Casa aymara, manual técnico y simbólico

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Fullerton Cáceres Medina
CASA AYMARA, MANUAL TÉCNICO Y SIMBÓLICO
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AUTORES

Daniela Fullerton Moreno.

Pablo Cáceres Contreras. Piera Medina Ziller.

PRÓLOGO

Diego González. Arquitecto UC y PhD in Architecture, University of Sheffield, United Kingdom. Investigador responsable del proyecto Fondecy de Postdoctorado nº 3170348: “Migración del habitar vernáculo. Vivienda Aymara en la ciudad de Arica entre 1950 y 1980”. Ha publicado trabajos en revistas de corriente principal y participado de congresos nacionales e internacionales.

DISEÑO E IMÁGENES

DISEÑO EDITORIAL: DISEÑO DE PORTADA Y CONTENIDOS, Y DIAGRAMACIÓN

Valentina Alcántara y Macarena Cabrera. Diseñadores gráficos, Pontificia Universidad Católica de Chile.

ELABORACIÓN DE PLANOS Y DETALLES

Catalina Aninat Armijo y Alonso Pizarro Kozma. Arquitectos, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Pontificia Universidad Católica de Chile.

FOTOGRAFÍAS

Pablo Cáceres Contreras y Daniela Fullerton Moreno.

Valparaíso 2022

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Manual Técnico y Simbólico de la Techumbre aymara, Primera Edición © Daniela Fullerton, Pablo Cáceres, Piera Medina, 2022 Registro de Propiedad Intelectual No 2022-A-6160

© Centro de Estudios Territoriales ANTIS

IMPRESIÓN

A Impresores

Impreso en Chile • Printed in Chile

Derechos reservados. Este proyecto fue financiado por la Convocatoria 2020 del Fondo del Patrimonio Cultural, perteneciente al Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.; Folio 37311; Línea de investigación en Patrimonio Cultural. Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.

MODO DE CITAR

Cáceres, Fullerton y Medina, 2022; “Manual Técnico y Simbólico de la Techumbre aymara”.

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CASA AYMARA, MANUAL TÉCNICO Y SIMBÓLICO

Fullerton Cáceres Medina* *

4 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Autores

Daniela Fullerton Moreno. Arquitecta y urbanista. Estudió en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso. Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente, IEUT, Pontificia Universidad Católica de Chile.

Pablo Cáceres Contreras. Arquitecto. Estudió en la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, y se ha especializado en estudios, diseño y ejecución de proyectos de patrimonio cultural y material.

Piera Medina Ziller. Arquitecta y urbanista. Estudió en la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Diplomada en Arquitectura Sustentable y Magíster en Desarrollo Urbano, IEUT, Pontificia Universidad Católica de Chile. Fundadora de Fundación Escala Común.

Agradecimientos

Este manual fue posible gracias a las y los cultores de saberes ancestrales de la cultura aymara de las comunidades de Parinacota y Chucuyo, quienes no sólo guardan en sus memorias los conocimientos técnicos de la construcción tradicional, sino también otros saberes culturales vinculados a la construcción del hábitat, originados en la cosmovisión y simbolismo que la cultura aymara entrelaza a los procesos técnicos. Gracias por confiar en nosotros, compartir sus conocimientos, saberes, e historias de vida, y contribuir con ello a construir un tejido cultural de gran relevancia para el patrimonio cultural de nuestro país. Gracias infinitas a todas y todos por su generosa hospitalidad y sus relatos, cargados de emotiva memoria que aún mantiene viva la cultura de este pueblo originario. Agradecemos especialmente la participación de todas las personas que se mencionan a continuación:

A la Comunidad Indígena de Parinacota y a aquellos habitantes de Parinacota y Chucuyo que quisieron participar de las entrevistas: Lucrecia Calle, Hugo Morales, Juan Terán, Jacinta Blanco, Silvia Terán, Leonel Terán, Juana Huanca, Jenny Terán, Alfredo Terán, Sixta Huaylla, Francisca Morales, Juan Carlos Mamani, Rodolfo Yañez, Erasmo Silvestre, Leandro Silvestre por confiar y creer en este proyecto, y permitirnos ser quienes articularon sus saberes con un relato técnico-cultural que ayude a sostener en el tiempo sus formas tradicionales y simbólicas de construcción de la vivienda aymara.

Este manual está dedicado a todas y todos los guardianes de los saberes ancestrales de la cultura aymara, quienes preservan en sus memorias e historias de vida la esencia de esta cultura ancestral, y han permitido la sostenibilidad de los conocimientos y técnicas de construcción vernácula y su cultura asociada hasta el día de hoy. Esperamos que este documento permita darle continuidad a esa transmisión de saberes, y transmitir a las nuevas generaciones estas técnicas tradicionales de construcción de la vivienda y techumbre aymara.

Este proyecto cuenta fue financiado por el Fondo Nacional del Patrimonio, línea de investigación en patrimonio cultural, año 2020; Folio 37311 del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.

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Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Contenidos

Prólogo Presentación

Reflexiones finales Referencias 64 67 68 16 19 24 09 12 36 37 39 40 43 44 50 52 54 59 61

Morada y habitar altoandino en Parinacota Comunidades desplegadas El pueblo de Parinacota, microcosmos andino Uta, la casa aymara

Relato simbólico y técnico de la casa aymara Chacha warmi Ayni Pawa Recolección de material Cimientos Muros Amarras Cerchas Cubierta y repajado Sellos de cubierta Achocayo

Sostenibilidad de las técnicas constructivas tradicionales

Recomendaciones para la sostenibilidad de la casa aymara tradicional

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Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Prólogo

Durante los últimos años, la palabra pa trimonio se ha escuchado de manera cada vez más frecuente en nuestras conversa ciones como sociedad. Y más aún, la idea de que este no está tan solo integrado por grandes monumentos, palacios o estatuas de bronce, se han ido instalando hasta que hemos logrado el consenso de que nuestro patrimonio es mucho más que aquello y abarca manifestaciones infinitamente más diversas, materiales e inmateriales, multiplicándose los esfuerzos por conocerlas, visibilizarlas y ponerlas en valor.

En el caso del patrimonio arqui tectónico la realidad no ha sido distinta. Cada vez está más extendido que la salva guarda de este no se limita a la protección de obras paradigmáticas, sino que existen otras edificaciones, quizás menos visibles, menos monumentales, pero que en sí mismas son manifestaciones de las distintas sociedades y comunidades que las levantaron y dotaron de características únicas, transformándolas en evidencias construidas de esas culturas.

En nuestro país, así como en el resto del mundo, la enseñanza de la arquitectura se ha centrado en un derrotero teórico homogéneo, seleccionando sólo algunas

piezas, normalmente edificios monumen tales u obras ejemplares que representan aquellos momentos definidos por la his toriografía como claves para entender la historia oficial definida. Son contadas las experiencias donde se ha intentado diversificar la mirada, buscando aportar con el estudio de aquel patrimonio construido anónimo a la manera en que se entiende la arquitectura como disciplina.

Es precisamente intentando desmitificar la postura generalizada y proponer la reflexión actual sobre nuestro patrimonio arquitectónico, que durante ya varias generaciones de alumnas y alumnos que cursan el primer año de la carrera de ar quitectura, he realizado la siguiente pregunta:

¿Desde cuándo existe la arquitectura?

Luego de algo de debate se ha llegado siempre a la conclusión lógica de que esta existe desde que el ser humano construyó el primer refugio. Dando como cierta esta reflexión, aparece el problema de establecer cuando surge esa relación innegable que hemos establecido entre la arquitectura y el hacerla, labor que como sociedad

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Prólogo

10 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

se la hemos otorgado a las/os arquitectas/ os como profesionales dedicados a practicarla. La pregunta que continúa con la re flexión original es entonces:

¿Desde cuándo existen las/os arquitectas/os?

La respuesta a esto es algo menos simple que la anterior. Pensando en lo que entendemos por ser arquitectas o arquitectos hoy en día, nos tenemos que remontar al siglo XV en los albores del renacimiento cuando por primera vez una persona pudo gracias a la invención de la perspectiva lineal anticipar por medio de la represen tación, del dibujo, cómo debía verse el edificio que tenía en mente. Luego de eso, el dibujo y registro arquitectónico permitió que las labores de construcción de una obra pudiesen ser delegadas a otras/os sin temor de que esta fuera modificada puesto que había sido proyectada, gracias al dibu jo, en su totalidad por una sola persona. Dejando entonces claro el origen de la disciplina de la arquitectura como la conocemos hoy y con las condiciones y características que prevalecen, habría que preguntarse entonces qué sucede con esa

enorme cantidad de siglos entre que la humanidad se construyó el primer refugio y el siglo XV, ya que como hemos visto, a pesar de la relación que establecemos en tre el hacer arquitectura y el rol de las/os arquitectos/as como aquellos profesiona les encargados de ella, lo cierto es que hay arquitectura antes de que estos aparecie ran en escena.

Es la arquitectura vernácula la definición que se hará cargo de agrupar aquellas manifestaciones arquitectónicas que son fruto del esfuerzo y acción de cada pueblo o cultura y en las que no hubo participación de arquitectas/os profesio nales. Ya lo propuso Bernard Rudofsky en su famosa exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York a mediados de los años sesenta “Arquitectura sin Arquitec tos”, inaugurando así el auge en el estudio y registro de estas edificaciones a lo largo del mundo. Se conocieron así, las distintas características que cada cultura imprimió en sus construcciones, preocupados no tan solo de levantar un refugio que permitiera su habitar, sino que además dotándolo de significados que trascienden la pura evidencia material construida y que se elevan a la esfera de las cosmovisiones.

En Chile, la presencia de variados ejem plos de arquitecturas vernáculas están presentes a lo largo de toda nuestra geografía. Dentro de estos, algunos de los más relevantes son aquellos levantados por nues tros pueblos originarios, siendo parte de un patrimonio construido vernáculo que debido a distintos procesos, tanto históricos, sociales, culturales e incluso económicos, se encuentra en constante peligro de obsolescencia o incluso de desaparecer.

El caso particular de los Aymaras y de sus viviendas tradicionales, las utas, es quizás paradigmático respecto de las opor tunidades que se presentan de recuperación de este patrimonio. Los pueblos marka en los valles altos y altiplano del norte de Chile, ofrecen la poco frecuente posibilidad de acción previa a la posible desaparición de esta relevante evidencia vernácula construida. Los procesos de modernización de la so ciedad en general y en particular aquellos emprendidos por el estado en zonas rurales propiciaron la aparición de nuevos materiales y técnicas constructivas. Esto, sumado a la experiencia urbana luego de los importantes procesos migratorios vividos por el pueblo aymara, que parten con fuerza a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado,

11 y que ocasionaron el despoblamiento de los pueblos interiores. La instalación de buena parte de la población aymara en las grandes urbes costeras de Arica e Iquique, termina ron por hibridar las viviendas tradicionales, utilizando como ejemplo aquellas experien cias de autoconstrucción que estas familias habían practicado en las ciudades.

