me asomé y vi el paisaje que él habría admirado tantas veces. Ahí terminaba nuestra visita, que reproduzco. Era Su Casa. Llovía más fuerte y nosotros sin paraguas debíamos caminar unos cien metros hasta la salida. El hombre amablemente llamó pidiendo un taxi y luego nos acompañó casi hasta el lugar de salida. Me dio una tarjeta en la que tengo sus datos. Le prometí llamarlo y enviarle algo. Recuerdo haberle oído decir que “algo” estaba pasando en España y en Europa que le preocupaba y que él, por supuesto, era antifascista.

26 de marzo Partimos 8:45 con destino a Sevilla, desde el Hotel Saray en la calle Enrique Tierno Galván, nombre que también integra el nomenclátor de Montevideo a una cuadra del Palacio Legislativo. Pasaremos por Málaga, por Santa Fe, donde se firmó “Las Capitulaciones de Santa Fe” e Isabel la Católica reconquistó Granada, último bastión árabe. En el Archivo de Indias hay documentación del acuerdo en que, en esa oportunidad, al realizarse el primer encuentro entre Isabel y Colón, se acordaba que éste sería Virrey. Camino a Málaga pasamos Leja, donde es todo olivares. Está lluvioso. Hay una niebla que no deja ver con claridad, pero sí adivinar una cadena de montañas de gran altura y al costado se ven muchas columnas de metal que transportan cables de alta tensión. Por momentos la niebla oculta todo y se notan algunas formas como a través


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Placa recordatoria de Picasso; Málaga, España (gentileza de Margarita Goday)

cuaderno rojo de Lucio Muniz de una tela. Montes de Málaga; cambia la luz. Paso de montañas a 1.500 metros. A Málaga le dicen Costa del Sol. Hay almendros, flor blanca para dulces que es de influencia árabe. Es zona rica en minerales. Tiene mucha historia, estuvieron los fenicios en el siglo VIII antes de Cristo. Venían de Tiro. Primer puerto de la Colina de Gibralfaro. Luego estuvieron los romanos en el siglo V antes de Cristo. Aún hay construcciones romanas y árabes. Málaga tiene el orgullo de que allí nació Picasso y vivió sus primeros catorce años; hay un museo que lleva su nombre, al que apenas entramos por razones de tiempo impuesto por los horarios de la excursión. En una calle hay un letrero que recuerda a Picasso, y a Ruiz, su padre, señalando la casa en que vivían. Y en los quioscos, en la calles y en los comercios, todo es Picasso, que les resulta redituable. También acá hay callecitas angostas que son características de épocas lejanas y que suceden en toda España. La calle Larios es una de las avenidas más antiguas de España. La arquitectura del centro es parecida a la de Granada. El actor Antonio Banderas también es malagueño. Estuvimos poco en Málaga andando por sus calles porque así lo determinaba el itinerario que nos llevaría desde ahí a Marbella. Salimos a la hora 15. La autopista va al costado del Mediterráneo y para llegar anduvimos 60 kilómetros. Marbella ha de ser más de lo que nos mostraron. Recuerdo que al entrar a Puerto Banús vi un rinoceronte en un lugar llamado Paseo Puerto Banús, en el que podríamos haber parado para ver la obra de dimensiones importantes y por respeto a Dalí, por el que siento admiración. Pero no es el viajero el que elige ni dirige y fuimos a una pequeña plaza donde nos dejó el ómnibus para dirigirnos a un recomendado lugar que era el puerto con muchos yates, restoranes bastantes caros y, en la calle, muchos Mercedes Benz conducidos por


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ricachones y mujeres de impecables bucitos y gafas oscuras. Los yates no dejaban ver las aguas del Mediterráneo de tan apretadas que estaban y a mí me daba la impresión de una liviandad impresionante. Claro que sin mucho entusiasmo estuvimos en un lugar de comidas donde almorzamos bien y nos preparamos para ir al lugar señalado a fin de continuar la marcha. En Marbella, que en principio fue un pueblo de pescadores, hoy existen grandes palacios, algunos de árabes y otros de millonarios y, según oí, es lugar ideal para el lavado de dinero. Vamos a “Ronda”, zona de origen volcánico rocoso, distante 45 kilómetros, zona alta, 1.700 metros. Valle del Guadalquivir de imponente belleza. Ronda tiene 47.000 habitantes. Pueblo blanco andaluz. Del viaje hecho, es uno de los momentos más felices viendo la maravilla de su paisaje. En esta zona hay mármol de excelente calidad. Según la guía hay en el mundo mucho de este material que se tiene como de CaRonda rrara y que, en realidad, es de acá. Por la altura se tapan (Cuna de Francisco Giner de los Ríos, creador de la Institución Libre de Enseñanza) los oídos. Es admirable la pericia del conductor porque el camino viborea constantemente y, al costado, se ve el fondo Como en Rilke, en un gran precipicio. Vamos subiendo y haciendo curvas en mi ser continuamente. En la hondonada se ve la carretera como hondo has calado, una inmensa cicatriz inserta en el verde espeso, a veces y vuelvo de memoria interrumpido por la roca que varía continuamente de forma al encantado y de color. Allí encontramos al río Guadalquivir que va al y largo viaje Atlántico. Es una de las zonas más calientes de España que hice enamorado que, en agosto, llega a los 50 grados al mediodía y la gente de tu paisaje emigra a Huelva. -que con ocres y verdes el río bañay los ritmos-temblores de arboledas La visita ha sido breve pero enriquecedora. La serranía confundidas con cielo y con montaña. de Ronda tiene 40 kilómetros de diámetro. Leí en algún lado que Rainer María Rilke escribió: “He buscado por He ascendido en redondo todas partes la ciudad soñada y al fin la he encontrado en con tu nombre Ronda” y “no hay nada más inesperado en España que pasando por la zona esta ciudad salvaje y montañera.” marmolera, registrando del hondo precipicio la cicatriz que fue la carretera, para al final hallarte y admirarte, pueblo blanco andaluz que desde un puente bajo mis pies siento latir en la corriente del Río Guadalquivir.

Desde la 19 y 45 estamos en Sevilla, instalados en Novotel, Avenida de Eduardo Dato 71. Acá estaremos dos noches. El lugar es confortable, ideal para el descanso después de una ducha y la cena porque ha sido largo el viaje.


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cuaderno rojo de Lucio Muniz Mañana comenzamos la visita a esta ciudad famosa en que la gente muestra su gracia natural en la forma de expresarse.

27 de marzo en Sevilla Salimos a las 8 y 30 para recorrer en el ómnibus algo de la ciudad. Estamos frente al Parque de España que fue el pabellón inaugurado por Alfonso XIII para la exposición Iberoamericana de 1929. Acá se filmó la película Laurenz de Arabia. Llegamos al Paseo Murillo donde el pintor está sepultado en la Plaza de Santa Cruz, no se sabe exactamente dónde. Estuvimos en el Parque de María Luisa, llamado así en memoria de la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón que donó el predio. La Catedral El Alcázar y el Archivo de Indias han sido declarados por UNESCO “Patrimonio de la Humanidad”. La Catedral es realmente impresionante, de estilo gótico que, como en otras catedrales de igual estilo, hace que el que entra eleve la mirada por esas columnas en ascenso y el espacio amplio, de cierto modo, nos minimiza por su grandeza. Desde el Patio de los Naranjos (y de las abluciones según las costumbres musulmanas) entra-mos al recinto de la Catedral donde se encuentra la tumba de Cristóbal Colón, en un lugar que correspondería a un altar junto a las imágenes de Isabel y Fernando y, cerca de la salida y en el suelo, está la de su hijo. Al salir de la catedral hay carros con capota negra y ruedas amarillas que, tirados por caballos, se contratan para hacer paseos turísticos. Puesto que llegamos a Sevilla en plena Semana Santa, estábamos en el lugar donde se realizan las procesiones más famosas de toda España. Fue imposible ver alguna ya que, al estar por llover, las “hermandades” o cofradías no salen, por no arriesgar el deterioro de las imágenes. Esperamos mucho tiempo en cierto lugar estratégico hasta que renunciamos y nos fuimos, ya que suspendían la salida. Hay catedrales e iglesias en las que los materiales utilizados son diferentes porque al ladrillo con que eran levantadas por los musulmanes se les agregó piedra para continuar la construcción y eso significaba una forma de imponer el cristianismo triunfando sobre otra religión y cultura. De allí fuimos al edificio delArchivo de Indias que alberga una impresionante


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cantidad de documentos y piezas históricas: 43.000 legajos, 80 millones de páginas, 8.000 mapas y dibujos, y textos de Colón, Magallanes, Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés y Francisco Pizarro (de estos dos últimos personajes vi sendos retratos con un poco de fastidio porque no les tengo ninguna simpatía). En una vitrina pudimos ver una carta de puño y letra de José Gervasio Artigas con su firma. En un salón que parece ser de sesiones, en la pared hay dos retratos de Goya: Carlos IV y María Luisa de Parma. En el mismo ámbito hay un busto del historiador uruguayo Francisco Bauzá. En Sevilla hay que destacar la amabilidad de la gente, las callecitas con las clásicas macetas con flores en los balcones, dando color y gracia al ambiente. Hay muchos turistas de múltiples países en esta semana especial. En nuestro grupo tres chilenos, dos venezolanos, cuatro colombianos, tres mexicanos, cinco brasileños, cinco argentinos y cinco uruguayos.

El huevo de Colón de Zurab Tsereteli; Parque San Jerónimo, Sevilla, España (archivos de abrelabios)

En el camino de regreso quisimos tomar algo y vimos en un café el anuncio de chocolate en un pizarrón. Le dijimos al mozo que lo queríamos con churros, que es frecuente en España, pero el mozo contestó que churros no había pero a cambio nos ofrecía “estupendas torrejas”, y todo eso con histrionismo y gracejo. Aceptamos la oferta y, de paso, descansamos un rato mirando el gentío y los trenes andando en las calles. Casualmente a medianoche, estando en el hotel, escuchamos un sonido de percusión y, asomados a la ventana, pudimos observar mucha gente caminando tras una imagen llevada en andas por los respectivos cofrades y costaleros, seguidos de unos hombres que golpeaban bombos, y estuvimos a la espera de escuchar algunas saetas, cosa que no se dio.

28 de marzo Partimos de Sevilla a las 8 y 5, luego de dos noches de hotel, con rumbo a Portugal, bajando brevemente en la aldea “El Rocío”, lugar en el que no hay casi qué ver pero que tiene una imagen sobre la que se tejen historias y es el lugar en que en ciertas épocas del año se realizan las romerías más importantes de España porque acude más de un millón de personas. También es importante por la crianza de caballos. De allí fuimos hacia Huelva, pero antes visitamos el Monasterio de la


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cuaderno rojo de Lucio Muniz Rábida, al lado del Puerto de Palos de la Frontera, donde estuvo Colón y fue ayudado por uno de los prelados que hizo de puente para el encuentro de Isabel La Católica con él. Nos mostraron el Monasterio con los lugares históricos en que se alojó el navegante, la existencia de una pinacoteca importante y paredes pintadas con motivos alusivos al descubrimiento, por supuesto que pintados en el siglo posterior, ya realizado el viaje por América. Allí destacaba una escalera construida de baldosas que tenía más de 500 años por la que bajamos dada su historia. En una sala y en vitrinas se destacan las banderas de los países de América entre las que estaba la uruguaya que registré en unas fotos. En el Puerto al que acudimos, hay réplicas fieles de las tres carabelas en que se realizó el viaje del descubrimiento. Subí a la Santa María que era en la que se trasladó Colón y confieso que tuve una sensación especial andando en la borda y bajando al lugar en que se guardaban los víveres, o trepando por una escalera que conducía a la parte superior desde donde se oteaba el paisaje marino. Las naves, de pocos metros de largo y ancho y de iguales medidas que las originales, hacían pensar en lo arriesgado de la expedición andando en alta mar. Parecían cascaritas de nuez arrojadas a una gran piscina. En un camarote una figura destacaba a Colón sentado a una mesa revisando cartas marinas y, en otros lugares, otras figuras reproducían gente haciendo las tareas diversas. Todo eso a escala humana.

Portugal (28 del 3) Vamos dejando la costa mediterránea para ir hacia la costa atlántica. Zona de plantíos de fresas y granadas, pinares y también hermosas playas con arenas amarillas. Tuvimos que retrasar los relojes una hora porque había diferencia con Portugal y almorzamos en Mértola, lugar pequeño que tiene alrededor de 3.000 habitantes. El almuerzo fue a base de pescado, muy bien hecho y de buen sabor. De allí partimos a Alentejo, región del centro de Portugal 31.152 kilómetros cuadrados y 777.421 habitantes. A esta región pertenecen Évora, capital del Alentejo, donde estuvimos durante dos horas y que, al igual que Elvas, es Patrimonio de la Humanidad. Alentejo limita


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al norte con Lisboa y es zona de colinas, plantíos de alcornoques, olivos y vid. A las 20 horas llegamos a la capital, después de haber recorrido 520 kilómetros.

29 del 3 Con una guía local que era más eficiente que el que nos acompañaba, visitamos algunos lugares: Parque Eduardo VII, Plaza Marqués de Pombal, Plaza del Rossío, Barrio de la Estrella, Monumento a los Descubrimientos, Torre de Belem, Ciudad Vieja de Lisboa, zona portuaria, Monumento por la caída de Salazar (cuando se produjo la Revolución de los Claveles). De la maravilla que ha de ser Portugal (“es el Museo de Europa”) aunque vi cosas hermosas, confieso que tendría que volver para conocer mucho de lo que el guía -que dejaba mucho que desear como tal- no nos mostró allí ni tampoco ilustró en el camino. Vimos algo del barrio Belem. Estuvimos en el Monasterio de los Jerónimos, de hermosa arquitectura, fundado en 1501, donde están sepultados el navegante Vasco Da Gama, el poeta Luis de Camoens y, desde hace pocos años, Fernando Pessoa. Enrique el Navegante, que era hermano del Rey y tenía apoyo, fue impulsor de la navegación cuyo punto más alto fue Vasco Da Gama llegando a las Indias en 1498. Los portugueses, rivales de España, eran los reyes de los mares, y hubo un momento en que fueron una potencia mundial que fue disminuyendo al perder las colonias que tenían en África, India y América y que se fueron independizando. Siento que me quedó en el debe una visita más larga para ver los museos y monumentos, las iglesias, castillos, palacios y demás piezas arquitectónicas dispersas en su suelo. Por la tarde tuvimos oportunidad de ir a Cintra (de la que yo tenía noticias por lecturas de Eça de Queiroz) donde, por problemas de columna, caminé poco y vi menos que el resto del grupo. De allí fuimos a Cascais, 32.000 habitantes, viendo su fortaleza además de las playas de arenas amarillas y limpias que son muy visitadas al igual que en Estoril, 27.000 habitantes. Son las zonas más importantes del turismo de Portugal. La primera se puso de moda cuando el Rey don Luis de Borbón hizo su palacio de verano y también ahí vivió su hijo Juan Carlos. Hay iglesias, museos, palacios, parques y jardines y una espléndida costa que vamos bordeando donde el Atlántico deja ver una espesura enorme de espuma. Acá conviven en armonía lo viejo


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cuaderno rojo de Lucio Muniz y lo nuevo. En Estoril hay un casino que es de los más importantes de Europa. Por la noche nos trasladaron al barrio Alto, que es muy animado, con muchos restaurantes y casas de fado. Hay pequeños quioscos que sirven licores o café acompañado de algo para comer, con mesas y sillas que lo circundan. Estuvimos en uno y caminamos hasta que volvimos al ómnibus que nos llevó al Hotel Marriot.

