La Adaptación al Cambio Climático en la América Latina y el Caribe

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La Adaptación al Cambio Climático en la América Latina y el Caribe Avelino Suárez Que ocurre ahora. En los últimos años la región ha tenido que enfrentar una variabilidad climática y fenómenos meteorológicos extremos inusuales que la han afectando gravemente, entre los que se pueden mencionar: la ocurrencia de huracanes en regiones inusuales e incremento de intensidad en los habituales, prolongadas sequías, intensas precipitaciones y aumentos de las temperaturas medias. El Niño (Oscilación del Sur) es uno de los procesos dominantes de la variabilidad climática de la región y representa el fenómeno natural con mayores impactos socio-económicos. Estos cambios en el clima ya están afectando a determinados sectores tales como la producción agrícola de la región, los recursos hídricos en algunas áreas, a muchas zonas y ciudades costeras que han sufrido los impactos de los huracanes, las penetraciones del mar y otros eventos asociados y también la salud de poblaciones ya ha sido afectada. Otros procesos de origen no tan directamente climático como los grandes cambios en el uso de la tierra, entre ellos se destacan, la deforestación, han intensificado el uso de los recursos naturales ocasionando un proceso creciente de degradación de los suelos y de pérdida de la diversidad biológica. Los incendios han desbastado grandes extensiones de ecosistemas valiosos. A estos se suman procesos no climáticos que en muchas ocasiones están vinculados a impactos del clima como son los efectos de las presiones demográficas, la sobre explotación de los recursos naturales, la urbanización no controlada y la contaminación. En la región muchos de los bienes y servicios (de apoyo, de regulación, de base y culturales) que los ecosistemas brindan a la Humanidad ya están siendo afectados. Que ocasionará el cambio climático. Se ha proyectado para la región un calentamiento medio para finales del siglo XXI, de acuerdo con diferentes modelos climáticos, que fluctúa de 1 a 4 ºC para el escenario de emisión IE-EE B2 y de 2 a 6 ºC para el escenario A2. La mayoría de las proyecciones de los Modelos Globales de Circulación indican anomalías en la precipitación mayores que las actuales (positivas y negativas) para las partes tropicales de América Latina y menores para la parte extra tropical de América del Sur. Además, es probable que aumente en el futuro la frecuencia de aparición de fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, así como la intensidad de los huracanes en la Cuenca del Caribe. Se pudiera esperar que el cambio climático futuro: • Ponga en peligro de extinción a especies y ecosistemas importantes en muchas zonas tropicales de la América Latina y el Caribe. Hacia mediados de siglo, se espera un posible reemplazo gradual de la selva tropical por la sabana en el oriente amazónico. Habrá una tendencia al reemplazo de la vegetación semiárida por la vegetación de terrenos áridos. En las zonas más secas, se espera que el cambio climático lleve a la salinización y desertificación de las tierras agrícolas. Se espera que disminuya la productividad de algunos cultivos importantes y de