Es en este último punto, que este trabajo de investigación se convierte en una pieza de gran valor. El esfuerzo realizado consigue reunir en un documento no tan solo las características técnicas y ma teriales de la vivienda tradicional aymara, sino que al mismo tiempo aborda el sim bolismo que esta posee, dando cuenta de la uta como el contenedor de un univer so propio, en donde la cosmovisión de la cultura aymara se manifiesta, dotando de significados a cada parte de la vivienda e incluso al acto mismo de la construcción, reforzando así, el valor cultural de este patrimonio construido vernáculo.

Entendiendo que sin las comuni dades el patrimonio local no existe, este trabajo encuentra en las voces propias de miembros de la comunidad aymara los conocimientos sobre las técnicas cons tructivas y la manera de entender cada

pieza del proceso de construcción de la vivienda. Conocimiento que se plasma de forma mancomunada con el registro y técnicas de la arquitectura como disciplina, para lograr un manual claro que permite a la misma comunidad tener a disposición estos saberes constructivos y simbólicos, que con el paso del tiempo habían estado sumergidos debido a la vorágine de la modernidad y de la homogeneización cultural y propiciando la preservación de estas arquitecturas tradicionales como patrimonio de la sociedad chilena en general.

El texto que se presenta a continuación se transforma en una herramienta fundamental para que el patrimonio construido aymara permanezca, para y con las comunidades. Sólo así, el resto de la sociedad nacional podremos disfrutar de esta ar quitectura vernácula, logrando ser cada vez más conscientes del acervo patrimonial que conserva el pueblo aymara, cuya relevancia excede las fronteras geográficas que lo contienen y que, sin duda, forma parte de la historia de la arquitectura de nuestro país.

Prólogo

12 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Presentación

En el transcurso de la construcción de una casa, los aymaras reconstruyen su visión cosmológica, y la misma casa se convierte en una representación del cosmos, una metáfora del cerro mundo, un axis mundi, y una estructura organizativa en torno a la cual giran otras estructuras.

Hacia un orden andino de las cosas Denisse Arnold, Domingo Jimenez, Juan de Dios Yapita.

La arquitectura de los pueblos originarios, específicamente del pueblo aymara altoandino al cual se refiere este documento, es sencilla en sus formas. Las casas dentro de los pueblos, modestas e indiferenciadas, tienden a hacer un sólo gran conjunto; y los pueblos dentro del paisaje, tienden a perderse como parte de su relieve. Esta ar quitectura simple y silenciosa esconde la inteligencia constructiva que, enriquecida por celebraciones, simbolismos y acuerdos sociales, dan profundidad cosmológica al proceso constructivo que su gente desarrolló.

Este documento espera poner en valor dos grandes aspectos tras la construcción de la casa aymara altoandina; por una parte, el trasfondo cultural que va acompañando la construcción de la casa, en el que podemos evidenciar significados culturales que aún se sostienen, como el rito de inicio que nos recuerda nuestra

pertenencia a la tierra; o la reciprocidad como forma fundamental de organización social. La casa como representación del cosmos andino, parafraseando a Arnold (1992), el que aparece principalmente en el transcurso de las obras, en el proceso edifica torio.

Y por otra parte, esperamos des tacar y registrar el saber técnico que ha sabido solucionar algo tan difícil, como construir exclusivamente con lo que se encuentra en el lugar. Entendemos la hazaña e ingenio que requiere esto último, y reconocemos que en estas obras sostenidas durante siglos está la experiencia, el ensayo y el error, que las mantiene hoy en pie.

Esta técnica tradicional ha sido por siglos traspasada a las nuevas generaciones a través de la oralidad y la propia experien cia de construir en comunidad. Aprender junto a los cultores más antiguos que sa ben hacer es parte de la educación propia

de los oficios, sin embargo, con el tiempo y la migración de los habitantes desde los pueblos aymaras hacia las ciudades, su mado a modernización de las técnicas de construcción, la continuidad de estos sa beres se encuentra en riesgo.

Sumado a lo anterior, la técnica tradicional enfrenta hoy la pérdida de los encuentros en el ayni, principal instancia de trabajo comunitario donde tenía lugar la transmisión del saber. Aynis constructivos como el repajado de la techumbre, la construcción de la casa, la reparación de las iglesias, o la limpieza de canales, cuen tan cada vez con menos participantes y se van distanciando en el tiempo. En su re emplazo, la antigua economía colaborativa de apoyo mutuo, cambia por lógicas propias de economías de mercado, donde la remuneración sustenta el hacer. Sumado a esto, durante las últimas décadas se propi ció la modificación de las techumbres tradicionales de paja por cubiertas de acero zincado, eliminando con ello la necesidad de repajado, pero eliminando también las cualidades arquitectónicas de la vivienda tradicional aymara, como el acondicionamiento climático que la cubierta de paja ofrecía ante el durísimo ambiente altiplá-

nico, o la integración natural de los pue blos en el paisaje altoandino.

Todas las dinámicas descritas se evidencian hoy en la comunidad aymara de Parinacota, comunidad con la que se trabajó para la construcción de este documento. La investigación se sustenta en las entrevistas de conocedores de las técnicas constructivas de Parinacota y Chucuyo, en conjunto con un trabajo técnico de campo con identificación y análisis de aspectos constructivos vernáculos. Todos los entrevistados corresponden a cultores indígenas de estos dos pueblos aymaras de altura, a quienes agradecemos compartirnos la memoria de sus conocimientos para el rescate y cuidado del saber de su pueblo y otros relatos de experiencias que dan cuenta de la forma andina de habitar.

Si bien se reconoce la variabilidad cultural de acuerdo a los distintos territorios (MOP, 2016) muchos aspectos de lo descrito pueden extenderse a otras localida des del altiplano, donde la arquitectura enfrenta los mismos rigores climáticos conocidos por los cultores entrevistados, y donde también se viven hoy la pérdida y deterioro del patrimonio construido. El presente Manual se estructura

como un relato hilado de la construcción de una vivienda, dando cuenta tanto de los elementos constructivos del proceso, cómo de los aspectos simbólicos de connotación cultural que acompañan la cons trucción de una casa tradicional aymara. El sentido es entregarle al lector una guía que da cuenta de los pasos a seguir para edificar la vivienda tradicional y el detalle del proceso de mantención de la cubierta de paja conocido como repajado, sin excluir los pasos rituales tras la tradición cons tructiva. La intención está lejos de querer desplazar la experiencia de aprendizaje co munitario por un saber teórico documentado, sino por el contrario, esperamos que este contenido sea un apoyo para todas las personas que quieran ejecutar nuevas obras locales o mejorar las edificaciones existentes donde revivir el encuentro comunitario en el quehacer constructivo, para traerlo a presente y poner en valor el saber tradicional para todos los habitantes del altiplano.

13 Presentación
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Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

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Morada y habitar altoandino en Parinacota I.

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↓ Estancias ganaderas de Caquena.

Foto: Pablo Cáceres C.

↑ Estancias ganaderas de Caquena.

Foto: Pablo Cáceres C.

Comunidades desplegadas

↑ Paisaje altiplánico ganadero.

Foto: Pablo Cáceres C.

El pueblo de Parinacota es en la lógica altoandina, un espacio de reunión y en cuentro, al cual muchos de sus residentes visitan de forma esporádica e itinerante, y pasan la mayor parte del año en las estancias cerca de su ganado, o bien en la ciudad. Tienen casa tanto aquí como allá, y su identidad como parinacotense se da, entre otras cosas, por la devoción patronal a su iglesia y su Virgen, así como a su sucesión familiar, donde se reconocen como herederos o pobladores históricos del territorio.

Para entender esta pertenencia a un pueblo en el que no necesariamente se reside, es importante comprender que los pueblos del altiplano de la región de Arica y Parinacota, a diferencia de los de Tarapacá, hacen frente a condiciones más adversas de altitud, superando los 4.000 msnm. y esto tiene implicaciones no sólo ambientales, sino también productivas. La aptitud agrícola es muy reducida, haciendo que el oficio principal de su gente sea el ganadero y es a esta actividad productiva a la que responde la lógica de ocupación. Los pueblos de altura son aún más trashumantes que en la precordillera y otras zonas ba-

16 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara 01.

El pueblo es pueblo, pero, por las necesidades de su ganado, sus habitantes tienen que convivir con su ganado. Entonces se puede tener casa en el pueblo, pero donde vives es al lado del ganado… el que vive en la estancia viene constantemente al pueblo, viene a las actividades culturales, a cualquier hecho que se efectúe, ellos están ahí.

jas del mundo aymara, ya que la ganadería exige vivir junto al ganado, origen de la es tancia, vivienda alejada de los pueblos donde las pastoras y pastores acompañan a su ganado, siempre próximos a los bofedales. Antiguamente se convocaba a la co munidad desplegada en todo el territorio mediante un llamado de humo, el cual se realizaba a través de una quema, que al levantar su señal desde el pueblo convocaba y daba aviso a los habitantes de un nuevo mo tivo de reunión (J.Terán). Esta antigua tradición nos da cuenta de las características singulares del hábitat altiplánico. La comunidad es una, pero se encuentra desplegada y se organiza más bien en forma de archipié-

lagos poblacionales (Murra, 1974; González, 2018; González, Gundermann e Hidalgo; 2014) . A diferencia de otros poblados en que predomina la aglomeración y la perma nencia, en los pueblos aymara la comunidad se organiza extendida y dispersa de acuerdo a las oportunidades productivas que brinda cada lugar y la complementariedad ecológica definida por cada piso altitudinal (Murra, 1974). Esta forma dispersa de habitar, se acentúa en las comunidades aymara especí ficas del altiplano, toda vez que su actividad productiva principal, la ganadería, requiere que la residencia se encuentre próxima a su ganado y áreas de pastoreo. Lo anterior mantiene a la comunidad co-

Estancia Estancia sin uso Parinacota Chucuyo

← Pueblo desplegado, estancias y pueblo de Parinacota. Elaboración propia en base a Google Earth, 2022.

I. Morada y habitar altoandino en Parinacota
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Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

tidianamente separada en sus estancias, pero unida como un gran colectivo me diante una casa adicional establecida en el pueblo (González, 2018), actuando éste como espacio de encuentro, organización, cooperación y celebración.

Al interior del poblado, sin em bargo, es posible reconocer una lógica de ordenamiento organizada en las calles de un pequeño damero de cuatro ejes, donde las viviendas se organizan en un conjun to continuo, conformando calles, patios comunitarios y patios propios que se articulan y complementan. De esta manera, esta comunidad aymara configura un habitar que comienza desplegado, para luego, adentrarse desde lo colectivo a los espacios más íntimos de la vivienda.

↓ Pueblo de Parinacota Elaboración propia, 2022.
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El pueblo de Parinacota, microcosmos andino 02.

En la iglesia está todo, el libro está ahí. Leonel Terán

El pueblo de Parinacota se ordena como un microcosmos andino, una representación construida de los simbolismos del mundo aymara.