30 del 3 Salimos a las 8:00 rumbo a Fátima. Íbamos a andar 320 kilómetros. Dejábamos atrás una ciudad bellísima, llena de lugares históricos dignos de ser visitados con mucho tiempo. Pasamos por lugares verdes, colinas y pequeñas ciudades hasta que, a las 9 y 30, llegamos a Fátima que tiene un santuario y aparte un lugar con una imagen que es muy venerada por la gente, donde dicen que hubo una aparición a tres pastores. Acá estuvimos hasta la hora 11:00. Está plagado de lugares de venta en toda la ciudad y los motivos son religiosos. En Portugal tienen orgullo de que en Lisboa haya nacido San Francisco, el llamado de Padua, porque es lisboeta y en Padua se produjo su deceso. Partimos y llegamos a Porto a las 13:30. Por la tarde hacemos una salida de dos horas con guía local y mojamos la mirada en las aguas del Duero, que tanto nombra Machado. En la ciudad de Porto visitamos la librería Lello Hermanos, que se la califica de ser la tercera en el mundo por razones de decoración. Se dice que la primera está en Holanda y la segunda en Buenos Aires. Entramos a visitarla y en realidad es hermosísima; luce unos trabajos en madera notables y tiene un piso al que se asciende por doble escalera. No me fue posible tomar fotos porque el dueño no lo permite, pero Margarita (antes de la prohibición) felizmente tomó dos. En dicha librería trabajó la autora de Harry Potters, que daba clases de inglés en la ciudad y que era casada con un diplomático. Este lugar está a 50 metros de la “Plaza de los Leones” en la que, curiosamente, en vez de una iglesia hay dos. Es muy linda ciudad. Por ella andan tranvías como los que había en Montevideo. Una de sus calles se llama Muniz y esto refuerza mi


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O Porto Hoy degusté las mieles de tus uvas y me atrapó tu nombre de bodega. Hoy aspiré este aire junto al agua y vi casas colgadas en un cerro, adonde mis miradas deslumbradas de golpe descubrieron la armónica estructura de un gris puente saltando vigoroso sobre el río.

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conocimiento de orígenes de mi apellido. Según he leído en distintas fuentes, Felipa Muniz, o Moniz, o Muñiz (que, por deformación, varía) era casada con Cristóbal Colón. En Funchal, capital de la Isla Madeira, existe el Porto Muniz, o Moniz, y eso ocurre en una de las islas de Azores de donde tengo documentación que el primero que llegó con mi apellido, Manuel Muniz, lo hizo en San Carlos, departamento de Maldonado, en 1763. También he leído alguna vez que alguien lo hizo en Colonia en los mismos tiempos. Paseamos por la ciudad cuyo centro histórico fue declarado “Patrimonio de la Humanidad”. Estuvimos en un mercado que tiene muchos años y luce una estructura de hierro que me hizo recordar a otros. El paisaje a orillas del Duero, con las pequeñas casas sobre los cerros, me parecía una pintura del Canaletto y, sobre el río, el Puente de María Pía, con un arco único de 354 metros, diseñado por Eiffel. Al final de estas visitas fuimos a conocer CÁLEM, una de sus centenarias bodegas donde se produce el famoso “vinho do Porto” que pudimos paladear.

Hoy leí mi apellido en una calle, y en la música metálica de rieles retorné hasta los bordes de mi infancia en deslumbrados tranvías de Montevideo.

31 del 3 A las 8 salimos del hotel con destino final Compostela. Distancia, 270 kilómetros. Paramos a las 9 en la Ciudad de Braga donde está el Santuario do Bom Jesús al que ascendimos utilizando el funicular más antiguo del mundo (tren tirado por cable y movido por agua). Subí en el tren, pero la bajada la hice caminando por errarle al camino que me llevaba al descenso en el mismo vehículo, y bajé alrededor de trescientos escalones. Aunque el paisaje y los jardines eran hermosos, el dolor en la columna no me dejaba disfrutarlos. Braga es notable. Ciudad importantísima artísticamente y “favorecida por la Iglesia, considerándola capital del barroco”. Brevemente visitamos el Monasterio del Buen Jesús del Monte y partimos. Pasamos por Barceles, que es parte del camino de Santiago. Ondulaciones, cadenas de montañas. En el camino se ven muchos pueblos que el guía desconoce. Hemos pasado el río Minho, que separa Portugal de España. El último lugar de Portugal es Valenza do Minho y el primer pueblo al que se entra en España se llama Tui. Más adelante paramos en un lugar llamado San Simon, junto a la Ría de Vigo. Esto es Pontevedra, capital de su homónima. Estamos en Galicia


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cuaderno rojo de Lucio Muniz que es hermosísíma, más de lo que yo sabía por películas. Tiene 60.000 habitantes. Hemos estado cerca de Vigo (500.000 personas) y la más grande ciudad gallega. Llegamos a Cambados y conoceremos la Ría de Arosa, ciudad histórica y marinera, donde hicimos un paseo en barco con fondo de cristal. Muchos viñedos y casas de granito que se diferencian de otras por razones económicas y que hizo construir gente adinerada. Alguien del lugar nos explicó cómo se producen los moluscos y luego de su charla ilustrativa nos invitó a saborear mejillones con vino, en el mismo barco. Conservo una foto en pleno brindis que nos tomó un profesional y que luego me vendió. Eso fue un aperitivo porque, luego de un paseo en barco, tuvimos tiempo para recorrer y para luego almorzar. A las 16 partimos de Cambados para estar en Santiago de Compostela alrededor de las 17 horas. Allí tuvimos una vista panorámica y nos asistió un guía local paseando por calles medievales y visitando y admirando la catedral. Salimos del puerto y continuamos el viaje viendo muchos grupos de casas. Allí el grupo se dividió en dos y la mitad fue a otro lugar. A nosotros nos tocó estar en el Hotel Obradoiro, donde cenamos y fuimos a descansar.

1 de abril A las 8 partimos con destino a Oviedo, pero antes estuvimos en Lugo donde yo ya quedé de encontrarme con Manuel Álvarez Prieto a quien no veía desde hace 40 años. Manuel era uno de los que se acercaba a la rueda del bar Mincho en aquellos tiempos en que nos juntábamos semanalmente con Gravina, Garini, Ariel Méndez, Manuel Márquez, Nelson Marra, Ruben Yacovski, Saúl Ibargoyen. Cuando llegué a la estación, Manuel me esperaba y tuvimos un buen rato de charla. Está igual que antes, solo que tiene algunas canas que entonces no lucía y que no lo envejecen. Él lamentaba que no estuviéramos más tiempo porque le importa mucho la ciudad en la que vive y la historia que tiene de muchos siglos, de la que hay rastros sobre todo en la enorme muralla romana que tiene 23 kilómetros y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. Le dejé a


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En la ciudad de Lugo para Manuel Álvarez Prieto

(Para llegar a Roma -piedra a piedraacudo al mapa de la Historia). Alguien detiene el paso y voy a verlo. Está en espera hace cuarenta años. Luce el mismo perfil que he mantenido como un recuerdo congelado. La lluvia brilla vidrios en las calles, y entre risas, buceando en las palabras respiramos el aire de la tarde. Me muestra la ciudad, ciudad adentro: extendida en camino interminable ostenta Lugo ese redondo largo que levantaron los romanos. Mostrada con orgullo por lucenses, me traje en la mirada esa muralla centinela despierta -piedra a piedra-, compacta, secular, monumental. Quizás para aprender de Lugo, vuelva: Puerta Miñá o del Carmen, Río Miño, torres gigantes, luz de Catedral.

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Manuel material literario y musical y recibí de él una preciosa guía de España-Portugal que me está siendo útil más allá del viaje, con datos de lugares que me hacen volver a lo andado. Dejamos Lugo con sus 2.000 años y una importante producción de quesos y continuamos andando por espectaculares paisajes de montaña atravesando la cordillera. Confieso que es emocionante lo que veo; a cada movimiento del ómnibus se ve una cara distinta y la dificultad de elegir por lo hermoso que es lo que se ve: verde intenso y arboledas, montañas que suben y se enlazan con otras que las respaldan o con otra que se viene con piedra o roca de distinto color. El vacío que espera como una gran boca al mirar el precipicio y allá abajo la hondonada donde de pronto aparece el techo rojo de una casa solitaria. De Lugo fuimos hacia Castilla e hicimos una parada en O Cebreiro, aldea gallega pequeña y de piedra, que muestra formas de vida tradicional. Mis ojos no se cansaban de miradas que quisieran multiplicarse para retratar más lo que la luz alumbra. Porque también la luz va pintando el paisaje con más o menos brillo. No se trata solamente de lo que se ve, sino de lo que se produce interiormente y que es de carácter emocional, porque es tal la belleza que solo Dios parece ser el pintor y escultor de algo que es superior. Y así andando llegamos a León con sus 60.000 habitantes donde hay una importante catedral. Pasamos Ponferrada donde existen minas de hierro y principalmente de carbón. Rápidamente anduvimos cruzando pueblos y yo traté de registrar nombres que mostraban las carteleras, como el río Sil que desemboca en el Miño y crea energía para centrales hidroeléctricas y el río Bernesga. Sin duda que para hablar de las ciudades es necesario estar mucho tiempo en ellas, por eso es que debo conformarme con hacer un rápido registro de lugares en los que paso, como Casa Botines. De todos modos puedo asegurar que hay un gran parecido en las casas y edificios mayores por razones epocales. En León se respira ese aire antiguo que parece desprenderse de las paredes que ostentan, diría que con orgullo, la vejez. Y sin ser demasiado observador, se nota que en toda España existe una adhesión casi enfermiza a lo religioso y a lo nobiliario. Se vaya al lugar que sea, nos encontramos en sus calles el nombre de gente de la nobleza, escudos y monumentos que homenajean las dos cosas. A las 16:45 salimos de León y a las 18:30 llegamos a Oviedo, capital de Asturias.


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cuaderno rojo de Lucio Muniz Es una linda ciudad y lo que hemos visto es moderno. Parece que allí hay dinero. Lo mejor fue el camino que nos condujo a ella. Unas rutas excelentes con bellísimos paisajes en los que se destaca la cordillera Cantábrica con su cadena de montañas coronadas de nieve. Montañas de piedra y, de pronto, de vegetación vigorosa y colorida, con cantidad enorme de pequeños pueblos que desde lejos parecen ser de fantasía y rodeados de campiña. Asturias tiene iglesias como San Julián de los Prados que es Monumento Nacional y Patrimonio de la Humanidad. También San Miguel de Lillo, en la subida al Monte Naranco, erigida en el año 857, y declarada Patrimonio de la Humanidad. Asturias tiene los picos de Europa que comparte con Cantabria al igual que las cuevas de Altamira, tesoro de la prehistoria. Las cinco “cuevas del arte rupestre” en Asturias son: la de Tito Bustillo (Celestino), en Ribadesella; La Peña, en Candamo; Llonín, en Pellamemera Alta; Covaciella, en Cabrales y El Pindal, en Ribadedeba. La primera nombrada fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 2008, y su nombre se debe al homenaje a uno de sus descubridores que días después falleció en la montaña (según la guía del viajero Skoda, 2005). En Oviedo, el Premio Príncipe de Asturias, de carácter internacional, se otorga en distintas disciplinas y, entre otros que lo recibieron, recuerdo a los americanos Vargas Llosa, Álvaro Mutis y Juan Rulfo. Esa noche descansamos en la capital del Principado de Asturias, que recorrimos parcialmente y que merecía mayor atención que la que se le brindó.

2 de abril Fuimos a Covadonga, distante 260 kilómetros. Pasamos por Langreo y por “Pera de Sierra”. Se ven muchos puentes aéreos y vías que confluyen en la carretera por la que nos trasladamos. Los carteles continuaban señalando pueblos: Lieres, Nava, Infiesto, Arrionda, El Remedio, Quitana, Viaducto Río Vino, Fuensanta, Ceceda, Carancos, La Cabaña, Villaviciosa, Campodecaso, y se veía enorme cantidad de curvas que el conductor sorteaba con eficiencia. Anoté una cantidad de lugares que no bajaban de treinta hasta que paramos


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un rato en los “picos de Europa”, donde hay lagos de origen glaciar. El último de los pueblos que registré fue Muñigo. Antes de llegar a Covadonga, donde estuvimos una hora. Allí están “las cuevas de Covadonga” que tienen una leyenda religiosa cuyo protagonista es un militar llamado Pelayo y una situación poco creíble de la virgen que se le habría aparecido. Pasamos el Río Covadonga y de nuevo me dediqué a anotar nombres de pueblos y de ríos; no menos de treinta. Se repetía el paisaje En Asturias montañoso en toda su imponencia. A las 12:30 llegamos a Santillana, villa medieval donde se convive con lo antiguo maniLlegar a Asturias. festándose, entre otras cosas, en sus paredes y casas blasonadas, bancos y calles de piedra que recorrimos hasta detenernos Escuchar a Albeniz para el almuerzo. De allí fuimos a las “cuevas de Altamira”; no en un sonoro chorro a las auténticas, cerradas al público, sino a unos cien metros de guitarras. donde se hizo una excelente réplica y hay guías que hablan de lo que se ve en techos y paredes, reproduciendo las formas Luego de andar la Oviedo ciudadana, de vida y costumbres de entonces, con la presencia humana a visitar Covadonga través de modelos vestidos con pieles, mostrando sus armas bordeando las orillas-maravillas ostentadas por aguas de sus lagos. de caza. En la roca, y corriendo, figuras sugeridas con ahorro de líneas pulsando lanzas, arcos y flechas. Hay distintos animaEn los Picos de Europa les pintados como bisontes y ciervos, y dominan los rojos y como en Cangas de Onis, negros. Es una verdadera joya de la prehistoria a la que cada reencontrar paso dado nos acerca en el estupendo museo donde todo la imagen de Pelayo. eso se conserva. A las 16 y 30 estuvimos en Santander, capital de CantaViajar en carretera bria, ciudad con casco antiguo y con playas. Llegamos a las y sorprenderse llamadas del Sardinero, siguiendo el litoral del puerto. Estaba por el continuo fluir previsto un paseo en el “tren turístico” admirando el Palacio de las montañas de la Magdalena. y ver pueblos Luego tendríamos tiempo libre hasta las 19:30 para ir al de pronto coloridos Hotel Santemar en el que nos alojaríamos. o sumergidos bajo nubes bajas.

