Creer para dar la/lo vuelta

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Creer

para dar la/o vuelta



“Cuando tenía 10 años volvía a mi casa a la hora que yo quería, nadie me decía nada, a veces no volvía, dormía en lo de un amigo o nos quedabamos en un fogón toda la noche...”


“Conocer a Dios me cambió la vida”



Stephany Melgarejo, “Titi”, es una de las pioneras del fútbol profesional femenino. Comenzó hace más de 7 años, a los 15, en el Club Atletico River Plate, donde sigue jugando aún. En ese momento el fútbol femenino era todavía un deporte amateur, y aunque para la AFA pasó a ser “profesional” a partir de octubre de 2019 todavía queda mucho por hacer.



“De chica mi ídolo era mi hermano, copiaba todos sus movimientos, quería jugar como él, era muy crack de verdad, pero lamentablemente no pudo seguir jugando porque quedó privado de su libertad.”















El 16 de marzo de 2019 la AFA anunció la profesionalización del fútbol femenino, exigiendo a los clubes de Primera A un mínimo de 8 contratos por plantel -aunque el sueldo equivalía al de Primera C masculina-. Las diferencias con el fútbol masculino todavía son importantes aunque de a poquito van ganando derechos. En el caso de River en la era profesional jugaron sólo dos veces en el Estadio Monumental, la primera en 2022 contra su clásico rival, Boca Juniors, y en marzo de este año frente a San Lorenzo. Hoy Titi apenas cobra un sueldo mínimo, aunque mejoró su contrato con respecto a los anteriores y recibe muchos beneficios por parte del Club, por ser una de las jugadoras de mayor antigúedad. Juega con el número 4, y si bien es defensora tiene gran proyección en ataque por la banda derecha. Su paso por la Selección Nacional la alienta a seguir trabajando para volver a formar parte de las elegidas.



“Viví muchas cosas que hoy por hoy me doy cuenta que Dios me guardó, porque de verdad, por todos los lugares donde anduve, de noche, de madrugada y con hombres y con una amiga que también la vivió lo mismo que yo, pero siempre nosotras juntas”.








“Vivir el cien por ciento del fútbol femenino es un sueño por cumplir”


“Cambiar mi destino para poder soñar” “Siempre tenía eso que decía: ¿Por qué nací? Miraba el techo y pesaba: ¿Por qué no me adopta otra familia? Y quería salir de ahí, como que mi condición era algo que me impedía poder soñar, poder disfrutar la vida, era mi condición, o sea mi entorno, mi destino. Vos vas a la villa y mirás para los costados y decís: ¡Uy! mirá esta familia está muy bien económicamente. Pero… después te enterás que venden droga. Entonces, vos decís: ‘para sacar a mi familia adelante tengo que vender droga…’ Era la conclusión de una nena de 10 años a la que nadie le explicaba bien cómo son las cosas. Y como nadie me pedía explicaciones de dónde o con quien andaba a los 10, 11 o 12 años, me quedaba en la casa de un amigo o nos quedábamos toda la noche en un fogón y fumábamos papel, también consumí drogas. Vendía lo que tenía a la mano para comprar, un celular, una remera, hasta llegué a robar para comprar droga.” “Conocer a Dios fue lo que me cambió la vida” Ya no puedo volver atrás, yo como que a veces en esta vida tengo luchas, obviamente pero yo no me veo como antes, es como que no… ya conocí a Jesús y no puedo no nombrarlo, me levanto y ya estoy pensando en ÉL. Es como una amistad que yo tengo con su Espíritu Santo. Él viene a morar en mi y es muy lindo tener una amistad con Él, porque me escucha cuando nadie me escucha, me consuela cuando nadie me consuela, me abraza cuando nadie me puede abrazar. Siempre pero siempre me da paz el saber que estoy con ÉL. “Llegué a la Iglesia también por el Fútbol” Antes el fútbol femenino en el barrio no existía, pero una vez me invitaron a participar en un equipo masculino, entonces el entrenador era cristiano y me invitó a la Iglesia, a partir de que conocí a Dios todo fue distinto.




Dar la/lo vuelta La historia de Titi Melgarejo fue y es CREER para dar vuelta la historia. Creer en Dios, creer en ella misma y creer en que podía ser una jugadora de fútbol profesional, fue lo que la ayudó a dar vuelta ese destino al que se sentía condenada. Gracias al fútbol y gracias a que conoció a Dios pudo cambiar ese destino de marginalidad, drogas y delincuencia por todo lo contrario: deporte, familia, trabajo, y valores que le permitieron aferrarse a la vida, y estar contenida por un club que la formó como jugadora y como persona. Practicar un deporte históricamente de hombres fue y es un desafío muy importante para Titi y sus compañeras. Hoy le toca a ellas jugadoras del Club Atlético River Plate y de otros clubes del fútbol femenino dar la pelea y ser quienes lleven adelante este deporte maravilloso que tantas alegrías nos ha dado desde el fútbol masculino. Con el apoyo de la gente, de las empresas, de la AFA, y sobre todo de sus clubes, el deporte irá creciendo y tendremos un fútbol femenino cada día mejor y cada vez más igualitario y justo.



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