La gran ordenadora de su trazado es la Iglesia de Parinacota, centro neurálgico de esta localidad declarado monumento nacional1; pero más específicamente, es la fiesta religiosa la que define el orden que traza el poblado. La identidad como comunidad, aquello intangible que los define como habitantes de un pueblo siendo estancieros tan dispersos, es justamente la identificación con su iglesia y su figura patronal protectora (Gavilán y Carrasco, 2009). Si bien la iglesia da cuenta de la presencia española, el sincretismo de las fiestas patronales y el mismo trazado urbano de los pueblos del altiplano, tiene menos influencia hispánica que la de los pueblos de precordillera (MOP, 2016).

Conceptos como complementariedad y dualidad aparecen en la estructura general de la iglesia y su campanario, con la separación de la torre y el templo como edifica ciones independientes. La torre, símbolo fálico masculino, contiene la campana hembra (Gavilán y Carrasco, 2009); y el templo, espacio interior femenino donde se resguarda la madre santísima, sincretismo de la Pachamama, Virgen de la

1 Mediante Decreto Supremo N° 1158 del 04 mayo 1979, Consejo de Monumentos Nacionales

↑ Iglesia de Parinacota.

Foto: Pablo Cáceres C.

→ Campanario e iglesia.

Foto: Pablo Cáceres C.

↓ Posa norte.

Foto: Pablo Cáceres C.

I. Morada y habitar altoandino en Parinacota

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← Cacharpaya, fiesta de la Virgen de la Natividad en Parinacota 2021.

Foto: Daniela Fullerton M.

↓ Cacharpaya, fiesta de la Virgen de la Natividad en Parinacota 2021.

Foto: Daniela Fullerton M.

↓ Cacharpaya, fiesta de la Virgen de la Natividad en Parinacota 2021.

Foto: Daniela Fullerton M.

20 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Natividad para el pueblo de Parinacota. Es condida en lo alto del altar, en un retablo de doble fondo, y oculta por un velo, la Virgen aguarda por salir a bendecir el pueblo en la fiesta patronal de septiembre, momento en el cual la comunidad se vuelve a reunir para acompañar su ruta alrededor de las cuatro esquinas cardinales del pueblo.

En torno a la Iglesia están dispuestos los cuatro altares o posas. Estas son es taciones de procesión donde se depositan las figuras religiosas. Cada uno de ellos se orienta hacia los cuatro puntos cardinales y en la ‘cacharpaya’, la procesión y sus bailes, se va bendiciendo de oriente a poniente estos altares cardinales, repitiendo este ciclo hasta el cierre de la fiesta2, momento en el cual la Virgen de la Natividad vuelve a la profundidad de su templo.

² La duración era tradicionalmente de ocho días, pero hoy se ha reducido a tres días de celebración.

³ Espacio cercado por muros, lugar delimitado, plaza.

↓ Plano de Iglesia, posas y calles de procesión. Elaboración propia, 2022.

y habitar altoandino en Parinacota
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I. Morada

técnico y

El espacio al interior de los muros de la iglesia conocido como ‘cancha’3, entre la capilla y el campanario, es usado no sola mente como atrio de la iglesia, sino también como espacio ritual. Al exterior de la iglesia se articula un cuadrante de calles que ordenan el pequeño damero del poblado y que son, además, la ruta de la procesión durante las fiestas. De esta manera, y en torno a este damero religioso, se organizan el resto de las viviendas que conforman el poblado de Parinacota.

El urbanismo puede ser entendido aquí como un trazado de creencias y de fiestas, el cual posee un anclaje cardinal con el territorio.

La disposición de los altares norte y sur coincide, casi con precisión, con los puntos cardinales, y así también, con ele

de la techumbre aymara S↑ Trazado de iglesia y cuatro posas o altares. Imagen en base a Google Earth. NVolcán Parinacota
22 Manual
simbólico

↑ Proyección de línea entre altares poniente y oriente del pueblo de Parinacota. Imagen en base a Google Earth.mentos geográficos fundamentales para la cosmovisión territorial de este poblado. Al proyectar una línea recta entre el altar ponien te y el altar oriente, se extiende la dirección que vincula el pueblo con el volcán Parinacota, el que junto al volcán Pomerape, confor ma los dos majestuosos Payachatas (L. Terán), principales achachilas del poblado, hacia donde se direcciona la mirada en el rito del Machaq Mara4 para recibir los primeros rayos del sol (L. Terán). En la cultura aymara los achachilas corresponden a los cerros más grandes y sagrados, y en sus más altas cumbres habitan los seres supremos que protegen y cuidan al poblado.

Los altares oriente y poniente del pueblo de Parinacota parecieran estar intencionalmente desajustados en su eje, para establecer una cardinalidad con el territorio, en específico con el volcán Parinacota, marcando el oriente en relación a los cerros más sagrados de esta comunidad.

⁴ Fiesta aymara que celebra el año nuevo o retorno de sol, cada 21 de junio o solsticio de invierno.

Volcán Parinacota Proyección de posa poniente y oriente Pueblo de Parinacota I. Morada y habitar altoandino en Parinacota
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Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Uta, la casa aymara 03.

↑ Casa situada en el mundo, esquema de cosmovisión aymara.

Elaboración propia, 2022.

Uta, la casa, se erige sobre la tierra madre Pachamama y bajo el cielo, como techum bre del mundo y de la vida, abierto a los beneficios del dios sol (Benavides, 1977). La casa aymara altoandina no sólo debe hacer frente a condiciones climáticas extremas del altiplano, sino también a otras fuerzas extrahumanas y naturales con las que debe armonizar y dialogar, en sintonía con lo ex presado por Van Kessel y Condori (1992) donde lo humano, lo extrahumano y la na turaleza componen el paradigma aymara.

En vista de lo anterior, se entiende la importancia vital del entrelazamiento entre el proceso técnico constructivo de la casa con rituales, ceremonias, amuletos y otros símbolos que serán parte de la protección de la edificación y de sus mora dores; los que deben considerarse y prepararse previamente. De no atenderse estos, la casa sufre riesgo de romperse (J. Terán) o derrumbarse, entre otras fatalidades deve nidas de la falta de ritualidad en la construcción. La técnica constructiva, al igual

Akapacha Akapacha Manqhapacha Alaxpacha
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← Ruina en alrededores de Parinacota.

Sumado a lo anterior, la casa refleja en su estructura las tres dimensiones verti cales de la cosmovisión aymara, las que son fundamentales para situar la comprensión del mundo de este pueblo originario, y por tanto su relación con el entorno.

Sobre el pueblo, el cielo, Alaxpacha, espacio de arriba donde fuerzas fundamentales les exigen a las edificaciones su protección de la lluvia, la nieve, el fuerte viento altiplánico y los rayos, estos últimos dos muy determinantes en la protección

Y el Manqhapacha, espacio del inframundo o subterra, donde habitan otras fuerzas naturales y sobrenaturales a las cuales también debe hacer frente la casa, principalmente la pachamama, santa madre tierra a la cual se encomienda el primer que toda tecnología desarrollada por el pueblo aymara, es inevitablemente bidimensional, considera siempre una dimensión simbólico-religiosa en el hacer práctico (Van Kessel y Condori, 1992).

acto ritual, y la cual sostiene las fundaciones y la estructura de la vivienda.

Akapacha es el espacio del medio donde habitamos todos, la superficie car dinal del pueblo, las estancias, bofedales y otras zonas de pastoreo. Este es el lugar que provee de los materiales para las edificaciones, la piedra, el barro, la paja brava, y la madera.

Las primeras viviendas, siglos atrás, se edificaron con piedras, palos y ramas apoyadas entre sí, sin vanos para que la luz entrara al interior. Eran estancias que permitían dar cobijo entre un trayecto y otro. Con el tiempo y la necesidad de mayor permanencia en los lugares, estas es tancias se fueron transformando hacia un concepto de vivienda como el que conoce mos hoy, dando paso a la conformación de los poblados.

Como se mencionó anteriormente, la comunidad aymara del altiplano es predominantemente ganadera, habitando gran parte de su cotidiano en las viviendas que la casa debe brindar por el habitante altiplánico. Son las fuerzas extrahumanas a las cuales la casa debe hacer frente, y con la cual debe convivir.

Foto: Daniela Fullerton M. I. Morada y habitar altoandino en Parinacota
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Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

↓ Plano de Parinacota distinguiendo estas formas de organización. Elaboración propia, 2022.

que conforman la estancia o paskana (González, 2018). Esta vivienda se conforma por una o pocas unidades modulares integradas a los corrales y se encuentra generalmente distante de otras estancias, pero próxima a las áreas de pastoreo y bofedales. Sumada a esta vivienda productiva, se dispone de una vivienda dentro del pueblo de Parinacota conocida como uta, la cual tiene un carácter de residencia principal, a pesar de que su uso se relaciona primordialmente con las celebraciones comunitarias y los viajes de sus habitantes desde Arica al pue blo. Hoy se suma a estas residencias rurales del altiplano, la casa urbana ubicada en la ciudad de Arica (González 2018; González, Gundermann e Hidalgo, 2014).

La casa tradicional o uta, se compone de módulos independientes de dimensiones más o menos uniformes. En el pueblo de Parinacota, los módulos de la uta se disponen generalmente en torno a un pa tio que los vincula, observándose predominantemente patios privados o familiares, y en menor cantidad utas en torno a patios comunitarios. Se puede distinguir también organizaciones de utas en continuidad a la calle, cuando ésta enfrenta rutas de proce-

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CALLEDE PROCESIÓN

27 sión, y en menor cantidad, es posible en contrar viviendas aisladas compuestas sólo de un módulo.

Los módulos fundamentales que componen la casa se definen por sus usos. Un módulo principal de permanencia es la cocina (González, 2018), donde también en ocasiones se habilita un espacio para dormir. Otros módulos son los dormitorios, la despensa (espacio fundamental para la conservación de alimentos) y en algunos casos se incorpora un módulo o casa de fiesta, donde se realizan los encuentros familiares y celebraciones. Estos módulos están articulados por el patio, espacio que juega un rol fundamental para la vida do méstica aymara, donde tradicionalmente se realizaban labores como el tejido a telar. Dentro del patio se observan también otros espacios intermedios semipermeables, como estancias para juntar y secar yaretas, comedores exteriores y espacios de celebración.

↑ Conjunto de viviendas con patio central cerrado. Elaboración propia, 2022.

PATIO PUERTA CALLEDEPROCESIÓN

PATIO MUROSPERIMETRALES CALLESECUNDARIA

→ Vivienda aislada con patio abierto. Elaboración propia, 2022.

CALLEDEPROCESIÓN
I. Morada y habitar altoandino en Parinacota

← Conjunto de viviendas con patio abierto. Elaboración propia, 2022.

CALLEDE PROCESIÓN

PATIO

PUERTA VIVIENDA2

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

VIVIENDA1

CALLEDEPROCESIÓN

← Viviendas contiguas que arman el borde de la calle de procesión. Elaboración propia, 2022.

CALLEDEPROCESIÓN

PLAZA

↓ Vivienda aislada. Elaboración propia, 2022.

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→ Interior de vivienda.

Foto: Daniela Fullerton M.