3 de abril Anduvimos 445 kilómetros y tuvimos grandes vistas sobre el mar, paisajes verdes y otros montañosos, hasta llegar a las 10 y 30 a la mayor ciudad vasca, donde está el famoso Museo Guggengheim al que no entramos porque había una exposición sobre temas de guerra que preferimos obviar, para dirigirnos en cambio al Museo de Bilbao, que tiene mucha obra importante para ver y del que salimos muy contentos por lo apreciado. Marfil, madera, mosaicos y una colección estupenda de pinto-


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El bebedor de sidra de Joaquín Sorolla

cuaderno rojo de Lucio Muniz res que me tomé el trabajo placentero de ir registrando: obras del Goya, Murillo, El Greco, Zurbarán, Jacobo Jordaens, Van Dyck, Van Ruisdael, Bizanti, Luis Paret, Tiépolo, Gustavo de Maetzu, Vicente López, Fernández Cruzado, Pérez Villamil, Federico de Madrazo, Francisco Pradilla, Alejandro Ferrant, Antonio Gisbert, Zuloaga, Serusier, Gauguin, Isidre Nonell, Mary Cassat, María Blanchard, una escultura de Joaquín de Torre, dos notables pinturas de Joaquín Sorolla que me sorprendieron por su calidad expresiva: “El bebedor de sidra” y “El borracho, Zarauz”. La visita que realizamos con Margarita a este museo, que es de gran importancia y tiene alrededor de 10.000 obras, fue de dos horas y media. Quedó espacio para almorzar y a las 14 y 15 continuar viaje hacia La Rioja donde hay huellas de dinosaurios y cuya capital es Logroño, ciudad de origen celta con 150.000 habitantes y de las más antiguas de España, patrimonio inmaterial de la humanidad, adonde no fuimos. La Rioja es tierra famosa por la excelente calidad de sus vinos de los que tuvimos una pequeña muestra al visitar en la ciudad de Briones, la Bodega y Museo de la Fundación Vivanco, donde hubo una degustación y una charla acerca del clima, plantíos, sembrados, cosecha y elaboración de los vinos de calidad, que se envasan en botellas de distintos formatos. También vimos la maquinaria antigua explicando cómo se utilizaba. En relación al vino, el museo tiene piezas de todo lo relativo a la bebida: corchos, etiquetas, destapadores, etc., y pinturas de autores de renombre (Sorolla, Picasso, Brueghel), cerámicas, tapices, ánforas, piezas escultóricas bizantinas, romanas y demás que conforman una colección de arte de enorme valor artístico y económico. A las 17 y 30 llegamos a Santo Domingo de la Calzada, donde hay una plaza abierta con edificios antiguos y las clásicas tejas como techos. Los pisos son de piedra. Tiene 10.000 habitantes. En la zona hay agricultores. A unos veinte kilómetros está el Monasterio San Miguel de La Cogolla. Desde allí se ve un edificio de piedra sobre la plaza con una puerta muy antigua que encima tiene la leyenda: “Cárcel del Partido”. Intenté saber de qué se trataba pero no lo logré. Eso me encendió la imaginación porque hace alrededor de setenta años se desató en España la “Guerra Civil”. De allí viajamos hacia Aragón. A las 21 llegamos a Zaragoza y fuimos al Hotel Husa.


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4 de abril

El borracho, Zarauz de Joaquín Sorolla

Aragón es una región formada por Huesca, Teruel y Zaragoza. Esta es una hermosa ciudad y de las más grandes de España, con una antigüedad de más de 2.000 años. Tiene importantísimos puentes; 14 de ellos sobre el Ebro que es el río más caudaloso del país. En ese momento estaba crecido. Lo nutre el deshielo de las montañas. Solo en Zaragoza tiene nueve kilómetros de longitud y alrededor de 1.000 de largo total. El Palacio Real, una iglesia y la catedral son considerados patrimonio universal. En la imponente catedral también hay pinturas de Goya y en el techo hay dos bocetos que nacieron de su imaginación y fueron realizadas por otros pintores. Allí no permiten hacer tomas fotográficas y hay bastante personal de vigilancia. A la salida hay una gran plaza abierta con una fuente y una gran bola de piedra que representa al mundo. Cerca de ella, como homenaje, flamean las banderas de todos los países americanos. Fuimos al Museo Goya que tiene gran cantidad de obra del artista, separada en salones de pintura y de grabado. Reconocí algunos de estos que han tenido mucha difusión como los llamados “Vollaberum”, “Pintor”, “Linda muestra”. Hay alguna serie llamada “los disparates”. Otra dedicada a la tauromaquia, y algunas piezas que no conocía que representan la represión, como: “Con razón o sin razón”, “Bárbaros”, “Lo mismo”, “Enterrar y callar”, “Ya no hay tiempo”, “Carretas al cementerio”, “El agarrotado”. En el salón de pintura un hermoso autorretrato en el que se destaca la luz en el rostro, y un retrato de Félix de Azara, personaje que influyó en Artigas. En otro salón se destacan dos pinturas del pintor Mariano Oliver Aznar. Fuera ya del museo todavía tuvimos tiempo para caminar algo por las calles y luego almorzar con jamón crudo que en España es abundante al igual que el aceite de oliva. A las 14 y 15 salimos en dirección a Barcelona, con alguna parada para realizar visitas. Tuvimos que cruzar el “Desierto de Monegros”, cadena de serranías de muchos kilómetros que -pese a su arideztiene su encanto. Dejamos Aragón y entramos en Cataluña que se compone de Barcelona, Tarragona, Gerona y Lérida. Hay viñas, olivos, huertos. Fuimos al Monasterio de Poblet que es una maravilla desde todo punto de vista y es muy antiguo. Todavía hay mon-


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Poblet (Monasterio en Tarragona)

En Poblet aprendí que aquellos muros guardan algunos monjes de clausura y en las paredes monjes sin edad. Solo el chorro del órgano invadiendo quiebra el hondo silencio y determina que vuele el duende de la soledad. Hoy, hondo respiré en el monasterio un aire de misal y santidad.

jes que se nos recomendó que no fotografiáramos. La arquitectura es preciosa, así como también las galerías y los patios, las columnas, las paredes donde hay algunas tumbas, la biblioteca, la iglesia en la que se oía el órgano. Aquel ámbito tenía algo misterioso que invitaba a la reflexión y a la serenidad. Eso iba más allá de lo religioso. Hubo una visita final que yo, por mi columna, no realicé pero aproveché para asimilar la música que nacía de los poderosos tubos desde donde las notas se elevaban agudas, o tenían la marcialidad y fuerza de una orquesta invadiéndolo todo con potentes chorros, como una gran fuente. Luego de esta experiencia fuimos al Monasterio de Montserrat al que accedimos por un tren que nos llevó a más de mil metros. Allí, más que el monasterio, lo que me importó fue el paisaje que ya admirábamos desde el viaje y el lugar en que por la altura sentí más frío, pero que por ser seco se soportaba. Luego continuó la marcha hasta que a las 21 horas llegamos para instalarnos en el Hotel Holliday Inn Express, de Barcelona.

5 de abril Al salir del hotel fuimos directamente a ver “La Sagrada Familia”, catedral que siempre admiré y que quería conocer así como también otras obras de Gaudí. Pero tuve una gran desilusión al mirarla cubierta, con obreros trabajando y con grúas, porque eso le cambia la presencia y no es fácil conformarse con lo visto. A través de postales y de filmaciones siempre se la vio prolija y, sin embargo, lo visto deja que desear. Llovía y había una cola de más de cien metros, y nosotros no teníamos para cubrirnos ni siquiera un paraguas. Por lo tanto desistimos de entrar y solo dimos vueltas alrededor hasta que en un comercio encontramos una maqueta que tiene la prolijidad deseada. Allí le tomé fotografías de todos lados para llevar algo aproximado a lo que hubiera querido ver. Según se dice será terminada para el año 24 y no es probable que yo llegue hasta ese año. De todos modos quedaba por ver, “la Pedrera”, la “Casa Batlló”, que vimos y retratamos desde la avenida, y el “Parque Guëll”, que recorrimos pese a la lluvia subiendo por una avenida hasta ascender y luego comenzar el descenso, las curvas y las pronunciadas bajadas. Antes de


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La Sagrada Familia de Antoni Gaudí; Barcelona, España (gentileza de Margarita Goday)

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subir compré un paraguas que sería útil para mojarse menos y emprendí la caminata necesaria para la visita. En algunas zonas hay memoria de lo que sé que hay dentro de la catedral: unas columnas de forma especial que parecen sostener un piso por donde transita la gente que aunque llovía caminaba por el lugar y tomaba fotos. Muchos grupos de muchachos jóvenes, y de coreanos o chinos que en España andan por todos lados. Terminada la visita tomamos un ómnibus para ir al barrio Gótico con sus callecitas estrechas. En una de ellas está el Museo Picasso al que no entramos por la cola que había. Sí fuimos al Museo Mamut, levantado sobre muros romanos, en el que nos atendió un joven que hizo algunas explicaciones y nos contó que el museo es particular, y los dueños son rusos que encontraron piezas animales en zonas muy frías que las conservaron. Recorrimos las calles hasta llegar a una gran plaza con iglesia importante y con músicos callejeros de excelente nivel. Me conmovió una anciana que cantaba a cappella con una voz fresca y potente. Me acerqué a escucharla, charlé con


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cuaderno rojo de Lucio Muniz ella y le compre un disco. Más adelante un violinista hacía que me elevara escuchando Schubert. Frente a la iglesia, un trío en plena calle compuesto por piano, violín y banjo, acaparaba la atención de la gente. Eran todos músicos de primera que merecían otro lugar para desarrollar su arte. Escuchándolos yo pensaba en mis amigos artistas callejeros que tenían parecido destino.

He visto Barcelona

6 de abril

para José Gómez Jiménez y Nati Comas Navés

He visto Barcelona, anduve por sus calles y tengo reminiscencias catalanas. He subido el Montjuich, y he latido la luna en Badalona, lavé mis manos y mi cara en sus lejanas aguas y ahora mojo mis versos al nombrarlas. Yo miré Montserrat, y trepé a las agujas verticales con las que está Gaudí calando nubes. Acá bajo este cielo invento un cielo, estoy sentado y con la mente viajo: miro Miró, paseo por las ramblas y voy remando en el Mediterráneo.

Previa comunicación con José Gómez, nos encontramos en el Hotel Saint Antoni en el que nos hospedábamos desde las 12 horas. Con él -hombre de la poesía- y con Margarita, salimos a dar una vuelta por las ramblas desembocando en la Plaza Catalunia, y luego paramos a tomar un café en el Bar Zurich, que es uno de los clásicos de Barcelona. Tras una charla animada nos separamos a la hora y media y él fue a su pueblo, que distaba unos 20 kilómetros. Le dejé material para él y para Felipe Sérvulo que dirige la revista El Laberinto de Ariadna, donde yo he publicado. Felipe no estaba en Andalucía por asuntos personales y no nos encontramos. Después de andar por calles y de acuerdo al frío, decidimos comer algo y retirarnos al hotel donde nos enteramos de las noticias por la televisión y dormimos temprano.

7 de abril Fuimos a una ciudad que se llama Canet de Mar, porque Margarita tiene allí sus ancestros por parte de padre y aún le quedan parientes, la familia Isern. Se trata de gente muy católica que ha vivido siempre allí y que tiene incidencia en la vida local. Yo ya conocía a dos de los siete integrantes porque estuvieron en casa. El recibimiento que nos hicieron fue muy afectuoso. Es la segunda vez que ella visita el lugar. Canet es una ciudad muy bonita y extendida que por tener muchos repechos es difícil de andar, pero nosotros la recorrimos en coche hacia las cuatro puntas. Hay 14.200 habitantes en un área de 5.560 kilómetros cuadrados. Fuimos antes de mediodía a una antigua casa que fue de la familia de ella, donde un letrero dice: “Can Goday”. Estuvimos en


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el cementerio, un sitio que -además de los templos- me gusta visitar, porque es donde están las raíces históricas de todos los pueblos y, además, en los dos lugares se aprecia escultura y pintura. Luego veríamos, en una casa antigua y céntrica, un cartel que dice: “En esta casa nació Josep Goday Misser, 1811-1889, escritor eclesiástico, autor de poesías humorísticas, piezas teatrales costumbristas y de obras de instrucción religiosa.” A mediodía nos llevaron a almorzar a un restaurante ubicado en el predio de los curas del pueblo. La iglesia era pequeña y estaba bien cuidada. El párroco nos invitó a pasar a un salón en el que hay pinturas, imágenes y cuatro barcos en unas vitrinas que tienen que ver con la zona, ya que Canet ha sido en su origen un pueblo de pescadores. Allí, mirando un cuadro, recordaron un naufragio que sobrevino a una tormenta y a un pariente que fue protagonista de la tragedia. Nos acompañaron a la estación Joaquín Isern y su hermana, regalándonos un libro sobre Catalunia al que hasta el día de hoy he recurrido para verificar datos y ampliar mis conocimientos. Tanto de ida como de vuelta viajamos utilizando dos líneas del metro en trenes confortables y de mediana velocidad, teniendo de compañía al Mediterráneo con sus aguas espumosas y brillantes y zonas arenosas y limpias. Regresamos cansados al hotel que abandonaríamos recién el martes 9.

8 de abril

Hasta Canet de Mar Hasta Canet de Mar va el tren andando. Flecha flechando el aire y a la vera del agua que deslumbra y se libera, golpeando allá en la orilla con las olas desde una tela o plano horizontal en el que brilla como en escamas el Mediterráneo.

Salimos a recorrer Barcelona por las calles céntricas y, después de almorzar, sacamos dos pasajes para viajar en buses turísticos de dos pisos a los que podíamos abandonar y volver a subir durante toda la tarde. Fue una buena elección porque es un modo cómodo y barato para andar en la ciudad que es enorme y que no es fácil visitar de otra forma tan económica. Paseamos por muchos barrios y por el centro, que es una maravilla de edificios y que no le envidia nada a la hermosa Madrid. Recorrimos las amplias avenidas admirando monumentos como el dedicado a Colón que, con el brazo extendido, señala hacia América y, frente a “La Pedrera”, en las paradas, unas preciosas piezas de hierro, seguramente hechas o diseñadas por Gaudí. Las esquinas no son en vértice sino que se convierten en pequeñas ochavas, y eso da mejor visión a los conductores y disminuye los riesgos de accidentes.


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cuaderno rojo de Lucio Muniz Las unidades omnibuseras son impecables. Son ordenadas y se cumplen los horarios. Fuimos al Montjuit y tuvimos una vista panorámica notable de la ciudad que quedaba a nuestros pies. Cerca del lugar en el que paran los ómnibus hay unos pisos de baldosas con dibujos imaginativos y variados que fotografié. En el Mediterráneo, y cerca del puerto, mucho movimiento; se ve gran cantidad de embarcaciones y algunos cruceros. Estuvimos frente a la sede del Club Barcelona que es un amplio complejo cultural.

