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D'Casa International Digital Magazine 44
La cruz de la bahía de mujeres
Por Alberto Friscione

Desde hace muchos años, los arrecifes han estado bajo enorme presión debido a la gran cantidad de visitantes que practican buceo y esnórquel. A pesar de los esfuerzos por limitar el acceso masivo, no ha sido posible proteger completamente estas joyas naturales.
Ante esta problemática, el maestro y visionario Ramón Bravo concibió una idea brillante: sumergir una escultura con un símbolo religioso, un lugar sagrado bajo el mar donde la gente de mar pudiera orar, reflexionar o rendir homenaje a sus seres queridos. Pensaba que, si algo respetan los hombres y mujeres del mar, son los símbolos religiosos. Tal vez —solo tal vez— ese respeto también los haría reflexionar antes de arrojar basura al océano.
Ramón decidió que esta escultura debía colocarse a unos 100 metros del arrecife, de modo que los buceadores, en su visita a la cruz, pasaran menos tiempo sobre el arrecife mismo. Con esta visión clara, se dio a la tarea de reunir a un grupo de amigos para compartir la idea.

Uno de los primeros en sumarse fue el profesor Fidel Villanueva, actual cronista de Isla Mujeres. Otro entusiasta fue Salvador Vidal, de Lorenzillo’s, quien junto con Luis Mirabentz, contribuyó activamente a darle forma al proyecto. Como en muchas de sus hazañas, Ramón Bravo desplegó su magia: en poco tiempo, muchas personas se unieron. Recuerdo a Nika, al fortachón de Crisanto, a el Chilero, a Facundo…
La cruz fue fundida en la Ciudad de México por el escultor
Enrique Miranda. Está hecha de bronce, mide casi tres metros de alto y pesa más de una tonelada. En el centro tiene la figura de un Cristo al vacío, simbolizando la Ascensión: cuando el Señor subió a los cielos. Este espacio vacío también permite que las corrientes marinas fluyan sin dañarla ni doblarla.
Finalmente, la cruz fue sumergida muy cerca del arrecife conocido como Los Manchones, el 17 de agosto de 1994.
La ceremonia coincidió con los festejos del aniversario de la bella Isla Mujeres.

Desde entonces, ha sido visitada por cientos de turistas, buzos y creyentes. Un monumento que no solo representa fe, sino también un llamado a la conciencia ecológica.
Estoy seguro de que Ramón Bravo estaría profundamente orgulloso de que uno de sus sueños siga vivo, firme y luchando por la vida marina.

En uno de los muchos eventos que rodearon este proyecto, Salvador Vidal mandó hacer camisetas con la imagen de la Cruz y una frase que lo dice todo:
“Más allá de todas las cosas está el mar.”
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