La casa en su interior es la gran contraparte a la intemperie del altiplano. Las altas oscilaciones térmicas durante todo el año, las bajas temperaturas y los fuertes vientos, hacen que la vida en estos lugares requiera de estrategias más exigentes para que la vivienda logre ser refugio y lugar de abrigo. El espacio en su interior es oscuro, bajo, de pequeñas dimensiones, donde todo se da muy próximo al cuerpo (Benavides, 1977), protegiéndolo como una segunda piel gruesa y pesada, para construir el resguardo a la vastedad ventosa, super lumi nosa y fría del altiplano. La casa aún sin aislación ni tecnologías, le entrega confort al habitante. La vivienda tradicional tenía como único vano la puerta, generalmente dispuesto en dirección oriente (González, 2018), pero por sobre todo dispuesta siem-

pre contraria al viento, a excepción de que esté en el patio, donde ya no corre viento. La casa en la pampa en cambio mira hacia el oriente (H. Morales). La vivienda predominante en Parinacota, al contrario de otros casos de estudios (González, 2018 y Solc, 1975) se constituye principalmente de muros de rocas superpuestas, en algunos casos ordenadas en aparejo, y en los casos más antiguos, apiladas según forma y peso de cada piedra, sellados con barro y paja para evitar el paso del frío. Techos que en sus orígenes eran de paja brava, que en su espesor entre tejido y sellado con barro en las cumbreras lograron resguardar de la lluvia y el viento, y suelos de tierra que, en el conjunto material macizo, construyen el confort térmico al interior de las moradas.

I. Morada y habitar altoandino en Parinacota
29

↑ Casa en ruinas,

Foto: Daniela

M.

Permanencia y mutabilidad de la casa, repajado

La casa se cuida, se mantiene, es también parte de la familia

En el borde del poblado es posible ver viviendas en ruinas que aún mantienen gran parte de su estructura. A pesar del paso del tiempo, evidencian un sistema construc tivo que ha sido capaz de mantenerse en el tiempo. Los elementos de la parte más permanente de la casa, muros y cimientos, se pueden encontrar en relativo buen estado, mientras que la parte mutable de la casa, la techumbre que se desgasta, se ha desvanecido.

Tradicionalmente se ha asumido la existencia de estas dos temporalidades de la casa, con su parte fija que la ancla como propiedad a un lugar y una familia, y su parte impermanente que generó la tradición del repajado como actividad comu nitaria. Esto se ha asumido no sólo para la casa sino para todas las edificaciones tradicionales del pueblo aymara, siendo el repajado de la iglesia de Parinacota un hecho tan incorporado a la tradición, que se le reconoce como costumbre el aporte en paja según se trate de parejas (tres atados) o personas solteras (uno y medio). A pesar

30 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara
Parinacota.
Fullerton

La techumbre antigua es mejor por el rayo, cuando teníamos paja no nos caía mucho y ahora que además hay electricidad, nos cae. La paja además es más calentita y fresca en el día, y en la noche es más abrigadita también, pero esta calamina cuando calienta, adentro está como horno.

Sixta Huaylla de las exigencias que implica la mantención de la techumbre tradicional de la vivienda ayma ra, lo que se explica como uno de los principales motivos de su obsolescencia, las ventajas que entrega son múltiples, no sólo por su indudable aporte al paisaje cultural que construye la identidad rural de los pueblos aymaras, sino sobre todo por su aporte a la calidad interior y al confort térmico de la vivienda, conseguidos exclusivamente en base a materiales locales.

↑ Fiesta patronal en Isluga, región de Tarapacá.

Foto: María Ester Grebe Vicuña.

Este sistema constructivo nace de los materiales disponibles que existen en el territorio, lo que permite mantener las viviendas o edificar nuevas obras exclusivamente con lo que se encuentra en el entorno. Si considera mos además la antigua tradición del ayni que sustenta la mano de obra en la colaboración, es posible acceder a obras de reparación sin necesidad de grandes recursos. Es importante notar que la casa occidental hoy prácticamente no tiene componentes que surjan del lugar en el que está; todo proviene de una larga cadena de procesos que es necesario financiar. La recuperación de técnicas desglobalizadas puede tener una relevancia determinante para la mantención patrimonial desde las propias comunidades, sobre todo en contextos de escasez y vulnerabilidad.

↓ Estancia ganadera en Caquena, conjunto de viviendas con unidades de techumbre de acero zincado y otras aún en paja brava.

Foto: Pablo Cáceres C

⁵ Si bien hoy son escasos los pueblos o estancias en que pueda observarse el paisaje construido original que resultaba de las viviendas con techumbre tradicional, existen registros históricos como el presentado en la imagen 17 en Isluga, región de Tarapacá; o lo que se observa en imagen 18 con la integración al paisaje de la única vivienda con cubierta de paja brava en relación a las otras unidades con acero zincado que la acompañan.

I. Morada y habitar altoandino en Parinacota
31

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

32

Relato simbólico y técnico de la casa aymara II.

33

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

La investigación desarrollada se centró en Parinacota y sus alrededores, siendo representativa especialmente para esta localidad, la que sin duda comparte muchas características con viviendas aymara de otras localidades. Este pueblo, en su concentración de viviendas y espacios comunes, se encuentra habitado principalmente por 4 familias extendidas, en sintonía con lo descrito por González (2018), y no por una ocupación abierta o ampliada bajo la lógica de poblado occidental.

Lo observado es que la materialidad y tipología constructiva de techumbres y cubiertas no varía, sin embargo, los muros presentan diferentes tecnologías y materiales en su uso. Las fundaciones y cimientos son también similares en su materialidad variando únicamente su tamaño y proporciones según la determinación que cada cultor definiera, dadas las características del suelo en que se funda la vivienda.

Las viviendas más antiguas evidencian la técnica más tradicional encontrada duran te la investigación, y corresponden a aquellas construidas en base a muros de piedra canteada, trabadas entre sí y aglomeradas mediante barro. Estos muros suelen ser revocados con adobe en su interior.

Con posterioridad surgen las viviendas de adobe, técnica que implicó la fabricación de ladrillos de adobe, utilizando moldajes de madera. El barro utilizado proviene de canteras de barro.

Finalmente, la tecnología más re ciente respecto de las materialidades usadas en Parinacota es la denominada vivienda con tapiales o tapialeras. Esta tipología considera el uso de moldajes de madera, apuntalados hacia el suelo donde se dispone el barro ya mezclado en el interior del moldaje y se apisona intensamente.

Las fundaciones siempre son de piedra, tanto para muros de adobe o tapiales

→ Parinacota Foto: Pablo Cáceres C.
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↑ Tipologías constructivas: muro de piedra en Parinacota.

Foto: Daniela Fullerton M.

→ Tipologías constructivas: ladrillo de adobe en Putre.

Foto: Daniela Fullerton M.

↓ Tipologías constructivas: muro tapial en Parinacota.

Foto: Pablo Cáceres C.

como para muros de mampostería en piedra. En la tipología de adobe, se observan casos donde se genera un sobrecimiento de piedra. Este se conforma al prolongar la fundación de piedra por sobre el nivel del suelo y desde cierta altura (variable) continuar con ladrillos de adobe hacia arriba. Esta materialidad protege la base de los muros de la lluvia y el desgaste que ella provoca.

Todas las tipologías de muros descritas previamente tienen el mismo tratamiento de techumbre (estructura de cubierta y cubierta), conformada por paja y queñoa, la que se tratará en detalle a continuación.

Respecto de la forma de la vivienda aymara, se trata generalmente de recintos úni cos para cada edificación, en su gran mayoría con cubierta a dos aguas, forma rectangular, con fachadas largas, bajas y rectas, mientras que los cabezales son muros con mojinetes, es decir, con remate triangular a modo de frontón, el que determina la cumbrera y altura máxima de la edificación.

Las tres tipologías constructivas descritas corresponden a la materialidad y for ma clásica de la casa aymara en Parinacota.

35 II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

Antiguamente [cuando alguien se casaba], había que ayudarle a hacer una casa… El soltero todavía está con la mamá y el papá, si quiere tener su piecita sólo la puede empezar a hacer.

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Chacha warmi 01.

* * * * * *

Para hacer una casa primero que nada se les pide permiso a los herederos. Ellos dicen haga y ahí estamos autorizados para abrir la tierra.

Primero la pareja es joven, sueña tener una casita, juntan su platita, hablando antiguamente. Van y conversan con los vecinos y les piden que les puedan cooperar. No hay dinero. Está la voluntad de vecinos, de hermandad. ¿Y para cuándo?, para ese tal día, entonces hacemos ceremonia ese tal día. Van donde un sabio, un yatiri, y le hojea de coca, si pa tal día va a estar bien el tiempo, va a estar todo bien o si va a estar mal, cambia la fecha.

Antiguamente, según costumbres tradicionales, la construcción de una nueva casa se llevaba a cabo cuando dos personas se ‘juntaban’⁶, y así daba comienzo a su vida. En este momento, cuando hombre y mujer conformaban el matrimonio, con el apoyo de su familia y comunidad completa, se daba inicio al proceso colectivo de construcción de la vivienda, guiado por los ri tos y ceremonias que van acompañando el desarrollo de las obras.

El primer paso, y como muchas de las acciones de la cultura aymara, se pide permiso a la Tierra, entendida como enti dad espiritual y física que dará soporte a la casa, le entregará estabilidad y resistencia.

⁶ Juntarse corresponde al rito del matrimonio.

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Ayni 02.

Yo te ayudo a ti a parar la casa, pero tú también me ayudas cuando yo junte material, cuando necesite. Me ayudas y entre tres o cuatro personas trabajamos juntos.

Ayni es el trabajo comunitario en el que se basa la forma tradicional de construir ay mara. Es un llamado a aportar con trabajo en la construcción comunitaria de una obra, en este caso, en la edificación de una casa o en las obras de repajado de las techumbres. Este apoyo comunitario se da en un acuerdo mutuo implícito, donde lo que hoy se da, se equilibra en el futuro cuando los dueños de casa colaboren también en la siguiente obra de la comunidad. Hoy por ti, mañana por mí.

Se trata de una lógica alternativa a la idea de trabajo asalariado propia de la economía de mercado; la construcción más tradicional de una vivienda aymara se sustenta en una economía colaborativa sin contratación de mano de obra, donde la fuerza de trabajo es la ayuda voluntaria de

vecinos y parientes en las faenas, que son retribuidas en un futuro. Esta colaboración implica que la construcción avanza rápido, en contextos más antiguos, cuando el pue blo entero participaba demoraba entre 1 a 2 meses levantar una casa. Esta velocidad es importante en el contexto altiplánico donde el frío, viento y tormentas eléctricas dificultan las obras de largo aliento. Por otra parte, los pobladores de este territorio ganadero deben atender a su ganado, el trabajo de pastor o pastora no tiene pausa.

Relato simbólico y técnico de la casa aymara

↑ Ayni constructivo en Isluga. Foto: Enquelga, Václav Šolc, 1968-1973.
37 II.

38 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Yo me acuerdo que antes se ayudaban a hacer. Se hacía en una faena, en un trabajo en que se ayudaban.

Hoy día yo te ayudo a ti a parar la casa, pero tú también me ayudas cuando yo junte material y trabajamos juntos entre tres, cuatro personas. Antes las personas eran unidas. Era un acuerdo mutuo entre ellos.