9 de abril (Francia) Estamos yendo a Pamplona. Salimos en el tren Ave a las 7:30 y llegamos a las 11:15. Almorzamos en la terminal de buses donde demoramos casi tres horas para tomar el ómnibus que nos llevaría desde Navarra hasta Saint Jean Pie de Port, Francia. El recorrido que hicimos fue de una hora y cuarenta, y los paisajes notables. Íbamos a subir a 2.000 metros y se nos tapaban los oídos. Los Pirineos son de indescriptible belleza. Allí se veía más nieve que la que habíamos visto hasta el momento, pero también zonas de intensísimo verde. Un verde vivísimo, espectacular. La ciudad de Pamplona es hermosa y limpia. Se veía mucho edificio moderno. Y en la ruta sembradío de flores. La carretera, como un tajo, al costado del río La Nive. Las casitas como colgadas. A los costados muchos cerros llenos de árboles que blanqueaban y, a cada lado de la carretera, sinuosa, montones blancos. Hicimos infinidad de curvas y vimos en el camino gente en bicicleta o caminando en admirable adhesión al deporte. Llegamos a la ciudad vasco-francesa y nos alojamos en el hotel “Les Remparts”, a escasos doscientos metros del lugar en que nos dejó el bus. En Saint Jean Pie de Port hay 1521 habitantes y su superficie es de apenas 2,73 kilómetros cuadrados. Se ve mucho turista y, sobre todo, franceses según comprobé escuchándolos hablar. Es un placer admirar sus callecitas de piedra, los muros, puertas y balcones. Como otros lugares vistos está lleno de antigüedad y de historia. Ni bien dejamos las valijas en el hotel salimos para admirar el lugar que, bajo el puente, atraviesa el río Errobi con su agua cantarina y juguetona que, a cincuenta metros, se distrae cayendo en pequeña cascada para seguir la marcha. Durante dos días estuvimos


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en ese lugar de ensueño, al que llegamos porque Margarita quería rastrear a Pier Tristant, su abuelo por parte de madre. Al llegar al hotel, la encargada se sorprendió al ver su documentación, recordando el apellido por haber conocido gente que vive o había vivido allí. Al día siguiente repetimos los paseos, ascendiendo por los pronunciados repechos empedrados, y de allí admiramos Saint Jean Pied de Port los techos rojos de las apretujadas casitas que recuerdan las (Recuerdo de Francia) postales vistas tantas veces con similares paisajes. Hay casas de especial arquitectura con puertas de madera color vino o En Saint Jean Pied de Port marrón y postigos entreabiertos sostenidos por un gancho. bajo de un puente, Encima de los arquitrabes en algunas casas hay leyendas. En anda sereno otras, el año de construcción: 1776, 1612 y, la más antigua, transcurriendo un río. 1541, destacada entre lugares importantes de la ciudad. Saint Jean Pie de Port nació en el siglo XII y quedan vestigios de su Yo recuerdo un repecho antigüedad. Además de lo anotado hay una larga muralla que adoquinado fue la ciudadela y una iglesia que se ve fue hecha sobre grandes al que se asoman puertas seculares, piedras romanas junto a bancos de piedra adheridos a las pay aquel bastión adonde tras de muros, redes. Durante el día hay mucho movimiento y comercios se alza el paisaje abiertos que venden variados artículos, pero alrededor de las con su arquitectura 18 y 30 cierran todos y la quietud gana el lugar en el que decomo una gran postal jan casi de transitar turistas y vehículos y, ya en la noche, el siya conocida, lencio es total. A mí me parecía mentira estar en los Pirineos, apretujándose en los techos rojos admirando en vivo lo que antes vi en cine y televisión. Esto es como frutas luciendo en hondonadas y entre piedras y el humo de las nubes una maravilla de montañas que cambian de color según la posición del sol alumbrando la nieve que las decora. recostándose breve y mansamente Entramos a un lugar donde podíamos elegir algo para comen el compacto gris de la montaña. prar como recuerdo de viaje para guardar y regalar. Estuvimos más de una vez en la pequeña iglesia y varias veces cruzamos Ha nevado en los picos, sopla un viento tenaz el puente experimentando un nuevo encanto en cada cruce que tiembla flores con el sonido vigoroso del río en su pasaje. Y en el ir y venir y trepa andando pasaron las fechas hasta que nos aprontamos para el regreso. sobre la muralla La estación de trenes de Saint Jean Pie de Port es chiquita. con recuerdo de monjes Fuimos los primeros en llegar. Al arribar el tren bajaron varios en la cima, turistas y apenas subimos cinco pasajeros. Aunque estaba nuadonde rompe el aire ese badajo blado, por momentos aparecía un tímido sol. La temperatura, que golpea el metal agradable; tal vez 14 grados. Nos despedimos de este lugar de una campana. al que quizás no volveremos más. En la pared leí: “Bajos Pyrines”. Al tercer día de haber pisado este suelo y por la mañana, En Saint Jean Pied de Port partimos. Desde la estación de trenes pasaríamos por Bayona transcurre un río, regando mi memoria y Endaya, hasta llegar a Irún, donde cambiaríamos de tren esta mañana. para hacer durante siete horas el viaje hasta Madrid.


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cuaderno rojo de Lucio Muniz El tren comenzó a andar y a los costados el paisaje cantaba en verdes y en maderas apiladas por leñadores. Un río al costado nos acompaña. De pronto desaparece y más adelante surge otra vez debajo de algunos puentes en aguas saltarinas que se rompen en las rocas y que se espuman en las orillas arboladas. Comencé a registrar algunas estaciones: Osses Saint Martín de Arrosses, Bidarr, Pote Noblía, Cambo Les Bains, Ustraritz, Ville Franque, Bayona (donde cambiamos de tren para ir a Endaya). A las 11:36 pasamos Biarritz, después Guethary, Saint Jean de la Luz, Ciboure, Ledeux Jomeaus y luego Endaya. Bajamos para trasbordar y pasamos por un lugar llamado Ficeba antes de llegar a Irún. Allí son muy cordiales, puntuales, simpáticos y ayudadores. Esa es la frontera de Francia con España. Yo recuerdo que el Banco de Irún hace años me invitó a participar en un concurso -creo que, anual- de poesía, y que rechazó mi trabajo aduciendo que estaba excedido de la cantidad de versos determinados en las bases. En plena estación hay un barcito que aprovechamos para tomar algo a fin de hacer sin urgencias el viaje hasta la estación Chamartín. Ya no se ve el paisaje paradisíaco junto al río y el Atlántico. Digo esto porque me pareció ver unos ranchitos de lata, aunque no sé si no son depósitos de la compañía de trenes. Hay que destacar la amabilidad de la gente de España y la limpieza que impera en todo su suelo. Al fin, por razones idiomáticas, nos podemos comunicar con la gente. Hemos pasado más estaciones: Leso, Rentgería, San Sebastián Donostia que es muy grande y con estupendos edificios. Al costado de las vías hay grandes muros que en toda España están pintados con enormes letras y dibujos que por lo general son inentendibles. Villabona, Tolosa, Ordizia, Beasain. A los costados se ven redes en la base de la montaña que serán para contener la piedra que se desprende. Zumárraga, Legaspi. Llueve mansamente y el cielo se cierra entre grises. Oscurece. Luego entramos en un túnel. De pronto la luz y de inmediato otro túnel de varios kilómetros. Esto se repite cuatro veces. Ahora la niebla lo invade todo y oculta las montañas. Después de diez túneles pasamos por Altsasu. En la tristeza de la tarde se destaca la presencia y delgadez de pinos y cipreses y la elegancia de los álamos. Además de lo que veo, desde la memoria me llega la voz y figura de mis padres, hermanos, hijos y nietos que


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como pájaros se posan en las cosas fijando su presencia que va conmigo, intercalada con la visión de estos lugares como Araia. También me acompañan mis patrias chicas, sobre todo, Treinta y Tres. Los apellidos vascos me hacen volver al Uruguay donde revivo recordando calles, pueblos y monumentos, escuela, barrios, trabajos. Entonces aparecen Aramendía, Larrañaga, Alzáibar, Larrobla, Lizarraga, Berrueta, Goyenola, Elosegui, Echevarne, Aguirre, Arregui, Goyeneche, etc.. En Uruguay existe mucho de lo que se escucha en España; el idioma, claro, pero también los nombres y los apellidos que se repiten. De pronto es como estar en los dos lados, aunque la patria es una. En el vagón íbamos ocho personas aunque puede trasladar hasta veinte. Salvatierra-Agurain de Álaba. Afuera se aclara un poco al desaparecer la niebla. Alegría Dulantzi. El único ser despierto soy yo porque el sueño venció a los pasajeros. Del otro lado de la vía vi trenes que iban en dirección opuesta. Vi galpones-semilleros, torres de electricidad, muros de piedra, puentes, arboledas y siempre montañas, fábricas, álamos en fila, ganado y sembradíos. En todo está la mano del hombre. De pronto, como en otros lados, aparece un río que después se esconde. En la carretera muchos camiones de carga. Miranda de Ebro. Seguramente es una zona industrial. Llueve y las gotas corren horizontales por el vidrio. El guarda va y viene en su tarea de control. Briviesca. En esa estación se ve pasar gente apresurada con paraguas que dobla el viento. Santa Olalla de Bureva. Ahora es todo llanura que cicatriza algún camino. Burgos Rosa de Lima. Todo el cielo plomado. Sin embargo, más adelante el sol pinta las cosas y las gotas brillan. A lo lejos y en la altura paneles solares y también más de cien molinos modernos con sus tres aspas moviéndose en danza eólica. Palencia, Venta de Baños, Valladolid, Campogrande, Medina del Campo, Arévalo, Ávila, Villalba de Guadarrama y luego, en Madrid, nos acercamos a Estación Chamartín siendo las 21:09. El tren arribó un minuto después de lo anunciado y en la estación nos esperaban Conchita y Carlos.

12 de abril Dormí de corrido seis horas y cuarto. Desperté descansado de las caminatas y de los viajes de ayer que duraron dos


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Zamora para Ramón Bailón y Justo y Lina

Creo tener presente acá en mi mano el aire zamorano y en mi recuerdo de memoria quedo recorriendo calles como antes hice en Lugo y en Toledo. Veo una iglesia centenaria al frente de una plaza, y desde la altura la domino (tras la vidriera de una casa). Voy al palacio antiguo -ayer de Aliste y Albay admiro pinturas parietales, armaduras y patio decorado con aljibe, vidriera

horas. Ese día caminamos por el barrio llamado Santa Eugenia en el que estábamos gracias a la generosidad y hospitalidad del matrimonio que nos recibió como si fuéramos sus hermanos, compartiendo con nosotros todo lo que tienen, además de ilustrarnos en lo relativo a la ciudad por todo lo que conocen al vivir acá. Felizmente nos tocó buen tiempo y disfrutamos de los espacios, los colores y el movimiento de la gente. Estuvimos en un grupo habitacional de generoso espacio, con muchos apartamentos en varios blocks, árboles y plantas que lo decoraban y una plaza interna con oficinas, comercios, supermercado y dos restaurantes cercanos. La comunicación con otros barrios y con el centro se hace en buses y en trenes que conducen a otras ciudades, puntuales y cómodos. De allí en adelante saldríamos solos a conocer algo de Madrid, y lo haríamos con libertad de movimiento, sin la celeridad a que obliga la conducción de los guías de las excursiones que realizamos. Pero eso comenzaría mañana ya que decidimos descansar.

y ventanales.

13 de abril Hay cigüeñas que trepan al Cimborrio de un templo y se aquietan largo rato custodiando la imagen de Viriato. A lo lejos, mis ojos han mirado los restos de muralla, con que el Tiempo junto al río ha quedado congelado.

Fuimos a visitar Zamora, ciudad en la que vive Justo con Lía, su esposa, y que es hermano de Conchita. Carlos es conocedor de las carreteras y nos conduce por vías impecables que a los costados muestran la fecundidad del suelo, los desniveles y accidentes que conforman la realidad de un estupendo paisaje. A lo lejos vemos una inmensa cruz que domina “el Valle de los Caídos”, donde están sepultados Franco, Primo de Rivera y demás franquistas. Eso para mí no tiene más interés que el anecdótico. Las sierras de Guadarrama ostentan sus siete picos y, a una montaña que no está entre ellas, la denominan “la bola del mundo”. Pasamos junto a muchos carteles que señalan pueblos y ríos hasta que pisamos la ciudad. Antes del destino final entramos a un supermercado techado y con una enorme variedad de ofertas de carnes, frutas y legumbres, donde incluso vi tras una vidriera gran cantidad de crestas de gallo ya prontas para ser cocinadas. No sabía que eran comestibles pero quedé sin probarlas. La ciudad tiene alrededor de 70.000 habitantes. Anduvimos por algunos lugares antes de llegar a la casa de Justo que nos


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esperaba a almorzar con un menú de sibarita, sobre todo con fiambres, quesos, sopa y productos de mar. Vive en plena plaza principal, o Plaza Mayor, frente a la iglesia más importante del lugar que tiene siglos de antigüedad. Se ve a los costados algunos cafés que se llenan de turistas. Luego del almuerzo salimos a caminar por las calles descubriendo lugares. Penetramos a un antiguo palacio que hoy funciona como parador que resultó ser de los condes de Aliste y Alba. La construcción es hermosísima. Hay un enorme patio con ventanas y columnas y, en ese centro, un aljibe domina las miradas. Adentro está todo amoblado con prolijidad y hay pinturas parietales y armaduras. Estuvimos en dos iglesias añosas con excelentes frentes románicos, una de ellas luciendo lo que más se destaca por importante que es la cúpula o cimborrio. Existe una plaza con una arboleda muy particular donde las ramas se entrelazan y que, según me dijeron, son una variedad de plátano o falso plátano. Hay un monumento a Viriato, lusitano que enfrentó a los romanos y fue traicionado por dinero. Se dice que cuando el traidor quiso cobrar la recompensa por su traición recibió por respuesta: “Roma no paga a traidores”. En Zamora hay restos de muralla y un puente que recuerda a un acueducto. También acá es común ver fachadas y puertas de madera tallada y con números de dos cifras sobre la pared. Existe una zona moderna de buena arquitectura y avenidas espaciosas por donde se transita ordenadamente. A las 20 y 30 salimos rumbo a Madrid, distante 250 kilómetros.

14 de abril Robleluengo para Concha Bailón, Carlos Fristch

Baña afuera ese sol las lajas negras y tímido acaricia mi costado. El tiempo sin apuro, en Robleluengo pareciera acudir hacia el pasado. En la calle, un reloj morosamente parece dar la hora de otro lado.

