Dos hombres en el callejón

Page 39

1) El legado de Occidente Señala Thomas Calvo que cuando España y Portugal se propusieron gestionar el espacio americano –las dos coronas estuvieron unidas entre 1580 y 1640- “el enunciado parece simple, pero terminará constituyendo un desafío insuperable (ya que) tenían que dominar un espacio cuarenta veces mayor que la península ibérica, con una población (en 1492) entre cinco y seis veces superior a la suya, y colocado a una distancia/tiempo de entre cuarenta días de navegación (para el Brasil y las islas) y setenta para el extremo del golfo de México (Thomas Calvo, 1996). Frente a aquella debilidad, el conquistador contaba a su favor, con una diferencia cultural apabullante. Las culturas indígenas eran “refinadas pero frágiles”. Mientras “los mayas, ‘los griegos de América’ habían determinado el año astronómico con mayor precisión que el calendario gregoriano [y] la red de caminos del mundo incaico, más de 16.000 kilómetros, permitía llevar las noticias desde los confines del Imperio hasta su centro (Cuzco) en menos de una semana a lo largo de 2.000 kilómetros (llamaba la atención) la indigencia generalizada de los medios de transporte, la ausencia de la rueda y de animales de carga, con excepción de las llamas andinas (así como la existencia de) ciento treinta y cuatro familias lingüísticas, fragmentadas en varios centenares de variantes” (Calvo, 1996). Cuando España y Portugal inician en el siglo XVI la colonización de América sintetizan más de 25 siglos de civilización occidental. Esta no era la única ni la superior en todos los campos, pero sí era la civilización que quería modernizarse y expandirse. Si Roma había sido la gran heredera del mundo helénico, Europa –sonre todo la Europa latina- se transformó a su vez en la heredera del mundo grecorromano. Roma y su arquitectura, la ingeniería de sus puentes y acueductos, los prestigios literarios, los triunfos del derecho y la irrupción del cristianismo. Esa apretada lista de elementos llegaba sintetizada a través de España y Portugal. Europa ya era una realidad en el siglo XV. La tempestuosa y turbulenta forma en que llegaron españoles y portugueses, propia de la época y de una mentalidad, constituye otro punto de confusión en nuestro origen.

2) La revolución epistemológica de los siglos XVI y XVII “Es el tiempo de los grandes descubrimientos: del mundo y del hombre”, señala Roland Mousnier en la introducción al tomo de su Historia general de las civilizaciones (dirigida por Maurice Crouzet) que dedica a estos dos siglos decisivos para el flujo de la historia universal, pero aún más para la historia de Occidente y por lo tanto, decisivos para nosotros, iberoamericanos. Fue en ese preciso momento en que se produjo nuestro engarce al flujo histórico, en ancas de 39


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.