Si tengo que hacer una casa acá, entonces tengo que hacer un almuerzo y los invito porque me están ayudando. Entre varios la casa sale rápido, pero si tú lo haces solo, es muy lento.

Ahora se construye sólo, se traen piedras, se pide barro, se contrata gente, ahora cada uno por su cuenta, casi ya no existe la unión.

Hugo Morales ← Ayni constructivo en Isluga. Foto: Enquelga, Václav Šolc, 1968-1973.

Pawa 03.

Para la visión aymara, la Pachamama o Madre Tierra, representa la vida de todos los seres, la que permite la existencia de todos los elementos que viven y se sustentan en ella, una fuerza vital que no es espíritu ni materia, pero que se manifiesta en todos los espacios del akapacha. Por este motivo, cualquiera sea la acción a ejercer en la tierra, debe hacerse pidiéndole primero per miso a ella, lo que se denomina la pawa.

Por esto, antes de realizar la pri mera excavación de obra, antes de abrir la tierra, debe realizarse una pawa, la ceremonia fundamental que garantiza el éxito de las faenas, la perdurabilidad de la casa y la bienaventuranza de sus habitantes. La creencia dice que el hecho de no realizar esta ceremonia podría afectar la estructura

Antes de abrir la tierra se pesca un corderito y se vilancha la tierra, para que nos vaya bien, para que no se caiga la gente, para que la obra salga bien. Y todo sale bien, la casa se para derechito, todo sale perfecto.

de la construcción, y generar un accidente a sus moradores.

Esta importante ceremonia siempre se realiza por una pareja, un hombre y una mujer (Lucrecia Calle) que representan la complementariedad y la dualidad siempre presentes en la cosmovisión del pueblo aymara. Se ofrenda todo lo que proviene de la madre tierra: hojitas de coca, verduritas, alcoholcito, vinito (Leonel Terán) y el incienso. El copal es para la tierra y el incienso es para el Señor. Son rituales que vienen de los abuelos. No siempre se sacrifica un animal, también puede hacerse con vino tinto que se echa a las 4 esquinas con el tari, muchos lo hacen con sangre. (Hugo Morales).

En esta ceremonia se ‘convida’7a la Tierra, pidiéndole permiso antes de hacer cualquier excavación, y se define como la primera acción que inicia las faenas constructivas. Este ritual es dirigido por el dueño de casa.

Antiguamente para fijar la fecha de inicio de la construcción de la casa, se consultaba previamente con un yatiri, un sabio, que por medio de la lectura de hojas de coca -hojeando la coca- podía visualizar

cuando sería conveniente partir las faenas, si el tiempo estará bien, si estaría todo bien o se debía cambiar fecha (L.Terán). De acuerdo con sus indicaciones se planificaba la construcción comunitaria, la que debe ser en un plazo corto y continuo, por el frío y la lluvia del altiplano.

↑ Pawa en Enquelga.

Foto: Václav Šolc, 1968-1973.

⁷ Ofrenda de alimentos y bebidas a la Tierra.

39 II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

Recolección de material 04.

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Tanto la estructura en piedra o en adobe y el techo de paja brava, implican grandes faenas de recolección de material. Ellas se realizan en épocas específicas del año, en calce con la planificación de la obra, y requiere de un conocimiento previo de los lugares donde se encuentran los distintos materiales, principalmente la piedra, el barro, la paja, u otros.

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Si bien la techumbre tradicional de la vivienda aymara ha mantenido tanto su técnica como su materialidad en el tiempo, los muros de la vivienda tienen más de una única materialidad, tal como se detalló previamente, lo que incide en el material a recolectar.

Para las cubiertas, los materiales ne cesarios son:

Madera de queñoa: para cerchas se utilizó madera de Queñoa (Polylepis sp.) la

que se recolectaba en pequeños bosquetes donde crece esta especie de árbol en la zona altiplánica. La Queñoa es el árbol capaz de crecer a mayor altitud en el mundo, sin embargo, no es un árbol de gran tamaño, y es necesario seleccionar los troncos que sean más rectos (es un árbol con hábito de crecimiento “tortuoso”), y que tengan las dimensiones adecuadas. Según los relatos recogidos durante la investigación, en un radio de 2 horas de distancia desde Parina cota, existen al menos 2 bosquetes donde tradicionalmente se recolectaba la madera.

Mediante investigación bibliográfica se puede constatar que existe registro de construcción de estructuras de cubierta usando madera del cardón -cactus- (Va clav Solc, 1968), sin embargo, en la zona de Parinacota, donde desarrollamos la investigación en terreno, no encontramos

registro de aquello, limitando el uso del cardón para la confección de puertas y ta pas de ventanas.

Paja brava: Los estratos de cubierta son ejecutados con paja brava (Festuca orthophylla) debido a que el grosor de sus ramas (1-2 mm) la hace adecuada para soportar el rigor del clima. Las otras especies de pajas y coirones presentes en el altiplano son más finas y, por lo tanto, no ofrecen la resistencia ni la durabilidad necesarias.

La paja recolectada será usada en los 3 estratos de la cubierta (forro interior, fo rro exterior y relleno intermedio), y para dos de esos tres estratos (ambos forros) es necesario que la paja sea lo más larga posible, por lo tanto, se considera como mate rial útil la paja que tiene aproximadamente 60 cm de largo o más. Para el relleno intermedio de la cubierta, se puede usar una *

*

paja más corta, por lo mismo es posible re utilizar el material de cubiertas que previamente se usó en los otros estratos.

La paja brava es abundante en el altiplano sobre los 4.000 msnm, sin embargo, no es fácil de encontrar en las condiciones de crecimiento que requiere la techumbre (60 cm o más). De acuerdo con lo señalado por los cultores entrevistados durante la investigación, antiguamente la paja brava de largo adecuado era más abundante y fácil de encontrar en el entorno del poblado. Ellos atribuyen esta situación a los cambios medioambientales. Actualmente, los cul tores mencionan el sector de Cotacotani como un área con buena paja para techumbres, y en Bolivia, en el área de Sajama (no lejos de la frontera con Chile).

La recolección de la paja es un tra bajo pesado y se debe hacer en los meses de lluvias cuando la paja es blanda y tier na, entre noviembre y marzo, ya que en los meses fríos la paja es dura y quebradiza. La paja se corta y amarra con sogas de lana de alpaco en atados de un diámetro aproximado de 50-60 cm.

Cuando se trata de viviendas, la responsabilidad de la obtención del mate rial corresponde al propio interesado, no

obstante, es una faena que suele desarro llarse bajo el concepto de ayni. Cuando se realiza el repajado de la techumbre de la iglesia de Parinacota participa todo el poblado y la tradición indica que cada solte ro debe aportar con un atado y medio de paja, mientras que los casados aportan con tres atados de paja cada uno. Este aporte de material también se realiza bajo la figura del ayni, y se desarrolla en una fecha determinada con las respectivas fiestas y actividades asociadas.

*

Lazos de cuero de llamo: El vínculo entre los elementos de la cubierta se reali za con amarras de cuero de llamo o alpaco.

Los cueros deben ser del cogote del animal porque es el cuero más grueso, por lo tanto, el más resistente. El cuero del cogote se corta en lonjas de 15 a 20 mm de an cho. También el cuero de llamo se usa para realizar el tejido del primer estrato de la cubierta (forro interior) denominado waylla ichu, por lo tanto, para cada cubierta se necesita una cantidad considerable de cuero, estimando que para una vivienda de tamaño corriente se necesitan alrededor de 20 cueros.

Actualmente, con la migración de los aymara a las ciudades, la ganadería es

Relato simbólico y técnico de la casa aymara

41
II.

una actividad mucho menos extensiva que antaño, por lo que cada cuero se torna más escaso y valioso. En la antigüedad los ganaderos más prósperos podían disponer de todos los cueros frescos para una edificación, sin embargo, lo usual es ir guardando los cueros en la medida que los animales se van faenando durante el año. El cuero se remoja antes de realizar la amarra, lo que le devuelve su elasticidad y una vez que se seca en la amarra se contrae y rigi diza dejando una unión firme y duradera. Por tratarse de un pueblo ganadero, la obtención de los cueros adecuados no es complejo, no obstante, con el tiempo se ha ido volviendo un bien más escaso, por lo tanto más costoso.

Barro: En la cubierta el barro se utiliza para la fijación de los “muertos” (elemen*

tos de vínculo entre los tijerales de madera y los muros) y posteriormente para sellar y fijar la cumbrera y la cubierta sobre los mojinetes.

El barro utilizado tiene características específicas tales como su composición/ cantidad de arcilla y cal, por lo que se busca en canteras y no se prepara, como se realiza en otros sectores del territorio aymara (Václav Solc, 1968). En Parinacota la cantera más usada es la cantera de las 3 cruces que se encuentra en la salida norte del poblado en dirección a Caquena.

Las piedras abundan en el entorno del po blado de Parinacota y son esas mismas las que se usan para la construcción de los mu ros de las viviendas las que serán canteadas por los cultores del pueblo.

↓ Materialidades del lugar.

Foto Pablo Cáceres C.

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara
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Cimientos 05.

Los cimientos son la primera faena propiamente tal de la construcción de la vivienda e implica la acción de abrir la tierra, momento de realizar las excavaciones, y tiene una significación cultural muy importante, por lo que pre viamente debe realizarse la pawa previamente descrita, convidar a la tierra.

El trazado se realiza usando sogas de lana de llamo/alpaco y debe considerar el tamaño de los tijerales disponibles para la cubierta. Probablemente la disponi bilidad de piezas de madera de un determinado tamaño haya condicionado el tamaño de la vivienda en sí misma. Vaclav Solc registró en Enquelga (Tarapacá) en 1968 y 1969 que el ancho promedio de las viviendas era de 3 me tros (variando entre 2,2 metros y 4 metros), mientras que en la presente investigación encontramos que el ancho promedio de las viviendas de Parinacota es de 4,5 metros.

Otra condición importante para el trazado de la vivienda es que sus aberturas o fenestraciones siempre van orientadas en contra de los vientos predominantes, lo que genera una condición de mayor temperie.

Una vez realizado el trazado y las ceremonias, se procede con las excavaciones. Los cimientos suelen ser de unos 60 cm de ancho y una profundidad de 60-80 cm de acuerdo con las condiciones del terreno. El encargado de decidir el tamaño de las fundaciones es el dueño de casa, aunque si se trata de alguien inexperto buscará el consejo de los más experimentados. Las fundaciones siempre se materializan en piedra, aglomerándose con barro y con disposición trabada.

Terreno Natural Cimientos: Piedras trabadas, aglomeradas con barro

↑ Cimientos. Elaboración propia, 2022.

II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

Exterior Interior Muro de piedra Pavimento de barro afinado
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Pintura de cal

Muro de Piedra: Piedras canteadas, trabadas, y aglomeradas con barro

Revoque de barro

Terreno natural

Cimientos: Piedras trabadas, aglomeradas con barro

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

↑ Escantillón muro de piedra. Elaboración propia, 2022.