la ganadería, con consecuencias adversas para la seguridad alimentaria. Se espera que aumenten los rendimientos de la soya en las zonas templadas. • Se proyecta que el aumento del nivel del mar cause un incremento del peligro de inundaciones en las zonas bajas e incrementos de los impactos de eventos extremos sobre poblaciones costeras, así como salinización de acuíferos. Se pronostica que los incrementos de la temperatura en la superficie del mar debido al cambio climático tengan efectos adversos en los arrecifes coralinos caribeños y mesoamericanos y causen desplazamientos en la ubicación de los cardúmenes de peces en el Pacífico sudoriental. • Es probable que para el próximo decenio el aumento neto de la cantidad de personas con estrés hídrico debido al cambio climático oscile entre varios millones y varias decenas de millones, para finales del siglo XXI estas cifras se duplicarían. • Se prevé que los cambios en los patrones de las precipitaciones y la desaparición de los glaciares afecten de manera significativa la disponibilidad de agua para el consumo humano, la agricultura y la generación de energía. La adaptación al cambio climático. En el texto de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático aparece la adaptación como una de las formas junto a la mitigación que promueve para enfrentar el mismo. Usaremos el concepto de adaptación empleado por el IPCC (2007) que la define como las iniciativas y medidas encaminadas a reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos ante los efectos reales o esperados del cambio climático. La adaptación se considera que es tema fundamental y transversal para la región de América Latina y el Caribe tanto para enfrentar los desafíos del cambio climático como para poder alcanzar un desarrollo sostenible en la misma. La adaptación ya está ocurriendo en la región. Después del mega-evento del Niño 1982/1983 emergieron pronósticos del tiempo y de la variabilidad climática más confiables por el uso de nuevas técnicas y por la creación de redes regionales de monitoreo y alerta temprana. Su aplicación ha sido provechosa, aunque limitada, en algunos sectores tales como las pesquerías, la prevención de incendios de la vegetación, la agricultura, la generación hidráulica y el control de la malaria y el dengue. En los ecosistemas no alterados por el hombre, ya se están creando corredores entre áreas protegidas para facilitar la adaptación y conservar la diversidad biológica. También se están implementando prácticas orientadas mediante la conservación y restauración de los ecosistemas no alterados, a proteger servicios que estos brindan, como es el secuestro de carbono y su diversidad de especies, poblaciones y ecosistemas. Se están implementando esquemas para compensar económicamente a los usufructuarios locales por la conservación de los servicios ambientales que prestan los bosques que ellos manejan. Actualmente se aplican medidas de adaptación a la variabilidad climática en la agricultura de la región como cambios en el uso de la tierra, manejos sostenibles, mecanismos de seguros, la irrigación, empleo de ecotipos adaptados, uso de bio-fertilizantes y cambios en el manejo agronómico de cosechas (cambios en la épocas de siembra etc.). Algunas comunidades y ciudades se han


autorganizado para enfrentar los impactos de las inundaciones y las sequías mediante la relocalización de viviendas y asentamientos a lugares seguros, mejorando su suministro de agua mediante la construcción de sistemas de almacenamiento de agua (cisternas) y recogida del agua de lluvia. En diferentes países de la región se han implementado medidas para favorecer la adaptación tanto autónoma como planificada a los impactos de la variabilidad del clima en sus costas. Las mismas contemplan tanto regulaciones legales como normas para la planificación del manejo integrado de las zonas marino-costeras, sus ecosistemas, sus infraestructuras y las actividades económicas que en las mismas se desarrollan. Las acciones para adaptarse a la variabilidad climática en la región se han desarrollado en algunos países orientadas a reducir a reducir la vulnerabilidad de la salud humana. Muchas de ellas están relacionadas con la dispersión de los vectores de enfermedades como la malaria y el dengue. Adaptación: opciones y limitaciones. La reducción de la degradación de los ecosistemas no intensamente manejados en la región mediante una mejor y más eficiente legislación, planificación y gestión es una de las opciones principales para incrementar su capacidad de adaptación al cambio climático en la región. Se han identificado una serie de opciones de adaptación entre las que se encuentran: El establecimiento y una adecuada gestión de las áreas protegidas y de corredores biológicos; la reducción de la fragmentación de los hábitats; el fomento de la agroforestería usando métodos agroecológicos; el monitoreo sobre la diversidad biológica y la evaluación de las estrategias de adaptación de la misma; la reducción de la deforestación aplicando legislaciones y mediante el financiamiento para promover alternativas para su conservación (p.e. créditos por el carbono); la incorporación de la valoración de los bienes y servicios que brindan los ecosistemas en las decisiones de planificación regional y en las estrategias de reducción de la pobreza; el reconocimiento legal de la propiedad sobre los recursos naturales de las comunidades locales y la participación de las mismas en las decisiones que sobre ellas se tomen, así como su participación en los beneficios que las mismas brinda y la integración del trabajo de los diferentes sectores y departamentos del estado e instituciones internacionales para diseñar y aplicar las políticas de protección de los ecosistemas. Diferentes medidas de adaptación se han propuesto en el sector de la agricultura y la silvicultura para enfrentar los impactos del cambio climático entre ellas se destacan el uso de variedades resistentes a mayores estreses hídricos y de temperaturas, la zonación agroecológica y los cambios en las épocas de siembra y cosecha, los sistemas ecológicos de control de plagas, el uso adecuado de fertilizantes y bio-fertilizantes, el manejo ecológico de los suelos y la introducción de nuevos cultivos. También se han promovido la reforestación y la aforestación de nuevas áreas usando especies nativas, el establecimiento de legislaciones para regular las deforestaciones y el establecimiento incentivos de diferentes tipos para su eliminación. Un aprovechamiento sostenible y un manejo adecuado de los recursos hídricos constituyen uno de los aspectos fundamentales para la adaptación de la América Latina y el Caribe al cambio climático. Es necesario actualizar y/o establecer una legislación adecuada que promueva una gestión racional de estos recursos sobre todo en regiones


