La Hora de losPueblos

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Afirmar que la situación económica ha de resolverse haciendo economías es desconocer supinamente el problema argentino. Los países, como los hombres, no se hacen ricos con lo que pueden ahorrar sino con lo que son capaces de producir y ganar. Los malos tiempos económicos, en una economía organizada, se pueden superar con trabajo y buenos negocios. El Pueblo no ha de quejarse porque se le imponga una dura labor para producir, siempre que se haga lo necesario para que el fruto de ese esfuerzo sea distribuido entre los que trabajan. Los buenos negocios nacionales completarán el panorama porque, el país, como cualquier otra empresa económica, se enriquece con buenos negocios y, con malos negocios, se funde. La reacción sindical que comienza a aflorar en el ambiente gremial, pese a las amenazas de represión, tiene su explicación racional en el hecho de que la orientación gubernamental está dirigida hacia la injusticia social que el Pueblo Argentino no tolera. Si todo un programa de Gobierno se encamina a ahorrar sobre la miseria popular, para que los ricos puedan ser más ricos a expensas del sacrificio ingenuo de los pobres, es natural que tal sistema no ha de ser recibido con aclamaciones. La solidaridad nacional sólo puede ser compartida por todos los argentinos cuando también se compartan los sacrificios, los esfuerzos y los beneficios. Esa ha sido la principal razón por la cual han cambiado los sistemas en el mundo actual. Estos defensores de la economía libre están navegando el proceloso mar de la inconsciencia: la economía libre y el libre comercio son sólo afirmaciones para el consumo de los tontos y de los ignorantes. La economía nunca ha sido libre: o la controla el Estado en beneficio del Pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste. Es cuando poder decir al respecto: hablar de libre comercio en una economía mundial dominada por los mercados comunes es predicar en el desierto. Pero, cuando un Gobierno que se dice revolucionario habla en defensa de semejantes cosas, es para echarse a reír. Es que en situaciones como la que le toca vivir a la Argentina la tecnocracia suele ser funesta cuando se aferra a sus preconceptos aprendidos, olvidando que la economía es una sucesión de casos concretos que han de solucionarse a base criterio objetivo y no por la aplicación de recetas, a que tan apegados suelen ser algunos técnicos. La economía liberal ha cerrado su ciclo y seguir defendiendo y practicando sus postulados es someterse a unas reglas de juego que ya no existen. Aunque la situación actual es peor que la que recibimos en 1946, estamos persuadidos que, así como solucionamos aquella resolveríamos ésta, sin imponer a nadie el menor sacrificio. Lograríamos como entonces, pasar de una economía de miseria a una economía de abundancia, daríamos el más alto poder adquisitivo a la economía popular, al tiempo que aseguraríamos la justicia social, alcanzaríamos la independencia económica e impondríamos la soberanía nacional hoy pérdida. Si entonces aseguramos la felicidad del Pueblo, ¿no sabemos por qué no lo habríamos de hacer 124


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