Muros 06.

Pavimento de barro afinado

Tal como se mencionó previamente, los muros tienen 3 tipologías principales: pie dra, ladrillos de adobe y tapiales.

Los muros de piedra continúan con la técnica constructiva empleada en los cimientos, es decir, piedras canteadas, trabadas y aglomeradas con barro. Las piedras más grandes y mejor canteadas se usan en las esquinas de la casa para otorgar mayor firmeza a la edificación. Los muros de piedra suelen tener una base de aproximada mente 60 cm de ancho y en su coronación un ancho de 40 cm. La cara interior del muro tiende a ser vertical, mientras que la cara exterior es inclinada permitiendo esta diferencia de espesor.

Exterior Interior
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Los muros de piedra suelen revocarse de barro por la cara interior. La cara exterior puede revocarse, pero lo más usual es protegerla con cal (lo que les da el clásico color blanco del poblado de Parinacota). La cal se aplica usando un cuero de llamo/ alpaco fijo a la punta de un palo, generando una especie de brocha rudimentaria. La cal se extraía de canteras minerales, las que actualmente se encuentran bajo concesión minera. La comunidad hoy suele solicitar donaciones a la minera Quiborax para conseguir cal y proteger las edificacio -

nes, pero este proceso es engorroso y de éxito relativo.

Los muros de piedra pueden tener dinteles de piedra y/o madera (queñoa en los casos más tradicionales).

Los muros de adobes (tecnología posterior a los muros de piedra) se realizan mediante la traba de ladrillos de adobe que son fabricados por los cultores aymara. En el caso de Parinacota, el barro es extraído desde una cantera de adobe, la que se ubica en la zona norte del poblado y es conocida como cantera 3 cruces.

← Traba de piedras en esquina. Foto: Pablo Cáceres C. II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara
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Revoque de barro y pintura de cal

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Muros de adobe: Ladrillos de 50 x 25 x 20 cm

Revoque de barro

Pavimento de barro afinado

Sobrecimiento de piedra

Terreno natural

Cimientos: Piedras trabadas, aglomeradas con barro

↑ Escantillón muros de ladrillos de adobe. Elaboración propia, 2022.

Los ladrillos de adobe tienen una medida referencial de 50x25x20 cms pero es variable dependiendo de la localidad y el fabri cante. Generalmente se realizan usando moldajes de madera y se usa barro de can tera. Los ladrillos de adobe se descimbran aproximadamente 3 días después del vaciado, proceso que ocurre a la intemperie. Una vez que se cuenta con la cantidad suficiente de ladrillos de adobe se procede a la construcción de los muros partiendo por las fundaciones y respetando todos los as pectos culturales implicados en el proceso.

Los muros de adobe pueden comen zar desde el nivel de terreno natural, pero es usual que cuenten con un sobrecimiento de piedra que protege su sección inferior. Estos muros tienden a ser regulares en su ancho, a diferencia de los muros de piedra, y suelen tener revoque de barro por ambas caras. En el poblado de Parinacota tam bién suelen protegerse con cal, lo que ha definido el color blanco del poblado.

Exterior Interior

Revoque de barro

Revoque de barro

Los muros de adobe siempre presentan dinteles de madera (queñoa o cardón).

Finalmente, los muros de tapiales, son regulares en su espesor, revocados por ambas caras.

Esta tipología considera el uso de moldajes de madera (o tapialera), de un alto que fluctúa entre 40 a 60 centímetros aproximadamente. Los moldajes son largos y forman fajas en toda la extensión del paramento que se va a ejecutar. Interiormen te se usa alambre trenzado y en la cabeza del moldaje, piezas metálicas a modo de tensores para evitar que se deforme y abra, incorporando además por fuera, puntales fijos hacia el suelo. Una vez que el moldaje se encuentra debidamente afianzado, se procede con el llenado y apisonado del barro. El material que se usa es de similar calidad que el empleado para la confección

Muro de tapial

Pavimento de barro afinadoTerreno natural

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Cimientos: Piedras trabadas, aglomeradas con barro

↑ Escantillón de tapiales. Elaboración propia, 2022. II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

Exterior Interior

→ Casa con muros de tapiales.

Foto: Pablo Cáceres C.

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

de los ladrillos de adobe, pero en este caso se agrega paja a la mezcla, mejorando su capacidad mecánica. Una vez ya mezclado, se dispone en el interior del moldaje y se apisona intensamente para evitar nudos y sectores con relleno defectuoso. Aproximadamente 3 a 4 días después de este procedimiento se retira la tapialera, el que será usado en el próximo tramo de muro, inmediatamente encima del recién descimbrado, por lo tanto, los muros de esta materialidad son verticales, aplomados y con un ancho estable en todo su alto.

En Parinacota se observan varias edificaciones de tapiales que se encuentran en desuso.

En la coronación de los muros, se observó la disposición de una corrida de

→ Casa de ladrillos de adobe con revoque.

Foto: Pablo Cáceres C.

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piedras planas o lajas, las que suelen ser más anchas que el espesor de la coronación del muro. Estas piedras reciben el nombre de “alerones” o “aleros” y se disponen sobre los muros planos como también sobre los mojinetes. Evidentemente tienen una función de protección ante eventuales filtraciones de agua, pero también cum plen un rol respecto de la fijación de las cerchas, lo que se detalla en el capítulo referido a las cerchas.

← Alerones de piedra y mojinetes.

Foto: Pablo Cáceres C. Aleros / Alerones Piedras planas o lajas

Exterior Interior II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

↑ Escantillón de coronación de muros. Elaboración propia, 2022.

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Amarras 07.

Para las amarras de las vigas de la techumbre se utiliza cuero de llamo/alpaco.

Los cueros se extraen del cogote del animal, dado que es el cuero más grueso, por lo tanto, es el más resistente. El cuero se corta en lonjas de 15 a 20 mm de ancho y previo a su uso se remoja por aproximadamente 24 horas para usarlo en óptimas condiciones de elasticidad.

Una vez que el cuero se encuentra hidratado y elástico se procede a realizar la amarra, que consiste en un amarre ahorcado simple, como se observa en la fotografía. El cuero al secarse se contraerá y volverá rígido, otorgan do gran firmeza a la estructura de techumbre.

Las amarras se usan en primera instan cia para las cerchas de la cubierta, luego para fijar las cerchas a los muertos de madera y pos teriormente para afianzar las costaneras o largueros a las cerchas. Finalmente se usará gran cantidad de cuero para la fijación del waylla ichu (forro interior de paja).

50 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara
↑ Amarra de cuero de llamo. Foto: Pablo Cáceres C.

Una vez que las cerchas ya se encuentran instaladas se procede a instalar los lazos que afianzarán el waylla ichu. Los lazos son de cueros y reciben el mismo tratamiento de hidratación para lograr o recuperar la elasticidad de la pieza. Se instalan por la parte superior de la cercha, en la misma dirección longitudinal que las costaneras, separados por aproximadamente 10 cen tímetros entre sí. Por lo tanto, una vez terminada la instalación de estos lazos longitudinales, se tendrá sobre la estructura de cubierta una gran cantidad de lazos formando una red ortogonal sobre la que se fijará la paja que forma el waylla ichu

Paja escarmenada: Tercer estrato de paja Paja trabada: Segundo estrato de paja

Waylla ichu: Primer estrato de paja

Cuero de llamo: Lazos longitudinales

Amarras de cuero de llamo

Amarras de cuero de llamo

Cerchas de madera

Barro: Fijación de los muertos

Muertos de madera

Mojinete Alerones de piedra laja

Muros de piedra

→ Isométrica explotada. Elaboración propia, 2022. II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

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Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Cerchas 08.

Las cerchas son estructuras simples, hechas de madera y amarras de cuero. Tienen for ma de A, y se afianzan a la coronación del muro con una pieza adicional de madera denominada muerto, el cual corresponde a una pieza de madera que se ubica sobre la coronación del muro, afianzado mediante barro, y que tiene por objeto fijar las cerchas a su ubicación.

El muerto de madera se ubica sobre los “alerones” de piedra laja que rematan la coronación del muro.

Durante la investigación se vieron y recogieron testimonios de muros donde la cercha quedaba de tope sobre la coro nación del muro, pero es una técnica con menor uso y desestimada por los mismos cultores porque resulta poco eficiente para el escurrimiento de las aguas.

Una vez armadas las cerchas y montadas sobre la cubierta, se instalan las costaneras, tradicionalmente tres por lado (sin contar la cumbrera), siempre por el lado inferior de la pieza de madera que conforma la cercha, de tal forma que la cara superior de la cercha queda libre y nivelada para la instalación de waylla ichu.

Las piezas usadas en toda la estructura de cubierta (cerchas, muertos y costaneras) son de queñoa, seleccionadas en base a su largo y a su forma lo más rectas posibles, ya que el dimensionamiento que se puede realizar es menor. El tratamiento que se realiza a las piezas de madera básica mente consiste en lo siguiente:

Limpieza de las cortezas de la queñoa (la queñoa presenta una corteza

de muchas capas, parecidas al papel, de color rojizo, que se desprenden fácilmente y que dan la impresión de que se puede terminar desarman do toda la rama. Sin embargo, bajo esta corteza se encuentra la madera propiamente tal).

*Rectificación mínima de la pieza mediante medios mecánicos tipo hachuela.

Una vez que la cubierta se encuentra montada se instala la bandera blanca que señala que se realizará la fiesta de los tijerales.

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*

Tijerales de queñoa

→ Cerchas. Elaboración propia, 2022.

Solera de barro

Muerto de queñoa II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

Muros Mojinete

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Paja escarmenada: Tercer estrato de paja

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

↑ Tres estratos de paja cubierta. Elaboración propia, 2022.

Cubierta y repajado 09.

Paja trabada: Segundo estrato de paja

Una vez recolectada la paja se realiza el escarmenado del material, trabajo que tradicionalmente era realizado por las muje res. Se selecciona y separa la paja larga; se separan las raíces y se prepara la paja más corta para el relleno intermedio.

Los tres estratos de la cubierta propiamente tal, son de paja.

Waylla ichu: Primer estrato de paja

Aquí se detalla la tradición constructiva de Parinacota, la que difiere en el estrato interior de la recopilada por Vaclav Solc en Enquelga en 1968-1969. El estrato o forro interior de Parinacota (descrito a continuación) es el waylla ichu, mientras que en Enquelga se utilizaba la p`ira (no se describe en el presente manual). Los otros dos estratos de cubierta son iguales en ambas tradiciones constructivas según lo recopilado en Parinacota (2021) y en En quelga (1968-69).