donde se proyecta su reducción, así mismo se requiere de un elevado incremento en las inversiones necesarias en los sistemas de suministro de agua. Se debe controlar el uso del agua y promover las prácticas para su conservación, incluyendo la salinización de los acuíferos por la elevación del nivel del mar, así como la reutilización de la misma. Los planificación integrada de la gestión, monitoreo y protección de las regiones zonas costeras y marinas resulta la plataforma ideal para desarrollar la adaptación de estos sistemas. Otras opciones incluyen el establecimiento e implementación de regulaciones para el uso de las mismas y sobre las pesquerías, el control de su contaminación y la conservación de los diferentes recursos que albergan entre los que se destacan su rica diversidad biológica. Es imprescindible para implementar exitosamente las medidas de adaptación la participación de las comunidades locales en todas las etapas del proceso, así como en la repartición con las mismas en los beneficios que se generen. Es necesario que la región tome una mayor consciencia de los impactos proyectados por el cambio climático sobre la salud humana. Existe una carencia de suficiente información para la toma de decisiones al respecto, se deben desarrollar investigaciones sobre el tema así como la preparación de recurso humanos y un sistema de vigilancia para las enfermedades sensibles al clima. Los impactos ocasionados por el cambio climático en los recursos hídricos, la agricultura, la diversidad biológica, la contaminación del aire, y los recursos naturales tienen su repercusión en la salud humana. Aunque ya algunos países han hecho esfuerzos para adaptarse al cambio climático, en particular mediante la conservación de los ecosistemas clave, los sistemas de alerta temprana, la gestión de riesgos en la agricultura, las estrategias en la gestión de inundaciones, sequías y regiones costeras, y los sistemas de vigilancia contra las enfermedades. Sin embargo, la efectividad de estos esfuerzos puede ser superada por: la falta de información básica y sistemas de observación y monitoreo; la necesidad de creación capacidades y la falta de los marcos políticos, institucionales y tecnológicos apropiados; la falta de crédito y asistencia técnica: la reducida inversión pública en áreas rurales; los bajos ingresos; y los asentamientos en zonas vulnerables. Así mismo constituyen limitaciones para la adaptación la inadecuada educación y los limitados servicios de salud, una pobre apreciación del riesgo y la existencia de bases de datos incompletas. Todos estos factores limitan los pronósticos del tiempo y los sistemas de alerta temprana de la región, así como la carencia de recursos para implementarlos y operarlos. Un rasgo a destacar de la región es la enorme desigualdad de la distribución de los ingresos entre la población y la existencia de una parte elevada de la misma en la pobreza con la consiguiente secuela de hambre, analfabetismo, etc. elementos que limitan la implementación de las opciones de adaptación. En la elaboración de los planes futuros y de políticas de desarrollo sostenible se deben incluir la estrategia de adaptación al cambio climático. Se han propuesto varias medidas de adaptación para los sectores costeros, agrícolas, hídricos y de salud. Sin embargo, la eficacia de estos esfuerzos es superada por la falta de creación de capacidad y marcos políticos, institucionales y tecnológicos apropiados, por los bajos ingresos y por los asentamientos humanos en zonas vulnerables, entre otros. De lo contrario, es probable que los objetivos del desarrollo sostenible de los países de América Latina se pongan en


