Ciudades de papel

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Hora Cinco Bueno, tal vez no estamos tan bien aprovisionados después de todo. En el apuro del momento, resulta que Ben y yo cometimos algunos errores moderados (aunque no fatales). Con Radar solo adelante, Ben y yo nos sentamos en el primer banco, desempacando cada bolsa y entregándole los artículos a Lacey en la parte de atrás. Lacey, a su vez, está clasificando los artículos en varios montones sobre la base de un esquema de organización que sólo ella entiende. —¿Por qué el NyQuil33 no está en el mismo montón que el NoDoz34? — pregunto—. ¿Todos los medicamentos no deberían estar juntos? —Q. Cariño. Eres un chico. No sabes cómo hacer estas cosas. El NoDoz está con el chocolate y el Mountain Dew35, porque todas esas cosas contienen cafeína y te ayudan a mantenerte despierto. El NyQuil está con la carne seca, porque el consumo de carne te hace sentir cansado. —Fascinante —digo. Después que le he entregado a Lacey lo último de la comida en mis bolsas, pregunta: —Q, ¿dónde está la comida es que es, ya sabes, buena? —¿Eh? Lacey muestra una copia de la lista de la compra que escribió para mí y la lee. —Bananas. Manzanas. Arándanos secos. Pasas. —Oh —digo—. Oh, claro. El cuarto grupo de alimentos no era galletas. —¡Q! —dice ella, furiosa—. ¡No puedo comer nada de esto! Ben le pone una mano en el codo. —Bueno, pero puedes comer galletas de la abuela. No son malas para ti. Fueron hechas por la abuela. La abuela no te haría daño. Lacey sopla un mechón de pelo de la cara. Parece realmente molesta.


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