Hoy con los dueños de casa vamos a Robleluengo, donde recibo otra sorpresa por lo que veo. Las casas están hechas con piedra laja sacada de las montañas y le llaman “arquitectura negra” por el color así como en otros lados hay pueblos blancos. Robleluengo está en la parte norte de la Sierra de Guadarrama o Sierra de Ayllón. En el valle hay cinco pueblos de características similares que son Campillo de Rana (donde está el Ayuntamiento), Campillejo, Roblelacasa, El Espinar y Robleluengo. Esta zona pertenece a Guadalajara, Castilla La Mancha. Cuando veníamos hacia este pueblo nos detuvimos en Guadalajara y bajamos para admirar sobre todo el Palacio del Parque del Duque del Infantado, que es de estilo gótico tardío, y algo


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cuaderno rojo de Lucio Muniz renacentista, y que posee sorprendente belleza arquitectónica. Saliendo a la derecha, un monumento al Cardenal Mendoza, que actuaba de Canciller en tiempos de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. La casa que tienen Conchita y Carlos es preciosa. Tiene dos pisos, varios dormitorios, dos baños y un fondo espacioso, horno para pan, un parrillero techado, flores, plantas y árboles, que lo convierten en un paraíso para descansar, leer y entregarse a los placeres que la soledad y el silencio incentivan. No daba ganas de salir de allí, sobre todo porque el día era excepcional y se veía un cielo celeste vestido de pocas nubes. Después de recorrer el lugar, a mediodía almorzamos en un restaurante en la montaña y por primera vez probé carne de jabalí. Luego estuvimos en el Cañón de Jarama y Jaramilla, dos ríos. Hay un puente de proporciones importantes sobre el Jaramilla. El valle de Ocejón (2.048 metros de altura) es zona de trashumancia. En otros tiempos la poca gente que acá vivía lo hacía con enormes dificultades. Se llevaba el ganado lanar a pie por caminos que se llamaban Cañadas Reales. Se ha hecho la tarde. Antes de caer la noche comenzamos el regreso a la casa de Madrid, aprovechando la luz natural.

15 de abril Las visitas a los museos de Madrid empezaron por El Prado. Enormes salones con mucha gente. Niños de escuelas y liceos guiados por mayores y turistas de distintos países entre los que había muchos asiáticos. En las salas, algunos pintores haciendo copias. Empecé a mirar enfrentándome con obras y autores conocidos y de otros a los que en ese momento descubría. Resulta que en los museos se ve obra de algunos artistas de gran valor que no tienen difusión o que la tienen escasa. Es imposible conocer todo lo que existe, y lo que vi, fue rápidamente. Habría que estar durante meses y yendo a diario durante horas para tener la satisfacción de decir que se conoce la pinacoteca de cada lugar. De todos modos, debo expresar (más que la pena de lo que no pude ver) la alegría de lo visto, porque el tiempo dedicado a observar fue aprovechado en beneficio del enriquecimiento cultural.


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Se me ocurrió ir registrando algo de lo visto de acuerdo a la importancia del artista y el impacto producido por la obra: “El lavatorio” de Tintoretto “El emperador Carlos V a caballo” y “La bacanal de los Andrios” de Tiziano “Virgen de la silla” de Guido Reni “San Pablo, ermitaño” de José de Ribera Madrid “San Agustín y San Nicolás”, “Margarita de Austria” de Juan Pantoja de la Cruz Qué fuerte en mi memoria “San Andrés y San Francisco”, “San Jerónimo penitente”, se han quedado “Cristo en la cruz”, “San Antonio de Padua”, y “Cristo abralas imágenes vistas en El Prado. zado a la cruz” de El Greco. (El último cuadro impacta por tener lágrimas asomándole a los ojos). Cuánto resiste el tiempo “La adoración de los reyes magos”, “Los borrachos”, en los colores “Felipe IV a caballo”, “Las Meninas”, “La reina Isabel de vibrantes de poesía Borbón a caballo”, “El príncipe Baltasar Carlos a caballo”, colgando al aire y luz “El duque de Olivares a caballo”, “La infanta doña Margarita en las paredes de cada galería de Austria”, “Cristo en la cruz” (dos versiones),”San Antonio Abad y San Pablo”, y “Esopo”, de Velázquez Esto es Madrid “Jesús con la cruz a cuesta” de Michel Coxcie que veo enamorado: “Banquete de bodas presidido por los archiduques”, “El mundo de ayer en flor, imaginado, triunfo de la muerte”, de Brughel, “El Viejo” recorrido en las vías de un ahora que se rinde a sus luces y en su flora. “Judith en el banquete de Holofernes” de Rembrandt. “El carro de heno”, “El jardín de las delicias”, “La adoraEn España la sangre inunda el ruedo, ción de los magos”, de El Bosco y en su cielo “La piedad”, “La virgen con el niño”, “El descendibrillan un asta, miento”, de Roger Van der Weyden (el último es notable, una espada porque parece estar en relieve y las actitudes y gestos son y un toro de metal. conmovedores) “La anunciación”, “La visitación”, “La adoración de los Pero en la noche madrileña ángeles”, “La epifanía”, “La crucifixión” de Dierick Routs asisto y veo “La virgen y el niño” de Memling que la gente va “de tapas”, “Cristo en la cruz” de Federico Bavocci y hay cantaor, “Cristo con la cruz a cuesta” de Sebastiano del Pombo. “La visitación”, “Sagrada familia”, “Caída en el camino guitarra del Calvario”, “El Cardenal”, “Descendimiento de Cristo al limbo”, de Rafael y zapateo. “El coloso”, “La lechera de Burdeos”, “Dos mujeres y un hombre”, “La lectura”, “Saturno comiendo un hijo”, “Dos viejos” (notable), “Duelo a garrotazos”, “Las parcas”, “La romería de San Isidro”, “Dos viejos comiendo”, “El aquelarre”, “El Santo Oficio”, “Autorretrato”, “Garrochista a caballo”, de Goya


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Primera antología personal (1978-1993) Portada del disco de larga duración editado por Sondor; Montevideo, Uruguay, 1996

cuaderno rojo de Lucio Muniz “La actriz María Guerrero”, “Josefa Manzanedo” (se sale del cuadro, parece en relieve), de Raimundo de Madrazo. “Antes de la boda”, “Recuerdo de Granada”, “Los amantes de Teruel”, de Antonio Muñoz Degrain “La Canal de Mancorbo en Los Picos de Europa”, “Paisaje del delfinado” de Carlos de Haes “La lección de memoria”, “Hijo del artista” de Ignacio Pinazzo “Santa en oración”, “Aún dicen que el pescado es caro”, “Chicos en la playa”, “El pintor Aureliano de Berruete” de Joaquín Sorolla “Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga” de Antonio Gisbert “El Príncipe don Carlos de Viana”, “Conversación del Duque de Gandia”, de José Moreno Caballero “Otoño en Madrid” de Aureliano de Berruete “La degollación de San Juan Bautista” (11 x 2,50 m.) de Bartolomeo Strobi “Fernando de Austria”, “La inmaculada concepción”, “Santiago el mayor”, “Santiago el menor”, “Santo Tomás”, “La adoración de los magos”, “El juicio de Paris”, “El jardín del amor”, de Rubens. “Hombre con laúd”, “La piedad”, “El pintor Martín Ryckaert”, de Van Dyck. “Fiestas del Ommeganch en Bruselas” (notable) de Denis Van Alsloot “Mesa” de Clara Peeters. “San Jerónimo” de Antonio de Pereda “Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid” (notable) de Francisco Rizzi Además de lo anotado, que es a grandes rasgos algo de lo visto, debo anotar que hay algunos salones con pinturas románicas del siglo XII; pinturas murales de la Ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga (Soria) y de la Iglesia de la Vera Cruz en Madernelo (Segovia). La colección permanente posee pintura española, italiana, alemana, británica, flamenca, francesa, dibujos y estampas, artes decorativas, escultura. Las obras se ordenan en más de 70 salones.


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16 de abril Visita al estupendo Museo Thissen-Bornemiszan “La crucifixión” de Gaddi Agnolo “Crucifixión con la Virgen, San Juan y ángeles” de Ugolino Di Nerio, llamado de Siena. “La adoración de los magos” de Luca Di Tomme “Santa Catalina ante Papa de Avignón” de Giovanni Di Paolo “Crucifixión” de David Gerard “Cristi resucitado” de Bramantino “Autorretrato” de Joon Van Cleve “Retrato de Giolanda Tornabuoni” de Doménico Ghirlandaio “Retrato de Enrique VIII” de Hans Holbein “El Joven”, “Retrato de un joven”, de Piero de la Francesca “Joven caballero en un paisaje” de Carpaccio “La virgen y el niño” de Piero Di Cossimo “Dos vírgenes” de Giovanni Ballini “Virgen” de Palma “El Viejo” “Retrato de un sabio” de Correggio (Tablas con motivos religiosos de los maestros alemanes Bernhard Strigel y Cristohp Scheller) “Retrato de una mujer con perro” de Veronés “El Rapto de Europa” de Simon Bonet “Santa Catalina de Alejandría” de Caravaggio “La piedad”, “San Jerónimo penitente”, de Jusepe de la Ribera (“El españoleto”) “Cristo en la cruz” de Zurbarán “Virgen, niño y Santa Rosa” de Murillo. “La muerte de Sofonisba”, “Apoteosis de Hércules”, de Tiépolo “Castillo de Warwick”, “Plaza de San Marco en Venecia”, “La muerte de Jacinto”, de Canaletto “La soledad, recuerdo de virgen, Limusín” de Corot “Caballos de carrera” de Degas “Campo de trigo” de Renoir “Una tarde en Moret”, “La inundación en Port-Marly”, de Sisley “Campo de coles”, “El huerto de Éragni” de Pizzano “Malvarosa” de Fieseke “El desayuno francés” de Hassan Childe “Patinadores en invierno” de Louis Valtat


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Notre Dame de París de Gustav Loiseau; Museo Thissen-Bornemiszan; Madrid, España

“Pastora desnuda” de Berthe Morisot “La casa entre las rosas”, “El puente de Charing Cross”, de Monet “Notre Dame” de Gustave Loiseau “Los jockeis” de Tolousse Lautrec “Hoguera junto a un río”, “Perros corriendo en el prado”,”Mata Mua”, “Idas y venidas-Martinica”, de Gauguin “Bañistas” de Bernard “Pueblo con campanario”, “Barca en un estanque”, de Petitjean “Costa” de Maurice Prendergast “Playa, efecto de tarde” de Henry Cross “La calle de las iglesias” de Henry Le Sidaner “La entrada de puerto en Valendam” de Theo Van Risselberghe “Tarde de verano”, “Puente en la marisma”, “De la marisma”, “Flores rojas”, de Emil Nolde “Feria de caballos”, “Las bañistas”, de Pechstein. “Jardín en Soest” de Crhistian Rohlfe “Mina de arcilla”, “Doris con cuello alto”, de Ernst Kirchner “Portuguesa” de Delanoy “Jardín azul en flores” de Vlaminck


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“Estructura en blanco y negro” de Joaquín Torres García “El puente” de Léger “Mujer sentada” de Juan Gris “Fábrica de ladrillos” de Heckel “Gamos en un huerto” de Munch “El puente de Waterloo” de Derain “Retrato de un campesino” de Cézanne

17 de abril – Toledo

Toledo Casa del Greco, paredón y calles. Navajas y puñal, cincel de acero.

El 17 fuimos a Toledo para acercarnos a la obra de “El Greco”. Hicimos una caminata por la ciudad, donde como en otras de España al andar sobre sus callecitas, se aspira ese aire de antigüedad que deriva de sus curvas, muros, puertas y edificaciones. En Toledo lo más sobresaliente es -además de lo que respecta a El Greco- los trabajos hechos en su afamado acero, que se exhiben en infinidad de vidrieras: cuchillos, navajas, cortaplumas y cortapapeles, espadas y tijeras de todo tamaño y diseño, de alto precio dada la calidad del material y el cincelado. Nos llevó Carlos, que quería mostrarnos la ciudad desde un lugar alto al que no hubiéramos podido acceder, y se trataba de una zona de privilegio en la que teníamos oportunidad de tener una panorámica excelente y dominar a distancia el paisaje ciudadano desde arriba, incluyendo una vista estupenda del río Tajo.

Conde de Orgaz en la pared pintado, (con Miguel de Cervantes, asomado) La ciudad de Toledo tiene muchos turistas. Alrededor de y bajo del altar 10.000 habitantes permanentes y 80.000 en toda la provincia. solo en su sueño, La parte vieja está llena de historia, y la nueva, construida con el Conde, sepultado. Voy a subir y contemplar de un lado y otro lado Toledo amurallado. He ascendido escalones y en la altura observo abajo zigzagueando al Tajo.

respeto arquitectónico, logrando que haya equilibrio. Luego nos pusimos en situación de admirar lugares y tratar de ver pintura del Maestro. Lo primero que vimos -pago de entrada mediante- fue “El entierro del Señor o Conde de Orgaz”, pintado en una pared de la Iglesia Santo Tomé. Había varias visitas guiadas y cada guía daba su versión sobre la pintura que a veces no era coincidente pero que parecía llenar la expectativa de los excursionistas, muchos de ellos de raza amarilla, que estaban en todas las ciudades que estuvimos y que demostraban gran interés por lo que veían. La pintura, tantas veces vista en reproducciones, tiene en vivo otra dimensión, incluso por el tamaño que es de importantes proporciones, en la que se ve las figuras del hijo y la esposa del pintor y


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cuaderno rojo de Lucio Muniz “El Greco” mismo, en el plano colorido en que hay una separación de lo celestial y lo terreno que representa en la parte inferior a Gonzalo Ruiz de Toledo y, en la parte superior, al alma del conde en ascenso a los cielos. A los pies de la tumba en que descansan sus restos, un epitafio escrito en latín. Se dice que, integrando el grupo y tras el cuerpo del Conde, está retratado el propio Miguel de Cervantes Saavedra, (1547-1616) quien en 1570 coincidió con la estadía de “El Greco” (1541-1614) en Roma, y luego posiblemente en Toledo. Hay que destacar otra característica religiosa y social de Toledo, que es la convivencia en perfecta armonía de griegos, judíos, árabes y cristianos en el siglo XVI. La caminata nos fue llevando a la casa-museo de “El Greco” que, en realidad, es una reproducción exacta (según documentos) de la verdadera, donde se exhibe gran cantidad de obra pictórica y se hacen tres proyecciones en distintas salas que ilustran al visitante. En salones, se ven también muebles, escaleras con baldosas pintadas columnas, jardines, y una cocina con implementos diversos, dando señales de cómo vivía el pintor en su ambiente cotidiano. La obra vista es de carácter profundamente religiosa, en la que siempre se destaca, además de la delgadez de las figuras, la actitud permanente de elevación. Volvimos a Madrid en tren, teniendo la oportunidad de conocer la hermosa estación toledana.