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Estrato superior: Paja escarmenada

Estrato intermedio: Paja trabada

Estrato inferior: Waylla ichu (forro interior)

Cuero de llamo: Lazos longitudinales

Estrato inferior (forro interior) o waylla ichu: Usando paja larga ya seleccionada se va trenzando la paja en los lazos longitudinales de cuero, los que ya están secos y tensos. Se pasa la paja por sobre un lazo, en el siguiente lazo se pasa por debajo, en el subsiguiente se vuelve a pasar por encima y así sucesivamente. Si la paja tiene alrededor de 60 centímetros de largo, y los lazos están aproximadamente cada 10 centímetros, cada paja queda enlazada 3 veces por la parte superior y 3 veces por la par te superior de los lazos, permitiendo que quede bien afianzada a la estructura de cubierta y no se desplace en ningún sentido. La paja del waylla ichu siempre va en el sentido de escurrimiento de las aguas, es decir, la punta de la paja queda hacia el borde de la casa (abajo). El proceso del

waylla ichu se sigue en toda la cubierta por ambas aguas, cubriendo de forma abun dante la totalidad de la cubierta.

Estrato intermedio: Se utiliza paja que puede ser de una longitud menor, formando cojines de paja, lo que dará una mejor aislación a la cubierta. Esta paja intermedia se apoya sobre las pajas del waylla ichu, asegurando que quede trabada para que no se desplace. Para asegurar que la traba sea adecuada este estrato puede quedar con pajas en distintas direcciones y puede utilizarse paja que previamente ya ha estado en otras cubiertas.

Estrato superior: Es la parte visible de la cubierta sobre la vivienda, la que queda expuesta al clima y debe ser eficiente en su impermeabilidad. Se utiliza paja larga, bien escarmenada, que pueda ser

← Estratos de paja. Elaboración propia, 2022.

trabada. Su instalación va trabando la paja nueva con la capa previa, para lo cual se deja escarmenada sin raíz, pero con ramas que permitan el enganche. Durante la in vestigación el modo de instalación de la paja de cubierta era siempre señalada por los cultores mediante un gesto de las manos, lo que da cuenta de un conocimiento del modo de hacer. Todos los entrevistados usaron el mismo gesto, sin saber nombrar con palabras la técnica que demostraban conocer. En resumen y tratando de llevar a palabras ese gesto, la instalación de la paja superior consiste en ir enganchando la paja superior con las capas anteriores ya firmemente afianzadas. Este estrato superior de paja debe ser abundante para asegurar el escurrimiento de las aguas y de ahí la utilidad de usar pajas largas. En

Relato simbólico y técnico de la casa aymara

Exterior Interior
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II.

techumbre aymara

el borde de la cubierta, sobre el cabezal o coronación de los muros (muros y mojinetes), sobre los alerones de piedra se instala un manojo largo de pajas orientados hacia el exterior, con el objetivo de alejar el go teo de las aguas del borde de los muros, al modo de una pieza corta goteras. Estos alerones de paja quedan trabados de la manera mencionada en la coronación de los muros, mientras que sobre los mojinetes quedan fijos mediante el barro según se detalla en el siguiente punto.

De acuerdo con lo ya descrito, este sustrato superior de paja es eficiente en la medida que la cubierta en sí está compuesta de pajas largas. Con el paso del tiempo, la acción del clima y, sobre todo del vien-

to, se comienza a perder parte superior del sustrato, disminuyendo el espesor de cu bierta y exponiendo las pajas más cortas del sustrato inferior, lo que va mermando la calidad material de la techumbre.

Repajado: La acción del clima (llu via, nieve, granizo), y principalmente del viento provocan que la techumbre pierda espesor y calidad por el daño que sufre el estrato superior de paja. Esta techumbre gastada empieza a perder eficiencia en su hermeticidad y capacidad de aislación.

Esta es la razón del repajado, el que consiste en el acto de volver a instalar las pajas largas que conforman el estrato superior de la cubierta tal como se detalló previamente. Sin este proceso de repajado la techumbre

← Techos de Parinacota.

Foto: Pablo Cáceres C.

56 Manual técnico y simbólico de la
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se vuelve deficiente. Esta faena constructiva orientada a la mantención de las viviendas se reconoce como una actividad tradicional de la cultura aymara, la que se realizaba mediante una convocatoria a un ayni constructivo de quién lo requiriera. Los habitantes de la casa determinaban también la necesidad de llevar a cabo este proceso en base a la observación y al uso de la vivienda. No existe período fijo para llevarlo a cabo, sin embargo, los entrevistados concordaron en hablar de períodos de 4-5 años, pudiendo ser cada 2 o hasta 6 años aproximadamente.

Evidentemente el proceso de repajado implica la recolección de mucho menos material y es un trabajo más simple que la construcción de una nueva cubierta, por lo tanto, se trata de obras de mantención que alargan la vida útil de la cubierta y generan economía de material. Solo implica la recolección de nueva paja.

del trabajo gratuito para el bien de la comunidad, han implicado que el repajado sea una de las actividades más posterga das, junto con la limpieza de canales. La reducida cantidad de gente viviendo en los poblados, y el hecho de que se trataba principalmente de personas mayores que no contaban con la red comunitaria necesaria para el desarrollo del ayni, provocaron que el repajado comenzara a espaciarse más y más en el tiempo, dejando a las cubiertas en un estado muy depreciado, sin ser capaces de cumplir con su objetivo de generar hermeticidad y temperie. Déca das atrás, el cambio de cubiertas se transformó en una necesidad urgente y se buscó una alternativa que implicaba menor mantención y mayor durabilidad. Fue así como se llegó al reemplazo de la cubierta tradicional por cubiertas de planchas de acero zincado, solución que se extiende hoy por los poblados altoandinos.

Tal como se comentó, este trabajo se desarrollaba tradicionalmente mediante un ayni, donde el beneficiario solicita ayuda y ofrece gratitud y camaradería. La migración de la comunidad aymara a la ciudad, y los cambios culturales respecto II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

Las nuevas planchas de cubierta presentan una serie de desventajas tanto prácticas, como estéticas y culturales, pero cumplen con ser de baja mantención y mayor durabilidad. Dado el negativo impacto estético de las nuevas cubiertas en el po-

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blado de Parinacota, existió la iniciativa de cubrir las planchas zincadas de cubierta con paja, la que se trató de fijar mediante alambres tensados (dispuestos longitu dinalmente como los lazos de cuero), sin embargo, esta solución no funcionó frente a los fuertes vientos de la zona, quedando al poco tiempo las planchas desnudas, con los alambres sueltos y muy pocos restos de paja como vestigios.

El repajado es, por lo tanto, el hecho clave de la cubierta y la vivienda aymara.

Realizar el repajado implica conservar la arquitectura aymara con las prestaciones estéticas, de acondicionamiento climático y eficiencia material, sin embargo, requie re de revitalizar un hecho cultural que es el ayni, el trabajo comunitario gratuito en función del bien común, por lo tanto, es un rescate patrimonial profundo, con implicancias culturales y de modo de vida, no sólo material, como se podría pensar en primera instancia.

← Repajado de posas o altares en Parinacota. Foto: Pablo Cáceres C..
58 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Sellos de cubierta

Una vez que la cubierta se encuentra ejecutada con los 3 estratos de paja instalados, se procede al sello de cubierta y de mojinetes con barro. El barro utilizado es el mismo usado para las otras faenas de construcción, extraído (en el caso de Parinacota) de la cantera de las 3 cruces. Se lleva al lugar de la edificación en bal des u otros contenedores, y una vez al pie de la obra se conforma una bola de barro. La consistencia del barro es adecuada cuando permite que la bola se mantenga relativamente estable. El tamaño de la pelota, según descripciones de los cultores, es equivalente a una pelota de basketball (entre 25 - 30 cm aproximadamente).

Para la instalación de la cumbrera, sube a la cubierta el cultor que realizará la aplica ción del barro, generalmente el propietario, y

→ Isométrica techumbre completa.

Fuente: Elaboración propia, 2022.

Sellos de barro

Paja escarmenada: Tercer estrato de paja

Paja trabada: Segundo estrato de paja

Cerchas Cuero de llamo: Lazos longitudinales

Waylla ichu: Primer estrato de paja II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

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10.

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

se monta sobre la cumbrera con un pie para cada lado. Los colaboradores preparan las pelotas de barro y, una a la vez, las lanzan al encargado que las recibe en la cumbrera. Dada la consistencia del barro, se puede deformar la bola y aplicarla sobre la cumbrera de la cubierta con abundancia, para sellarla e impermeabilizarla. Se sigue así sellando la cumbrera, bola tras bola de barro, hasta completar el largo total de ésta.

Posteriormente se realizará una faena similar sobre los mojinetes de piedra (muros frontones de terminación triangular) sellando la cubierta de paja lateralmen te. Con esto, queda terminada la cubierta de la vivienda.

Foto: Pablo Cáceres C.

↑ Repajado de altares, sellos de barro.
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Achocayo

Una vez terminadas todas las obras se realiza la fiesta de término, donde los anfitriones agradecen a la comunidad y festejan en conjunto: es la alegría del término del trabajo y de la casa levantada.

En esta fiesta se invita a un tradicional asado de llamo en una gran comida con los habitantes del pueblo que es ofrecida por los nuevos dueños de casa, y se bebe y baila junto a la comunidad.

El achocayo es más que solamente hacer la fiesta, es agradecer.

El yatiri que hace la ceremonia tiene que beber, los visitantes tienen que beber. Porque cuando beben, comen, toman, después de haberlo pasado dicen disfruté, y ese disfrutar es decir gracias, y cuando uno dice gracias es bendición del Señor.

En este rito de cierre se instalan los amuletos protectores y dadores de abundancia de

la casa, bultitos llenos de choclo, arroz, botellitas de licor, amuletos instalados en los tijerales, colgando sobre el espacio interior de la casa, un racimo de todo lo que la madre tierra entrega, terminando con una botellita de vino tinto y de alcoholcito (Leonel Terán). Este amuleto era tradicionalmente conocido como sasiyu.

Ponen un racimo de todo lo que la madre tierra entrega y termina con una botellita de vino tinto y una botellita de alcoholcito. Y está el choclo, están todas las cosas prendidas del achocayo

Durante la construcción de la casa los dueños de casa ofrecen alimentos en las dos ceremonias de la vivienda, cuando comienzas la casa convidas a almorzar, haces un asado y de igual forma cuando terminas. Tú das porque están cooperando (Lucrecia Blanco)

II. Relato simbólico y técnico de la casa aymara

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11.

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

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63 Técnicas constructivas tradicionales hacia el futuro III.

Recomendaciones para la sostenibilidad de la casa aymara tradicional 01.

La vivienda tradicional aymara es la com binación de una técnica tradicional específica, ejecutada por cultores capacitados, con materiales propios de su medio y con una comunidad implicada con su cultura. La sostenibilidad de la vivienda aymara requiere de la vitalidad de todos estos aspectos, los que, en mayor o menor grado, se encuentran en procesos de cambio o abiertamente en riesgo. No obstante, cree mos que es posible aportar con algunas recomendaciones y comentarios orientados al cuidado y mantención de la técnica en el tiempo.

Cultores tradicionales y continuidad de saberes

La técnica tradicional se ha transmitido de forma directa por las comunidades, con las respectivas diferencias entre distintas localidades y áreas del mundo aymara, lo que da cuenta de una cultura viva, dinámica y en permanente evolución. Sin embargo, el despoblamiento del altiplano

producto de la migración hacia las ciuda des y centros poblados ha provocado la pérdida de las instancias para la transmi sión de la técnica tradicional. Con pocos pobladores, se construyen o restauran menos viviendas, se ejecutan con materiales y técnicas no tradicionales; y no son los jóvenes aymara, herederos de la cultura, los que realizan los trabajos. En consecuencia, no existen instancias para la transmisión de la técnica.

