Magaly, las vedettes... y el "Presidente Gonzalo" Carlos Iván Degregori La derrota de Sendero Luminoso no ha significado necesariamente el fin de la violencia en el país. Ésta se expresa hoy de distintos modos y bajo diferentes formas. En las páginas que siguen, el antropólogo Carlos Iván Degregori analiza una de las más abiertas y masivas: la violencia de los medios.
12 de setiembre de 1992 (todos los canales). Encerrado en una jaula de hierro, un tipo desgreñado, barbudo y con el traje a rayas de los presos de otros tiempos grita y gesticula como fiera acorralada. Es Abimael Guzmán, finalmente apresado después de 12 años de "guerra popular" desencadenada por sus huestes. Toda la violencia acumulada por siglos en el cuerpo social pareciera concentrarse dentro de esa jaula, en el llamado ‘Presidente Gonzalo’, que luego de su arenga final es sepultado en vida en una cárcel de máxima seguridad. El genio de la violencia ha regresado a la botella. Un suspiro de alivio recorre el país. Ocho años más tarde, reza el eslogan oficial, el Perú es un país pacificado y con futuro. Sin embargo, como en ciertas películas de terror, nadie advirtió ese día que en el momento en que partía rumbo a su última morada, la violencia concentrada en Guzmán salía de él, se escurría por entre los barrotes y se encarnaba en otras partes del tejido social y en el Gobierno. En realidad, el genio sigue suelto y, ocho años después, nos sigue castigando multiplicado y multiforme, de manera más sutil pero quién sabe igualmente nociva1. Crecen la violencia social, la violencia delincuencial, las pandillas juveniles. Cierto que éste es un rasgo común a toda América Latina. Pero hay un tipo de violencia simbólica cuya exacerbación en el Perú de hoy es herencia de los tiempos de Sendero Luminoso (SL) y de la guerra sucia. Es la violencia de los discursos, una violencia que puede dejar huellas "en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte". Por un lado, la violencia del discurso político. En este terreno, Cuba sigue siendo líder en la región mientras nosotros nos limitamos por ahora a disputar el segundo lugar con Venezuela. Por otro lado, indesligable de la anterior, la violencia del discurso en los medios de comunicación, especialmente en los llamados diarios "chicha" y en la televisión de señal abierta. En este rubro somos un caso único, indiscutiblemente primeros y pioneros en el continente. *** "Tome, profe, para que se entretenga." El chofer que me trae del aeropuerto me ofrece un ejemplar de El Tío. Flanqueada por alabanzas al Chino Fujimori y ataques homofóbicos al candidato Castañeda Lossio, una foto enorme de Yesabella y un titular machista sobre el escándalo de las ‘prostivedettes’ 2. Esa noche, viendo Magaly TV, sentí cuán atrapados estamos por el pasado violentista; pude constatar las sorprendentes semejanzas entre los nuevos medios y el viejo