18 de abril Hoy, luego de ver en internet que estaban a la venta obras literarias que me interesan y que no están en Montevideo, llamada telefónica mediante, fuimos a “la casa del libro” en Madrid. Pero los datos no fueron precisos y figuraban piezas inexistentes. Yo buscaba traducciones del ruso de Goncharov y de Leskov, que están editadas en España. He leído obras de estos dos autores y me importa conocer más de ellos. Solamente se encontraba una preciosa edición de Oblomov, de Goncharov, que tengo en casa y que leí hace unos veinte años.


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Plaza Mayor, Madrid, España (archivos de abrelabios)

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De allí nos trasladamos en bus a “Puerta del sol”, que es el centro de Madrid o kilómetro cero. Estuvimos en la Plaza Mayor, de grandes dimensiones, y donde abundan las columnas y ventanas. En el centro hay un monumento ecuestre de Felipe II. En un local comercial vi que vendían escudos familiares y entré preguntando por el de Muniz. Me respondieron que me tomaban el pedido pero que volviera en dos días porque se trataba de Portugal. Al fin transamos en que ellos lo hacían y que a la hora me lo daban, cosa que hice. Mientras estuvimos en un lugar al aire libre sentados y comiendo algo. En ese lugar la comida vale tres veces lo que en otros lugares. Cuando llegó el mozo para cobrarme le dije que por menos de la mitad de lo que allí se me cobraba, el día anterior habíamos pagado el almuerzo de ambos: dos platos con bebida y postre incluido. Allí se trataba de un simple picadillo. La respuesta me hizo subir la presión: “sucede que está usted en la Plaza Mayor de España, señor…” Por la tarde volvimos para encontrarnos con los dueños de casa donde comentamos nuestro paseo por distintos lugares, manejándonos sin andador. A las 20 partimos para visitar Madrid nocturno que es muy pintoresco. Las calles se llenan


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de gente que tiene la costumbre de salir “de tapas”, o sea a tomar copas y comer lo que así denominan. En una plaza hay un monumento a García Lorca, y en la misma también a Calderón de la Barca. Tomé fotos de los dos y además de la calle Ramón del Valle Inclán, que junto a Pío Baroja y Miguel de Unamuno se le considera cumbre literaria de la generación del 98, y que está homenajeado con una placa. Fuimos a la cantina “Villa Rosa” a disfrutar de un espectáculo de canto y baile flamenco. Un guitarrista, un cantaor, un bailarín y dos bailarinas integraban el grupo de cinco que se lucían haciendo gala de vigor, los movimientos precisos, el gesto severo, lleno de dignidad y expresión, trasmitiendo su arte con orgullo. La guitarra tocada con impecable técnica y el cantaor siguiendo el ritmo impuesto, quebrando la voz en sostenidos precisos, a la vez que los bailarines golpeaban las manos de una forma especial que es un logro de ritmo y de sonido. De allí fuimos a otra cantina para cenar, y luego volver a casa a descansar y prepararnos para realizar las caminatas del día siguiente.

19 de abril De mañana salimos a las ocho para Chinchón. De 12 a 15:30 visitamos el Museo Reina Sofía; y, a las 17 horas, partimos hacia Bustarviejo. Chinchón tienen unos 5.500 habitantes. Es pintoresco. Lo recorrimos en auto y caminando. En el centro hay una plaza circular con balcones y ventanas de madera que son muy particulares y están pintados de verde. En el círculo central se desarrollan fiestas en algunas épocas del año. Algunos lugares tienen mesas afuera y por la mañana expenden bebidas, café, y los clásicos panes con jamón crudo y queso. Estuve en una panadería atendida por una mujer que elabora panes con variadísimas formas y que tienen nombres graciosos y desenfadados como “tetas de novicia” (y “bolas de fraile”, que en Montevideo es conocido). Chinchón tiene fama de ser productor de anís. Allí se nota una fuerte adhesión a la dictadura franquista a juzgar por algunas placas que recuerdan a falangistas muertos.


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Anduvimos sin apuro de recorrida sobre pisos de adoquín, y fuimos al lugares altos donde logramos una visión totalizadora del paisaje. Museo Reina Sofía En todos los museos visitados tuve la alegría de estar y realizar un mínimo registro de lo que vi, siempre consciente de que se trataba de algo mínimo. No he tenido la pretensión de hablar con la propiedad de un crítico estudioso que opina comparando y haciendo reflexiones para emitir juicios. No. Mi intención con esta actitud ha sido la de tratar de que lo visto y admirado permanezca para deleite repetido cada vez que relea las páginas escritas y repita en lo posible la emoción producida por las cercanía a las obras que, vistas en vivo, con sus dimensiones, íntimamente las hace crecer. Tengo sí, la sana pretensión de compartir lo admirado con quien lea en el futuro estas líneas, que se me antoja nada más que un breve muestrario para hacer participar a los demás.

Monumento a Federico García Lorca; Madrid, España (gentileza de Margarita Goday)

El Museo Reina Sofía es importantísimo por lo que atesora y el destino final de la obra cumbre de Picasso. Seguí la misma línea que antes me impuse registrando obras y autores y empecé por once grabados del grupo: “Los desastres de la guerra”, de Goya, para luego rápidamente anotar: “Garrote vil” de Ramón Casas “Ribadesella”, “La viña”, “El gallinero”, de Darío Regollos “Jardín de Málaga” de Francisco Iturrino “Filosofía presentada por Palas en el Parnaso” de Joaquín Torres García “Jardín de Aranjuez” de Rusiñol “Mujer de azul”, “Figura”, “Busto y paleta”, “Proscripto del Guernica” y cuatro estudios preGuernica”, dos aguatintas sobre papel, “Sueños y mentiras de Franco”, de Picasso “Manola” de Julio Romero de Torres “Criadero de polvo” de Man Ray “Carretilla” de Francis Picabia “Objetos colocados según las leyes del azar” de Arp “Pájaros rojos” de Max Ernst “El secreto del espejo” de Magritte “Chez Mondrian” de André Kertész “La mancha roja”, “Cabeza y araña”, “Hombre con pipa”, “Cabeza de fumador”,”Ayudar a España”, de Miró


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cuaderno rojo de Lucio Muniz “La familia en estado de metamorfosis”, “Una sala entera”, de André Masson “Composición” y tres pinturas sin título del poeta Rafael Alberti siete pinturas sin título del poeta Gabriel Celaya “El libro de música” de Juan Gris “Naturaleza muerta”, “Gitano de Figuerez”, de Dalí “Palencia” de Benjamín “El baile” de Lhote “La verbena” de Maruja Mallo “Bailarina” de Saenz de Tejada “Objeto indestructible” de Man Ray “Maternidad” y una escultura de Alberto Sánchez “Clamor de guerra” de Ferrandiz “Piedras creando un paisaje” de Palencia “Armas para la España antifascista” de César Domela “La Revolución Española” de Picabia “La caída de Barcelona” de Le Corbussier 15 platos en broncelado de David Smith “Los horrores de la guerra” de Humblot “Fuente de mercurio” de Calder “Cuatro estudios de mujer gritando” de Julio González “Madrid 1937” de Horacio Ferrer “La tregua” de Fernando Escrivá “La España negra de Franco” (tintas sobre papel) de Quintanilla “El generalísimo” (calavera, esvástica, curas y militares) de Pedrero seis impresiones de Pitti (En un salón aparte, el Guernica y, en la pared de enfrente, ocho fotos del proceso de la obra, tomadas por Dora Maar -vecina y amante de Pablo- hasta que él decidió la versión definitiva). En los salones que exhiben obras de artistas que se manifestaban adhiriendo a La República y que lo hacían frontalmente contra el fascismo, está prohibido tomar fotos, puesto que el público lo hacía utilizando el flash, pese a la prohibición. Estuvimos tres horas y media hasta que volvimos a casa de los amigos que nos esperaban para ir a Bustarviejo, distante sesenta kilómetros de Madrid.


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A las 17 horas salimos para ese pueblo que tiene muchos turistas y unos 2.600 habitantes. Rodeado de montañas, con plaza principal e iglesia humilde que visitan los hijos del pueblo y algunas monjas. Bustarviejo, tiene una cara vieja y otra nueva que le da algún grupo de apartamentos moderno y exhibe en una plaza las maderas en que se ataban los caballos para recibir las herraduras. La campana llamó a algún oficio religioso; las escaleras se coronaron con un cura, dos monjas y algunos feligreses. Y nosotros fuimos a casa de Laura, hija de Conchita, que aprovechó a ejercer de abuela hasta que emprendimos el regreso para vivir la última noche en Madrid.

20 de abril

Meride (Recuerdo de Suiza en el cantón italiano) para Carlos Ponzoni

Sonó el pito en la boca del obrero tras de los vidrios bajos. El vaivén denunciando la parada se ha enlentecido ya llegando a Chiasso donde se hermanan suizos-italianos. La lluvia lenta moja y brilla vías que llevan a lugares ignorados. Destino. Estación Chiasso. Es la llegada. Lo dicen la sonrisa y mano en alto.

Me desperté muy temprano pero esperé hasta escuchar ruidos para levantarme. En un rato saldríamos para Italia. Como en las veces anteriores, Carlos y Conchita nos llevaron al aeropuerto. La deuda que tenemos con ellos es impagable, pero no el agradecimiento. En dos horas estábamos En Milán. Al llegar nos esperaban Carlos Ponzoni y Giuseppe, su padre, en el aeropuerto. Los cuatro fuimos a Meride, comuna suiza del cantón de Tesino con 314 habitantes; un pueblo pequeño que pertenece a Mendrisio, en el que habitan 11.600 personas. Tiene casitas junto a los caminos internos que dan vueltas y donde, por ser mínimo el espacio de vereda a vereda, en algunos lugares no pasan dos autos enfrentados. Como está en zona alpina, por los desniveles hay que ascender las calles y bajarlas continuamente. Meride se ubica a 15 kilómetros de Italia. Allí la moneda es el franco suizo que es más fuerte que el euro, y se habla suizo e italiano. Pese a la pequeñez del pueblo hay un importante “Museo del Fósil del Monte San Jorge”, que funciona en la Casa Comunal. Lo visitamos, tomamos fotos de sus existencias y vimos una película ilustrativa. En los alrededores de Meride es estupendo el paisaje montañoso y las nubes bajas como en un juego cubren y descubren las partes altas. De pronto se ve rojear algún techo entre el verde intenso de las plantas y los árboles que dominan la zona, en la que la humedad ambiente es alimento para la tierra. El día de la llegada almorzamos juntos, rociando la conversación con los buenos vinos embotellados que almacena


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cuaderno rojo de Lucio Muniz el dueño de casa y con la mirada atenta a los preparativos de Giuseppe que cuida la temperatura ideal para el saboreo. Luego de una sobremesa estirada, en la tarde fuimos a la estación de trenes de Chiasso para acompañar a Giuseppe que iba a su casa en Milán. Esa tarde lluviosa fuimos a un local atendido por una señora en el que varios parroquianos alrededor de una mesa pasaban el rato, y tomamos un café. Después Carlos nos llevó a dar un paseo por esos lugares montañosos fantásticos. Gracias a su generosidad pasamos en su casa dos noches, ya que él se quedó en la de unos vecinos.

21 de abril Al otro día nos adentramos en Suiza alrededor de 25 kilómetros para llegar a un lugar que le llaman “La Suiza en miniatura” o la “Pequeña Suiza”, que es la reproducción en un parque de este país con todo lo que tiene. Íbamos por las sendas caminando junto a palacios, castillos, iglesias, carreteras con autos andando, puerto con barcos en movimiento, aeropuerto con aviones en tierra, lagos, montañas con y sin nieve, parques, casas y pueblitos, trenes en funcionamiento sobre rieles que a veces atravesaban montañas; en fin, tenía aquello un aire infantil que por momentos me hacía recordar “La ciudad de los niños” en Argentina y, a la vez, mostraba de esa forma efectiva 127 lugares referentes de una Suiza que diría que de ese modo pude admirar. Por la noche estuvimos en plena montaña alpina en lo que llaman “la baita”, una casita en la que Max -vecino de Carlos y excompañero de trabajo- con su esposa nos agasajaron brindándonos un fondue de queso acompañado de bebidas. En el camino de regreso, ascendiendo la empinada montaña a pie, me tuve que detener varias veces por el esfuerzo realizado, que me hacía agitar y aceleraba mis latidos como si el corazón se me fuera a escapar. Hubo un momento en que, mientras Carlos fue a buscar el vehículo, quedé en la montaña sentado en un banco absolutamente solo, rodeado de árboles altos y escuchando los sonidos de la noche que parecían acentuar las sombras, haciéndome sentir la imponencia del lugar.


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Luego de este suceso fuimos a casa de Carlos, cuando fue posible abordar el auto que él había dejado en mitad de camino, porque no se podía descender la montaña con el coche. Alrededor de las 23 nos retiramos a descansar porque al otro día viajábamos.

22 de abril

Florencia (Leonardo. Miguel Angel. Rafael. Botticelli. Ghirlandaio. Brunelleschi. Donatello. Masaccio. Ghiberti. Cellini. Verrocchio. Ucello. Michelozo. Masolino. Filippino Lippi. Jacoppo della Quercia. Andrea del Sarto.)

Quise aspirar el aire que en las calles enriquece los muros desde el Arno, guardando ese paisaje de sustancia, que es carne y sangre, más que decorado. Y sentí la presencia de elegidos que la mano de Dios tan solamente con sus cinceles pudo haber tallado. Polen de tiempo sobre tiempo, humanos y divinos, como enviados de Dios se perpetuaron.

Para nosotros la mañana empezó a las siete con los preparativos. Llevamos una valija pequeña y la grande quedó en cada de Carlos porque íbamos a volver a pocos días. Nos llevó a la Estación Chiasso y salimos rumbo a Florencia, pasando por la estación de trenes Puerta Garibaldi, en Milán, para cambiar de tren y subir al que nos conduciría a destino. En el trayecto vi el nombre de varias estaciones que me resultaban familiares, como Monza y otro nombre compuesto en que el segundo era Pirelli. De pronto en otra estación leí: Bologna, y recordé que allí se decía que estaba la Universidad que rivalizaba con las más importantes de Europa, al menos en tiempos en que Luce Fabbri se doctoró con 20 años, antes de ir a vivir a Montevideo, según ella misma me confesó en el reportaje que le realicé y que fue publicado en el semanario “Siete sobre Siete”. El tren iba a 300 kilómetros por hora. Por fin estábamos en Florencia, lugar que yo desde siempre quise conocer. Bajamos en la estación y salimos a la calle donde lo primero que vimos fue un obelisco y una iglesia que iríamos a visitar al tercer día de la llegada. Nos alojamos a dos cuadras de la estación, en el Hotel Spagna, frente al Hotel Astoria y vecino a un restaurante en el que comí las pastas más ricas de mi vida. Estábamos en un lugar cómodo e ideal para movernos por la ciudad y además era económicamente accesible. Pasaban buses por la puerta en ambos sentidos y otros a una cuadra. Ya instalados salimos para admirar la perspectiva de sus edificios con el entusiasmo y el misterio que me despertaba el solo nombre de la ciudad. Al llegar, en la oficina de turismo habíamos comprado dos tarjetas que nos habilitaban para ver los museos y diez catedrales, permitiéndonos también viajar en los ómnibus locales durante setenta y dos horas.