Este problema, si bien requiere de una solución mucho más profunda, busca ser mitigado con el presente manual, el que tiene por objeto dejar registro de la técnica tradicional para ser consultado en apoyo a la transmisión directa de saberes. Durante los últimos años se ha producido una revaloración y una resignificación de los sa beres tradicionales y confiamos en que el interés por conocerlos aumentará. En este contexto, una forma de resguardo especialmente relevante para la continuidad del

64 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara
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saber constructivo es la de re mirar cada obra a ejecutar como una instancia de relevancia cultural, aprovechándola como un encuentro educativo donde puedan reunirse los más jóvenes con los cultores que aún saben hacer. Esto implica que la ocasión constructiva se observe y gestione también como ocasión de educación cultural, invitando a los trabajos a jóvenes y niños, aunque sea como observadores, vinculándolos en el hacer del pueblo.

Materialidad local

Otro aspecto crítico para la ejecu ción de la vivienda tradicional aymara es la disponibilidad de materiales. Los ma teriales de origen mineral como piedras y barro no presentan una dificultad mayor dado que su disponibilidad es abundante. Su mayor dificultad se encuentra en el hecho de su peso y distancia de extracción, ya que, para una faena de construcción rápida y fluida, se requieren de un grupo de co muneros en trabajo colaborativo apoyando tanto la extracción, como el desplazamien to y colocación.

El material de origen animal es el cuero de llama o alpaca para realizar los lazos, y depende directamente de la disponibilidad de animales que tengan los pastores aymara. El hecho de recuperar la

técnica tradicional de construcción usan do lazos de cuero animal puede ser un incentivo o fuente de demanda de animales, lo que redundaría en beneficios para los pastores aymara. El pueblo aymara es esen cialmente un pueblo ganadero por lo que la demanda de animales para hacer lazos de cuero generaría un círculo virtuoso donde se incentivaría la actividad del pastoreo, el repoblamiento del altiplano, la manten ción de las pasturas en los bofedales, etc, partiendo desde el interés en restaurar las construcciones tradicionales con las técnicas ancestrales.

Los materiales de origen vegetal (paja brava y madera de queñoa) son probablemente los que presenten un mayor grado de dificultad en su disponibilidad. La queñoa es hoy una especie en peligro de extinción, por lo que su extracción se limita a la reutilización de antiguas ramas usa das en construcción que aún estén en buen estado, o a la extracción de árboles natural mente caídos, lo que limita en gran medida la ejecución estricta de la materialidad original. No obstante, este material constructivo pudiera fácilmente ser reemplazado por otras especies forestales sin afectar sustancialmente la técnica tradicional, no así otros materiales de origen vegetal como la paja. Esta última tiene hoy dificultad de

extracción dada por la necesidad de un lar go mínimo de entre 0.6 a 1.0 mt que limita las zonas donde es posible hallarla dentro de las condiciones requeridas. Dado que la región de Arica y Parinacota, y especial mente la comuna de Putre, posee gran parte de su altiplano dentro de áreas naturales protegidas, su extracción debe ser previamente consensuada con la administración del parque nacional en cuestión, ya que la paja, si bien es abundante, suele encontrarse de largos menores al adecuado para el uso en techumbres.

Una recomendación interesante propuesta por la misma administración del parque, es la posibilidad de crear áreas de manejo de paja brava especialmente orientadas a las faenas constructivas del repajado, las que correctamente regadas, pueden lograr la altura requerida para la construcción de las viviendas. Estas experiencias de manejo y evaluación de crecimiento ya han sido verificadas por los profesionales de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) presentes en Putre. El largo de la paja brava responde esencialmente a la disponibilidad de agua por sobre otros factores, y es por ello que la paja de mayor largo se encuen tra próxima a los bordes de lagunas y al interior de las islas en el sector Cotacota ni (J. Terán). La posibilidad de contar con

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* III. Técnicas constructivas tradicionales hacia el futuro

66 Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

un área de manejo de paja brava, irrigada desde los canales próximos a los poblados y zonas de pastoreo, se plantea como una alternativa de bajo costo y de alto impacto, tanto para la posibilidad de mantención de las obras como para retomar la autogestión comunitaria, volviendo a reunir en torno a la edificación.

Para el caso de la queñoa, también se puede establecer un vínculo colaborati vo con Conaf, quienes monitorean los queñoales existentes, por lo tanto, conocen la disponibilidad de árboles muertos, los que pueden quedar disponibles para las comu nidades locales.

Comunidad implicada, revivir el ayni

La pieza clave de la recuperación de la técnica se encuentra en la revitalización del ayni. Volver a implicar a la comunidad en la ejecución de sus obras, retomar el sentido de colaboración y reciprocidad, donde el pueblo se trata como bien común al que hay que cuidar y mantener, y no como una suma de propiedades privadas. Este parece ser el desafío más profundo, más importante y de más compleja revitalización, ya que trata de retomar una concepción cultural que se ha perdido gradualmente. Para ello parece fundamental la insistencia en las acciones comunitarias que convoquen

en pos de objetivos comunes, integrando a la comunidad a toda obra que se ejecute; y donde el rol de actores externos sea el de gestores que facilitan y apoyan acciones colaborativas. Con este fin, es importante considerar todas aquellas acciones que liberan de trabas la ejecución de una nueva obra en contexto indígena, como son los permisos y acciones necesarias para extraer materiales y ejecutar las reparaciones, los apoyos en convocatoria y traslado de los habitantes del pueblo a los aynis construc tivos, el aporte en los encuentros y comidas comunitarias que la construcción, como celebración, requiere.

Seguridad

El clima del altiplano es muy frío, lo que se ha combatido tradicionalmente con el uso de fuego al interior de las viviendas. El techo tradicional permitía un grado de ventilación ante el humo. Sin embargo, gradualmente se comenzó a usar elementos que permitían una combustión interior (cocinas a leña, salamandras, etc.) mejorando la ventilación a través de chimeneas o ductos (principalmente metálicos). Los incendios de las techumbres son mencionados como un problema histórico de las viviendas tradicionales, por lo que se recomienda incorporar elementos de seguridad

para evitar su ocurrencia. Actualmente existen fundas de chimenea que se comercializan para la instalación de calefactores a leña en construcciones de madera. Creemos que este elemento, si bien es comple tamente ajeno a la edificación tradicional, puede ser útil para la seguridad en el uso del fuego. Si pensamos en el repoblamiento y en el uso de la vivienda tradicional, las técnicas ancestrales deben adaptarse para poder generar la temperie que hoy se considera básica para el uso de la vivienda.

**

Reflexiones finales

Las recomendaciones aquí descritas, si bien reconocen las dinámicas observadas durante la investigación, deben ser enten didas como orientaciones que presentan una variabilidad según el territorio y según la realidad de cada comunidad. Pese a esto, creemos que existe un desafío común y mayor para la conservación de la arquitectura tradicional del gran territorio aymara, que comienza por la recuperación de los valores culturales de fondo que sustentan las obras, más valiosas que las obras mismas, como la reciprocidad, el profundo sentido de comunidad y un espíritu comunitario colaborati vo por sobre el interés individual.

La casa finalmente es reflejo de ese sentido espiritual profundo que se hace presente en sus ceremonias y ritos, en la relación material con el medio y con sus fuerzas; y en la forma colectiva de su proceso constructivo. Estos tres aspectos conforman la belleza más destacada de la casa tradicional aymara, ocultos tras su sencillez. Si este trasfondo permaneciera,

si su raíz de sentido se potenciara en las nuevas generaciones, gran parte del valor patrimonial se encontraría resguardado, permitiendo la interpretación y reinterpretación de la tradición constructiva en nuevas adaptaciones temporales y técnicas.

Y, por último, es importante relevar aspectos de las adaptaciones culturales al territorio y transformaciones en las formas de vida que pudimos evidenciar durante el estudio. Si bien reconocemos que el altiplano, y específicamente el pueblo de Parina cota, se encuentra altamente despoblado, este despoblamiento calza con lo descrito por González, Gundermann e Hidalgo, quienes señalan que los migrantes que se han ido a las grandes ciudades no se desvinculan de sus pueblos de origen, sino que mantienen una nueva relación campo-ciudad evidenciado en los numerosos viajes que realizan desde las ciudades (2014) subien do periódicamente a dirigir actividades relacionadas con la ganadería, manteniendo sus viviendas, bienes o derechos, arreglan-

do asuntos de riego o cuidado, asistiendo parientes, atendiendo los asuntos de coordinación comunitaria y proyectos, juntas de vecinos y centros de Hijos de los Pueblos, y por sobre todo, manteniendo vivas las ceremonias, ritos y fiestas patronales. Esta nueva realidad, aún más desplegada que la ya señalada por Murra en 1974, permite entender que la comunidad se man tiene vital, adaptada a una nueva forma de habitar, y sostiene aún un gran interés en la recuperación y mantención del pueblo y sus obras.

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02.
* * * III. Técnicas constructivas tradicionales hacia el futuro

Manual técnico y simbólico de la techumbre aymara

Referencias

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Benavides, J., Márquez de la Plata, Y. & Rodriguez, L. 1977. Arquitectura del altiplano, arquitectura y villorrios ariqueños. Santiago de Chile: Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.

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Van Kessel, J.; Condori, D. 1992. Criar la Vida. Trabajo y Tecnología en el Mundo Andino.

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Este libro fue compuesto con las fuentes Alegreya (Juan Pablo del Peral), Cormorant Garamon (Christian Thalmann) y Merriweather Sans (Sorkin Type), con licencia Open Font Licence, disponibles en Google Fonts.

Las páginas interiores fueron impresas en papel bond de 140 grs y la portada en Couché opaco de 350 grs., encuadernación PUR.

Se imprimieron 50 ejemplares de este libro, con fecha julio de 2022.

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* * *

Casa Aymara

La arquitectura de los pueblos originarios, específicamente del pueblo aymara altoandino al cual se refiere este documento, es sencilla en sus formas, y esconde la inteligencia constructiva que, enriquecida por celebraciones, simbolismos y acuerdos sociales, dan profundidad cosmológica al proceso constructivo que su gente desarrolló.

Este documento espera poner en valor dos grandes aspectos tras la construcción de la casa aymara altoandina; por una parte, el trasfondo cultural que va acompañando la construcción de la casa, y por otro, el saber técnico que ha sabido solucionar algo tan difícil, como construir exclusivamente con lo que se encuentra en el lugar.

El presente Manual tiene como finalidad entregarle al lector una guía que da cuenta de los pasos a seguir para edificar la vivienda tradicional y el detalle del proceso de mantención de la cubierta de paja conocido como repajado, sin excluir los pasos rituales tras la tradición constructiva.

Esperamos sea un apoyo para todas las personas que quieran ejecutar nuevas obras locales o mejorar las edificaciones existentes donde revivir el encuentro comunitario en el quehacer constructivo .

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