peligro. De esta manera, la capacidad de estos países para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre otros, se ve afectada de un modo adverso. La Convención para la Diversidad Biológica recomienda para los países en desarrollo el empleo como una herramienta para enfrentar el cambio climático la adaptación basada en los ecosistemas, la cual integra el uso de la diversidad biológica y los bienes y servicios que brindan los ecosistemas en una sola estrategia, que brinda co-beneficios sociales, económicos y culturales contribuyendo a la conservación de la biodiversidad. Un ejemplo exitoso lo brinda la resiembra de bosques de manglares deforestados, pues su recuperación y conservación les brinda trabajo a las comunidades locales, así como permite la recolección de alimentos en los mismos y protege esa zona costera de los impactos de los ciclones tropicales. Para nuestra región constituyen una prioridad la adaptación de los ecosistemas marinocosteros por su elevada vulnerabilidad a la elevación del nivel del mar y a los impactos de eventos extremos, pues en esas zonas habitan un gran parte de la población de la región. Se requiere de un mayor esfuerzo en la investigación para su conocimiento, así como del apoyo financiero y tecnológico para su implementación. La deforestación en las áreas templadas y tropicales de la región es uno de los mayores problemas ambientales que debe enfrentar. Este proceso está muy vinculado al la perdida de las especies, ecosistemas y al deterioro de los bienes y servicios que los mismos nos brindan, tales como al almacenamiento de carbono y a su captura (mitigación del cambio climático). La investigación de los bosques templados y tropicales en la región es necesaria, así como la implementación de medidas efectivas para su conservación, la reducción de las pérdidas de la biodiversidad y su aprovechamiento sostenible. Se deben estudiar mecanismos para la financiación de la reducción de emisiones por deforestación evitada y manejo de los bosques. Los ecosistemas de montaña de la región tienen un gran peso como fuentes de agua, así como albergan una rica biodiversidad, constituyendo un centro importante de diversificación de especies de plantas cultivadas básicas para la seguridad alimentarias más y el asentamiento de las culturas más antiguas de la región. El proceso de calentamiento ya está afectado drásticamente estos sistemas, que requieren de investigaciones y financiamiento para promover medidas para su adaptación al cambio climático. Las observaciones e investigaciones sistémicas del clima de la región, son básicas para la adaptación al cambio climático y requieren de la cooperación no sólo desde el punto de vista tecnológico sino de investigación, financiamiento y creación de capacidades para su implementación y mantenimiento. Especial atención se deben brindar al estudio de eventos extremos (ciclones, inundaciones, sequías etc.) y a eventos como el Niño con gran incidencia en la región. Se deben desarrollar para la región los modelos climáticos, agroclimáticos, etc. con vistas a poder proyectar con menor incertidumbre los futuros impactos del cambio climático en la misma. El nivel actual de desarrollo de redes de observación y supervisión necesita obligatoriamente mejoras, creación de capacidad y el fortalecimiento de las comunicaciones a fin de permitir un funcionamiento eficaz de los sistemas de observación del medioambiente y una propagación fiable de los avisos tempranos.


La gestión de riesgos de desastres constituye una necesidad para la América Latina y el Caribe, múltiples eventos climáticos nos están afectando, ocasionando pérdidas de vidas humanas y elevadas pérdidas económicas. En esta área la cooperación regional e interregional adquiere gran relevancia no sólo para el financiamiento sino también para el intercambio de experiencias, de tecnologías, para el establecimiento de sistemas de alertas tempranas y de gestión de los desastres.


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