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cuaderno rojo de Lucio Muniz 23 de abril A pocas cuadras fue el comienzo de las sorpresas que nos esperaban. Yo comencé a mirar repitiendo lo que en otros museos, anotando apenas algo de lo visto y siempre de acuerdo a los impactos que las obras me producían: Capilla de los Medicci “La batalla de Anghiari” de Leonardo Da Vinci “Sin título” de Perugino dos esculturas de Felíce Palma en el suelo siete tumbas vitrinas con trabajos en bronce, ébano, piedra dura, oro, piedras preciosas, de Giussepe Antonio Torricelli, Benge y Pietro Motti pisos trabajados en mármoles de diferentes colores en un salón alto y espacioso, seis tumbas impresionantes, ocho pinturas en el techo realizadas en círculo cuyo tema es el nacimiento y la crucifixión de Cristo. Seis de menores dimensiones; escudos, imágenes escultóricas en reparación. En vitrinas, libros de gran tamaño, dos de ellos con manuscritos decorados con oro, por Francesco Granacci. varios mosaicos cerámicas trasladadas de Monteluppo dos figuras de Andrea del Sarto tres ángeles pintados por Ghirlandaio y Francesco Granacci (alumno de Ghirlandaio) “Retrato de Pietro Bembo” de Tiziano “Martirio en el Monte Ararat” con crucificados tumba de Lorenzo, Duque de Urbino, con la figura de Lorenzo y a los pies a ambos lados, alegorías: “La Aurora” y “El Crepúsculo”; y tumba de Giuliano, Duque de Nemours con la figura de Julio y también a los pies y a ambos lados alegorías: “El Día” y “La Noche”. También, en la misma sala, hay un grupo de tres que, sobre modelo diseñado por Buonarroti, realizaron Giovanno Angelo Montorsoli y Rafaello de Montelupo. Se trata de la “Virgen y el Niño” flanqueados por San Cosme y San Damián. Tanto Lorenzo, el Duque, como Giuliano, también Duque, son sobrinos de El Magnífico y su hermano Giuliano


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que, habiendo sido más importantes, tienen tumbas de menor importancia. El Palacio Vecchio Salidos de la capilla caminamos entre la gente. Hay mucho movimiento en esta ciudad cuyo encanto es continuo porque está llena de lugares importantes por su historia y los decorados en las fachadas, trabajos en piedra, hierro, bronce, madera tallada, y esculturas en plenos frentes de edificios. Se está en este siglo y a la vez en otros, con la impresión de que en algún momento nos vamos a enfrentar con los grandes personajes del arte y de la política. En un importante lugar abierto estamos en la Piazza Signoría, plaza que domina desde lejos el color rojizo y la torre del Palacio Vecchio, que es uno de los lugares simbólicos de la ciudad y que ha sido y sigue siendo el centro porque es donde se reúne el Ayuntamiento y desde siempre tuvo la misma importancia políticosocial. Dicha plaza está decorada por una serie de estatuas: las copias del “David” de Miguel Ángel, y de “Judith y Holofernes” de Donatello. También a cuarenta metros, en un espacio techado pero abierto, el “Perseo” de Benvenutto Cellini, “El Rapto de las Sabinas” de Juan de Bolonia, y otras de las que no tomé nota. Dentro del Palacio, cuatro obras de gran tamaño de Vassari con temas de guerra que son realmente impresionantes, y están en el Salón del Cinquecento, donde actualmente se reúne el Ayuntamiento o la comuna de Firenze. Una de las salas tiene pinturas diseñadas por Botticelli con motivos de guerra y otras con motivos religiosos, realizados por Francesco de Rossi. En Sala de Gigli hay dos puertas de madera con incrustaciones, mostrando las figuras de Dante y de Petrarca, y una escultura de Donatello sobre base de mármol. Varias pinturas de Domenico Bigordi, “el Ghirlandaio”, realizadas de 1480 al 85. Otra sala con mapas y cartas geográficas y un globo terráqueo de gran proporción hecho en metal por Ignacio Danti. También hay alrededor de sesenta paneles pintados con motivos que muestran distintas zonas del mundo que ya se conocían en el siglo XVI. En otra sala tomé dos fotografías de una máscara mortuoria de Dante Alighieri. Hay varios frescos de Agnolo Bronzino, esculturas de Miguel Ángel como “El Genio de La Victoria”, el original de Do-


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cuaderno rojo de Lucio Muniz natello “Judith y Holofernes”, el “Amorcillo” del Verrocchio, y salas enteras decoradas por Vassari, artista que tuvo enorme incidencia en Florencia, al igual que Ghirlandaio Buonarotti, Donatello y Brunellescchi. Galería de los Oficios Acá estuvimos desde las 11 y 50 hasta las 15. Había mucha gente. Comencé a ver y anotar: esculturas de mármol, bajorrelieves, trabajos en piedra y otros en metal, sarcófagos, arte romano del siglo III, salas con obra desde la antigüedad al siglo XVI. una imagen de “Nerón” de Antonio Tempesta escultura de Alessandro Allori “Adoración del niño” de Filippo Lippi 10 pinturas de Pollaiolo 12 pinturas de Sandro Botticelli, entre las que están “La coronación de la virgen”, “El nacimiento de Venus” (con una reproducción en relieve para los ciegos) y “La Primavera”, que es de mayor dimensión que “El nacimiento de Venus”, un tríptico y otras pinturas de tema religioso. temas religiosos de Ghirlandaio una pintura notable de Roger Van der Weyden y un tríptico de Hugo Van der Goes, alumno del anterior y ambos flamencos en otra sala, obras de Luca Signorelli tres pinturas de Perugino “La anunciación” de Leonardo Da Vinci, pintado en tiempos en que era alumno del Verrocchio, que intervino también en la obra dos obras religiosas de Lorenzo Di Credi (Nueva sala): “El martirio de San Sebastián” de Lorenzo Costa, “el viejo”. “Retrato de Giovanetto”, hermosísimo cuadro de Perugino “Crucifixión” de Marco Palmezzano cuatro desnudos de Lucas Cranach, “el viejo” “San Giacomo apóstol” y “San Filipo apóstol” de Durero “Alabardieri e anziani” de Carpaccio “Cristo muerto” y “Alegoría sacra” de Giorgione “Retrato del Cardenal Carlo de Medicci” y tríptico de Mantegna “Sacra familia”, pintura de Miguel Ángel


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“Madonna amamantando” de Giuliano Bughardini “San Sebastián” de Antonio Bazzi “San Jacopo” de Andrea del Sarto cinco retratos, “Virgen y niño” de Rafael Sancio tres obras de Berruguete “Madonna y bambino” y “Cabeza de virgen”, de Donatello “Coronación de la virgen” de Ghirlandaio “Cabeza del Salvador”, escultura de Pietro Torrigiano Pasamos por una sala exclusiva de Caravaggio que está en arreglo y terminamos la visita de tres horas a este museo que tiene muchísima obra. Portada de la primera edición de minilibro con selección de poemas para obsequio en el recital en tres tiempos de Lucio Muniz y Walter Seruga (Mtdeo, Uruguay, 19/11/97)

Museo dell´ Opera del Duomo de Santa María del Fiore piezas ornamentales de arte etrusco piezas ornamentales de arte romano “Cabeza de San Giovanni Batista” y “Cristo bendiciendo”, de Tino de Camaino “Ángel anunciante” de Giovanni Dambrogio “Creación de Eva” de Donatello “Busto de Brunelleschi” de Giovanni Brandini capiteles y columnas “La Pietá de Firenze” de Miguel Ángel “Profeta”, de Donatello “La Cantoria” de Donatello y Luca della Robbia 10 murales de Luca della Robbia “Sibila”, escultura de Andrea y Nino Pissano “Salomón” y “Profeta” de Andrea Pissano “Profeta” de Nanni Di Bartolo “Donatello” de Zuccone dos grupos escultóricos de cinco x cuatro con bajorrelieves, uno de Donatello y el otro de Luca Della Robia en una vitrina, dos cabezas de bronce, una de Donatello y la otra de Michelozzo “Cristo” de Giovanni Di Balduccio varios mosaicos bizantinos altar de plata de varios autores, del siglo XIV, con un peso de 500 kilos, construido en 120 años y compuesto de 2.000 piezas. Los autores en distintas épocas fueron Verrochio, Pollaiolo, Michelozzo. (Estos datos los recogí de uno de los cuidadores de la sala). En otro lugar leí también estos dos


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cuaderno rojo de Lucio Muniz nombres como autores: Leonardo di Ser Giovanni y Betto Di Geri). Hay una sala con 48 piezas de mármol y tres imágenes del mismo material; una máscara mortuoria de Brunelleschi -1446- y un lugar en el que están las piezas elementales con que contaba para construir la cúpula del Duomo. También pudimos admirar las puertas originales que Ghiberti realizó para el Baptisterio, tras ganar un concurso y compitiendo entre otros con Bruneleschi y con Jacopo de la Quercia. Son de grandes dimensiones y notables. Su construcción duró 20 años. Miguel Ángel, admirado decía que eran “las puertas del paraíso” y que por su belleza eran dignas de ser las que podían permitir franquearlo. Hay, en Estados Unidos, una reproducción de esta notable obra, en la Catedral de San Francisco. Miguel Ángel que era muy respetado y querido, sufrió la rotura de la nariz por un golpe aplicado por el escultor Pietro Torrigiano que, por este hecho, huyó de Florencia, y a quien no se le recuerda tal vez por esto, o por su fin a manos del Santo Oficio. Goya valoró a Pietro Torrigiano, y lo rescató del olvido destacando su obra San Jerónimo, que está en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

24 de abril Museo de la Iglesia de Santa María Novella En la mañana fuimos a dos cuadras del hotel en el que estábamos, para visitar Santa María Novella, un bastión artístico de muchos quilates, con unos hermosísimos patios abiertos cercados de columnas. La primera sorpresa que tuve fue ver una cantidad de tumbas en las paredes y en el suelo, y no era de extrañar ya que había sido un cementerio por el que andábamos transitando en unas galerías. Junto a los nichos verticales había unos medallones con motivos humanos, flores de lis, etc.. Se veían algunas pinturas parietales y dominaba un hermoso jardín de múltiples colores y bien cuidado. En algunos techos, y para reconstruir, algunas pinturas de Fra Angélico que con el tiempo se han ido borrando pero que -pese a ello- tienen gran atracción. Tomé nota de algunas obras. “Giovanini de Salerno” de Girólamo Tiziati “Visión de San Jacinto” de Alessandro Allori


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varias pinturas de Ghirlandaio tras del altar una obra de Andrea di Bonaiutto “Crucifijo” de Giotto “Madonna del Rosario” de Vassari “Madonna y el niño” de Pisani una obra de Jacopo Lignazzi una obra de Giussepe Baldini “Cristo” de Vassari “Altar” de Pier Francisco Silvani “Cristo” de Masaccio “Cristo” de Brunelleschi fresco de Ghirlandaio ocho frescos de Ucello, en reparación La basílica tiene el misterio de otras que vi. Se trata del entorno y de “eso” que es religioso y que, a la vez, no es y que está más allá de la religión. En mí hubo resonancias repetidas en lugares como este, como en Santa María del Fiore, donde desde antes de entrar, y en plena calle, mirando la belleza de la estructura y la belleza del mármol en ascenso se siente emoción profunda y nacen impulsos de llorar. Lo mismo me sucedía andando a la vera de las montañas del norte de España, una emoción que se repetía con cada visión de un paisaje natural que, como el mar, es siempre el mismo y, a la vez, es otro. La ansiedad nos fue llevando a enfrentarnos con otras obras y fuimos al Museo de la Academia. Luego de las revisaciones de rigor entramos al recinto que guarda un variado tesoro artístico en distintas salas que empezamos a recorrer en la seguridad de que íbamos a ver solamente algo de lo que hay allí porque el tiempo no alcanza. La máxima atracción es sin duda el David al que demoramos en llegar andando por las galerías, y yo tuve igual comportamiento: “Descendimiento de Cristo con Virgen”, de “Muerte de San Doménico” de Santi de Tito “Sacrificio de Isaac” de Stéfano Pieri “Pietá” de Palestrina. El Cristo es realmente notable “Virgen del pozo” de Franciabigio “Anunciación”, óleo sobre tabla de Albertinelli


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cuaderno rojo de Lucio Muniz En una sala aparte pinturas de: Cóssimo Roselli Francisco Betecini Filippino Lippi Doménico de Michelino Gherardo di Giovanni Cósimo Rosselli e Bottega Alessio Baldovinetti Apolonio di Giovanni Botticelli e Bottega Andrea di Diusto Manzini Francisco Granacci Otra sala está dedicada a la exhibición de instrumentos musicales del Conservatorio estatal de música de Florencia: clavicémbalo, Londres, 1785 violoncello, hecho por Nicola Amati, 1596 violoncello, de abeto rojo y acero, Fabricio Sente, 1667 viola, abeto y acero, Antonio Stradivari, 1645-1690 violoncello, Bartolino Cristófori, 1715 violín, Stradivarius, 1615-1690 violín, Antonio Casini guitarra de seis cuerdas, 1804 guitarra a pianoforte, 1793 viola, Nicolás Doupfer tromba marina, siglo XVIII, copia di Ghironde, Francia, 1775 Inventario de Cherubini instrumentos de viento: octavino con pezzo, 1750 píccolo, 1750 flautas, clarinetes, cornos, corneta 10 instrumentos de percusión Un cartel hace referencia al pianoforte y dice que Bartolomeo Cristófori fue su inventor y que estuvo protegido por Fernando Medicci, y que fue esculpido por Lorenzo Bertolini. Sorpresivamente, al entrar en un salón, apareció al fondo la figura del David. Fuimos hacia él pero con lentitud,


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admirando a derecha e izquierda, mientras caminábamos, los mármoles en que trabajó Miguel Ángel y que no terminó. Eso da oportunidad de ver cómo las figuras humanas iban apareciendo de la piedra y tienen por eso algo especial. Hay una “Pietá” notable, llamada “de Palestrina”, en la que la figura de Cristo se ve con su brazo derecho cayendo, al igual que la cabeza y las piernas dobladas. Todo eso le da un dramatismo especial y que para mí es lo más importante de la escultura y lo más sorprendente. Al menos es el sector de la obra que me robaba las miradas. Había una mujer de raza negra a la que esta escultura le producía llanto. Se acercaba a mirar las imágenes y luego a unos metros de distancia lloraba y repetía el acercamiento a la obra con igual resultado. Era conmovedor ver el efecto que a la mujer le producía la escena esculpida en el mármol. Y al final del salón la impresionante figura del “David” de cinco metros de altura en todo su vigor y exaltación del ideal físico que en esta pieza alcanza niveles de perfección. El “David” es una obra en el que el material luce su pureza. Es el vigor de la juventud y la fuerza del modelo en una mezcla de atención y a la vez de paz que hace dudar del momento que el personaje vive, al juzgar de la mirada y la actitud del cuerpo. Me sorprendió el tamaño de las manos que, por algún motivo, tienen esas medidas. El “David” es una obra que marca, una presencia imborrable que queda flotando en las aguas de la memoria. Palacio Pitti Es un predio enorme color ladrillo. Cuando llegábamos nos sorprendió ver el tamaño de las piedras que pasamos para arrimarnos en un rodeo que nos llevó a la entrada. Un patio grande con muchas columnas y ventanas domina la planta baja. Ascendimos y comenzamos la visita a este palacio que fue residencia de los Médicci. Allí comencé el registro de algo de lo que veía, puesto que la colección tiene muchísimas piezas. En distintos salones obras de: Giussepe Obici Botticelli Antonio del Caraiolo Giovanni Batista Moroni Vassari Agostino Tassi


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cuaderno rojo de Lucio Muniz Cristófano Allori Agostino Carracci Caravaggio Ludovico Cigoli Cardi 3 Andrea del Sarto 2 Tintoretto 3 Ghirlandaio 2 Rafael 2 Carlo Dolci 2 Giovanni Jacopo En una sala, la bañera de Napoleón. Varias mesas florentinas con incrustaciones etruscas. Puertas labradas, jarrones, espejos, cortinados y medallones. En otra sala, Banedetto Calliari Carlo Dolci Veronese Murillo Jan Van der Hoecke Scipione Pulzone Veronese Dominichini Andrea D‘Agnolo 2 Andrea Schiavonne 2 Van Dyck 4 Giusto Susterman 3 Perugino 4 Rubens 3 Tiziano 2 Salvator Rosa Una sala con asientos y un trono. Aposentos reales. Habitaciones de la reina, cama con dosel. Una sala con no menos de treinta esculturas. Trabajos de orfebrería. Mesas de mármol. En los corredores muchos bustos, escaleras alfombradas de color rojo, grandes ventanales que dan a jardines exteriores. Imposible visitar más.


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Cada galería tiene varias salas y, según dicen, lo visto es una pequeña muestra. Nos retiramos del Palacio Pitti y en un taxi fuimos al hotel para retirar las valijas y encaminarnos a la estación de trenes. A las 19 y 25 dejamos esta ciudad encantadora por su patrimonio cultural y vamos con rumbo a Milán donde nos espera Giuseppe Ponzoni para ir a su casa adonde nos quedaremos esta noche. Extraño mi casa, mis lugares, libros, discos, el pequeño fondo, la vereda y el arbolito y todo lo que es cotidiano y ahora está lejos. Me comuniqué varias veces con mis hijos y con amigos. El tren en el que viajamos alcanza los 300 kilómetros por hora; dentro de dos, estaremos en la estación Puerta Garibaldi.

25 de abril Milán para Giuseppe Ponzoni

Sacarse de los ojos las miradas grabadas a miradas, y ver de nuevo il Duomo, las agujas trepando por el aire, y figuras brotando desde los claros planos en actitud devota, recordando la Pasión de un Cristo coronado y lanceado, y a las tres de una tarde. de milenios, aunque fijo en la Cruz, ya liberado.

Anoche Ponzoni padre nos estaba esperando para traernos a su casa. Antes de dormir estuvimos un rato de charla, escuchamos música y cenamos. Fue un verdadero agasajo con brindis en copas de cristal y buen vino italiano a temperatura ideal, según el dueño de casa que, antes de servirlo, espera a que el termómetro marque 14 grados. Estamos descansados. Ponzoni hizo el desayuno con unos bollos exquisitos cuya fórmula le pertenece y que no enseña. La tiene reservada aunque se la ha pedido una panadera y repostera. Después de almorzar iremos a conocer la Catedral que tanto admiramos. En Milán andan trenes como vi en Asunción y en Porto y, como dicen que hay también en Praga. Solo que los de acá son más grandes. El viaje en estos vehículos me trae recuerdos de infancia, porque los utilizábamos en la Avenida Rivera, de Montevideo. Es como si escuchara música desde las vías al deslizarse las ruedas. Al fin vamos a poder admirar en su esplendor esta hermosísima catedral con su fachada decorada con mármol y luciendo las agujas que se elevan y las puertas y paredes con figuras religiosas. Está en una plaza de importantes dimensiones, hoy llena de gente por celebrarse un año más de la liberación del nazismo. Se ve mucha gente con pancartas y leyendas contra


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cuaderno rojo de Lucio Muniz el fascismo, y banderas de distintos partidos agitadas con entusiasmo por la gente. A mi memoria viene un tiempo felizmente superado en Montevideo y me siento solidario con lo que sucede. Luego entro a la catedral y siento lo que en otros lugares semejantes. Recorro las naves, miro los altares y las imágenes, subo y bajo escaleras, elevo constantemente la mirada y admiro la belleza colorida de los vitrales. Disfruto de lo que veo: pintura, escultura, columnas de gran envergadura, púlpito, altares en las naves laterales y el altar mayor. Solo hay algo que me disgusta y que considero irrespetuoso y es un quiosco dentro de la iglesia que, además de reproducciones de tema pictóricoreligiosos, ofrece al visitante llaveros y otros elementos que parecen ser paganos y estar fuera de lugar. Pero eso sin duda es una observación, algo así como “la mosca en la leche”, y no invalida la importancia de lo que se ve. Lamentamos no haber ido a otros lugares importantes de Milán, por razones de tiempo. Y volvimos a casa de Ponzoni, aprontándonos para al otro día ir a Brescia.

26 de abril

Brescia para Juan Baladán Gadea

Brescia, ciudad a la medida y a la altura del Hombre. Mi yo viajero que la identifica la recorre de memoria. Volando voy bajo este plomo-cielo ennubecido y como aquél, lluvioso, y vuelvo a andar entusiasmado el suelo de Brescia que reposa, con mucho de violín, y algo de rosa.

Salimos en tren hacia Brescia. A los costados se veían muchas casas asomadas a las vías. Hay algunos grupos de viviendas que se ven en otros lugares de Italia y que parecen repetirse en las zonas altas de las ciudades. También los pequeños pueblitos en las montañas o en las hondonadas, perdidos en la distancia y luciendo los copetes rojizos de sus techos. Juan Baladán nos esperaba al llegar a la estación de Brescia. Fue un encuentro muy afectuoso. Se nota la alegría de la gente que ha emigrado al encontrarse con los viejos amigos. Con Juan nos conocemos desde que yo tenía 17 o 18 años y él 14 o 15. Fuimos en el auto a su casa, donde Eva, su esposa, nos iba a agasajar con un estupendo almuerzo. Yo hacía años que no la veía, por lo tanto había muchos motivos para la conversación. Además con Margarita simpatizaron y formamos un grupo amigable. Me enteré en la charla de su peripecia porque no le fue fácil lograr una posición a nivel de trabajo. Pero felizmente todo fue superándose y hoy, después de treinta años en Italia, está jubilada hace dos, y Juan también, desde hace tres meses.


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Larga sobremesa; los amigos comunes aparecían en boca de cada uno recurriendo a los recuerdos de Treinta y Tres, nuestro pueblo, que parecía aromarnos con el monte y espejarnos en las aguas del río. Luego salimos a mirar la ciudad que es hermosa y deja ver cielo. Brescia es lo que se puede decir una ciudad a la medida del hombre. No tiene la imponencia de otras y es por eso que me gusta más como espacio para vivir. Tiene todo lo que tiene que tener una ciudad; tiene importancia industrial, arquitectónica, histórica, cultural y comercial, y eso es bastante. Tiene amplias calles, lugares arbolados, varias iglesias. Construcciones antiguas: un castillo medieval, y modernas: el rascacielo Crystal Palace, con 110 metros de altura. La ciudad es del siglo IV aC. Según el censo de 2004, hay alrededor de 200.000 habitantes en su capital y 1.200.000 en toda la provincia. Desde todos lados se ve la altura de las montañas prealpinas. Por la tardecita volvimos y escuchamos música. Después de cenar salimos los cuatro para ver la ciudad de noche.

27 de abril Por la mañana, mientras Eva se dedicaba a la cocina, con Juan y Margarita fuimos al centro para conocer sobre todo la parte antigua. Lo hicimos en ómnibus porque no se puede estacionar en esa zona a no ser que se demuestre que se vive allí o teniendo permiso especial. Se repite la angostura de las calles y todo brilla por la lluvia. Tomo fotos de casi todo lo que veo. Entramos a Teatro Grande, donde Juan estrenó su “concierto para guitarra y orquesta” titulado “Tacuabé”. Subiendo una escalera penetramos en el recinto iluminado y con importante decoración. Frescos en los techos, cortinas, asientos tapizados, bustos y pinturas. No pudimos entrar a la sala porque había cantantes ensayando, pero estuvimos en una cantina donde tomamos un café y admiramos lo existente, hasta que salimos a las veredas mojadas y brillantes. Bajo techo recorrimos galerías donde había músicos callejeros gitanos y varios pintores exhibiendo sus trabajos. Paramos junto a la tribuna en que Mussolini decía sus discursos, y a unos metros en el lugar en que el 28 de marzo de 1978 estalló una bomba puesta por fascistas y que mató a catorce personas que hacían reclamos


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cuaderno rojo de Lucio Muniz y a las que recuerda una placa con sus nombres, y donde permanentemente hay ofrendas florales de homenaje. Juan me llevó a un lugar cercano en el que me dijo que había algo que no iba a encontrar en ningún otro lado. Se trataba de restos encontrados durante una excavación, con la imagen de “Mitra, dios pagano, imagen que tiene una antigüedad de 2.000 años, dios que muere y renace continuamente. Se trata de una divinidad de todas las culturas de Europa antigua, que tiene que ver con el carácter festivo de la vida”, según me ilustró Juan. Yo me hice tomar una foto tocando la piedra como quien toca la historia. Luego, volvimos para almorzar.

28 de abril En un ciclo de nueve episodios del programa Cuerdas y vientos, el destinado a Lucio Muniz en Treinta y Tres se grabó en marzo de 2013 y se divulgó en TNU el 21 de junio de ese año. https://www.youtube.com/watch?v=wSz50v5RjY4 Este enlace conduce al video en youtube que recoge ese episodio producido especialmente para emisión televisiva.

En esta fecha salimos de Brescia con destino a Chiasso, donde nos esperaba Carlos Ponzoni, que se había comunicado por teléfono con Claudio Taddei, avisándole que yo iba a estar en la estación a cierta hora, antes de trasladarme a su casa para pasar la última noche en los Alpes y viajar a Milán al otro día. Llegamos y nos encontramos con Taddei que, en un gesto de amistad que valoro, hizo 34 kilómetros junto a su compañera, para saludarnos. Compartimos un momento amigable y nos despedimos con la esperanza de que hubiera salido bien un programa que habíamos grabado juntos un mes atrás en Treinta y Tres. Llegamos a casa de Carlos donde dormimos esa última noche, para comenzar el retorno al otro día. A las 22 y30 nos acostamos y dormimos hasta las 7 y 30 del lunes 29 en que salimos hacia Milán, adonde nos llevó Carlos Ponzoni en su auto. Es profundo el agradecimiento que le tenemos por tanta generosidad al ponerse a nuestro servicio y acompañándonos hasta el último momento en que nos despedimos con disimulada emoción. Partimos luego de una escala de tres horas, rumbo a Madrid, en un vuelo que nos dejó en San Pablo, donde estaríamos tres horas puente para salir hacia Montevideo.


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Reflexión final Como breve resumen de un viaje realizado a Europa concluyo en que no es fácil expresar lo que se siente visitando los museos que guardan joyas realizadas por pintores, escultores, arquitectos, orfebres, dibujantes, grabadores y luthiers, de la época de oro del Renacimiento, y de antes y después. No es fácil aunque se esté en el mundo de la palabra como a mí me sucede. Si el viaje que hice y que estoy registrando me ha importado tanto es porque ha sido profundamente removedor. Es como si su realización hubiera estado programada desde siempre y se hubiera al fin cumplido. Estuve en la Europa milenaria, en los lugares que fueron invadidos y en los que cada cultura dejó huella de su presencia. Fenicios, cartagineses, romanos, árabes, etcétera, con sus características culturales, tomaron lo conquistado por la fuerza y dejaron tiras de lo suyo, imponiendo el saqueo pero también aportando en el arte, el idioma, las costumbres y religiones y demás elementos que hacen a la vida de los pueblos. Me ha conmovido estar en muchos lugares donde al haber vestigios de lo dicho, parecería que se ve y se toca la historia. Lo que me produjo una sensación de pequeñez fue la naturaleza en su vigor, riqueza, esplendor, admirando sus montañas, hondonadas, valles, cascadas, ríos, ofreciendo el espectáculo constante de un paisaje cambiante y siempre hermoso. Esto, junto con la mano del hombre creando ciudades, puentes, edificios, monumentos, y obra artística variada y expresiva, me conmovió profundamente haciendo que tañeran las cuerdas de mi sensibilidad en continuas vibraciones. No me es posible elegir entre lo natural y lo creado por hombres como yo, porque son cosas distintas. En las manifestaciones parece estar la mano de Dios como fuente suprema. Lo religioso trasciende al arte y el arte trasciende lo religioso. La figura de Cristo es una especie de Bien y de Don, repartido. Cristo es más que la cruz, y la cruz es Cristo hasta sin su figura. Cristo es el hombre y más que el hombre, y el arte lo humaniza.


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cuaderno rojo de Lucio Muniz En el arte se expresa pasión, devoción, entrega, admiración, profundidad y belleza, por encima de lo estrictamente religioso, por el símbolo que Cristo significa, que es capacidad de amor y de respeto, de fe y de esperanza, de solidaridad en su máxima expresión. En suma, del misterio de existir con y sin respuesta, pero averiguando en el ejercicio de ser y de estar; herederos y portadores de dudas y certezas, palpitando en la condición suprema de vivir. Santa Rosa-Montevideo-Santa Rosa (del 7 de mayo al 18 de junio de 2013)


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otras ediciones electrónicas para acceso gratuito en el sitio de LSD

Aimarte © Leonardo Rossiello -incluye prólogo de Gerardo Cianciohttps://issuu.com/deabrelabios/docs/aimarte

pastillas para vivir © Enrique Nicoletti https://issuu.com/deabrelabios/docs/nicoletti

poesía reunida © Elizabeth Neira

https://issuu.com/deabrelabios/docs/neira


Esta edición póstuma de las memorias de viaje del poeta Lucio Muniz por Europa en 2013 recogen la agudeza de un observador de lo mínimo y de lo cotidiano. Y de una profunda valorización de la amistad.


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